lunes, 3 de julio de 2017

Los errores que cometimos - Capítulo 9 y último - El premio

El hotel estaba en todo su esplendor. El ir y venir de grandes limusinas, coches de alta gama, mujeres resplandecientes y señores muy satisfechos. Crowford salió de uno de los coches tendiendo la mano a Emma que lucía muy bella. La niña había quedado en el hotel al cuidado de Maggie.

James, una vez zanjado el asunto con Lissa, decidió dar un giro a su vida y para ello habría de, lo primero, hablar con Emma y plantearla le diera una segunda oportunidad, pero que no se arrepentía del motivo por lo que ocurrió todo.  Ahora no se arrepentía, a pesar de haberlo lamentado durante todo el tiempo que permanecían separados.  Pero gracias a eso, tenían una hija, a la que adoraba sin apenas haberla visto más que instantes esporádicos.  Cedeería en todo lo que bella le impusiera; sólo queía volver a retomar su vida en el punto en que la dejaron.  James tocó a la puerta y una sonriente Maggie le franqueó la entrada

--¿Está dormida? - la peguntó inquieto
--No aún no. La estoy dando el biberón. Pasa. Emma ya ha salido para el hotel Lo siento.
--No lo sientas quería hablar contigo primero y claro ver a mi niña que cada día está más preciosa.
--Bien, pues tu dirás. Si no te importa mientras charlamos termino de vestir a la niña
--Por supuesto, yo te ayudo

James relató a Maggie todo lo sucedido con Lissa y le explicó los planes que tenía para con Emma y Rosalyn

--¡ Claro que me parece bien! Habéis tardado mucho tiempo. Te diré que Emma bebe los vientos por ti, y no es que no haya tenido ocasión de volver a casarse. Sin ir más lejos Crowford se lo propuso, pero ella no tenía pensamientos nada más que para tí. Así que anda, ve al hotel y en la primera oportunidad que tengas, cógela, abrázala y todo vendrá por si solo.

La ceremonia ya había comenzado. En una mesa todos los integrantes de la Compañia Crowford estaban sentados, incluido Lewis, que estaba irreconocible con smoking. De espaldas a James se encontraba Emma.
Estaba radiante, totalmente transformada aunque con un brillo de melancolía en su mirada. El maestro de ceremonias leyó los premios concedidos y el nombre de la empresa ganadora. Al nombrar a Crowford, una explosión de aplausos resonó en la estancia y el Jefe salió a recoger el premio.

--Agradezco enormemente este reconocimiento a nuestra labor, pero no sería justo si en él no admitiese que un porcentaje muy alto de éxito, se lo debemos a la modelo que lo inspiró a la señora Emma Bogarde, sin su rostro y colaboración seguro no habríamos ganado.


Emma nerviosa se puso de pie y entonces le vio, allí , parado en un rincón de la estancia, sin querer interrumpir. Era su gran noche, algo por lo que había luchado tanto. Vio que James  aplaudía también y que una amplia sonrisa iluminaba su cara, como las de antes, y sin más no se lo pensó dos veces. Se dirigió hasta donde estaba su marido y cogiendo su cara con ambas manos le dio un beso largo, largo que hizo las complacencias y vítores de todos los allí presentes.

--Por una vez, que me perdone Lissa. Voy a ser yo quién falte a mi palabra por unos instantes - le dijo, ignorante de que Lissa había pasado al rincón de los recuerdos en la vida de James y que eran ellas dos, las que ahora ocuparían el resto de su vida.  James en un casi susurro, emocionado, le dijo:
--Tengo que hablarte. En cuanto puedas nos vamos, es importante.

Ella supo que algo iba a cambiar en su vida aquella noche mágica. En cuanto le fue posible y nada más empezar el baile se reunió con James que la aguardaba impaciente.

--Ah, ya estás aquí.¿No quieres bailar?
--No, quiero saber lo que tienes que decirme.
--Pero para eso tendremos que irnos a un lugar tranquilo en donde charlar sin tanto alboroto. Así que despídete de todos y vámonos.

Emma dio un abrazo a sus compañeros y buscando una excusa se marchó en busca de James. Iban callados, no se atrevían a hablar se miraban y sonreian de vez en cuando.

-- Debemos regresar al hotel.   Rosalyn estará ya dormida, pero no quiero abusar de Maggie, ella también tiene a su novio premiado y querrá disfrutar con él.
--Es cierto, no me había dado cuenta, entonces cuando ella se marche hablaremos. Tenemos que hacerlo largo y tendido.

Entraron en la habitación y se encontraron a Maggie dando los últimos toques a su vestimenta

--La niña está dormida y si no hacéis ruido y no se despierta, podréis hablar todo cuanto queráis.
--Bueno, bueno vete ya, sino se acabará la fiesta y Lewis me matará-.  Le dijo Emma empujando a su amiga hasta la salida.
--Y bien, ¿ qué es lo que tan urgentemente tenías que decirme?...

Es todo lo que pudo decir. James le contó todo lo ocurrido, sus planes y ella le escuchaba cada vez con una sonrisa más amplia aceptando todo lo que le decía. No hubo reproches ni dudas, era como si nunca hubieran existido los errores que ambos cometieron. Fueron hasta donde su hija dormía la contemplaron durante unos minutos y el resto de la noche fue exclusivamente para ellos.

Querían resacirse de tanto tiempo de abandono y sufrimiento. En un principio se miraban solamente. James avanzó hacia ella y unieron sus labios por largo rato.  Las palabras de amor y reproche brotaban espontáneamente; pero no había enfados, sólo amor en aquellas vidas destinadas a estar unidas. Emma desabrochó la corbata pajarita de James mientras él introducía sus dedos en los cabellos de ella. Se devoraban con la mirada. Como si fuera la última vez que fueran a verse, y sin embargo sería la primera en mucho tiempo.  Se deseaban ardientemente y así se lo demostraba el uno al otro, en silencio para no despertar a la niña, que ajena a los deseos de sus padres, dormía plácidamente. Y se entregaron, sellando con besos sus bocas para que ningún murmullo alterase el silencio de la noche , para no interrumpir el sueño de su hija, y que a su vez no sufrieran la interrupción del volcán en que se habían convertidos sus cuerpos.

A la mañana siguiente cuando se despertaron, la felicidad reinaba en sus caras se abrazaron deseándose buenos días como en los viejos tiempos. Unos sonidos guturales provenientes de la habitación contigua les hizo ver que la pequeña estaba despierta y reclamaba su desayuno. Saltaron ambos rápidos de la cama y Emma indicó a James

--Cógela mientas preparo el biberón

Vistieron a la niña, se vistieron ellos y como dos novios cogidos de la mano salieron del hotel en dirección al coche de James. Este llevaba en brazos a la niña y Emma de vez en cuando reclinaba su cabeza en el hombro de él.

--¿Dónde vamos, a dónde nos llevas?
--Te voy a enseñar, o mejor a hacerte entrega de algo que tenía reservado para tí desde hace tiempo, esperando este momento.

Enfilaron la calle y entraron en una urbanización alegre, llena de árboles y flores y James paró el coche frente a una casa

--La diseñé hace tiempo pensando en nosotros, y la construí para que fuera nuestro hogar. Luego las cosas se torcieron, y bueno.. Yo sabía que llegaría el momento, y ha llegado. Esta es nuestra casa la que pensé cuando aún era estudiante, la que idealicé para ti: nuestro nuevo hogar.



Y ante la fachada de aquella casa, James besó a su mujer, y Emma a su marido.  Y el tiempo se detuvo, y se aislaron del mundo.  Sólo estaban ellos dos, hasta que un sonido gutural, les hizo sentir que había otra personita que también formaba parte de ese mundo especial que habían comenzado a formar.

Rosalyn creció sana y feliz en aquella casa acompañada de dos hermanos más uno rubio como ella y otro de pelo castaño y con pecas como su padre. Se juraron nunca más tener reservas y hablar mucho para no volver a cometer los errores del pasado. Nunca más. Y fueron felices. Emma siguió haciendo su trabajo desde casa y James siguió construyendo las casas que siempre había imaginado: baratas para que la gente pudiera poseerlas. De vez en cuando para compensar los beneficios construía alguno a gran escala que le permitía conservar su estudio holgadamente. Vivían bien, cómodamente, sin agobios, pero inmensamente felices. Se tenían el uno al otro; habían recibido una lección difícil de olvidar. De Lissa supieron por los ecos de sociedad que se había casado con un viudo mayor que ella y vivian en Bahamas. Al leer la noticia ambos rieron , al tiempo que Rosalyn entraba en la habitación peleándose con el pequeño James y un bebe con pequitas, David, jugaba en su corralito bajo la mirada de sus padres que sonreían.



                                                          F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Edición: Octubre de 2012
Ilustraciones Internet

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