miércoles, 14 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 6 - El por qué de las cosas

 Lo que menos podía sospechar  Anthony era lo que acababa de saber, y sin embargo, él,  supo desde que la vió por primera vez, a quién había facilitado aquél viaje. Fue precisamente la angustia de aquella muchacha, lo que hizo que comprara aquél pasaje.  Nunca la había visto, ni sabía de su existencia, pero se puso en su lugar y lo terrible que con llanto suplicaba. Después vino lo de la contratación y la reconoció en cuanto la vió en el despacho junto a William. Pareciera que el destino deseaba unirles, pero él no estaba en sus mejores momentos para fijarse en rostros femeninos, a pesar de que la reconoció de inmediato al ser presentada por William y comprobar que ella ni siquiera se acordaba de aquél episodio, que ignoraba totalmente lo ocurrido en el aeropuerto. Tampoco le dio demasiada importancia. La casualidad había forjado ese encuentro, pero nada tenía que ver con la vida de cada uno, solamente la casualidad .También él se encontraba en una situación familiar complicada, y no quería pensar si alguna vez se viera en esa situación.

Pero fue un extraño anillo, lo que ella recordó. Estaba seguro, una vez conocidos los hechos, que infinidad de veces  estaba pesarosa por no haber podido agradecer a su  casual benefactor, aquel viaje. 

Anthony, no le concedió importancia, fue ella, como podía haber sido otra persona; simplemente él tenía la posibilidad de arreglar aquella situación y no se lo pensó dos veces.

Era una persona generosa y empática con sus semejantes, y si él conocía a alguien que necesitase ayuda y estuviera en su mano arreglarlo, no lo dudaba ni un instante. Esa actitud, fue reprochada muchas veces por su familia, que no era tan altruista, pero había nacido con ese don , probablemente porque no había conocido nunca la necesidad para el vivir día a día como otras personas.  Había nacido en una casa bien, con padres ricos y con todas las facilidades del mundo para obtener cuanto se le antojara, pero también, tenía los pies en el suelo y sabía que no todas las personas tienen las mismas facilidades, y ante él, en esa cena, tenía a una de ellas.

Era una muchacha con sueños, quizá, pero con dificultades para cumplirlos., teniendo un fuerte talento para desarrollar su trabajo y pensó que sería estupendo que formase parte de su plantilla. Andaría más desahogada con el sueldo y se podría enriquecer  más como persona. ¿ Acaso se había convertido en mecenas de la noche a la mañana? 

Desde que la conociera, y dejaron de verse al aterrizar el avión en Irlanda, no había vuelto a pensar en ella, ni siquiera para averiguar cómo le habían ido las cosas, si llegó a tiempo de despedirse de su padre. Pero esa noche lo había sabido.

En un momento de la conversación decidió proponer la incorporación a su compañía cuando todo estuviese aclarado. Era muy inteligente y la quería en el departamento de finanzas. Se lo propondría y estudiaría la reacción de ella. Y tal y como lo pensó así lo expuso. No se andaba por las ramas, siempre iba de frente y tajante cuando deseaba conseguir algo, y además, sería una forma de recompensar el trabajo duro y difícil que les había tocado  desde que se lo  propusiera  a William.

Al jefe de Rosemary, no le gustó mucho la idea. Era desprenderse de un valor efectivo de su oficina, pero también le dijo que pensaba jubilarse dentro de unos meses, y que al menos esperase a que esto ocurriera.

- De acuerdo, lo comprendo y lo entiendo. Además es mejor que esté fuera de todo el embrollo y se incorpore una vez que se haya aclarado todo y partamos de cero. Respetaré tu opinión, y nada sabrá por mi parte hasta que tu te jubiles y liquides el despacho.

- La tengo cariño y me es muy necesaria aquí. Además, está el problema que tenéis; mejor deja que todo pase y se aclaren las cosas, mientras me jubilaré y después si ella acepta, será toda tuya.

Y dejaron pasar los días y los meses. Rosemary nada sabía de la proposición hecha por  Morgan a William. El momento de la jubilación había llegado. Reunió a los empleados de su corta plantilla, ya que la componían tres personas contando con Rosemary. Y aunque todos lamentaron esa decisión, comprendieron que ya era merecido un descanso. La indemnización que les daría, haría que pudieran aguantar unos meses, hasta encontrar otro trabajo.

William, llamó aparte a Rosemary y la anunció la intención de Morgan a que formase parte de su plantilla. Ella se quedó de piedra ¿ Desde cuándo lo sabía ? ¿ Por qué, ni uno ni otro, la habían dicho nada ? Conoció los motivos de boca de su todavía jefe, que la dio instrucciones para ponerse en contacto con Morgan.  De él dependía el momento de su incorporación.

No sabía si estaba muy de acuerdo con el plan que Morgan y William, habían tramado a sus espaldas. Aunque también pensaba que lo hacían para que ella no se viera envuelta entre comidillas con  sus compañeros. Seguro que algunos lo interpretarían como un favor, y lejos de acogerla con agrado, sería el blanco de todas las críticas.
Todos sabrían que ese empleo era como una recompensa por haber abierto la caja de Pandora, ¿ Qué debía hacer?
Por un lado era un ascenso de trabajo, de sueldo y desahogo económico, pero por otro... Lo mejor sería esperar a ver si el financiero se decidía a plantearla el cambio de oficina.

Claro que el tiempo también apremiaba, ya que William daba por cerrada su empresa en pocos días. Pero creyó conveniente esperar y no demostrar interés, aunque ciertamente lo deseaba, 
Había sido su sueño desde que comenzó su carrera. Pero también sabía que no todo iban a ser mieles.
¡ En fin ! ya se vería.

El teléfono sonó estruendoso, mientras veía una película de misterio en la televisión. El timbrazo del aparato, la sobresaltó y tardó en reaccionar unos segundos. Bajó el volumen de la tele y contestó a la llamada

-—¿ Quién es ? -—dijo extrañada

—¿ Rose Mary? Soy Morgan. Sé que no es hora de llamadas, pero he tenido un día de perros y hasta ahora no he tenido tiempo. Imagínese que no he comido ni he cenado en todo el día. Bien. Mi llamada es porque he de proponerla algo ¿ Qué tal si mañana cenáramos juntos y se lo expongo?

-—Señor Morgan, no sé a qué se está refiriendo

Mintió a sabiendas. Demasiado sabía la proposición que iba a hacerla, pero no podía darse por aludida.

— ¿ Una proposición ? Supongo que decente

-—¡ Por supuesto ! Nunca se me ocurriría...

— No se preocupe, ha sido una broma. Disculpe...

-—Tiene sentido del humor. Eso me gusta. ¿ Debo interpretar que acepta mi invitación?

— Adelánteme el propósito de esa reunión y entonces veré si acepto o no.

-—Es referente al trabajo. William me dijo que había hablado con usted sobre  ello.

-—Sí lo hizo

-—¿ Entonces, qué dice?

-—De acuerdo. Dígame hora y dónde

-—A las ocho y la recogeré en su casa ¿ le parece ?

-—Si, de acuerdo. Estaré lista a esa hora.

—Bien, pues hasta mañana,

—¡ Qué extraño es este hombre ! Parecía contento y, sin embargo cuando trabajábamos como auditores, apenas si me dirigía la palabra. Claro que la situación era peliaguda y, si ha resuelto el "tema", estará más tranquilo. Veremos a ver cómo se explica.


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Autora< rosaf9494quer

Edición< Abril 2021

Ilustraciones: Internet


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