viernes, 18 de octubre de 2019

Pobre niña rica - Capítulo 16 - Un extraño en mi vida

Su secretaria anunció que un señor deseaba hablar con ella a la mayor brevedad posible. Su nombre era  Michael O'Sullivan.  Le mostró una tarjeta en la que figuraba su nombre y dirección.

- Dile que le llamaré para concretar una cita.  Hoy tengo la agenda muy apretada- respondió Elizabeth
-Ya se lo he dicho, pero ha insistido

Y de repente la puerta se abrió dando paso a un hombre alto, de mediana edad que con paso firme avanzó hacia la mesa de ella

- Ha de ser ahora.  Cancele todo lo que tenga. Mi avión sale dentro de tres horas y deseo concretar lo que me ha traido hasta aqui
- Señor, no sé quién es, ni lo que desea. Y usted no es  sólo quién tiene prisa.  Reconozca que no es la forma más apropiada de presentarse. Todos tenemos prisa y reuniones
- Estamos perdiendo demasiado tiempo y para mi es oro.
- Está bien.  Tiene quince minutos.  Lo siento pero he de asistir a  una reunión
- Con eso me basta. Quiero invertir en su empresa. Es así de fácil
- Perdón pero no le entiendo.  Se presenta aquí con prisas y dice que quiere ¿invertir? No sabe nada de nosotros y yo tampoco de usted
- Pues eso tiene fácil arreglo. Perdone un instante, voy a cancelar mi vuelo. Saldremos a comer o a cenar, lo que usted quiera y hablaremos largo y tendido sobre todo ello.

Antes de que Elizabeth pudiera articular palabra, él ya estaba hablando con alguien y aplazando su regreso a donde fuera,  sine die. ¿ Qué ocurría, es que el mundo se ha vuelto loco?

-Reconozca que no es la forma más ortodoxa de comenzar un negocio.  No se usted, pero yo me tomo las cosas muy en serio.  Es mucha la responsabilidad que tengo como para hacerlo aprisa y corriendo
- Ya lo sé.  La conozco bien, aunque nunca nos hayamos visto. Me explico. Aunque soy inglés, vivo en Estados Unidos. Hace mucho que escuché en los círculos su trayectoria de éxito en la empresa heredada de sus padres. Le comento que nunca tuve confianza en ello y esperaba su fracaso de un momento a otro, pero el tiempo pasó y heme aquí, hablando con usted.  Es una mujer fascinante y muy interesante.  Deseaba conocerla en persona, y veo que mis expectativas han sido superadas

- Me halaga, gracias, pero no obstante, sigo diciendo que no es la forma más correcta de comenzar una relación comercial
- ¿ Y de la otra ?
-¿ Cómo ?  Le ruego que salga de mi despacho.  No estoy para bromas señor O'Sullivan
- Yo tampoco. ¿ A qué hora paso a recogerla?
- A ninguna.  Salga de aquí, por favor
- Estoy enamorado de usted y deseo casarme

Sin pensarlo más pulsó el timbre de seguridad, y al momento apareció un hombre alto y fuerte que indicó a O'Sullivan que saliera de allí.  Antes de salir la dijo

- A las siete en punto paso a recogerla. Tenemos mucho que hablar de este último asunto, y no trate de impedirlo; la seguiré por donde vaya

¿ Que había pasado? ¿Un loco  andaba suelto ? No le había visto en su vida, ni siquiera había oído hablar de él. Estaba perpleja. La secretaria entró de nuevo para avisarla de que se le hacía tarde

- Si, si, ya voy. Por favor, busca en donde sea que puedas localizar a este hombre; ha dicho que se llama Michael O'Sullivan.  Parece que es inglés y vive en Estados Unidos, quiere invertir en la empresa y necesito una información exhaustiva y la necesito ya.  Por favor, hazlo y deja todo lo que estés haciendo y dedícate a ello.  Pide informes policiales, en fin .lo que sea.  Que te ayude Georges o quién sea, pero lo necesito antes de las siete de esta tarde

Y de esta forma supo que todo lo dicho por el extraño visitante era cierto.  Mientras leía los informes tuvo que sentarse para ir asimilando lo que en aquel papel estaba escrito; fotografías de su casa, de su empresa y de su mujer de la que estaba divorciado; sin hijos, sin hermanos, sin familia.  Pero no terminaba de creerse que esas cosas ocurrieran en pleno siglo XXI, eso era más bien del XIX.  De todas formas no estaba interesada en ese tipo de relación si es que fuera  un pretexto para su inversión. Pero acudiría a esa cena; en cierto modo le halagaba esa admiración que decía sentir por ella. Si, decididamente cenaría con él.

Procuró que la Junta fuese breve para que le diera tiempo a arreglarse para su extraña cita.  Cuando terminaron, Henry la llamó a un aparte y la preguntó por el suceso del que hablaba toda la oficina

- No vayas Beth.  Estoy preocupado ¿ dónde iréis?
- No lo sé.  Supongo que a un restaurante ¿ por qué lo preguntas? He leído los informes de él, y hasta ahora todo lo que me ha dicho es cierto
- ¿ Vas a casarte con él ?
-¿ Que ? ¡ Cómo se te ocurre ! Simplemente es curiosidad por conocer las locuras que hace la gente. Además si lo hiciera...  Tu mismo dijiste que debía organizar mi vida, y quién sabe.  Es un hombre muy atractivo
- Pero es mayor que tú y no sabes nada de él
- Henry no me hables de saber o no algo de una persona. A mí no.  Deseo conocer el motivo por el que desea invertir en nosotros, nada más.  ha resultado ser un hombre muy rico, aunque lo cierto es que si no fuera por la empresa, yo renunciaría a todo.  me sobra todo esto y tu lo sabes.  Lo que deseo es vivir la vida tranquilamente y sin complicaciones; es lo que he buscado siempre, toda mi vida. Quién sabe, a lo mejor esta es la aventura que he estado buscando siempre.
- No quiero escucharte. Te has vuelto loca, pero en parte tienes razón.  De todas maneras diré a Georges que os siga, por si acaso.
- No tiene pinta de ser un asesino en serie - dijo riendo -, pero está bien.  me parece bien.

Y a la hora acordada en punto, Michael O'Sullivan, entraba nuevamente en el despacho de Elizabeth, con una amplia sonrisa cuando fue a su encuentro.  Se la quedó mirando fijamente y suspiró.  Ella no salía de su asombro. O era un actor de primera, pues  no comprendía lo que daba a entender.  Nadie se enamoraba a distancia sin conocer a alguien.  Estaba dispuesta a correr esa aventura que la sacara de la monotonía de toda una vida.  Sería algo curioso, diferente pero que estimularía su baja auto estima. Llevaba una vida demasiado espartana, y algo fuera de lo común la vendría bien.  Le estudiaría durante toda la noche hasta en el más mínimo detalle. No estaba para bromas, y si esto fuera una no lo permitiría.  Ya la habían hecho demasiado daño.

En todo momento la trataba con respeto y era extremadamente amable con ella, algo alejado del impetuoso hombre que se presentara por la mañana en el despacho.  Como suponía, fueron a un elegante restaurante que la trajo viejos recuerdos, pero enseguida los desechó de su cabeza. Miraba de vez en cuando a su alrededor y comprobaba que Georges estaba cerca y entonces volvía a relajarse.  ¿ Sentía miedo ?
Un poco sí, pero a medida que la noche avanzaba se fue tranquilizando y comenzó a disfrutar de la velada.  Michael resultó ser divertido y ameno y ella se reía con sus anécdotas, como hacía mucho tiempo no hiciera. Y hasta se la hizo corta la noche.  La llevó hasta su domicilio y al despedirse de ella, la miró directamente a los ojos y suavemente la besó

- He pasado una noche magnífica.  Espero lo repitamos. ¿ Quieres que venga mañana de nuevo? - la dijo
-Si, lo deseo
- Muy bien.  Te recogeré en la oficina. Tómate la tarde libre; iremos a comer y después a donde quieras.
 Y era esa seguridad, esa especie de imponer algo sin mandarlo, pero que te lleva a donde él quiere ir, lo que la tenía subyugada.  Era educado, muy respetuoso y en sus muradas reflejaba la admiración que sentía por ella.  Pero ¿ cómo ? hacia unas horas que se habían conocido ¿ por una revista  ?
  ¿sería posible ? ¿ sería un amor platónico ?  En el fondo era romántica, aunque nunca había tenido ocasión de sentir esa sensación, tan sólo en una ocasión, y William de nuevo saltó a su memoria.

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