jueves, 27 de julio de 2017

Al final del camino - Capítulo 16 y último - Recorriendo el camino

Reclinó la cabeza en el respaldo del sillón y se dispuso a esperar que las horas pasasen y Rose fuese trasladada a planta.  Eso sería una buena señal, además de poder estar junto a ella.  Aunque sólo pudiera tomar su mano, pero estaría cerca.

Hacia las tres de la madrugada, fue trasladada a  la planta de Maternidad. Seguía dormida, pero a Richard no le importaba.  Su rostro era de color ceniciento; le había crecido la barba y profundas ojeras rodeaban sus ojos. La enfermera le hizo el comentario, de nuevo, que debería descansar.  El dibujó una sonrisa en su cara agradeciéndola su buena intención, pero su puesto era aquel, junto a su mujer.


Después de instalar los aparatos y observar el buen funcionamiento de los mismos, les dejó a solas. Richard la miraba como si aún no se convenciera de que estaba allí, dormida, pero el buen color reflejaba que se estaba recuperando.  Arrimó una silla a la cabecera, y tras besar su  frente y  la mejilla, tomo la mano que tenía libre de vía, y la acarició suavemente.

No dejaba de mirarla. Se sentía muy unido a ella; reclinó la cabeza en la cabecera, junto a Rose, y comenzó a hablarle, como si ella pudiera escuchar.

- Nunca en mi vida he vivido tanta angustia como la de ayer. Te vi salir de casa, alegre, contenta-  Me dijiste que ibas a la peluquería; deseabas arreglarte el cabello, estar preparada para cuando dieras a luz.  No podía dar crédito, cuando un policía me llamó y me anunció lo ocurrido.
Creí volverme loco, cuando al llegar aquí, me dijeron la gravedad de vuestra situación. ¿ Cómo había sido posible ?  Hacía  un rato habías salido de casa, rebosante de salud, y cuando llegué me dijeron que podría perderte.
En los momentos de soledad, ante la puerta del quirófano, recordé nuestro primer encuentro, y los siguientes. También nuestro distanciamiento y el volvernos a encontrar.  Hemos recorrido un largo camino, con desvíos, bifurcaciones, obstáculos que nosotros mismos nos impusimos,   ignorantes de que estábamos destinados a estar juntos.  Tuvimos altos y bajos, encuentros y desencuentros,  pero...  al final de todo ese camino nos aguardaba la unión.  Nuestra unión  para siempre, porque al final de mi ruta, de mi camino,  pasase lo que pasase, siempre estabas tú.  Te quiero Rose, más de lo que yo mismo imaginé nunca. Y pese a que deseo tener más hijos contigo, no los tendremos.  No volveremos a pasar por un trance semejante. No amor mio.

Mientras hablaba, unas lágrimas silenciosas recorrían sus mejillas, sin dejar de mirar a su mujer.

 A las seis de la mañana, subieron al pequeño del nido.  Protestaba, y la enfermera le dio un pequeño biberón de suero, para que se lo diera.  Sería la primera vez que padre e hijo estuvieran tan juntos.  El le miraba extasiado; le había tenido en brazos al nacer, cuando se lo mostraron, pero ahora en unas pocas horas su color, su rostro había cambiado. ¡ Dios mio, es precioso ! Decía emocionado contemplando la cara del bebe, que movía la cabeza de un lado a otro buscando algo que comer.   Supo que aquel pequeño ser, sería el centro del universo creado por Rose y por él. Creado con inmenso amor. Con ese amor que siempre sintió por su madre, aunque su ceguera le impidiera ver el momento en que su corazón la perteneció.  Que nada ni nadie podría apartarle de la familia recién estrenada. Y que le estaría eternamente agradecido a Rose, por haberle dado la satisfacción que ahora, en ese instante,  experimentaba: la más bella sensación del mundo, la de saber que pasase lo que pasase  siempre  estarían unidos por ese hijo, que tanto costó llegar al mundo, pero que les había hecho completamente felices. Y le dio su primer biberón, y se estrechó aún más la conexión paternal.  Mirándole sabía que le defendería con su vida, si fuera preciso, de todo y de todos. Que aquel pequeño cuerpo, era sangre de su sangre y carne de su carne.  Apretó la mano de Rose y sonrió emocionado. Deseaba compartir con ella todo lo vivido, y sonriendo besó a su hijo:  allí estaba su familia, la que ellos habían creado, con infinito amor.  Todo era perfecto; ahora sólo faltaba que Rose se despertara para compartir su felicidad con ella.

Hacia media mañana Rose comenzó a despertarse.  Paseaba su mano por la cama, aún con los ojos cerrados. ¿ Qué buscaba? Cuando dio con ello sonrió abiertamente al comprobar que él estaba allí.

- Richard, lo siento
- Eh, eh, amor mio ¿ Qué es lo que sientes?
- Todo lo ocurrido, lo siento. ¿ Y el bebe? - Richard tras besar su frente, se acerco a la cuna del niño y le depositó en los brazos de la madre




No pudo contener su emoción, rompiendo en un llanto suave, pero emocionado, mientras Richard les besaba y acariciaba a ambos.  Quería disfrutar cada segundo de ellos; les tenía a su lado, era lo que importaba, y borró de su memoria los amargos momentos vividos

  Y cuando todo hubiera pasado, y el recuerdo de la angustia se hubiera desvanecido, escribiría un libro basado en las vivencias y sentimientos experimentados en aquella amarga y larga noche.  Sería su mejor obra porque en ella plasmaría toda su pelea por Rose, hasta saber que no habría fuerza humana de separarle de aquella mujer, que pese a todo, aún le pedía perdón ¿ Por qué ese sentimiento de culpa ?- Perdóname cariño - dijo Rose a su marido
-  Por qué insistes tanto en que te perdone ? ¿ qué tengo que perdonar ?
- Te mentí. No iba a la peluquería. Iba al médico.  Tenía que hacerle algunas peguntas referente a ...  nosotros
- ¿ A nosotros ? ¿ Qué ocurre con nosotros  ¿ Por qué lo ocultaste ?
- Quería saber si podíamos tener sexo
- ¡ Por amor de Dios! ¿ Por qué no me lo dijiste? Me importas tú antes que nada, y no estabas en condiciones ¿ Creíste acaso que Daphne tenía algo que ver ? ¡ Rose ! Te deseo muchísimo y  lo sabes, pero no cuando no se puede, y antes no se podía, o al menos no debíamos tenerlo. No he recurrido, ni recurriré nunca a nadie que no seas tú. Tú eres mi brújula, mi norte y mi sur.  El resto es todo secundario.  Mientras estaba esperando que los médicos me dijeran cómo estabais tú y el niño, me hice una promesa: no tendremos más hijos.
- ¡ Richard, eso no puede ser. Yo si quiero tenerlos. No siempre voy a tener un accidente de coche estando embarazada

- No correremos riesgos. No tienes ni idea de la angustia vivida esta noche pasada.
- Bueno eso es algo que trataremos en su momento - dijo Rose acariciando el rostro de su marido
- Rose, mi vida. Nuestras vidas, nuestro romance ha tenido fases bastante azarosas. Rodeos, girábamos en un mismo círculo sin saberlo, hasta que al final encontramos nuestro punto de partida. No lo cambiaría por nada. ¡Te quiero tanto !
- Vas a hacerme llorar
- No, no. Para llorón ya tenemos a nuestro hijo.  Creo que reclama la comida. Llamaré a la enfermera.

Todo era armonía, paz y felicidad en sus vidas, y así fue en los días, y meses sucesivos.   Y como si fueran un sólo pensamiento Richard comentó con ella que estaría bien criar al niño en un ambiente más relajado que el de Londres.   Y ambos, al unísono, pronunciaron una palabra que para ellos era mágica :  Porthleven  y acordaron que aquel lugar era un sitio mejor para todos, lejos de la bulliciosa y agitada vida de Londres, lo suficientemente  alejada de la capital, pero cerca para desplazarse a cualquier otro lugar que su trabajo exigiese  Para él sería fantástico tener paz y silencio a su alrededor mientras escribiera, aunque con un bebe, poco silencio podría tener.  Pero no le importaba era el sonido mágico de la vida.    Para ella, sería el paraíso, cualquier sitio en el que pudiera estar junta toda la familia. Y así lo hicieron, volvieron al lugar en donde todo comenzó. De momento la casa de Richard sería suficiente, pero Rose, tenía en mente otro plan.   Había transcurrido el tiempo suficiente  para poner encima de la mesa lo que bullía en su cabeza.  Una noche, planteó a su marido que  deseaba ser madre, pero Richad no quiso ni oír hablar de eso.

- No, ni hablar. Con junior es suficiente. No volveremos a pasar por ese calvario- . dijo malhumorado a Rose
- ¿ Es que mi opinión no cuenta? Quiero ser madre de nuevo, y tú también lo deseas ¿ no es cierto ?
- Te deseo a ti.  En todo momento, pero cada vez que lo recuerdo, tiemblo como una hoja
- Dicen que el segundo es más fácil - le respondió sonriendo-
- No me mires así. No esgrimas tu arma secreta
- ¿ Y si lo hiciera ?

No tuvieron tiempo de más. Richard sucumbió a los encantos de Rose y olvidó la prevención que hasta entonces había tenido, y tuvieron una noche especial, como la de sus primeros tiempos de casados. Y así fue en días y noches sucesivas. Adoraba a su mujer, mucho más que el primer día. Junto a ella, gozaba de paz y un hogar estable y feliz, y la amaba y la adoraba a diario, hasta que ...  Pasado un tiempo después de aquellas noches de pasión, Rose le anunció que nuevamente serían padres.

Junior ya contaba con dos años, todo había vuelto sobradamente a su lugar y estaba preparado su cuerpo para una nueva maternidad.

  Sería un embarazo normal; podría seguir con su vida diaria, sin impedimentos de ningún tipo y al saberlo de boca del médico se sintió plenamente feliz, completa como mujer y madre.  Aquella misma noche, se lo anunciaría a Richard,  y aunque en un principió sonó su alarma, la abrazó con fuerza emocionado.

- Mañana hablaré personalmente con tu médico.  No me fío mucho de que no me hayas mentido en algo con tal de salirte con la tuya- fue lo que la respondió.

Y abrazados rieron felices. Y Richard volvió a pasar el mismo terror de la llegada al mundo de Junior, pero en éste, había podido permanecer al lado de su mujer, tomando su mano, ayudándola con la expulsión, y besándola cuando su segundo hijo, hizo la entrada en este loco mundo.  Ahora el círculo estaba completo. Era su segundo final de trayecto, y aún habría más camino por recorrer, hasta un tercero,  pasados otros dos años.

Un día Richard recibió una llamada mientras firmaba un nuevo libro. Se la pasó su asistente personal:

- Si dígame
- ¡ Vaya Richard ! ¡ Dichosos los oídos que te escuchan !
- ¿ Daphne ?
- La misma.  No te asustes. Sólo te llamo para felicitaros.  He sabido que habéis sido padres nuevamente. Al final va a resulta que mi amiga no era tan sosa como parecía. Consiguió casarse contigo y cargarte de hijos. ¡ No está nada mal la jugada !
- Déjalo ya. Te recuerdo que estás hablando de mi mujer, y no voy a consentirte la faltes al respeto. No Daphne, ya no. Fui un cabeza loca, lo pasamos bien cuando estuvimos juntos, pero no tiene ni punto de comparación con la gratificación que siento estando al lado de Rose. Vive tu vida y en verdad deseo que seas feliz con tu marido. Sienta la cabeza de una vez y procura no vivir de recuerdos.  Encuentra tu sendero. Posiblemente esté al lado del hombre con el que te casaste. El mio estaba junto a ella y seguiré en esa senda hasta el final de mis días. Siempre estará Rose al final del camino.
- Es una mujer afortunada, al ser amada de la forma en que tú lo haces. Sed felices, lo merecéis. Y descuida, procuraré seguir tu consejo y mirar hacia la persona que tengo a mi lado. Adiós Richard. Besos a tu familia.


Cortó la comunicación y pidió permiso y disculpas  a la persona que tenía frente a sí , esperando para la firma del libro:

- Discúlpeme un segundo. He de hablar con mi mujer
- ¿ La ocurre algo ? - le preguntó la señora de mediana edad que esperaba y que sin querer, escuchó el diálogo que había mantenido,a pesar de que se había retirado de ella.
- No señora, gracias. Sólo decirla que la amo
- Hágalo pues, no lo demore. Eso es lo más importante de la vida.

Sonrió, y se apartó a un lado.  Pulsó en su teléfono el privado de su casa. Al oto lado una voz cantarina le respondió:

- ¿ Te ocurre algo ?
- Nada en absoluto. Soy plenamente feliz, y deseaba decirte que te quiero. Y ahora voy a seguir con la firma de mi libro
- ¡ Richard, estás loco !
- Cierto, lo estoy y lo seguiré estando mientras viva. ¿ Sabes que te quiero, verdad?
- Si. Lo sé, y yo también te quiero.  Lo he hecho desde siempre
- Pues es lo que necesitaba saber. En un par de horas vuelvo a casa. Y ahora déjame, tengo a una paciente señora que espera su firma, y me está sonriendo. No te preocupes, es sexagenaria.
- ¡ Oh Richard ! No estoy nada preocupada.  Pero ni se te ocurra mirar a otra

Y ambos rompieron a reír.  Al cabo de dos horas, Richard entaba en casa jovial buscando a su mujer  que sentada en el suelo jugaba con sus hijos. La besó la abrazó y de nuevo la dijo. Te quiero, Rose, y así será siempre.




                                                         F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Edición: Abril de 2017
Ilustraciones: Internet

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

Al final del camino - Capítulo 15 - Siempre has sido tú

Y decidida llamó a un taxi, y ante las protestas de su marido emprendió el camino hacia la consulta del médico.  Estaba impaciente por informarse de todo.  No podía aguardar más;  posiblemente ella también tuviera la misma necesidad sexual que él, aunque no lo creyera.

La circulación estaba complicada. Llovía y ya se sabe que cuando lo hace, todo se complica más. Iba charlando con el taxista, del tiempo que estaba haciendo, de su próxima maternidad y de cosas triviales. Acababan n de emprender la marcha, después de haber permanecidos parados ante un semáforo, cuando, el coche que venía detrás de ellos, dio un aceleron, las ruedas resbalaron y fue a chocar estrepitosamente con el taxi en el que viajada Rose. Salió despedida de su asiento cayendo al suelo del vehículo y dándose un fuerte golpe en el vientre.  Exhaló un grito y el taxista casi llorando pidió una ambulancia urgente.  Un líquido rosáceo mezclado con sangre, corría por sus piernas.
La ambulancia llegó enseguida, pero ella estaba casi inconsciente y el taxista lloraba de la angustia.  Fue conducida al hospital inmediatamente y desde allí avisaron a Richard, que desencajado llegó hasta donde su mujer estaba.  Ella ya estaba siendo atendida .  El taxista le contó cómo había ocurrido todo y lo que lamentaba la situación.

Parado ante la entrada del quirófano, Richard se mesaba los cabellos sin parar de dar vueltas sobre un mismo punto.  No quería ni pensar si a ella o al bebe le ocurriera algo malo. Había salido contenta hacia la peluquería, es lo que le había dicho, y sin embargo estaba en un hospital, y él no sabía nada de lo que estaba ocurriendo tras la puerta que le separaba de ella.

Al fin, al cabo de un rato, se abrió y un médico salió a informarle de la situación.

- ¿ Es usted familiar de Rose Gibson ?
- Si, soy su marido ¿ Qué está ocurriendo? por favor dígame que está bien, que va a ponerse bien  ¿El bebe está bien ?
- Tranquilícese. No está bien. Ninguno de los dos. Hay que actuar rápido si no queremos perderles.  Con el accidente, ella salió despedida y se golpeó en el vientre. Como consecuencia se rompíó la placenta y se ha mezclado en su organismo.  El bebé no ha sufrido daño, pero no recibe oxígeno, por tanto hay que actuar rápido porque podemos perderles .

Richard escuchaba la explicación y se repetía una y otra vez las palabras del médico " podemos perder a los dos".  El médico seguía con sus explicaciones:

- Tenemos que practicar una cesárea, rápidamente para salvar al bebe. Después veremos el alcance de la invasión del líquido amniótico en su organismo.  Todo se hará simultáneamente, sin perder tiempo, porque el riesgo es alto.
-Haga lo que crea más conveniente, pero salve a mi mujer y a mi hijo. ¿ Puedo verla ?
- Un segundo.
- Está bien.

Y un segundo fue. No quería entorpecer la labor médica.  A solas en el ante quirófano lloraba desconsoladamente. No soportaba la idea de perder a alguno de ellos.Estaba desesperado. El tiempo pasaba y nadie le comunicaba nada.  Estaba solo ante la magnitud de lo ocurrido y recordó la noche anterior, con sus manos cogidas, después de haber estado unos días sin verse. Se dio cuenta en ese instante de la magnitud de su amor por ella.  De ese amor que siempre había estado ahí, desde el instante mismo en que la vio, sin saberlo, sin darse cuenta de ello.  Y ahora estaba a punto de perderla, y lamentaba el tiempo que habían estado alejados sin motivo alguno, ignorante de que el eje de su vida estaba en un quirófano con su vida pendiente de u n hilo.

No soportaba esa idea.  Le dolía el tiempo perdido; no quería ni pensar si ella se fuera:. Desechaba esa idea de la cabeza, pero al mismo tiempo recordaba el dificil embarazo y todo se juntaba en su cabeza, en un torbellino de desesperación.  No volverían a tener más hijos; no la haría pasar por otros nueve meses de suplicio , y ahora ésto.

No sabría decir  el tiempo que había pasado,¡,   posiblemente mucho,   para él fue eterno, pero de pronto la puerta se abrió y el médico salía sonriente con un envoltorio en los brazos.  Era su hijo.  Le miró emocionado, con los ojos empañados por la emoción sentida y tanta angustia pasada.  Le tomó en brazos e inmediatamente preguntó por Rose:

- La hemos estabilizado.  La estamos medicando para neutralizar una posible infección por el líquido amniótico.  Creo que no habrá problemas, pero prefiero que esté en la UCI, al menos unas horas para poder controlarla mejor. Si todo marcha bien, como esperamos, de madrugada la trasladaremos a planta.  El bebe está perfectamente.  Está muy sano y robusto; enhorabuena Richard, tiene una familia preciosa, fuerte y luchadora.  Su mujer ha sido fantástica. Lamento que no pudiera estar con ella en esos momentos tan especiales, pero necesitábamos tener el campo despejado; había que trabajar rápido y bien.
- Gracias doctor, lo entiendo. ¿ Puedo verla ?
- Unos instantes solamente.  Está dormida, así que no se alarme.  Hemos preferido sedarla para que descanse tranquila.  El bebé lo tendremos en el nido: podrá verle tantas veces desee. No tiene más que indicarle a la enfermera de neonatal su apellido, y ella se lo mostrará.  Ahora pase a dar un beso a su mujer.

Estaba pálida, tranquila, dormida. La besó en la frente y acarició su mejilla. La devoraba con la mirada.  Quería convencerse de que todo había pasado ya y no les había perdido. Reclinó la cabeza en su cama y sollozó dando rienda suelta a todo lo vivido.  Una mano sobre su hombro, le advirtió que su visita debía concluir.

- No estaré lejos. Avísenme si surge algo.  No iré a casa. estaré en la sala
- Debería irse y descansar.  Ella está bien, el bebé también. Seguro que cuando llegue mañana, ya estará en planta.  Debe descansar.  Ella necesitará su ayuda
- Y la tendrá. Pero no puedo irme; quiero estar todo lo cerca que pueda de ellos.  He estado a punto de perderles ¿ cree que podría dormir tranquilo ?

La enfermera sonrió, y le acompañó a la salida.  La noche sería larga, pero no le importaba. Exhaló un suspiro profundo, quizá de tranquilidad, y fue hasta la máquina de café y sacó uno, no para despejarse, sino para aliviar la tensión que sentía en su interior.  No le gustaba demasiado el té, aunque posiblemente hubiera sido no tan excitante. Se reclinó en un sillón y entornó los ojos.  Quería pensar en ella, en todo el recorrido hecho desde que llego a  Porthleven y la vio por primera vez.  Mentalmente besaba su rostro tan querido.



 Nunca imaginó que la compra de una casa hubiera tenido tanta repercusión en sus vidas. ¿ Cambiaría algo de lo pasado ? Posiblemente lo que le mantuvo alejado de ella, el no haberse dado cuenta antes  que la amaba sin saberlo.  Que envejecerían juntos, porque así estaba escrita su historia, en algún lugar del infinito.

miércoles, 26 de julio de 2017

`Al final del camino - Capítulo 14 - Tête a tête

Y Rose fue informada de la llamada que había tenido.  Le extrañó que quisiera saludarla. Hacía mucho tiempo que habían perdido el contacto y había demostrado no  sentir ningún interés en hablar con ella. No terminaba de encajar con Daphne desde aquel fin de semana en Londres en que se encaprichó de aquel chico de la que ella ya estaba enamorada.  Y sonrió al pensarlo, acariciando instintivamente,  su viente. Pero  ¿cómo es que sabía su número de teléfono ?- No quiso seguir pensando más en ella.  Tomó el suyo y se dispuso a despertar a su marido.  Una voz somnolienta atendió la llamada
- ¡ Vamos, despierta domilón !
-¡ Rose! ¿ eres tú ?
¡ Claro que soy yo ! ¿ Quién iba a ser si no? ¿ No me estarás poniendo los cuernos, verdad ? Y se echó a eir.  Estaba muy segura del amor de su marido y de su fidelidad, a pesar de las circunstancias por las que estaban pasando. Él renunció a la llamada de la Naturaleza para no molestarla.  Una duda comenzó a tomar fuerza en su cabeza

- De sobra sabes que no. Cuando regrese, tenemos que hablar
-¿ Qué ocurre ?
- No pasa nada.  Sólo que me encontré ayer con una persona y he de comentarte algo, pero no es adecuado por teléfono, y además no tuvo mayor trascendencia
- Se trata de Daphne ¿ verdad ?
-¿ Cómo lo has sabido ?
- Pues  porque acaba de llamarme. Estaba dormida aún y quedó en volver a hacerlo.  ¿ Ha ocurrido algo ?- Le preguntó dudosa, a lo que Richard respondió de inmediato
- No ¿ cómo se te ocure? Te lo explicaré todo cuando llegué.  Será mañana.  Lo estoy deseando.  Te echo mucho de menos y deseo verte cuanto antes
- Pero aún te quedan un  par de días ¿ no ?
- Si, pero lo he anulado. Hoy termina mi periplo y regresaré a casa
- ¿No estarás preocupado por mi  ¿ verdad ?
- ¡ Claro que lo estoy ! Hasta que no nazca el bebe, lo estoy por ti, por vosotros.

Después de frases cariñosas se despidieron, pero la duda se instaló en la cabeza de Rose. No la extrañaría que ellos hubieran tenido un "tema".  Conocía a Daphne ; era una mujer preciosa y ella estaba hecha un desastre, y además hacía tiempo que no tenían relaciones sexuales, por lo cual, el terreno estaba abonado.  No quería ni pensarlo.  Su Richard no le haría eso.

- Paciencia, paciencia, Rose. Posiblemente esta misma noche ó mañana a más tardar lo sabrás todo.  No te mortifiques por algo que no sabes. Él mismo te dijo que se habían visto ¿ por qué no ha podido ser un  encuentro simplemente ? No te calientes la cabeza con ideas absurdas.  Richard no se lo merece; te quiere a rabiar y espera con ansia la llegada del bebé -.  Y decidió que no merecía la pena adelantar acontecimientos, pero no estaba muy convencida de ello.

Y Richard regresó. Y abrazó a su mujer como nunca lo había hecho; se sentía feliz de estar juntos de nuevo y a la vez preocupado y ansioso porque llegara el momento de su alumbramiento, a la vez que lo temía,.  Rose se extrañaba de la efusividad de su marido; no hacía tantos días que se habían separado y nunca le había demostrado su cariño tan ardientemente. Y poco a poco comenzó a sentir celos.  Unos celos irracionales.  Se miró en el espejo del vestidor y se vio horrible, con un viente exagerado, las piernas algo más gruesas de lo debido y torpe, muy torpe al caminar, como nunca había estado.  Sintió lástima de ella.  Ya nunca volvería a ser bonita, y su marido poco a poco dejaría de amarla.  Y sin querer la efigie de Daphne, se asomó a la ventana de su imaginación.


Pero no dijo nada.  Esperaría a que él hablase; mientras tanto se mostraría alegre y jovial como siempe.  Tuvo que esperar a la noche, cuando en la cama y con las manos enlazadas, Richard le narró su encuentro, su tentación y su rechazo.  Ella le escuchó en silencio, sin dejar de mirarle.  Sabía que la estaba diciendo la verdad
-He de pedirte perdón, amor mío
-¿ Por qué ? ¿ Qué has hecho para tener que perdonarte?- la dijo él sonriendo
- He pensado mal de tí. Lo siento


- Ya.  Has creído que me he acostado con ella ¿ no es eso? - Rose afirmó con la cabeza
- No lo he hecho. Te amo, Rose, profundamente. No hay ni habrá nadie en mi vida más que tú. Comprendo por lo que estás pasando, pero ya queda poco y todo pasará. Os amo a los dos, a ti y al hijo que vas a darme ¿ cómo crees que pueda olvidarlo? No Rose, no hemos tenido nada, a pesar de que ella se insinuó abiertamente, pero yo te necesito a ti y a ninguna otra. No tengo nada que perdonarte.  Ella no representa nada ; ni siquiera cuando estábamos juntos representó más que una aventura ocasional, y ella lo sabe  Pero se ha casado con un hombre mayor que ella que constantemente viaja y Daphne se aburre mortalmente.  Busca aventuras con las que matar su soledad.Eso es todo.  Y ahora dame un beso y durmamos.

Y, como siempre, se besaron y se durmieron abrazados .  Rose sonreía segura de que era el centro de su marido. Pero al mismo tiempo pensaba, que ésta vez no había ocurrido nada, pero quién sabe si a la próxima se diera la ocasión. Cualquier discusión en la que él se marchara  enfadado y surgiera alguna chica que le hiciese olvidar el disgusto que habían tenido.  Había sido egoísta.   Debió tener en cuenta las necesidades de su marido y no sólo las suyas. Hablaría con el médico por la mañana; tenía que haber alguna forma de practicar sexo sin dañar al bebe. ¿ Cómo no lo había pensado antes.


Bien es cierto que quedaba muy poco para el alumbramiento, pero después vendría la cuarentena y tasmpoco sería posible. Tenía que solucionarlo y pedir consejo con quién mejor podría dárselo: su ginecólogo.

En cuanto se levantó, y lo hizo pronto, buscó en la agenda el número de su médico,.Pediría hora para ese mismo día, no podía esperar mucho más, ya que en unos días saldría de cuentas, y después en cualquier momento podría llegar el bebe.

Estaba inquieta y preocupada por él; sabía que su espíritu era ardiente y llevaban meses sin intimidad, y a cambio él viajaba mucho. Estaba segura de que le era fiel, pero... no demos facilidades.  Los hombres lo necesitan. No son iguales que nosotras, su naturaleza es así, así está formada. Había sido ¡ tan egoísta y tan torpe!.  Pero no se dio cuenta, hasta la llamada de Daphne; fue entonces cuando su cabeza comenzó a preocuparse por ello.  De momento no le diría nada Pretextaría una salida a la peluquería, porque estaba segura que si supiera a que se debía esa salida, no lo aprobaría, pero ella se sentía en la obligación de cumplir como esposa.

martes, 25 de julio de 2017

Al final del camino - Capitulo 13 - Tú y yo somos uno

Y uniendo sus labios, sellaron con un beso su unión matrimonial. Se habían prometido amor eterno. Que nada ni nadie les separaría nunca; protección y amor eternos mutuamente. Ya eran uno del otro ante la ley y ante todos: amigos y compañeros que estuvieron con ellos en ese día trascendental para sus vidas-Se fueron de luna de miel tan sólo por pocos días, ya que el trabajo de Richard no podía demorarse.  Rose se consagraba a él en cuerpo y alma.  Nunca nadie hubiera sido más feliz que esta pareja.

Pero hay un refrán que dice: " no hay bien ni mal, que cien años dure.  Y ellos tuvieron sus altibajos en el transcurso del tiempo.Celebraban su segundo aniversario de boda y pensaron que había llegado el momento de buscar un hijo, de comenzar a formar la familia que ellos querían tener.  Y Rose quedó embarazada, y Richard siguió ascendiendo en el favor del público, pero el embarazo de su mujer era complicado, debiendo guardar reposo por conatos de aborto.

Richard comenzó a viajar solo.  Echaba de menos a Rose, a pesar de comunicarse con ella cada vez que tenía un tiempo libre.  Le preocupaba su estado, casi siempre en cama por el reposo.

 Deseaba ardientemente que pasaran los meses, no solo por tener en sus brazos a su primer hijo, sino porque terminara el suplicio de Rose al verse casi permanentemente atada a una cama.  Trataba de ayudar a Richard en lo que pudiera, y al mismo tiempo que pasara el tiempo más aprisa.  Corregía durante el día, lo que escribía.  No veía mejor manera de que el tiempo transcurriera más rápido y estar ocupada en algo que no la hiciera pensar constantemente, que aquella espera era interminable y desesperante.

En una de las presentaciones, Richard, coincidió con una vieja amiga, y fue una gran sorpresa para ambos.

- ¡ Daphne  ¿ Cómo tú por aquí ?
- Ya ves. Yo también me muevo bastante - dijo riendo- Me casé ¿ sabes?,   y mi marido es un hombre de negocios que viaja constantemente. Vi tu presentación y decidí pasar a saludarte.
-Espera un poco. Cuando termine, deseo charlar tranquilamente contigo
- ¿ Tienes algún problema?
- No, ninguno, pero me apetece que comamos juntos. Llama a tu marido y lo hacemos los tres
- Va a tener que ser comida para dos. Él tiene una conferencia en no sé donde, así que estoy disponible todo el día.

Se lo dijo insinuándose, y Richard pensó que se había precipitado al invitarla a comer.  Conocía sus intenciones y el resultado, pero ahora era distinto.  En otro tiempo hubiera tardado cinco minutos en estar en la cama con ella.  Pero ahora estaba casado y su mujer tenía en su vientre a su hijo. Además la amaba por encima de todas las cosas, y Daphne era solamente un recuerdo .Paseó la mirada por el cuerpo de ella, y comprobó que era espectacular.  Sus instintos le jugaban una mala pasada, pero inmediatamente volvió a la realidad y pensó que lo verdaderamente maravilloso era lo que Rose estaba gestando dentro de ella; el verdadero milagro de la vida.


Daphne estaba ante él provocativa, sugerente  y tentadora, pero él no pensaba ni por un momento en ir a la cama con su antigua ¿ novia ?  Ni siquiera sabía cómo catalogar la relación que habían tenido, y se dijo" "simplemente amantes".

Daphne le pidió que le acompañara hasta su habitación:

- Te prometo que no te haré nada - le dijo sonriente

El accedió, sin saber muy bien por qué pero lo hizo. Ya en la puerta, ella se aproximó hacia él y le besó, no con un beso de amiga, sino de amante.  Con  esos besos que ella reservaba para él cada vez que le veía.  En un principio, Richard sintió la llamada de la Naturaleza, pero también el rostro amable de su mujer,.  Puso sus manos sobre los hombros de ella y la retiró suavemente.

- No Daphne, lo nuestro ya pasó.  Hoy mi vida es otra.  Amo a mi mujer y pronto seré padre.  Mi vida es estable y feliz.  No voy a romperla ni por tí ni por nadie. Seamos simplemente amigos; que cada vez que nos veamos nos apetezca charlar tranquilamente, pero nada más.  Y ahora creo que será mejor que me vaya. Que seas feliz Daphne.

Y dando media vuelta, la dejo perpleja en la puerta de su habitación, con la furia reflejada en el rostro. ¿Cómo se había atrevido a rechazarla ? Era una mujer hermosa, y sin embargo su mujer era vulgar y ahora gorda y deforme.  No comprendía ese amor que ahora sintiera por su antigua amiga Rose, tan insignificante, tan timorata.

Richard, mientras abandonaba el hotel, pensaba en lo que acababa de vivir,  y  vio el rostro sonriente de su mujer y los inconvenientes que estaba teniendo para darle ese hijo y pensó que Daphne no merecía ni un sólo instante de su pensamiento.

Se dio cuenta que, al rechazarla,   ella torcía el gesto, pero le daba igual quedar mal con ella.  No quería resucitar viejas vivencias.  Ahora tenía una mujer,  que adoraba,  a su lado y a punto de ser padre.  llevaba una vida tranquila y feliz.  No lo echaría todo a perder por acostarse con alguien que en otro tiempo significó algo, pero eso pertenecía al pasado, y adoraba su presente.  Pero también conocía sus reacciones, y temió que tergiversase lo ocurrido, por eso pensó poner en antecedentes a su mujer cuanto antes.  Le contaría la verdad, y por otra parte él había obrado correctamente; no tenía nada de lo que arrepentirse.

Y decidió volver a casa inmediatamente; revisó la agenda y comprobó que aún tenía un compromiso ineludible, y contrariado habló con su asistente para que anulara todo lo que aún tenía pendiente. Volvería, quería volver cuanto antes a su casa.  Esa noche habló largamente con Rose y valoraba cada palabra de cariño que ella le decía.  Estaba próximo el alumbramiento y deseaba que fuera cuanto antes, no sólo por tener a su hijo en brazos, sino por liberar a su mujer de las molestias.  Aquella noche durmió intranquilo. Sentía en su interior una especie de desasosiego que le intranquilizaba; era como un presentimiento y eso le impedía conciliar el sueño.

El teléfono repiqueteó a una hora tempana, y extrañada la señora que acompañaba a Rose, atendió la llamada. Una voz femenina se escuchaba al otro lado del hilo telefónico.

- Deseo hablar con Rose, por favor.
- De parte de quién.  La señora está descansando. ¿ Puede llamar más tarde ?
- Desde luego. Dígale que la ha llamado Daphne. Soy una antigua miga suya y deseaba verla.
- Muy bien se lo diré en cuanto se despierte.
- De acuerdo.  Adiós. - Y colgó el teléfono tras una sonrisa poco tranquilizadora.


Al final del camino - Capítulo 12 - Una declaración de intenciones

La despedida fue inquietante para ambos.  Richard debía seguir su periplo de presentaciones y Rose acudir a su trabajo.  Tardarían tiempo en verse. Por distintos motivos, ambos se les notaba  preocupados y pesarosos por la separación:

- Te llamaré siempre que tenga un hueco libre, te lo prmeto- la decía él
- No hagas promesas que no puedas cumplir. Sé que vas con los minutos contados, así que no te preocupes por mi
- Si no me preocupo por tí ¿ por quién he de hacerlo?
- El haber pasado una noche juntos no te obliga a nada- respondió ella
-Es que esa noche fue importante..., al menos para mi

Rose le miró y no dijo nada.  Por su cabeza daban vueltas mil dudas, reproches e incertidumbres. Había sido algo  extraordinario en su vida, pero también sabía, que él había tenido otras noches importantes, tanto, que pensaba unirse a una mujer que compartió  su casa y su vida..  No debía olvidarlo y tenerlo siempre presente.  No quería destrozar vidas ni romper compromisos.  El no se daba cuenta de ello, y por tanto se olvidaría de todo así pasaran veinticuatro horas.

Camino de su hotel, Richard analizaba lo sucedido aquella noche, y los sentimientos que albergaba y que había descubierto de improviso. No renunciaría a Rose por nada del mundo. Acababa de descubrir el verdadero amor, ese que se entrega incondicionalmente, sin exigencias a cambio, sólo dando amor, y ella se lo había dado todo. ¿ Cómo no se había dado cuenta antes ?¿ Cómo podía estar tan ciego y no comprender  las señales que Rose le había lanzado durante todo este tiempo?.  Pero había otro problema añadido  Daphne.  hablaría con ella en cuanto fuese posible. Ya no se veian con la frecuencia que al principio, y la excusa había sido sus promociones y el trabajo de ella, pero la realidad era, que los días de vino y rosas habían llegado a su fin hacía tiempo.  No obstante, creyó era su obligación dar por finalizada su vida amorosa de la mejor manera posible.  Y lo haría nada más llegar a Londres, a su regreso , después de que terminen los compromisos adquiridos..

Al llegar por la noche a su casa, Rose,  dudó en conectar el botón del contestador .  Le daba miedo por si, como esperaba, no hubiera ningún mensaje, o quizá estaba más intrigada por lo que la diría, si es que lo hubiera. Y decidida pulsó el botón, y tras un pitido pudo escuchar su voz:

"Rose, estoy en Gales. He hecho un paréntesis y he querido decirte que todo va bien, muy bien.  No sé si podré volver a contactar contigo.  Tengo invitaciones y compromisos, pero no quería pasase el día sin que lo supieras".

Lo puso hasta tres veces. No sabía si estaba contenta o por el contrario lamentaba esa llamada.  La noche que pasaron juntos había sido apasionada, pero ni una sola vez le había dicho que la amaba.  Estaba claro que había sido  una noche como tantas las que él pudiera tener, y por mucho que le doliera, debía dejarlo atrás porque no estaba destinado a ella.

Habían pasado dos semanas de su paso por Birmingham y no esperaba volver a verle.  Todo había sido un encuentro casual. Recibía a menudo mensajes en el contestador que ella no devolvía; necesitaba distanciarse para tratar de olvidar lo vivido.  Un timbrazo la hizo mirar el reloj ¿ quién sería a esas horas?  Abrió la puerta y frente a ella  estaba Richard, que al terminar su tourneé había decidido volver a esa ciudad para verla..

- ¿ Qué haces aquí ?
- ¿ Que qué hago aquí ? Deseaba verte. He terminado la peregrinación y quiero pasar contigo unos días.  No estaré mucho; tengo que regresar a Londres, pero...  Te he echado de menos.

La besó suavemente y ella correspondió. Era una visita inesperada que llenó de alegría su corazón, máxime cuando hubo pensado  que no volvería a verle.  Pero allí le tenía,.  abrazándola con ternura y diciéndola que quería verla. Acariciaba sus mejilla suavemente, mirándola como para convencerse de que la tenía delante.  Su mirada era tierna, elocuente sin palabras.

Se despertó temprano, a pesar de la vigilia que con su encuentro habían mantenido. Al igual que la primera vez, volvió a repetirse la explosión de ardiente pasión en ambos. Se complementaban y conocían muy bien lo que uno quería del otro, sin apenas decirlo, sólo con la mirada. Se sentía feliz y contenta.  Había regresado a su lado ¿ era señal de amor o de que su sexo juntos era diferente? No quería pensarlo.  Sólo que estaba allí a su lado abrazando su cintura.

 Despacio salió de la cama: tenía que acudir al trabajo, le escribió una nota y se la dejó en un sitio visible: encima de su almohada.  Le daba instrucciones de donde podía localizar todo si algo necesitara, y al final unos dibujitos y dulces palabras de amor.  De ese amor que la desbordaba en el pecho desde hacía tiempo.  Y que no había ni siquiera pensado, que él pudiera sentir lo mismo.

Pasaron tres días increíbles en el que ambos rebosaban amor y sensualidad, pero la realidad se impuso y hubo de volver al trabajo.

- En cuanto solucione algunos asuntos, volveré. Pórtate bien y échame de menos - La dijo mientras se despedían.

Hablaban cada noche largamente.  Se contaban lo sucedido en su trabajo.  Richard  todo lo que había escrito y la decía que era su fuente de inspiración.  Nuevamente tuvo que ausentarse durante unos días y nuevamente a su egreso estuvieron  juntos.  Aquello tenía visos de una relación distinta, formal y duradera.  Se amaban y no necesitaban más que estar juntos.  Y comenzó a escuchar las palabras de amor que brotaban de los labios de él, y que ella no había escuchado hasta el momento.

- Quiero estar contigo siempre. No me bastan dos o tres días que pasemos a mi regreso de algún viaje. Quiero dormir contigo, despertarme a tu lado, cada mañana, cada día. Que compartamos juntos todos los momentos que vivamos. Te quiero Rose; nunca pensé que alguien llegara a ser el centro de mi existencia, pero en ella estás tú y quiero que lo estés siempre. Si no puedes vivir en Londres,  vendré a vivir contigo.  Mi trabajo consiste en escribir y tanto me da aquí o en cualquier otro lugar, pero quiero tenerte cerca.
- Pero Richard, es muy precipitado. El convivir es complicado y nosotros sólo nos conocemos de unos pocos días.
-Bien, pues vivamos juntos, si es eso lo que te preocupa. Pero no puedo renunciar a tí, ni conformarme con un par de días cada cierto  tiempo. Te necesito a mi lado, ya te lo he dicho.

 Entablaron una discusión en la que ambos expusieron sus puntos de vista, pero al final venció el amor. Rose dejaría su trabajo y se instalaría en Londres;  vivirian en el apartamento de él, y si pasado un tiempo las cosas marchaban como esperaban, lo harían oficial, uniéndose en matrimonio.  Era la mejor decisión adoptada y ambos estaban rebosantes de felicidad.  De momento, ella sería su correctora y asistente personal, así no se separarían aunque tuvieran que viajar.

- Hay otra cosa, Richard
-¿ Y qué es ?- respondió él
-Daphne
- Ese asunto está solucionado. No debes preocuparte por ello. Lo entendió, pero ¿ sabes por qué ? Porque sabía tan bien como yo, que lo nuestro tuvo su tiempo, pero eso ya queda lejos, muy lejos. Ella tiene otro amor que ocupa sus dias y yo también que ocupa mis dias, mis noches, mis amaneceres y toda mi vida. Tú, Rose.  Eres ese centro que necesitaba.

Y de esta forma, el tiempo transcurría.  En su horizonte todo era diáfano, sin nubes.  Sólo había lugar para el trabajo y el amor.  Rose le llevaba la agenda perfectamente, y él se dedicaba a escribir desde la mañana, muy temprano, hasta la hora de la merienda, haciendo un paréntesis para el almuerzo.  Ese horario era sagrado, porque de su realización dependían muchas cosas, especialmente su trabajo en la plasmación en el papel de las ideas que brotaban de su imaginación.

Para ello necesitaba aislarse y silencio absoluto, para que nada ni nadie le distrajera.  Pero a partir de las cinco de la tarde, le pertenecía por completo a Rose. Merendaban juntos, o paseaban e incluso salían a cenar alguna noche.  Llevaban una vida retirada del mundanal ruido, pero era una vida que ellos habían elegido, y por tanto eran absolutamente felices.
,

Habían transcurrido varios meses desde que decidieran vivir juntos, cuando una tarde , mientras contemplaban el chisporrotear del fuego en la chimenea, Richard la pidió que se casara con él.

- Pero amor, ya somos marido y mujer.  Llevamos juntos mucho tiempo
-Si, pero lo quiero legal, a la luz del día.  Saber que serás mía para siempre
- Está bien, seré tu esposa ¿ Por qué has tardado tanto en pedírmelo? - Ambos rieron abrazados.  Sabían que no necesitaban papeles para sentirse unidos de por vida, pero, de acuerdo, lo harían legal ante todos.

lunes, 24 de julio de 2017

Al final del camino - Capítulo 10 - Sí, pero no

Durante todo el día estuvo bastante nerviosa e inquieta. Sus más próximos colboradores la observaban con curiosidad; era la primera vez que se conmportaba de ese modo extraño: alterada y malhumorada. Hasta Alfred, su jefe y amigo, la preguntó extrañado por ese comportamiento:

- ¿ Te ocurre algo? No sé... estás rara
- No. No me ocurre nada. Tengo una cita esta noche con una persona a la que hace mucho que no veo, y me tiene nerviosa
-¿ Por qué ?
- No es nada, no me hagas caso -. Y dando media vuelta se dirigió a la habitación de descanso sirviéndose un café..

Lo que menos necesitaba ahora, era la inspección de él,  a su forma de comportarse .  No era ajena  su complicidad con  Alfred, pero no tenían más vínculo que el de la amistad, y por tanto tenía derecho a tener sus propios secretos.  Cuando llegó a casa, eligió con cuidado el vestido que iba a ponerse.  Se había trazado un plan y debía llevarlo a cabo con sumo cuidado, de forma que pareciera una cosa, pero en realidad fuese otra.

Se miró al espejo una vez terminado su arreglo, y vio complacida que estaba especialmente atractiva.  Aguardó a que fuese la hora y él llegara a recogerla.  Y puntual, le tuvo frente a sí, con la admiración por ella reflejada en su rostro

- Estás increible. Guapísima. Creo que el cambio te ha beneficiado
-¿ Quieres decir que en Porthleven no estaba atractiva
- Claro que no. Eres atractiva, muy guapa, pero esta noche lo estás más.
-Es que hace mucho que no nos veíamos y no te acuerdas de cómo era antes.
- Si tú lo dices... ¿ Nos vamos ?
- Cuando quieras - dijo ella recogiendo su bolso.


Ya estaban en el reservado del restaurante.  Era una mesa apartada del resto de comensales.  Podrían hablar largo y tendido; tendrían muchas cosas que contarse después de tantos cambios en sus vidas.  Richard llamó al camarero y pidió algo para beber mientas elegían el menú.  Tomarían un cóctel de champan, y mientras comenzarían hablando sobre él.  Rose quería saber todo cuanto había hecho en este tiempo, y naturalmente en ello entraba Daphne.  Según se desarrollara la conversación, así obraría con el plan trazado a modo de ¿ venganza ?, si, posiblemente era una venganza por no haberse acordado de ella. Y abiertamente le preguntó por su "novia"

- No sé si exactamente es mi novia- dijo él
- ¿ Por qué no ha venido contigo? Te recuerdo que era amiga mia.  Y digo era porque hace siglos que nos ha dado de lado. Debes tenerla muy entretenida; antes era inseparable
-¿ Qué exactamente quieres saber? Vivimos juntos la mayor parte de la semana, pero eso es todo
- La última vez que la vi, hablaba de casamiento ¿ Eras tú  de quién hablaba en esos términos ?

El eludió la pregunta con un carraspeo  cortando la conversación.  Estaba claro que no quería hablar de ello, que no deseaba decir nada. Muy bien, pues el segundo asalto.

-¿ Qué te pasa, es mentira lo que nos contó ?
- En cierto modo si.  Tuvimos una época algo fogosa y ya sabes que cuando estás en plena euforia dices cosas, que luego en frio resultan otras
- No, no lo sé.  Tuve una oportunidad que rechacé.  Pero escuchándote, ahora me alegro.  He comprendido que no entra en tus planes tener una relación formal con alquien. Me di cuenta de ello cuando ni siquiera tuviste la delicadeza de llamar para decir el motivo de tu ausencia.  Me tuviste muy preocupada


- Pero es absurdo.  Ha pasado mucho tiempo y vuelves a recriminármelo. Tengo mi vida privada; más allá de Porthleven
- Cierto. Te ruego me disculpes.  No volverá a suceder
- Bien. Háblame de ti.  Te noto no sé... nerviosa, violenta.. Ya no eres tan espontánea.
-Es que tu presencia me impone
-¿ Te impongo, es decir, te intimido?  ¿Por qué ?
-Eres distinto. Un personaje famoso al que la gente hace colas para que  les firmes un libro. Las chicas te rodean.  Nada tienes que ver con el  que yo conocí.
-Eso es cierto en parte, pero en lo referente a ti, sigo siendo el mismo-. Extendió su mano y cogió suavemente la de Rose, que no retiró-. Deseo conservar tu amistad; es importante para mi. Desearía estar más cerca para cuidate, protegerte. Cuéntame algo sobre tí
- ¿ De mí? No hay nada que contar.  Salgo con alguien de vez en cuando, sin compromisos por su parte y por la mia. Y eso es todo.  El trabajo me absorbe y no tengo tiempo para más

En ese momento Richard, retiró su mano de la de ella.  Necesitaba saber más cosas referente a lo que había comentado:
- ¿ No tienes pareja?
 -No, no la tengo

Guardaron silencio y se miraron frente a frente.  Los ojos de Richard brillaban lo mismo que los de ella.  Rose apuró su cóctel y levantándose le dijo.

- Bien Richard, me ha encantado este momento de charla contigo. Ahora debo irme
¿ Cómo dices? Habiámos quedado para cenar
-Lo sé, pero te noto incómodo.   Es fin de semana y seguro que Daphne te espera en casa.  Ella es una compañía mucho más agradable que yo, así que te dejo libre. Posiblemente tardaremos mucho tiempo en vernos, si es que se da esa oportunidad.  Te deseo lo mejor y muchos exitos con tus libros.  Adiós Richard

Él no podía creer lo que estaba haciendo ¿ a qué se debía esta actitud? ¿ Había dicho algo inconveniente?No se explicaba la tirantez y frialdad de ella.  No era así, siempre había sido amable y cariñosa.  Pero estaba claro que las personas cambian y Rose lo había hecho, y de qué manera.
  Abonó la cuenta rápidamente y salió tras ella que llamaba a un taxi

-Deseas irte, bien, yo te llevaré a casa- Dicho ésto hizo una indicación al portero para que trajeran su coche. Una vez dentro, Richard la hizo una pregunta que ella tardó en responder

- ¿ Quién te ha hecho daño ? No eras así, tan fria y despegada
- ¿ Me ves fria y despegada? ¿ Y cómo quieres que esté ?
- No lo sé. Antes sonreias más , eras divertida, cariñosa...
- Y ya no lo soy ¿ verdad? - Él movió la cabeza afirmativamente
- Deberías preguntártelo a ti mismo
- ¿ Qué he hecho yo?
- Da igual, no te preocupes.  Llévame a casa, por favor

Arrancó el coche tras darle la dirección.   Hicieron el camino en silencio, pero cada uno de ellos pensaba en algo. Cuando hubieron llegado, se bajo  y abrió la puerta para que ella lo hiciese, tendiéndola la mano para ayudarla.  Ella recogió su mano, y cuando estaba ya fuera, Richard la empujo hacia el coche, y tomando su cabeza entre las manos la beso largo, muy largamente.  Ella no hizo movimiento alguno por rechazarle; al finalizar la caricia, él la miraba fijamente,  confuso, y observaba el brillo de los ojos de ella.  ¿ Qué había ocurrido ? En ese momento se dio cuenta, de que no era una simple amiga, sino que significaba algo importante en su vida  Que lo que siempre considero como obsesión, en realidad era otra cosa que nunca se paró a analizar, cegado posiblemente, por los brillos de otra mujer.. y que en cierto modo,  las quejas de ella tuvieran razón de ser.Pero  entonces los sentimientos hacia Daphne ¿qué significado tenían ?

- Ninguno,- se repitió mentalemente

Por fín Rose, directamente, le hizo una pregunta, a la que el respondió afirmativamente

- ¿ Quieres subir ?
- Si.  Quiero -.  Y sin mediar palabra alguna, la tomó de la mano y se adentraron en el portal el domicilio de Rose.


¿ Qué estaba ocurriendo? ¿ De dónde había sacado las fuerzas para decirle que subiera? ¿ Estaba escarmentada de lo ocurrido, hacía ya tanto tiempo?  Desde siempre había sabido el lugar que Richard había ocupado en su vida, y que lo que ocurría ahora no formaba parte de la venganza que había ideado para hacerle ver que ella no era invisible.  Que la había ignorado de forma sistemática desde que conociera a Daphne.  Que ella no tenía ni la experiencia ni los resortes que su amante poseía.  Pero por una vez, quiso pertenecerle a sabiendas de que al día siguiente saldría de su vida tan rápidamente como había entrado.  Que nada la importaba las explicaciones que debiera dar a la mujer con la que convivía, porque antes  Daphne  había jugado con ella   con quién hasta conocerle era su amiga.  Pero no quería pensar en ello.  Le tocaba a Richard cargar con las consecuencias; en definitiva no le ponía una pistola en el pecho para obligarle a acostase con ella. Tenían, ambos, la edad suficiente para hacer con sus vidas lo que creyeran oportuno.




Al final del camino - Capítulo 11 - Una sugerente invitación

Subieron en el ascensor totalmente en silencio.  Ella con la cabeza baja, que levantaba de vez en cuando y él mirándola sin pestañear.  Deseaba penetrar en su cabeza y averiguar qué la había movido a hacer aquella invitación.  Se notaba a todas luces que estaba incómoda, entonces ¿ por qué ? ¿ Qué quería demostrar y a quién ? Llegados a la planta que ocupaba su apartamento, salieron.  Richard detrás de ella, puesto que no sabía dónde vivía.  Ante la puerta, rebuscó en su bolso las llaves.   Ella abrió la puerta, dándole paso. . Lo que ocurriera de puertas adentro sería cosa suya, de los dos. Allá él con las explicaciones que debiera dar, si es que las daba. .

 Le parecía que quería dilatar la entrada, posiblemente arrepentida de su invitación, hecha demasiado deprisa, según el criterio de Rose.  Recordó cuando tiempo atrás, él hizo esa sugerencia, y fue rechazado automáticamente.  Mucho tenían que haber cambiado las cosas, para haber sido ella la que lo plantease..


Una vez dentro, , encendió las luces. Él miraba alrededor observando toda la estancia.  Era muy personal, muy de Rose. Cómoda, acogedora, impoluta.  Mientras tanto, ella fue a su dormitorio a dejar el bolso.

- Podía haberlo dejado en una silla - Pensó Richard, a sabiendas que  deseaba dilatar el momento en el que ella misma se había quedado atrapada.  Por fin, apareció nuevamente, bastante nerviosa, algo que le causaba risa disimulada

- ¿ Quieres tomar algo ? - Él decidió seguir la corriente, pero al mismo tiempo gastarle una broma, algo que la pusiera más nerviosa aún de lo que estaba.  Por un lado sentía lástima por su azoramiento, pero por otro, le agradaba ese juego y llegaría al límite, hasta conseguir que ella se abriera a él de una vez. Se sirvieron una copa. Richard sonreia levemente, en cambio Rose, cada vez estaba más  tímida.

Dado que ninguno de los dos se decidía a cortar el hielo, fue él quién quiso tensar más la cuerda, y fingió que estaba enfadado:

- ¿ Para ésto me has hecho subir? ,¿ para tomar una coa y ya está?   Ella balbuceaba sin saber qué decir. Había sido una estúpida ¿ cómo se había lanzado en plancha?
- Yo... creí que...
-¿ Creíste qué ? Ya me lo hiciste otra vez.  Creo que te burlas de mi; te has pasado de la raya
-No, Richad, no era esa mi intención
- Está bien.  Debo irme

Ella abrió mucho los ojos. Tenía miedo de volver a perder esa oportunidad.  Al día siguiente él seguiría su ruta y posiblemente no se volverían a ver. Le quería y le deseaba, pero su timidez  impedía tomar la iniciativa, y sin embargo lo había hecho invitándole a subir.  Richard dejó la copa sobre la mesa e hizo intención de irse.

- Necesito  ayuda con la cremallera.Quédate, por favor. Lo siento - No se puede ser más estúpida que yo - se dijo- Es una excusa pueril, de novela rosa,

No obstante, se quedó frente a él esperando su reacción.  Richard  se giró para mirarla .  Veía en su rostro la timidez y la vergüenza por el rato que estaba pasando, y entonces dejó de fingir, y adelantándose unos pasos, la dijo:

 - Da la vuelta ¿ quieres que baje el cierre ?

Ella dijo si con la cabeza y él  la agarró por la cintura y la besó apasionadamente.  Rose, vencida al fin, correspondió a su abrazo y le devolvió los besos ardientes que Richard la dedicaba..  Ninguno de los dos fingía. Expresaban lo que sentían, una vez rotas las barreras existentes entre ellos.  Rose sabía perfectamente cuales eran sus sentimientos hacia él, pero Richard, estaba algo confundido: era la primera vez que iba a estar con ella, y las caricias, los besos, no eran simples fingimientos, sino que le brotaban desde dentro, desde lo más profundo de su corazón.  Y eso, precisamente, le confundía; se acordó de Daphne y automáticamente la borró de su cabeza.  Deseaba vivir lo que ocurría allí, en aquel apartamento y en aquél instante , con aquella mujer y no con otra..  Tendría que analizar despacio esos sentimientos, que no eran de amistad precisamente.

Ella suspiraba y gemía entre sus brazos con los ojos entornados.  No quería dejar escapar ninguna sensación de lo que estaba viviendo.. ¿ Fue su deseo de siempre, o por el contrario había surgido?  No,  no era un simple encuentro.  Sabía que lo había deseado desde siempre, desde la primera vez que le rechazó. Pero, había pasado el tiempo, y el suyo también.  Ahora estaba prometido a una amiga y seguramente terminarían casándose.  Pero ahora, allí, en su cama, era todo de ella y apuraría hasta el último instante.  Después se marcharía y ¿ cuándo volverían a verse?  Tardarían mucho tiempo, si es que volviese a ocurrir, y para entonces era probable que estuviera casado, y con suerte fuese padre.

Le veía dormir a su lado, y contemplaba su rostro, ese rostro que ella amaba en silencio desde hacía tanto tiempo, y que ahora sabía perfectamente que no era de simple amistad, pero había llegado tarde por su torpeza e intransigencia.  Meditaba sobre lo volubles que son los hombres y sus sentimientos. Se habían acostado, y la había hecho el amor con pasión;  todo eso era perfecto, pero... ¿ qué lugar ocupaba la novia en su vida?  Ella no sería capaz de, estando enamorada, irse con otro hombre.  Claro, que ellos son diferentes, máxime si se lo sirven en bandeja como ella había hecho.  No hizo más que aprovechar la ocasión. Seguramente que para Richard, había sido una aventura de una noche, insólita, pero sólo eso : una aventura.  Semejante a la que tuvo Daphne con él,  cuando se conocieron, y que terminó en algo más profundo e importante.

Tomando un café, aguardó a que él se despertara. Y lo hizo, y lo primero fue buscarla.  Se acordaba perfectamente de la noche que habían vivido.  Sus ojos se cruzaron; los de él, sonrientes, los de ella preocupados.

- Ven aquí - la dijo señalando el hueco de la cama que ella había ocupado

Rose, obedeció yendo lentamente a su encuentro.  Se tumbó a su lado y nuevamente Richard expresó lo que había sentido la noche anterior, y que ella interpretó como que aún tenía ganas de más sexo. Pero lo que él había descubierto no era otra cosa, más que había estado siempre enamorado de ella.  Que amaba a esa chica de carácter algo complicado y que ella sentía lo mismo por él.  Las palabras pueden engañar, mentir en determinados momentos, pero las sensaciones, los sentimientos no pueden ocultarse cuando la pasión se desata.  Y ella le había correspondido largamente; se habían unido, no sólo sus cuerpos, también sus sentimientos.

- No te dejaré ir - dijo Richard

Lo dijo  suavemente en su oído.  Ella le mió fijamente y sonrió con tristeza, a sabiendas que cuando salieran de esa cama, todo habría sido un momento de debilidad.  Richard tenía una carrera por delante y una mujer que le aguardaba en Londres.  Y recordó que vivia en Birmingham precisamente para no verle.  Y ahora estaba en su cama haciéndola el amor de nuevo.

Y de nuevo él la acariciaba con ternura, con amor que ella interpretó en deseo, muy diferente a lo que ella sentía. Cerró los ojos, de los que se escaparon unas ligeras lágrimas que él no llegó a percibir.  No quería lástimas ni compasión. Sabía que no obtendría su amor ya entregado a otra mujer.  Seguiría su camino y ella el suyo.  Estaba acostumbrado a esos encuentros, pero ella no. Ahí estaba el amor de su vida y no se daba cuenta de todo lo que había significado para ella todos los sentimientos que desbocados e incontenibles les habían arroyado en aquella noche mágica.

Al final del camino - Capítulo 10 - Si, pero no

Durante todo el día estuvo bastante nerviosa e inquieta. Sus más próximos colboradores la observaban con curiosidad; era la primera vez que se conmportaba de ese modo extraño: alterada y malhumorada. Hasta Alfred, su jefe y amigo, la preguntó extrañado por ese comportamiento:
- ¿ Te ocurre algo? No sé... estás rara
- No. No me ocurre nada. Tengo una cita esta noche con una persona a la que hace mucho que no veo, y me tiene nerviosa
-¿ Por qué ?
- No es nada, no me hagas caso -. Y dando media vuelta se dirigió a la habitación de descanso sirviéndose un café..

Lo que menos necesitaba ahora, era la inspección de él, a su forma de comportarse . No era ajena su complicidad con Alfred, pero no tenían más vínculo que el de la amistad, y por tanto tenía derecho a tener sus propios secretos. Cuando llegó a casa, eligió con cuidado el vestido que iba a ponerse. Se había trazado un plan y debía llevarlo a cabo con sumo cuidado, de forma que pareciera una cosa, pero en realidad fuese otra.
Se miró al espejo una vez terminado su arreglo, y vio complacida que estaba especialmente atractiva. Aguardó a que fuese la hora y él llegara a recogerla. Y puntual, le tuvo frente a sí, con la admiración por ella reflejada en su rostro
- Estás increible. Guapísima. Creo que el cambio te ha beneficiado
-¿ Quieres decir que en Porthleven no estaba atractiva
- Claro que no. Eres atractiva, muy guapa, pero esta noche lo estás más.
-Es que hace mucho que no nos veíamos y no te acuerdas de cómo era antes.
- Si tú lo dices... ¿ Nos vamos ?
- Cuando quieras - dijo ella recogiendo su bolso.
Ya estaban en el reservado del restaurante. Era una mesa apartada del resto de comensales. Podrían hablar largo y tendido; tendrían muchas cosas que contarse después de tantos cambios en sus vidas. Richard llamó al camarero y pidió algo para beber mientas elegían el menú. Tomarían un cóctel de champan, y mientras comenzarían hablando sobre él. Rose quería saber todo cuanto había hecho en este tiempo, y naturalmente en ello entraba Daphne. Según se desarrollara la conversación, así obraría con el plan trazado a modo de ¿ venganza ?, si, posiblemente era una venganza por no haberse acordado de ella. Y abiertamente le preguntó por su "novia"
- No sé si exactamente es mi novia- dijo él
- ¿ Por qué no ha venido contigo? Te recuerdo que era amiga mia. Y digo era porque hace siglos que nos ha dado de lado. Debes tenerla muy entretenida; antes era inseparable
-¿ Qué exactamente quieres saber? Vivimos juntos la mayor parte de la semana, pero eso es todo
- La última vez que la vi, hablaba de casamiento ¿ Eras tú de quién hablaba en esos términos ?
El eludió la pregunta con un carraspeo cortando la conversación. Estaba claro que no quería hablar de ello, que no deseaba decir nada. Muy bien, pues el segundo asalto.

-¿ Qué te pasa, es mentira lo que nos contó ?
- En cierto modo si. Tuvimos una época algo fogosa y ya sabes que cuando estás en plena euforia dices cosas, que luego en frio resultan otras
- No, no lo sé. Tuve una oportunidad que rechacé. Pero escuchándote, ahora me alegro. He comprendido que no entra en tus planes tener una relación formal con alquien. Me di cuenta de ello cuando ni siquiera tuviste la delicadeza de llamar para decir el motivo de tu ausencia. Me tuviste muy preocupada
- Pero es absurdo. Ha pasado mucho tiempo y vuelves a recriminármelo. Tengo mi vida privada; más allá de Porthleven
- Cierto. Te ruego me disculpes. No volverá a suceder
- Bien. Háblame de ti. Te noto no sé... nerviosa, violenta.. Ya no eres tan espontánea.
-Es que tu presencia me impone
-¿ Te impongo, es decir, te intimido? ¿Por qué ?
-Eres distinto. Un personaje famoso al que la gente hace colas para que les firmes un libro. Las chicas te rodean. Nada tienes que ver con el que yo conocí.
-Eso es cierto en parte, pero en lo referente a ti, sigo siendo el mismo-. Extendió su mano y cogió suavemente la de Rose, que no retiró-. Deseo conservar tu amistad; es importante para mi. Desearía estar más cerca para cuidate, protegerte. Cuéntame algo sobre tí
- ¿ De mí? No hay nada que contar. Salgo con alguien de vez en cuando, sin compromisos por su parte y por la mia. Y eso es todo. El trabajo me absorbe y no tengo tiempo para más
En ese momento Richard, retiró su mano de la de ella. Necesitaba saber más cosas referente a lo que había comentado:
- ¿ No tienes pareja?
-No, no la tengo

Guardaron silencio y se miraron frente a frente. Los ojos de Richard brillaban lo mismo que los de ella. Rose apuró su cóctel y levantándose le dijo.
- Bien Richard, me ha encantado este momento de charla contigo. Ahora debo irme
¿ Cómo dices? Habiámos quedado para cenar
-Lo sé, pero te noto incómodo. Es fin de semana y seguro que Daphne te espera en casa. Ella es una compañía mucho más agradable que yo, así que te dejo libre. Posiblemente tardaremos mucho tiempo en vernos, si es que se da esa oportunidad. Te deseo lo mejor y muchos exitos con tus libros. Adiós Richard
Él no podía creer lo que estaba haciendo ¿ a qué se debía esta actitud? ¿ Había dicho algo inconveniente?No se explicaba la tirantez y frialdad de ella. No era así, siempre había sido amable y cariñosa. Pero estaba claro que las personas cambian y Rose lo había hecho, y de qué manera.
Abonó la cuenta rápidamente y salió tras ella que llamaba a un taxi
-Deseas irte, bien, yo te llevaré a casa- Dicho ésto hizo una indicación al portero para que trajeran su coche. Una vez dentro, Richard la hizo una pregunta que ella tardó en responder
- ¿ Quién te ha hecho daño ? No eras así, tan fria y despegada
- ¿ Me ves fria y despegada? ¿ Y cómo quieres que esté ?
- No lo sé. Antes sonreias más , eras divertida, cariñosa...
- Y ya no lo soy ¿ verdad? - Él movió la cabeza afirmativamente
- Deberías preguntártelo a ti mismo
- ¿ Qué he hecho yo?
- Da igual, no te preocupes. Llévame a casa, por favor
Arrancó el coche tras darle la dirección. Hicieron el camino en silencio, pero cada uno de ellos pensaba en algo. Cuando hubieron llegado, se bajo y abrió la puerta para que ella lo hiciese, tendiéndola la mano para ayudarla. Ella recogió su mano, y cuando estaba ya fuera, Richard la empujo hacia el coche, y tomando su cabeza entre las manos la beso largo, muy largamente. Ella no hizo movimiento alguno por rechazarle; al finalizar la caricia, él la miraba fijamente, confuso, y observaba el brillo de los ojos de ella. ¿ Qué había ocurrido ? En ese momento se dio cuenta, de que no era una simple amiga, sino que significaba algo importante en su vida Que lo que siempre considero como obsesión, en realidad era otra cosa que nunca se paró a analizar, cegado posiblemente, por los brillos de otra mujer.. y que en cierto modo, las quejas de ella tuvieran razón de ser.Pero entonces los sentimientos hacia Daphne ¿qué significado tenían ?
- Ninguno,- se repitió mentalmente
Por fín Rose, directamente, le hizo una pregunta, a la que el respondió afirmativamente
- ¿ Quieres subir ?
- Si. Quiero -. Y sin mediar palabra alguna, la tomó de la mano y se adentraron en el portal el domicilio de Rose.
¿ Qué estaba ocurriendo? ¿ De dónde había sacado las fuerzas para decirle que subiera? ¿ Estaba escarmentada de lo ocurrido, hacía ya tanto tiempo? Desde siempre había sabido el lugar que Richard había ocupado en su vida, y que lo que ocurría ahora no formaba parte de la venganza que había ideado para hacerle ver que ella no era invisible. Que la había ignorado de forma sistemática desde que conociera a Daphne. Que ella no tenía ni la experiencia ni los resortes que su amante poseía. Pero por una vez, quiso pertenecerle a sabiendas de que al día siguiente saldría de su vida tan rápidamente como había entrado. Que nada la importaba las explicaciones que debiera dar a la mujer con la que convivía, porque antes Daphne había jugado con ella con quién hasta conocerle era su amiga. Pero no quería pensar en ello. Le tocaba a Richard cargar con las consecuencias; en definitiva no le ponía una pistola en el pecho para obligarle a acostase con ella. Tenían, ambos, la edad suficiente para hacer con sus vidas lo que creyeran oportuno.

domingo, 23 de julio de 2017

Al final del camino - Capítulo 9 - La firma

Poco a poco iba encauzando su vida.  Entabló amistad con uno de sus compañeros y al mismo tiempo socio de la firma para la que trabajaba.  Pronto comenzaron a hacer trabajos, modestos en un principio, pero dado sus aciertos, el boca a boca empezaba a funcionar y la firma  Stone & Lemerick comenzó a ser conocida.  Rose respiraba aliviada al comprender que aquello era su medio de vida y la permitía vivir con comodidad y salir con un chico agradable, sin más pretensiones, en un principio, de alguna cena, función de teatro, o simplemente charlar en algún pub.  Cada vez sus salidas se hicieron más frecuentes, y cada vez ella notaba que su acompañante sentía más interés por ella.  Creía que debía hablar sinceramente con él, a fin de no hacerle concebir falsas esperanzas.  Le agradaba su compañía, pero no tenía el más mínimo interés sentimental en esa relación.  Le parecía una situación injusta, pero no mandaba en los sentimientos ni de él ni de ella.

Y lamentó profundamente haber conocido a Richard, que sin siquiera saberlo, estaba truncando su vida.  No habían vuelto a verse, ni a comunicarse de algún modo.  Parecía que poco a poco iba recuperando su estabilidad, sin embargo creyó que nunca saldría de esa absurda situación de amor-odio que sentía por el escritor.  Ni siquiera la distancia, el cambiar totalmente de lugar, había aplacado lo que por él sentía.  Tenía que hablar con  Lemerick y hacerle ver que lo que él pudiera sentir, no tenía nada que ver con los sentimientos de ella. Y habló con él una noche en que salieron a cenar. Y de ese modo creyó oportuno no volver a tener citas con él, a pesar de las protestas del hombre que la dio a conocer que algo de lo explicado sospechaba.

- Creo que de momento es lo mejor,Alfred. Ya es suficiente el tener que trabaja juntos. No busqué más que tu amistad, y así lo quiero.  No contaba con lo que tú pudieras sentir, así que dejémoslo estar, por favor.

Y a regañadientes. Alfred Limerick se conformó con la situación de ser sólo su jefe y compañero de trabajo.

Richard , por su parte había retomado su profesión.  Tenía un libro en el mercado y su relación amorosa con Daphne, funcionaba con altos y bajos, pero seguían adelante. Y comenzó la promoción de su última novela, que era más intensa, si cabe, debido al fracaso de su último libro.  Recorría las ciudades más importantes del Reino Unido firmando ejemplares y dando alguna que otra conferencia  en los círculos de damas que le seguían casi desde el comienzo de su carrera literaria.  Hasta dio el salto a Irlanda y Escocia, en que por primera vez habían introducido sus libros, con bastante éxito, por cierto.  Y llegó a Birmingham.

 No había vuelto a saber nada de él, hasta que un día paseando por el centro de la ciudad, Rose,  se vio ante una importante librería, en cuyo escaparate había una fotografía del autor y ejemplares de su última novela " El último adiós ".  Se paró contemplando la fotografía sonriente de Richard que ella conocía muy bien. ¿ Sería ese el libro que  comenzó a leer en Porthleven ? Por las fechas era coincidente con ello, aunque sólo pudo leer unos pocos folios, porque todos conocemos el desenlace de esa amistad.  Sentía algo más que curiosidad y, decidida entró en el establecimiento: compraría un ejemplar, pero no se quedaría a la firma.  ¿O sí ? ¿ Quería volver a verle?  Una parte de su cabeza decía que no, que retrocedería en todo lo conseguido, pero su corazón fue más fuerte y decidió que si, que le firmaría el ejemplar.


Faltaba poco tiempo para que el escritor acudiera a su compromiso, de forma que buscó un rincón semi oculto y desde allí observaba la entrada de todas las personas que acudirían al reclamo.  Y efectivamente, comenzaron a llegar lectores, y a comprar ejemplares con la misión de que el autor estampara su firma en ellos.  Estaba distraída repasando los anteriores títulos de él, cuando un pequeño revuelo se produjo e hizo que levantara la cabeza: había entrado el protagonista del evento.  Le miraba fijamente, como si no le conociera, como si fuera la primera vez que le viese.  El, ni siquiera imaginó que era protagonista  de una mente atormentada.  Se mostraba feliz y simpático con todos aquellos que salían a su encuentro para saludarle; Rose se encogió más en su escondite, detrás de una estantería.  Imposible fuese vista desde donde habían montado la mesa de la firma.  Le podía contemplar a sus anchas, y las palpitaciones de su corazón, le avisaban de que no había sido buena idea el quedarse.  Creía haberle casi  olvidado, pero se dio cuenta de que todo era un espejismo que ella misma había fabricado. Y con la imaginación volvió a sus días felices en los que él buscaba refugio en su amistad, posiblemente escuchando las palabras de aliento que necesitaba para proseguir su interrumpida vida literaria. Y pensó que, en verdad en aquellos días fue totalmente suyo. Novato en el pueblo, aún sin más amigos que aquella insignificante agente inmobiliaria que le vendió lo que en aquél entonces era su hogar.  Ahora todo era diferente.  Él había recobrado su inspiración y seguridad.  Había cambiado de residencia volviendo a Londres y por una jugarreta del destino, vivía con una  antigua amiga suya.  Según parecía, al menos , es lo que su amiga comentaba, tenían una relación bastante sólida y no descartaba que en un futuro , unieran sus vidas para siempre.

Ese pensamiento la mortificaba. Lo había creído  ya superado, pero no era así.  Habían bastado unos minutos y volver a verle para borrar de un plumazo, la imagen del compañero y jefe con el que salía, aunque su relación fuese sólo de amistad.  Y nuevamente, volvió a aquel momento, a la librería,  y se fijó en lo que  hacía Richard.

 Tras unos minutos de charla con alguien, la fila fue formada y con  cada una de las personas que se le acercaban charlaba amigablemente unos instantes, sin duda les preguntaba por su nombre o a quién deseaban dedicarlo.  Y Rose se puso la última, y tardó bastante hasta que llegó su turno.  Richard a penas levantaba la cabeza , cansado ya sin duda de sonreír y formular siempre la misma pegunta, por eso cuando ella llego ante él, mecánicamente la preguntó su nombre

- ¿ Para quién es, por favor ?
- Para Rose - contestó ella

En ese instante y al escuchar aquella voz, levantó la cabeza extrañado por la coincidencia.  Pero no había sido una casualidad, sino que ella estaba allí, seria, pálida, y hasta algo temblorosa al extenderle el ejemplar para la firma.  Richard no dijo nada, pero reaccionó enseguida y levantándose de la silla en la que estaba sentado, avanzó hacia ella, estampándole dos besos en las mejillas.

- ¡ Vaya si es la pequeña Rose !- dijo sonriendo

Ella estaba algo confusa, emocionada y nerviosa. La estaba saludando; la había cogido fuertemente por los antebrazos y la había besado en las mejillas como si hiciera cinco minutos que acabaran de verse, y lo cierto es que habían pasado muchos meses y muchas cosas.

- ¿ Qué haces aquí ? - la preguntó extrañado ignorante de que era allí donde ahora vivía.
- Vivo aquí. Seguí tu consejo
- Oye, dentro de cinco minutos termino la firma.  Espérame e iremos a algún lugar tranquilo y charlaremos.
- Lo siento Richard, he de irme.  Estoy trabajando-.  Y una vez más le había mentido; no se atrevía a estar con él aunque fuera con una charla informal.
- Bien, pues quedemos para mañana.  Dame la dirección pasaré a buscarte y cenaremos juntos ¿ te parece ?


Había rechazado tener una charla con él en ese momento, no quería tener  trato   de nuevo, pero antes de que pudiera decir que no, se vio aceptando para el día siguiente.  Le dio la dirección y quedaron en verse a las siete de la tarde. Charlarían ampliamente de todo lo acontecido en sus vidas durante el tiempo que habían permanecido sin contacto..Le miro de frente, a los ojos, y supo en ese instante que no importaba la distancia que pusiera entre ellos, le seguiría deseando durante toda su vida.  Conocía de sus andanzas esporádicas, precisamente por su amiga, aunque no directamente, sino a través de Ingrid, con la que hablaba por teléfono con relativa frecuencia. Y pareciera que Daphne,  lo hacía adrede, puesto que conocía la amistad existente entre Rose y el escritor, ahora convertido en su amante..  Nunca le había comentado que supo de su relación con la amiga,  desde el mismo instante que ella lo  contó a su regreso a casa después de aquella escapada a Londres. Rose imaginó de quién se trataba,  con quién   había pasado la noche,  con ese  tal Richard,   y, que su corazón, le avisaba de que era la misma persona que estaba ausente de Porthleven y que ni siquiera la había llamado para decirla que tardaría en volver, pero que estaba bien.  Y ahora, todo aquel malestar contra Richard, aquel enfado, volvía con toda su fuerza a invadirla de nuevo. Aceptó su cita. Volvería a verle al día siguiente ¿ estaba loca ? No. Le haría saber lo molesta que estaba con él por esa falta de consideración, aunque mirándolo bien, no tenía razones para ello.  Era un hombre libre con una vida propia, no dependiente de una muchacha solitaria en un aburrido lugar cuya vida  giraba entorno al escritor.  Supo de antemano que él terminaría por aburrirse, acostumbrado a vivir la vida de Londres, como así ocurrió, y sin embargo había aceptado su invitación, en lugar de rechazarla.

- Rose, no tienes arreglo.  Te tocará sufrir de nuevo - se dijo, mientras se alejaba de la librería, seguida por la atenta mirada de él..

 Pero en su cabeza, a medida que se distanciaba, iba trazando un plan. Sutil, dulcemente, le diría que se fuera al cuerno, que la dejase tranquila.  Que no quería su amistad que no era todo lo sincera que la había prometido, y que no la interesaba seguir siendo su amiga.. Que  deseaba, a ambos, la mayor felicidad pero que no quería falsedades a su alrededor, y Daphne era falsa y no la quería como amiga y a él tampoco.

Pero lejos de encontrar satisfacción en su infantil venganza, se encontraba desolada, por todo, por su fortuito encuentro, por la aceptación de su cita del día siguiente, y porque dudaba mucho que deseara vengarse de él. Nunca había existido otra cosa más que amistad, por tanto no tenía derecho a sentirse ofendida.  nadie tenía la culpa de que ella se hubiese enamorado de esa forma de Richard.

ENTRADAS POPULARES