jueves, 20 de julio de 2017

Al final del camino - Capítulo 4 - Sobran las palabras

Richard hizo todo el camino a su casa, pensando en qué se había equivocado y no encontrando motivo alguno para la reacción de ella, decidió pasar del tema. Había sido rechazado en otras ocasiones, con otras chicas, pero nunca después de que ella tomase la iniciativa, y es lo que le tenía más perplejo. ¿ Por qué lo hizo si no quería ir más allá´? Cierto era que él se lo insinuó, pero no se hubiera tomado más libertades, si ella desde un principio no le hubiera provocado.   En realidad  ¿qué le molestaba ? ¿ Que ella le rechazase después de besarle como lo había hecho? ¿ No haberse acostado con ella ?  Sentía atracción hacia Rose, pero no sabía muy bien si era por su varonil  orgullo herido, ó porque era la primera vez que le sucedía .

- Bah. Ha sido una reacción de una  chica estrecha de miras Lo que no me gusta es que jugase conmigo.  Lo que ha hecho tiene otra denominación, pero creo que no sería justo adjudicársela.  Sencillamente, pienso que se asustó. Si, eso es, se asustó. Tendrás que resolver tus problemas, querida niña, o de lo contrario.. Dejemos ya el tema, no ha ido más allá, ni han habido repercusiones.¡ No sabe lo que se pierde ! - Dijo riendo  cuando ya estaba frente a su casa.

Dejó que pasara el fin de semana, y el lunes,  cuando se levantó, tenía el firme propósito de hablar con ella cuanto antes. Supuso que los ánimos estarían más calmados.  Debía disculparse, aunque más bien debiera ser ella la que le diese una explicación.

 Quizás en la inmobiliaria, o ¿ sería mejor llamarla antes? Si asi lo hacía, seguro que le diría que no, y necesitaba hablar con ella y dejar las cosas claras.  Le gustaba mucho, eso era cierto, pero también como amiga , y además era la única que tenía en aquel lugar.

Después de desayunar, se encaminó hacia donde Rose trabajaba.  Había tenido suerte: no tenía a nadie, con lo cual podrían hablar tranquilamente.  Entró decidido y, Rose, al levantar la cabeza, se quedó quieta al comprobar que era él quién había entrado en la oficina.


- Buenos días, Rose.  Creo que te debo una explicación o quién sabe,  si eres tú quién debe darla. Aprecio  mucho tu amistad, y no deseo que por un mal entendido dejemos de ser amigos. No sé cómo ocurrió todo; probablemente por el vino que tomamos, no lo sé,  pero no tiene solución. Ha pasado y no hay vuelta  atrás. Pero sí creía que debía disculparme; decidí que pasara el fin de semana para que ambos estuviésemos más calmados.  No desearía dejar de ser tu amigo.

-Yo tampoco deseo eso.. Lo que pasó  la otra noche fue algo que no debió pasar, lo siento. No debí ser tan impulsiva.  Reconozco que obré mal y te hice creer que deseaba otra cosa, pero no fue así. He sido  yo quién metió la pata; no debí corresponder a tu beso y menos de la forma que lo hice. Lo siento de verdad, pero te prometo que no volverá a ocurrir. Y entenderé que no quieras saber nada de mi.  Reconozco que los hombres reaccionáis ante algo semejante de muy distinta manera que nosotras, pero cuando me dí cuenta, ya era tarde.  Te ruego me perdones
- La verdad es que me sorprendiste mucho.  No lo esperaba después de tu..., pero te has disculpado y creo que debemos borrar de una vez ésto que no ha sido más que una anécdota.  Eso no impide que seamos amigos ¿verdad ?. De esta forma,  sé hasta donde puedo llegar.  Es bueno que hayamos aclarado las cosas. Bien, pues  asunto zanjado. Olvídalo y yo también lo haré.    ¿Comemos juntos? ... En un restaurante,

Rose le miró sonriendo. Sabía con qué intención había remarcado Restaurante.  Dejó bien a las claras, aunque muy sutilmente, que evitaba tentaciones, por si acaso...

- No sé si es una buena idea.  Me siento incómoda.  No es por tí, sino por mi.  Me avergüenza mi comportamiento.  Francamente ignoro porqué fuí tan lanzada.
- Hemos quedado en olvidarlo.  hablaremos de otras cosas. Yo también me precipité, aunque fue sin malicia. Y puesto que ambos lo hicimos mal, empecemos de cero, como dos buenos amigos ¿ te parece ?
- De acuerdo.  Comencemos nuevamente. Soy Rose Gibson y estoy al cargo de esta inmobiliaria
- Y yo Richard Foster, y me dedico a escribir .  Intento ser escritor.




Se dieron la mano como si fuera la primera vez que se vieran, y ambos rompieron en una carcajada.  Él la condujo hasta un restaurante y celebrarían su nuevo encuentro.  Todo debería ir bien a partir de ahora, pero dicen "que el hombre propone y Dios dispone ".

Richard comentó a groso modo de lo que trataría su novela.  Tenía el tema, los personajes y sólo le faltaba comenzar a encajar la historia.

- Me gustaría que tu fueras la primera en leer las páginas. que escriba. Aunque hasta que las dé por definitivas, pasará bastante tiempo y muchas rectificaciones.  Lo que escriba un día, seguramente al siguiente no me gustará y volveré a escribirlas de nuevo.  Y así una y otra vez hasta que quede enteramente a mi gusto. Me encantaría que me dieras tu punto de vista
- ¿ Harías eso ?
-¡ Claro que lo haría ! Me viene bien una opinión imparcial, y mejor que mejor conocerla  de alguien que no se dedica a ésto, porque asi sabría  de primera mano el sentir de las personas que luego comprarían mi libro.  Necesito saber si es que llega hasta ellos, si les emociona, o a las pocas páginas lo cierran y lo arrinconan.  Es muy importante para mi, máxime después del fracaso que he tenido con la última novela.
-  Pedro yo no entiendo de ésto. Llego a leer cuanto puedo, pero nada más. Sólo sé si la historia me gusta. Si veo que en el primer o segundo capítulo me aburro, definitivamente, cierro el libro y lo arrincono durante una temporada.  Y no creo  en absoluto, que seas un fracasado, sino que no siempre se acierta con las ideas. Puede que estuvieras cansado, o que el tema no te motivaba, qué se yo.  Háblame de ello, si asó lo deseas, claro.

Y salieron del restaurante y se pusieron a caminar mientras Richard narraba paso a paso las andanzas de los protagonistas de su primera novela de misterio, que no tuvo aceptación.  Rose le escuchaba con atención, sin interrumpirle, hasta que llegado el final.  Ella le explicó que el argumento era bueno pero quizá un poco enrevesado y falto de explicación.

- Creo que has mezclado personajes y situaciones poco claras. A ver.   Tenían que aparecer en escena, pero también se debía a alguna situación, y eso es lo que ha quedado poco claro.  Concreción,  es lo que le falta. Vuelve  a escribirla. Cuando termines ésta.  Saca una nueva edición modificada, y verás cómo consigues un nuevo éxito.

- No creo que eso sea posible, al menos hasta que pase mucho tiempo y se olviden de ella. Ahora tengo en la cabeza la que voy a empezar. Me siento obsesionado y con unos deseos enormes de escribir y escribir
- Eso es bueno. No estás desmoralizado y eso es estupendo.  No debes desanimarte.  Todo en la vida no es éxito. Siempre tendrás lectores fieles que te seguirán, aunque si no les gusta tu novela, harán lo que yo: la arrinconarán, pero pasado un tiempo volverán a ella, con mejor voluntad, tratando de sacar lo que no les gustó la primera vez que la leyeron. Y en esta segunda vez, lo encajarán todo, la entenderán mejor, y aunque no les deje complacidos, esperarán con ansias tu siguiente publicación.  Ya lo verás.  Te hablo como lectora, no como crítica.


 Llegaron frente a la casa de ella.  Ya era madrugada; se les había pasado la noche a penas sin sentir. Al despedirse Rose le dio un beso en la mejilla y se adentró en su casa. Él dio medio vuelta acariciándose  el lugar donde ella había depositado su beso.  Sonreía no sabía muy bien de qué..

Transcurrieron varios días sin tener comunicación. Él escribía constantemente.  Las ideas fluían en su cabeza y hasta le resultaba bastante fácil encajar la historia con lógica.  Se sentía satisfecho; había elegido bien el lugar.  Tenía paz, tranquilidad y nada ni nadie perturbaba su soledad, que era justamente lo que necesitaba.  Tan enfrascado estaba en el trabajo, que ni siquiera se había acordado de Rose, y ella, por no interrumpirle, tampoco le llamó ni siquiera por teléfono.

  Había tenido bastante trabajo durante la semana; se notaba que se acercaba el buen tiempo y la gente buscaba en aquel lugar un sitio donde pasar sus vacaciones con tranquilidad, lejos del furor de la gran ciudad.

Llamó a un par de amigas con las que hacía tiempo que no hablaba y se citó con ellas para pasar el fin de semana juntas: irían a Londres.  Tardarían cerca de cuatro horas en llegar a la capital, pero podrían turnarse en la conducción y así el viaje se les haría más corto. Buscaron un hotel barato en una agencia de viajes y se divertirían, al menos durante un fin de semana. Partirían el viernes al salir del trabajo y regresarían el domingo después de comer, así tendrían tiempo de descansar para el lunes comenzar la semana .

  Richard no dio señales de vida y ella tampoco quiso saber de él. Si la necesitaba, ya la llamaría.  Pero no la llamó, y decidió darse una vuelta y frecuentar a algunos amigos que hacía tiempo no había visto, desde su traslado a  Porthleven.  Estaría bien darse un respiro y un homenaje al cuerpo.  Tenía que cubrir ciertas necesidades.  Ni siquiera se le ocurrió avisar a Rose. No quería perder su independencia. Al fin y al cabo debía seguir con su vida.  Conservar la amistad de ella, que le agradaba y mucho, pero también su forma de vida.  No se creyó en la obligación de contarla que iría a Londres por un espacio corto de tiempo. No se creía obligado a ello. Al igual que ella: cada uno con su vida como mejor vivirla.  En definitiva hacía poco tiempo que la conocía, y era mejor así:  no crear dependencias y no dar explicaciones de nada. O sea, guardar las distancias.  Amigos, desde luego, pero cada uno a lo suyo. Si ella necesitaba su ayuda, allí le tendría. Al igual si él precisase de ella

- Es lo mejor.  Desde un principio. Así no tendremos confusiones- se dijo, mientras arrancaba el coche en dirección a la capital..


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