viernes, 16 de abril de 2021

El jefe - Capítulo 8 -¿ Algo más ?

 Al fin encontraron el equilibrio y, la noche tensa que se esperaba,  se convirtió en una velada amable, simpática y hasta cómplice. Sus conversaciones fueron de su adolescencia, de sus primeros amores... Sin darse cuenta se estaban confesando Sabían más cosas el uno del otro, aunque siempre algo se quedó en el tintero por parte de Anthony. 

No quería descubrir al cien por cien, toda su trayectoria amorosa; no tenía apenas confianza con ella, y por lo que él podía apreciar, era bastante asustadiza  e impresionable.

Rose Marie pensaba, mientras le escuchaba, que sentía interés por él. Y eso la preocupaba; no quería sentir  nada que le atase a él, además iba a ser su jefe. Tenía que acostumbrarse a "presenciar" sus devaneos con las féminas y no estaba segura si iba a gustarle.

— Frena, frena. No vayas más allá de lo que es. - Se decía porque no la gustaba el cariz que estaba tomando la noche tan alejada de lo que fue el comienzo de la misma.


La sobremesa fue larga, pero distendida. Charlaron de mil cosas sin importancia , anécdotas de cuando eran más jóvenes. Rose Mary, al fin estaba tranquila y a gusto y sonreía con frecuencia y hasta estaba divertida, algo que hizo suspirar a Anthony, al haber conseguido que, al fin, ella se tranquilizara.

Tenía una de sus manos jugando con la copa: la giraba despacio. Los ojos de Rose Mary, se dirigieron a ella y se fijo en el anillo de él. Ya lo había visto con anterioridad, pero eso la hizo recordar el día que lo vió por primera vez, en esa mano y lo tan determinante que fue para ella.

Probablemente, los vapores del vino tomado durante la cena, al que no estaba acostumbrada, hizo recordar aquél día y el motivo de haber visto esa mano generosa. Un nudo en la garganta, frenó de golpe sus risas.

Anthony pensó que probablemente hubiera dicho algo que la incomodase. 

—¿Qué ocurre? ¿ He dicho algo que te ha ofendido ?

— No, en absoluto. Han sido recuerdos dolorosos. Sé que han pasado unos meses, pero la muerte de mi padre me impactó por inesperada.

— ¿ Te lo he recordado yo? Por nada del mundo deseo entristecerte

— No en absoluto. Aunque en cierta manera si has sido tú. Es decir tu anillo. Fue en lo único en que me fijé aquél día.

— Bueno, pues eso tiene solución. No volveré a ponérmelo. No significa nada en concreto. Lo ví en el escaparate de una joyería en uno de mis viajes a Viena y me encapriché de él. Así que...

Antes de que ella se opusiera a su gesto, él sacaba de su dedo el anillo. No deseaba entristecerla, máxime por una cosa de tan poca importancia. Él mismo se extrañaba de que tuviera tantas atenciones con esa muchacha que apenas conocía. Y esa sensación no terminaba de, no sólo entenderla, sino que la rechazaba de plano.


Nunca había tenido tantas contemplaciones con otra mujer. Las tenía respeto y se divertían juntos, pero Rose, era algo especial. No sólo era agradecimiento, Era algo más a lo que se resistía.

Después de esa anécdota la alegría de la noche se tornó más sosegada, y de nuevo volvieron a no saber de qué hablar., No se conocían y era muy difícil mantener una velada sin conocer a la otra persona que estaba al otro lado de la mesa.

Quería conocerla más a fondo, pero sabía que era una tarea un poco difícil, máxime si trabajaran juntos. Ella era muy hermética y sólo veía ese interés en el conocimiento de una empleada,. Sin embargo él, iba más allá. Pero tampoco él estaba satisfecho. Adoraba el estilo de vida que tenía. Sin compromisos de ningún tipo. De libertad absoluta, sin ataduras, pero divirtiéndose y, sabía que si iniciaba cualquier tratamiento más allá del convencional como "amistad", todo se complicaría, y eso no deseaba que pasase, es decir: no pasaría, a poco que pudiera. Había salido escarmentado de otra relación fallida, aunque no por su culpa. No quería pensar en ese episodio. No en esta noche.

Decidieron que ya era hora de retirarse. La preguntó si deseaba prolongar la velada yendo a cualquier otro sitio, o algún paseo, y ella decidió que un paseo sería estupendo.

Así lo hicieron y se encaminaron despacio hasta llegar a casa de Rose. Buscaba en su cabeza algún tema de conversación para que ella saliera del silencio que se había creado entre ambos a raíz del tema del anillo. Pero por mucho que rebuscara, no lo encontraba. Y entonces, sin rodeos la dijo:

— Háblame de ti ¿ Qué haces normalmente? ¿ Cuáles son tus gustos ? ¿ Qué música prefieres? Creo que debemos empezar a conocernos. Vamos a trabajar codo con codo. Debemos conocer uno del otro.

— Mis gustos son muy normales. Mi vida toda es muy normal. Me esforcé mucho en sacar mi carrera; mis padres no se podían permitir que yo durmiera en mis laureles. Y la saqué con buenas notas. Enseguida encontré un trabajo: William, ya lo sabes. Y punto... fin de la historia. Me gusta toda clase de música. Las películas de amores imposibles. Leer me encanta, sobre todo las novelas de misterio y algún clásico. Tengo amigos de mi época en la universidad que veo de vez en cuando. Aspiro a trabajar en una gran empresa, y eso parece que lo he conseguido ¿ no ?... Y eso es todo. Una biografía como hay miles.  Me interesa la tuya, pero, puesto que voy a trabajar a tus órdenes, no deseo saberlo. No sería ético ni profesional. Aunque la imagino

— ¿ Qué imaginas ? — dijo riendo Anthony

— Pues menos quedarte en casa viendo la televisión... todo.

— Bueno no vas muy descaminada. No me gusta la televisión. Tengo bastantes amigos de ambos sexos, pero no pertenezco al patrón que imaginas

— ¿ Qué crees que imagino ?

— Pues un juerguista empedernido. Estoy soltero, no tengo compromiso con nadie y, me gusta divertirme.¿ Está mal?

— No.  Es lo normal. Pero... te he dicho que no quiero saber más. Creo que debo regresar a casa. Es muy tarde

— ¿ Cuándo volveremos a vernos?

— No tengo idea, pero no creo que sea oportuno si voy a trabajar para tí. No me gustan los chismorreos, y si saliéramos de nuevo, seguro que los habría

 -¿ Y eso importa? ¿ Te importa?

— ¡ Claro que me importa ! No tienes idea de lo crueles que son algunos compañeros. No me gustaría estar en boca de ellos. Me despellejarían viva y me dirían que he conseguido el puesto porque me lie contigo. No sabes lo incómodo que es trabajar con esas murmuraciones, y que, cada vez que entras en una habitación, la gente se calle. No, no me guastaría estar en boca de nadie. A pesar de que es absurdo.

— Eso significa que si alguna vez repetimos la salida de hoy, no la aceptarás ¿ no es eso ?

— Si, exactamente eso. Por mucho que me agrada tu compañía así será

— ¿ Quieres decir que te has divertido esta noche ?

— Si. Lo he pasado muy bien

— Pero es absurdo que tengamos que medir nuestras salidas porque alguien levante los pies más altos que la cabeza

— Ya... Pero así es el tema.

— Entonces, aprovechemos ahora que aún no sabes que trabajarás para mí. La noche es joven. Me gustas, Rose. Desde que estuviste trabajando en la auditoría. Y ahora que te conozco más, es mayor mi interés por ti. Y créeme, no voy a renunciar a tí porque a alguien no le parezca bien. No he renunciado nunca y no voy a empezar ahora. Deseo que seas mi pareja

— ¿ Qué ? Decididamente creo que estás loco. No es un tema para tomárselo a risa. Mira ya hemos llegado

— Espera. Aún no has respondido

— Ni voy a hacerlo. Hay dos caminos, difíciles, pero es así: Uno sopesar tus predilecciones por mi. Dos, si lo aceptara, no trabajaría para ti. Y necesito trabajar para ganarme la vida: no deseo convertirme en una "mantenida". Así que lo veo difícil. Dejemos las cosas como están. No he escuchado tu ultima frase.  El lunes iré a trabajar a tu empresa, si es que aún tengo ese puesto de trabajo.

— Me has dejado sin palabras. No deseo que seas mi mantenida, como dices, sino algo más. Pero veo que no piensas igual, así que... Ve tranquila: el lunes nos veremos en la oficina.

Llegaron en silencio hasta el domicilio de ella. Se despidieron estrechando la mano y él esperó a que ella desapareciera en el interior.


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