lunes, 20 de julio de 2020

Una casa en el campo - Capítulo 24 - Burton on the Hill

Estaba desorientado, a cada paso que daba se encontraba con un nuevo problema, pero lo anunciado por el abogado no lo esperaba.¿ Que fue a ver a sus padres, y ni siquiera la recibieron?  Eso no se lo perdonaría nunca. Se agarraba la cabeza con ambas manos, imaginando los días tan críticos que había vivido y la preocupación terrible por no saber qué hacer con su hija.     Había recurrido a sus padres, a los abuelos, a su familia, y la dieron con la puerta en la cara. Probablemente pensara en  los Servicios Sociales ¿ teniendo una familia? Hubiera sido una canallada, pero por fortuna estaban Thomas y Lorraine, y ellos tomaron las riendas.  Nunca les agradecería bastante lo que hicieron por ellas.  Pero tenía una espada clavada en su corazón:  nunca creyó que su madre fuera tan cruel. Imaginó la decepción y la tristeza que Perl que debió sentir al verse así rechazada, no sólo a ella, sino al bebé en camino. Aunque no supieran si era hembra o varón.  Sería un hijo de su hijo ¿ cómo pudieron comportarse de ese modo?

- ¡ Oh Perl, Perl ! Hubiera venido de inmediato si lo hubiera sabido. Hubiéramos solucionado juntos el problema.  Yo también tuve la culpa; te rechacé, amor mio, y nunca me lo perdonaré.

Se desplomó en el sillón de su habitación.  Necesitaba sacar fuera la angustia que le atenazaba desde que había llegado, y como una tabla de salvación, apareció en su cabeza el lugar apacible, en el que únicamente hallaría la serenidad que necesitaba en estos días horribles que estaba viviendo. Y aquél remanso de paz estaba repleto de recuerdos de Perl, lo sabía, pero allí vivieron momentos inolvidables, primeros y únicos en su vida. Allí estaba ella y Maxwell necesitaba sentir esa paz, esa magia, esa ilusión de alguna de las leyendas que había escuchado de que el que muere, está siempre en el lugar que más ha querido en vida y en donde había sido feliz.  Y ese sitio, sin lugar a dudas, era Burton on the Hill.

Y necesitaba hacer una escapada a ese lugar, aunque fueran solo un par de días, pero sabía que allí encontraría la paz y serenidad que necesitaba para hacer frente a la situación. Irían él y Helen. No sabía cómo.  No tenía ni idea de los cuidados que un bebé requiere, pero aprendería. Allí estaba su sitio y allí deseaba ir. Buscaría en el pueblo a alguien que atendiera a la niña,  y de paso le enseñara, porque no sería la única vez que fuera. Y pensó que sería el lugar perfecto para vivir todo el año y para que su hija creciera fuerte y sana.  Sabía que Lorraine se echaría las manos a la cabeza por ese viaje, ellos dos solos, pero no le importaba; lo necesitaba.

- Si una mujer tiene por primera vez un hijo y es capaz de atenderle ¿ por que no yo ? Aprenderé.  Sé que pasaré días malos, pero eso será ya  para el resto de mi vida, por tanto he de empezar desde ahora.

Y  a la mañana siguiente acudió  a casa de sus padres:  no les comentaría nada.   No tenía ganas de discusiones; estaba impaciente por ponerse en camino.

 Después fue a casa de su hermano  a recoger a su hija para   viajar a Burton.  A  Lorraine, casi le da un síncope al conocer ese viaje relámpago, pero en el fondo comprendió que tenía que hacerlo y que sería beneficioso para él.  Le dio unas lecciones rápidas de cómo atender a la niña y le advirtió que les llamaría constantemente.


Maxwell rió al ver su cara de preocupación y al despedirse la dio un beso en la frente:

- Gracias, Lorraine. Es una suerte teneros a los dos, porque no sé qué hubiera hecho si no me hubierais ayudado en estos días terribles. Eres la mejor hermana del mundo.

- Llama durante el trayecto. No voy a estar tranquila ¿ lo sabes?

- Si, y descuida, lo haré. Todo está organizado. A mi regreso, proyectaré mi viaje  para zanjar todo lo que en Tokio quedó paralizado, y después me instalaré con Helen en Burton.  Lo tengo decidido.  Allí encontraré la paz.

Se abrazaron y les acompañó hasta coche, ayudando a instalar a la niña en su asiento.  A pesar de toda la tragedia que estaba viviendo, en su interior sentía algo muy especial, incluso alegría.  Era la primera vez en su vida que iba a tomar las riendas de la vida de una persona dependiente totalmente de él.  Nunca había tenido tanta responsabilidad y dudas de cómo salir airoso de la tarea que se había impuesto, pero tenía que hacerlo, debía hacerlo, y por otra parte no le quedaba más remedio que hacer frente a la situación.

   La niña  iba dormida, y no quiso poner música para no despertarla.  Maxwell necesitaba ocupar su mente en algo, y para ello comenzó a trazar un plan de todo lo que debía hacer nada más llegar a Burton.

- Lo primero, pasar por el supermercado y comprar todo lo que necesitemos, aunque sea para pocos días. Mi niña tiene todo lo necesario;  Lorraine se ha encargado de ello, así que sólo quedo yo. Averiguaré dónde puedo encontrar a alguien que me ayude con el bebe, es lo más importante, porque nunca he tratado con un niño tan pequeño y sé que va a ser difícil, pero he de aprender y acostumbrarme;  será para largo.



Y así lo hizo. En el supermercado entabló una pequeña charla con Mitch, que quedó desolado al enterarse de la muerte de Perl.  Le indicó la clínica en donde pudieran darle alguna referencia, e incluso alguna de las enfermeras pudiera ayudarle en sus horas libres.  Se despidieron con la promesa de volverse a ver. 

Y por fin, la etapa final de su viaje: el cottage, el refugio de Perl, y desde ahora el suyo también.



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