domingo, 14 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 46 y último - La última página

Todos respiraron aliviados cuando les vieron aparecer tomados por la cintura sonrientes y felices.  Fionna miraba el rostro de su hija como para interrogarla si todo estaba bien y la respuesta que recibía era altamente positiva.  El alivio anidó en aquella familia, y Ana reía feliz al contemplar el rostro de su hermana, tan cambiado a como lo había visto esa misma mañana.  Goran era parte de ellos, pero aun quedaba  algo por aclarar y debía ser ella quien lo hiciera.

Habían pasado todo el día juntos, en familia.  Ana llamó a Goran para que saliera al jardín a contemplar la hermosa puesta de sol.  Todos, menos Goran, conocía el motivo:  tenía que contar lo sucedido que motivó la separación. Ana lo relató sin omitir nada mientras él la miraba asombrado sin pestañear y entendiendo, al fin, porque Jasna le rechazó.  Sabía lo importante que era su hermana para ella, e imaginó lo mal que debió pasarlo:  les había perdido a los dos y se encontraba embarazada, desorientada y sin saber qué hacer.

Goran lo entendió todo, pero era tan feliz que lejos de enfadarse, comprendió que había sido una chiquillada,  que no era lo  apropiado y sin embargo William si lo era en estos momentos.

— ¿Sabes qué Ana? Me hubiera gustado tener una hermana como tú.  Con tus defectos y tus virtudes, así como tú eres

—¿No estás enfadado conmigo?

 — En absoluto. Fue una cosa de chiquilla.  Pero lo importante es que has madurado y sigues queriendo a tu hermana.  Eres muy importante para ella. También sé, que de no haberlo hecho tú, nunca me hubiera enterado .  Ella te adora.  Sólo espero que ames a nuestro hijo con la misma intensidad que la quieres a ella.

Lentamente, las luces del día se fueron apagando dando paso a un cielo estrellado y a un mar en calma.  El escenario era perfecto con un final de día perfecto que nunca  imaginaron terminara de esta forma   Se besaron, se abrazaron y se dieron las buenas noches.  Muy a su pesar Goran durmió esa noche en el hotel que Maxwell le reservó.  Le ofrecieron quedarse en las dependencias de invitados, pero él creyó más oportuno hacerlo en el hotel.  Se habían conocido íntimamente,  en esa mañana y, aunque era cierto que le habían acogido con los brazos abiertos, no quiso abusar de su hospitalidad.  Tenía muchas cosas en las que pensar. Llegó con esperanza pero con dudas y al finalizar el día, tenía la promesa formal de que se unirían para siempre en cuanto regresasen a Belgrado.  Allí establecerían su hogar.

 Goran renunciaría a su puesto en el Monte Sinaí y Jasna, en cuanto le fuera posible, seguiría con sus estudios.  Le tenía a él para ayudarla.  Y así lo hicieron. Un mes después de su enlace,  nació su hijo colmando de felicidad a todos.

— ¡Quién iba a decir, mi buen amigo, que la vida nos uniría de nuevo!— dijo Maxwell a André que, emocionado, contemplaba la escena  de la pareja con su hijo en los brazos.

— La vida da más vueltas que un torbellino, querido Maxwell. Hoy tengo entre mis brazos un pedacito de Ana.  Para tí no es un secreto que la quise mucho, pero te eligió a tí. Y es que no sabemos quién maneja nuestros hilos y, ahora, el círculo está completo.  No podría imaginar  tener una conexión directa con Ana, pero ya ves. Jasna también es un poco mía.   Al final, aquí estamos de nuevo, con nuestras sangres cruzadas.

Habían regresado a Londres, después de pasar unos días  en Belgrado.  Todo volvía a la normalidad. Maxwell esperaba que Fionna se metiera en la cama al mismo tiempo que él.

—Han sido unos días emocionantes . Jasna se queda en buenas manos. ¡Cómo se quieren!— le dijo Maxwell a su mujer   emocionado

 — ¿Qué haces?  ¿ Qué buscas?

—Mi diario.  Busco mi diario— respondió ella

— Ya lo buscarás mañana

— No. Voy a poner el broche final y he de hacerlo ahora cuando todo permanece fresco en mi memoria.  Abriré uno nuevo, porque nueva es la etapa que está ante nosotros.  Tenemos un nieto y él merece toda una página .

— Está bien, mujer.  Haz lo que quieras, pero no voy a dormirme.  Ya sabes lo que quiero decir.

Aquella noche, Fionna, puso punto y seguido a su diario.  Pero sería un cuadernillo nuevo, sin manosear porque su vida había cambiado extraordinariamente.  Otros rumbos, otros problemas y otras felicidades, saldrían a su paso.  Pero juntos, hombro con hombro podrían con ello, como habían hecho hasta ahora. 

 Y es que  ahora les tocaba vivir a ellos, era su tiempo. Ya sólo Ana reinaba en la casa.   Se había vuelto más reflexiva y la Naturaleza iba marcando su camino.  Poco a poco, y sin a penas darse cuenta, se iba haciendo mayor. ¿Sería William el destinado a ser el amor de su vida?

Eso estaba por ver;  la historia de Goran había pasado a la categoría de anécdota y la complicidad entre los cuñados era perfecta. Había ganado un hermano mayor, con el que podía hablar de cualquier tema, sabiendo que siempre la aconsejaría lo mejor para ella.

 Aunque también tenían sus discusiones, pero no terminaba el día sin que todo estuviera en orden.  Cada vez que tenía algún día libre, viajaba a Belgrado para ver a su sobrino y sus hermanos.  Ya nadie mencionaba los viejos tiempos

Jasna terminó su especialización dos años más tarde de nacer el niño.  Ya era obstetra y  no lo habría conseguido sin la ayuda de Goran.

 Había montado un instituto dedicado a la mujer. También facilitaba información a los jóvenes sobre su sexualidad y ayudaba,   junto con Jasna,  a traer niños al mundo.  Todo les iba bien y se compenetraban perfectamente. Tuvieron otro hijo que fue niña. Tenían la vida que habían escogido y la familia que deseaban.

  Y todo está bien, lo que bien termina, y esta historia aquí finaliza.


                                                           F   I   N
Autoría :  1996rosafermu
Edición:  Marzo de 2018
Ilustraciones: Internet
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS / COPYRIGHT


sábado, 13 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 45- Garachico

Últimamente nada salía como lo había planeado.  Por delante tenía varias horas de avión hasta llegar a su destino.  Lo mejor sería no regresar más a Europa, pero en el continente estaba su padre que se iba haciendo mayor y le echaba de menos. En realidad sabía el por qué volvía una y otra vez:  Jasna.

Desde que rompieron no habían tenido contacto alguno. Goran era un hombre de fuerte carácter e ideas fijas.  No retrocedía fácilmente a lo planteado.  ¿Estaba arrepentido de haber sido tan tajante?  Ella sólo le pedía tiempo, pero él la necesitaba a su lado y, lo que ella quería era seguir así hasta que se cumpliera el plazo de especialización y era mucho tiempo para su impaciencia.  Pensó que lo mejor sería cortar por lo sano y nunca más volvió a llamarla o escribirla, dando por terminada su corta relación. En el fondo sabía que nunca se rompería su atracción hacia ella, porque era más fuerte que él.  Lo supo desde el mismo instante en que la vio por vez primera, desconociendo de quién se trataba y que siempre había estado ligada a su vida.  Debió haber llamado a Maxwell, quizás él,  hubiera intervenido como mediador y no estarían ahora en esta situación.  Por más vueltas que le daba, no encontraba una lógica a lo ocurrido, pero en algo si tenía razón Jasna: no se conocían y ese debía ser el problema, el desconocimiento de sus respectivos caracteres.   Pero ya no había solución, así que cerraría esa etapa por mucho que le costara.  

Sólo había una forma  de conseguirlo: la mancha de la mora, con otra verde se quita. No era esa su forma de ser.  No le parecía ético que otra persona pagase por su fracaso. Entre reflexiones y, al cabo de mucho rato, consiguió dormir un poco.

El curso había terminado y Jasna estaba satisfecha por el rendimiento obtenido, a pesar de todas las incidencias habidas en tan corto espacio de tiempo. La reconciliación con su hermana había sido un revulsivo para ella infundiéndole el ánimo que necesitaba para enfrentarse a su situación.  Los meses habían pasado y en su cuerpo estaban las muestras del  cambio.  Su vientre era más prominente y sus  andares más pesados.  Al menos habían desaparecido las náuseas,  pero, comenzaban los reflujos de estómago.  En el fondo la alegraba padecer esas molestias, porque eran señales de que todo marchaba con normalidad. Le daba miedo pensar en lo que vendría después de que naciera su bebe.

 No podría acudir a clase para atender a su hijo, justamente ahora que llegaba al final.  Pero no la importaba.  Su preocupación era si sabría atenderle como es debido. ¿Debía trasladarse a Londres, cerca de su familia?  Esa sería la mejor solución, de todas formas, su única preocupación sería su hijo.  A pesar de todo tenía su título de médico.  Quizá más adelante cuando el bebe hubiese crecido, podría retomar los estudios donde los dejó.

— No seas absurda.  Tendrán que pasar al menos un año o más y tendrás su preocupación constante. Además deberás ganarte la vida  para manteneros a ambos y  una vivienda .  Demasiadas cosas para no estar preocupada.

 En la próxima visita al ginecólogo le harían una ecografía y con suerte sabría el sexo de su hijo.
Para cuando eso sucedió, ya estaba en Belgrado la familia O'Sullivan, incluida  Stephanie que, se había convertido en un miembro más de la familia.  Ana se abrazó a su hermana en cuanto la vio en el aeropuerto.  Su vientre había cambiado notablemente, y eso la alegraba y a la vez la mortificaba al haber sido la causa de la situación en la que Jasna se encontraba.. La emocionaba tener un sobrino o sobrina, pero al mismo tiempo se reprochaba que todo hubiera sido muy distinto si ella no hubiera interferido en su relación.  La alegría de todos fue inmensa cunado Fionna y Jasna salieron de la sala del ecógrafo y dijeron al resto que era un varón el bebe que venía en  camino

— Hay que celebrarlo— exclamó Maxwell abrazando a su hija— No quiero  que te preocupes por nada.  No estarás sola.  Todos te ayudaremos.  De momento tienes que descansar.  Ha sido un año duro para todos. ¿Dónde te apetece ir de vacaciones?  Este año eliges tú

— Papa, os lo agradezco pero no quiero que cambies de planes por mi causa

— ¿ Quién ha dicho que cambiaremos de planes?— respondió Fionna

— Si no os importa me gustaría ir a un lugar tranquilo.  A Garachico

— Pues no se hable más.  Iremos a Canarias nuevamente.

Todos celebraron la decisión tomada. Habían quedado encantados cuando conocieron el lugar.  La calidez de sus gentes, su paisaje, la bonanza del clima y la paz que se respiraba en aquel lugar, sería algo muy positivo para Jasna, que era de lo que estaba más necesitada.

Transcurridos un  par de días, tomaban nuevamente un avión que les conduciría a las Islas Canarias.  Con suerte pasarían uno o dos meses de tranquilidad, que bien lo merecían.

Ana no se separaba de su hermana y mantenían largas charlas en la que el bebe era el protagonista, sin mencionar para nada a Goran, aunque su nombre flotaba en el ambiente.

Maxwell estaba muy preocupado por su hija, no sólo por lo que vendría, sino porque la veía triste a pesar que delante de ellos lo disimulaba, pero cuando estaba sola, quedaba con la mirada perdida en el horizonte y acariciaba su vientre. Él sabía hacia donde iban esos pensamientos. Cada vez que estaban a solas, trataba de iniciar la conversación referente a Goran y, ella se levantaba del lugar en el que estuviera.  Optó por no decirla nada, pero sería él quién tomara cartas en el asunto.  Le partía el corazón verla en ese estado.  Primero averiguaría la dirección de Goran y sería André quién se la facilitaría.  Las cosas tenían que cambiar, no sólo por ellos, sino también por el hijo de ambos que llegaría en unos pocos meses. 
Así fue como contactó con Goran, ante la sorpresa de él. Mantuvieron una conversación escueta, breve; no quería interferir en sus asuntos, ya que tendrían que ser ellos quienes arreglaran lo que tuvieran que arreglar. Sólo le dijo:

—No quiero mezclarme en lo vuestro que solo vosotros lo conocéis.  Estamos en Garachico.  Aquí está Jasna.  Creo debíais hablar.  Toma nota de la dirección por si decides venir

Goran no salía de su asombro y no lo esperaba., pero se había obrado el milagro que tanto esperaba.  Aún necesitó dos días para poder desplazarse hasta España, pero sin duda sería el preludio de algo bueno.  Su corazón latía apresuradamente y el contento era grande. ¿Cómo había sido posible? ¿Qué había ocurrido?  ¿Estaría enferma?. Desechó de inmediato ese pensamiento, de haber sido así hubieran hablado de otra forma, con otras premisas.  No.  Se vislumbraba una luz en el horizonte; al fin podría verla de nuevo y hablar  con ella lo que quisiera decirle.

 Maxwell le recogió en el aeropuerto de Tenerife;  tenían un largo camino por carretera. Al verse frente a frente Maxwell le advirtió que no quería saber nada de lo que ocurriese entre ellos, sólo podía facilitarles una entrevista para que ellos solucionaran su contencioso y tomaran el camino que ellos quisieran.  Para hacer más ameno el viaje, hablaban del paisaje que veían desde el coche.  Y por fin, llegaron a Garachico.  Una sola condición le fue impuesta:

— No quiero que sepa que he sido yo el intermediario.  Sólo te diré que está en la playa, así que tendrás que buscarla.  Te he reservado habitación en el hotel. A partir de este momento, todo corre de tu cuenta

Estaba sorprendido por todo lo ocurrido.  Preguntó al conserje por dónde podía ir a la playa y hacia allí se dirigió.  No había mucha gente, ya que todos elegían las balsas de mar, y eso le facilitaría más su encuentro.


  Descalzo caminaba mirando a un lado y a otro entre las personas que, tumbadas al sol, disfrutaban de él.  No localizaba a Jasna por ningún lado, pero a lo lejos vio una silueta que andaba despacio mirando al horizonte.  El corazón se le aceleró.  Reconocía el color de su cabello y,  a pesar de tener la piel algo tostada por el sol, en su interior sabía que era ella.  Aceleró el paso hasta que llegó a su altura.  Ella se había detenido en su caminar y tenía una mano sobre su espalda como si sintiera dolor.

—Quizás no es ella—  se dijo— pero Jasna volvió la cara y entonces quedaron los dos frente a frente.

La mirada de Goran iba desde su rostro hasta su vientre.  No podía  creer lo que estaba viendo:  ¿embarazada?.  Se paró en seco mientras ella arropaba con sus brazos el volumen de su cuerpo.  Ninguno hablaba, pero ambos estaban sorprendidos.  Lo que menos podía esperar es que Jasna fuera a ser madre. ¿Para qué le habían hecho venir? 

Todo se precipitó; las visiones de Goran en su mente, eran como una película.  Calculó mentalmente el volumen de Jasna y echó la memoria hacia atrás y llegó hasta el primer día del año, la fogosidad de su encuentro y las consecuencias de ello al cabo de los meses. ¿Por qué no se lo dijo? ¿Por qué lo oculta?
Las palabras no salían de sus bocas, pero ambos sabían lo que el otro pensaba

— ¿Qué haces aquí ? — dijo extrañada ella

—¡ Por Dios santo Jasna! ¿Es que no ibas a decirme nada?  Porque supongo que es mío. Inauguramos el año

— Si, Goran, es un hijo tuyo.  Pero no debes preocuparte, no te voy a pedir nada

—¡No me lo puedo creer!. Estás jugando constantemente con mis sentimientos. Tenía derecho a saberlo

— ¿Por qué estas tan seguro de que es tuyo?

—Te recuerdo que es mi especialidad.  Cuento hacia atrás y las cuentas casan. Tienes razón en una cosa:  no nos conocemos y ese ha sido nuestro fallo. Lo más sencillo es que me hubieras dicho "vamos a tener un hijo", pero en cambio lo ocultas. No te entiendo Jasna. Me haré cargo de todo, pero creo que nosotros no tenemos futuro. No tenemos confianza el uno en el otro y así no podemos funcionar.

—Tienes razón., debí decírtelo, pero tuve mis razones para no hacerlo

—¿Qué razones ?  Necesito que me las digas ahora mismo. Sé que tengo el carácter fuerte y tu estás acostumbrada a los mimos de casa. Te quiero Jasna, más de lo que te imaginas y por eso estoy aquí, pero esto no te lo voy a perdonar nunca.

Dió media vuelta y la dejó en la playa llorando.  Cincuenta pasos son los que anduvo cundo se giró y la vio  llorando recostada en una barca que estaba varada.  No la podía dejar en ese estado llorando. Corrió hasta Jasna y la abrazó con todas sus fuerzas, besando sus lágrimas

— ¿Qué clase de médico crees que soy ?  Elegí ayudar a las mujeres y traer niños al mundo, porque las mujeres sois la máquina más perfecta que la Naturaleza ha creado.  Sois capaces de dar vida  ¿Cómo crees que iba a rechazar a mi hija?

— Lo siento, es un niño.  También en esto te he decepcionado. Bueno ya lo sabes.  Ahora puedes seguir con tu vida

— ¿ Todavía no sabes que tú eres mi vida y nadie más?  Te quiero Jasna y siempre te querré aún en contra de mi voluntad.  Aunque salgas huyendo para no verme, siempre te estaré esperando.
¿ Por qué no me lo dijiste?

— No podía.  Sucedieron muchas cosas en poco tiempo y esperaba solucionarlo.  Por eso te pedí tiempo.  Yo también deseaba estar contigo y aún no sabía que  íbamos a tener un hijo.  Ante tu negativa ya todo daba igual. No volviste a llamarme ni a escribirme al mismo tiempo que por el hospital corrían rumores de que te habías introducido en la gran sociedad americana y mantenías una relación con una niña rica.  Yo hubiera sido un estorbo para tí, y decidí cumplir mis planes en solitario. Cuando nazca el niño, volveré a Londres.  Mi familia me ayudará en su crianza. Buscaré trabajo y normalizaré mi vida

—¿Y eso es todo? Sigues excluyéndome de ella.  Ya no sé qué más puedo hacer para que comprendas que sois lo más importante de mi vida. Que no me importa el relumbrón de ser conocido.  Ni de jugar al golf con alguien rico, que no me interesa nadie más que tú. Que deseo volver a tenerte entre mis brazos y acariciarte y besarte y ser parte de tu vida.  Dime ¿Qué tengo que hacer?

— Yo... yo.. No sé

— Empecemos de nuevo.  Sé que quizá tengas tus motivos por los que rompimos.  No me importa; sólo quiéreme.

—Y lo hago Goran.  Con todas mis fuerzas

— Pues entonces, no hablemos más de todo esto. Disfrutemos  de nuestro pequeñín y comencemos a vivir.

viernes, 12 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 44- Su secreto

Cuando sus padres se hubieron acostado, Ana marcó el número de Jasna.  Al escuchar su voz, recordó de golpe el cariño inmenso que siempre se habían tenido y su culpa junto al sacrificio que ella había hecho por quién era el amor de su vida.  No la parecía justo que, ahora, todo se hubiera roto y, ella hubiese comenzado a salir con Bill, tal y como le habían anunciado.  Sólo necesitaba tiempo y nada de lo sucedido hubiera ocurrido, o por lo menos no hubiera sido tan terrible.  Supo que no confeso a Goran el por qué de su ruptura para no dejarla  en el lugar que se merecía por caprichosa y absurda.  Pero su tozudez había tenido consecuencias y, ahora, las tenía que afrontar su hermana en solitario. A su memoria volvieron las escenas de peleas que mantuvo con su familia para que olvidase ese amor que no le correspondía

Había madurado o probablemente el tiempo dio la razón a quienes la aconsejaron y Goran ya no era su primera opción.  Otro muchacho más o menos de su edad, acaparaba ahora su pensamiento.

Jasna preguntaba una y otra vez quién estaba al  teléfono.  Ana no podía responder, las lágrimas inundaban sus ojos y las palabras se negaban a salir de su garganta.  Al fin sólo pudo pronunciar su nombre:  Jasna.  Al otro  lado de la línea la sorpresa e inquietud no la dejaban responder ¿Les había ocurrido algo a sus padres?  ¿Por qué llamaba Ana?  Sólo cuando la escuchó lo comprendió todo

— Perdóname— la dijo llorando—  Sé que no lo  merezco. Que he sido estúpida y no atendí a los que me avisaron de lo que ocurriría y, ahora tú, estás pagando mi torpeza.  Yo te quiero, siempre ha sido así.  Sin embargo te dije que te odiaba, cuando no es cierto.  Te he echado mucho de menos y no me he portado bien contigo.  Quiero recuperarte, que volvamos a ser como antes.  Sé que ya no estás con Goran por mi culpa, porque a pesar de todo, seguías protegiéndome.  Nunca, nunca, me lo perdonaré

— Calla, calla. Eres mi hermana y te quiero, eso nunca cambiará.  No importa lo que ocurra entre nosotras siempre estarás en mi vida.

Siguieron pidiéndose perdón la una a la otra. Continuaron llorando consolándose mutuamente hasta altas horas de la noche.  No les importaba la hora que fuera. Eran de nuevo hermanas y seguían queriéndose.  Era lo que importaba.  El resto ya se solucionaría

Llegó el tan temido día en  el que Goran daría una lección magistral en el hospital en el que fuera profesor y el mismo en el  que Jasna trabajaba.  Estaba nervioso y emocionado al mismo tiempo.  La buscaba incesantemente sin localizarla.  Ella se escondía en cualquier rincón lejos de todo.

 Entró al tocador, y frente al espejo, examinó su silueta.  Aún era pronto para que fuese notorio su estado, pero su cuerpo había cambiado, poco, pero lo suficiente para darse cuenta de lo que sucedía.  Una falda de vuelo y una amplia camiseta, ocultaban la realidad.  No obstante trataría por todos los medios no tropezarse con él. Debía ausentarse de allí, regresar a su casa, pero su deseo por verle era más fuerte que su razonamiento.

Se sentó en las últimas filas, entre los asistentes, confundida con ellos para no ser localizada.  Y logró su empeño ante la decepción de Goran que deseaba verla.  Tenían una conversación pendiente desde hacía mucho tiempo.  En ese intervalo, había entablado amistad con una chica de buena posición, que no era lo que buscaba, sino borrar de una vez el rostro de Jasna.  Pero no lo había logrado y en cuanto le propusieron  acudir al hospital en Belgrado, decidió que eran inútiles todos los esfuerzos a realizar para olvidarla;  eso no sucedería nunca, así que habló con la muchacha claramente y cortó su relación.  Supo que siempre estaría marcado por ella, no importaba lo que hiciera ni con quién. Siempre estaría en su vida. Era como si le hubiera marcado con un hierro candente.

Jasna tuvo la fuerza de voluntad de que en un paréntesis, escabullirse de la sala y salir de allí rumbo a su casa.  Su corazón la decía quédate, pero su cerebro todo lo contrario, y decidió hacerle caso.

No volverían a verse y sin embargo debía informarle de lo que ocurría.  Su padre insistía en ello, pero ¿en qué momento? ¿La creería o pensaría que era de otro?  Sólo habían estado juntos un par de noches, pero la casualidad quiso que las fechas  fueran propicias.  Ambos son médicos; debieron tomar precauciones. Pero no lo hicieron. Fue todo tan extraordinario y maravilloso que ni siquiera se les ocurrió. Sin embargo había sucedido.  No sería la primera ni la última.  Sin duda el destino les tenía esta sorpresa preparada.

 Jasna se acostó, pero no dormía.  En el fondo tenía la esperanza de que él fuera hasta su casa  para verla, pero las horas pasaban y el hecho no se producía.  Esa era la intención de Goran, pero el director del hospital, sus compañeros de cuando ejercía allí y, el profesor que consiguió diera la clase magistral, deseaban agasajarle ofreciéndole una cena en uno de los mejores restaurantes de la ciudad.   No pudo rechazarlo y era muy tarde cuando terminó el agasajo;  no podía presentarse en casa de Jasna a esas horas.  Al día siguiente regresaría a Nueva York:  había sido un viaje relámpago.  Estaba visto que sus vidas nunca volverían a cruzarse

El diario de Fiona - Capítulo 43 - Una excusa intolerable

Cuando comprendió que  la hora era apropiada, marcó lentamente el número de Goran.  Lo atendió en un segundo.  sabía que era de ella , y no habría mejor despertar que escuchar su voz.  Le extrañó la lacónica forma de saludarle. .  Se incorporó de un salto ¿Qué ocurría?  Era muy temprano, aunque ya estaba a punto de levantarse. La ansiedad se reflejaba en la forma de inquirir lo que pudiera ocurrir

— ¿Qué pasa?  ¿Estás bien?

— Si, si.  No te preocupes, sólo que he de hablar contigo

— ¿Es urgente? Porque si así fuera, saldría hoy mismo para allá

—No,  no te alarmes. Sólo he estado pensando en nuestro futuro y creo que nos hemos precipitado

— ¿A qué te refieres?

—¿Te has despedido de tu trabajo?

— No.  He de plantearlo al director y está en Washington en unas conferencias.  Por ese motivo me retrasaré unos días

— No lo hagas

—Que no haga qué ¿Despedirme?

— Si.  No lo hagas

— Pero habíamos quedado en todo lo contrario. Estábamos de acuerdo en todo ¿Qué ha pasado para cambiar tan radicalmente?

— He estado pensando y creo que debemos ir más despacio.   Tienes tu futuro allí y yo deseo sacar mi título y aún me queda mucho tiempo por delante.  Creo que debemos dejar las cosas como están

— Pero eso ya lo habíamos hablado. Me estableceré allí; no importa que sea una consulta modesta.  Podremos vivir; tengo dinero ahorrado.  Te ayudaré a conseguir tu titulación porque es importante para los dos. No entiendo a qué vienen ahora estos planteamientos.  Todo eso quedó claro. ¿Es que ya no deseas casarte conmigo? Di ¿Es eso?

—No, Goran ¿Cómo puedes pensarlo siquiera?

— Pues lo pienso porque no haces más que dar evasivas.  Me parece una excusa pueril y absurda.  Todo lo teníamos claro y ahora me vienes con esas. No me lo creo.  Hay algo más que no quieres decirme.  Has dejado de amarme. No se me ocurre otra cosa.

— No, no es eso.  Es que aún no lo tengo asimilado.  Me desborda todo.Vas demasiado deprisa para mí

— O sea, no quieres casarte ¿Es eso?

— No, no lo es.  Quiero más tiempo, más calma

— Esta bien.  Sea como deseas. De momento suspendo todo ¿Es eso lo que quieres? Ea, pues así será..  No sé cuando podré ir a verte.  Ahora, con esto, no es el mejor momento.  Me has decepcionado, y mucho.  Pero es tu decisión.  Que así sea.


Y colgó.  El sonido brusco del teléfono,  indicó que había sido con un golpe seco sobre el aparato. No sabía el dolor tan profundo que sentía y por qué lo había hecho. Sólo deseaba ganar tiempo y ver si su hermana al fin rectificaba Pero ¿Cómo explicarle lo inexplicable y, que precisamente él era el culpable de todo, aunque no lo supiera?  Creyó que con un par de meses bastaría.  Lo que no podía imaginar es que en el transcurso de ese tiempo, su vida daría un giro vertiginoso que todo lo cambiaría.

Pasaron esos dos meses y otro más. Ella seguía con su ritmo normal y no había vuelto a tener contacto con Goran y perdido las esperanzas de tenerlo. Sería difícil volver a verse, y había sido ella misma quien lo había provocado.  En el hospital y, más concretamente el nuevo profesor, estaban muy orgullosos  de lo alcanzado por el doctor Tarnoviç en Estados Unidos, y hasta hicieron correr el rumor de que estaría presente en una conferencia en ese hospital.  No podía ser cierto.  Ese día ella no asistiría a  clase.  No quería verle, ni volver a vivir todo lo pasado. La actitud de Ana, en nada había cambiado y tampoco hablaba con ella, pero si con sus padres, a los que les preocupaba el cariz que había tomado todo.

Ese día le confirmaron lo que  ya presentía: otro problema añadido. Unos rostros volvieron a su memoria:  sus padres y Goran.  ¿ Qué pensarían cuando les diera la noticia ?  Probablemente a Goran se la ocultaría.  Había sabido que estaba  intentando rehacer su vida  con la hija de un alto cargo del Monte Sinaí.  No le pareció oportuno hablar con él;  bastante daño le había hecho ya.  Aunque por lo visto no había tardado mucho en olvidarla.

Y llegó el final de curso, y recordó el de hacía solamente un año atrás en que todo había sido muy diferente .
 Nadie comentó nada, ni habían circulado rumores, de la visita que les haría una renombrada personalidad  al hospital.  No lo esperaba,.  Se quedó pálida al escuchar su nombre.  No tenía escapatoria, ni donde esconderse.  El profesor hizo las presentaciones y los alumnos allí presentes prorrumpieron en un sonoro aplauso  E hizo acto de presencia en el salón de actos.

  Allí estaba, saludando como un triunfador, mirando a todos lados. ¿Sabría que ella estaba entre los asistentes?   Miró a su alrededor por ver si había alguna figura femenina fuera de lo habitual, buscando a la aludida novia de Goran.. Probablemente le acompañara  para vanagloriarse de su éxito.  Se encogía en la butaca para escapar a su mirada.  No quería que la viera y menos así.  Por fortuna para ella, no la localizó, ya que el salón de actos estaba lleno a rebosar.

Daría una charla sobre los últimos avances ginecológicos.  No se atrevía a moverse,  al contrario, se encogía en su butaca para pasar desapercibida.  Esto es lo que menos esperaba;  deseaba salir de allí, pero no podía hacerlo sin que, al levantarse, se hiciera notar.  Por otra parte, se recreaba en su contemplación.  Hacía mucho tiempo que no se veían.  Estaba espléndido, seguro de sí mismo, y sonreía con facilidad, señal de que era feliz y todo le iba estupendamente.  Se miró cómo iba vestida.  Atusó sus cabellos y acarició su vientre.  Se veía descuidada y horrible, y así no quería que la viera.
Tenía una ropa holgada, así que pasaría desapercibido su estado.  Un estado que estremeció hasta los cimientos la casa de Maxwell y Fiona.


Fue aquella noche del último día del año, o para más precisión, cuando el año comenzaba en su primer día. y ellos iniciaban su relación amorosa.  Después vinieron la  falta de puntualidad y los primeros síntomas.  Jasna se estaba preparando para esa especialidad, por tanto supo desde el primer momento que iban a ser padres.  Después ocurrió lo de Ana y lo olvidó durante unos días.  Los suficientes para su alejamiento de Goran. .  En la cafetería escucho un comentario de un ex alumno , y al oír su nombre prestó más atención a lo que decían: estaba en relaciones con la hija de un alto ejecutivo del Monte Sinaí Así que se encontraba sola con su problema. ¿Cómo anunciarle esta noticia? Pero a sus padres debía decírselo, porque se estaba ahogando de la angustia que sentía

Una vez confirmado el diagnóstico, se armó de valor y marcó el número de ellos. Esperaba que entendieran su problema y al menos contaría con su ayuda. Maxwell puso el grito en el cielo, olvidando su propio pasado, pero había una diferencia:  él se casó con Ana, y su hija no tenía relación alguna con Goran.  Fue la intervención de Fiona, la que aplacó a su marido y quién tomó las riendas de la situación.  Lo que menos necesitaba ahora Jasna, eran los gritos paternos.  Consiguió calmar el llanto de una y, las voces del otro.

— Cielo, cálmate.  No te conviene ponerte nerviosa.  Cuenta con nosotros para todo. Tienes una familia y te ayudaremos en todo. No te alarmes por las voces de papa. Ya le conoces.  Iremos a verte en cuanto  organice su trabajo y te traeremos a casa y aquí te cuidaremos.

 A duras penas se fueron calmando los dos.  Al final, Maxwell cogió nuevamente el teléfono para hablar con su hija

— Cielo, no te preocupes,  Estaremos a tu lado en todo momento. ¿ El padre lo sabe?

— No, papa. No le he dicho nada.  Creo que tiene una relación. No podía decírselo ahora.  Afrontaré lo que sea yo sola

— Pero debes decírselo, tenga o no una relación

— Bueno, esa es la menor de mis preocupaciones.  Quería que lo supierais, aún a sabiendas de que, sería un gran disgusto.

— Jasna, somos tus padres, tu familia y te ayudaremos.  Iremos a verte dentro de unos días.

 Y así lo hicieron.  Jasna no quiso dejar colgadas las clases ya que el fin de curso estaba próximo y regresaron a Londres ellos dos solos, con la promesa de que en vacaciones  se reuniría con ellos

Ana, desde su habitación había escuchado las voces y las palabras entre cortadas. a  su hermana la ocurría algo grave. Por lo escuchado, adivinó de qué se trataba. Su furia de los primeros tiempos  había pasado,  tal y como la dijeron  cuando ocurrió todo, ese amor repentino, poco a poco se  fue reposando.

 En ese intermedio conoció a William, y el rostro de Goran, se fue diluyendo. Estaba arrepentida  de lo que ahora sucedía, pero ya no había remedio. Tenía que hablar con su hermana y pedirla perdón.  Ella había sido la culpable de todo.

miércoles, 10 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 42 - La tormnenta perfecta

Tal como lo pensó, así hizo, antes de que Maxwell se desplazara a Belgrado y Goran regresara. Había que atajar la situación cuanto antes, porque de ello dependía la tranquilidad de todos ellos.  Suspendió sus clases por tres días, que era lo que calculaba que la ocuparía ese problema. Ana, no podía sentir tan profundo amor por alguien  que había visto una sola vez. A pesar de que ella también tuvo una azarosa vida, era distinto problema y contó con la confianza y paciencia de Fiona, pero también pensaba que si no hubiera ocurrido la incidencia en el parto ¿se habría comportado igual?.  La vida es juguetona  e influyen muchos factores que nos la marca.

  Cuando aterrizó,  sus padres la esperaban y decidieron  ir a casa sin pérdida de tiempo.  Ana no sabía nada de su proyectado viaje y debían preparar la estrategia a seguir, antes de que su hermana regresase del colegio.  Se encerraría con ella en su habitación y se lo expondría claramente, a ver si de una vez reaccionaba.
Mientras se dirigían a su casa, Maxwell expuso claramente lo que habían averiguado y Jasna escuchaba asombrada  lo que estaba conociendo ¿ ¿Que argumentos podría esgrimir para no herirla y al mismo tiempo hacerla ver que era una locura? ¿Cómo reaccionó al haber conocido sus proyectos que culminarían en boda?   Quería a su hermana entrañablemente y por nada del mundo deseaba que sufriera por  unos amores tan tempranos y además imposibles.

Imposibles de todo punto porque Goran ni siquiera la mencionaba;  no había  dado pie para  forjar esa fantasía en la mente de la chiquilla.  Estaba ajeno a todo el conflicto que se había creado  durante esa comida en Nueva York.  De momento no le comentaría nada y, como pretexto usaría cualquier excusa:   quería ver a sus padres, pues tenía unos días libres.  En fin, eso era lo menos importante.  En cualquier momento tendría que contárselo, pero en este momento ni hablar;  se crearía más tensión.

Al llegar Ana y saber que su hermana estaba en casa, corrió en su busca y ambas se abrazaron y reían felices por verse de nuevo.  Habían pasado pocos meses desde que se vieran por última vez, pero Jasna apreció el cambio físico que su hermana había experimentado. Estaba más alta.  Su rostro estaba cambiando, perdiendo los rasgos clásicos de la niñez y a su cuerpo comenzaban a surgir las formas que anunciaban el paso de una época a otra.  Ante ese gran cambio, Jasna no se extrañó que también su mente estuviera de transición, pero aún así, sería una fantasía de prematura adolescente.

— ¡Qué guapa estás Ana! Te estas convirtiendo el una muchacha preciosa.

  Se le ocurrió la idea de cómo podía comenzar esa conversación pendiente, por la que ella estaba allí .

 —Seguro que los chicos andarán detrás de ti

— No seas boba. Me importan un pito los chicos

— ¿ No te gusta alguno?  Yo a tu edad le había echado el ojo a un par de ellos

— Yo también, pero él pasa de mí

—¿ Cómo es posible? Dime quién es ese cretino que me lo meriendo— respondió Jasna pensando que iba por buen camino

— No importa. El no me hace caso, pero yo le quiero

— ¿ Puedo saber su nombre?

—No. Es mi secreto, aunque tú le conoces

— No puedes dejarme así después de contarme que estás enamorada. Dímelo por favor

— Se trata de tu profesor, de Goran. Le conocí en Nueva York durante las Navidades.  Desde entonces estoy que no vivo.  No se lo digas a papa porque sé que me dirá que no.

— Pero Ana,  es muy mayor para tí.  Podría ser ...

— Si ya lo sé:  mi padre.  Pero no puedo evitarlo . Por otra parte, no debes ser tan hipócrita.  Sé que os vais a casar.  Escuché una conversación que tuviste con papa

— Entonces si lo sabes todo, no voy a andar con rodeos.  Efectivamente vamos a casarnos

—¿Desde cuando sientes ese amor tan repentino?  Que yo recuerde le detestabas y le ponías de antipático. ¿Te han entrado las ganas al conocer que me gusta? ¿Es eso lo que pretendes?

—Ana, por favor, no digas tonterías . Es demasiado mayor para tí o tú demasiado joven para él. Goran me quiere a mi; ni siquiera se le pasa por la cabeza,  que una niña se haya enamorado de él, porque eso es lo que eres.  Fija tu mirada en otro chico  de tu edad

— Hablabas mal de él y, de repente vas a casarte. ¿Lo estás haciendo a posta? ¿Es que no tienes a otro a quién le gustes?

— Sabes perfectamente que no es posible.  No voy a tomar en cuenta tus palabras porque comprendo que estés dolida y ciega, pero ve haciéndote a la idea de que no va a ser posible.  Me quiere, le quiero y va a hacerme su esposa.  Punto final

— ¿Por qué? ¿Porque tú lo dices? Veremos que dice cuando conozca la verdad de lo que estás tramando

—¿Qué estoy tramando? Dímelo a ver si me entero.

— Eres egoísta y mala.  Sé lo que le hiciste a mamá y ahora repites la jugada conmigo. Te odio con todas mis fuerzas.  No quiero volver a verte en la vida. No te considero mi hermana,  Te odio, te odio.  Vas a frustrar su futuro con tal de  hacer tu santa voluntad.  Sal de mi habitación ahora mismo.

Jasna trató de aproximarse a ella para calmarla, pero estaba tan fuera de sí, que de un empujón la hecho de la habitación y cerró la puerta de un portazo.  Los padres esperaban ansiosos el resultado, pero por las voces airadas que escucharon, supieron que no había ido nada bien.  Jasna se reunió con ellos;  llevaba la cara desencajada

—¡Me odia, me odia!  No quiere volver a verme — repetía como sonámbula

Fionna y Maxwell se miraron y, ambos, sin decir nada, pensaron que todo era más grave de lo que habían imaginado.  Nadie cenó aquella noche y a solas en su habitación, Jasna pensó que allí nada tenía que hacer y que debía regresar a Belgrado a la mañana siguiente para no crear más tiranteces entre ellas.  Pero había una segunda parte que tenía que solucionar, y era confesar a Goran la verdad de lo ocurrido.  Quizá lo mejor sería aplazar la boda, que él siguiera en Estados Unidos y ella terminara sus estudios en Belgrado. Necesitaba distancia entre los dos y posiblemente, dejando pasar el tiempo, las cosas volviesen a su lugar. Se habían precipitado al proyectar su vida en común. Debieron ser más pacientes y probablemente Ana se hubiera desengañado por sí sola y se hubieran ahorrado el tremendo disgusto que ahora tenían.

Triste, muy triste y preocupante fue la despedida de sus padres.  Apenas había pasado un día con ellos  y la tres cuartas  partes  había sido peleando con su hermana.  Quiso despedirse de ella, pero tenía cerrada la puerta con cerrojo y por mucho que insistió, no lo consiguió. 

 Había perdido a su hermana y posiblemente el retraso en sus planes la costaría una soberana bronca con Goran.  Un panorama francamente desolador ¿Debía decirle la verdad o  ignorarla hasta que todo se calmase?  Con ese estado de ánimo por los suelos, regreso a Belgrado.  No tenía la cabeza para estudiar, pero era, además , su trabajo y por ello ganaba un pequeño sueldo que la permitía vivir independiente.  Consultó el reloj y comprobó que era  demasiado temprano  en Nueva York. Tenía que pensar el porqué de su repentino regreso a Belgrado. ¿Era oportuno decirle la verdad, o por el contrario decir que lo había pensado mejor y debían aplazar los planes de boda?

Temía la reacción de Goran.  Estaba ¡tan contento! que se le partía el alma confesar que todo se debía a una rabieta de niña malcriada. No encontraba la excusa perfecta.  Decidió decir que quería terminar sus estudios y que él siguiera en Estados Unidos.

  Se verían en vacaciones, y de esta manera, ambos cumplirían sus deseos.  A ella le faltaban más de dos cursos par obtener su titulación, sin embargo él, lo había conseguido todo.  Se verían pasado ese tiempo que debía ser rápido. 

Quería que pasase el tiempo aún más deprisa, por  ver si su hermana encontrara a su alma gemela que no fuera Goran  Con tanto alboroto, había olvidado su propio problema.  Estaba segura que sería una gran alegría para  él, pero un gran imprevisto para ella. De golpe se vendrían abajo todos los proyectos a realizar. ¿Por qué  todo se había complicado?



martes, 9 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 41 - Cuando el diablo no tiene qué hacer

Sólo habían sido dos días los que pasaron juntos, pues cada uno de ellos tenía que regresar, no sin antes hacer proyectos.  Goran dejaría su puesto en Nueva York y volvería a Serbia.  A pesar de las fuertes protestas de Jasna que no quería truncase su futuro por ella;  no se sentiría a gusto si eso ocurriera
Pero tampoco  Goran permitiría que ella dejase colgada su instrucción por él. Había conseguido todo lo que que se propuso, pero ella no.  Además esta era su tierra y aquí ejercería como médico.  Trataría de volver a la enseñanza.  Montaría una consulta si no le aceptaran. Haría cualquier cosa menos dejarla sola.  Tenían toda la vida por delante para estar juntos.  Se casarían y formarían una familia y, juntos se abrirían camino.  Pero a lo que no estaba dispuesto es que ella colgase los libros cuando estaba tan cerca de conseguirlo.

— Te necesito a mi lado ¿Es que no lo entiendes? El lugar en donde vivamos no importa pero si,  ser felices juntos. No estoy dispuesto a volver a Estados Unidos yo sólo, ni tampoco que abandones tu carrera a punto de terminarla.  Lo tengo decidido. Volveré y permaneceré allí hasta que encuentren otro para ocupar mi puesto.  Regresaré y nos casaremos; yo te ayudaré a que consigas tu titulación.  Y no hay más que hablar,  Aunque sea por esta vez, deja que sea yo quién lleve la voz cantante.

— Que sepas que no estoy nada de acuerdo.

— Lo se, pero así son las cosas. No hay discusión posible.

  La abrazó, la besó, y ahí terminó todo. La separación fue triste para los dos, pero algo nuevo se abría ante ellos que les daría fuerzas para seguir luchando.

Fionna estaba preocupada por Ana.    No había querido decir nada a Maxwell, ya que se inquietaba a la menor cosa que  ocurriera a sus hijas, pero la chiquilla estaba cambiada desde que llegaron de Nueva York.  Pensó que había entrado, sin duda, en la difícil etapa de la adolescencia, en que todo les molesta, nada les gusta y piensan que el mundo entero esta en su contra...Decidió hablar con ella y tratar de averiguar que la enfadaba tanto. Aún recordaba la adolescencia de Jasna y la temblaban las carnes sólo de pensar que tuvieran que pasar por otro episodio parecido. Esa misma noche lo intentó, pero la chiquilla argumentaba que no la ocurría nada y, no hubo forma de llegar a ningún sitio.

Maxwell notó que algo flotaba en el ambiente.  Las cenas ya no eran tan divertidas como antes; a penas hablaban mientras comían y el salir de compras con Fionna lo rechazaba.  No era normal en ella.  Varias veces la sorprendió mirando su cuerpo en el espejo de su habitación y efectivamente su anatomía cambiaba al mismo ritmo que su carácter.  Esa noche habló con Maxwell, que no dio demasiada importancia de los cambios de la jovencita.  Eso fue lo que la dijo para no intranquilizarla, pero lo cierto era que él también había notado algo extraño en su forma de actuar

Decidió llamar a su amiga más íntima mientras Ana estaba ausente.  Ella sabía vidas y milagros de lo que la ocurría;  no quería ni pensar que estuviera  enferma, porque también en esa posibilidad había pensado, pero al insinuarle ir al médico, tuvieron un bronca monumental y, fue entonces cuando decidió hablar con Liz. la amiga inseparable de su hija.

—Querida Liz ¿Puedo pedirte un favor?  Estoy muy preocupada por Ana.  ¿ Sabes lo que la ocurre?  Está cambiada, triste y siempre de mal humor.  Te ruego me digas si sabes algo;  que sea sólo entre nosotras.

— Señora O'Sullivan, Ana, está bien, es decir no está enferma, pero...

— Pero ¿Qué? Dime ¿Qué la ocurre?

—Prométame que no la dirá nada de lo que voy a contarle

— Es algo entre nosotras dos, nada más. Te lo prometo

— Se ha enamorado de alguien mayor que ella.  Bastante mayor.  Llora mucho y está muy triste.  Por mucho que la diga no me hace caso

— ¿Te ha dicho su nombre?

— Si.  Es un nombre extraño. No es de aquí.  Dice que se trata del que fuera profesor de Jasna

— ¡Oh Dios mío!

— ¿Le ocurre algo?

— No cielo.  Sólo me ha sorprendido.  Te agradezco tu ayuda y tranquila que no sabrá que conozco su secreto.

 Fionna tuvo que sentarse al colgar el teléfono.  Ni por lo más remoto esperaba una confesión así, pero en el fondo se alegraba de que no fuera una enfermedad.  Era demasiado joven y seguro que en un breve espacio de tiempo se le pasaría o quizá conocería a otro chico y se olvidaría de Goran.  Era  algo demasiado importante para mantenerlo en secreto con Maxwell.  Hablaría con él esa misma noche y juntos tratarían de buscar una solución

 Maxwell escuchó preocupado el relato de su mujer. Habían comenzado el nuevo año con un soberano problema, aunque confiaba en que fuera algo pasajero.  Era demasiado joven y la diferencia de edad lo hacía impensable, Y además... También había intuido el interés de Goran por su hija mayor. No podía decir  nada, al menos de momento.  El serbio no había hecho nada para gustar a Ana, ni siquiera se conocían. ¿ Por qué tenían unas hijas tan conflictivas?  Recordó su conversación en el restaurante y también la seriedad en el rostro de Ana  que no despegaba sus ojos de Goran.

 Fue a raíz de ese día que su corazón despertó.  Tenía la edad clave para ello, pero con un chico de su edad.  Además era el pretendiente de su hermana ¿Cómo comentarla nada?

Aquella noche costó al matrimonio conciliar el sueño.  No tenían ni idea de cómo abordar este nuevo problema que se les había presentado.  No había forma de solucionarlo sin que alguno de ellos saliera con el corazón herido.

Ignoraba que Goran había establecido contacto con Jasna;  lo último que les dijera es que iría a visitar a su padre, pero tampoco había hablado abiertamente de lo que sentía por su otra hija, sino meramente  en lo profesional.  Aún así era una locura.  Vivimos en un país en que este tipo de relaciones está penada por la ley y, además el médico no había hecho nada para que Ana se enamorase de él. Si por lo menos no fuera tan mayor...  Sabía que aunque fuera más o menos de su edad, tampoco la permitiría un romance:  era aún una niña que estaba despertando al amor. 
 Pero ¿Con Goran?  Hablaría con Jasna  y muy hábilmente averiguaría si ella sentía algo por el médico.  Pero aún así, aunque no sintiera nada, no lo podía permitir , con tanta diferencia de edad.  Ana era excesivamente joven para mantener relaciones con un hombre de unos  treinta años más o menos ¡ Era poco menor que él mismo !

Daba vueltas sin parar en la cama, a pesar de las precauciones que tomaba para no despertar a Fionna, pero ella estaba preocupada también.  Sin decir nada, ambos juntaron sus manos, y tras besarse, Maxwell la dijo:

— No te preocupes.  Todo se solucionará;  es sólo una chiquillada.  Saldremos de ésta..

Pero nada más lejos de solucionarse, sino que aún se complicaría más entre todos ellos.  De nuevo se enfrentaban a otro problemón, y no  menor que el pasado en tiempos con Jasna.  En esta ocasión intervendrían otros protagonistas totalmente ajenos a lo que sucedía en la vida de Ana.

Los acontecimientos se precipitarían y ninguno de ellos sabría cómo solucionarlo.  Todo era demasiado complicado. Habían pasado tres días y Goran ya había vuelto a Estados Unidos, pero pronto se volverían a ver, en cuanto solucionase sus asuntos en Nueva York.  Jasna llamó a sus padres y les anunció que todo se había arreglado entre ellos y les enumeró los proyectos que tenían en mente.  Sus padres escuchaban lo expuesto con un gesto de preocupación y miedo.  Tenían que hablar con ella de lo ocurrido con Ana;  tenía que saberlo y cuanto antes mejor.  Sabían que Ana no se lo diría a su hermana, al menos hasta no estar   segura de sus sentimientos hacia él.  Pero si lo estaba y, loca de contenta les relataba todo lo que tenían proyectado.

 Al nombrar las palabras casamiento y familia, el matrimonio O'Sullivan escuchó en un teléfono interior, un suave clic, que les hizo comprender que otra persona escuchaba su conversación y que no sería más que Ana. A continuación un gran portazo retumbó en toda la casa.

— Tenemos que colgar.  Cariño, te llamaremos mañana y hablaremos más despacio

—Papa ¿Qué ocurre?

— Nada cielo.  Sólo que Ana tiene que hacer una llamada y tiene un carácter de mil demonios en cuanto se la contraría.  Lo tuyo es para hablarlo con calma.  Te llamaremos mañana cuando comprendamos que ya estás en casa y estaremos todos más relajados. Nos has pillado por sorpresa.

— Está bien. tranquilizaos.  Goran también quiere hablar con vosotros

Estaban deseando colgar.  Acababa de abrirse otro frente, uno más:  Ana había escuchado que iban a casarse y tener hijos.  Jasna estaba feliz, pero ahora tenían un gran incendio en casa y no sabían cómo apagarlo.  Se había destapado la caja de los truenos. Por mucho que les pesase, quién saldría mal parada sería irremediablemente su hija menor.  Su temprano amor debía morir casi antes de nacer.  Conocían a sus hijas y lo testarudas que eran. ¿Debían hablar claramente con Jasna y que fuera ella quién explicara a su hermana que su amor era imposible?

 Maxwell comenzó a organizar su trabajo para tener unos días libres.  El matrimonio viajaría a Belgrado;  debían hablar personalmente con su hija, explicarle lo sucedido y ella sería la que mejor podría opinar sobre el tema.  Las hermanas estaban muy unidas, se conocían bien y Jasna sabría por dónde entrar para abordar el tema, sin que nadie saliera herido.  Se lo ocultarían a Goran, al menos de momento.  Cuantas menos violencias hubiera entre la familia, sería mejor.  Seguro que no sabría reaccionar ante una situación tan penosa como era la que se había creado con la precoz Ana.  No quería que su hermana sufriera. No a su edad.  Recordaba lo que ella pasó más o menos con sus mismos años, a cuenta de su casamiento con Fionna.  Aún la dolía el recordarlo, no por ella, sino por Fionna.

A medida que sus padres la explicaban lo ocurrido con Ana, referente a Goran, entendía menos la situación.  Estaba claro que debía solucionarlo antes de que él regresase y ocultar lo sucedido, a fin de que no se sintiera ni culpable ni violentado por todo el tema.  ¿ Pero cómo? 

 Como había hecho favores, fue ella, en esta ocasión quién los pediría y,  viajaría a Londres  por dos o tres días.  Era un asunto que debía tratar directamente con Ana.

lunes, 8 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 40 - El despertar de Ana

Sólo había tenido tiempo para darse una ducha en el hospital y acudir a su cita con la familia O'Sullivan a la  que a penas conocía, excepto a Jasna y ella no estaría presente.  Eran personas muy apreciadas por su padre y en honor a él debía acudir a la cita, aunque fuera por cumplir.  Habían tenido una noche agitada con tres  partos, dos al mismo tiempo. Aprovecharía, si tuviera oportunidad de averiguar algo sobre Jasna. Llegaba con tiempo suficiente, pero no le importó, esperaría tomando una copa.  No esperó mucho, ya que con la puntualidad que caracteriza a los británicos llegaron antes de la hora acordada.

— Así que tu eres el famoso profesor de mi hija. Nos habló mucho de tí y muy elogiosamente, por cierto— le dijo Maxwell mientras estrechaba su mano—  Te presento a Fionna, mi mujer y a mi hija pequeña Ana

— ¿Tú eres Ana? Tu hermana se quedó muy corta al describirte— La jovencita le miraba sin pestañear y algo tímida.

Mientras tomaban su aperitivo, iban charlando sobre sus trabajos y los de Jasna.  Trataba de refrenarse que no trasluciera el gran interés que tenía de hablar de la muchacha.  Charlaron sobre las vacaciones y lo bien que lo habían pasado en Garachico, que fueron acortadas por Jasna, como todos sabemos.  Al menos sabía dónde podrían acudir en vacaciones. 

Entre confidencias  transcurrió la sobremesa.  Fionna le había dando un "repaso" detenidamente. Cuando estuviese a solas analizaría la impresión que le había causado;  de momento era buena, y no sabía muy bien, pero presentía que Jasna le había calado muy hondo.  Pero no estaba segura si su hija sentía lo mismo por él.  En fin, cosas de jóvenes, se dijo.

Se abrazaron al despedirse.  No sabían cuando volverían a verse.  Sus mundos estaban en direcciones opuestas y sus trabajos les impedían relacionarse con más asiduidad.

 Ana estuvo silenciosa durante toda la comida.  Miraba de reojo a Goran, sin que éste se diera cuenta de que era observado por la chiquilla; tampoco los mayores lo percibieron. Así que sólo miraba y escuchaba atentamente sin intervenir.  Ya en  el hotel, el matrimonio comentaba anécdotas de la comida y la buena  impresión causada por Goran.  Y fue en ese momento cuando Fionna, extrañada del silencio de su hija durante toda la reunión, la preguntó:

—¿Y a tí qué te ha parecido Goran? 

— Un hombre guapísimo. El más guapo de la tierra y ¡qué alto y atlético es! No entiendo como Jasna no nos ha hablado de él.  Debe ser corta de vista— exclamó Ana

Era simpático, algo que  echaba por tierra la teoría de Jasna de que era hermético y antipático.  Físicamente no estaba mal. Tenía un algo que atraía y, eso tampoco casaba con la descripción que Jasna había hecho de él.

Una cosa estaba clara y era que  no la gustaba el médico y sin embargo tenía otra impresión de él 
 referente a su hija.
 

Siempre que podía preguntaba sobre ella, disfrazándolo con la excusa de seguir de cerca sus progresos en los estudios.     Les  llamaría una vez más para despedirse de ellos, ya que tenía unos días libres y los aprovecharía para visitar a su padre en Bania Luka y tratar de convencerle para que viviera con él en Nueva York.  Esa sería la excusa, pero el motivo era otro bien distinto:  Jasna.

A pesar de mantener una relación más que de amistad con una chica del alto status americano y hacer lo imposible por recobrar la calma borrando a Jasna  de su vida, había bastado encontrarse con su familia en aquella comida, para que de nuevo su rostro invadiera su intimidad.  Hacía mucho que no la veía, pero su atracción era muy fuerte y necesitaba verla y quizá proponerla alguna relación más íntima, fuera de lo profesional.  Pero para ello debía tantear el terreno. Quizá siguiera con Nikola o quería centrarse sólo en sus estudios. No sabía lo que sucedería, pero necesitaba aclarar sus ideas respecto a ella

El avión que llevaba a Goran, aterrizó en Belgrado.  Sabía que estaba de guardia, por lo que dejaría el equipaje en el apartamento y se dirigiría al hospital.  Según le había comentado Maxwell en la comida, había renunciado a unos días libres e intercambiado las guardias .  No la apetecía pasar las navidades sola encerrada en casa;  al menos haría un favor a algún compañero que si deseaba pasarlas con su familia.

Era la noche  mágica del cambio de año.  Había hablado con sus padres y hermana y se disponía a entrar en su turno. Esperaban una noche agitada.  Todas las de fin de año lo eran,  Pareciera que la gente estaba impaciente por pasar esa página del calendario, cuando en realidad son todas iguales.

Su turno había terminado.  La noche se había vivido para no olvidar;  demasiados borrachos, peleas y accidentes. Estaba cansada, muy cansada y deseaba llegar a casa para meterse en la cama y no despertar hasta el día siguiente por la noche en que volvería a entrar de guardia.  Pese al frío, hacía un bonito día con un sol brillante.  Alzó la cabeza al cielo y respiró hondo.  Se encaminó lentamente hasta donde estaba su coche.  Ni siquiera tenía ganas de desayunar. Pasó junto a un frondoso árbol con un banco de piedra a su pie, y decidió sentarse a descansar durante un rato para respirar, al menos, los primeros aires de un nuevo año. Se caló más a fondo su gorro de lana, y tapó su boca con la bufanda. Solo podían verse sus ojos, y los cerró como para recibir mejor los rayos del sol.

Una silueta desde lejos la contemplaba.  Sabía perfectamente de quién se trataba.  Ni en mil años se le borraría de la cabeza esa forma de encarar el sol, de ponerse la bufanda y mil cosas más que recordaba de ella y que eran muy características.  Parecía dormida y, en realidad lo estaba, por eso no la dijo nada y se sentó a su lado sin dejar de mirarla.

Una profunda emoción ahogaba su garganta.  Hacía mucho tiempo que no la tenía tan cerca aspirando su mismo perfume de siempre.  Tenía sus manos enguantadas, así que se los quitó, quería sentir el tacto de su mano y despacio para no despertarla, la aproximó hacia ella.

¡Cómo podía quererla tanto, añorarla tanto y, sin embargo vivir tan lejos de ella y disfrutar con otras compañías!

Quizá fuese un sutil movimiento de él, lo que hizo de Jasna se despertara.   Miró a un lado y a otro buscando no sabía qué.  Había estado soñando con alguien difuso desconocido, sin conocer de quién se trataba.  Sólo sabía que el sueño le había gustado.  Con un ojo abierto y otro entornado, se quedó mirando a la persona que tenía a su lado, y que hizo que se despertara de golpe.  Y entonces supo  que la persona con la que había estado soñando era él.  Que el subconsciente la había traicionado y que era a él a quién echaba de menos. Que no deseaba otra cosa en el mundo más que volver a verle.   ¿Cómo era posible? ¿Seguía soñando? Goran estaba a miles de kilómetros de allí y ni siquiera se acordaría de ella.

Él sonreía, con una sonrisa que no le conocía. Ella abría los ojos sin entender lo que ocurría. Pero lo comprendió todo, cuando él acercó su mano a la cara de ella y acariciándola aproximó sus labios a los de ella, que no se resistió. Al contrario, agarró la cabeza de él con su mano.  No hablaron durante unos instantes, pero las respuestas a las preguntas no formuladas, se sucedían como si ambos leyeran el pensamiento del otro..

— Tenía que verte.  Hace mucho tiempo que nos separamos y sé a lo que me arriesgo, pero no podía más.  Sabía que estarías sola, trabajando y opté por venir a buscarte y estar juntos siquiera por unas horas.  Hace frío.  Tienes las manos heladas.  Ven te llevaré a casa

Se levantó y la tendió la mano para ayudarla a levantarse.  Entre el frio y el cansancio tenía los huesos entumecidos.  Goran pasó su brazo sobre los hombros de ella y Jasna entornó los ojos complacida.  ¡Cuánto le necesitaba!  Ese abrazo tierno, pero a la vez firme para protegerla y amarla.  ¿Cómo había sido tan estúpida al no haberse dado cuenta de lo que ambos sentían? No importaba, aún estaban a tiempo
— ¿Tienes coche? —la preguntó feliz.  El milagro se había producido : no le rechazaba.  Al contrario se sentía feliz entre sus brazos..  Se metieron en el coche de Jasna y se encaminaron al apartamento de Goran. Tenían casi dos días completos para disfrutar de su amor en plenitud.

Muy lejos de allí, Fionna observaba que Ana había perdido todo su interés por las fiestas, las vacaciones y Nueva York.  Había escuchado la conversación de sus padres respecto a Goran y un posible entendimiento entre él y su hermana. No podía ser verdad.  Jasna siempre hablaba despectivamente de él ¿cómo iban a tener una relación? 

 El sólo pensar en ello, la ponía de muy mal humor y triste, demasiado triste para su edad.  De repente había descubierto lo que es sentir atracción por alguien.   Aunque la consideraran una cría, ella estaba abandonando la niñez para entrar en la adolescencia.  Sabía que era un imposible.  Que no podía competir con la belleza de su hermana, ni con su edad tampoco.  Pero durante aquella comida celebrada en Cipriani había descubierto al hombre de su vida, del que se había enamorado.  En ese momento se sintió mujer a pesar de que aún le faltaba mucho para serlo de veras.

domingo, 7 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 39 - Borrón y cuenta nueva

La sorpresa la dio Maxwell a la hora de la comida, cuando todos compartían mesa y mantel.  Llamaba la atención de sus alborotadas hijas, que a pesar de la diferencia de edad, ambas disfrutaban de su compañía.  Ana era para todos " la niña ", expresión que a ella hacía que la llevasen los demonios. ya que se creía lo suficientemente mayor para abandonar esa expresión. Ante la falta de atención de las risas de las mujeres de la casa, Maxwell tomó su copa e hizo que le escucharan dando ligeros golpecitos en ella

— Vamos a ver chicas.  Escuchadme, he de deciros algo.  Este año no iremos a Mallorca.  Mamá y yo hemos comprado una casita en Garachico

—¿Garachico? ¿Dónde está eso? — preguntó extrañada Jasna

— En Tenerife. Es un lugar hermoso y tranquilo.  La casa  tiene las habitaciones justas para nosotros y un anexo por si alguien nos visita. Pero en lugar de piscina artificial. tenemos la suerte de que en ese lugar se han formado como pequeñas lagunas por las que entra y sale el agua del mar.  Es precioso.  A mamá y a mi nos ha encantado. Allí pasaremos grandes temporadas cuando me jubile, que no será dentro de mucho.  Mamá tendrá tranquilidad para escribir y yo haré una peña de amigos en el club cercano.  Lo tengo todo estudiado.  Sol todo el año y temperatura primaveral.  será nuestro pequeño paraíso.


Todos aplaudieron contentos.  Les complacía esa iniciativa, sólo Jasna hizo una pregunta

— ¿Hay playa cercana?

—Naturalmente, pero tendremos nuestra parcela particular de mar.  Lo dicho, nos ha encantado.  Así que será allí a donde vayamos este año.  Jasna, si no te apetece puedes elegir otro lugar

—No, no.  Ese me parece ideal.

En realidad le daba igual uno que otro. En Mallorca conocía a gente, pero en esa parte de Tenerife a nadie.  Si se aburría, siempre podría ir a alguna excursión y recorrer la isla.  Sólo deseaba descansar y cargar las pilas para el siguiente curso que, por lógica sería más difícil y complicado.  Y su imaginación voló en una sola dirección.

— Este año, seguramente no estará. Lo siento habíamos comenzado a conectar.  En fin, así es la vida.

Pasaron un verano delicioso nadando en las aguas atlánticas y visitando las localidades próximas.  Tenerife no es grande, máxime acostumbrada a las largas distancias de Londres o de cualquier otra ciudad, pero podían disfrutar de los maravillosos paisajes volcánicos de su entorno. Solían ir las dos hermanas acompañadas por Stephanie quedando en el chalet los padres.  Jasna les admiraba y envidiaba al mismo tiempo.  Habían pasado muchos años desde que se casaran y sin embargo seguían estando enamorados.  Cada vez que Maxwell miraba a su mujer, una lucecita se encendía en sus ojos.  A pesar de los años, la seguía deseando y no era difícil sorprenderles en alguna ocasión besándose como si fueran dos amantes furtivos.

No lo habían tenido fácil, pero su  amor era  tan fuerte que pudieron romper con las barreras que les surgiera.  Ella nunca tendría un amor como el de ellos. En primer lugar porque no estaba interesada en ningún chico en especial.  Salía  de copas con algún amigo, pero nada más.  Se trataba de una noche, simplemente y eso lo dejaba muy claro desde el principio.

Poco a poco el verano iba pasando y con él sus vacaciones, de manera que retornaron a Londres antes de lo pensado para ayudar a Jasna a preparar su marcha al continente.  No había tenido noticias de Goran, de manera que ignoraba si sería su profesor o no.  Fue al integrarse a su puesto de trabajo cuando se enteró que seguía en Usa y, que por el momento, allí permanecería.  Sintió en su interior una punzada de decepción  ante el panorama que se les avecinaba con el nuevo profesor. 

 Era mayor que Goran, pero también, al parecer, de un carácter más afable que el suyo.  Nadie sabía nada de él, pero tampoco la interesó grandemente. En el fondo pensaba que había tomado una sabia decisión para su futuro. Merecía ampliar su campo ya que como profesional era excelente y siempre tenía afán de averiguar más cosas que pudiera aliviar el dolor de las gentes.

Y así el calendario desgranaba sus hojas lentamente y su vida volvía a estar volcada en sus estudios.  Era su segundo de residencia y aún le faltaban dos más para  ser definitivamente una especialista como ginecóloga.  Probablemente se inclinaría más por la rama de obstetricia. En fin, aún quedaba mucho para tomar decisiones.

En Nueva York, Goran se había instalado en un apartamento y deseaba que su padre pasase largas temporadas con él.  Se hacía mayor,  América estaba muy lejos y André necesitaría, no tardando mucho, a alguien que le cuidase.  Tenía un buen sueldo, un buen trabajo, y era considerado como un excelente profesional en su campo.  Pero recordaba que a esas alturas del calendario, debería estar  dando clases en Belgrado y, ella  en su grupo.  Había hecho buenas amistades  no sólo en el hospital, sino entre sus vecinos, pero en ningún momento se borraba de su cabeza la imagen de Jasna.


Se había enamorado de ella pero sin esperanza alguna, ya que ella le detestaba, y siempre estaba con Nikola que le suponía novio suyo.

 Fue por eso por lo que tomó la decisión de cruzar el charco.  Recordaba su dulce sonrisa, sus increíbles ojos azules, el color de su cabello entre dorado y castaño claro.  Su silueta bien formada y su inteligencia.  Hubiera querido estar a su lado para hacer de ella una profesional de renombre, y no es que el compañero que le sucediera no fuera excelente, pero él la conocía mejor, y sabía donde "pincharla" para sacar el máximo provecho de ella. 

 Pero ni siquiera sabían las direcciones en donde enviar alguna carta para no romper el finísimo hilo que les uniera.  Cansado de añorar lo imposible, decidió que debía dar un giro y se inscribió en un club, que sería una forma de entablar amistades, y también con sus compañeros de trabajo que le miraban de una forma extraña como si se tratara de alguien exótico.  Al darse cuenta, Goran se reía y hacía como que no se daba cuenta de ello.

Poco a poco se fue habituando a su nuevo estilo de vida y se adentraba en los círculos más selectos de la sociedad americana.  Allí formó sus amistades, masculinas y bastantes femeninas. Quería resarcirse de su añoranza por Jasna y, poco a poco la fue aparcando en su corazón  mostrando interés por alguna chica  encantada de  acaparar al médico que  se abría paso en la profesión.

De nuevo las Navidades.  Jasna no se reuniría con su familia durante esas fiestas. Sus padres y su hermana viajarían a Nueva York en unas pequeñas vacaciones que se tomarían al no reunirse con Jasna por motivos laborales. Stephanie, las pasaría con su hermana y Jasna, la noche de Navidad, seguramente ayudaría a traer al mundo a algún bebe. 

 El día de Nochebuena iría a Bania Luka y pondría unas flores en las tumbas de su familia.   Después visitaría a André y regresaría para entrar en su guardia del hospital. Esas serían sus fiestas; nada en especial y lejos de casa.

Se instalaron en el céntrico hotel en la Quinta Avenida.  Nada más llegar, por defecto profesional, Maxwell encendió el televisor mientras Fionna ordenaba en el armario la ropa que habían llevado.  Es algo que hacía siempre que visitaba otro país, aunque no prestara mucha atención al programa. 

 Pero esa noche, sí lo hizo;  se sentó y miró atentamente la pantalla del televisor.  En ella aparecía alguien con un nombre y apellido sobradamente conocidos para él.  Le presentaban como un extraordinario ginecólogo y obstetra serbio que estaba desarrollando su profesión en uno de los mejores hospitales de Nueva York

" Y ante ustedes el ya famoso ginecólogo Goran Tarnoviç que nos acompaña en este debate"

— ¿Qué miras con tanta atención? — le pregunto Fiona

—¿Sabes quién es?  El hijo de André. ¿Recuerdas que Fionna le tuvo como profesor? Bien, pues no exageraba. Está ejerciendo en el Monte Sinaí.  Me gustaría saludarle. Claro que probablemente este programa esté grabado. Llamaré al canal para que me informen. Me extraña que no haya viajado a Belgrado. Más tarde llamaré.  Y ahora daos prisa o no veremos nada—gruñó metiendo prisa a Fiona y Ana.

Al final consiguió su dirección, pero también le anunciaron que esa noche la pasaría en el hospital, asistiendo varios partos que tenían anunciada su llegada.  No era religioso y desde hacía tiempo no participaba en ese ritual. Sólo se acordaba de su padre, que estaría solo al igual que él. Sin embargo Jasna estaba seguro que viajaría hasta Londres y se reuniría con su familia.

Por eso quedó muy sorprendido cuando, al terminar el debate en televisión, le entregaron una nota en la que había un nombre y una observación: "Le visitará en el hospital ". Anexó un número de teléfono para comunicarse con esa  persona si lo creía conveniente. 
 Maxwell en Nueva York ¿Estaría Jasna con él?  Tenía que salir de dudas antes de  ir rumbo al trabajo. y por ello llamó al número que Maxwell le había dejado. Después de saludarse se atrevió a preguntar por ella, pero supo que sólo estaban ellos dos y Ana.  Ocultó como pudo su decepción y quedaron en verse  el día 26, cuando saliera de sus guardias.  Irían a Cipriani y Maxwell se encargaría de reservar la mesa.

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