sábado, 26 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 30 y último - Flores

Estaban reunidos en  una comida familiar para celebrar el buen éxito de todas las pruebas realizadas. A ella asistió Menzies, Meredith y Henry.  Ellos eran toda su familia y debían estar allí celebrándolo juntos.  Mientras los hombres hablaban de algún partido de rugby, Meredith y Elizabeth, un poco alejadas de ellos, servían una copa a los hombres y charlaban de sus cosas.  Meredith dijo:

- Deseo decirte algo - le dijo a Elizabeth
- ¿ Te ocurre algo ? ¿ Te encuentras bien?
 - Soy muy feliz, Elizabeth. Henry y yo vamos a tener un niño, y desea que nos casemos antes de que nazca

Elizabeth abrió los ojos desmesuradamente y se abrazó a la que fue siempre como una hermana para ella.  Ambas, emocionadas lloraban de felicidad, algo que llamó la atención de los hombres que interrumpieron su charla y se unieron a ellas.  De ese modo celebrarían ambas cosas , esas buenas noticias.  Lo que durante algunos días, en esa casa, reinaba la preocupación, hoy celebraban todo lo contrario.  Y el pequeño Michael, también interrumpió sus juegos y se unió a ellos sin saber lo que les ocurría en ese día. ¿ Por qué se ríen tanto?, se preguntaba, y seguía con lo suyo.

Una llamada al timbre interrumpió por algunos instantes la tertulia que todos mantenían.  Else salió a atenderla y regresó con un centro de rosas  maravillosas dirigidas a Elizabeth.  Abrió la tarjeta intrigada.  Lo primero que leyó fue la firma:  William
Se quedó parada unos instantes, y Michael se acercó a ella para saber qué era lo que hacía que su mujer mirase tan atentamente aquella tarjeta que estaba leyendo tan detenidamente, y que decía así:

"Mi querida Beth
He sabido de tu accidente y durante esos días estuve preocupado, porque aunque no lo creas me has importado.  Has sido especial para mí, y ahora a lo que aspiro es mantener tu amistad.Me alegro de que todo se haya resuelto bien y sigas siendo feliz,  porque te lo mereces. Estoy al tanto por Henry de que pronto serás madre de nuevo. Os felicito a ambos porque habéis conseguido la felicidad que todos buscamos y pocos logramos. Quizás haya sido un atrevimiento por mi parte este envio.  Di a tu marido que me perdone. No me inmiscuiré para nada en lo vuestro.  Sé que os adoráis y eso es importante para mi.  Sé feliz, pequeña Beth.  Y Michael,  para tí también  va mi felicitación .  Ámala cuanto puedas;  me consta que ella te quiere  también.  William  ·"

Elizabeth miró a su marido que permanecía a su lado, buscando algún asigno de desaprobación, pero sólo encontró una sonrisa y un beso.  Esa actitud la tranquilizó y respiró aliviada cuando Michael dijo dirigiéndose a ella

- Hubiera sido el único hombre sobre la tierra que no te quisiera, mi amor.  Brindale tu amistad, si es que así lo deseas, nuestra amistad´. Que nada se interponga en ello,porque yo he sido el vencedor y eso no hay quién lo discuta.

Repartió una copa a cada uno de ellos menos a las mujeres que estaban encinta, ellas brindarían con zumo de frutas.  Y alzando su copa dijo:

- Por la amistad, por la buena amistad entre todos.  Salud.

Y por fin llegó el gran día.  No por ser ya conocido, Michael permanecía tranquilo, sino todo lo contrario.  No sabía cómo ayudar a su mujer, que en el asiento trasero del coche, se retorcía de dolor. La pequeña Stephanie, tenía prisa por llegar.  Y llegó a este mundo  una niña preciosa muy parecida a su padre y a su hermano cuando éste nació. Era perfecta, estaba perfecta, y ambos respiraron aliviados.  Por fin la incertidumbre de tantos meses debido a las secuelas que pudiera tener, se habían terminado. Un emocionado Michael la depositó sobre el regazo de la madre que lloraba de alegría.  Las visitas de sus más allegados, pasaron por el hospital a darles la enhorabuena, y a duras penas, Else se llevó a Michael junior, ya que no quería bajo ningún concepto dejar a su hermana.

A solas el matrimonio se miraban y sonreían:  lo habían conseguido, ya eran una familia.  Seguían amándose y habían tenido unos hijos preciosos.

- He pasado un miedo horrible, a pesar de lo que decían los médicos.  Me sentía inquieto por si tuviera alguna secuela, pero me has dado la  más preciosa hija que un hombre podría soñar.
- Yo también he tenido mis dudas, pero ya está.  Se han terminado y tenemos a nuestra hijas entre nosotros.

Después llegaría el turno de Meredith y Henry. Primero fue su enlace y meses después el nacimiento de su primer hijo., al que seguiría  un segundo que sería también niña.  Pareciera que las amigas se habían puesto de acuerdo para seguir las mismas pautas.

Y la amistad y el cariño con Michael y Elizabeth siguió su andadura y la vida, y los años también.  Los chicos iban creciendo a un ritmo más rápido del que ellos quisieran y era imparable.  Cuando quisieron recordar ya estaban estudiando los mayores en la universidad y los más pequeños a punto de hacerlo.  Y sus padres les contemplaban satisfechos de lo conseguido.

Michael tenía el cabello más gris y a  Elizabeth comenzaban a asomarse las primeras canas.  Pero para ellos el tiempo no había pasado;  tenían la misma complicidad y sentían un amor más profundo que cuando se unieron.  Se planteaban un nuevo estilo de vida,  pero siempre juntos.  Esperaron  a que los chicos terminaran sus estudios y entonces ,reunidos los cuatro amigos, tanto Elizabeth como Michael, les anunciarían que deseaban retirarse a algún lugar tranquilo para disfrutar de la vejez que se aproximaba.  Aún tenían edad de disfrutar de la vida

En una de sus comidas familiares, Elizabeth planteó ante ellos, sus proyectos de futuro:  cedería la dirección de la empresa totalmente a Henry y cuando los cuatro chicos terminasen sus estudios, cederles a ellos el negocio.  Henry se sorprendió ya que aún era joven para dejarlo todo, pero la explicación que Elizabeth les dió convenció a los presentes.  El más sorprendido fue Michael, que aunque él quería dejarlo también, nunca pensó que ella lo hiciese

-´Deseo pasar con mi marido todo el tiempo del que dispongamos.  He consagrado parte de mi vida a esta empresa ,. que yo no quería.  Creo que es hora de que el relevo se vaya preparando.  La dejo en tus manos, Henry, porque a pesar de todo, la tengo cariño y sólo tú puedes dirigirla con firmeza.  Ahora ha llegado el momento de hacer las locuras que de joven no hice, y es con mi marido.  Perdernos por algún lugar y vivir la vida como queramos.  Dentro de nada mis hijos harán lo propio con sus vidas;  creo que a nosotros nos ha llegado el momento.

Henry había entrado en esa casa,  en ese día,  como ayudante de ella, y había salido como gerente.  Nunca lo hubiera imaginado.  Pero le parecía magnífico la idea de Elizabeth y Michael, que abandonaría el despacho en breves fechas.  Elizabeth protesto, creyendo que lo hacía por ella , por haber dejado la dirección de su empresa, de una empresa que en un principio se cobró su juventud y parte de su vida

-No mi amor. He seguido con el bufete por tí ,pero me parece estupenda la decisión que has tomado y te seguiré en ella. Recorreremos el mundo si lo deseas.  Viviremos donde quieras y como quieras.  Te dije que eras mi prioridad y así será por el resto  de la vida.


Y cumplieron sus deseos y compraron una casa en los Costwolds que parecía extraída de un cuento de hadas. No era muy grande, pero si lo suficiente para albergar a los chicos o a sus amigos cuando fueran a visitarles. Estaba  a medio camino hacia Londres . Lo suficientemente lejos de la vorágine de la gran ciudad, pero también cerca para desplazarse a la City si lo desearan.   Else también viviría allí con ellos.

 Cuando Henry entregó las riendas de la empresa a los cuatro chicos también compró una casa muy cerca de la de sus amigos.

Y el tiempo siguió su rumbo y los hijos de ambos matrimonios se enamoraron y decidieron compartir sus vidas.  Entre los cuatro atendieron las empresas y aumentaron sus acciones, por tanto nadie estuvo en desacuerdo con la decisión, que por otra parte Elizabeth dejó bien atada..

Thomas Menzies también vivió con ellos.  La muerte le sorprendió mientras dormía. Tuvo una vejez en paz al lado de la niña que había instruido como hija, sabiendo que el legado tenía continuidad. en sus hijos y en los de sus grandes amigos.  Pasaron una temporada mala recordándole pero sabiendo que nunca le había faltado el cariño de aquella niña solitaria destinada a grandes logros, a pesar de que ella no lo quisiera.

Y los chicos,  pronto les harían abuelos, transcurriendo su vida apaciblemente, disfrutando de estar juntos.  William también encontró a una mujer de la que se enamoró y también se casó, pero ellos vivirían en Londres.

Y de esta manera la azarosa, solitaria  y aburrida vida de la juventud de Elizabeth  Clarisse Randall, se vió compensada en  la madurez y vejez con  una vida al lado del hombre que amó desde el primer momento, del que fue su amor para siempre:  Michael.



                                                             F    I    N


Autora:   1996rosafermu
Editado:  Septiembre de 2019
Ilustraciones:  Internet 
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

Pobre niña rica - Capítulo 29 - Sus inquietudes

Al fin pudo contemplar su cara.  Cada rasgo era analizado hasta el más mínimo detalle.  Buscaba algún gesto, algo que le indicara que todo estaba bien. La besó en la frente suavemente para no despertarla y puso su sillón a la cabecera de la cama.  Sus manos descansaban sobre ella, tranquila relajada y tomo una de ellas y la arrimó a su mejilla.  Quería sentir su calor, el contacto con su piel.
Reclinó la cabeza sobre ella y lentamente, suavemente comenzó a llorar.

 La tenía allí, estaba bien y su hijo parecía que también. Era una sensación extraña la que sentía;  por un lado inmensa alegría, pero por otro temor por su pequeño hijo. No quería pensar en ello, pero la inquietud le asaltaba a las primeras de cambio y la palabra malformación se repetía una y otra vez en su cabeza.  Tendría que tener mucha serenidad cuando ella le preguntase por el bebe. Por muchos temores que sintiera, no podía dejar traslucir nada de lo que él sintiera, de la inquietud que tenía.  De todas formas estaba adelantando acontecimientos, puesto que los médicos vigilaban a ambos, y de momento no había aborto, pero en el interior de ese vientre se formaba un ser humano ¿ habrá repercutido todo esto en él?

Esperaba con impaciencia alguna ecografía, algo que les tranquilizara, que pudieran respirar tranquilos y seguir con la vida adelante.  Habría de tener paciencia.  El no podía hacer nada, y la impotencia le exacerbaba, acostumbrado como estaba a resolver cualquier problema que se presentara.  Pero ésto era diferente; era una situación nueva e importante a la que nunca imaginó pudiera enfrentarse.  Pero ahí estaba.  Eso también forma parte de la vida y la rueda  de la fortuna de cada uno de nosotros, a veces también  toca el lado amargo de ella.

Salió al control de enfermeras y les pidió un calmante;  la cabeza iba a estallarle de un momento a otro, y no podía desfallecer, necesitaba tener fuerzas para ella,  por ella.  Le iba a necesitar de ahora en adelante, y siempre estaría ahí, cuídándola, protegiéndola y amándola con todas las fuerzas que aún le quedaran.


Y pensó en cómo era su vida de antes, y las juergas que se había corrido con sus amigos.   ¿Qué pensarían ahora al verle tan afligido por la mujer que descansada en esa cama de hospital?  No le importaba lo que dijeran, porque su vida anterior ya no contaba para él.  Su mundo descansaba a su lado y dormía en su casa. Nada más, en eso se basaba su vida, y en esas personas se centraba todo. Por ella abandonó su cómoda vida, las cenas con amigos, los disfrutes con amigas...
 Todo lo cambió el rostro aniñado,  casi infantil,  de ella.  Cuando le contó cómo había sido su vida, supo en ese instante que se dedicaría a hacerla feliz y si ella le aceptase  formar una familia.  Y ella aceptó, y la estaban formando,. y nunca imaginó ser más feliz que entregándose en cuerpo y alma a ella y a sus hijos.

Mientras reflexionaba, no se dió cuenta de que unos ojos brillantes, tiernos le miraban, pensando que estaba dormido.  Michael volvió a besar la mano que tenía entre las suyas, y entonces se dió cuenta de que Elizabeth le miraba con los ojos llenos de lágrimas

- ¿ Qué te ocurre? ¿ Te encuentras mal ? ¿ Llamo a las enfermeras? -le dijo angustiado
- No, no.  No es necesario, estoy bien.  Sólo que ...  Te tengo aquí. Pensé que ya no te importaba,que no me querías
- ¿ Qué no te quería ? ¡ Cielo santo si lo eres todo para mí !  Perdóname yo he tenido la culpa de todo. Si la noche hubiera terminado como siempre, probablemente no estaríamos aquí.  No vuelvas a dudar de mi amor, porque lo sois todo-.  Se inclinó sobre ella y la besó suavemente, pero poniendo el corazón en ese beso
- ¿Qué fue lo que ocurrió? - la preguntó
- Iba distraída.  Se me cruzó un animal no sé cuál si un conejo, un zorro, o un perro.  No me dió tiempo a verlo. No quería atropellarlo y di un volantazo.  Posiblemente iba a más velocidad de la debida.  No lo sé.

- Amor mio ¿ por qué ibas distraida?  Fui yo el causante ¿ no ?
- No tuviste nada que ver con ese accidente, no te culpes de nada, fue una casualidad, simplemente. ¿Cómo está todo ?

 La gran pregunta, la que tanto temía Michel, aquí estaba formulada.  Debía hablar con seguridad para infundírsela a ella.  Al menot titubeo sabría de sus dudas, y ahora lo que necesitaba era tranquilidad para recuperarse, y que ello influyera positivamente en el bebe

- Todo va bien, cariño. Normal.  Tu estás bien, dentro de las heridas que recibiste y que se van curando.  Y si te refieres al bebe, todavía lo tienes dentro;  eso es señal de que todo está en orden. Te harán una ecografía y entonces todo marchará como una seda.  Ocúpate de ponerte bien para irnos pronto a casa.

No quería darle esperanzas por si algo no funcionaba correctamente, pero ¿ cómo decir lo inquieto que estaba?  No encontraba las palabras justas y adecuadas, no quería pronunciar:  todo es normal, hasta que los médicos les aseguraran que no había riesgos de nada.  Posiblemente, al día siguiente le hicieran la ecografía y alguna otra prueba que no sabía, y la incertidumbre  se borraría de sus cabezas.

Y al fin ya estaban en casa y esperanzados, al menos Elizabeth, porque Michael aún tenía dudas a pesar de que la ecografía no diera nada anormal.  Tenía miedo. Él,  que nunca lo sintió en cualquier circunstancia que la vida le presentara, pero ante ésta estaba muy preocupado..  Se cuidó de hacérselo notar a ella, que por fin estaba recuperándose y parecía que volvía a ser ella misma. Debían esperar un tiempo más para conseguir la prueba definitiva que les tranquilizase definitivamente : una amniocentesis.

Mientras era practicada, en la sala aguardaba un Michael nervioso, preocupado e inquieto.  Del resultado que diese dependía la tranquilidad y aguardaría con esperanza la llegada de ese hijo tan deseado y a la vez tan complicado por las circunstancias que concurrieron  a ello.

Y cuando supieron el resultado, respiraron aliviados.  Era una niña y todo era normal y su desarrollo era normal.  Ambos padres se abrazaron emocionados.  Ambos tenían los mismos temores, la misma preocupación, pero ninguno comentó nada al otro para no aumentar más  la inquietud.  Ahora todo iría bien y aguardarían con emoción la llegada de esa preciosa criatura amada y bendecida.

Reían sin parar, todo les parecía maravilloso.  Su amor había sido puesto a prueba y lo habían superado con creces.  Ya estaban en casa felices hablando sin parar con Else, explicándoles todo una y mil veces.  Menzies reía al escucharles.  Eran como dos chiquillos enamorados.

- Elizabeth ha elegido bien-, se dijo uniéndose a las risas de ellos.

 Michael jr. les miraba y sin darse cuenta también sonreía a verles, aunque no supiera muy bien de que reían.  Sólo sabía que iba a tener una hermana muy pronto a la que atendería y ayudaría a su mamá en el cuidado



Pobre niña rica - Capítulo 28 - Remembranzas

Paseaba.  Salía al jardín... pero no encontraba la manera de acortar el tiempo que le permitiera volver a verla , o al menos saber cómo estaba.Cada dos horas, salía un auxiliar de la UCI a darle su estado , que permanecía inalterable, lo que constituía, en parte un alivio para Michael.
Y de nuevo se recostó en el sillón y cerró los ojos, evocando la figura de su mujer.  Y comenzó a recordar cómo surgió todo.  No se acordaba de  por qué fue a ese lugar  y haciendo tiempo, cogió la revista y comenzó a pasar sus páginas. Y,  cómo esa mirada de ella le caló hasta lo más íntimo.

Recordaba la cantidad de veces que la había visto y cada vez sentía más interés hacia ella, hasta el  punto de llevarse la revista a casa. Y la emoción que sintió al subirse al avión para conocerla personalmente, y la impresión que le produjo al verla.  Su primera cena juntos, su primera charla juntos, y su primera vez que hicieron el amor.  El escalofrío que recorrió su espalda  cuando acarició por primera vez su piel, y besó sus labios.
 Eran recuerdos imborrables para siempre y que esperaba que para ella hubiesen sido iguales.  Al verla ante el juez, engalanada para ser su esposa, todas las palabras que había preparado para decirla, se le borraron de la memoria y su garganta no le obedecía.  Pero entonces ella le sonrió, y abrió su corazón dando rienda suelta a la emoción que sentía. Al poner la alianza en su dedo, fue de una emoción nunca antes sentida, a pesar de haberlo hecho con anterioridad.  Veía los ojos de Elizabeth brillantes, emocionados y a su vez él también lo estaba.  Nunca había sentido una emoción como aquella; su más ferviente deseo acababa de cumplirse. ¿ Se enamoró por primera vez de ella? ¿   Todo lo vivido con anterioridad no había sido enamoramiento?  De algo estaba seguro, como el que sintió con ella, indiscutiblemente no.
Todas estas sensaciones  quería decírselas . Hacerla comprender que era  su eje central que juntos habían formado un hogar y estaban creando una familia deseada y amada y que no podía perderla.

 No la perdería, porque la necesitaban tanto su hijo como él y que sin ella todo lo habría perdido.  Sabía el valor que representaba en  su vida : se lo diría a diario cientos de veces hasta hacérselo comprender.

- Ella te ama, no lo dudes. - le decía su yo interior

Y volvió a imaginarla con su vientre abultado de pre mamá, y ese hijo que esperaban con tanta ilusión no podía malograrse.  Ya le amaba sin conocerle,  por ser de ella, por ser un trozo de ambos.  Saldría adelante, y crecería en su vientre y le daría a luz, y jugaría con su hermano.  Y ellos les contemplarían felices.  Pero también todo eso podría truncarse;  no quería ni pensarlo.  Refunfuñó para si mismo de que no saliera alguien a decirle algo.  Miró el reloj y se dió cuenta de que el tiempo no corría, estaba detenido y su impaciencia era la que galopaba.

Trato de dar una cabezada, para al menos hacer más corta la espera.  Aún faltaba media hora para que salieran a darle noticias.  Se dirigió a la máquina del café y tomó uno, solo, cargado;  debía tener su cabeza despejada y a duras penas lo conseguía. Pensaba y pensaba mil cosas y todas negativas, y seguía culpándose del accidente.  Pensaba lo irónica que es la vida.

- Durante siglos hemos pensado que las mujeres son las débiles, que dependían totalmente de nosotros, pero no es así.  Sin ellas estamos perdidos. Son el pilar de nuestra vida; se multiplican, se dividen para atender a todo y a todos y siempre tienen una sonrisa para nosotros al llegar a casa, aunque hayan estado enfermas y agotadas por el trabajo:  la casa, los niños...,  y nosotros, que la mayoría de las veces llevamos los contratiempos del trabajo al hogar y ellas son nuestras terapeutas. No podría vivir sin ella, y ruego a Dios que no me falte-.  Y mientras apuraba el café,
 paseaba impaciente por la sala.


Estaba ya amaneciendo cuando una enfermera salió a decirle que en unas horas la trasladarían a planta, una vez que entrara el turno de día.

- La noche la ha pasado tranquila y ha preguntado por usted.  Le dijimos que estaba en la sala y sonrió suavemente.
- Gracias. No sabe lo que estoy necesitando noticas como esta
- No se preocupe.  Como le digo ella está tranquila.  Le avisaré cuando vayamos a bajarla.  Y ahora trate de descansar aunque sea un poco
- Muchas gracias, pero no se lo prometo - Ella se rió y entró de nuevo en la UCI

Suspiró aliviado y deseando verla, abrazarla y que el tiempo corriese.  Pero algo le tenía intranquilo y era la salud de su pequeño.  Tendría alguna secuela. Era un feto aún, se estaba formando y tenía un miedo espantoso  a que hubiera repercutido en él.  Sabía que ella le preguntaría y aunque la diera una excusa hasta que hablase con el médico más ampliamente debería mentir con algo que fuera creíble.
  Y eso justamente es lo que ella hizo, para evitar que él se encelara de William y lo que motivó su agria discusión.  Ahora lo comprendía, que no siempre puedes decir la verdad, sino disfrazarla un poco para que la otra persona no sufra. Eso fue lo que ella hizo y lo que él hará  si las cosas no salieran bien.  Pero lo importante ahora sería que dentro de poco estarían juntos y no adelantar acontecimientos hasta hablar con quienes verdaderamente tienen las respuestas a ese supuesto.

Para hacer tiempo, fue a la floristería del hospital y encargó un ramo de rosas, grande, espectacular.  Quería lo mejor para ella que se sintiera como en casa no en la fría habitación de un hospital.  Y el turno de día entró y media hora más tarde el chirriar de las ruedas de una cama llegó hasta sus oídos.  Salió de la sala en la que aguardaba y comprobó con alegría que se trataba de ella bajándola a planta.
 Les acompañó y a penas podía articular palabra.  Sólo tomaba su mano y sonreía, ambos sonreian. Besó su frente y tuvo que hacer esfuerzos para dominar la emoción que sentía.  Ella le miraba fijamente  sin hablar, buscando en su rostro algún signo que la dijera que todo estaba bien, que ellos estaban igual que siempre, y él adivinando lo que pensaba, dijo si,  con la cabeza y volvió a besarla.

viernes, 25 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 27 - La desesperación de Michael

El timbre de la puerta del domicilio de Michael y Elizabeth sonaba sin cesar, nadie respondía.  La pareja de inspectores  aguardaron unos minutos, y por fin Else , con el niño de la mano,  llegaba de la guardería.  Alarmada escuchaba las explicaciones de los policías y no podía creer lo que oía.  Rápidamente llamó al móvil de Michael que no respondió tampoco, pero le dejó un aviso de que se pusiera en contacto con ella lo más pronto posible.

 Michael se encontraba conversando con el cliente  al que había visitado en Edimburgo. Para no ser interrumpido, había apagado el móvil, por lo que tampoco recibía llamadas.  Seguía enfadado con su mujer, pero al mismo tiempo deseaba terminar cuanto antes con el cliente, ir al hotel y hablar con ella.
Cuando llegó al hotel, se tumbó en la cama y encendió el teléfono y entonces vió que tenía un aviso urgente de Else. ¿ Estaría enfermo el niño, Elizabeth ? ¿ Qué había ocurrido ?    De inmediato marcó el número de Elizabeth, pero ella no contestaba.  Cada vez aumentaba más su angustia y temblando llamó a su casa.

- Señor, al fin ha llamado
- Else ¿ qué ocurre ?
- La señora ha tenido un accidente.  está en el hospital
- ¿ Qué ? ¿ En qué hospital ?  ¿ Qué ha ocurrido ?

Estaba nervioso.  Elizabeth hospitalizada y él lejos. ¿ Por qué no la llamó ? Se encontrará sola ya que Else está atendiendo al niño. ¿Lo sabrá Menzies?  A penas podía marcar el teléfono del tutor.  Sus palabras se atropellaban. Uno preguntaba y el otro no sabía responder pues acababan, ambos de enterarse

- Salgo ahora mismo para el hospital.  Seguramente no será nada, tranquilízate. En cuanto hable con los médicos volveré a llamarte. - le dijo Menzies tratando de apaciguar su nerviosismo
- Mañana regreso a Londres. Díselo.  Que la quiero más que a nadie y que estaré con ella mañana mismo.  Díselo, por favor.  Es muy importante que se lo digas
- No te preocupes, así lo haré.  Y ahora tranquilízate. No me entretengo más.  Te llamo luego

Cuando cortaron la comunicación ambos estaban nerviosos.  No sabían nada de lo ocurrido ni de la gravedad del accidente, y por qué se produjo.  Michael rápidamente contactó con su cliente para pedirle disculpas y explicarle lo que había ocurrido.

-Me reemplazará mi segundo. Confíe en él; Es un extraordinario abogado.  Le pido perdón, pero es un caso urgente y he de regresar a Londres
- No se preocupe.  Atienda a su familia. Espero a su segundo.  Deseo que no sea tan grave como parece ser que es.  Lo siento.

 En realidad debía haber acudido su segundo, pero enfadado como estaba con Elizabeth, decidió a última hora que él acudiría.  Quiso castigarla ¿por qué ?
  Y  avisó  a su oficina para que se pusiera en camino el segundo abogado lo antes posible, explicándole el porqué tenía que regresar a Londres A continuación haría las gestiones para lograr un avión de regreso a Inglaterra.  No podía estarse quieto.  El tenía la culpa.

Y consiguió un vuelo a las siete de la mañana.  Tenía toda la noche por delante que se le haría interminable.  Estaba  en contacto permanente con Menzies y con Else, pero ellos no podían decirle más que estaba tranquila y esperando  su reacción.  No le decían más, porque tampoco deseaban alarmarle más de lo debido.  Pero Michael lo estaba y mucho, porque no sólo se trataba del estado de su esposa, sino del hijo que llevaba dentro.

Se culpaba una y otra vez de lo ocurrido, aunque no tuviera culpa de ello.  Se reprochaba lo duro que había sido con ella, y lo cierto es que le había dado todo tipo de explicaciones, pero su miedo a perderla provocó la discusión y su distanciamiento.  Jamás se perdonaría el no haberla besado al despedirse, y el haberla dejado ir sin una mirada y caricia de cariño. Si la ocurriera algo, jamás se lo perdonaría.
 Durante todo el vuelo  estuvo impaciente y nervioso; él no era así, pero nunca se había visto en una situación como la que estaba viviendo. Nunca había amado tanto a una persona como amaba a Elizabeth ¿ Qué es lo que había ocurrido ?  Else le había dicho que había salido a despejarse .  Estaba claro, estaba angustiada por su enfado, No se equivocaba: él tenía la culpa de todo.

Un coche de la empresa enviado por Henry le recogió en el aeropuerto. No habló durante todo el camino.  Solo ansiaba llegar cuanto antes al hospital y averiguar de una vez lo ocurrido.  Preguntó en recepción y enseguida se encontró con Meredith y Menzies que aguardaban impacientes las noticias de los médicos.

- ¿ Qué ha pasado ? ¿ Está bien ? ¿ El niño está bien? - preguntaba desesperado
- Cálmate.  Te diremos lo que nos han dicho hasta ahora.  Está inconsciente por el golpe recibido en la cabeza y por un calmante que le han dado  y por eso permanece dormida. Tranquilízate, su vida no corre peligro. Tiene un pequeña luxación en una costilla debido a la presión del cinturón y del airbag, pero gracias a eso no ha ido a peores. Se recuperará pronto.  En cuanto al bebe... hay que esperar.  Es muy pequeño y no saben el impacto que haya sufrido, si es que lo ha tenido.  Por eso la tienen en la UCI, no por ella, sino observando la reacción del bebe.
- ¿ Sabéis qué ocurrió ? - dijo Michael angustiado
- No, exactamente.  Cuando llegaron los sanitarios ella estaba a punto de perder el conocimiento, y sólo les pudo indicar,  como pudo,  que estaba embarazada. Es posible que se distrajera o que un animal se cruzara en el camino.  Habrá que esperar a que ella pueda explicarlo.

Michael se reprochaba lo mismo que se había recriminado desde que supo lo ocurrido.  No paraba de dar vueltas por la sala en la que estaban.  Meredith gimoteaba quedamente, y Menzies apenado también entornaba los ojos pensativo.  No sabían el tiempo que había transcurrido cuando el médico apareció ante ellos.  Las preguntas se agolpaban en su boca y  pacientemente las iría respondiendo.

- Su esposa ha tenido mucha suerte, no obstante la estamos observando.  Si todo marcha bien, quizá mañana la bajemos a planta.  El bebe no presenta síntomas de aborto, por lo que esperamos que no haya sufrido daños y siga adelante con el embarazo.  Pero también hemos de observarlo.  De momento, la situación está controlada.  Podrán entrar a verla dentro de un rato; una enfermera les conducirá hasta ella.  Y esto es todo cuanto puedo decirles de momento

Los tres respiraron aliviados, pero Michael se sentó en un sillón embargado por la tensión que sentía y preocupado por la situación del bebe.  El médico le había dado buenas noticias, pero hasta que no viera la evolución no quería hacerse ilusiones, el peligro de aborto aún persistía.

Y  por fin pudo verla. Estaba pálida, pero respiraba tranquila y sin ayuda.  Tenía un golpe en la frente y algún hematoma en una de las mejillas.  Estaba quieta y eso  encogía el corazón a Michael.  Tomó una de sus manos y las beso suavemente y acarició su vientre transmitiendo a su hijo el amor que sentía por ellos y su preocupación constante..  Se arrodilló por un momento a la cabecera de la cama de su mujer y acariciando su cara la pedía perdón y la aseguró que nunca más volvería a ocurrir.  Una enfermera le avisó de que la visita terminaba y podría volver a verla esa misma tarde.  Obediente salió ;  no quería que nada alterase el cuidado de su mujer

Decidió ir a su casa para ver a su hijo, asearse y cambiarse  de ropa.  De esa manera su cabeza estaría distraída y el tiempo se le haría más corto .  Estaba algo más tranquilo después de haberla visto, pero al mismo tiempo estaba sobrecogido.  Nunca la había visto ni mas quieta, ni más pálida, y un escalofrío le recorrió la espalda.  Pacientemente habría de esperar a la tarde para volver a verla, pero en cuanto recogiera a su hijo de la guardería, volvería al hospital  aunque no pudiera verla hasta más tarde, pero al menos se sentía más cerca de ella aguardando en la sala de espera.

Estaba solo en esa sala.  Era avanzada la madrugada. Elizabeth  permanecía igual que por la mañana ¿ eso era buena señal ? Posiblemente si.  Se acomodó en un butacón; no se movería de allí, a pesar de la insistencia de Menzies y de Henry que habían acudido al hospital. El silencio en aquella zona era intenso y a la vez aplastante.  Reclinó su espalda en el respaldo y entornó los ojos.  No quería dormir, no mientras ella no se recobrara. Le dolía horriblemente la cabeza, y no paraba de recordar a su hijito que llamaba constantemente a su madre.  Tan sólo unos metros le separaba de Elizabeth, pero al no poder verla era como si una gran distancia apartara el uno del otro. Comprendía que tenía que ser así, que era por su bien, pero ardía en deseos de acariciarla y de besarla. Tendría que esperar.

Pobre niña rica - Capítulo 26 - Lo inesperado

Y ya no pudo resistirlo más.  Se volvió hacia ella,pero en su rostro no había complacencia, sino un gesto de enfado que la alarmó ¿ Qué había ocurrido durante su ausencia? ¿ Por qué estaba tan enfadado?  Le besó, pero él no devolvió el beso y algo la avisó de que se avecinaba una fuerte tormenta, Pero ¿ por qué, por su tardanza en llegar a casa?  Nunca le había dado tope de hora y siempre la había esperado levantado, claro,que nunca había llegado tan tarde. Quizás se había pasado de la raya, pero hablando con William  se le había ido el tiempo entre las manos.  Al fin había podido decirle cuanto llevaba dentro desde años atrás.  Que conocía su actividad  pasada o quizá presente aún.  Pero que ya nada importaba porque, al fin, había encontrado al hombre de su vida, y no era él.
¿ Sería el momento ahora de explicarle  por qué no lo hizo antes ? Posiblemente, con Michael enfadado, no.  Pero debía hacerlo.  ¿ Cómo empezar a hablar ? Él parecía no estar por la labor,no obstante lanzó su pregunta a sabiendas de que la respuesta iba a ser algo airada

¿ Te encuentras bien ?  Te pido disculpas por mi tardanza.  He de explicarte algo
- Olvídalo. Hazlo mañana.  Ahora no tengo ganas de escuchar más excusas
- ¿ Excusas.  De qué? ¿ Por haber llegado tarde ?
- Sabes de sobra que no es ese el motivo. ¿ Dónde has estado?  Henry me llamó  hace horas porque quería hablar contigo y  pensó que ya estabas en casa. Así que sí explícame dónde has estado.  Con él ¿ verdad ?  Me lo ha dicho Henry.  Tú ni siquiera has mencionado su nombre en todos estos días. Simplemente me decías que eran problemas de la oficina.  Y resulta que el problema tiene nombre y apellidos.  ¿ Habéis recordado los viejos tiempos? ¿ Has recordado cuando él te hizo mujer? ¿ Os habéis acostado de nuevo ?
- ¿ Cómo se te ocurre decirme eso? No tienes ningún derecho. Yo nunca te he reprochado nada de tu vida anterior. Me has hecho daño, porque no es cierto; nada ha ocurrido.  hemos hablado y le he mandado a paseo si es que eso te interesa. No existe nadie ni existirá más que tú. Eres injusto, simplemente  hablamos, aunque si es cierto, él quería algo más, pero al decirle que estaba casada,. que tenía hijos y que te adoraba, replegó rápidamente.  Era una conversación que teníamos pendiente desde hacía mucho tiempo.  Es cierto, no te mencioné su nombre, por no crear violencia entre nosotros, pero pensaba decírtelo cuando todo hubiera pasado. Y no nos hemos acostado;  nunca lo haría ni lo haré mientras seas mi marido.  Te quiero, eres lo más importante para mí.  Tenemos un hijo y vamos a tener otro ¿ en serio crees que me hubiera acostado con él?
- No quiero escuchar más.  Estoy muy cabreado, y celoso.  No quiero seguir hablando porque no deseo decir algo que te hiera. Ya hablaremos mañana, o el mes próximo. O el año que viene, no importa el tiempo. Ahora duerme
- Eres muy irónico y me estás devolviendo la papeleta y no tienes razón.  Nunca te he faltado, pero ahora no se te puede decir nada. Tienes razón, hablaremos cuando estés en disposición de escucharme y no tengas suspicacias respecto a mi.  Buenas noches

Apagó la luz de su lámpara y se dió la espalda.  Era la primeravez que habían tenido una discusión seria. La primera vez que no la había hecho el amor al acostarse, y la primera vez que no la besaba deseándola buenas noches.  Demasiadas primeras veces.  ¿ Había comenzado el declive de su matrimonio.  Michael no hizo ningún gesto de acercamiento.  Estaba dolido y muy preocupado. Era mayor que ella y la punzada de los celos le corroía por dentro.  Precisamente con él, pero ¿hubiera sido distinto si se tratara de otro hombre?  Rotundamente no, le hubiera dolido igualmente.  Estaba aterrado de pensar en perderla. Ninguno de los dos se movió en la cama para no rozarse.  Elizabeth lloraba bajito para que él no se diera cuenta de ello, y Michael se mordía la boca para no darse la vuelta y abrazarla y besarla hasta la extenuación.  Pero su amor propio, aunque injustamente, estaba muy dañado y debía esperar a curarse.

Se levantó y tampoco la dió los buenos días al creerla dormida.  Ella tampoco pronunció palabra. Cuando él bajo  para desayunar, ella se levantó se vistió y se reunió con él.  No iba a desayunar; su estómago no la admitía nada, a sabiendas de que si no lo hacía, se sentiría mal y las náuseas volverían.  Pero quería irse cuanto antes.  No soportaba  el enfado y la indiferencia de su marido.   Y que creyese que ella le había sido infiel.

- Que tengas un buen día - le dijo a modo de despedida
- ¿ No desayunas?
- No, no tengo apetito
-Has de tomar algo, de lo contrario te sentirás mal
- Gracias pero ya lo haré más tarde
- Se me había olvidado decirte, que hoy he de viajar a Edimburgo y posiblemente estaré un par de días fuera.  Te llamaré desde el hotel
- ¿ Es por venganza ?
- ¿ Me crees capaz de eso?
- Déjalo. Está bien. Ya nos veremos a tu regreso

Salió con un nudo en la garganta.  Estaba segura que no iba por negocios, ni siquiera a Edimburgo;  deseaba alejarse de ella.  Ya no la amaba.  Se subió al coche y arrancó con un chirrido en las ruedas que hizo girar la cabeza de Michael extrañado de su forma de conducir.
 No podía concentrarse en el trabajo pensando en el disgusto que tenían por algo que no había pasado y que probablemente no hubiera ocurrido si ella hubiese sido clara con Michael.  No había tomado alimento alguno, y como consecuencia las náuseas estaban a la orden del día.  Henry se personó en su despacho para comentarla algo, pero al verla con tan mala cara, preocupado la obligó a regresar a casa.  No quiso comentarle nada;  eso pertenecía a su vida privada, pero lo cierto es que no tenía ningún interés por estar trabajando.  llegó a su casa y le dijo a Else que no se encontraba bien y que se acostaría un rato

- Cuando llame mi marido, pásamelo, por favor.
- Así lo haré.  Ahora descanse

Y se quedó dormida, pero con un sueño en duermevela y con alguna que otra pesadilla en la que se mezclaban  rostros  entre penumbras.

Y de nuevo volvía a llorar.  Necesitaba a Michael a su lado y no le tenía.  Y lo peor se había marchado enfadado y aún no había llamado. Comprendió la intranquilidad que debió sentir él con su tardanza ¿ Lo haría como castigo  ?  Nunca lo había hecho;  no le creía capaz de comportarse como un niño mal criado.  Sabía que ella no se encontraba bien , y él nunca hubiera dejado de preguntar mil veces cómo se encontraba.  Estaba muy depresiva, por su estado y por el disgusto que habían tenido. ¿ En lo sucesivo sería así ? ¿Se había terminado su luna de miel ?  Tampoco se levantó para comer recibiendo la reprimenda de Else, que al fin consiguió que tomara un poco de sopa

- Se encontrará mejor en cuanto tome alimento - la dijo

Y  era cierto, pero el sentimiento de frustración no la abandonaba.  Se acercaría a algún sitio para distraerse.  Quizá fuera en el coche y marcharía a las cercanías de Londres a respirar un poco de aire fresco.  Hacía un día brillante, a pesar de su estado de ánimo.  Se duchó, se vistió y le dijo a Else que iría a tomar algo de aire, para hacer tiempo hasta que el niño llegase de la guardería. Cogió su bolso y las llaves, y salió sin dirección concreta.  Tomaría una calle, una carretera y pararía en algún lugar a tomar el sol.

  Iba abstraída en sus pensamientos.  En que Michael no la había llamado siquiera para decirla que había llegado.  le había perdido;  ya no querría nada con ella.   Las lágrimas inundaban sus ojos.

- Dios mio, ¿ por qué me has hecho amarle si le he perdido ? Debí contárselo, debí hacerlo...

Y de repente... un animal que se cruza....No le había visto.  Ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar, dió un volantazo  y fue a estrellarse contra un árbol de la carretera.

 Se dió un golpe en la cabeza no sabía con qué. . El airbag la oprimía el pecho impidiendo su  respiración.  El cinturón de seguridad se clavaba en su pecho.  En ese instante tomó consciencia de lo ocurrido. Puso sus manos sobre el vientre y,  sin saber cómo, pudo alcanzar su bolso y coger su móvil.  Llamo a urgencias y a duras penas dió el lugar en donde se encontraba

- No cuelgue el teléfono para poder localizarla.  Vamos para allá.  Aguante,  tardaremos poco

Al momento se desmayó.  Sólo se recobró un poco al sentir que su cuerpo era trasladado hacía no sabía dónde.  Sólo atinó a balbucear

- Mi hijo

 Escuchó muy lejana, una voz que decía " hay un niño ". Pero nadie lo encontraba y la desesperación cundía entre los sanitarios.  Antes de desmayarse de nuevo, indicó con sus manos su vientre

- Está embarazada.  Está embarazada. No te preocupes, te pondrás bien.

Es lo último que escuchó.Una espesa niebla invadía sus sentidos, abría la boca para hablar, pero las palabras no salían de su garganta.  Quería pronunciar el nombre de él y era como si lo hubiera olvidado.  Después se sumió en un sueño profundo.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 25 - Extraños

William recibió una llamada de Henry citándole para que la Junta le conociese y explicara verbalmente su trabajo, aunque ya lo conocían sobre el informe redactado y los planos efectuados. Formalizarían el contrato y las obras  ya contratadas, comenzarían en un breve espacio de tiempo.  Una vez finalizada la reunión William pidió hablar con Elizabeth.  A ella la pillo desprevenida, ya que no tenían nada más que hablar, pero él insistió.  No tenía ni idea de lo que quería.  Tras poner miles de excusas, aceptó al fin;  cuanto antes saliera de ésto antes le perdería de vista.
Llamó a Michael y le dijo que se iba a retrasar un poco por cuestiones de trabajo.

- No vengas muy tarde. ¿ Quieres que vaya a buscarte ?
- No, no es necesario.  Es una cena de trabajo;  ya sabes como son estas cosas.

  Conocía que había un trabajo,  era muy interesante,  por el que se habían reunido para concretar todo, pero lo que ignoraba  era a quién correspondía y por ello se retrasaba algunas veces. Pero aceptó la demora sin preocuparse de más.  A veces él mismo se veía obligado a comer o cenar con algún cliente, así que no le extrañó, máxime siendo Elizabeth la responsable de  todo el entramado.

Y William la llevó a un restaurante en el que ellos habían estado tiempo atrás.  Se mostraba cariñoso, y se sentía feliz.  Ese trabajo sería una buena inyección para su negocio que era nuevo en Londres.  Se daría a conocer y le reportaría un buen puñado de dinero.  Por tanto creyó oportuno invitarla a cenar para darla las gracias y tratar de recobrar el tiempo perdido..  Ignoraba que estaba casada con un hijo y otro en camino ya confirmado. ¿ En serio creía que iba a estar aguardándole hasta que se dignara volver?  Seguramente si se lo creía,   ¿  pero ella  ?  ¿ Le hubiera esperado si Michael no aparece en su vida?  Nunca se lo planteó, pero tal y como estaba con su marido, rotundamente no.  Nunca le cambiaría  por Michael. Y lamentaba no haberle conocido antes, porque no lo hubiera dudado ni un minuto  ¿ Estaba Michael  convencido de que seguía enamorada de él ?

  Debía borrar esas ideas y contarle la verdad cuanto antes, y no andar con ambigüedades.  El rostro apacible y querido de su marido se interpondría entre ellos.  Quería a Michael con todas sus fuerzas y no lo cambiaría por nada ni por nadie.  Era el padre de sus hijos, y su vida era apacible y feliz a su lado.  Y también recordó el trabajo  qué William tuvo ó tenía,  y ese sería motivo suficiente para rechazarle de plano.  No sabía ni quería saberlo. cómo había transcurrido su vida. Si estaba casado o no.  Si continuaba con  Nora Foreman, si se habían casado o lo dejaron en su día.  No tenía el más mínimo interés en saberlo.

Cenaron hablando de los viejos tiempos, de los lugares en que él había vivido hasta establecerse en Australia. Ni una disculpa, ni una justificación, lo que la hizo pensar que todo lo tenía organizado y que nunca había pensado en ella.  Sabe Dios los tumbos que habrá dado por el mundo.  Pero muy de pasada, dando la interpretación de que había pasado el tiempo y había madurado, con lo que dió a entender que ella nunca había entrado en sus planes.  Pero ahora se le insinuaba  veladamente, así que decidió cortar por lo sano, y tras contarle su estado actual, dejar de lado esa amistad para siempre.

Al conocer la verdad, William no sabía qué decir. No lo esperaba y mucho menos que tuviera un hijo y otro por nacer. lo que  confirmó sus sospechas:  trataba de engatusarla nuevamente.  Miró el reloj  y dijo resuelta

- He de irme.  Es muy tarde
- Quédate un rato más. Somos dos viejos amigos que no se han visto desde hace mucho
- Lo siento William.  Mi marido y mi hijo me esperan.  Si tienes  algún problema que solucionar, llama a tu hermano, él es mi  mano derecha y yo voy a estar de baja hasta que nazca mi hijo.  He tenido mucho gusto en volverte a verte y  recordar viejos tiempos

Le tendió la mano para despedirse, y él la estrechó con desilusión, pero también con admiración.  Comprendió que había perdido una joya y que distaba mucho de ser esa jovencita asustadiza que él conoció.  La vió salir del restaurante rumbo a su hogar.  Miró el reloj y vió que era tarde, aunque no tanto como para no dar un paseo y asimilar todo lo hablado.

Y Elizabeth llegó a su casa satisfecha.  Ya sólo quedaba informar a su marido para que su conciencia se quedase tranquila. Estaba deseando llegar  y encontrarse con Michael.  Esa misma noche había comprendido cuánto le quería y lo feliz que estaba siendo con él.  Seguramente estaría esperándola, a pesar de ser muy tarde.  Pero no la esperaba, Estaba en la cama, durmiendo. Eso en él no era normal ¿ estaría enfermo ?  Con sigilo se desnudó y se metió en la cama. Se aproximó a él abrazándole con sus brazos.  Sonreía feliz sintiendo su piel cálida y acarició suavemente su cara, depositando un suave beso en el hombro de él.

Pero Michael no estaba dormido, aunque lo fingía. Era muy tarde, demasiado para una cena de negocios.  Hacia las once de la noche, había recibido una llamada de Henry solicitando hablar con ella, y fue Michael quién se puso al teléfono

-  No Henry, Elizabeth no ha llegado aún
- ¡ Qué extraño !  Hace rato que terminamos de cenar y me dijo que venia directa a casa.   Mi hermano la acompañaría  hasta vuestra casa.Bueno cuando llegue que me llame, si no es tarde, porque no tiene importancia lo que he de decirla y puedo hacerlo mañana
- Se lo diré cuando llegue.  Un abrazo para Meredith y para ti.

¿ Su hermano? ¿ William ? Al colgar el teléfono comprobó en su reloj la hora que era:  cerca de las doce de la noche.  Hizo un gesto de extrañeza, pero siguió viendo la televisión mientras aguardaba con impaciencia su llegada.  Pero se retrasaba demasiado  y una angustia insoportable comenzó a invadir su cabeza ¿ Le  habrá ocurrido algo ?  La llamó al móvil dos o tres veces y lo tenía desconectado.
Comenzó a dar vueltas por la habitación y miraba hacia la calle cada vez que escuchaba a algún coche circular esperando que fuera el de
ella.  Las horas pasaban y ella no volvía;: su angustia, malestar  e incertidumbre, crecían en su interior ¿ Por qué no le había dicho que William estaba en Londres? Y  a las dos de la madrugada, sintió el ruido de las llaves y se metió en la cama rápidamente fingiendo que estaba dormido. Le debía una explicación, pero estaba demasiado furioso y celoso, para pedírsela en estos momentos.  Esperaría a la mañana siguiente para ver si ella comentaba algo.  Pero al sentir su proximidad, sus suaves caricias y el calor de su cuerpo, no lo pudo resistir y volviéndose hacia ella, la miró de una forma que a Elizabeth la extrañó sobremanera  Trataría de controlarse;  quería que fuera ella la que le contara donde había estado hasta esas horas.  Tenía que controlarse y tener paciencia. A lo mejor tenía una explicación distinta a la que estaba imaginando y que le hacía insoportable la espera.  Imaginaba que al verse de nuevo, los viejos recuerdos aflorarían , y no lo quería ni pensar.


martes, 22 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 24 - El pasado vuelve

Contempló el dosier que tenía delante y comenzó a revisar su plan de trabajo muy por encima, sin siquiera fijarse en lo que allí se reflejaba.  Y a su memoria volvían escenas vividas entonces.  Las ilusiones del primer amor, su primera noche juntos, sus promesas, la distancia y al final la ausencia. Y también recordó las recomendaciones dadas por todas las personas más cercanas, incluso de su propio hermano.  No quiso hurgar más y decidió cerrar el dosier y pasar a otra cosa.  De repente todo lo vivido cobraba vida y una punzada de decepción  sintió dentro de ella. Y también recordó a lo que se dedicaba, algo que se lo hizo saber su propio hermano: Henry. ¿ Debía darle a él la documentación y que eligiera? Sería conflicto de intereses y no le pondría en esa tesitura exponiendole a un disgusto con la Junta. No, sería ella misma la que lo estudiara, y lo haría a fondo, no como venganza, sino para ser justa y ecuánime.  Atrás quedaron los rencores, al menos por su parte. Si el proyecto era bueno y cumplía con todos los requisitos, hablaría su cabeza y los intereses de la compañía, si por el contrario no lo hiciese, sintiéndolo mucho le diría que otra vez sería.

Elizabeth llegó malhumorada a casa.  No le había gustado nada en absoluto la visita de William;  había removido viejos momentos que creía ya superados. Aunque Michael notara que algo la ocurría, no le comentaría nada.  Deseaba, a solas, revisar lo vivido aquella tarde con su antiguo amor.  El matrimonio había hecho un pacto:  no llevar a casa los problemas del trabajo, y así lo cumpliría, al menos de momento.  Bastó sólo una caricia de su marido para que todo el malhumor se pasase en el acto.  Michael tenía esa facultad.  Pero también la observaba más de lo habitual, como adivinando que algo no marchaba bien.  Ella le dió un beso, y dijo

- Son cosas del trabajo que se irán solucionando.  Nada de lo que preocuparse

 Y él lo dió por bueno y el resto de la jornada fue normal. Michael había llegado temprano del despacho y fue a recoger a su hijo al jardín de infancia.  Colaboró en su merienda y estuvo largo rato jugando con él hasta la hora del baño que también él le dió.  Hasta que Else le acostó.  Miraba continuamente el reloj y llamó a la oficina para saber por qué se retrasaba tanto, pero nadie atendió su llamada y el móvil lo tenía desconectado.  El corazón le dió un vuelco. ¿ Y si la hubiera ocurrido algo?  En eso estaba,  cuando oyó  abrir  la puerta y el dejar las llaves en la bandeja de entrada a la casa

- ¡ Menos mal, ya está aquí !

Salió a su encuentro tratando de disimular la inquietud que sentía.  Ella se colgó de su cuello besándole, y todas las preocupaciones se borraron de sus cabezas.  Cenaron como de costumbre charlando de mil cosas, pero Elizabeth ni siquiera mencionó la presencia de William solicitando trabajo a cuenta de lo que habían sido hacia tiempo

-  ¿ Y qué habían sido ?  Porque no se podía definir como noviazgo, no sólo por la distancia entre nosotros, sino porque no existió comunicación ni explicaciones del porqué,  tampoco.  Tan sólo mi corazón resultó dañado. Y ahora viene de nuevo desplegando su atractivo y creyendo que volveré a caer en sus redes de nuevo.Será mejor que todo ésto lo guarde solo para mí.  En su día se lo diré a Michael, pero ahora no merece la pena ponerle en guardia

Pero, muy en su contra, no le podía borrar de su cabeza. Miraba de reojo a su marido mientras leía el periódico y una oleada de ternura le cerraba la garganta.  Era un extraordinario hombre, que por su amor había dejado todo y cada día la demostraba que era lo más importante para él.  No merecía darle un disgusto, porque aunque sólo se tratase de cosas del trabajo, sabía que al conocer sus intenciones y el interés en que fuera ella quién le recibiera, le supondría un disgusto.  De momento callaría. Pero en su intimidad, algo la desazonaba y Michael se dió cuenta de que algo no iba como debiera ir.  No es que le rehuyera, sino que era demasiado pasional, con fuerza desgarradora que no acostumbraba a sentir en sus momentos más álgidos y pasionales.  Y algo le anunciaba que  en la cabeza de su mujer ocurría algo y no era bueno.  ¿ Se habría cansado de él ?  Pero por otro lado le demostraba su cariño ¿ Habrá conocido a otro más joven?   Ni siquiera podía imaginar a qué o a quién se debía el desasosiego que ella sentía. ¿ Debía hablar con ella abiertamente? Si.  Decididamente debía hacerlo, y cuanto antes mejor.  Si es que había alguien en su vida que no fuera él, le rompería el corazón, pero si ella le amaba, no pondría obstáculos si es que pidiera el divorcio.  Y ese pensamiento le dolía profundamente y no quería ni pensar en ello. Su Elizabeth no podía estar enamorada de otro y fingir amor con él.  No era posible.  Ella era clara y diáfana y lo hubiera notado antes.  hay momentos claves en una pareja que no se pueden disimular, y ella sentía deseo por su marido y lo expresaba abiertamente, quizá demasiado abiertamente.  Tenía que haber otro motivo. ¿ El embarazo ? ¿ La tensión del trabajo ?  Quizá las cosas no estaban saliendo como ella pensara.

La tenía a su lado, durmiendo plácidamente, algo que él no conseguía hacer.  El sólo pensar que podía perderla le volvía loco.  En cuanto se despertara, lo aclararía.  No podía vivir con esta duda.
Pero ella se levantó ese día más contenta que el anterior, volvió a ser ella misma, y entonces lo achacó al embarazo, que estaba siendo algo más problemático que el primero, al menos en los primeros meses. Y por ello debía cuidarla más, hacerla sentir que era tremendamente feliz con ese hijo que se anunciaba y que no había nada en el mundo más importante que ella para él.

Y la colmaba de cariño, y la compraba flores y la adoraba cada día y cada noche.  Que se sintiera amada  cada minuto del día.  Que no le impòrtaba que su cuerpo comenzase a cambiar al cabo de poco tiempo. Que no solo  se había unido a ella por la belleza exterior, sino también por la interior.  No sabía cómo hacérselo ver.  Y todo de nuevo volvió a ser como siempre, y ambos olvidaron los enfados y las preocupaciones, que solo ella conocía.

Llegó el día en que tenían que decidir por uno de los proyectos presentados y el ganador de todos fue el de William.  Era el más detallado, sostenible y el que con más garantías contaba. Bien era cierto que resultaba algo más  costoso, pero sin embargo los materiales serían mejores y el plazo de finalización de las obras estaban garantizadas por un descuento en el importe final, si no se cumplían.

Elizabeth se reunió con Henry para cambiar impresiones y decidir finalmente lo que harían.  Para ninguno de los dos era un tema fácil.

- Henry, en mi opinión el ganador absoluto es el proyecto de tu hermano, pero hay un problema: yo no puedo abiertamente votar por él, porque si alguien se enterara de la relación que tuvimos, a pesar de hacer mucho tiempo, pensarían que había tenido trato de favor, y seguro sería rechazado pòr ese motivo. Y en tu caso, ocurre algo semejante:  es tu hermano.  Creo que lo más adecuado sería que fuera la Junta quién decidiera y así no tendríamos ni tú ni yo, conflicto de intereses.  Al menos no podrían criticar que ha sido una decisión por los motivos que te he expuesto.
- Me has leído el pensamiento; iba a proponerlo. Que sean ellos los que elijan y de esta forma tendrán su responsabilidad y cerraremos muchas bocas.
- De acuerdo, la convocaré  en la más breve fecha posible.  Mientras tanto  confeccionaremos los dosieres que les entregaremos para que los analicen y decidan.

Una semana más tarde de esta conversación, se celebraría una junta extraordinaria para tratar del tema. Tuvieron discusiones , pero al final y como esperaban, el proyecto de William quedó aprobado, aunque no estaban conformes con que ellos fuesen quienes tuviesen la última palabra, y Elizabeth argumentó el parentesco que unía a Henry con la empresa que lo presentaba y ella mismo dijo de la relación de amistad que había tenido con su director gerente.  De momento, ese escollo estaba salvado.  Y convinieron en reunirse con el director de la empresa para firmar el contrato y registrarlo adecuadamente.  Y esto debía hacerlo ella, por mucho que la costase;  no la apetecía nada volver a verle. Se preguntaba porqué tanta prevención a hacerlo. Era el momento oportuno de decir la verdad a Michael, ahora sí. Se lo contaría como una anécdota, sin darle demasiada importancia, pero dudaba mucho de que a él le pareciera tan insignificante.  Se mantendría fria e indiferente para evitar que él sospechara que su disgusto y malestar de días pasados se debiese a algo diferente de lo que en realidad era. No quería lastimarle, aunque también esa indiferencia le resultara extraña después de la relación que habían mantenido. Michael era un hombre muy inteligente e intuitivo. Debía andar con pies de plomo para que el tema no se le fuera de las manos.  Por nada del mundo deseaba lastimarle, porque entre otras cosas,William ya no significaba nada para ella, aunque con su presencia la trajera viejos recuerdos.

lunes, 21 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 23 - Todos sus sueños colmados

Poco a poco la vida se imponía ante ellos, y sus sueños se iban cumpliendo.   En unos días, nacería su primer hijo que colmaría todas sus expectativas.  Al fin habían recobrado la armonía familiar. y Menzies frecuentaba su casa con asiduidad;  le convertirían en abuelo, sin serlo,  en realidad.  Todas las dudas y recelos estaban ya en el olvido. Michael se había ganado, no sólo el respeto, sino el afecto de todos.  Elizabeth iba a la oficina diariamente,  con las protestas de su marido. Necesitaba dejar todo en orden,   en manos de Henry, porque cuando naciera su hijo estaría una larga temporada en casa cuidando de su familia.  Ellos estaban más unidos que nunca, ilusionados y a la vez nerviosos aguardando el día en que llegara su hijo a este mundo.  No se retrasaría mucho y probablemente,  la fecha sería inminente.  Ninguno de los dos había pasado por esa experiencia, pero sobretodo Michael estaba nervioso y preocupado.  Hasta que no pasara todo no podía dormir

 Y el día llegó y tuvieron a ese hijo tan deseado, y también pasaron los días sucesivos y poco  poco  todo volvía a la normalidad, pero con ilusiones renovadas. Nada les faltaba para ser rotundamente felices, y el bebé les había unido, aún más, si es que eso fuera posible.  Todo en sus vidas marchaba con normalidad, y el tiempo transcurría,   y llegó el día en que Michael junior comenzó a acudir a un jardín de infancia.  El primer día, los emocionados padres  estuvieron a punto de echarse a llorar.  Lentamente  el bebe dejaba de serlo.   Ya tenía dos años, y celebrarían su segundo aniversario con una reunión familiar. Y se plantearon de nuevo ir a por otro hijo.  Y en eso estaban.

Elizabeth decidió volver a la oficina  y encontró en una carpeta un montón de proyectos para realizar.  Henry había hecho un gran trabajo y había expandido  bastante la empresa con proyectos en estudio para hacer  con energías renovables y posible campo de viviendas sostenibles.  No sólo sería una financiera.  Éste era un nuevo campo  que quedó pendiente cuando ella cogió su baja maternal, pero recobrado a su incorporación.  Tenía ganas de intentar esa nueva experiencia.

Michael consolidaba su despacho de abogado, pero fiel a su promesa, no llevó personalmente los casos que le ocuparan más tiempo de lo debido delegando en su segundo que se había revelado como un excelente letrado.  Cada uno en su campo había triunfado, pero eso no les impedía dejar fuera el trabajo cada vez que llegaban a casa. Elizabeth le consultaba sobre las nuevas inversiones y él aconsejaba a su mujer la mejor manera de obtener los permisos y todos los demás trámites para ponerlo en marcha.

Y convocó una junta extraordinaria y sus planes de inversión quedaron aprobados por unanimidad, delegando la mayor parte del trabajo en Henry.  En cuanto obtuvieran los permisos y autorizaciones oportunas, comenzarían a desarrollarlo. Y lo primero sería convocar un concurso de adjudicaciones y el que mejor proyecto  ajustado a presupuestos, presentara para esa empresa sería el contratado..  Y el plan de expansión fue registrado y aceptado; sólo faltaba publicarlo y a esperar que alguien llegase con su propuesta.  Y dado que era una financiera acreditada en el sector, enseguida comenzaron a recibir proyectos interesantes, entre ellos uno en especial.  Era una empresa nueva, pero los informes dijeron que eran solventes y contaban con el material competente en la materia.

Aún debían respetar el plazo que habían dado en la convocatoria, pero ese estaba en cabeza.  El nombre que figuraba como gerente no lo conocía nadie excepto una persona que guardó silencio al respecto. Nadie conocía la firma MacNamara, pero si cumplía los requisitos,  tenía el mismo derecho que cualquier otro a participar. No obstante harían una investigación  al respecto.

Sede social -  Sidney ( Australia )
Director gerente - William MacNamara
Capital:  20.000.000 de libras esterlinas... etcétera

Y así sucesivamente hasta completar el cuestionario.  No deberían haber problemas, no obstante, revisarían  al segundo y tercer concursante.  La empresa australiana, no terminaba de calar en la decisión, y Henry se mantenía al margen de ello.  Toda la responsabilidad recaería sobre Elizabeth.
Lo consultaba con Michael y este no la aclaraba nada en concreto,  por lo que sus dudas no se despejaban.  Algo en su interior la hacía dudar, sobretodo porque era nueva en el sector y no tenían referencias de haber trabajado  en Inglaterra, sólo en Australia.

Necesitaba conocer personalmente a esa persona y para ello pidió a su secretaria conectase con la empresa y citase al señor MacNamara lo antes posible.
Un toque suave en la puerta y la voz de la secretaria anunciando que el señor MacNamara, había llegado.

- Hazle pasar, por favor

Y pausadamente William MacNamara entró en el despacho, dejando a Elizabeth sin habla. El tendió su mano, al tiempo que recorría su figura con la mirada. Estaba linda, muy linda y se había hecho más mujer, y más segura de sí misma.  También él había cambiado, pero seguía sonriendo de medio lado, sólo que ahora ya no la impresionaba

- Beth, estás espectacular. ¿ Qué has hecho de aquella chiquilla triste e insegura.
- ¿ Qué haces aquí? ¿ A qué has venido ?
- Sois una empresa pujante y deseaba abrirme campo en mi país ¿ Te parece bien ?
-Me es indiferente , mientras cumplas todos los requisitos.
-  Pero también quería verte , averiguar si seguiste los dictados que te marcaron, y ya veo que sí, y al pie de la letra
- Ese es un tema  que no es de tu competencia.  Hablemos de tu empresa.
- Beth, no tienes idea de lo que te he echado de menos en estos años
- ¡ Oh ya lo vi !  Años de ausencia sin saber nada de ti y cuando lo supe, créeme lamente haberte conocido. El caso es que tu nombre me sonaba de algo, pero ahora que  vas a recordarme otro tiempo pasado, he recordado de cierto joven que se ganaba la vida acompañando a señoras mayores que él.  Eso es William MacNamara ¿ Por qué no Mortimer ? ese es tu verdadero nombre.  Pero mira, ya no importa nada
- Si que importa.   Te invito a cenar y hablamos de esos años locos.  Te aclararé todo y entonces lo comprenderás
- No William.  Fueron años locos para tí, y frustrantes para mí porque te esperé durante mucho tiempo; yo te quería, pero no tuviste escrúpulos en , no sólo no decirme la verdad, sino que ni una carta de rompimiento.  Me hiciste daño, precisamente por el tipo de mujer que era.  Pero ya ves, todo pasó y tu tiempo ha pasado ya. Y si crees que por  lo nuestro  vas a lograr la contrata, es que no me conoces.  Lo siento, se la llevará quién mejor presente las solicitudes.  Y ahora si me disculpas tengo mucho trabajo. Cuando la Junta determine algo concreto, si fueras  tú el agraciado,  nos pondremos en contacto de inmediato.  Que tengas un buen día William

Dió media vuelta y salió del despacho como había entrado.  Su estrategia había fracasado ¿ Esperaba que se arrojara a sus brazos? Fue un iluso y olvidó  los años que habían pasado  y supo  que ella se había casado y sería difícil que engañara a su marido.  Pero también pensó que la magia de entonces surtiría efecto en ella. Habían momentos en su relación muy especiales, que por necesidad debían haber dejado huella.  Y también que sintió algo al tenerla enfrente;  quizá nostalgia de los años jóvenes, pero que le gustaría recordar.  Insistiría en una cita con cualquier pretexto.  Sin duda, ella no sólo guardaba rencor en su corazón también la pasión que despertó cuando casi era una niña y estaba sola ante la vida.  Eso tuvo que haberla marcado y a eso se aferraría para conseguir verla de nuevo.

 Quiso entrar al despacho de su hermano, pero Henry pretextando algo urgente, se había ausentado del edificio.  No quería tener nada que ver con los negocios de su hermano.  Se comportó mal, muy mal, especialmente con ella y Elizabeth era su jefa más inmediata, y además no se merecía el trato que la dió. Antes de acudir a su despacho, ambos hermanos tuvieron una tensa  charla pero lo hablado por Henry no le hizo desistir de su empeño.  Sabía que había dejado huella en su vida y quizás volvería a revivir la llama que se extinguió hacía tiempo

- Déjala en paz. Está casada y enamorada de su marido.  Eres egoísta que sólo piensas  en tí sin mirar a quién lastimas. ¿ Ya no eres tan atractivo ? Tuviste la suerte en tu mano y la despreciaste, ahora recoges el fruto que sembraste.  Eres mi hermano y a pesar de todo, te quiero, pero no voy a hacer nada por conseguirte el trabajo.  Habrás de cumplir las mismas cláusulas que todos, y te advierto, me he abstenido, así que solo estás tu y tu suerte.

Debía tener una charla con Elizabeth y aclararla todo, y contarla que sabía  lo de la propuesta de William, y que por eso se inhibió de estar presente. Le quería, a pesar de su mal comportamiento, pero no movería ni una coma por ayudarle.  Si al fin se hacía con el negocio, tendría que ser por sus propios méritos.

Y una vez explicado, Elizabeth comprendió la lucha interna que mantenía. Siempre la había  dicho la verdad y nunca había influenciado en su relación en ningún sentido, al contrario la aconsejó que la olvidase al ver que pasaban los días, los meses, y William no daba señales de vida.
Ella agradeció su claridad y le dió su palabra de que eso quedaría entre ellos y que le dejaría libre en las juntas para no crearle problemas, aunque también le dijo que  si su propuesta era la mejor, se lo adjudicarían , pero tendrían el menor contacto con esa empresa.

- ¡ Ojalá y haya rectificado los errores del pasado ! se lo deseo de corazón - es lo que dijo ella para cerrar la charla con Henry
- Gracias - replicó él- Aunque reconozco sus errores, no deja de ser mi hermano
- No te preocupes.  Nos conocemos desde hace tiempo y os quiero, ya lo sabéis, tanto a tí como a Meredith.  Durante mucho tiempo fuisteis mi única familia.  Todo está claro entre nosotros; no te preocupes, si al final gana el concurso, todo seguirá como hasta ahora.  No deja de ser un proveedor más.

Se dieron un beso en la mejilla y cada uno de ellos comprobó que ya era hora de irse a casa.  Su jornada había terminado con bastantes novedades en un solo día

domingo, 20 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 22 - Unidos ante el mundo y ante todos

Y habló con su tutor y le hizo ver que,  todo cuanto pensara o hiciera, sería inútil y todo lo que conseguiría sería alejarla de ellos.  Henry había ido también a visitarle y portaba la carpeta con los documentos que Elizabeth había solicitado a raíz de la primera vez que vió  a Michael.  Todo era auténtico y casaba con lo que ambos le habían expuesto.  En teoría no tenía excusas para no aprobar su unión. Sentía lástima por él mismo,porque la única ilusión que había tenido fue la educación de esa niña que pudo haber sido suya.  pero ella ya volaba sola y merecía ser feliz.  La había robado los mejores años de su vida, y tendría que dejarla ir.


Y se unieron en una ceremonia sencilla pero hermosa, porque ambos rebosaban amor y felicidad. Disfrutarían de unos días de luna de miel, y después Michael volvería a Nueva York a organizar su traslado a Londres. Lo tenía todo pensado:  abriría una sucursal allí con el mismo nombre que tenía en Nueva York y lo atendería él personalmente.  Contrataría una secretaria, un ayudante y un detective privado.  Algo pequeño, sin complicaciones. Y escogería los casos sencillos  que no le robaran ni un solo segundo de estar con su mujer.  Deseaban tener un hijo cuanto antes;  eran mayores, sobretodo  él y quería disfrutar al máximo. como padre.   Como hombre organizado, todo lo tenía calculado y medido.  Pero la empresa más valiosa e importante para él, había sido casarse con la mujer que amaba, que había buscado siempre hasta encontrarla.
Y a veces tenía la sensación, cuando tomaba su mano, que era una niña necesitada de amor y cuidados que había retrocedido en el tiempo.  Si la hubiera conocido entonces, cuánto hubieran cambiado las cosas! ¿ La prefería inocente o más abierta como lo era ahora ? Desde luego, en cualquier situación la prefería a ella, tal cual estuviera, como ahora dulce, cariñosa y a veces atrevida.  Le encantaba cuando ella coqueteaba con él

Y  de nuevo tenía que ausentarse para terminar de organizarlo todo.  Tristes,  pero esperanzados Elizabeth llevó a su marido al aeropuerto.  No se soltaba de su brazo, no quería desprenderse de él.  Aunque fueran pocos días le iba a echar mucho de menos, máxime ahora que conocía las mieles del amor entre dos seres que se amaban por encima de todo.

- Hablaremos muchas  veces al cabo del día- la decía él.- Aunque las gestiones me entretendrán muchas horas, así que no te enfades si me retraso algo. Procuraré llamarte por la noche antes de dormir, así te doy las buenas noches e imaginaré que estoy a tu lado.
- Michael ¡ te voy a echar tanto de menos !
-Cariño, sólo será una semana
- Pero será muy larga.  En fin, después ya no nos separaremos nunca. Te ataré a mi brazo con una cadena - dijo riendo
- No será necesario.  me tienes encadenado a ti de por vida.  Y ahora he de entrar están en el último aviso -  Y se fundieron en un abrazo interminable.

Y fiel a las promesas hechas se llamaban y permanecían largo rato hablando de las gestiones realizadas y de los contactos realizados para su traslado a la City. Cada día que pasaban separados, se hacían más largos, pero también era menor el tiempo que les restaba para juntarse de nuevo. Y al fin pasó la semana  y la separación. Y a diferencia de cuando le llevó al aeropuerto,   triste,  estaría alegre y nerviosa por el encuentro de ambos esposos. Ahora comenzaría de verdad su vida en común.
Y al igual que al marchar su abrazo fue intenso, el del recibimiento lo fue más aún, si cabe.  Estaban recién casados y eran dos personas que se necesitaban una a la otra, y que eran felices por estar de nuevo juntos.
Y juntos celebraron su nueva etapa, a solas, ellos dos.  Adoraba a su mujer y cada día estaba  más enamorado y la necesitaba más a su lado.  Fue un sueño hecho realidad;  sin duda era la mujer de su vida a la que querría hasta el final.
  Ella había conocido el amor en otra persona, un amor  joven , pero el definitivo estaba a su lado besando sus manos, acariciándola, mirándola con ternura y la había hecho el amor con frenesí.  Porque la necesitaba y no se cansaba de repetírselo, y ella le correspondía, sonreia orgullosa y devolvía sus besos. Y en aquella noche de encuentro hicieron un encargo muy especial,  quizá demasiado pronto porque a penas habían disfrutado de su vida de casados, pero era de común acuerdo y ambos lo deseaban.  Ahora sólo tocaba esperar a que fuera efectivo, y transcurridos unos pocos días, lo sabrían con certeza.  Si fuera positivo, serían los seres más felices de esta tierra.

 Nunca pensó que  los ardores de la juventud volviesen  a él,  cuando estaba a punto de cumplir los cincuenta.  Y ella recogía en  Michael todo el afecto que necesitaba y que reclamara desde siempre, pero sólo en él lo había encontrado. Y definitivamente era el hombre y el amor de su vida del que ya no podría prescindir.

Estaba dormida con su postura preferida, abrazada al cuerpo de su marido y reclinada la cabeza en su pecho.  El también dormía con su mano sobre la cara de ella.  Necesitaban contacto permanentemente, como temiendo que sólo fuese un sueño y se desvaneciera al despertarse.  Era temprano aún y no tenían prisa: era fin de semana.  Elizabeth le había propuesto pàsar esos dos días  en Irlanda en aquella casita que utilizaba a veces, de soltera, para reflexionar. Aguardaría que se despertara para proponérselo.  Le dejaría descansar.

 El trabajo se fue relajando, no obstante,  había tenido una semana muy ajetreada con la organización de su despacho. No tenían prisa.

 Y pasaron unos días.  Ella sentía alguna molestia en el estómago;  seguramente porque había cenado poco la noche anterior.  Se incorporó despacio para no despertarle, y entonces sintió que su cabeza daba vueltas y unas inoportunas náuseas llenaban su boca de agua.  De un salto corrió hacia el baño, pero no pudo evitar que Michael se despertara sobresaltado.  Alarmado, escuchaba las náuseas de su mujer, que eran espectaculares;  corrió a su lado preocupado. Estaba arrodillada en el suelo con la cabeza inclinada sobre el váter. Se puso a su lado abrazándola y tratando de sujetar su frente y su estómago.   Poco a poco, las náuseas fueron remitiendo, pero él estaba blanco como el papel

- ¿ Estás enferma ? ¿ Qué te ocurre ?  Voy a llamar al médico
-No me pasa nada- le dijo con calma-.   Sólo el estómago se me había puesto del revés y creí se saliera de la boca.  Pero ya ha pasado. He de comer algo, aunque sea poca cosa.  Hay alguien que necesita desayunar
- No te preocupes, ahora mismo te lo preparo
- Amor mio, no soy yo,  es el pequeñín que llevo dentro.  Estas molestias desaparecerán dentro de poco. No es nada preocupante, sino lo más normal del mundo.
- ¿ Quieres decir que...?
- Exacto, eso quiero decir. Hacemos el amor y lo más lógico es que ocurra lo que ha ocurrido y lo que deseábamos:  vamos a ser papás
- ¿ Lo dices en serio ? ¿ Lo hemos logrado ?
- Si mi amor, estoy embarazada

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