sábado, 6 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 38 - El abrazo de oso de Maxwell

La dueña de la pensión avisó a Jasna de que un guapo mozo preguntaba por ella. Sabía que era Goran, que, puntual a su cita pasaba a recogerla para llevarla al aeropuerto.  Su rostro había cambiado por completo, ya no era el chico divertido de la noche anterior.  Ahora  era hermético de nuevo y hasta daba la impresión de que evitaba mirarla.  Esta actitud la preocupó;  seguramente se acostaría tarde y al tener que madrugar...  Pero había sido iniciativa de él, así que no procedía ponerse de mal humor.  Y volvía  a sentirse  incómoda en su presencia.  Todo el terreno ganado se había esfumado en a penas unos minutos.

Goran hablaba lo justo, al igual que Jasna.  El camino hacia el aeropuerto se le hizo interminable, sin embargo a él le pareció cortísimo.  Tramitaron el equipaje y se despidieron.  Ella debía entrar en la sala de pasajeros.  El no hablaba, sólo la miraba y ella debía bajar la vista, pues la desconcertaba ese comportamiento.

— Bien, llegó la hora— dijo Jasna tendiendo su mano— Muchas gracias por todo.  Deseo que volvamos a vernos en septiembre, pero si así no fuera, te deseo lo mejor en esa etapa nueva de tu vida.

La reacción de él, la desconcertó aún más. estrechando la mano que le tendía, la atrajo hacia sí y la abrazó  con fuerza, dejándola con muchas dudas al separarse.

En unas dos horas y media, el avión tomaba tierra en Heathrow y su familia al completo la aguardaba con impaciencia.

Ana saltaba inquieta y gritaba el nombre de su hermana entusiasmada. Maxwell agitaba sus brazos reclamando la atención de su hija y Fionna la tiraba besos desde la distancia. Stephanie estaba emocionada.  Desde que se fuera a Serbia, sólo Maxwell había tenido ocasión de verla en un par de veces, que  aprovechó  durante unos fines de semana para visitarla y comprobar, por él mismo, cómo se desenvolvía su hija.  Pero el resto de la familia la verían por primera vez desde que viajara a Serbia.

Ya estaban todos reunidos nuevamente, y todos querían abrazarla a un tiempo. ¡Cuánto había echado de menos estas demostraciones de cariño! Habían ocasiones en que su estancia fuera de casa había sido dura, pero sólo al principio.  Le costó adaptarse a las costumbres, a los horarios y a su nueva vida.  El primer trimestre fue el más difícil, pero todo había sido superado.

Maxwell pasó su brazo por los hombros de Jasna, y ella reclinaba su cabeza en el hombro de él. No podían evitarlo, ambos tenían una especial conexión.  Ana había sido durante su ausencia, el juguete de su padre. A las dos amaba entrañablemente y, por ellas daría mil veces la vida, pero Fionna era un mundo aparte, sin comparación posible.  Su compañera de toda la vida, la que le acompañaría en su tramo final, la que siempre estuvo ahí.  Era el aire por el que respiraba y, no habría en el mundo amor que se le pudiera comparar.  Y ella lo sabía. Miraba a su marido llevando de la mano a sus dos hijas y sonreía beatíficamente ante la escena.  Maxwell era todo un padrazo y sabía lo que representaba este día en su vida. volver a abrazar a su hija mayor era el momento con el que había soñado casi desde el mismo momento en que decidió su partida.

Sentados alrededor de la mesa hacían miles de preguntas.  Cómo estaba aquello, si se adaptaba a las costumbres, si era duro el trabajo. Al final  fue su padre quién  hizo la gran pregunta coreada por el resto de la familia

— ¿Tienes algún muchacho en tu vida?

— ¡Papa! ¿Cómo se te ocurre? Viajé allí para estudiar

— Pero supongo que te harías amigos.  Que saldrías en las horas libres.  En fin, que harías algo más que estudiar

— Te equivocas. Fui a estudiar y eso hice.  Naturalmente, entablé amistad con los compañeros, pero nada mas que amistad

Omitió expresamente a Goran;  no deseaba mezclar las cosas y que parecieran lo que no eran.  Además habían tomado rumbos diferentes, eso sin contar con las tensiones que habían vivido hasta hacía dos días antes de regresar a casa.  No.  Lo mejor era ignorar ese nombre y pasar de puntillas la visita a André.

 Fionna entró en su habitación como lo hacía cuando era pequeña.  Acababa de hacerlo con su otra hija, con Ana,  que a buen seguro ya estaría dormida.. Pero quería hablar con Jasna de mujer a mujer, y no de madre a hija.  Cuando Maxwell la preguntó si tenia a alguien en su vida, notó un ligero rubor y había bajado los ojos.  Eso significaba algo.  Las mujeres conocemos a la perfección  lo que pasa por nuestra vida. y Fionna se preocupaba por ella.  Pero no la preguntaría abiertamente, sino que sutilmente. Para ello pondría en juego su imaginación de escritora,  comentando una historia de cuando ella era joven, aunque simplemente fuera una fantasía inventada, pero que daría pie a que soltase la lengua.

Sería una conversación entre ellas y si así lo deseara, nada comentaría a Maxwell pero seguramente  necesitaría algún consejo  respecto a esa situación, por alguien tan allegado a ella y  tan desinteresadamente.  Si no lo comentara aquella noche, tenían tiempo para sincerarse, no la presionaría, porque ella sola daría algún síntoma de lo que estaba pasando.

La tapó como cuando era niña, besó su frente y la deseó buenas noches. Aquella noche no era oportuno, y pensó que se daría la ocasión para sacar la conversación y ella sola confesaría si se había enamorado de alguien o aún mantenía su corazón vacío.  Era una mujer adulta y conocería muy bien dónde la apretaba el zapato, sin necesidad de presiones.  Era algo de su vida privada y si ella lo quería, confesaría su verdad sin necesidad de preguntas

— Duerme bien, cariño. Me encanta tenerte en casa de nuevo, aunque sé que sólo será por una corta temporada, pero algo es algo.  Todos te hemos echado mucho de menos, pero papá el que más.  Siente adoración por ti ya lo sabes.  Aún piensa que eres una jovencita  incauta y que necesitas consejos.  No quiere darse cuenta de que el tiempo ha pasado y el amor llegará a tu vida, si es que aún no lo ha hecho, y lo guardarás para ti como un tesoro.  Si necesitas algo, ya lo sabes:  estoy aquí para ti

— Lo sé mama, pero de momento no hay nada.

— Buenas noches cariño

—Buenas noches.

 Fionna apagó la luz y salió de la habitación sin hacer ruido. Había dejado entre abierta la posibilidad de una conversación íntima, pero sería cuando ella lo quisiera hacer, sin presiones, ni preguntas.  Su corazón de mujer y madre, algo le avisaba de que no iba descaminada, sólo había que esperar que pasase el tiempo.

  Jasna pensó que extrañaba la cama y que por eso no conciliaba el sueño, pero en el fondo sabía que no era cierto.  Daba vueltas y más vueltas a lo conversado con Fionna y la dejó pensativa, porque la imagen de Goran y su abrazo en el aeropuerto daba mil vueltas en su cabeza sin poder evitarlo.  ¿Qué estaría haciendo a esas horas?  Seguramente habrá salido con la chica del pub.  Estaba de vacaciones así que disponía de todo el tiempo libre para divertirse. ¿Se marcharía a Usa ?

 Ese pensamiento la dejó preocupada.  Pensaba que la disgustaba perderle como profesor.  Le había cogido el aire y además, habían roto las hostilidades; seguro que hubiera sido un curso más relajado, pero estaba segura que marcharía a Estados Unidos.  Sería una pena que desperdiciase la oportunidad brindada.  Siempre tendría tiempo de volver a la enseñanza.

  Pero de inmediato volvía a recordar lo vivido con él en la última noche que pasaron juntos y sobre todo su despedida en Belgrado. La intensidad con que la abrazó.  Seguro que algo sentía Goran en su interior referente a ella, pero ¿qué?  Imposible fuese un conato de amor. No se conocían apenas  y además ella no estaba por la labor.  ¿O sí?  ¿A qué demonios venía recordar hasta el último detalle de su salida?  Y por primera vez se detuvo en ello.

— No, no.  No es posible.  No nos conocemos, además no nos llevamos bien. Seguro, es una falsa alarma.  Será mejor que me olvide .  Dio media vuelta en la cama e instantes después, se quedó dormida.

Pero en la distancia había alguien que recordaba exactamente lo mismo, pero con la diferencia de conocer lo que todo eso significaba. Pondría tierra de por medio.  Definitivamente se instalaría en Estados Unidos. Era una nube pasajera que pasaría enseguida.  Sólo estaba influenciado por las circunstancias en que se conocieron las dos familias.  Además ella mostraba bien a las claras  que sólo la importaba su carrera y  ponía barreras a una hipotética relación.

Durante esa noche, en la que, el sueño huyo de él, trazó los planes de su nueva vida, lejos de Serbia, lejos de todo.  Pasaría unos días con su padre y después tomaría el avión que le llevaría a Nueva York y ocuparía su jefatura en el hospital Monte Sinaí. Con un poco de suerte, dejaría atrás todo lo relacionado con esa incipiente atracción por Jasna, porque en realidad era eso lo que había significado.  Era un muchacha preciosa y  su fuerte carácter había chocado con el suyo.  No era una mujer sumisa o asustadiza ante el profesor.  Le evitaba y, hasta podría pensar que no era de su agrado.  Por todo eso debía cortar cuanto antes,  antes de que su interés creciera. Se le había presentado una ocasión magnífica, no solo profesional, sino también en el ámbito personal, y no la desaprovecharía.



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