viernes, 30 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 18 - Jeremy

 Cuando Rose se marcho , el viejo señor Morgan, reprochó a Jeremy el comentario. No deseaba más enemistades y le parecía algo prematuro que Anthony se enterara de la estancia de su hermano de esa forma tan repentina. Al menos debería llamarle por teléfono antes de que su mujer le informara. Sería una forma de romper las hostilidades entre ambos. Se lo debía por muchos motivos, pero el principal era  por tratar  inculparle de algo que había sido motivado por Jeremy y, hasta ahora, nunca le habían pedido perdón, ni él ni su hermano.


El señor Morgan, al quedarse a solas, reflexionaba en todo lo que había sucedido durante todos esos años. Nunca había demostrado hacia Anthony ningún acercamiento. Su mujer, había intercedido muchas veces porque no la parecía correcto, la intriga que habían urdido entre él y Jeremy. Le creían que, al estar tan enamorado de Julie, aceptaría el chanchullo que habían tramado. Pero también ella, aceptó la intriga, porque lo que deseaba es que nada trascendiera hasta después de su boda. Tanto el padre de ella como él mismo, estuvieron de acuerdo en ello.
Pero lo que menos sospechaban era que, Anthony, aún estando muy dolido y queriendo a Julie con todas sus fuerzas, no se prestase a esa comedia cruel que estaban tramando.

Y entonces pensó que demasiado noble y buen corazón tenía para, al cabo del tiempo, volver a establecer  el contacto que nunca debieron perder.  Sin embargo, ahora iban a darle un nieto y, por ello les estaba agradecido.

Estaría muy pendiente de la actitud de Jeremy, que, aunque parecía que había regresado cambiado, no  terminaba de fiarse. Sabía que, solapadamente, Rosemary estaba "trabajando" en ese sentido para que la familia, que entonces fueron hasta que se originó el problema, volviera a reunirse. Lástima que su mujer no estuviera ya para verlo. 
Le constaba que el distanciamiento, la hizo sufrir mucho. Ahora estaba solo y la echaba tremendamente de menos. 

Jeremy acompañó a Rose hasta la casa de su madre. No se conocían, y mucho se temía que la versión que de él tenía, no era muy agradable. Pero le gustaba la forma de ser de su cuñada.
 Según sabía era extremadamente inteligente. Había observado que trataba a su padre con cariño, y él mismo le había dicho que hablaban con frecuencia por teléfono. Que adoraba a Anthony, y eso, a pesar de las diferencias con su hermano, le tranquilizaba y hacía que él, también la apreciara.


Hablaría con su hermano esa misma noche, en cuanto dejara a Rose en casa de la madre. Tenía razón el padre de que, debía ser él quién le anunciara su propósito, y tratar de conseguir que, de una vez por todas. Pudieran olvidar lo sucedido hacía mucho tiempo.

¿Se marchó de Irlanda huyendo de Julie? No, ya que había abortado. De todas formas, él hubiera cumplido con ella, pero nunca se vió como un hombre casado.
Habían pasado los años, y ahora envidiaba a su hermano que amaba y era amado por una exquisita mujer y además iban a ser padres  en unos meses.

Ya tenía edad para formalizar su vida, pero ¿como? Las amistadas que tuviera entonces, ya no las tenía. Y, aunque así fuera, los hombres estaban casados o en víspera de ello. Y las mujeres, ya volaban por otros cielos.  Empezaría de nuevo, algo que a él no le preocupaba en lo más mínimo.

Había amasado una pequeña fortuna en Brasil, ya que tenía una visión especial para los negocios. La cuestión económica no le preocupaba en lo más mínimo. Ni el tiempo que tardara en organizar alguna pequeña empresa, tampoco. Pero, los años, la soledad de su vida, sí comenzaban a pesarle. ¿ Se atrevería a pedir consejo a su hermano? Estaba seguro que le prestaría ayuda. 
Antony tenía un corazón generoso, pero lo primero sería pedirle perdón y arreglar su contencioso. Para eso se desplazaría a Londres. Era optimista de que Anthony le ayudaría, y para ello contaba con Rose a la que abriría su corazón , y lo haría durante el viaje. Sin ambages, con la verdad por delante. Además trataría de involucrar también a su cuñada, que según le había explicado su padre, era un lince y había salvado a su hermano de un gran problemón.


De repente, se sintió optimista, y por primera vez, comprendió la fuerza tremenda que tiene la familia. Había perdido a su madre y lo lamentaba grandemente. No conoció a su primer nieto, y la reconciliación entre los hermanos, algo que ella lamentó profundamente y que la hizo sufrir mucho. Pero ya no había remedio. Lo borraría todo si pudiera hacerlo; sólo esperaba que Anthony fuera receptivo y de una vez, esa cuenta quedase saldada.

Aprovechó que su padre veía la televisión y, desde su habitación, marcó el número de su hermano. A la tercera llamada, respondió la voz de Anthony que contestó extrañado por el número desconocido que marcaba el teléfono. No era ni de su padre ni de su mujer.

— Seguro que es una equivocación 

No obstante respondió. Al otro lado, un breve paréntesis en silencio y, al fin, la voz conocida de su hermano Jeremy. En un principio se alarmó pensando que había ocurrido algo. Pero al instante lo rechazó ya que le hacía en Brasil y no en Irlanda.

-—¿ Jeremy? ¿Eres tú? ¿Ocurre algo?

— No. No te alarmes. Todo está bien. Papá y tu mujer están bien. Quería que supieras por mí, que he regresado definitivamente a casa. Seguro que te lo comentará Rosemary cuando te llame. He de felicitarte: tienes una mujer preciosa y ¡vaya sorpresa! Me vais a hacer tío.  Deseo hablar contigo, así que he pensado volver a Londres acompañando a tu mujer que está en puertas de regresar. Quiero pedirte perdón. Tarde, ya lo sé, pero deseo hacerlo. Desde que mamá ha muerto, he pensado mucho y quiero que volvamos a ser hermanos cariñosos, aunque de vez en cuando nos peleemos, pero os he echado mucho de menos. Así que he pensado acompañar a Rose, y de este modo la cuidaré durante el viaje.

Anthony no salía de su asombro. No sólo por la llamada, sino por la familiaridad con que le estaba explicando todo. Y al fin y al cabo, era su hermano y, aunque nunca lo había expresado en voz alta, le preocupaba la deriva que tomaba su vida. Sabía que su madre pugnaba por reconciliarles, pero no lo consiguió más que con su muerte.

— ¿ Estás ahí?— preguntaba Jeremy extrañado de que no le respondiera

— Si, si. Estoy aquí. Sólo que estoy sorprendido. No esperaba ni tus disculpas ni tu presencia en casa. Estoy de acuerdo. Mamá sufrió mucho por nuestro distanciamiento y creo que es el mejor homenaje que podemos hacerla. Me alegra que cuides de Rose; ella es todo para mí ¿ Quién iba a decirlo? Pero ya ves, nos conocimos por pura casualidad y  ¡vamos a ser padres!  Te quedarás en casa, porque imagino que no tienes donde quedarte en Londres como no sea en un hotel. Así que vivirás con nosotros hasta que quieras.

— No deseo crear problemas. Entenderé que lleváis poco tiempo de casados y querréis estar a solas. No os estorbaré.  Gracias hermano. Será por poco tiempo. Deseo pedirte consejo sobre negocios, comprarme un apartamento y empezar una nueva vida, lejos de la bohemia que he tenido hasta ahora.

— Dime ¿Cómo está mi mujer?

— ¿Cuánto tiempo hace que no la ves?

— Dos días. Mañana hará tres. La necesito Jeremy. Nunca sospeché que dependería de la sonrisa, de la cara y de las broncas, de una mujer: de la mía. Pero así es

— ¡Caray, hermano ! Si que os ha dado fuerte. ¡Ojalá yo tenga la misma suerte! Te dejo, porque iba a llamarte y anunciarte mi llegada, pero he querido adelantarme. Me parecía lo correcto. Nos vemos mañana. Un abrazo

— Un abrazo Jeremy. Cuídamela y recuerda: es mía.

Ambos hermanos, reconciliados, rieron con una tremenda carcajada. Ahora sí, ambos tenían su conciencia tranquila. Se alegraba de haber vuelto a casa; todo ha resultado mejor de lo que esperaba. Y, a su vez, Anthony sonrió al teléfono satisfecho.


DERECHOS DE AUTOR REGISTRADOS / COPYRIGHT
Autora: rosaf9494quer
Edición Abril 2021
Ilustraciones: Internet

miércoles, 28 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 17 - El cuñadísimo

Anthony había dicho a su mujer, que el anillo que les "unió", lo había comprado en Viena, y no era cierto. Lo había comprado para regalárselo a Julie. Pero no pudo hacerlo, ya que la posible maternidad de ella, cortó en seco  toda relación. ¿ Debía aclarárselo ahora ? Era el momento oportuno. De las confesiones. No volvería a tener otra oportunidad. Al fin, como sin darle importancia, le dijo la verdad. A Rose no le gustó nada. Podía haberlo hecho desde el principio, porque aún ni siquiera eran novios, y mucho menos se habían casado todavía. ¿ Qué más mentiras tendría escondidas ?

Decidió pasarlo por alto, aunque tenía recelo. Al menos por esa noche era suyo en exclusiva. El amanecer de mañana sería otra cuestión. Estaba muy influenciada por la declaración realizada por él, pero confiaba que pasando noche por medio, todo volviera a su justa medida. Reconocía que había tenido "sus asuntos", pero aún ella no había entrado en su vida. 


Se amarían como si nada hubiera pasado. Seguirían con su vida adelante como si nada la alterase. Se sintió amada por ella misma, no por la evocación de otro amor, ya lejano en el tiempo.

Él había descargado su conciencia; no quería barreras entre ellos. Sólo pedía que la hubiera convencido la declaración hecha aquella noche . Que no hubiera cortinas de humo entre ellos, porque había sido totalmente sincero con ella.

Rose decidió dar por olvidado el incidente, al menos de momento.. Fue la esposa pasional de siempre y, el marido enamorado de su mujer. Probablemente, firmara la paz con su padre y hermano y, de nuevo, volvieran a ser un núcleo familiar.

No tenían prisa por levantarse. Habían tenido una maravillosa noche y deseaban volver a vivir esas sensaciones sentidas, como si fuera la primera vez que hicieran el amor de recién casados. Porque en realidad lo eran, pero había transcurrido el tiempo, y aunque ellos seguían  "entusiasmados" aquella noche fue especial. Sería una compensación para disipar alguna duda que aún quedara. Porque en ese acto tan íntimo, no cabían los fingimientos, sólo lo que verdaderamente sentían. Y no era otra cosa más que amor puro y sincero.

 Tan especial  fue el encuentro entre ellos que, Rose, se quedó embarazada.

La confirmación de la noticia traería algunos cambios en su vida. Él estaba más pendiente de ella y, pasados los cinco meses de embarazo prácticamente la obligó a dejar el trabajo. No quería que se estresara. Que estuviera tranquila y relajada en casa, aunque eso supuso otra pequeña discusión entre ellos. argumentando Rosemary, que no estaba enferma , sólo embarazada. Pero ante la rotundidad de él, no tuvo más remedio que aceptar. Anthony argumentó que si al bebe le ocurriera algo motivado por su trabajo, no se lo perdonaría nunca.


Y aunque lo dijera con la boca pequeña, sería mejor no tentar a la suerte, aunque él lo dijera fingiendo que estaba enfadado.

La colmaba de caprichos y su carácter cambió. Estaba siempre contento y notaba que su pecho se ensanchaba cada vez que veía a su mujer. Habían olvidado totalmente el disgusto que tuvieran motivado por las discrepancias familiares. Para Anthony había sido un lavado de conciencia y tranquilidad para Rose, que cada vez se reafirmaba más en su amor por él.

Sin embargo, acostumbrada como estaba a trabajar, en casa se aburría de no hacer nada. Tenía una señora que hacía las veces de ama de llaves y se encargaba del funcionamiento del hogar.

Rose, cuando Anthony se marchaba a la oficina, salía a pasear  y así pasaba, casi dos horas. No obstante, hasta la hora en la que llegaba su marido, se le hacía interminable.

Algunas veces Anthony se retrasaba por motivos del trabajo. No había querido reemplazar  su puesto, y optó por hacerse cargo personalmente de la parte que Rose atendía. Con lo cual llegaba más tarde a casa e incluso alguna noche cenaba fuera por motivos  de negocios con algún inversor.  Ella le esperaba acostada. Le echaba de menos.

Decidió que era hora de realizar una visita a su madre, antes de que el embarazo estuviera más adelantando. Debería tratar de convencerla, una vez más, de que viviera con ellos. Y que, si acaso, pasara temporadas en Irlanda, porque cuando tuviera a su hijo, no podría visitarla con tanta frecuencia, sobre todo en los primeros meses de vida de la criatura.
Trató de que Anthony la acompañara. Sería sólo un fin de semana.

— Espera al próximo. Estoy con unos inversores de Australia. Ahora no me puedo ir.

—- Está bien. No te preocupes. En el estado en que estoy, una semana es mucho tiempo. así que no lo aplazaré.

No la gustó la respuesta de su marido, pero comprendió que él también tenía sus compromisos, de manera que organizó el viaje para visitar a su madre y a su suegro, que hacía mucho que no le veían.
 Sentía lástima de ver tan solos  a ambos padres. Aunque Anthony no estuviera totalmente de acuerdo con la decisión del viaje

 Se había marcado una meta:  que les volvería a unir; sólo esperaba que naciera su nieto y ese día, sería la reconciliación de la familia. Estaba segura de ello.

Al llegar  a la casa de su suegro, tuvo la sorpresa de que Jeremy, había decidido regresar  y establecer su vida sensatamente, dejando atrás Brasil y a las brasileñas.
No la agradó mucho el retorno, máxime tras conocer el motivo de la enemistad entre los dos hermanos. También pensó que, ya había pasado el tiempo suficiente para echar "pelillos a la mar".


Fue él, quién abrió la puerta, quedando ambos sorprendidos. No sabía que Rose frecuentaba la casa de vez en cuando, y que su figura había cambiado.
La mirada inquisitiva es lo que no la gustaba y la ponía nerviosa, aunque también pudiera ser que fuera su forma de mirar, sin más.

Sería porque apenas le conocía, porque estaba influenciada por el relato que hiciera Anthony, es que sentía algo de rechazo hacia él.
Quizá con el paso del tiempo todo fuera más normal. Y más le valía, porque durante esa visita, supo que se quedaría definitivamente : "para cuidar de mi padre" . argumentó. Cosa que posiblemente así fuera, pero no terminaba de creérselo.

— No puede ser tan sinvergüenza—  pensó. 

Tras saludarse, él la dio la enhorabuena y la condujo hasta la salita en la que su padre leía tranquilamente, el periódico The Guardian. No sabía por qué, siempre había creído que era de tendencias conservadoras. Claro que leer un periódico izquierdista no significaba que él lo fuera, sino que era un diario serio sin falsas noticias..  Contento, se levantó para abrazar a Rose, ante la mirada de Jeremy, que sonreía de medio lado. 
No hablaba no decía nada, sólo la miraba ¿ La estaba analizando? ¿ Le recordaría otra cara, otra persona? ¿ Le tenía miedo? Por un lado si, pero por otro, no le creía capaz que dijera o hiciera algo fuera de tono. Era su cuñada, no una chica que pasaba por la calle. No obstante debía plantarle cara y romper el hielo existente entre ambos. Y para ello ir de frente y por derecho.
 
— Y bien Jeremy ¿Hasta cuándo vas a quedarte?

—Querida cuñada, gozaréis de mi presencia definitivamente. Me he cansado de la playa de Copacabana y de las bellezas brasileiras. Me estoy haciendo mayor ¿ sabes? Y ahora son otros mis intereses

— ¿ Puedo saber cuáles son?

— Formar una familia. Anthony me ha dado envidia. Ya veo que vais a tener continuación, y eso me alegra.

— ¿ En serio ? Haces bien. Pero no me hace tanta gracia que sea de nuevo por envidia. 

— ¿ A qué te refieres?

— A nada en concreto. Es una forma de hablar



Pero ambos sabían por donde venían los tiros. No le había hecho ninguna gracia que su hermano la contase sus aventuras, pero claro, ya se sabe : dos que duermen en un mismo colchón...

 El padre  observaba con curiosidad. Aún tenía esperanzas de que hicieran las paces ambos hermanos; estaba seguro que contaba con la complicidad de su nuera y de ese niño que venía en camino.

- Rose ¿ Quieres tomar algo ? - la preguntó, rompiendo de este modo el silencio que se había instalado entre ella y Jeremy.

Aceptó la invitación y con ese paréntesis, parecía que había vuelto la paz entre ellos. No obstante, se observaban, como analizando lo que cada uno  pensara. 
Jeremy admiraba a aquella mujer que se había convertido en su cuñada y sería la madre de su primer sobrino. 

- ¡ Lástima que la haya conocido cuando es demasiado tarde ! Quédate tranquilo Anthony: esta vez no te robaré nada .

Pasado un rato, Rose decidió regresar a su casa. Estaba más tranquila porque su cuñado, se había mostrado simpático y hasta cariñoso con ella. Algo que la sorprendió gratamente.

—¿Por qué no te quedas esta noche? — la pidió su suegro

— Sólo he venido el fin de semana. Mi madre también desea tenerme — respondió

— ¡Claro, claro! Ya sabes que puedes venir cuando quieras. A ver si la próxima vez Anthony también viene contigo — dijo su suegro

— ¿ Cuándo regresas? - preguntó Jeremy

— Pasado mañana

—  Quizá vaya contigo ¿ Me daríais hospedaje?

— Jeremy, eres la familia de mi esposo¡ Claro que te doy hospedaje!

 Al despedirse, se besaron con un beso ligero, pero que sería el comienzo de la ruptura de sus hostilidades. Se lo comentaría a Anthony. Era un primer paso y si ella tenía que convertirse en árbitro, lo haría. Sabía que en el fondo su marido deseaba que su hermano regresase a casa y que finalizaran sus discrepancias. Sólo que lo ocultaba. Se sentía dolido, pero era generoso y aún más tratándose de su único hermano.


DERECHOS DE AUTOR REGISTRADOS / COPYRIGHT
Autora: rosaf9494quer
Edición Abril 2021
Ilustraciones: Internet

martes, 27 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 16 - ¿ Por qué ocultarlo ?

 Rosemary guardaba silencio sin dejar de mirarle. Él paseaba por la estancia. Con las manos en los bolsillos del pantalón, la cabeza baja y el entrecejo fruncido. Habiendo pasado el tiempo, no terminaba de entender el rencor, y el ocultamiento por parte de su marido. ¿ Acaso la seguía amando? ¿ Sería ese el motivo? Sin duda el dolor que debió sentir era demasiado grande como para olvidarlo.

La había respetado, y no por falta de deseo. Y  se enteraba que su hermano, su propio hermano, estaba liado con ella. No sólo era culpa de Jeremy, de Julie también. Le daba evasivas constantemente y al fin había sabido que no era por la discusión que tuviera, sino  por la vergüenza que ella debía sentir.

Tendría que renunciar a ella forzosamente, no por la circunstancia de honor, sino porque había dejado claro que no le importaba , y que el acercarse a él, había sido para ligar con su hermano. Su orgullo no lo soportaba.


-—Estuve sin hablarle mucho tiempo. Mis padres no comprendían lo ocurrido entre nosotros que motivase ese comportamiento tan anómalo; siempre habíamos discutido, pero nunca las cosas habían ido a mayores. Hasta ese momento. Ninguno de los dos comentamos nada, y nuestros padres, lo dieron por zanjado.

—El tiempo pasaba lento, y triste para mi. Despreocupado y alegre para Jeremy. Comencé en la universidad, y recordaba que ella también lo haría. Sentía un fuego interior que hacía que se convirtiera en rabia,  porque había perdido al amor de mi vida sin haber dado motivos para ello.

— Pero estaba claro que sería mi amor, pero para ella no. 

—Todavía no llegaba a comprender por qué seguíamos juntos si no me amaba, y había dejado claro que sus preferencias estaban con mi hermano.

— Llegaron las vacaciones, tras el primer año de universidad. Ella volvió a casa de sus padres y, a escondidas, se siguió viendo con Jeremy. Pero ni siquiera una explicación para mí. Coincidíamos a veces en algún lugar y a mi se me iban los ojos siguiéndola, pero ni una sola mirada me dedicaba. Ni algunas palabras que justificasen su cambio de actitud. Nada. ¿ No me merecía una explicación?

—Tiempo después, supe por un amigo común, que Julie estaba loca por Jeremy y que se veían casi a diario. Con lo cuál me aconsejó que olvidara el tema y siguiera con mi vida.

Anthony hizo una pausa, sin duda para tratar de serenarse ante el relato que estaba haciendo a su mujer. Era la primera vez que hablaba de ello con alguien. Siempre lo había guardado en lo más profundo de sus sentimientos. Necesitaba hacer acopio de fuerza  para narrar el final del relato. Del porqué de su animadversión hacia su hermano y su padre. La explicación de todos esos años que vivió con la amargura del primer fracaso y tratando de asimilar lo que después llegó.

—Vivía como en una burbuja. No quería saber nada de nada ni de nadie. Ese aislamiento  en el que había convertido mi vida, me hizo ignorar, la realidad de lo que estaba sucediendo. Me enteré por casualidad de lo que ocurría: Julie estaba embarazada.

—Estaba claro que no era mío, sino de Jeremy, a todas luces el otro protagonista.  


— Las voces de mi padre y del de Julie, se escuchaban en toda la casa. A pesar de ello, no tenía ni idea de lo que ambos padres trataban de "solucionar" de la mejor manera posible. Pero la solución que planteaba el padre de mi ex novia, me involucraba directamente a mí.
No sabía lo que estaban tratando, hasta que escuché una palabra "casamiento" ¿ Conmigo ? Por un momento mi corazón saltaba de alegría, pero al instante me di cuenta de que me estaban haciendo responsable de ese embarazo. ¿ Acaso no sabían que mi relación con ella quedó rota hacía mucho tiempo? ¿ No sabían que era Jeremy quién había tomado mi lugar?

— Yo lo tenía muy claro: el niño que venía en camino era de él y no mío. No entendía nada, y salí disparado de allí buscando a mi hermano. Él debía dar explicaciones y no yo. Me había destrozado el corazón, y ¿encima tenía que convertirme en el villano de la película?  Sería el hazme reír de todos mis amigos al convertirme en tapadera de sus juergas .

-— Seguía queriendo a Julie, pero no con la fuerza de antes, y con la templanza que da el alejamiento. Rotundamente no. No llevaría los cuernos de otro. Ni pensarlo.
Pero eso era solamente mi opinión. Mi madre habló conmigo y yo la confesé la verdad. Ella me apoyaba porque sabía que lo dicho por mi era cierto y, además todo lo por mí declarado,  coincidía con las salidas de Jeremy.

— Aquella noche, me consta que habló con mi padre en mi defensa y tratando de  amparar también a Jeremy. Pero mi padre había dado su palabra al de Julie: habría boda inminente.

-—No atendía a razonamientos. Jeremy le había convencido de que había sido yo quién la deshonró.

Hizo de nuevo una pausa. Se paró delante de su mujer y mirándola a los ojos, dijo:

— Supongo que me crees, porque lo que te he contado es como sucedieron las cosas. La lógica de ellos era que, yo había sido su novio, y por tanto, yo era el padre de la criatura.  Me costó un serio disgusto con mi padre que, en todo momento admitía la inocencia de Jeremy, probablemente porque , al ser su hijo predilecto, no le encontraba culpable y el chivo expiatorio era yo.


— Por muchos razonamientos que le hiciera, aunque las fechas no coincidían, no me escuchaba: había dado la palabra al padre de Julie y nos casaríamos por encima de todo.

— Estaba desesperado. Tampoco me permitieron hablar con ella para tratar de hacerles entrar en razón. Mi último recurso era hablar con mi hermano y hacerle recapacitar.

— Jeremy tampoco daba la cara ante mí, avergonzado sin duda por la mala acción que se iba a cometer. La única solución que encontré fue irme de casa y que ellos se arreglaran como fuera.

-—Y así lo hice. Viví en Francia trabajando en lo que me salía, y al mismo tiempo, estudiaba a distancia para no perder mi carrera. Me habían destrozado el corazón, que, al menos, mi vida futura no se alterara.

— Solamente hablaba con mi madre de vez en cuando desde un teléfono público. Por ella supe que Julie había perdido al niño en el quinto mes de embarazo.

— Todo lo llevaban muy de tapadillo ambas familias, de manera que poco trascendió a la opinión pública. Cuando todo se tranquilizó, se casaron Jeremy y Julie. Pero como era de esperar, su matrimonio duró poco y al cabo de poco más del año, se divorciaron. Él se estableció en Brasil y le volví a ver cuando mi madre murió.

Rosemary estaba muda. Sólo le miraba detenidamente, y él no paraba de dar vueltas y más vueltas. Ella se preguntaba si la seguiría queriendo y había sido su refugio por despecho. Desechó inmediatamente esa idea de la cabeza:

— No. Sé que me ama. No tiene objeto amargarse la vida por el pasado. ¿ Ella seguirá soltera?  ¿Dónde vivirá ? La habrá vuelto a ver. ¿ Seré su venganza ?


No se atrevía a decir nada, pero su cabeza era una máquina de pensar. El la miraba  esperando quizá alguna pregunta, algún comentario. Había sido totalmente sincero con ella, pero Rose pensaba el por qué lo había ocultado durante toda su relación. Casi todos los chicos tienen una novia, aunque después no sea la chica elegida para unir su vida. Pero también lo confiesan abiertamente, lo mismo que les ocurre a las mujeres. No terminaba de entender esa rocambolesca historia de antaño. Ahora era ella la que debía estar en su vida, pero no estaba muy segura de ello. Y ese pensamiento, la entristecía grandemente, porque para Rose, Anthony si era su primer y definitivo amor. Ahora estaban casados, pero también con las dudas del porqué se lo había ocultado, no sólo que estuviera enamorado de ella, algo normal en la edad en que ocurrió, sino las repercusiones que tuvo y la farsa que estaban dispuestos a organizar.

¿ Qué haría en Francia durante ese tiempo en que permaneció lejos de su familia? Se daba cuenta, cada vez más, que su marido era un total desconocido para ella, y que había apostado por él estando a ciegas dándole el beneficio de la duda, a lo que suponía que había sido su juventud: chicas, estudios, negocios y al fin el amor. Pero ¿ cuál? ¿ el de ella, el de Julie? ¿ Seguía amándola y por eso lo ocultaba?

— Vamos a la cama. Dejemos ya el tema. Te lo he confesado tal y como ocurrió. Debes creerme. Ya no la amo; es a ti a quién quiero. Sé que te he creado muchas dudas, pero has de creer en mi. Lo necesito. No quiero ni pensar que haya sembrado,  yo mismo, la duda en tu corazón. Como te he contado, la quise mucho. Pero eso ya pasó y, ahora eres tú el centro de mi vida.

Tomados por la cintura se dirigieron al dormitorio. Rose le creía, pero... a medias. Aún tenía en su cabeza el shock producido por la declaración de Anthony. Sin embargo, lo que sí comprendía el distanciamiento existente entre los hermanos y el recelo con el padre. Debió pasarlo muy mal y debió sentirse traicionado por el hermano, es normal que ya no tengan afinidad entre ellos.


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR /COPYRIGHT

Autora: rosaf9494quer
 Edición: Abril 2021
Ilustraciones; Internet



viernes, 23 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 15 - Primer aniversario

 Su suegro deseaba visitarles. No tenía otro objeto mas que estar en  familia. Desde la muerte de su mujer, se encontraba bastante solo. Jeremy vivía lejos. Anthony, entre el trabajo y con su nueva situación de casado, tampoco tenía mucho tiempo. A pesar de que le insistiera en que viviera  en Londres, Philip se resistía. Era igual que la madre de Rose; les costaba renunciar a lo que fue su vida .

Echaba de menos los buenos ratos , cuando los cuatro eran una familia. Pero ahora era el turno de la siguiente generación.  La casa estaba demasiado solitaria. Necesitaba el calor de hogar del que ahora carecía. Pensó que con Rosemary y Anthony se sentiría arropado.

Rosemary respiró aliviada. No vendría a reclamar nada, sino en busca de cariño. Hablaría con su marido para reconvenirle acerca de la soledad de su padre. E instintivamente, pensó en su madre. Estaba en la misma situación.


En la soledad de los padres, cuando nos vamos de casa definitivamente, no habían pensado, pero estaba ahí y debían remediarlo. Lo hablaría con su marido esa misma noche , cuando se acostaran.


Y justamente eso, constituyó una gran discrepancia entre ellos. 

Dicen que el primer año de casados es difícil, y el de ambos, lo era aún más. Se habían casado demasiado pronto, sin apenas conocerse.  De ella, Anthony lo sabía todo, pero ella tenía bastantes lagunas referente a su marido. Y la actitud con su padre era una de ellas.

Trató por todos los medios hacerle ver que se encontraba solo. Él la escuchaba con el entrecejo fruncido, señal de que no le gustaba lo que estaban hablando. ¿ Qué le había ocurrido en su vida que le costaba tanto trabajo hablar de su familia?

Siempre la había dicho que se sentía unido a su madre, pero apenas rozaba al resto. Se temía que entre los varones de la casa, había sucedido algo, y no sencillo precisamente. Anthony era una persona noble y generosa y, sin embargo, rechazaba a las personas de su misma sangre . ¿ Sería un secreto de familia? ¿ Por qué no había hablado de ello? ¿ No había pasado el tiempo suficiente para olvidarlo? Había formado con ella un núcleo familiar, pero como temía, no lo sabía todo de él. La daba miedo saber lo que hubiera ocurrido, pero necesitaba saberlo.

Apenas insinuó lo que pensaba, Anthony se puso tenso y de plano la dijo fríamente:

— Dejemos ese tema

— Pero ¿por qué? Es tu familia. Tu padre me ha dado una pena enorme. Se siente solo

— He dicho que no quiero hablar de eso. Si se siente solo, no seré yo quién le cierre la puerta de nuestra casa, pero de visita. Tu madre también vive sola. Acabamos de casarnos. Necesitamos estar solos, porque como bien dices, aún hemos de conocernos a fondo.


—¿ Hay algo que deba saber? En realidad no conozco nada de tu vida. Sólo a partir de que comenzara a trabajar para ti. Creo que no me has contado toda la verdad.

— No insistas. Conoces toda mi vida. Lo que debes saber. Lo pasado anterior a ti, no merece la pena recordarlo.

— Pero...

— No insistas, por favor. Dejémoslo estar

¿ Qué era lo que la ocultaba? No terminaba de entender su rechazo frontal para hablar de ello.

Anthony le daba la espalda, dando por terminada la discusión. Su primera discusión. Y ella malhumorada hizo lo mismo. Ni siquiera la deseó las buenas noches, como hacía a diario. Ni le había dado el último beso antes de dormir. ¿ Tan grave era lo que quiera que sucediera? Y ella ¿ debía pagar el pato?

No entendía nada y eso la dolió. Nunca se había comportado de esa forma y, al desconocer lo que hubiera ocurrido entonces, la apenó mucho, porque se dio cuenta de que, en verdad eran aún dos extraños, que no sabían nada uno del otro.

Anthony se despertó ¿ normal? No del todo. Aún guardaba la sensación amarga de la noche anterior. Se acercó a ella, que preparaba el desayuno, y la rodeó con sus brazos, besando su cuello y sus mejillas. Tenían un fin de semana para ellos solos, así que la propondría algún viaje a algún lugar cercano. Tan sólo hacía unos meses que se habían casado. Estaban, aún, de luna de miel. A ambos no les gustaba la forma en que se habían dormido la noche anterior. Quería resarcirla de algún modo para borrar la amarga sensación vivida.

Comprendió que ella no tenía la culpa de nada, y que, en efecto, debía dar explicaciones del porqué de esa animadversión a hablar del tema. Era su mujer, no una extraña. Él sabía todo lo de su vida, de una vida que había transcurrido con normalidad en una familia normal. Pero en la de él, había algo "oscuro", y tenía todo el derecho del mundo a saberlo.

— Te lo contaré todo. Pero antes desayunemos. Y después...

 
Se sentaron uno frente al otro. Él nervioso, tenso. Ella expectante. Debía ser algo grave lo que ocultaba, porque de lo contrario no encontraba explicación, no sólo a su actitud, sino lo doloroso, que presentía, iba a ser el relato, si es que alguna vez se decidía a contárselo.

— Esto ocurrió hace mucho tiempo, y lo cierto es que debía haber cerrado el tema entonces, pero era difícil. Cuando creo que  lo tengo olvidado, por unas causas o por otras, vuelve a mi vida machaconamente, y nuevamente, recuerdo lo ocurrido, y mi encono se recrudece.

 —Éramos jóvenes. Acabábamos de pasar la difícil etapa de la adolescencia. Bastante tormentosa para Jeremy y más tranquila para mí. Me había enamorado locamente de una compañera de clase y nos habíamos hecho novios, prometiéndonos amor eterno, a pesar de que sabíamos que al finalizar ese curso, cada uno de nosotros iríamos a la universidad, y no sería la misma. Estaríamos separados.

—Nuestra relación era tranquila reposada. El día de la graduación, sería el último de estar juntos. Ese pensamiento nos atormentaba. Discutimos, por algo que ni siquiera recuerdo, pero que, aunque no tuviera relevancia, nosotros se la dimos. Nos enfadamos y nos separamos de mala manera.
Al segundo día del enfado, supe que ella saldría de viaje, y sería difícil volvernos a encontrar hasta las vacaciones que tuviéramos y regresáramos a casa.

—Traté de hablar con ella. La llamé por teléfono en varias ocasiones, pero siempre obtenía la misma respuesta: la señorita ha salido de viaje. No sabemos cuando regresará.
Naturalmente, el servicio que respondía a mis llamadas  es normal que no supiera nada, pero, después supe, que había sido ella la que diera la orden y lo que debían decirme.

—Descubrí la verdad de lo que pasaba de la forma más abrupta e inesperada: Jeremy estaba con ella. Lo supe a través de una conversación que tenía con un amigo y el nombre de Julie salía a relucir entre las bromas de mi hermano con su amigo. Presté atención a lo que decía, escondido, aunque la rabia me devoraba. Hubo un momento en que la verdad cruda salió a relucir en tono de guasa y con risas:
Se había acostado con ella siendo virgen.

RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR /COPYRIGHT

Autora: rosaf9494quer
 Edición: Abril 2021
Ilustraciones; Internet

jueves, 22 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 14 - El enlace

 Todo iba muy rápido. Anthony estaba ansioso por formalizar su relación y, le parecía mentira que todo se estuviese realizando en verdad ya que, nunca creyó que ella sintiera lo mismo por él. Había cierto protocolo que tenían que cumplir, aunque fuera a remolque.

Con la familia de ella no había problema, puesto que sólo tenía a su madre y a ella ya la conocía, y hasta pareciera que se hubieran visto de toda la vida. Pero el obstáculo era su familia. No sólo su padre, con quién no se llevaba todo lo bien que debiera. Pero también su hermano mayor: Jeremy.

Era un poco autoritario, creyéndose algo superior a él. Desde muy pequeños se habían peleado, y el ser el primogénito hacía que se sintiera con autoridad para mangonear a su hermano menor, hasta que llegaron a la adolescencia y entonces las cosas comenzaron a cambiar. Aunque siempre se veía con autoridad sobre su hermano.

No le había hablado de su familia. Debía hacerlo cuanto antes para pasar el mal trago pronto, sobre todo ella, porque a él ya nada le afectaba.

Decidió hacerlo en cuanto llegara a Londres, aunque a su padre y hermano, había anticipado su relación con Rose y la idea de formar una familia. Se alegraron por él. Jeremy le abrazó y el padre, más escueto, sonrió de medio lado, señal de conformidad. Pero vendría la segunda parte: el interrogatorio : cómo era la chica, a que familia pertenecía, cómo la había conocido y, su posición económica... Eso era lo importante para ellos, y lo último si se amaban.

Respondió a todas las preguntas e hizo valer la calidad de la mujer con la que se casaría y puso sobre la mesa que ella fuera quién descubriera el desfalco de su empresa.

— Es un cerebrito para las finanzas — les dijo sonriendo, sorprendiendo a su familia.

En el primer  fin de semana que tuvieran libre, se trasladarían a Irlanda para que la conocieran personalmente. Esa circunstancia tenía algo alterada a Rosemary, ya de por sí, nerviosa por la proximidad de su enlace. Estaría a su lado, no la dejaría sola.

 Y pasó con nota su examen familiar. Puestos en antecedentes de lo averiguado en la empresa de Anthony. 

En definitiva, dado que cada uno de ellos vivirán en distintos paises, aunque cercanos, las visitas se darían de tarde en tarde. No habría muchas ocasiones  de que recibieran la visita del matrimonio en ciernes.

Le extrañó las miradas inquisitivas de su hermano. Desde que la presentara, no la quitaba la vista de encima. Era como si quisiera taladrar su cabeza  y averiguar lo que de verdad ella pensaba.  Ante esa insistencia, sabía que la ponía nerviosa y, hasta él mismo se llegó a sentir incómodo por esa situación

Al fin respiraba tranquila; había pasado el examen más difícil de su vida. Ya todo estaba ordenado, y sólo faltaban ellos que, estaban felices y deseando convertirse en esposos. Para ello no faltaba mucho. Su cabeza era como un huracán; iba demasiado deprisa sin tiempo para respirar. Pero al mismo tiempo, su impaciencia  era grande. Deseaba que todo pasase y comenzar su nueva vida de casados. Lo disfrutaría al máximo. Sabía que tendrían una luna de miel increíble y sólo veía amor en la mirada de Anthony, y eso hacía que dejara de lado todas sus dudas e interrogantes, porque los tenía, pero no deseaba detenerse mucho en ello.

Se casaron tres meses después. Totalmente felices y muy enamorados. Lo hacían, quizá, con demasiada precipitación, pero ellos estaban convencidos de que, juntos, podrían salvar todas las barreras que salieran a su paso. 

Y la primera fue la del trabajo de ella. Ya no podría ocupar su puesto tan cercano al de él. Anthony discutió con ella por ese motivo; la quería cerca hablasen lo que hablasen. Pero la argumentación de Rose era que no era lo correcto. Crearía dificultades entre sus compañeros y ella. Lo mejor sería cambiarla de puesto; eso era lo lógico y natural, por no decir que buscase otro empleo, de lo que Anthony no quería ni hablar.

— Mi empresa es tuya también, así que si murmuran que murmuren

— ¿ No te das cuenta que a quién creas el problema es a mi? Creo que lo mejor sería que me buscase otro trabajo. Ni siquiera en otro departamento. Fuera de aquí.

Acordaron que instalarían un programa que la permitiera trabajar desde casa, de manera que estarían juntos, pero a distancia. Más confidencialidad y más libertad para ella. Tan sólo se haría presente una vez al mes para rendir cuentas en la junta directiva.

— ¿ Estás contenta? — la preguntó Anthony, a quién no le satisfacía esa solución salomónica que había inventado

Ella se encargó de convencerle. Y lo cierto es que no le costó mucho, ya que él estaba dispuesto a ser convencido. Todo iba mejor de lo que en un principio pensaron. Se veía a simple vista que se querían, y lo más importante, se conocían a la perfección. Pero no se libraron de discrepancias, aunque ellos encontraron la fórmula de aclarar la situación si alguna vez se ponía engorrosa.

Su suegro la visitó un día al saber que trabajaría desde casa. Necesitaban estar a solas y la ocasión era inmejorable.

— ¿ Qué querrá ? — se preguntaba Rosemary intrigada por lo que su suegro fuera a decirla.

No había ningún roce ni nada que se le parezca, aunque las visitas a su casa no eran muy frecuentes.

— Quizá sea eso lo que quiera que hablemos. ¿ Qué voy a decirle? No termino de estar a gusto. Apenas les conozco y Jeremy me pone nerviosa con sus miradas.

Tampoco se lo quiero decir a Anthony, porque estoy segura que sembraría la discordia entre ellos, y es su único hermano. No sé si se ha dado cuenta, pero , por nada del mundo deseo quedarme a solas con él. Me asusta, me da miedo. En fin... A ver que dice el jefe del clan Morgan.

A la hora acordada, el gran señor del clan llamaba a su puerta. Le abrió  con una gran sonrisa. Respetaba a este hombre; era educado con ella, y además se trataba del padre de su marido. No deseaba crear problemas entre ellos, además aún estaba triste por la muerte de su esposa. Por nada del mundo deseaba que se torciera la armonía entre ellos. Seguramente eran apreciaciones de ella.


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora; rosaf9494quer

Edición< Abril 2021

Ilustraciones: Internet

miércoles, 21 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 13 - Un breve encuentro

 Anthony no parecía estar cohibido entre las dos mujeres, a pesar de no conocer a la madre de Rose, y con ésta seguir un determinado protocolo. Pero la charla entre ellos había transcurrido cordialmente, y Rose, se alegró de que, al menos durante un rato, hubiera dejado algo de lado su tristeza. Y fue ella, precisamente la que menos hablaba. Sólo observaba.

Admiraba la soltura e inteligencia que demostraba su  madre. Era una mujer inteligente y con don de gentes, y en esta ocasión lo estaba demostrando. ¡ Ojalá, y ella tuviera esa soltura y no tanta timidez ante los extraños! 

Y es que él, a pesar de trabajar juntos, lo era para ella, en cierto sentido.  La intimidaba; por mucho que la dijera que no tuviera miedo. Pero era la seguridad que siempre demostraba y que a ella la faltaba, lo que hacía que se sintiera  algo "encogida" en su presencia.

Cuando hubo terminado su almuerzo, decidieron que era hora de salir del restaurante, o les echarían a escobazos de allí. Habían llegado, al menos ellas, a las doce del mediodía, y eran las cinco de la tarde, cuando levantaron "el vuelo".

Anthony, tenía mejor semblante que cuando se encontraron, y la madre de Rose le observaba con discreción, pero persistentemente, las miradas que dirigía a su hija. Se había dado cuenta de que él la tuteaba, y ella, le hablaba con el protocolo que corresponde a un jefe y a su empleada. Pero no era esa la cuestión, porque él también debía respetar esa distancia, y sin embargo no lo hacía.

Por la experiencia vivida, sabía que las miradas con que se refería a Rose, no eran nada protocolarias.

— Hablaré con Rosemary. Él está loco por ella .¿ Es que no se da cuenta? Aunque conozco a mi hija, y sé que tampoco él la es indiferente ¡ Menuda pareja !

Con el pretexto de que estaba cansada, les dejaría que dieran un paseo ellos solos. Ambos lo necesitaban; o al menos a ella se lo parecía. La acompañaron hasta su casa, y ellos decidieron que hacía una tarde preciosa para pasear. May, es un condado precioso y con sus paisajes comenzaría su charla. Anthony en un momento dado, la tomó de la mano, y Rose a su contacto, sintió un latigazo que nunca había sentido, pero no la retiró

— ¿ Te molesta? — la dijo pidiéndola permiso

—- No, en absoluto. Sólo qué …

— Te extraña ¿ no es eso ? No debería. Te lo he dicho muchas veces. Ahora, en esta situación, necesito que estés cerca. Seguí tus consejos del otro día y, decidí que debía despejar mi mente. Eso no significa que no eche de menos a mi madre: nunca la olvidaré, pero también te necesito a ti. ¿ No te has dado cuenta de nada?

— No sé a qué te refieres

Si, también ella le tuteaba. Habían dejado a un lado el tratamiento formal, para ser sólo ellos y sus sentimientos.  Estaba claro que, ambos sentían algo y, él era más sincero:  los declaraba abiertamente. Pero esas dudas de ella, hacía que estuviera en vilo porque no sabía si lo que sentía era recíproco o que estaba viviendo una época en que necesitaba el cariño y la comprensión de alguien. Y ella estaba allí, y él sentía algo más que interés por ella, aunque Rose, no se diera por aludida.

Durante unos minutos, ninguno de los dos habló y, fue él quién expuso los planes que tenía con ella.

— Espero que lo que voy a pedirte lo analices en su justa medida. Que no te asuste ni te aleje de mí, porque ahora te necesito más que nunca. Desde hace tiempo me interesas, pero no como una relación pasajera, sino formalmente y cuando, ambos, nos conozcamos bien, pensar en nuestro futuro juntos. Sé lo que piensas referente al trabajo, pero lo que ha sucedido en mi vida en estos días, me ha hecho recapacitar en que, lo que piensen los demás no me importa. La vida es sólo una y además efímera, y yo la quiero vivir contigo.

— No creas que es una decisión pensada en "caliente" ahora por la muerte de mi madre. Si así lo sientes, deséchalo de tu cabeza. Te he tenido muy cerca desde hace algún tiempo, pero no ha sido algo repentino. Muy al contrario, me fuiste ganando día a día, y poco a poco. Traté  de evitarlo, precisamente por lo cercana que estabas a mi, pero fue imposible.

— En una ocasión me dijiste que en la oficina iban a tomar las cosas de otra manera. Y ¿sabes qué? Me da igual lo tomen como quieran. Nuestras vidas están en juego y sólo nosotros hemos de tomar la decisión que nos convenga.

— Sé que no puedo forzar tus sentimientos. Que no es porque estoy sensible, sino porque, precisamente por eso, al escuchar tu voz cuando me llamaste, supe que te quería, que te necesitaba a mi lado. Hoy he salido de casa porque me ahogaba en ella. Todo recuerda a mi madre. Sé que es muy reciente, y que me esperan días duros: tú bien lo sabes. Cogí el coche y carretera adelante, pero no sabía que estabas aquí.  Desconocía que estabas, precisamente ahora, en este condado. Ha sido casualidad, pero ello me ha conducido a hacerte esta confesión y no esperar más.

— Te ruego lo pienses detenidamente porque mi proposición es en serio y con la idea de convertirte en mi esposa. No creas que es algo pensado en esta comida. Si no te lo he dicho antes, ha sido por tu distanciamiento en la oficina. Pero como ya te he explicado te quiero y te necesito … Ahora.


— Aunque desearía que me dieras aquí, y ahora, una respuesta, sé que tienes que pensarlo. Yo lo tenía muy claro, pero reconozco que tú quizá no imaginaras cuales son mis sentimientos. A veces, yo mismo lo pienso y me cuesta creerlo, pero es así. Si tienes reticencias en cuanto al trabajo, juntos lo resolveremos. Dime algo, por favor

— Anthony, es que no sé qué decir. Todo ha sido muy inesperado. Me siento que voy a velocidad de crucero y que no me da tiempo a digerir una cosa, cuando ya tengo otra delante. Ni por lo más remoto esperaba algo como lo que me acabas de exponer. Creo que vas muy deprisa y no te alcanzo.

— Sólo dime una cosa. Ya sé que ha sido algo inesperado para ti, pero no para mí. Ha dado la casualidad que las circunstancias que vivo son especiales, pero precisamente por ello, es que lo he decidido. Te lo repito una vez más: te necesito a mi lado. ¿ Tengo alguna posibilidad?

Ella se detuvo en su paseo y le miró fijamente. Y vió que su rostro estaba tenso ante lo que ella fuera a decir. Y de repente se dio cuenta de que había deseado escuchar esa declaración, inconscientemente, desde hacía mucho. Que ella también le necesitaba. Que no la importaba renunciar al trabajo, a todo, con tal de seguirle hasta el fin del mundo. Sabía que era una locura,. Que ni siquiera lo había imaginado, pero eso no significaba que no lo deseara. Se puso de puntillas, y suavemente le besó en los labios.

Él la necesitaba, y allí estaba junto a él y así sería siempre, porque también le quería, aunque ni siquiera pensase que eso fuera posible. Pero si lo era y deseaba con todas sus fuerzas pertenecerle.

Ya tenía la respuesta. Aceptaba su compromiso. Y por primera vez en un montón de días amargos, se sintió feliz. La tenía allí delante, con los ojos brillantes de emoción, y con una sonrisa que le volvía loco. Había aceptado ser su esposa. Impaciente avanzó hacia ella y la estrechó entre sus brazos.

Ninguno hablaba, no podían. Ese día se había presentado anodino, monótono en sus vidas y terminaba con la mayor felicidad conseguida.  


— Te quiero Rose y siempre será así.

 La miraba sin cesar, recorriendo su cara como si nunca la hubiera visto y esa fuera la primera vez. Ella sonreía y la emoción se notaba en su mirada brillante. Reclinó la cabeza en el pecho de él y así estuvieron durante no sabían el tiempo.

— ¿ Cuándo regresas a Londres?

— Mañana por la tarde. Sólo vine a ver a mi madre en el fin de semana.

— Bien. Yo también  volveré a casa después de que hayas marchado. Reservaré habitación en un hotel y volveré a casa después de dejarte en el aeropuerto. Yo también regresaré a Londres en unos días: después del funeral. Y a partir de mi llegada, comenzará para mí una nueva vida.

— Cariño, para mi también será nueva.

Y de nuevo se besaron. Tomados de la mano con fuerza, tomaron la dirección hacia la casa de ella. Tenía que hablar con su futura suegra y pedir la mano de Rose. 



RESERVADOS LOS DERECHOS DE AUTOR /  COPYRIGHT
Autora: rosaf9494quer
Edición: Abril 2021
Ilustraciones: Internet

martes, 20 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 12 - Mesa y mantel

 La discreción, el deber y agradecimiento, no la dejaban vivir. Comprendía que era una situación muy difícil. Seguramente la familia estaría reunida y no deseaba entrometerse. Pero al mismo tiempo algo la decía que lo correcto era hacerlo.

Al llegar a su casa, extrajo de su bolso el teléfono móvil y buscó el icono en el que había dejado su número privado. No creía  fuera a soltar algún exabrupto por la llamada. Pensaba que debía hacerlo siquiera por cortesía. 

Tardó un instante en contestar, y por el tono de su voz, dedujo que todo estaba mal, muy mal:

— Perdón señor Morgan si le molesto, pero deseaba saber cómo estaba su madre.

Él tardó en responder, pero al fin, con voz cansada, respondió:

— No te disculpes. Agradezco tu llamada. Necesitaba escuchar una voz amiga. Mi madre falleció anoche. Tranquila y en paz, rodeada de su familia. Pero... se ha ido.

— Lo lamento muchísimo. Sé por lo que está pasando y me gustaría ayudarle, pero no sé cómo. ¿He de informar en la oficina ?

— No hace falta. Acabo de hablar con Henry.Él os informará a todos. Te agradezco la llamada; necesitaba escuchar tu voz. En cuanto reciba sepultura, volveré al trabajo.


— Descanse durante unos días. Haga un viaje fuera de ese entorno. Le costará asimilar la pérdida, Por la oficina todo va bien. Hágame caso: sé cómo se siente.

-No sé cómo me siento. Vacío y como si estuviera solo en el mundo. Mi madre era especial para mí; siempre lo fue. Tú también eres especial. Lo digo por la llamada y... en fín por todo, aunque sé que me tienes miedo. Y no lo entiendo, porque sería incapaz de hacer daño, a sabiendas, a nadie, y mucho menos a tí. Eres importante.

No sabía qué decir, ni qué argumentar. ¿ Era una declaración? No lo pensaría si fuera  la primera vez que se lo insinuara, pero lo había dejado claro con anterioridad. Ella deseaba estar allí junto a él, pero eso si que sería una intromisión, puesto que no tenían ningún lazo que les uniera y además era una extraña para el resto de la familia. Pero sí sería más amable con él cuando regresase. Le iba a costar meses superar la pérdida; ella tenía esa experiencia y aún, a pesar del tiempo transcurrido,  no lo había superado.

Al día siguiente, Henry, de Recursos Humanos informó a los empleados que la madre del director había fallecido. Que ese había sido el motivo del viaje repentino y que tardaría unos días en volver.

Rose lo escuchaba apenada, pero no fue una sorpresa para ella, puesto que lo había sabido de primera mano. Pero a pesar de conocer la noticia desde la noche anterior, aún la sobrecogía la forma en que se lo comunicó y lo afectado que le notó. Posiblemente tendría más afinidad con la  madre que con el padre . Además la enfermedad que se la llevó, también debió ser dura. 

Mientras escuchaba todo, se le vino a la cabeza la imagen de su madre. Iría a visitarla en ese fin de semana. Sólo nos damos cuenta de lo que les necesitamos cuando les perdemos. Aprovecharía que la de ella estaba viva.

La diría cuánto la quería y que deseaba que vivieran ambas juntas y no separadas. Pero sabía y respetaba la intención de su madre. Estaba apegada a esas cuatro paredes que formaban su hogar, el que había compartido con su marido, y juntos había formado esa familia de tres.

Todos lamentaron las noticias que, Henry, les estaba dando referente a la madre de su jefe. 

Todos le apreciaban y, al desconocer lo ocurrido en su vida privada, les pilló de sorpresa. Rose permanecía callada, puesto que ya sabía lo sucedido.

En ese fin de semana viajó hacia Irlanda . Sentía que debía demostrar a su madre el inmenso cariño que la tenía. Ella era toda la familia que le quedaba. Y fue una sorpresa para su madre,  porque no la esperaba. La vió bien, aunque algo más delgada y en su cara se reflejaba un halo de tristeza. 

La puso al corriente de todas las novedades surgidas en su vida, y lo emocionada que estaba en su nuevo trabajo. Era lo que había ambicionado desde que estudió la carrera, y al fin sus sueños se habían cum,plido.

No comentó nada a lo sucedido a su jefe. Sabía que si lo hiciera avivaría la tristeza en ella y deseaba con todas sus fuerzas que, al menos durante el fin de semana, olvidase su soledad.

A fuerza de ruegos, la convenció salir a comer fuera de casa y quién sabe si pudiera llevarla a un cine, aunque era mucho suponer. Consiguió que volviera a arreglarse como cuando salía con su padre y, ese simple deseo, hizo que brotara unas lágrimas en los ojos de su madre. Sin duda echaba de menos otro tiempo.


Rose charlaba animada y ambas  disfrutaban de la conversación. Era la primera vez que salían juntas desde que su padre faltara y, aunque sabía que su madre hacía de tripas corazón, intentaba por todos los medios distraerla.

Esperaban el postre y con él tomarían un Baileys, bebida que  encantaba a las dos, y además se sentirían algo "más alegres".

A sus espaldas, entraba en aquel instante un hombre alto que hizo desviar la atención  de la madre de lo que ella charlaba en ese momento.

Rose cortó la conversación al comprobar que no la estaba prestando atención, y que algo o alguien retenía su curiosidad:

— ¿ Qué te ocurre? ¿ Qué miras con tanta curiosidad?

El interés despertado por su madre, hizo que Rose volviera la mirada, y entonces le vió, aunque él no había reparado en ella. Estaba hablando con el maitre pidiendo una mesa. Iba solo, sin pareja ni nadie que le acompañara. Le encontró algo desmejorado y de su rostro se había borrado el gesto de amabilidad que siempre mostraba. Ahora tenía las mandíbulas contraídas y el gesto hosco, muy distinto a lo amable que fue hacía unos días.

- Es mi jefe, mamá — dijo

— Hija mía es guapísimo. ¡ Menuda planta tiene !

— Sí, lo es. Me extraña que esté aquí. Sé que su familia vive en Irlanda, pero pensé  que quizás en Dublín.

— ¿ No decías que se había muerto su madre?

— Así es. Por eso es que me extraña que ande por aquí. Estaba muy afectado cuando le llamé para interesarme por ella

— Llámale. Invítale a nuestra mesa

— Si nosotras hemos terminado. Igual desea estar solo

— Vamos. Llámale. Si se da cuenta que estamos aquí y no le hemos saludado, lo tomará a mal.

Pero no tuvo necesidad. Anthony paseaba la mirada por el salón cuando ella se levantó para ir a su encuentro.

— Señor Morgan ¡ qué sorpresa ! Nosotras estamos en aquella mesa. ¿ Desea acompañarnos?



— Muy amable Rose, pero no deseo interrumpir

— No lo hace. Y le presentaría a mi madre. Casi hemos terminado. No interrumpe nada

— Se lo agradezco. He decidido seguir sus consejos. En casa me ahogo. Bueno imagino que  a tí te pasó igual. De acuerdo no hagamos esperar a tu señora madre.

Y tras las presentaciones,se sentó y los tres disfrutaron de la charla de Anthony, que como ya sabemos es variada e interesante. Al menos había olvidado la muerte de su madre, siquiera por unas horas. Rose le miraba con curiosidad, en su cabeza aún resonaban las palabras de su madre ¡ Qué guapo es ! Y nuevamente, había dado de lado los formalismos y la había tuteado. Fórmula que ella no  adoptaría; era pronto y además su jefe. No. Seguiría como hasta ahora, al menos hasta que él no se lo pidiera.

RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora< rosaf9494quer

Edición: Abril 2021

Ilustraciones: Internet


lunes, 19 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 11 - La madre

 Poco a poco fue tomando el pulso a su tarea y, se mostraba satisfecha. El jefe también debía estarlo, puesto que no le había llamado la atención. 

En unos días cumpliría un mes de su entrada  a ese trabajo. Su trato con Anthony, en nada había cambiado. Él se mostraba en plan jefe y ni siquiera una sonrisa se intercambiaban.

Comenzó a viajar con frecuencia a Irlanda, pero nadie sabía el motivo de ello. Era algo perteneciente a su vida privada y eso era top secret.

Hubiera deseado que se mostrara con ella más simpático, como lo fue en la primera ocasión que trabajó para él, pero sin duda, era rencoroso que no admitía que alguien no aceptara sus proposiciones.

 Había algo que deseaba consultarle y se decidió a pedir "audiencia" antes de que emprendiera uno de los viajes que, semanalmente hacía.

Por su cabeza se cruzó la idea de que seguramente viajaría porque al fin había encontrado su alma gemela y le pondría como condición pasar los fines de semana junto a ella. Era lo lógico, si es que se trataba de eso.

Pulsó el interfono y le respondió la voz seca a la que ya se había acostumbrado:

— Si 

— Perdone si le interrumpo pero quería consultarle algo referente a un dosier.

— Bien, pase. Pero sea breve. He de tomar un avión

Ella cogió la documentación que quería consultar y entró rápidamente. Lo que menos deseaba es que perdiera el vuelo por su culpa.

— Siéntese y sea lo más breve posible.

— Desde luego. Se trata de este inversor. Le veo con posibilidades de que aumente sus inversiones. Sería conveniente que hablará con él a la mayor brevedad posible. Creo que está en contacto con otra financiera

— Yo no puedo. Encárgate tú

—- Pero es que yo …

— Es tu trabajo. Sabrás mejor que yo argumentarle, así que lo dejo en tus manos. ¿ Algo más ?

— No, de momento no.

— Lo siento, pero he de irme.

— Claro, claro.

Se levantó nerviosa y salió del despacho, bajo la atenta mirada de él.

— ¡ Me ha tuteado ! — se repetía asombrada. Era la primera vez que lo hacía después de tanto tiempo. Pero seguía sin mostrarse accesible como antes. Se había colocado en un plano  muy distinto, levantando una muralla de difícil traspaso.

Echaba de menos aquellos encuentros en que se mostraba simpático y elocuente. Ahora la dedicaba cuatro palabras y además secamente.

Una mañana, hacía poco  que habían entrado a trabajar,  cuando reclamó su presencia en su despacho. Entró de inmediato, pero le notó más nervioso de lo habitual y su rostro estaba tenso y hasta algo pálido. No sería por alguna metedura de pata que ella hiciera. Pero pronto supo la verdad de su alteración:

-— Dejo en tus manos todo lo pendiente. Si necesitas refuerzos habla con Recursos Humanos. He de salir de viaje y no sé cuando regresaré. No deseo llamadas a no ser que el edificio esté ardiendo. Si es por algo pendiente... algún trato a cerrar, dejadlo en suspenso hasta que regrese. Por cierto no sé cuándo será.

— ¿ Ocurre algo ? — le preguntó alarmada

— Si. Para mi muy grave. Es algo personal. No es nada referente a la empresa; no os alarméis. No deseo que lo divulgues. Como he dicho es personal. Mi madre está muy enferma

— ¡ Oh Dios mío ! Esté tranquilo. Nadie lo sabrá por mi. Me gustaría poder tener noticias, si no le importuno. Me ayudó cuando mi padre y sé lo que se siente. Si puedo hacer algo...

— Gracias, pero nada puede hacerse. Tiene una enfermedad incurable y está en su fase final. Así que...

— Lo siento. Lo siento mucho. Le deseo suerte.

— Gracias, y ahora me voy. No sé cuándo volveré. Por favor, no digas nada. No me gustan las compasiones.

Ella se quedó paralizada y con la responsabilidad a su espalda de "defender el fuerte". Al menos podría contar con Recursos Humanos. Recordó la angustia que sintió en el aeropuerto  y la presencia de él ayudándola. La gustaría devolverle el favor, pero lo rechazaba todo; quería silencio. 

No sabía si podría llamarle. Era ¡tan especial...! Quizá alguna llamada rápida. O quién sabe si llamaría a Recursos Humanos y a través de ellos sabrían algo.

Por haberlo vivido no hacía demasiado tiempo, sabía las horas de angustia e incertidumbre que le tocaría vivir. Nunca hablaba de su familia; era un gran desconocido, al menos para ella. Aunque suponía que con los más íntimos si se sinceraría.

De repente sintió lástima, y comprendió porqué todas las semanas viajaba a Irlanda. Y también porqué iba en el mismo vuelo que ella cuando murió su padre. Iría a ver a su madre ya enferma. Ahora entendía muchas cosas. No había novia ni nada que se le pareciese. Se estaba despidiendo de su madre.

Se sentía preocupada por él. Le importaba, a pesar de todo. La hubiera gustado que se hubiera sincerado con ella, y encontrar las palabras que le dieran fortaleza. Suponía las horas amargas que tendría hasta que llegara a su casa. Si este era un viaje repentino, es porque estaba grave y no podía esperar al jueves, que era cuando normalmente viajaba. Esperaría lo peor, aunque no supiera que lo peor sería después, cuando ella se hubiera ido.  Presentía que tenía algo en su interior que le alejaba de su familia y que sin embargo le unía más a su madre. A pesar de su aparente frialdad, seguro que estaba deseando llegar y temiéndolo a un mismo tiempo.

Al día siguiente se pondría en contacto con Recursos Humanos a ver si pudiera sonsacar a Henry alguna noticia. Había dicho que le llamara a la hora que fuera, pero eso era para asuntos del trabajo; a eso se refería, pero no para interesarse por cosas personales: lo había dejado muy claro. Y sin embargo presentía que le haría bien escuchar una voz amiga. Ella lo supo al morir su padre.

Estaba en una encrucijada. No sabía lo qué hacer. Por un lado estaba su obligación como empleada, pero sobre todo como persona por la que comenzaba a sentir algún interés, es decir, hacía tiempo que ese sentimiento se abría paso en su vida. Y también como reconocimiento a lo que él, en su día hiciera por ella.

Era una difícil decisión. Si le llamaba y él no  entendía el por qué lo hacía, lo mismo se enfadaba y se ponía hecho un basilisco. No terminaba de entenderlo; para ella era un enigma imposible de descifrar.


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora< rosaf9494quer

Edición< Abril 2021

Ilustraciones< Internet

domingo, 18 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 10 -Morgan & Asoc.

 De nuevo se integraba en esa compañía, aunque en la actualidad sería perteneciendo a ella y no como "busca anomalías". Después de pasar por Recursos Humanos para firmar el contrato, fue acompañada hasta su nuevo destino.

Era una dependencia perteneciente a Finanzas, en la que trabajaban cuatro personas contando con ella.  Una estancia amplia, luminosa. Con un gran ventanal con vistas a los impresionantes edificios  dedicados , en su mayoría a oficinas y demás. Cada uno de los empleados, como sucediera cuando estuvo  anteriormente,  tenía a su disposición  un escritorio individual, un ordenador y archivos. En uno de los rincones estaban situados los armarios de cada uno de ellos con sus iniciales para guardar   sus objetos personales. En la parte central de la estancia había otra puerta que se comunicaba directamente con Anthony Morgan. Diríamos que eran sus más directos colaboradores, que gozaban de su máxima confianza.

 El escritorio de Rose, vacío, estaba a la derecha de dicha puerta. Y allí se instalaría. Fue presentada a sus compañeros y procedió a organizar lo que sería su trabajo. Y como la vez anterior puso a la izquierda del ordenador, una fotografía enmarcada de sus padres. De momento no tenía nada más que los elementos de oficina que pudiera  utilizar.: bandeja de documentos, grapadora, taladradora, soporte para celo y una bandeja con bolígrafos, rotuladores y abrecartas. Y un pequeño florerito con una rosa blanca, al igual que en el resto de mesas de las compañeras femeninas. Sonrió al comprobar lo meticuloso de esos detalles.

El ordenador estaba apagado. Pulsó el encendido y salió el logotipo de la compañía. Parecía que había retrocedido en el tiempo y había vuelto al primer día que trabajó allí.

 Frente a ella, estaba el  interfono por el que seguramente se comunicaría con el despacho del "gran jefe " y el teléfono con un sin fin de letras y números que seguramente corresponderían a las distintas secciones de la empresa.

Saliendo de esa estancia, y ya en el pasillo, había otra habitación dedicada a los descansos en donde estaba situada una cafetera y una máquina de refrescos y dulces.

Lo revisó todo sin que se le escapara ningún detalle. Le parecía mentira volver a pisar aquél lugar, al que no imaginaba volver, y esta vez como empleada en plantilla y no como investigadora.

Desde el  despacho del director general no se escuchaba nada. ¿ Estaría insonorizado?—se preguntó— o quizá no estuviera.

Los que eran sus compañeros volvieron a su  trabajo, después de las presentaciones.  Ella se sentó en su sillón y esperó, sin saber cuál era su trabajo. Uno de los compañeros, le facilitó una especie de listín en el que se reflejaban las siglas de los teléfonos de cada departamento.

Iba a pulsar la correspondiente a Recursos Humanos, cuando la chicharra de su teléfono sonó de improviso. Se escuchó la voz de él, que la pedía entrase en su despacho.

Sería la primera vez que se vieran como jefe y empleada en su propio ambiente. Estaba muy nerviosa, pero estas situaciones se darían frecuentemente, ya que trabajaban prácticamente juntos. Tomó un bloc y un bolígrafo y, dando unos toques en la puerta, al otro lado se escuchó la voz rotunda diciendo.

— Pase

Ella carraspeó ligeramente y empuñando el picaporte abrió la puerta.

Estaba en mangas de camisa con los puños remangados. La corbata aflojada. Significaba que estaba enfrascado en algo que reclamaba su atención.

— ¿ Está instalada ? ¿ Tiene todo lo que necesita ?

No levantaba la cabeza para  hablarla, gesto que la ponía más nerviosa. Denotaba que estaba enfadado con ella y la violencia sería algo bastante desagradable.

— Sí lo tengo todo, menos unos pequeños detalles

— Bien, pues dígame

— No sé cuál va a ser mi trabajo. La clave para entrar en el ordenador... en fin. De momento eso es

— La clave será secreta, es decir como la otra vez. Sólo nosotros dos la sabremos, al igual que usted no sabrá la de sus compañeros. Su trabajo va ser revisar los inversores, es decir el mismo trabajo que ya realizó. Llevará la cuenta de algunos y si se da la ocasión tendrá que hablar con ellos para mejorar su inversión. Creo que no tendrá problemas, en definitiva es lo que estudió. Si tiene alguna duda, lo hablará únicamente conmigo: con nadie más. No tengo que decirla que es altamente secreto. No quiero que se repita lo de la otra vez.

— Le estoy muy agradecida por la confianza que me demuestra. Me esforzaré al máximo.  Gracias.

Anthony se la quedó mirando, y al cabo de un instante dijo:

— Sea bienvenida. Si tiene algún problema hable conmigo directamente. Dentro de un instante, y por el ordenador, le facilitaré el número de clave que habrá de utilizar siempre que tenga que transmitirme algún mensaje. Sólo conmigo. También el número de mi teléfono móvil, por si tuviera que decirme algo fuera de la oficina. Anote ambas cosas en un lugar que sólo usted conozca y que pueda localizar si se le olvidara. Si hay que cambiar algo, lo hablará conmigo solamente. ¿ Entendido ?

-—Si, desde luego

— Bien pues ahora vaya a su sitio y procedo a enviarle los datos. Si tiene alguna duda, la repito de nuevo: hable conmigo. Con nadie más

— Perdone, pero si acaso usted estuviera ausente ¿ cómo puedo contactar ?

— Le he dicho que la pasaré el número de mi teléfono. Si se da la ocasión llámeme a la hora que sea y ya lo solucionaremos. ¿ De acuerdo ?

— Si señor, entendido

-— Bien puede irse

Como dos extraños. Sin una sonrisa, Sin apenas mirarla. Como si fuera la primera vez que se vieran. Como si no hubiera existido aquella conversación. Frio y hermético. 

Seguro que la vendrían miles de dudas a la cabeza que, ahora por los nervios no sabría. Le había dejado muy claro que con nadie, excepto él, debía saber nada de lo que ella hiciera. En fin, trataría de resolver sobre la marcha.

Cuando salió del despacho, con miles de dudas, tenía sobre su escritorio un dosier en el que se veía claramente: Confidencial. ¿ Sería ese el trabajo que la había indicado. Se sentó y procedió a abrir la carpeta. Efectivamente, eran los informes sobre los que tenía que trabajar. Carraspeó discretamente, y se dispuso a comenzar su jornada.

Encendió el ordenador, y ante ella estaba un número de clave y el de su teléfono. Ambas cosas las anotó en su móvil y en otra zona más, con a su vez otra clave,   difícil de identificar y, como le había indicado los borró de inmediato. Haría una prueba para ver si era todo correcto.

Pulsó el número interior de él y su respuesta fue inmediata con su voz y con su imagen

-—Lo siento, es una prueba por ver si lo hacía correctamente

— Está bien, no se disculpe. Es lo correcto. Ahora marque el móvil

Y al igual que con el ordenador, su voz saltó desde el móvil a su cabeza. Sutilmente, le había dado su número ¿ Qué esperaba una llamada particular? ¿ Lo había hecho con esa intención?

— ¿Tiene alguna duda? Que seguro tendrá

— Cuando he salido tenía sobre mi escritorio una carpeta ¿ Quién la dejó allí?

— Di la orden cuando vino a mi despacho. No se preocupe. Póngase con ello  en cuanto pueda. La llevará unos días acostumbrarse a su nuevo cometido, pero es una chica lista. Lo captará enseguida. La repito si tiene alguna duda, llámeme a la hora que sea.

— ¿ Incluso de noche?

— ¿ Qué es lo que no ha entendido? Si le digo a la hora que sea, pues se entiende que es también por la noche

—- Perdón. No le molesto más

— No me molesta. Prefiero que me pregunte mil veces a cometer errores.

— Gracias lo tendré en cuenta.

Esa extraña conversación la violentó aún más. No la tuteaba, como por otra parte era normal, tratándose de un superior a un subalterno. Pero pensó en la última vez que estuvieron juntos lo distinto que se mostró: simpático, accesible e incluso sugiriendo algo. Lo desechó de inmediato: eran imaginaciones de ella..

Y se enfrascó en su tarea  concienzudamente.

   

RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora: rosaf9494quer
Edición:Abril 2021
Ilustraciones: Internet

sábado, 17 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 9 - Sensaciones contrapuestas

 Emprendió el regreso hasta donde había aparcado el coche. Iba dándole vueltas en la cabeza a su declaración y a la respuesta que había recibido que, por inesperada, le había sorprendido. Nunca había obtenido un rechazo tan frontal como el que acababa de tener.

Estaba acostumbrado a que las mujeres se acercaran a él. Era un presuntuoso al pensar que siempre sería así. No se dió cuenta hasta ese momento, de que hay mujeres que prefieren una comunicación en primer lugar, conocerse y, si llegan a un acuerdo, iniciar una relación. Pero para eso se necesitaba estar enamorado ¿ lo estaba ? 

Sentía atracción hacia ella por su inteligencia, su sensatez y por la extraña manera en que la conoció.  ¿Era simple admiración por su eficiencia. Agradecimiento por haberle salvado del desastre de la pérdida de muchos millones? Todo eso ¿ era suficiente?

No, no lo era. Simplemente era una manera de conseguir la atención de una mujer peculiar muy distinta a la que normalmente frecuentaba. Y reconoció que tenía razón: iban a trabajar juntos, y por mucho que hubiera sido él quién tomo la iniciativa de la relación, sería ella la criticada, la "trepa" a costa de meterse en su cama.  Porque en realidad lo que deseaba era eso. ¿ Era eso lo que deseaba, o es que una cosa llevaba a la otra?

Sin darse cuenta, había llegado hasta su coche. Se metió en él, y, aún tardó un rato en arrancar. El rechazo de Rose Marie, le había descolocado. Sería mejor volver a su vida, a la anterior a que ella apareciese .

Pero ella, también estaba sorprendida  por la declaración de Anthony. Ni por lo más remoto lo hubiera imaginado. Cierto era que, a pesar de ser muy educado, con ella se mostraba cortés, quizá demasiado. Lo que nunca imaginó es que pudiera causar  admiración. Se consideraba una mujer práctica, pero de lo más corriente. Alejada en extremo de las mujeres que él debía  frecuentar. Se dió cuenta de las dudas que había tenido ante su pequeño guardarropa para elegir el vestido que fuera adecuado para la cita que tenía esa noche. Si hubiera una segunda, cosa que no creía, tendría que repetir el mismo modelo, ya que no había otro adecuado para eso.

Él era un hombre elegante, que se desenvolvía en las altas esferas y, por consiguiente sus compañías femeninas, van acordes con su estilo.

— Mírate. Tienes dos vestidos, unos vaqueros, tres faldas y alguna que otra blusa y jersey. ¿ En serio cree que puedo ir con él a esos restaurantes como en el que hoy hemos cenado? Desengáñate: te está tomando el pelo, o quiere que te acuestes con él. Y si eso sucediera, se cansaría de ti a la segunda vez. Has estado fenomenal al rechazarle de plano. No es hombre para ti.

— Pero el caso es... Me gusta ¡ claro que me gusta ! ¿ A quién no? Pero de ahí a... Mucho me temo que en ese empleo voy a durar poco, muy poco.

Y esa sensación, la disgustó. Había pasado una noche estupenda.

 Hizo que olvidara su estatus tan distinto al de él. Al principio estaba nerviosa, violenta. Creyó que iban a hablar de trabajo y no de vida privada. Pero consiguió que se olvidara que estaba cenando con su futuro jefe, hasta que...

Al llegar a este punto, movió la cabeza negativamente, lamentó al mismo tiempo el cariz que había tomado el final de esa noche extraordinaria, mágica, a la que no estaba acostumbrada. Sabía que se moriría de vergüenza cada vez que le viera, porque sabía que le había sentado fatal su negativa.

— De haber dicho que sí, seguro que a estas horas, estaríamos los dos en la cama haciendo... Bueno lo que se hace en estos casos. Eso es lo que él buscaba. Pero ¿ por qué yo ? Me gustaría conocer a alguna de sus "elegidas". Seguro que son mujeres elegantes, con clase... Bueno, dejemos el tema. He de centrarme en el lunes.

El lunes había llegado demasiado pronto, según los nervios de Rose. 

Se esmeró en su atuendo, en el que, por otra parte, no había mucho en lo que elegir. Y se puso un traje de chaqueta de color gris y una blusa blanca. Se maquilló un poco y peinó su cabello con esmero. Echó una última mirada al espejo, y decidió que se había terminado el ritual. Tendrían que verla a diario y viendo lo extenso de su guardarropa, tendría que echar mano de lo que poseía, así que hoy era una excepción. Cogió su bolso y miró el reloj. Iba con tiempo suficiente para ser puntual en su primer día de trabajo.

Por su parte Anthony, se había levantado malhumorado. No había dormido bien y eso repercutía, no sólo en su cansancio, sino también en su humor. Sabía perfectamente a qué se debía.

— Evitaré por todos los medios el verla. Aunque creo que hoy, será inevitable. ¿ Me pesa haberle ofrecido el puesto de trabajo? Por un lado sí, en la parte afectiva, con su rechazo. Pero por otra, no, porque necesito profesionales de su valía a mi alrededor. No quiero que vuelva a ocurrirme lo pasado. Procuraré evitar su presencia al máximo, más por incomodidad de ella que por mi.

-Pero va a ser difícil trabajando prácticamente en el mismo despacho. Pienso que será cuestión de acostumbrarse. Dejar pasar unos días, y después... Ya veremos. Vayamos paso a paso. Afrontemos el día de hoy; después ya se verá.

Tragó saliva, insufló aire a sus pulmones, detenida ante la fachada del edificio que sería a partir de hoy, su lugar de trabajo.

Tenía que personarse en Recursos Humanos y de allí,. una vez formalizado su contrato, la destinarían a su planta, o despacho en el que trabajaría.


Según la indicó, tendría que personarse en la planta cuarta y allí la acompañarían  hasta la que sería su lugar de trabajo. Así lo hizo y, tras esperar unos minutos en el vestíbulo de la planta, salió Henry, el director de Recursos Humanos.
La saludó amablemente, pues ya se conocían del tiempo que trabajó en esas oficinas. En aquella ocasión supo que era pariente de Anthony, por lo que tenía un ligero parecido con él.

Amablemente la tendió la mano en un saludo afectivo. Hizo que se sentara en su despacho. La explicó en qué consistiría su trabajo y las condiciones del contrato.
Todo eso ya lo sabía porque el mismo Anthony se lo explicó en la cena que tuvieron. Nada nuevo que no supiera. Procedió a su firma  y nuevamente la acompañó hasta su lugar de trabajo. Sería en la planta octava , anexa al despacho  de Anthony. Y eso era lo que la ponía más nerviosa. Por fuerza tendrían que verse, aunque pensó que se acostumbraría a ello. Decidió no volver a pensar en la declaración. Su sueldo era bueno y confiaba  en que no tendría contacto directo con él, ya que a lo que ella estaba destinada era simplemente contrastar datos entre otras cosas.
Para su trato más directo, estaba la secretaria particular de él: Susan. Ya la conocía de la otra vez, y había charlado en un par de ocasiones con ella  cuando estuvieron por primera vez. Al menos tenía una cara conocida. a su lado.

Así transcurrió su primer día. Se le había hecho corto, ya que la tarea encomendada absorbía toda su concentración. A él no le había visto, a pesar de que sabía que estaba en su despacho y que de vez en cuando reclamaba la presencia de Susan. Pero ni siquiera en la cafetería cuando bajo a comer, coincidió con él.

Respiraba tranquila, pero no sabía si eso sería a diario, o que Anthony eludía su encuentro. Ya se vería en el transcurrir de los días.


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora< rosaf9494quer

Edición> Abril 2021

Ilustraciones< Internet


viernes, 16 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 8 -¿ Algo más ?

 Al fin encontraron el equilibrio y, la noche tensa que se esperaba,  se convirtió en una velada amable, simpática y hasta cómplice. Sus conversaciones fueron de su adolescencia, de sus primeros amores... Sin darse cuenta se estaban confesando Sabían más cosas el uno del otro, aunque siempre algo se quedó en el tintero por parte de Anthony. 

No quería descubrir al cien por cien, toda su trayectoria amorosa; no tenía apenas confianza con ella, y por lo que él podía apreciar, era bastante asustadiza  e impresionable.

Rose Marie pensaba, mientras le escuchaba, que sentía interés por él. Y eso la preocupaba; no quería sentir  nada que le atase a él, además iba a ser su jefe. Tenía que acostumbrarse a "presenciar" sus devaneos con las féminas y no estaba segura si iba a gustarle.

— Frena, frena. No vayas más allá de lo que es. - Se decía porque no la gustaba el cariz que estaba tomando la noche tan alejada de lo que fue el comienzo de la misma.


La sobremesa fue larga, pero distendida. Charlaron de mil cosas sin importancia , anécdotas de cuando eran más jóvenes. Rose Mary, al fin estaba tranquila y a gusto y sonreía con frecuencia y hasta estaba divertida, algo que hizo suspirar a Anthony, al haber conseguido que, al fin, ella se tranquilizara.

Tenía una de sus manos jugando con la copa: la giraba despacio. Los ojos de Rose Mary, se dirigieron a ella y se fijo en el anillo de él. Ya lo había visto con anterioridad, pero eso la hizo recordar el día que lo vió por primera vez, en esa mano y lo tan determinante que fue para ella.

Probablemente, los vapores del vino tomado durante la cena, al que no estaba acostumbrada, hizo recordar aquél día y el motivo de haber visto esa mano generosa. Un nudo en la garganta, frenó de golpe sus risas.

Anthony pensó que probablemente hubiera dicho algo que la incomodase. 

—¿Qué ocurre? ¿ He dicho algo que te ha ofendido ?

— No, en absoluto. Han sido recuerdos dolorosos. Sé que han pasado unos meses, pero la muerte de mi padre me impactó por inesperada.

— ¿ Te lo he recordado yo? Por nada del mundo deseo entristecerte

— No en absoluto. Aunque en cierta manera si has sido tú. Es decir tu anillo. Fue en lo único en que me fijé aquél día.

— Bueno, pues eso tiene solución. No volveré a ponérmelo. No significa nada en concreto. Lo ví en el escaparate de una joyería en uno de mis viajes a Viena y me encapriché de él. Así que...

Antes de que ella se opusiera a su gesto, él sacaba de su dedo el anillo. No deseaba entristecerla, máxime por una cosa de tan poca importancia. Él mismo se extrañaba de que tuviera tantas atenciones con esa muchacha que apenas conocía. Y esa sensación no terminaba de, no sólo entenderla, sino que la rechazaba de plano.


Nunca había tenido tantas contemplaciones con otra mujer. Las tenía respeto y se divertían juntos, pero Rose, era algo especial. No sólo era agradecimiento, Era algo más a lo que se resistía.

Después de esa anécdota la alegría de la noche se tornó más sosegada, y de nuevo volvieron a no saber de qué hablar., No se conocían y era muy difícil mantener una velada sin conocer a la otra persona que estaba al otro lado de la mesa.

Quería conocerla más a fondo, pero sabía que era una tarea un poco difícil, máxime si trabajaran juntos. Ella era muy hermética y sólo veía ese interés en el conocimiento de una empleada,. Sin embargo él, iba más allá. Pero tampoco él estaba satisfecho. Adoraba el estilo de vida que tenía. Sin compromisos de ningún tipo. De libertad absoluta, sin ataduras, pero divirtiéndose y, sabía que si iniciaba cualquier tratamiento más allá del convencional como "amistad", todo se complicaría, y eso no deseaba que pasase, es decir: no pasaría, a poco que pudiera. Había salido escarmentado de otra relación fallida, aunque no por su culpa. No quería pensar en ese episodio. No en esta noche.

Decidieron que ya era hora de retirarse. La preguntó si deseaba prolongar la velada yendo a cualquier otro sitio, o algún paseo, y ella decidió que un paseo sería estupendo.

Así lo hicieron y se encaminaron despacio hasta llegar a casa de Rose. Buscaba en su cabeza algún tema de conversación para que ella saliera del silencio que se había creado entre ambos a raíz del tema del anillo. Pero por mucho que rebuscara, no lo encontraba. Y entonces, sin rodeos la dijo:

— Háblame de ti ¿ Qué haces normalmente? ¿ Cuáles son tus gustos ? ¿ Qué música prefieres? Creo que debemos empezar a conocernos. Vamos a trabajar codo con codo. Debemos conocer uno del otro.

— Mis gustos son muy normales. Mi vida toda es muy normal. Me esforcé mucho en sacar mi carrera; mis padres no se podían permitir que yo durmiera en mis laureles. Y la saqué con buenas notas. Enseguida encontré un trabajo: William, ya lo sabes. Y punto... fin de la historia. Me gusta toda clase de música. Las películas de amores imposibles. Leer me encanta, sobre todo las novelas de misterio y algún clásico. Tengo amigos de mi época en la universidad que veo de vez en cuando. Aspiro a trabajar en una gran empresa, y eso parece que lo he conseguido ¿ no ?... Y eso es todo. Una biografía como hay miles.  Me interesa la tuya, pero, puesto que voy a trabajar a tus órdenes, no deseo saberlo. No sería ético ni profesional. Aunque la imagino

— ¿ Qué imaginas ? — dijo riendo Anthony

— Pues menos quedarte en casa viendo la televisión... todo.

— Bueno no vas muy descaminada. No me gusta la televisión. Tengo bastantes amigos de ambos sexos, pero no pertenezco al patrón que imaginas

— ¿ Qué crees que imagino ?

— Pues un juerguista empedernido. Estoy soltero, no tengo compromiso con nadie y, me gusta divertirme.¿ Está mal?

— No.  Es lo normal. Pero... te he dicho que no quiero saber más. Creo que debo regresar a casa. Es muy tarde

— ¿ Cuándo volveremos a vernos?

— No tengo idea, pero no creo que sea oportuno si voy a trabajar para tí. No me gustan los chismorreos, y si saliéramos de nuevo, seguro que los habría

 -¿ Y eso importa? ¿ Te importa?

— ¡ Claro que me importa ! No tienes idea de lo crueles que son algunos compañeros. No me gustaría estar en boca de ellos. Me despellejarían viva y me dirían que he conseguido el puesto porque me lie contigo. No sabes lo incómodo que es trabajar con esas murmuraciones, y que, cada vez que entras en una habitación, la gente se calle. No, no me guastaría estar en boca de nadie. A pesar de que es absurdo.

— Eso significa que si alguna vez repetimos la salida de hoy, no la aceptarás ¿ no es eso ?

— Si, exactamente eso. Por mucho que me agrada tu compañía así será

— ¿ Quieres decir que te has divertido esta noche ?

— Si. Lo he pasado muy bien

— Pero es absurdo que tengamos que medir nuestras salidas porque alguien levante los pies más altos que la cabeza

— Ya... Pero así es el tema.

— Entonces, aprovechemos ahora que aún no sabes que trabajarás para mí. La noche es joven. Me gustas, Rose. Desde que estuviste trabajando en la auditoría. Y ahora que te conozco más, es mayor mi interés por ti. Y créeme, no voy a renunciar a tí porque a alguien no le parezca bien. No he renunciado nunca y no voy a empezar ahora. Deseo que seas mi pareja

— ¿ Qué ? Decididamente creo que estás loco. No es un tema para tomárselo a risa. Mira ya hemos llegado

— Espera. Aún no has respondido

— Ni voy a hacerlo. Hay dos caminos, difíciles, pero es así: Uno sopesar tus predilecciones por mi. Dos, si lo aceptara, no trabajaría para ti. Y necesito trabajar para ganarme la vida: no deseo convertirme en una "mantenida". Así que lo veo difícil. Dejemos las cosas como están. No he escuchado tu ultima frase.  El lunes iré a trabajar a tu empresa, si es que aún tengo ese puesto de trabajo.

— Me has dejado sin palabras. No deseo que seas mi mantenida, como dices, sino algo más. Pero veo que no piensas igual, así que... Ve tranquila: el lunes nos veremos en la oficina.

Llegaron en silencio hasta el domicilio de ella. Se despidieron estrechando la mano y él esperó a que ella desapareciera en el interior.


jueves, 15 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 7 - Una velada agradable

 Ambos estaban sorprendidos al verse frente a frente. No es que se vieran por primera vez, pero había sido   en situaciones muy distintas, aunque su anterior cita, fue agradable. Había pasado algún tiempo. La expresión de ella era de timidez, la de él de sorpresa, agradable, muy agradable.

Seguía sin saber el porqué de la atracción hacia ella. No es que tuvieran mucha confianza, ni tampoco frecuencia para verse. Todo derivaba de los quince días que estuvieron en su oficina desentrañando la trama tejida  para la malversación de fondos. Pensó que posiblemente era admiración por la sagacidad de esa muchacha y la inteligencia que poseía y de la cuál no era consciente.

Estaba guapísima, elegante, muy tímida. Llevaba un vestido sencillo, pero al mismo tiempo elegante, porque precisamente la elegancia radica en eso: la sencillez. No llevaba joyas; creyó que no las tendría. Unas perlas pequeñas en las orejas y un pequeño collar también del mismo material, de una sola fila  en el cuello. Se había maquillado ligeramente, resaltando los ojos. En general estaba preciosa.

Anthony, quizá no esperaba que resultara tan bien ¿ Por qué ? En realidad más o menos arreglada la vió una sola vez: en esa noche que cenaron juntos.  Pero en esta , se la veía magnífica. 

Era como si, ahora,  presintiera que sería una reunión de "negocios", ya que iba a proponerla se uniese a su empresa. Ya veríamos al final de la reunión si ella aceptara.

Se saludaron estrechando sus manos. En la de él, al sentir la de ella, notó que estaba algo temblorosa. Pensó que sería porque no tenían mucha confianza y era algo violento para ella. Además pensaba que no era una reunión de amistad, sino de negocios; algo más frío.

Anthony estaba encantado de la vida de volverla a ver. Ni él mismo entendía el porqué de esa impaciencia por iniciar la conversación, no de lo que les había llevado a ese restaurante, sino porque presentía que iba a ser una reunión trascendental, e ignoraba el porqué. 

La miraba de vez en cuando de frente, y no podía evitar recordar la imagen de ella en el aeropuerto, tan desgarradora. Instintivamente acariciaba el anillo. Era un gesto que, seguramente haría en más de una ocasión, pero que le unía a ella desde que supiera que le había reconocido por él.


—¿ Te apetece una copa ? - la preguntó para romper un poco la tensión que ambos tenían.

— Sí, por favor. Lo que tú tomes estará bien - respondió

Anthony la miró sonriente . La veía tímida, nerviosa. No sabía que imponía tanto a esta muchacha. Trataba por todos los medios que se relajase. Lo que deseaba era que ambos disfrutaran de la velada. Él deseaba estar con ella; le era simpática y en cierto modo la estaba agradecida por el buen trabajo que hizo.
Iba a pedirla que se integrada en su financiera, no porque le fuera simpática, sino porque era una mujer muy valiosa e inteligente, y admiraba a las personas que  no eran superficiales, sino responsables de la tarea que les encomendó y que gracias a ellos, recuperaron en parte todo lo evadido.

No sabía cómo hacérselo notar. Pero también tenía sus dudas al respecto. ¿ La admiraba sólo y exclusivamente por su valía como profesional, o como a una bonita mujer?

Precisamente no es que le faltaran mujeres a su alrededor, pero quizás ella, por ser más comedida, le atraía bastante más, que las sofisticadas amigas que tenía. Sabía que personas como ella, la frivolidad no entraba en su  forma de ser, y eso es lo que más valoraba: la verdad. La opinión certera de lo que pensaran sin mirar que estaban hablando ante un gran emprendedor. Porque era cierto que lo era, y con bastante dinero, pero él sólo lo había conseguido, ya que su familia se oponía a ello. Su destino estaba más en las altas esferas, pero no mercantiles o financieras, sino en la política.  Pero él se negó en redondo; no ambicionaba tener poder, sino que lo que consiguiera pudiera ayudar a alguien, pero no a incrementar el capital, sino a distribuirlo mejor y más equitativamente.

El camarero, depositó las copas en la mesa y tras unas palabras para romper el hielo, se dispusieron a elegir el menú. Ella declinó elegir nada: se lo dejó a él.

— ¡ Qué nerviosa está ! En lugar de pasar una buena velada, parece un suplicio para ella. ¿ De qué debo hablar para que no se sienta incómoda? Espero que  con   un coctel se abra un poquito más. Espero encontrar las palabras adecuadas para ganar su confianza. ¡ Por amor de Dios ! Somos de la misma edad... Aunque reconozco que no es la primera vez que me ocurre.  En fin, a ver cómo se me da 


Y efectivamente como lo había pensado, ella,. al terminar su copa, se la veía más relajada, algo que hizo suspirar a su compañero de mesa. Suspiró aliviado. Era la primera vez que le ocurría algo a sí , y esta forma de comportarse, influía también en él, que no sabía por dónde empezar.

Apenas se conocían, simplemente del trabajo y, por tanto era difícil conocer sus gustos personales con el fin de poder comentar algo de... música, cine, teatro... por ejemplo.
Era la primera vez que le ocurría estar cortado por una mujer; era todo lo contrario. Se vanagloriaba de tener una charla envolvente que agradaba a las mujeres, pero claro, que esta situación era diferente.

Era él quién estaba sugestionado por esta sencilla muchacha que le miraba a hurtadillas y sonreía, posiblemente algo envalentonada por el alcohol que contuviera el entrante.

Buscaba en su cabeza rápidamente algo que le hiciera iniciar la charla. Sabía que una vez roto el hielo todo sería más fácil. A pesar de la violencia del comienzo de su encuentro, deseaba estar con ella. Sabía que en algún momento la sonsacaría algo para conversar . Estaba asombrado de verse en esa situación: era la primera vez que le ocurría. Desconcertado decidió abordar la situación y al mismo tiempo dar pie para que ella  también se desbloqueara. Era una mujer de difícil carácter, o al menos así lo veía

— Te noto incómoda ¿ Es por mí ? ¿ Qué te ocurre ? Creí  que pasaríamos una noche agradable, pero pienso que estás aquí sentada, frente a mí, obligada. Es más creo que saldrías corriendo ahora mismo. ¿ ¿Tan antipático te resulto?

Ella abrió los ojos desmesuradamente ante la petición de Anthony.

— ¡ No, en absoluto ! Me impones mucho respeto, pero al mismo tiempo te admiro. No suelo salir con antiguos clientes; eso es lo que me ocurre.

— Pero yo no soy un cliente. Pretendo ser tu jefe. Aunque en realidad esto último no resulta muy bien. Si te intimido como amigo, no quiero ni pensar cómo será siendo jefe. No me como crudo a nadie ¿ ¿sabes?



— Lo siento si  he dado esa impresión. Nada más lejos de la realidad. Solo que... Tienes una personalidad arrolladora y yo soy... bueno ya me ves

— Cierto, te veo. Y por eso mismo es que estamos sentados en un restaurante uno frente al otro. Me interesas, pero no sé si será acertado lo que voy a proponerte. Quiero que trabajes para mí, para mi empresa. Eres una de las personas más capacitadas que conozco, y  procuro rodearme de los mejores profesionales. Aunque en algunas ocasiones no he tenido mucho éxito. William te debió decir algo.

— Me lo dijo, pero debía esperar a que fueras tú quién me lo propusiera. Y bien, me interesa; ahora deseo saber en qué condiciones he de trabajar y en concepto de qué

— Eres muy profesional y eso me gusta. Estarás en la sección de finanzas, en mi departamento haciendo consultas sobre inversiones. Es decir: mi mano derecha. Necesito en ese puesto gente de confianza.

—  Pero apenas me conoces. No sabes si seré...

— ¿ Buena? Si lo serás. Lo sé. Tengo confianza en ti y en mi "ojo clínico". Fija tú misma el salario

— Eso no puedo hacerlo. No seas tan confiado con la gente, o seguirás llevándote sorpresas.

— ¿ Qué te parece si te pasas por la oficina y sobre el terreno terminamos de discutir el tema? Disfrutemos de la noche; seamos dos amigos y olvidemos el trabajo, siquiera por un día

— De acuerdo, me parece bien.

— Bien, pues relajémonos. 


  RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora< rosaf9494quer

Edición< Abril 2021

Ilustraciones: Internet

ENTRADAS POPULARES