viernes, 13 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 27 - Una gran familia

 Al fin pudo abrazarla y dejar a un lado la preocupación que había sentido durante todo ese tiempo que estuvo fuera.  Desde que iniciara las pesquisas, algo extraño atenazaba su interior.  Creyó que era la preocupación por su familia y después pensó que había sido un presentimiento por algo que les amenazaba y no lo sabía,  Al ver a Fionna dormida en la cama del hospital, supo que eso había sido  el sinvivir de días pasados. Pero ya todo había pasado, es decir cada delincuente estaba  donde le correspondía y, el fiscal  junto al juez, veían la fecha para el juicio. Tanto Alex, Fionna y Rosalind, serían llamados a declarar, más por trámite que por otra cosa, ya que todo estaba atado y bien atado, y con las pruebas pertinentes.

En la televisión y en las primeras páginas de los periódicos, salieron fotografías de lo ocurrido hacía tanto tiempo y el nombre de Alexander Sandeap figuraba entre ellos, pero no su fotografía por expreso deseo del interesado. Quería vivir en paz con su familia y lejos del mundanal.

Volvieron a su vida normal y dejaron pasar los meses, hasta que una mañana Fionna rompió aguas mientras estaba en casa de Rosalind y,   Alex trabajando. Estaban ellas dos solas, pero al menos Rosalind sabía que había que hacer.  Lo primero fue avisar a su ginecólogo quién  dio instrucciones para su traslado de inmediato al hospital. Ambas estaban nerviosas, pero supieron controlarse y como autómatas  ordenaron sus ideas sobre lo que tenían que hacer. Fionna llamó a Alex que de inmediato se trasladó a casa de Rosalind para recogerlas.  Rosalind  a Alfred para que se ocupase de los niños, porque Fionna la necesitaba; su marido supo de inmediato a que se refería.  Y la corta familia que componían esas dos parejas, estaban nerviosas y alteradas por el acontecimiento que estaba en curso:  pronto habría un bebé más en la familia.

La más tranquila era la parturienta, a pesar de que tanto Alex como Rosalind, ya habían pasado por esa experiencia.  El parto se presentaba largo. Tenían horas por delante, pero los nervios no sólo no se aplacaban, sino que cada vez iban en aumento.  De nada servía que los médicos informaran al padre que todo era normal:

— Es primeriza. Y les cuesta un poco más, pero tanto la criatura como la madre, están bien.

Pero eso a Alex no le bastaba.  La veía sufrir y eso era superior a él, que sólo podía acariciar su frente y tratar de disimular la preocupación que sentía y aguantar los improperios de su mujer por  hacerla pasar por este trance.  

— No es justo, tu también colaboraste, pero el dolor sólo es para mi. Nunca más me vuelvas a hacer esto.

Alex no respondía, sabía que era motivado por lo que estaba sucediendo.  Hasta que todo se aceleró en cuestión de minutos y al fin Mildred vió la luz por primera vez. Sus padres se abrazaban, reían y lloraban a un tiempo, olvidados ya los dolores de tan larga espera. Lo más entrañable fue la visita de Amy para conocer a su hermana. 

Era la víspera de darles el alta, cuando Rosalind y Alfred se presentaron en el hospital con sus hijos.  Freddy, demasiado pequeño para entender que tenía otra "medio" hermana, no obstante, todo lo miraba con curiosidad.  Amy se acercó hasta la cama en donde Fionna reposaba con su hija en brazos.  Sin decir nada a nadie, se subió al lecho, se abrazó a Fionna y después acarició a su hermana.  Sus padres la habían explicado sin muchos detalles, que Fionna le había salvado de ser atropellada, y era la mama de su hermana. Y todas esas reflexiones debieron madurar en su cabeza y por primera vez, expresó que quería a Fionna y a Mildred lo mismo que quería a Freddy.

La emoción sorprendió a los adultos que no esperaban la reacción de la niña. Se miraron Alex y Fionna que sonreían felices.  Después miraron a Rosalind y ésta se abrazó a Fionna.  Ambas mujeres rompieron a llorar de alegría abrazando a su vez a los niños.  Los hombres no podían disimular su emoción, se miraron y decidieron que irían a tomar un café mientras ellas hablaban de sus cosas. Pero lo cierto era que ellos también estaban emocionados y se hacían los fuertes.

La dieron el alta al tercer día de dar a luz. Alex fue a recogerlas para llevarlas a casa. Iban tan felices que parecían que paseaban sobre una nube.  Fionna sentía el miedo de su inexperiencia, pero había encontrado una hermana en Rosalind y ella la orientaría; también contaba con la ayuda de Alex que se había convertido en todo un padrazo.

Nada se percibía desde el exterior de la sorpresa que les aguardaba en cuanto abrieran la puerta.

Rosalind, Alfred, Freddy, les esperaban. Pero también Murray y Gladys, y al frente una tímida Amy portando un gran ramo de rosas, que tímidamente se lo entregó a Fionna dándola un abrazo y otro a su hermana.  Todos rompieron a aplaudir.  Conocían los esfuerzos que habían hecho para que la niña comprendiera que nadie robaba amor a nadie, al contrario se incrementaba.

Todos bebían, comían y alegres departían anécdotas. Amy miraba con curiosidad cómo Fionna amamantaba a Mildred y como la bebita succionaba su comida. No recordaba que también su hermano se había alimentado de esa forma, pero en su mente infantil lo vió como natural:  era su mamá. Pero quizá pensó que Fionna era distinta y por eso le asombraba que su hermana comiera del mismo modo que hizo su otro hermano.  No comprendía como los tres, de repente, eran hermanos cuando tenían papás y mamás distintos.  Pero ya habría tiempo de explicarla eso, si es que ella no lo preguntaba antes.

Fue un día inolvidable y de nuevo otra etapa que comenzaba.  Por la noche, después de acostar a la niña, el matrimonio, se comunicaba como lo hacía antes, sólo que ahora tenían un tema en común y era su hija.

— Cielo, quiero decirte algo a ver qué te parece

Dijo una noche Fionna, después de haber pensado mucho lo que le iba a proponer

— ¿Qué es eso? — respondió Alex

— Voy a dejar el hospital.  Me dedicaré a mi familia y, cuando Mildred sea un poco mayor, entonces pensaré si vuelvo; pero no al hospital, sino que  tendré una consulta.  De esta manera no tendré guardias y podremos disfrutar todos juntos de la familia, porque supongo que tendremos otro hijo, cuando haya pasado un tiempo ¿Qué te parece?

— Me parece extraordinario.  Te tendré sólo para mi, pero ¿no lo echarás de menos? Estás acostumbrada a ese trabajo y el ser ama de casa y con bebés es muy distinto.

— Lo sé, pero lo haré si tú lo apruebas

— Sabes que sí, que te apoyo siempre. Haz lo que sea que te haga feliz, porque siéndolo tú lo somos todos ¿Verdad Mildred?

 Y el bebé miraba a su padre y agitaba sus manitas y sus pies como si le entendiera y ese gesto tan infantil,  les encendía el alma.

Amy comenzó a frecuentar más a menudo la casa de Fionna y Alex con el pretexto de que quería ayudar a Fionna. Nunca más volvieron a tener problemas con Amy, al contrario a medida que se hacía mayor era una gran ayuda  para atender a Freddy junior y a Elba, sus hermanos, además de Mildred.  Todos formaban una familia muy unida que celebraban las fiestas juntos, y juntos sufrían y juntos se reían contemplando las travesuras de sus hijos: dos Rosalind y Alfred. Tres Alex y Fionna:  una gran familia.

Todo comenzó muy rocambolescamente, con bastantes altibajos en sus vidas, pero supieron encontrar el equilibrio, comprensión y amor para ser felices, amándose unos a los otros. A compartir las malas rachas y a celebrar las buenas, es decir a vivir en armonía con lo que la vida les había deparado.

Hasta aquí la historia de una pareja que comenzó con mal pie, con indiferencia y, que poco a poco, supieron encontrar su camino, amándose incondicionalmente . Pero como todas las parejas del mundo desde que existimos, tuvieron sus altibajos, pero sólo con amor se pueden vencer los obstáculos por grandes que éstos sean.


                                                      F    I    N

Autoría: 1996rosafermu

Ilustraciones: Internet / Cincuenta sombras

Edición Septiembre de 2020

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS.

jueves, 12 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 26 - Plan B

 Pero aún no  había terminado. Tras conducir al ex agente Morgan a comisaría, éste se exculpó cuanto pudo, pero los ingresos del banco y alguna que otra llamada telefónica, dieron el resultado que todos imaginaban: había sido comprado para tapar bocas y dilatar al máximo lo ocurrido. El panorama para él no era muy halagüeño, así que optó por cantar y dar nuevas pistas.

— Tienen un plan B que no sé en qué consiste. Seguramente en que el muchacho se escape. Juro que no sé más.

Esa declaración coincidía con las conversaciones grabadas  al intervenir los teléfonos ¿Qué podía ser?  ¿Una huida? De inmediato dieron orden al aeropuerto y a las aduanas marítimas por si se trataba de una escapada. Claro, si que lo que pretendían era escaparse por mar, lo tenían muy difícil. Había que detenerle ya, sin esperar a más.  Tenían bastantes pruebas que le incriminaban. Y hacia su casa se dirigió una patrulla con la orden de detención, que con  resistencia y mil excusas, lo consiguieron.  Después vendría el interrogatorio  del cuál poco o nada sacaron en limpio. Pidió un abogado y consiguieron retenerle el mayor tiempo posible mientras el juez dictaba orden de detención inmediata.  Al menos ya le tenían encarcelado.

Alex seguía preocupado y, una vez que todo estuvo organizado en Miami, tomó el primer vuelo que hubiera para Maryland.  Pero sería largo, muy largo, comparado con la impaciencia que sentía.  En su interior sentía una zozobra, como si algo se les hubiera pasado y no acertaba a encontrar lo que era. Durante todo el trayecto no paraba de repasar mentalmente todo lo averiguado, pero había algo que volvía una y otra vez a su cabeza: el plan B.

¿Qué significaba? No habían averiguado nada más ¿Sería poner dinero a salvo? Una huida no era, puesto que estaba apresado él y el agente que le ayudó a tapar el homicidio. Entonces ¿Qué era? Mandó un mensaje a su mujer para que tuviera cuidado.  No estaría tranquilo hasta que la tuviera delante.  Por experiencia sabía que los delincuentes tienen una mentalidad fuera de lo común y son listos como el hambre.  Aquello significaba algo y no lo sabía y estaba en vuelo y fuera de su control.  No viviría tranquilo hasta que llegara a casa.

Hacía un día precioso y Fionna se sentía mejor. Habían pasado los tres meses y habían desaparecido, como por arte de magia, las inoportunas náuseas matutinas.  Se sentía optimista; dentro de unas horas Alex estaría con ella. Y todo sería más fácil estando él en casa.  Sonó el teléfono y atendió la llamada. Se trataba de Rosalind que la invitaba a comer fuera  para que la espera fuese más liviana

— Iremos con Amy ¿Te parece?  Alfred tiene trabajo y llegará por la noche a casa .y Freddy está en la guardería. Podríamos ir a buscarle después de comer ¿Lo hacemos ?

— Me parece estupendo. Salgo a buscaros de inmediato.  Hoy me encuentro muy bien y no tengo guardias, así que sí, lo haremos.

Conduciendo su coche canturreaba una canción que a los dos les gustaba y que Alex la vociferaba  mientras se duchaba: I want to know what love is.  Paró en un semáforo y miró por el espejo retrovisor a ver si su pelo estaba en su sitio.  Se dio cuenta de que otro coche estaba muy pegado a ella, algo que no la gustó, es sabido que muchas veces te despistas y  chocas con el de delante. Pero éste estaba parado, pero quizá demasiado cerca. El semáforo ya estaba en verde y arrancó aminorando la marcha, por averiguar si la adelantaba, pero no era así: seguía detrás de ella. 

Respiró aliviada, cuando vió la casa de Rosalind frente a ella.  Aparcó rápidamente y comenzó a tocar el claxon todo lo fuerte que pudo y repetidas veces. El coche que iba detrás de ella, pasó de largo y Fionna respiró tranquila, pero al mismo tiempo la intranquilizó.

— Estoy demasiado metida en los casos de Alex— se dijo— Todo lo que veo son posibles delitos  ¡Estoy loca! Sólo llevábamos la misma dirección

 Pero recordó las palabras de su marido "ten cuidado". Se bajó del coche al tiempo que Rosalind se reunía con ella. No la quiso decir nada del susto que había pasado.  Por primera vez, Amy  sonrió al verla, algo que agradeció grandemente y la acarició su cabeza con cariño.

— ¡Menos mal! Parece que me va tolerando . O quizás es que Rosalind le ha dado recomendaciones antes de salir— se dijo

Ambas mujeres se saludaron y Rosalind dio el nombre del restaurante al que irían  contentas.  A él se dirigieron, parloteando como cotorras: ambas estaban satisfechas de que todo se fuera solucionando, y se referían concretamente al hermetismo de Amy con ella.

No pararon de charlar durante la comida, y a ratos también intervenía la niña. Era una conversación principalmente basada en los niños, para que ella se integrara y no se sintiera aburrida. Por primera vez Amy preguntaba directamente a Fionna, algo que nunca había ocurrido, y ella se sintió alegre: se lo diría a Alex en cuanto pudiera hablar con él.  Se alegraría enormemente y todo sería más fácil con el bebe que sería su hermano o hermana ¿Qué querría ella?  Se lo preguntaría cuando se encontrara más relajada frente a la niña; sería una forma de hacerla partícipe de su  maternidad.

Fionna abonó la cuenta y salieron dispuestas a recoger a Freddy de la guardería y  esperaría a que fuera la hora de ir a buscar a Alex al aeropuerto. El coche lo tenían aparcado en la acera de enfrente, así que se dirigieron al semáforo para cruzar. En ese momento un coche venía en su dirección a una velocidad más alta de lo que correspondía . Fionna en cuestión de segundos se dio cuenta de  que era el mismo que la había estado siguiendo.  Con suma rapidez, su instinto, hizo que diera  un tirón de Amy hacia atrás, al tiempo que con el mismo impulso de sus reflejos, ella cayera al suelo.  A los gritos de Rosalind y el llanto de Amy, la gente que estaba cerca se arremolinó junto a Fionna.  El coche dio un volantazo y salió a toda velocidad de allí, pero chocando con otro vehículo que venía en dirección contraria para entrar en otra dirección, quedando ambos coches destrozados.

Rosalind desesperada pedía ayuda a una ambulancia, mientras apretaba contra ella, la cabeza inerte de Fionna y trataba de sofocar el llanto de su hija. 

Los que presenciaron todo, estaban prestando declaración a los agentes de policía tanto en donde se encontraba Fionna como en donde ambos coches chocaron. Era un ir y venir de las ambulancias y Rosalind no hacía más que repetir: "está embarazada, está embarazada".  Amy se apretaba contra su madre sin parar de llorar.

Con Alex no podía comunicarse puesto que estaba en vuelo; llamó a su marido que de inmediato se personó en el hospital al que fue conducida Fionna.  Estaba pálido, sólo abrazaba a su mujer y a su hija. No tenía palabras para consolar a la niña.

—Ve a la guardería,. Íbamos a recoger a Freddy cuando ha ocurrido todo.  Les he llamado advirtiéndoles de lo ocurrido. Ve a buscarle. Llévate a Amy y cuando sea hora recoge a Alex en el aeropuerto: llega esta noche desde Miami. No sabe nada de lo ocurrido ¡Dios mío, que no la pase nada! Ha sido terrible, y todo muy rápido, pero ella lo vió venir.  Gracias por siempre Fionna; estaré en deuda contigo. Salvó a Amy de un atropello mortal.

— Cálmate cariño. Se pondrá bien. 

— Le debo la vida de Amy, si no llega a ser por los reflejos de Fionna, estaría bajo las ruedas de ese maldito coche. Ha sido ella la que ha llevado la peor parte.  Me quedaré aquí hasta saber cómo está y que Alex llegue.  Ve con cuidado, hay un loco suelto que va a por nosotros.

— No te preocupes, ese no cometerá más atropellos. Se lo ha llevado la policía.

El avión procedente de Miami, tomó pista.  Le extrañó que fuera Alfred quién estuviera allí y no Fionna como le había prometido.  Después de saludarse, con mucha discreción, Alfred le contó lo sucedido.  La cara de Alex estaba blanca como el papel. Su mujer estaba ingresada en el hospital por  ¿un accidente?

A su cabeza llegó una letra: B. Ese era el plan B. Secuestrar o peor aún, matar a su mujer o a su hija.  Y entonces lo entendió todo.  Echó cuentas y pensó que lo que pretendían era secuestrarla y de esta forma hacer presión sobre él y que de nuevo el caso se quedara eternamente  dormido en el cajón de cualquier desaprensivo policía para siempre, o prescribirlo. Pero por pura casualidad, les salió mal.

El médico le informó que Fionna estaba bien, aunque con bastantes magulladuras, pero que el bebé seguía adelante.

— La hemos dado un ligero sedante para tranquilizarla, ya que se encontraba en estado de shock cuando volvió en sí.  Preguntaba insistentemente por un tal Alex ¿Es usted, su marido? Y,  también por Amy. Eso la alteró un poco.  Ahora descansa, pero debido a su estado, hemos preferido dejarla en observación. Si todo sale bien, como esperamos, mañana podrá irse a casa.

Al despedirse del médico, Alex se derrumbó en una silla  cogiéndose la cabeza con ambas manos.  Le daban escalofríos al pensar que podía haber perdido a cualquiera de ellas por motivos de su trabajo; no se lo podría perdonar nunca.  Hasta la salita de espera en la que se encontraba entró como una tromba Rosalind, quién le informó de todo lo ocurrido. Ambos se abrazaron y Alex rompió a llorar.

Más calmados entraron en la habitación en donde dormitaba Fionna.  Tenía una venda en el brazo y algunas gasas en uno de los lados de su cara. Emocionado la besó en la frente y muy despacio, sin apenas rozarla  acariciaba su cara. Un nudo agarrotaba su garganta. Había estado a punto de perderla a ella, y a su hijo. Los ojos se le empañaron y no podía apartar la mirada de su rostro.

—Alex, está bien. La debemos el haber salvado a Amy.  Gracias a ella y con riesgo de su vida, tuvo reflejos para protegerla.  Nunca lo olvidaré.

— Salgamos fuera y me explicas todo lo ocurrido. Alfred me lo ha contado muy por encima, pero he saberlo todo. Ese hijo de... no va a salirse con la suya.

En la salita Rosalind le explicó todo lo que ella sabía, que unido a lo averiguado, era la pieza que faltaba. Llamó por teléfono a jefatura de Nueva York,  y a su amigo, al que tenía plena confianza, y le dio una orden tajante:

— Detén a toda esa maldita familia

— ¿Qué pasa, que te ocurre? Te noto muy alterado

— Han estado a punto de matar a mi hija y a mi mujer, o secuestrarlas, no sé bien. Está en el hospital. En cuanto la den el alta, cuando estemos en casa, te llamaré y te contaré lo ocurrido.  Ahora no puedo, tengo tanta rabia dentro de mí, que sería capaz de hacer una barbaridad. En Miami está todo listo.  Posiblemente les trasladen mañana o pasado a Nueva York. Procuraré pasarme lo antes posible para entregar toda la documentación y dar por finalizado este caso. Pero ahora, detén a todos los implicados. No son tan inocentes como parecían; estaban al corriente de todo.  Date prisa, las noticias corren como la pólvora; que no se escape nadie.

—  Ahora mismo doy la orden. Tómate el tiempo que necesites.  Ya les tenemos, y créeme de esta no saldrán tan fácilmente.  Están todos, y todos, por una u otra causa, van a pasar en chirona una larga temporada.  Cuida de tu familia; ya has cumplido sobradamente. Paso la orden de detención a Maryland para que  detengan al conductor  causante del suceso. Están todos dispersos pero todos a buen recaudo. Me hago cargo de todo, Alex, no te preocupes está todo controlado.  Ocúpate de tu familia. Has hecho más de lo que podías.  Creo que tu trabajo ha terminado.

Después de dar más detalles del suceso, se saludaron despidiéndose. Ahora sería Nueva York quién tomara las riendas de todo el asunto, puesto que allí se produjo la muerte y el incendio y sus posteriores ramificaciones. Controlaba que todos estuvieran retenidos y las órdenes de los respectivos jueves, impedían que les pudieran poner en libertad. El juicio saldría bastante después, pero eso ya no les correspondía a ellos, aunque alguno tuviera que ir a declarar.  Lo importante es que el caso se había esclarecido y cerrado por la parte policial.


miércoles, 11 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 25 -Caso cerrado

 Siguieron con el plan previsto y, en pocos minutos,  estaban llamando a la puerta del domicilio de la hermana y el sobrino de la señora Maxwell, ya que no vivían muy lejos. También la patrulla camuflada, pero en contacto permanente con la jefatura y con Alex.  No supieron si es que no les había dado tiempo de preparar nada, o que la señora Maxwell era inocente y no había efectuado ninguna llamada entre ellas.  Pulsaron el timbre y de este modo establecieron contacto con Frances, la hermana de Joan. Se mostraba igual de amable, pero más reservada respecto al caso, y a su hijo,  en concreto, se mostraba hermética.

— Lo siento señores policías, pero mi hijo no está en este momento

— No importa, le esperaremos

— Es que seguramente no coma en casa

— Es igual, no hay prisa. Es para finiquitar este caso, pero nos faltan algunos detalles que hemos de consignar. Serían cinco minutos de su tiempo y, después olvidarse de tan penoso asunto. ¿No podría llamarle por teléfono para que se diera algo de prisa, por favor? Como le he indicado a su hermana, son detalles sin importancia, pero que se omitieron en la declaración y el juez los precisa para darlo por cerrado.

— Si no les importa esperar...Lo mismo no aparece por aquí en todo el día. Pero está bien, le llamaré.

Marcó un número de teléfono que desde la comisaría, al estar intervenido, supieron que era con Miami.

—¡ Hola querido, soy mamá. Aquí tengo a unos policías que desean hablar contigo. Dicen que no te entretendrán, así que ven para acá lo antes posible

— Está bien mamá. Paso al plan B.

—Ven cuanto antes. Te están esperando. No te entretengas con nadie en el camino. Supongo que estos señores tienen prisa.

—No importa. Un agente le esperará, y así evita personarse en comisaría, que siempre es más incómodo— dijo Alex

— Está bien— respondió  Frances algo alterada.

— Bueno, pues... — Sacó su móvil del bolsillo y contactó con la patrulla

 — Teniente haga el favor de subir. Ya sabe los datos que precisamos y después de completarlos puede marcharse.

  Alex había dado instrucciones y los policías, sabían a qué se refería. Se despidieron sabiendo que algo tramaban, pero tendrían que esperar.

—Señora, buenos días— dijo despidiéndose de Frances

— Adiós inspectores.

Ni en ese día ni al  siguiente el tal sobrino apareció por su casa, algo sumamente sospechoso de que lo tenían todo preparado e imaginaron que de nuevo se había reabierto el caso. Entonces decidieron llamar a declarar en comisaría tanto a la madre como a la tía. Seguro que se derrumbarían y podrían sacar la información.

 Mientras tanto en Miami, al estar en contacto con Nueva York, se pusieron en  marcha para localizar la llamada recibida y el escondite del sobrino.

Tenían las líneas intervenidas por tanto si le avisaban telefónicamente sabrían dónde estaba. Y así ocurrió con la llamada desde Nueva York. Era el principal sospechoso, pero tenían otra vía y era el policía residente en La Florida.

 Contactaron con la jefatura de Miami y ellos se encargarían de sonsacarle, si es que había sido pagado por guardar silencio.  Al fin se abría una luz al final del túnel.  Tras averiguar la dirección de la llamada de Nueva York, dos patrullas se dirigieron a ella, arrestando al tan buscado sobrino.  Antes de que entrara la policía en su casa para detenerle,  después de hablar con su madre, marcó otro número y dijo:

— Plan B. Cuanto antes—,- y colgó de inmediato.

Mientras todo esto ocurría, otra patrulla se dirigió al domicilio del tal Morgan, ex agente de policía.  De momento sería trasladado a comisaría para declarar, y después ya se vería.. Antes de que eso ocurriera, Morgan descolgó el teléfono e hizo otra llamada que coincidía con el número del sobrino

— Adelante— dijo escuetamente. Minutos después la policía entraba en su casa.

  Volviendo a Nueva York. 

Se personaron en comisaría ambas hermanas y no tuvieron que presionarlas mucho; Joan, la viuda,  a pesar de haber sido interrogada, no aportó nada más de lo dicho, sin embargo su hermana, a poco que la forzaron se desmoronó y confesó que su hijo se había peleado con el tío pero que no sabía nada más.

— No les puedo decir nada más. Por favor que termine este suplicio. En serio que no sé donde está. Sólo me dejó ese teléfono.

— Por qué fue la discusión?

— Mi hijo andaba en malos pasos; había contraído deudas importantes y no teníamos dinero para cubrirlas.  Recurrió a mi cuñado y éste se lo negó.  Se acaloraron y comenzaron a discutir. Llegaron a empujarse y los insultos eran muy duros, entonces mi hijo le empujó y al caer se dio con el mármol de la chimenea. A las voces entró mi hermana que horrorizada trataba de llamar una ambulancia, pero estaba muerto y nos entró el pánico.  Quiso llamar a la policía, pero mi hijo no lo permitió. Hicimos mal, lo sé, pero estábamos en shock y además él iría a la cárcel para toda la vida. Envolvimos el cadáver en una colcha y de madrugada lo sacamos al coche.  Después  lo llevó no sé a donde. Luego atamos cabos y dedujimos que era el cadáver que se había quemado en aquel edificio. Fue un accidente, pero al mismo tiempo una liberación para mi hermana. No fue un buen marido, pero ella nada tuvo que ver en todo esto.

— Pero ustedes hicieron algo que les ha complicado infinitamente más— dijo Alex

En este punto, hicieron un alto en el interrogatorio y salieron de la sala para cambiar impresiones con los otros agentes que les estaban ayudando. 

— Lo sabía. Lo sabía. Pero, entonces ¿cómo no investigaron su entorno, al sobrino? ¿Quién llevaba la investigación?

— Morgan— respondió el segundo de Alex

— ¿ Morgan es el que está en Miami?

—  Qué ¿Sospechas?

— Pues que le dieron dinero para taparlo, y dar largas hasta que se olvidara, y casi lo consigue.  Está claro. Dices que se jubiló al poco tiempo y se fue a vivir a Florida: blanco y en botella. Ponme con el comisario de Miami

Se encerró en un despacho y explicó punto por punto todo lo averiguado, quedando en que  harían  una visita al que fuera policía, viajando hasta allí. Pensó que en persona se sentiría más presionado y cantaría. Así que de momento no gestionarían nada hasta que él llegase.  Lo sentía por Fionna que se demoraría su regreso a casa. Tenían los teléfonos de las dos hermanas pinchados, por lo que sabrían de inmediato si se comunicaban con alguien, y si fuera así, de inmediato actuarían.  Esta vez no se les iba a escapar.

Investigar por los bajos fondos, por si el sobrino no anduviera muy lejos, al tener el tren de vida que llevaba en Miami. También cotejar  las cuentas de los bancos tanto de la madre como de la tía, principalmente la de ésta última, ya que era la que más dinero poseía. Y también investigar los extractos de los bancos, por si   hubiera cantidades regulares mensuales remitidas al ex agente, todo estaba claro. Además de asesinato, ocultamiento de chantaje. Tendrían que averiguar las cuentas que tenían, para ello harían un requerimiento al banco.

Todos respiraron aliviados: el caso estaba casi resuelto, faltaba encajarlo todo y presentarlo ante el juez y con los datos confrontados se encargarían en Nueva York de darlo por cerrado.

Alex respiró aliviado, al fin regresaría a casa, aunque tendría que esperar unos días. Lo más difícil sería decírselo a Fionna. Le había dicho que era cuestión de dos o tres días, pero todo se había alargado.  Estaba verdaderamente harto de ese caso, sencillo,  a primera vista, pero tan complicado por las ramificaciones qué tomaron y que al haber corrupción en las pistas, todo se había dejado al olvido, para eso precisamente, para ver si se olvidaba.

Alex se puso en contacto con su casa.  Se sentía aliviado por la resolución de todo, pero bastante inquieto por Fionna. No sabía el por qué, pero estaba preocupado, máxime al tener que demorar su regreso:

— ¿Cómo estás, te encuentras bien?

— Si cariño, muy bien. Deseando que llegues ¿ Cuándo regresas?

—Verás han surgido complicaciones, pero muy importantes para el caso. Sólo que he de viajar hasta Miami y ahí lo cerraremos, eso espero.

—¡No!  Pensé que volvías ya

— Lo sé, cariño, pero no tardaré mucho. Cuídate ¿Lo haces?

— Si viejo gruñón. Lo hago.   Estate tranquilo, además Rosalind y Alfred están pendientes de mi, y bueno un poquito Amy. No te preocupes por aquí todo bien.  Te quiero

— Yo más. Muchísimo más

Se despidieron con la promesa de verse pronto, muy pronto y, podrían seguir con sus vidas sin preocupaciones.


martes, 10 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 24 - Tirando del hilo

 Señalaba con un rotulador amarillo, las situaciones, los interrogantes, las pesquisas a realizar, para que todo estuviera presente y no hubiera nada de lo sospechado que se le escapara.  En la hoja del bloc en donde había trazado su plan de trabajo, señalaba los pasos a seguir: primero ir a la jefatura, hablar con el comisario, conseguir su permiso para entrevistarse con los inspectores que participaron en el suceso. Visitar a la familia: la esposa, el sobrino, los empleados de hogar y alguna que otra persona, como por ejemplo la madre del muchacho, que casualmente era hermana de la esposa del desaparecido.  Revisar de nuevo las pruebas encontradas. Los informes de la autopsia, y la de los bomberos que extrajeron el cuerpo. Interrogaría de nuevo a Murray y a Fionna por teléfono, aunque tanto uno como la otra nada podrían aportar, pero debía hacerlo con ellos también.

Tomó la copa que le sirvió la azafata y en poco tiempo más llegarían a Nueva York. Una ciudad repleta de recuerdos para él que estaban unidos a Fionna, y sólo a ella.  No cambiaría la vida que ahora llevaban por la que tuvieron en la gran ciudad.

Lo primero que haría, nada más tomar tierra, sería buscar un hotel que estuviera cerca, al menos de la comisaría; conocía varios, así que no tendría problema alguno.  

De repente se encontró en la calle, inmerso en la vorágine de la gran ciudad. Tenía la sensación de que nunca se hubiera ido de allí.  Todo lo vivido  volvió a su cabeza nuevamente. En realidad no hacía tanto tiempo desde que se mudara y, las imágenes, todas, permanecían frescas en su memoria, era como si nunca se hubiera marchado. Sonrió mientras por la ventanilla del taxi veía pasar las imágenes rápidas del tráfico y de las personas que siempre iban andando deprisa como si la vida se les escapara. Quizá,  la tranquilidad de Maryland, había dejado su huella.

Lo primero que hizo al entrar en la habitación del hotel, fue llamar a su casa. Le preocupaba haber dejado sola a Fionna; tenía una sensación extraña dentro de él, y es que hacía una temporada que no se habían separado nada más que para acudir al trabajo, y ahora se temía que la estancia en Nueva York duraría más de los dos o tres días que había fijado, en parte para no preocupar a Fionna.

Ya la echaba de menos y hacia apenas unas horas que se había marchado.  Se tumbó en la cama mientras llamaba. Enseguida escuchó la voz querida de ella. Sus preguntas, sus inquietudes afloraron de uno y otro. Al colgar miró el móvil como si el aparato pudiera retener de nuevo la voz de Fionna

— ¡Dios cómo la amo!—se dijo—. Pero en realidad sentía preocupación no sabía a qué y por qué. Tenía que estar tranquilo. Ella no estaba sola, Rosalind y Alfred la echarían una mano si lo necesitaba.  Amy de nuevo volvió a su memoria. La aceptación de Fionna por parte de la niña y el nacimiento de su segundo hijo, es lo que más le preocupaba al estar lejos de ambas.

Después llamó a sus amigos y estuvo hablando durante largo rato con Gladys, exponiéndola todo lo que había anotado para investigar.  Ella se ofreció y  se verían al día siguiente en la jefatura.  Cuando antes empezasen, antes terminarían. Acababa de llegar y ya estaba deseando regresar.

Tal y como lo había planificado y, junto a Gladys, se personó en la comisaría, contando con el regocijo de sus antiguos compañeros y la extrañeza de los nuevos. Dos o tres de los antiguos integrantes de su equipo, ya no pertenecían a esa comisaría: unos lo habían dejado y otros habían sido trasladados.  Pero los más fieles,  permanecían aún. Excepto uno, que había pedido la jubilación anticipada alegando que estaba cansado y deseaba vivir en un lugar tranquilo, residiendo en La Florida, en donde encontró el sol y el mar que tanto ambicionaba.

Le extrañó al escuchar esa decisión ¿ Cómo con la jubilación le daba para tanto?  Y la idea de que había traidores dentro de la policía se abrió paso en su cabeza. Pidió su teléfono para contactar con él, y su más próximo se lo facilitó. Aunque jubilado, también a él interrogaría, y ahora con más motivo. 

En su reunión con Gladys la expuso todas las dudas y ella también estaba de acuerdo:  le ayudaría todo lo que pudiera, pero sería de tapadillo, por no encontrarse ya entre la plantilla de la jefatura. 
Examinaba toda la documentación que había portado, una vez más. Quería estar seguro de cada paso que debía dar. Sentado en la cama, acomodó la almohada detrás de su espalda y comenzó a marcar los primeros pasos que debía dar.

El primero sería visitar a la familia del financiero desaparecido acompañado de Gladys, que aunque no pudiera intervenir, era como su secretaria, y así la presentó.

La casa en donde vivía la esposa del investigado era un apartamento grande, quizá demasiado para una persona aparentemente sola.  Vivía en Manhattan, en una zona totalmente residencial. Fue recibido por la sirvienta que le condujo a un salón y allí esperarían  hasta que apareciera la dueña de la casa.

La dama era una mujer bien plantada de unos cincuenta años. Mientras se saludaban Alex hizo las presentaciones de Gladys como su secretaria. Joan Maxwell era refinada y amable, pero notó que al conocer el motivo de su visita, se envaró ligeramente, algo que no pasó desapercibido para Alex.

— Señora Maxwell, hemos reabierto el caso de su esposo desaparecido. Yo no llevé la investigación desde el principio por estar fuera del país, pero me ha sido encargado que esclarezca lo ocurrido para darlo por cerrado. Es un puro trámite, nada más.

— Pensé que ya había  concluido, pero por otro lado me agrada que se tomen interés en hacerlo. No he vuelto a saber nada de mi marido y, lo cierto es que no sé si considerarme viuda o aún casada. No he vuelto a tener ninguna comunicación ni de él ni de ustedes, habiendo pasado mucho tiempo

— Cierto, pero créame que no hemos dejado de investigar. Pero para retomar de nuevo el caso he de reconstruir los últimos pasos de su marido, la víspera de su desaparición, tales como si recibió llamadas, si se entrevistó con alguien, si salieron a cenar con amigos... en fin, cuantas más cosas  sepa será mejor y más fácil.

— Lo cierto es que aquí en casa, no recibimos a nadie ni salimos a cenar con nadie. Habló por teléfono con uno de mis sobrinos.  Cenamos los dos y después de ver un rato la televisión nos acostamos. A la mañana siguiente le desperté. Desayunamos y salió de casa para no regresar, eso fue todo.

— ¿ Podría hablar con ese sobrino que contactó con él esa noche? 

— Pues lo cierto es que no lo sé. Anda de acá para allá, sin quedarse mucho tiempo en algún sitio.

— Según tengo en el informe, solamente hablaron con la policía en un par de ocasiones para averiguar cómo iba la investigación ¿Es eso cierto?

— Creo que fueron dos o tres veces. Si. Pero no me dijeron nada que me satisficiera, así que dejé de hablar con ellos y contraté a un detective privado para que hiciera las averiguaciones. Algo que por cierto, tampoco resolvió nada.  Así que di por supuesto que el cuerpo que encontraron sería el de mi marido.


— Muy bien señora, por último ¿Me facilita la dirección de su sobrino y la de su hermana? ¡ Ah! y también la del detective contratado

— Mi sobrino , no sé si ahora estará por aquí

—Debo intentarlo, espero que lo comprenda. Como la he dicho son puros trámites, pero que hemos de tenerlos todos claros para poder cerrarlo, de lo contrario el juez de turno nos lo echará para atrás y revolverán todo de nuevo. Créame es un quebradero de cabeza, de ahí tratar de cerrarlo de una vez. Es una pesadez.

— Claro, lo entiendo

  Se dirigió a un secreter y de él extrajo una agenda  y de ella la dirección de sobrino y hermana., ya que vivían en la misma casa. Y también,  la del detective aludido.

Gladys tomaba nota de todo apoyada en una mesa, y sin que la vieran puso un micrófono diminuto debajo de ella.

— ¿Ya está? — dijo Alex dirigiéndose a "su" secretaria— Pues eso ha sido todo. Si acaso surgiera algo nuevo, se lo comunicaríamos de inmediato.  Buenos días, he tenido mucho gusto.

— Adiós detective. Señorita...

Al salir, ambos policías se miraron sin comentar nada., y rápidamente se dirigieron al coche conectando a continuación con el inspector que les ayudaría en las pesquisas para que enviaran una patrulla a las direcciones que les facilitarían y abriendo a un tiempo el micrófono para las escuchas, si se producían 

— Ha de ser ahora mismo. Después te lo explico Pero que no sean visibles, sólo si vieran algún movimiento sospechoso de salidas o entradas de personas— dijo Alex a su segundo en el caso.

— De acuerdo, todo está controlado, de momento no hay llamadas telefónicas— le respondió el policía

— La patrulla sale en este instante — añadió

Gladys y Alex, mientras se dirigían a la jefatura, iban cambiando impresiones de la entrevista:

—Oculta algo y estamos en el camino correcto. Hay algo que no me gusta y eso afianza más mis sospechas, pero no sabremos algo más concreto hasta que no hablemos con el resto. Te invito a comer, y después hablaremos con los policías que estuvieron al cargo de la investigación.  Ahora vayamos a la dirección de la hermana, a ver si, con un poco de suerte sacamos algo en limpio. Sigo pensando que el sobrino tiene algo que ver .Trataré de localizar a ese personaje tan volátil a ver si tenemos suerte, aunque pienso que si todo está entre ellos, nos dará esquinazo o se perderá por esos mundos de Dios. Hemos de actuar rápidamente antes de que desaparezca—. Dijo Alex .


lunes, 9 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 23 - Tú y yo

 Sus vidas comenzaron a caminar nuevamente.  Se habían convertido en cómplices de su propia vida, y aunque había veces que Fionna se impacientaba con respecto a Amy, bastaba un gesto, una mirada de Alex, para recuperar la compostura.  Pasó el tiempo, y los meses ayudaban a que todo fuese más normal. Fionna le anunció que estaba embarazada, algo que produjo una enorme alegría en toda la familia; inclusive en la acaparadora Amy, que parecía se iba volviendo más asequible para Fionna.  Ni qué decir tiene que Alex no cabía en sí de gozo; iba a ser padre de nuevo y lo estaba viviendo con la máxima intensidad, esperando impaciente el momento que tuviera entre sus brazos a un nuevo hijo ó quién sabe si otra hija suya, y de ella.  Esta vez todo era diferente. Sus vidas eran más tranquilas, más hogareñas, y cuidaba de su esposa como si tuviera que estar entre algodones durante todo el día.

Alex seguía una pista que probablemente le condujera a la resolución del caso que durante tanto tiempo estaba aún sin cerrar. De vez en cuando, Fionna asomaba su cara al despacho de él, sin hablarle para no distraerle. Pero en esta ocasión la extrañó la quietud de su mirada en una fotografía de prensa y en otra de estudio.   Se acercó lentamente hasta él, sin hacer ruido. Tenía curiosidad por saber lo que miraba con tanto detenimiento. Permanecía quieta detrás de él, pero tan absorto estaba, que ni siquiera se dio cuenta.

 De repente Alex lanzó una pregunta al aire para él mismo:

—¿ Cómo no nos hemos dado cuenta antes? Era evidente, pero mirábamos hacia otro lado y no pensamos que el asesino estaba cerca.

—¿ Has dado con la clave?

—¡ Ah, estás ahí!  Perdona tan metido en ello estaba, que no me he dado cuenta. Pero ya que estás aquí, mira estas fotografías y dime qué ves en ellas. Míralas detenidamente

Fionna miraba una y otra, y nada encontraba que las hiciera sospechosas de nada. A simple vista parecían las mismas y sin embargo no lo eran. Una era de un recorte de un periódico y la otra una prueba recogida en el registro de la casa.  Ella por mucho que las miraba no veía nada extraño, sino personajes unos riendo, otros serios y, otros ni una cosa ni otra, sino con la mirada perdida en no se sabía qué. Era natural que no lo viera, no estaba acostumbrada a escudriñar cualquier atisbo  que indicara que alguien había cometido algún delito.  Pero Alex tenía vista de águila y costumbre de analizarlo todo, y él vió algo extraño, que para otros, pasaría inadvertido, pero que le puso en estado de alerta y probablemente en el camino de averiguar en donde habría estado alguien,  y si fue un delito lo encontrado en aquel edificio, o se trataba de un  mendigo en busca de abrigo.

— Perdona, no veo absolutamente nada extraño

— Mira

 Y poniendo su dedo sobre uno de los personajes la hizo notar su forma de mirar a otro de los allí presentes:

— Fíjate bien y ahora mira en esta otra

Ella agudizó más su vista y comprobó que a pesar de ser tomas distintas, las miradas de una determinada persona era la misma y en una misma dirección. Se trataba de un hombre de unos veintipocos años que miraba con extraños ojos a la cara de uno de los presentes ¿ Quienes eran uno y otro y, por qué esa mirada? Posiblemente alguien entendido en el lenguaje corporal o un psicólogo pudiera aclararlo, pero ella sólo veía que uno miraba al otro.

— ¿Qué pasa?— preguntó con curiosidad

— La foto enmarcada nos fue entregada por la esposa del señor del centro, de ese a quién va dirigida esa mirada tan curiosa. Resulta que el personaje en cuestión era su marido, desaparecido y  aún hoy no justificada su ausencia y, que además, sospechamos que es la víctima del incendio. El otro es un sobrino que no congeniaba mucho con él.

— ¿ Y eso qué tiene que ver?  En algunas familias ocurre eso.

— Si, pero da la casualidad que ese muchacho salió del pais  inmediatamente después de comenzar la policía a indagar los hechos de identificación del cadáver. Es un sobrino de la esposa del desaparecido y, que precisamente, no se llevaba muy bien con su tío.  Ni siquiera esperó a la confirmación de quién era la víctima.  Lo hemos tenido delante durante tanto tiempo que dirigimos las pesquisas en otra dirección sin siquiera reparar en ese detalle.

— Me vas a perdonar, pero no entiendo a la familia, ni siquiera a la esposa ¿Se conformaron con las explicaciones que les distéis ? ¿Ni siquiera exigieron la certeza de si ese cadaver encontrado era su marido? Eso nunca lo entendí. ¿ Cuántas visitas hicieron a la jefatura?

—Lo cierto es que muy pocas, por decir algo.  No puedo precisarlo con exactitud, ya que yo estaba en Inglaterra cuando ocurrió todo esto, pero en el registro de visitas, tan sólo figuran tres. Y es algo muy raro, habiendo desaparecido de la noche a la mañana y no hubo ni llamadas, ni cartas ni ningún tipo de comunicación con su familia.  No lo entiendo. ¡Como no hubiera alguien que quisiera taparlo para darlo por olvidado!  Alguien que contase, además, con algún cómplice dentro de la policía. Pero ahora lo veo más claro que el agua.  Cielo, he de viajar a Nueva York; será cosa de un par de días o tres, pero he de volver a visitarles ,y con la idea que tengo, tratar de encajar todas las piezas y darlo por cerrado definitivamente. Hablar con los inspectores que llevaron el caso a ver si recuerdan algo más concreto.  Casi todos los asesinatos ocurren dentro de la propia familia.  No entiendo cómo se les pasó por alto todo esto. Pero claro, a mí también se me pasó. En fin.  A ver si de una vez resolvemos este rompecabezas.

Voló a Nueva York. Las recomendaciones que hizo a Fionna no se acababan nunca y ella reía satisfecha por los cuidados de su marido:

— No cojas peso, descansa, come fruta, nada de carne cruda ni fiambres tampoco,. Llama a Rosalind si tienes alguna duda sobre algo.  Te dejo en la puerta del frigorífico una nota con los números del médico. Ve al hospital si te sientes mal...

— Ya. Alex para por favor. Soy médico, trabajo en un hospital, sé lo que he de hacer. Ve tranquilo y soluciona de una vez el dichoso caso "Fuego", pero has de saber que le tengo en un rinconcito de mi corazón

— ¿Y eso? ¿ Asunto de qué?— respondió él

- Porque por él te conocí. Y por cierto, te odié bastante en esos momentos. Anda ve y soluciónalo para que al fin puedas vivir tranquilo.

La besó acariciando su cara y abrazándola como siempre lo hacía. A regañadientes llamó a un taxi para llegar  al aeropuerto.  Le esperaba un largo viaje, durante el cuál repasaría toda la información que llevaba en su portafolios, y cada vez estaba más seguro de que lo que pensaba era lo acertado.

— Veremos a ver, una vez sobre el terreno y después de entrevistarme con la familia, si todo está tan claro como lo pienso, o en verdad hay que cerrarlo de una vez.

Una vez más, sentado en el avión, repasó  todos los apuntes que había hecho de las dudas y sus posibles conjeturas, y cada vez tenía más claro que, alguien en la policía tenía interés porque este caso quedase en uno de los cajones del escritorio de algún inspector con la etiqueta de "sin resolver", un problema más a los añadidos.

domingo, 8 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 22 - El regreso

 Faltaba un día aún para  finalizar   sus vacaciones, pero decidió partir de regreso a su casa. No quería más tropiezos con William. Pararía en algún motel de la carretera y allí apuraría el tiempo restante de libertad.  Nuevamente acudieron a su memoria los recuerdos de uno y otro; de los problemas que la aguardaban nada más entrar en casa ¿ Habría cambiado algo? Desde que se fuera no había llamado ni una sola vez a Alex, y su teléfono estaba fuera de cobertura, por tanto él tampoco había contactado con ella.Ni siquiera se había ocupado de cargar su batería. Le suponía preocupado y pensando mucho en lo que había sucedido, o por el contrario sería el principio del fin.

Pero no se había borrado de su cabeza lo ocurrido con William. De no haber tenido ese instante de claridad  ¿hubiera aceptado sus caricias? En definitiva ¿ Se hubiera acostado con él?
 Le había pillado en un momento de baja autoestima y no deseó tentar a la suerte. Cuando volviera a ver a Alex, no le podría mirar a la cara ¿ Y si él hubiera hecho lo mismo? No se lo perdonaría nunca, aunque ya conocemos las excusas que los hombres suelen dar en casos como éste: "Tú no estabas y necesitaba amor humano" 
¿Y qué pasa con las mujeres? ¿Acaso ella no lo había necesitado?  Pero pudo más el amor que tenía a su marido que cualquier otra tentación.

Reflexionó sobre lo que verdaderamente sentía, y creía haber obrado bien y con sentido común. Sintió que valía más permanecer al lado de su marido que pasar el resto de su vida añorando lo que pudo ser y no fue. Así misma se daba  el consuelo de que la niña crecería y quizá comprendiese que amaba a su padre y que no sería un obstáculo entre ambos. 

Suspiró profundamente y se dijo que habría de tener paciencia y esperar a que el tiempo lo pusiera todo en su sitio. E imaginó a Alex delante de ella, abrazándola, diciéndola cuánto la había echado de menos, y cuánto la quería.  Esas palabras junto a las caricias, la compensaría de esa semana sin él. 

Decidió seguir carretera a delante y aunque llegará de noche a su casa, sabía que los brazos de su marido la estarían esperando. Aceleró el coche. De repente se sentía impaciente por llegar cuanto antes, y se dio cuenta que, con sólo pensarlo la sangre volvía a correr veloz por sus venas.

Ni siquiera paró en alguna gasolinera para   tomar un bocadillo. Se sentía impaciente por llegar a casa. 

Anochecía cuando paró frente a la entrada estaban apagadas las luces, y tan sólo se percibía algún reflejo. Imaginó que estaría trabajando en su estudio, quizá tratando de matar el tiempo. No pudo evitar que un nudo se hiciera en su garganta, y tocó el claxon repetidas veces para que él supiera que había vuelto, que estaba allí aguardando que abriera la puerta y la apretara fuerte en un abrazo contra su cuerpo. Ignoraría lo cerca que había estado de haber cedido a una tentación, no porque siguiera enamorada de William, sino porque se sentía sola y desamparada de él. Sólo le deseaba a él. Su amor rotundo y sin fisuras. Sus noches ardientes de pasión en que abren su corazón, fuera de todo fingimiento y, por ello sabía que la amaba y que juntos superarían este obstáculo que se había cruzado en su camino. Que la mejor forma de demostrarle cuánto le amaba, era siguiendo el ritmo de su hija, y no plantearle problemas, que por otra parte estaba segura se solucionarían cualquier día.

Volvió a tocar el claxon con fuerza e insistentemente. De repente la puerta se abrió y él apareció en el umbral, con una sonrisa que le partía la cara en dos ¿ Cómo había dudado siquiera que necesitaba a alguien que no fuera él ? 
 Avanzó a paso ligero hacia ella y la abrazó como ella esperaba, con ese abrazo fuerte, rotundo, estrechándola contra su cuerpo.  Besaba su cara y se apartaba para verla, como si temiera que lo que estaban viviendo era un sueño y no real.  

Tomados por la cintura, entraron en su casa, una casa que ahora le parecía distinta, con tan sólo haber faltado de ella unos días. Como había supuesto, él estaba trabajando. La volvió a coger en brazos y comenzaba a girar siendo los dos como si de dos chiquillos se tratara.  De repente se paró como si recordara algo:

— No creas que me he olvidado que ni siquiera te dignaste llamarme ni una sola vez para saber donde estabas.  Te fuiste de muy mala manera y estaba preocupado. Que lo sepas: estoy muy enfadado contigo.

— ¿En serio? Entonces tendrás que explicarme a qué ha venido este recibimiento tan caluroso

—¿ Ha sido caluroso?  Pues no me he dado cuenta— dijo riendo y volviéndola a abrazar

— No tienes ni idea lo que te he echado de menos. Las noches tan largas y aburridas que he pasado. He estado muy preocupado por la forma en que decidiste ese viaje.  Espero que hayas encontrado respuestas a lo que te preguntaras, porque no pienso pasar ni un día más sin tí. He tenido también mis reflexiones, y entiendo por qué lo has hecho.  Nos ha pillado a los dos fuera de lugar; es algo que no esperábamos, pero te ruego que tengas paciencia.  El tiempo pasa rápido y en algún momento ella se dará cuenta de que podemos vivir todos en armonía como una familia. Por favor te pido que  ignores su comportamiento tan hostil y  sigas igual que lo estabas haciendo.  Sé que te la vas a ganar, es como un presentimiento. Pero no vuelvas más a dejarme porque tú eres muy importante para mí, lo más importante.

— Alex, todo irá bien, estoy segura. He reflexionado sobre  lo que la ocurre y, es que tiene celos. Es muy pequeña todavía y no puede comprender que puedas quererla a ella y a  mí. No te ha tenido durante mucho tiempo, y ahora le da miedo volver a perderte.  He pensado mucho durante estos días y creo que he visto las cosas más claras.  En el lugar donde estaba, me encontré con alguien que fue importante en mi vida durante cierto tiempo. Pero al verle de nuevo y comprobar que seguía lo mismo,  que produjo nuestra ruptura por la misma causa,  decidí que mi sitio estaba al lado de mi verdadero amor, del hombre de mi vida. De quién me entiende y me tolera y yo le amo y le tolero. Supe que quería estar a tu lado para siempre.

— ¿Te propuso algo?— dijo muy serio

— Abiertamente no, pero lo insinuó, y no me gustó nada. Le dejé plantado; mi sitio está aquí a tu lado, contigo y con mi familia. Amy me querrá algún día, ya lo verás.

El apetito lo habían perdido, tampoco tenían hambre.  Tan sólo deseaban una cosa: desquitarse de esa semana de ausencia. No le preguntó por el trabajo, no le preguntó por nada, ni por nadie. Sólo quería que fueran ellos dos, solos.  Era la noche del reencuentro, la más importante, la primera de su primer bache, de su primer altercado. Afortunadamente ya superado.

La tomó de la mano y como si la leyera el pensamiento, juntos se encaminaron al dormitorio. No necesitaban más palabras, ni mas indicaciones; ambos deseaban lo mismo. Se pertenecerían una vez más y se resarcirían de los días en que habían estado separados.  El mundo podía naufragar, pero estando ellos juntos, saldrían nuevamente a flote.  De golpe a su cabeza llegó la ocurrido con William, es decir lo que pretendía que ocurriese, pero esa noche quedó todo claro y borrado para siempre.

— Mañana será otro día— se dijo—. Hoy es mío y yo seré suya tan apasionadamente como queramos.  El resto puede esperar.



sábado, 7 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 21 -Sólo amigos

 Y paso ligero  regresaba a su hotel, pero durante el camino una escena volvió a su memoria. No quería recordar, pero era inevitable, después de haber encontrado al antiguo amor de su juventud.

Decía que eran novios, ella no estaba segura, pero machaconamente él la obsequiaba con mil palabras amorosas, hasta que terminó por rendirse.  Durante dos cursos seguidos mantuvieron ese romance, al menos por parte de Fionna, pero dudaba que significara lo mismo para William.  Dicen que la víctima es la última en enterarse y eso la ocurrió a ella.

Era víspera de exámenes, le  había prestado unos apuntes y, hacía días, a pesar de haberlos reclamado no terminaba de devolverlos. Los precisaba y acudió hasta su dormitorio para que se los devolviera.  Había ruido en su interior, pero nadie respondía a las repetidas llamadas que hiciera en su puerta. Se decidió a  entrar y lo que vió la dejó pegada a la pared: el que decía jurarle amor eterno, estaba en la cama con otra chica.  Él dio un salto al percatarse que ella estaba viendo lo que estaba ocurriendo, pero Fionna dio medio vuelta y se alejó de allí.


William tras vestirse, fue en su busca, pero ella no atendió su llamada.  En ese instante se rompía el idilio mantenido durante casi dos años, quedando su corazón hecho trizas y su amor propio por los suelos. Por muchos intentos que él quisiera pedirle perdón, ella ni siquiera le atendía y de ese modo quedó rota la relación.  Al terminar el curso se perdieron de vista, hasta ese día en que se volvieron a ver por pura casualidad.  De nuevo la tocaba perder. 

Tuvo que pararse a un lado del camino, lejos de los coches que pasaban por la carretera, y sentarse bajo un árbol.  Las lágrimas acudieron a sus ojos, no por el encuentro con él, sino por su fracaso, de nuevo, en el amor.  Esta vez era una niña quién la apartaba del hombre de su vida. Sí, porque William fue un amor juvenil, pero el de Alex, era su presente y su futuro. No sabía cómo terminaría todo y eso acabó por  desatar los nervios que llevaba aguantando durante todos esos días.  

Pensaba la diferencia de lo que sintió por uno y otro. William fue su primer amor, pero pasado un tiempo no dejó huella, se olvidó de él, con lo que comprendió que no sería muy fuerte lo que por él sintiera.  Sin embargo Alex, era diferente; lo que sentía por él era de otra envergadura, había pensado en una familia con él: niños.  Pero ahora dudaba que llegaran a tenerlos, tal y como estaban las cosas. Él ya tenía una hija, que la había desplazado de su vida, y esa era la razón de que se encontrara allí y de nuevo viera al que fuera su amor.  Cosas del destino juguetón que se "distraía" con ella.

Más calmada, al cabo de un rato, se levantó de donde estaba sentada y emprendió el regreso, hasta llegar al hotel.  Se encerró en su habitación y ni siquiera bajó al comedor para almorzar, por muchas llamadas que la hiciera la dueña de esa pensión, que extrañada la preguntaba una y otra vez si se encontraba bien.  Salió a media tarde y, como hacía siempre, daría una vuelta por los alrededores.   En la casilla suya de recepción, había una nota:

" Quiero verte. Llámame  a este número. Deseo que cenemos juntos, antes de que vuelvas a desaparecer"  900010004000" . William

Lo miraba despacio, más calmada del berrinche de por la mañana, y marcó ese número y al otro lado la voz conocida de William la respondió.


— Al fin respondes  Aún no me has perdonado, por lo que veo. He de decirte que lo llevo sobre la conciencia toda mi vida, pero aquello queda muy lejos ¿ No podemos ser amigos?  

— Pues en estos momentos no quiero tener a ningún hombre cerca. Así que no.

— ¡Vamos Fionna ! No seas chiquilla. Te doy mi palabra de que sólo será una charla entre amigos. Guardo un grato recuerdo tuyo. Me guastaría contar con tu amistad.

— Está bien. Pero que te conste que no quiero recuerdos añejos.

— Que así sea. A las ocho paso a buscarte—. Puntualmente, William pasó por el hotel a buscarla.

 Mientras esperaba a que Fionna bajase, entabló una conversación con la dueña del hotel que se llevó una sorpresa al saber que se conocía con su huésped. Era también el médico de ella, por tanto las bromas entre ambos hicieron la espera más amable.  Y al fin Fionna estaba frente a él. Se conservaba bonita, mucho más que cuando fueron novios.  Al verla por la mañana, sin apenas arreglo, no se había fijado tanto, pero ahora, arreglada, con un sutil maquillaje, un bonito vestido y el cabello suelto, le pareció una mujer espléndida. Lástima haberla dejado marchar.
.
Se saludaron y se despidieron de la señora. Muy respetuosamente él la ofreció su brazo, que ella aceptó con una sonrisa. Salieron a las afueras del lugar a un restaurante que había alcanzado buena fama en el que servían asados estilo Tejas y había un buen ambiente distendido.  Repasaron sus vidas desde que se separaran, pasando de puntillas por el asunto que hizo que rompieran; no querían escarbar en las heridas. Pero William deseaba conocer su vida y ella se la explicó sin decir el verdadero motivo por el que estaba en aquel lugar y que su matrimonio pendía de un hilo.

Quizá por las confidencias , por el vino tomado para la cena, o sencillamente porque necesitaba el calor humano, cerró los ojos cuando William, dentro del coche que les llevaría a casa, se aproximó a ella y la besó. No la pilló desprevenida, es más lo deseaba y lo esperaba. Pero al mismo tiempo, sintió la emoción  de las manos de él buscando algo más que su rostro.  Y en ese momento, dándole un empujón le apartó de ella. Él no se lo esperaba  ¿Suponía que era un terreno abonado? ¿ Seguía siendo el mismo calavera de siempre?

Hizo intención de bajarse del coche, pero él la detuvo por un brazo. Tenía que pedir disculpas ahora mismo, ya, o sería muy capaz de volver a casa sola y era demasiado tarde para que anduviera por una carretera expuesta a mil peligros.

— Lo siento Fionna. Perdóname; me ha superado el momento

— Te dije que estaba casada.

— Lo sé, lo sé. Ha sido un fallo mío. Nuestro encuentro, la charla de ahora... Por un momento pensé...

— ¿Qué pensaste William? Amo a mi marido. Tú formas parte del pasado, eres una anécdota para mí. Sólo eso. Nosotros no podemos ser más que amigos y, dudo que de ahora en adelante volvamos a vernos. Salgo mañana para mi casa. Se acabaron las vacaciones. Así que será mejor que lo olvidemos.  No ha pasado nada, aunque no era eso lo que pretendías.  No has cambiado, William.  Sigues lo mismo que entonces. Por favor, llévame a casa.

viernes, 6 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 20 - Viejas amistades

 Había contratado en una agencia de viajes, una semana, que era lo que tenía libre, en un pueblecito no muy lejos de Maryland, pero lo suficiente para tomar distancia.  Era pequeño, de esos lugares perdidos en el mundo con apenas habitantes y, en su mayoría gente mayor que no tenía otra cosa que hacer, mas que sentarse en el porche de su casa y ver pasar el tiempo.  Era lo que necesitaba, paz y sosiego.  Pero no se olvidaba de lo que había dejado atrás con todo el dolor de su corazón.

Sin querer, echaba la culpa a Amy, pero muy probablemente lo que les ocurría era que se habían complicado la vida muy apresuradamente. Apenas se conocían cuando decidieron casarse, y seguro que lo que les había cegado era su conexión sexual que era  excelente, pero que eso no era suficiente para pasar la vida juntos, aunque fuera muy importante.  Pero había algo más que echar un polvo; querían formar una familia, estar juntos, hablar y participar de la vida tomados de la mano.  Pero no contaron con la presencia de Amy que lo perturbaría todo.


Se había hospedado en una casa particular que, en vacaciones alquilaba alguna habitación para los forasteros que buscaban tranquilidad en el campo. No era lujosa, pero sí tenía las comodidades requeridas y era limpia y ordenada. Sus dueños eran un matrimonio pasado  de edad media,  acompañados de una mujer, más joven que ellos, que les ayudaba en el cuidado de la casa y hacía las veces de cocinera,.
Los dueños eran amables y se les notaba que estaban contentos con Fionna: al fin alguien más joven para charlar con ella, y además ¡era médica!  algo que les tranquilizó en extremo, dado que al ser mayores, no estaban a salvo de cualquier percance.  La tenían en palmitas por ese motivo, y porque les cayó muy bien.  Notaron que una joven como ella no fue a parar a aquél lugar por descanso solamente, sino que necesitaba alejarse del mundanal ruido que sólo ella sabía.

Daba largos paseos por el campo sin fijarse muy bien en el paisaje. En su interior rugía una tempestad y pasaban los días sin saber qué decisión tomar. Amaba a su marido, y le constaba que él también la quería, pero... ¿Tendría calma hasta que la niña creciera y tomara consciencia de que no era su enemiga, sino al contrario, buscaba su amistad porque con ello harían felices a Alex? ¿Quién había fallado, ella o las circunstancias?  Lucharía hasta el final por el amor de su marido, pero nunca le pondría en la tesitura de elegir, porque nunca se lo perdonaría y sería una barreara infranqueable entre ellos.

No tenía ganas de regresar a casa y siguió andando hasta llegar al pueblo. Allí entró en la cafetería: tomaría un café, y después regresaría al hotel.  La semana pasaba rápidamente y se daba cuenta de que cinco o seis días no eran suficientes, pero también  que le necesitaba y la angustia que él expresaba  decía lo mismo.

Alex no quería presionarla. La echaba mucho de menos, pero reconocía que debía darla espacio para pensar. Y no quería ni imaginar si a su regreso le dijera que todo había concluido, que la experiencia había sido fabulosa hasta llegar a ese punto. Que regresaría a Nueva York y que trataría de retomar su vida en donde la dejó. 

Cuando estos pensamientos llegaban a su mente, se pasaba las manos por los cabellos desesperado.  No podía concentrarse en nada, y optó por dejar a un lado la investigación de "Fuego", porque daba un paso adelante y otro atrás. 
 No podía centrarse más que en el problema que tenían con lo sucedido. Tampoco  hablaba con Rosalind sobre la ausencia de Fionna. Había dado la excusa de que había viajado para ver a su familia; no quería que se sintiera responsable por la actitud de Amy, porque nadie lo era.  Pero lo cierto es que su matrimonio estaba a punto de saltar por los aires, y nada ni nadie podía hacer nada por remediarlo. Sólo había una manera, pero ni siquiera deseaba pensar en ello. 
Eso significaba que había tomado parte por una de las dos, aunque eso le partiera el corazón en mil pedazos.

Estaba absorta en su problema cuando algo llamó su atención: unos saludos eufóricos de algunos de los clientes con la entrada de alguien en la cafetería. Giró la cabeza para ver de qué se trataba, y al momento reconoció al hombre que acababa de entrar. A su cabeza acudieron imágenes de otro tiempo ya lejano, pero que en su día fueron importantes.  Parecía que el destino seguía jugando con ella y trató de salir de allí, pasando desapercibida y aprovechando la circunstancia de los saludos que daban a la persona recién llegada.  Pero esa persona giró la cabeza y al verla, también quedó sorprendido y se encaminó hacia ella.

— ¡ Fionna ! ¿Qué haces por aquí?  Te hacía en Nueva York

—¡Hola William   Así era hasta hace poco. Estoy de vacaciones

— ¿De vacaciones, aquí?

— Necesitaba descansar y salí huyendo de la ciudad

— Oye, tenemos que hablar. Ésta ha sido una sorpresa inesperada y muy agradable. Te invito a comer y charlamos mientras ¿Cuánto tiempo ha pasado? Bueno, mucho. Te he recordado en muchas ocasiones ¿Terminaste la carrera?

— Si William, la terminé y la ejerzo.

— Deseo saber de ti. Cuéntame

— Poco que contar. El trabajo me absorbe por completo. Trabajé como médico en un parque de bomberos en Nueva York, pero era muy estresante y me mudé a Maryland y ahora ejerzo   en un hospital. Estoy pasando unos días de tranquilidad. Y eso es todo. Fin de la historia.

—  ¡Vaya! ¿Eso es todo?  No te creo, pienso que hay algo más que no quieres contarme.  Sabes que sé leer en tu pensamiento. Siempre te he conocido muy bien.

— Lo sé, pero no fue suficiente ¿Verdad Willy? Nunca es suficiente para los hombres. Os creéis que nos conocéis, pero las mujeres somos un mundo sin fin, y nunca os esforzáis por conocernos.

— ¿Me estás regañando?

— Nada más lejos, pero es cierto: no nos tenéis en cuenta, o quizás es que nunca llegáis a conocernos ni os esforzáis tampoco por hacerlo.  Y ahora lo siento, pero he de regresar a casa. He de hacer algunas llamadas.

— ¿Rechazas mi invitación?

— No, en absoluto. Pero de verdad, he de irme.  Me ha encantado volver a verte.

William altamente sorprendido por ese giro tan radical que había dado su charla, no hizo ningún comentario. Se saludaron nuevamente como despedida, y pensativo la dejó marchar, siguiendo sus pasos con la mirada.

Iba nerviosa y aceleró su caminar para perderse en el paisaje.  Sabía que la miraba ir, y eso la alteraba.  De repente habían aparecido unos fantasmas que tenía ya superados, pero su estado de ánimo, altamente delicado, había hecho que aflorasen viejos sentimientos, rencores y reproches que no había querido expresar. No tenía el ánimo para montar una escena, además no era su estilo. Pensó que debiera adelantar su regreso antes de que los recuerdos la vencieran.

Caminaba deprisa, no era porque se la hiciera tarde, pero sí deseaba alejarse de allí cuanto antes.  Lo que menos esperaba era encontrarse en ese lugar con un viejo amigo, que fue algo más. Ni siquiera le había preguntado qué hacía allí;  no la interesaba saberlo. Eso pertenecía a  una época ya pasada. Ahora otra persona ocupaba su corazón y otras preocupaciones la perturbaban.


jueves, 5 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 19 - Tu , yo y Amy

 Después de sus cortas vacaciones por su casamiento, se reintegraron a la normalidad del día a día, aunque para ellos seguía existiendo la luna de miel. Cada día era un poco mejor que el anterior y se complementaban perfectamente.  Habían acoplado sus trabajos a su actual vida de casados, de hogar, pero sobre todo el amarse cada día más. Los defectos de uno se suplían con la comprensión del otro y así sucesivamente hasta ponerse de acuerdo.

Hacía dos meses que habían contraído matrimonio, e integrado en sus respectivos puestos laborales. Alex entraba muy temprano a trabajar,  con el fin de dedicar las tardes al caso "Fuego",  como le había puesto de nombre. Fionna en el hospital, se estaba haciendo amigos y seguía en urgencias y en sus turnos correspondientes.  Todo normal.

  

Alex habló con Rosalind para que le permitiera en algún fin de semana que Amy durmiera en su casa, a lo que ella accedió gustosa. Era bueno que poco a poco la barrera que la niña sentía respecto a su padre, se fuera derribando. Ella y Fionna se habían hermanado y la aconsejaba acerca de la vida de casada : era una mujer trabajadora con un empleo muy difícil que tenía que compatibilizar con su vida como ama de casa, por mucho que Alex la ayudara.

Las amigas de Rosalind también fueron amigas de ella y sus maridos de Alex.  En definitiva se habían integrado perfectamente en esa pequeña comunidad. Eso contribuyó grandemente a su estabilidad; las dudas que tuvieran antes de casarse, se habían disipado por completo. Se querían de forma rotunda y extrema.  Nadie diría con los cimientos tan frágiles con los que comenzaron su relación y el resultado tan extraordinario que habían conseguido.  Hasta habían pensado que, después de su primer año de casados, buscarían convertirse en padres. Eso le  vendría bien a Amy.  La idea de un hermano o hermana, fraguaría favorablemente en la mente de la niña y probablemente sería el camino adecuado para llegar  hasta ella definitivamente.

La actitud de la pequeña preocupaba a Fionna. Sabía perfectamente lo que esa niña representaba para su padre, lo que había representado siempre. y lo importante que era que, cada vez que estuviera de visita en su hogar, se mostrara alegre y feliz, que estuviera a gusto, como en su propia casa. Alex nunca decía nada, pero le preocupaba que persistiera en el rechazo hacia Fionna que no sabía lo  qué hacer para agradar a la niña, sin conseguirlo.  

 Sin darse cuenta, y poco a poco, iba perdiendo las esperanzas de llegar a hacerse amiga de ella, y cada vez que Alex la llevaba a casa de su madre de regreso, al volver a casa, Fionna ya estaba en la cama, llorando, a pesar de no ser hora para ello. Él no decía nada, pero se daba cuenta de la frustración que sentía su mujer y le dolía en el alma. No podía permitir que sufriera por los desaires de una niña excesivamente caprichosa y, aunque le rompiera el alma tomaría una decisión. Primero hablaría con Fionna, y después con Rosalind y Alfred, quizás ellos les indicaran lo qué hacer.

De nuevo tendría que dividirse, porque una, era cierto, que había estado ausente de su vida durante mucho tiempo, y era lógico que, ahora, la niña, quisiera recuperar su sitio, que lo tenía, pero que ella no lo comprendía.  Por otro, estaba su mujer, que lo había dejado todo por él; había renunciado a una vida estable para seguirle a donde fuera. Pensaba que se merecía un sacrificio de su parte.

Cuando Amy no estaba en casa, su vida volvía  a serenarse, pero eso no gustaba a ninguno de los dos.  Debería ser normal que la niña se encontrase feliz en la casa de su padre, pero no podía evaporarse cuando eso sucedía, sólo por el capricho de una niña.  Para evitar eso, Fionna había cambiado sus turnos, siendo un  sacrificio de ambos, y creyendo además que eso aliviaría la situación, pero en algún momento debía volver a su casa y verse con ella.  Cuando eso sucedía, dejó de hablar con la niña, como si no estuviera, y a Amy también le agradó ese cambio: así estaría sólo con su padre.

Pero esa no era la fórmula.  Les constaba que tanto Alfred como Rosalind, habían hablado con su hija, pero se quedaron sin palabras y de una pieza cuando, al reclamarle su madre esa actitud, les respondiera como la cosa más natural del mundo:

- No me gusta Fionna

El matrimonio se miró sin saber qué decir, preocupados por lo expresado por su hija. Ese era un escollo muy importante y difícil de solucionar, a pesar de que Fionna hacía todo lo posible por agradar a la chiquilla.

 Un día se la llevó al parque y después a merendar en una cafetería; sabía que la gustaban los batidos de chocolate; ella también tomaría otro, buscando un acercamiento.  Pero la niña apenas lo probó:  Fionna no sabía  qué hacer, porque ni siquiera la miraba, así que optó por regresar a casa. Era el fin de semana que estaría con ellos, pero con ese panorama sería difícil la convivencia.

Alex se extrañó de que llegaran tan pronto, pero la excusa que dio es que estaba cansada y le dolía la cabeza. No le quiso decir, que ni siquiera podía tomarla de la mano. Él se dio cuenta de que no había funcionado y decidió hablar con su hija y hacerla ver que había entristecido a Fionna y que debía pedirla perdón.  Pero la niña no respondió, sino que salió corriendo a su habitación y se puso a jugar. Su corazón estaba dividido entre las dos, y no podía renunciar a ninguna. Con optimismo pensó que cuando se acostumbrara a ella, pasado algo más de tiempo, cedería y al fin se convertirían en amigas. Hablaría con Rosalind del tema a ver si entre todos encontraban la solución a este problema que de improviso se había presentado.

Pero Rosalind tampoco se lo explicaba y la actitud de su hija la confundía y disgustaba.  No era una niña agresiva, más bien confiada, pero lo ocurrido con Fionna no tenía explicación, porque siempre estaba tratando de agradarle y era cariñosa con ella, pero poco a poco, dejó de hablarla
 y evitaba  todo contacto con ella, sólo lo imprescindible.

  Alex tampoco estaba tranquilo cada vez que pernoctaba  en su casa. Decidió que los fines de semana que tocara estar con él, se la llevaría a algún parque de atracciones, sin Fionna, sólo ellos dos, para ver si su relación mejoraba.  Eso no le gustaba, porque se ponía de una sola parte que era la niña, y no era justo porque Fionna se desvivía por ella. Pero la mente infantil es compleja y de difícil comprensión.

 De este modo, el día que podían estar juntos, casi siempre tocaba la estancia de Amy en casa, de manera que la comunicación entre el matrimonio dejó de existir. Poco a poco, la falta de comunicación,  se fue haciendo  más habitual. 

La dolía comprobar que ese problema, hubiera acercado la niña al padre, pero alejado de  ella. Fionna se daba perfecta cuenta de eso, pero no sabía qué podía hacer para dar solución a este grave problema, que lejos de ceder, se incrementaba aún más.

Pensó que quizá alejándose por unos días, al menos ellos, recobrarían  su equilibrio. Alex parecía no darse cuenta de que su mujer sufría; habían dejado de hablar de ello. Era como si no existiera, y coincidió que estando presente Amy, tampoco sus muestras de cariño eran como antes ¿Estarían llegando a ser extraños? Ella lo pensaba cada vez más a menudo y eso hacía que se desesperase más, así que, aprovecharía unos días libres para ir a cualquier lugar, pero fuera de su casa. Una lástima porque podrían disfrutarlos los tres, pero con la chiquilla era imposible, y no haría más que agrandar el problema.

Al regresar Alex,  de dejar a Amy en casa de Rosalind,  le planteó  la decisión que había tomado.  A él no le gustó nada lo que Fionna le pedía, pero comprendía que tenía razón, y surgió la discusión agria y rotunda:

— No me gusta nada que te vayas ahora. Tengo mucho trabajo con el caso "Fuego".  Creo que estoy cerca. Ahora no es bueno; decididamente no puedo acompañarte. Espera unos días...

—¿Más? ¿Hasta cuando he de esperar que al menos, por un rato, me prestes atención. ¿Sabes lo que creo? Que te has centrado en Amy; es natural , ella es tu hija, y  yo no soy nada.

— No digas más tonterías.  Eres mi mujer y te adoro, solo que este problema me ha cogido por sorpresa y no sé cómo abordarlo. No me des a elegir, por favor. Siempre te lo repito, pero es cierto.

— Está bien, lo entiendo. No te preocupes, en otra ocasión será, pero yo necesito tomar aire y distanciarme de todo esto que nos ha caído encima. Tú ya te la has ganado, pero por ese mismo motivo, siente unos celos horribles hacia mí. Soy una extraña para ella que usurpa el cariño de su padre al fin conquistado. Es una niña muy pequeña y no sabe nada de las complejas relaciones entre un hombre y una mujer. Mañana cuando salga de trabajar me iré y pasaré unos días fuera.

— ¿ Me lo estás diciendo en serio?

— ¡Claro que te lo digo en serio! No te das cuenta de ello, pero nos estamos separando.  No te pido que no la traigas, al contrario, ambos lo necesitáis, pero yo también. Quizás a mi regreso, una vez haya descansado, todo vuelva a su ser.

Iba a perder a una de las dos ¡Con lo que le había costado conquistar a Fionna! Ahora por unos celos absurdos de una cría, la estaba perdiendo. 

Se daba cuenta que cuando estaban los tres, ella tenía que salir de la habitación, para evitar las miradas de reproche de la niña.  No estaba acostumbrada a tratar con niños.  Esa era la respuesta que ella misma se daba, pero que la estaba desquiciando. Por eso prefirió desaparecer durante unos días para ver si mejoraba algo.

Y aquella noche, Alex la hizo el amor con desesperación, distinto, más brusco, poco habitual en él, pero sabía cuál era el motivo. Los ojos se la llenaban de lágrimas ¡Qué tristeza perder un amor tan avasallador como el que ellos tenían !! Pero la decisión estaba tomada. Quizá eso fuera lo mejor que podía hacer.

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