martes, 10 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 24 - Tirando del hilo

 Señalaba con un rotulador amarillo, las situaciones, los interrogantes, las pesquisas a realizar, para que todo estuviera presente y no hubiera nada de lo sospechado que se le escapara.  En la hoja del bloc en donde había trazado su plan de trabajo, señalaba los pasos a seguir: primero ir a la jefatura, hablar con el comisario, conseguir su permiso para entrevistarse con los inspectores que participaron en el suceso. Visitar a la familia: la esposa, el sobrino, los empleados de hogar y alguna que otra persona, como por ejemplo la madre del muchacho, que casualmente era hermana de la esposa del desaparecido.  Revisar de nuevo las pruebas encontradas. Los informes de la autopsia, y la de los bomberos que extrajeron el cuerpo. Interrogaría de nuevo a Murray y a Fionna por teléfono, aunque tanto uno como la otra nada podrían aportar, pero debía hacerlo con ellos también.

Tomó la copa que le sirvió la azafata y en poco tiempo más llegarían a Nueva York. Una ciudad repleta de recuerdos para él que estaban unidos a Fionna, y sólo a ella.  No cambiaría la vida que ahora llevaban por la que tuvieron en la gran ciudad.

Lo primero que haría, nada más tomar tierra, sería buscar un hotel que estuviera cerca, al menos de la comisaría; conocía varios, así que no tendría problema alguno.  

De repente se encontró en la calle, inmerso en la vorágine de la gran ciudad. Tenía la sensación de que nunca se hubiera ido de allí.  Todo lo vivido  volvió a su cabeza nuevamente. En realidad no hacía tanto tiempo desde que se mudara y, las imágenes, todas, permanecían frescas en su memoria, era como si nunca se hubiera marchado. Sonrió mientras por la ventanilla del taxi veía pasar las imágenes rápidas del tráfico y de las personas que siempre iban andando deprisa como si la vida se les escapara. Quizá,  la tranquilidad de Maryland, había dejado su huella.

Lo primero que hizo al entrar en la habitación del hotel, fue llamar a su casa. Le preocupaba haber dejado sola a Fionna; tenía una sensación extraña dentro de él, y es que hacía una temporada que no se habían separado nada más que para acudir al trabajo, y ahora se temía que la estancia en Nueva York duraría más de los dos o tres días que había fijado, en parte para no preocupar a Fionna.

Ya la echaba de menos y hacia apenas unas horas que se había marchado.  Se tumbó en la cama mientras llamaba. Enseguida escuchó la voz querida de ella. Sus preguntas, sus inquietudes afloraron de uno y otro. Al colgar miró el móvil como si el aparato pudiera retener de nuevo la voz de Fionna

— ¡Dios cómo la amo!—se dijo—. Pero en realidad sentía preocupación no sabía a qué y por qué. Tenía que estar tranquilo. Ella no estaba sola, Rosalind y Alfred la echarían una mano si lo necesitaba.  Amy de nuevo volvió a su memoria. La aceptación de Fionna por parte de la niña y el nacimiento de su segundo hijo, es lo que más le preocupaba al estar lejos de ambas.

Después llamó a sus amigos y estuvo hablando durante largo rato con Gladys, exponiéndola todo lo que había anotado para investigar.  Ella se ofreció y  se verían al día siguiente en la jefatura.  Cuando antes empezasen, antes terminarían. Acababa de llegar y ya estaba deseando regresar.

Tal y como lo había planificado y, junto a Gladys, se personó en la comisaría, contando con el regocijo de sus antiguos compañeros y la extrañeza de los nuevos. Dos o tres de los antiguos integrantes de su equipo, ya no pertenecían a esa comisaría: unos lo habían dejado y otros habían sido trasladados.  Pero los más fieles,  permanecían aún. Excepto uno, que había pedido la jubilación anticipada alegando que estaba cansado y deseaba vivir en un lugar tranquilo, residiendo en La Florida, en donde encontró el sol y el mar que tanto ambicionaba.

Le extrañó al escuchar esa decisión ¿ Cómo con la jubilación le daba para tanto?  Y la idea de que había traidores dentro de la policía se abrió paso en su cabeza. Pidió su teléfono para contactar con él, y su más próximo se lo facilitó. Aunque jubilado, también a él interrogaría, y ahora con más motivo. 

En su reunión con Gladys la expuso todas las dudas y ella también estaba de acuerdo:  le ayudaría todo lo que pudiera, pero sería de tapadillo, por no encontrarse ya entre la plantilla de la jefatura. 
Examinaba toda la documentación que había portado, una vez más. Quería estar seguro de cada paso que debía dar. Sentado en la cama, acomodó la almohada detrás de su espalda y comenzó a marcar los primeros pasos que debía dar.

El primero sería visitar a la familia del financiero desaparecido acompañado de Gladys, que aunque no pudiera intervenir, era como su secretaria, y así la presentó.

La casa en donde vivía la esposa del investigado era un apartamento grande, quizá demasiado para una persona aparentemente sola.  Vivía en Manhattan, en una zona totalmente residencial. Fue recibido por la sirvienta que le condujo a un salón y allí esperarían  hasta que apareciera la dueña de la casa.

La dama era una mujer bien plantada de unos cincuenta años. Mientras se saludaban Alex hizo las presentaciones de Gladys como su secretaria. Joan Maxwell era refinada y amable, pero notó que al conocer el motivo de su visita, se envaró ligeramente, algo que no pasó desapercibido para Alex.

— Señora Maxwell, hemos reabierto el caso de su esposo desaparecido. Yo no llevé la investigación desde el principio por estar fuera del país, pero me ha sido encargado que esclarezca lo ocurrido para darlo por cerrado. Es un puro trámite, nada más.

— Pensé que ya había  concluido, pero por otro lado me agrada que se tomen interés en hacerlo. No he vuelto a saber nada de mi marido y, lo cierto es que no sé si considerarme viuda o aún casada. No he vuelto a tener ninguna comunicación ni de él ni de ustedes, habiendo pasado mucho tiempo

— Cierto, pero créame que no hemos dejado de investigar. Pero para retomar de nuevo el caso he de reconstruir los últimos pasos de su marido, la víspera de su desaparición, tales como si recibió llamadas, si se entrevistó con alguien, si salieron a cenar con amigos... en fin, cuantas más cosas  sepa será mejor y más fácil.

— Lo cierto es que aquí en casa, no recibimos a nadie ni salimos a cenar con nadie. Habló por teléfono con uno de mis sobrinos.  Cenamos los dos y después de ver un rato la televisión nos acostamos. A la mañana siguiente le desperté. Desayunamos y salió de casa para no regresar, eso fue todo.

— ¿ Podría hablar con ese sobrino que contactó con él esa noche? 

— Pues lo cierto es que no lo sé. Anda de acá para allá, sin quedarse mucho tiempo en algún sitio.

— Según tengo en el informe, solamente hablaron con la policía en un par de ocasiones para averiguar cómo iba la investigación ¿Es eso cierto?

— Creo que fueron dos o tres veces. Si. Pero no me dijeron nada que me satisficiera, así que dejé de hablar con ellos y contraté a un detective privado para que hiciera las averiguaciones. Algo que por cierto, tampoco resolvió nada.  Así que di por supuesto que el cuerpo que encontraron sería el de mi marido.


— Muy bien señora, por último ¿Me facilita la dirección de su sobrino y la de su hermana? ¡ Ah! y también la del detective contratado

— Mi sobrino , no sé si ahora estará por aquí

—Debo intentarlo, espero que lo comprenda. Como la he dicho son puros trámites, pero que hemos de tenerlos todos claros para poder cerrarlo, de lo contrario el juez de turno nos lo echará para atrás y revolverán todo de nuevo. Créame es un quebradero de cabeza, de ahí tratar de cerrarlo de una vez. Es una pesadez.

— Claro, lo entiendo

  Se dirigió a un secreter y de él extrajo una agenda  y de ella la dirección de sobrino y hermana., ya que vivían en la misma casa. Y también,  la del detective aludido.

Gladys tomaba nota de todo apoyada en una mesa, y sin que la vieran puso un micrófono diminuto debajo de ella.

— ¿Ya está? — dijo Alex dirigiéndose a "su" secretaria— Pues eso ha sido todo. Si acaso surgiera algo nuevo, se lo comunicaríamos de inmediato.  Buenos días, he tenido mucho gusto.

— Adiós detective. Señorita...

Al salir, ambos policías se miraron sin comentar nada., y rápidamente se dirigieron al coche conectando a continuación con el inspector que les ayudaría en las pesquisas para que enviaran una patrulla a las direcciones que les facilitarían y abriendo a un tiempo el micrófono para las escuchas, si se producían 

— Ha de ser ahora mismo. Después te lo explico Pero que no sean visibles, sólo si vieran algún movimiento sospechoso de salidas o entradas de personas— dijo Alex a su segundo en el caso.

— De acuerdo, todo está controlado, de momento no hay llamadas telefónicas— le respondió el policía

— La patrulla sale en este instante — añadió

Gladys y Alex, mientras se dirigían a la jefatura, iban cambiando impresiones de la entrevista:

—Oculta algo y estamos en el camino correcto. Hay algo que no me gusta y eso afianza más mis sospechas, pero no sabremos algo más concreto hasta que no hablemos con el resto. Te invito a comer, y después hablaremos con los policías que estuvieron al cargo de la investigación.  Ahora vayamos a la dirección de la hermana, a ver si, con un poco de suerte sacamos algo en limpio. Sigo pensando que el sobrino tiene algo que ver .Trataré de localizar a ese personaje tan volátil a ver si tenemos suerte, aunque pienso que si todo está entre ellos, nos dará esquinazo o se perderá por esos mundos de Dios. Hemos de actuar rápidamente antes de que desaparezca—. Dijo Alex .


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