viernes, 10 de julio de 2020

Una casa en el campo - Capítulo 8 - Un encuentro

Ellos se perdieron en el vestíbulo del hospital, y Perl terminó su desayuno . Estaba buscando el dinero para abonar la consumición, cuando de nuevo le tenía delante, y sin decir nada, tomó una servilleta y apuntó un número de teléfono, al tiempo que la decía:

- Llámame. He de hablar contigo.-  Y de nuevo se perdió en el interior

No sabía qué pensar ¿ qué había ocurrido? ¿ Por qué no lo hizo con su novia delante? ¿ Acaso se lo ocultaba? ¿ Pero qué ocultaba?  No entendía nada.  Sacudió la cabeza ligeramente, y dejó en un platillo el importe del desayuno; después salió a la calle rumbo a su casa, pero la actitud de Maxwell no se le iba de la cabeza por mucho que tratara de hacerlo.  No entendía nada; tampoco la había dicho a la hora que debía hacerlo y obviamente había procedido de esa forma porque era algo clandestino, de lo contrario  lo hubiera anotado delante de su prometida.  ¿ Qué se traía entre manos?


- No le llamaré, no señor.  Está claro que lo que quiera decirme, no es normal; quizá tenga algo que desee ocultar a su familia ¿ sobre su salud? Porque otra cosa no tengo ni idea-.  Trató de olvidar el extraño suceso y siguió su camino.

Se metió en la cama en cuanto llegó a su casa, y a los dos minutos ya estaba dormida.  Había sido su primera guardia después de las vacaciones y estaba francamente cansada, así que olvidó todo y se durmió.   Cuando despertó ya era pasado el mediodía, y al mirar el reloj, lo primero que vió fue la servilleta con el número de Maxwell apuntado en ella. ¿ Qué le ocurriría?

- No me gusta nada este asunto, así que no voy a llamarle.  Que lo haga él si tanto interés tiene. No lo ha hecho en todos estos meses, así que no será importante. Que llame él.

Y se trazó un plan. Comería en la cafetería que había cerca de casa y después se metería en un cine.  ¿Por qué lo hacía ?  Normalmente, después de una guardia tan estresante como   la noche anterior, se ponía un chándal y se tumbaba en el sofá a ver la televisión con un bol de palomitas y así dejaba transcurrir las horas. Fuera del hospital no tenía más amigas que Annie, y ella, ahora, estaba ocupada con su prometido, por lo tanto estaba sola.  Muy mal hecho por su parte haber centrado su amistad en el personal del hospital únicamente, pero ya no había remedio. ¿ O sí ?  Siempre tendría a Bob, que en más de una ocasión, habían salido a cenar o a tomar copas.  Sabía que a él le gustaba, pero por eso precisamente no quería complicar más las cosas.  Era algo que tenía muy claro, y sin embargo ahora estaba pensando en echar mano de él ¿ por qué ? Y se abrió la luz en su cerebro: estaba evadiendo a Maxwell; no quería contactar con él ¿ por qué ?

Habían tenido una buena relación, si es que  eso se podía llamar a una comida o poco más.  Después un silencio de meses y ahora ésto... No, ni hablar.  Pero ¿ por que era tan reacia a contactar con él ?  Ni siquiera sabía lo que quería decirla ¿ sería importante, referente a qué ?  El caso era que no podía apartarle de su cabeza y eso la molestaba.  Y sin darse cuenta, tomó la servilleta en sus manos, y se vió marcando el número que él apuntara.

Era el directo con él, lo que la reafirmaba más en que lo que fuera, lo estaba ocultando, y comenzó a preocuparse. ¿ Sería referente a su salud?  Pero pronto salió de dudas al escuchar la voz de Maxwell que atendía la llamada diciendo su nombre, es decir que lo tenía registrado en su agenda del móvil. ¿ Se lo había dado en algún momento? Creía pensar que no; no dió tiempo a ello, pero el caso era que él, si lo tenía.

- Me dijiste que te llamara, y lo cierto es que no iba a hacerlo, pero después comencé a preocuparme. ¿ Es referente a tu salud? ¿ Te han dicho algo con lo que no estás conforme?

- No, nada de eso.  Afortunadamente todo ha ido bien, y me han dado el alta

- Entonces ¿ a que este secretismo? No lo entiendo, y no me gusta

- No es nada malo, no te preocupes.  Sólo quiero hablar contigo y explicarte algunas cosas que quizá no comprendas.  Estoy en deuda contigo y me he comportado mal durante demasiado tiempo. Es algo personal entre tú y yo.

.- Maxwell no entiendo nada. No me debes nada. Cumplí con mi deber y con el juramento que hice, pero creo que hay algo más que no me dices y eso me preocupa.

- Tienes razón, hay algo más. Tenemos que vernos cuanto antes ¿ Esta noche, por ejemplo?

- ¿ Con tu prometida ?

- No. Solos tú y yo. Y vas a entenderlo perfectamente cuando lo sepas.  No te preocupes, no es nada malo ni deshonroso, nunca se me ocurriría contigo.

- Está bien., Tú sabrás lo que te traes entre manos. En definitiva no seré yo quién tenga que dar explicaciones.

- Bien, pasaré a buscarte a las ocho.  Ahora tengo que colgar.

- Bien. Adiós

Se quedó mirando el teléfono como si él tuviera la clave de todo.  Con el entrecejo fruncido, no dejaba de pensar en lo que aquello significaba y no encontraba una explicación.  Ni siquiera habían tenido una conversación informal en tanto tiempo, es decir, ni siquiera se habían visto.  Cuando lo hicieron, él tenía novia, prometida, que es algo que va más allá de un simple noviazgo ¿ Sería que me anunciaba la fecha de su boda?  Pero eso era demasiado común para andar con tantos rodeos.  No, decididamente no se trataba de eso. Quizá un empleo para cuidar personalmente de su abuela, si la tiene, o de cualquiera de sus padres... Trataba de no hacer cábalas, pero su cabeza no dejaba de dar vueltas a toda esta situación, que ni siquiera podía imaginar.  Tendría que tener paciencia y aguardar hasta las ocho a que él llegara y al fin saber de qué se trataba tanto secreto.

Y fiel a su palabra, a las ocho en punto, sonó el timbre de la puerta que anunciaba una visita, sobresaltándola, a pesar de esperarlo. Se echó una mirada a cómo estaba vestida, y dando su propio visto bueno, se dirigió a la puerta para abrir al visitante, sobradamente conocido.


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