lunes, 2 de noviembre de 2020

Alex y Fionna - Capítulo 16 - Cara a cara

 No la soltaba de la mano en ningún momento. Es como si tuviera miedo de que saliera corriendo. Enseguida llegaron a la habitación que habían reservado para él. Introdujo la tarjeta en la cerradura y de inmediato se abrió. Permanecieron en silencio durante unos instantes, pero que a Alex le parecieron eternos y  Fionna sintió una especie de miedo a no sabía qué .

— Entremos —dijo solemne

Ella obedeció sin emitir palabra alguna. Miraba  su entorno. Era la habitación clásica de un buen hotel, confortable, amplia y musical, ya que al encender las luces, se conectaba una música que, suavemente  les daba la bienvenida.

 No sabía cómo, ni de dónde había sacado las fuerzas que había estado conteniendo durante toda la tarde, pero tenía necesidad de hacerlo. Y lo hizo. Sin poder reaccionar, Fionna se vio empujada hacia la puerta de entrada que daba acceso a la habitación, y aprisionada entre ella y el cuerpo de Alex que la sujetaba  y buscaba su boca con ansiedad. No decía nada, ni siquiera la sorprendió la actitud de él.  Probablemente lo esperaba o más bien, lo había estado deseando desde que le viera esa tarde.  Y no protestó, ni opuso resistencia cuando él la besó estrechando más el abrazo contra su cuerpo.

Al cabo de un rato, él se separó de ella sin dejar de mirarla. Jadeaba y su mirada gris la taladraba. No sabía qué hacer, ni qué decir. Además de sorprenderla esa  actitud, las piernas la temblaban y sus manos también.  No era por miedo en absoluto. Entonces supo que eso lo había estado esperando desde siempre. En verdad la quería.  En esos instantes tan íntimos no cabían disimulos. 

— ¿ Te das cuenta lo que provocas en mi ?— la dijo aún jadeante— Vas a volverme loco, si es que ya no lo estoy ¿Por qué no me has dicho algo?  ¿Acaso no te acordabas de mí, ni siquiera por un instante? ¿Siempre tiene que ser el hombre quién  dé los primeros pasos? ¿Por qué? ¿Acaso tú, no has sentido lo mismo que yo, ahora, en este instante?

No sabía qué decir y las palabras se negaban a obedecerla. Sentía que le ardía la cara.  Los brazos de él aún la retenían.  

Alex, no deseaba que ese contacto se perdiera, se difuminase en el momento, y volvió a acercar su rostro al de ella y volvió a rozar sus labios con los de ella. Volvió a decirla que la quería, que a cada minuto la recordaba y que sabía que nunca sería feliz si ella no estaba 

 Entonces surgió el milagro, la chispa que había ocultado, quizá sin saberlo, durante todo este tiempo. Levantó una de sus manos y abrazó con ellas la nuca de él, y adelantó su boca a la de él, y se fundieron de nuevo en un beso intenso, muy intenso, que les hizo perder la cabeza, la noción del tiempo y del sitio en el que se encontraban. Los besos se sucedían salvajes apremiantes, como si el mundo estuviera a punto de estallar y esa fuera su despedida. Los sentimientos de ambos, sus sensaciones, sus deseos, explotaron a un tiempo entre ellos y comenzaron una carrera frenética, pero Alex no quería avanzar si ella  acaso no lo permitiera. Y posando sus manos sobre los hombros, y agarrando suavemente el vestido, la preguntó:

— ¿Puedo? ¿Das tu consentimiento? No iremos más allá si tu no das el permiso, pero necesito saberlo ya.

  Fionna movió pausadamente su cabeza aceptando el reto.  Al fin,  los sentimientos que sentían ambos se harían presentes , y algo más fuerte que ellos surgió. Por eso  fueron creados por la Naturaleza.

Alex fue hasta la cama, y de un tirón descorrió la suave colcha junto con la sábana, Después volvió hacia ella y suavemente mientras la besaba, abrió la cremallera del vestido, que cayó a sus pies. Se miraban intensamente , él viviendo un sueño durante tanto tiempo deseado, y ella sin comprender muy bien que era lo que pasaba  en su cabeza y en cómo dejar de reprimir sus más íntimos deseos. Porque deseaba a aquel hombre que con tanta ternura la estaba tratando, demostrándola su amor, ese verdadero amor tranquilo, sosegado, con calma, que nada atropella y acompañando los deseos de la otra persona, y no imponiendo los suyos propios.

Alex sólo podía pronunciar su nombre como si fuera una plegaria. La tenía entre sus brazos y el amor que sentía le desbordaba.  Había pensado que sería una tarde de desencuentros, esquivándole para no decirle que no a lo propuesto y, sin embargo allí estaban amándose con verdadera pasión, sin ocultar ninguno de los dos lo que de verdad sentían.  No sería un encuentro más, de esos ocasionales que suelen surgir después de una fiesta en que los vapores de las bebidas desatan las pasiones.  A penas habían bebido, y la verdad de su caricias hablaban por ellos. Se amaban sin concesiones, y eso cambiaría el rumbo de sus vidas.

Permanecían uno al lado del otro, con las manos enlazadas, sin hablar.  No querían que la magia que acababan de vivir se desvaneciera. 

Al fin Fionna se puso de lado, recostando su cabeza en el pecho de él:

—Tenemos que hablar— dijo

— Por favor, ahora no. Déjame que disfrute el momento que estamos viviendo. Que se quede grabado en mi memoria para siempre. Que cuando esté solo lo recuerde una y otra vez. Me aferraré a esa imagen para seguir adelante sin que me haga tanto daño el haberte perdido.

— ¿Quieres hacer el favor de escucharme? Ésta no ha sido una noche más, tampoco para mí.  Me he dado cuenta de que he vivido todo este tiempo engañándome a mí misma, y no deseo que así sea. Si sigues pensando lo mismo, te seguiré a donde vayas. No quiero volver a separarme de tí nunca más.

Él se incorporó de golpe y tomando su cara  la miró fijamente a los ojos, incrédulo por lo que acababa de escuchar:

— ¿ Quieres decir que te casarás conmigo y viviremos en Maryland? ¿Es eso?

— Sí amor mío, eso exactamente es lo que te he querido decir.

Lo que hacía a penas una hora, había sido una explosión de amor irrefrenable, ahora, con esa declaración, fue otra pero de emoción. Se le empañaron los ojos y los de ella también y abrazados volvieron a besarse y se dijeron cuánto se amaban, y comenzaron a hacer planes de futuro inmediato, porque tenían prisa por volverse a reunir, y esta vez para siempre.

Él tenía que regresar a Maryland y la despedida, aunque fuese por pocos días, sería difícil por su gran amor descubierto, pero debían seguir adelante con los planes que se habían trazado. 

Fionna solicitó trabajo en varios hospitales de Maryland y mientras seguiría en el parque de bomberos. Pero la respuesta se dilataba y cada vez era mayor la impaciencia que sentían. Procuraban estar juntos los fines de semana que tuvieran libres, y ahora la impaciencia era  de ella, y sería Alex quién aplacara sus prisas por estar ya conviviendo en Maryland y conocer a su familia, y sobre todo a Amy.  Eso la ponía nerviosa, porque aunque era un trámite que debían pasar, su aceptación por ellos era importante.

Por fin un día llegó una carta con el membrete del Holy Cross Hospital. Le daba miedo abrirla por si fuera una negativa.  Le llamó por teléfono nerviosa y dudando:

— ¿Aún no la has abierto? Hazlo ¿A qué esperas?

Nerviosa rasgó el sobre y no tenía paciencia para leerla, aunque no era muy extensa.  Buscaba en su texto algo que la diera una pista, y la encontró

..." por tanto, rogamos se persone en la dirección de este hospital a la mayor brevedad posible para una entrevista..."

— Siii. He de ir a entrevistarme con ellos, urgentemente — le dijo apretando la carta contra su pecho

— ¿Te das cuenta? Todo va a salir bien, cariño.  Todo va a salir bien. La suerte está de nuestra parte. A veces pienso que el destino se alió con nosotros, porque debíamos estar juntos

 —¿También eres supersticioso?— le dijo riendo

—No lo soy, pero haz memoria desde el comienzo: todo se conjuraba para que  de una manera o de otra nos conociéramos y al final...

El final, al menos de ese día, fue que de nuevo reían haciendo planes  como dos chiquillos.  Tenían  prisas por las cosas que hacer para enfrentar su nueva vida.  De momento Alex buscaría una casa mayor para vivir. Organizar la presentación a su familia y especialmente el primer encuentro con su hija.  Y ella prepararse para la entrevista que haría en unos pocos días.  Todas las noches hablaban por teléfono si es que coincidían. Alex estaba feliz con su trabajo que era bastante más tranquilo que el de Nueva York, pero también se ocupaba, fuera de horario laboral, en volver a reconstruir el caso que les unió.

Mientras organizaba nuevamente su informe, sonrió y pensó feliz:

—¿ Aún piensas que el destino no ha jugado a nuestro favor ?

  Se rascó la nuca como afirmándose en sus pensamientos. Tenía que acelerar la solución del caso, para así comenzar su vida con Fionna tranquilamente.


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