martes, 2 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 34 - Doctora O'Sullivan

Fionna escribía en su diario cuando Maxwell entró en la habitación.  Nunca la había visto hacerlo, ni sabía que tenía  un diario en el que volcaba todas sus inquietudes. Hoy había sido un día clave en sus vidas:  Jasna había recibido su título de doctora en Medicina.  Lo había conseguido;  sólo faltaba el último tramo:  la residencia y, esto último había planteado una seria discusión entre padre e hija. Quería especializarse en Ginecología y Obstetricia.  Le había marcado mucho lo sucedido en el parto de su hermana, pero no solo eso, sino dónde quería ejercerla.

— ¿Qué escribes?— preguntó a su mujer mientras desabrochaba los botones de su camisa

— Hoy ha sido un día grande y quiero reflejarlo en mi diario

— ¿Tienes un diario?  ¿Desde cuando?

— Toda mi vida. Fue fuente de inspiración en alguna novela que escribí.  Por cierto ahora volveré a hacerlo. Jasna se irá pronto de casa y Ana  ya no me necesita tanto

— Ni siquiera nombres a Jasna

— Max es tu hija, pero no te pertenece.  Te habías acostumbrado a forjar tu vida en torno a ella, pero ya es mayor y toma sus propias decisiones. Lo que tenemos que hacer es apoyarla en todo.  Además quiere vivir a su aire y me parece bien

— ¿Que te parece bien? ¡Quiere ir a vivir a Belgrado! No, ni hablar.  La residencia debe hacerla aquí

— Mi amor, estás en un error.  Ella pertenece a aquel lugar.  Allí están sus raíces y allí quiere desarrollar su carrera. Es perfectamente normal.. Además no perderemos el contacto con ella.  Vendrá en vacaciones y nosotros también iremos a Serbia.  Seguirá siendo nuestra hija

— Si, pero no la veremos a diario como ahora.  No estaremos allí para protegerla y cuidarla

— Ella sabrá cuidarse sola.  Es lo suficientemente mayor para ello.  Además si sientes nostalgia, siempre podrás tomar un avión y en pocas horas estarás allí.

— Lo sé, sólo que no me acostumbro a que se hagan mayores

— Pero eso no puedes evitarlo.  Tu lo hiciste y estábamos a punto de casarnos. Bien, pues la historia se repite; ahora le toca a ella. Debes mostrarte contento.  Ni siquiera tiene novio, ni hay guerra en aquellas tierras. Conoces el terreno.  Es buena gente, se abrirá camino

— Lo sé, lo sé.  Pero la echaré mucho de menos.  Ella marcó muchas cosas en mi vida difíciles de olvidar.

—¿Recuerdas a Ana todavía?

—No como insinúas. Ella me dio esa hija y les debo la vida, pero a quién amaba era a tí.  A quién recordaba en mis noches febriles era a tí, creo que siempre has estado celosa, pero puedo jurarte que tú has sido y eres mi gran amor, sin el que no podría vivir .

—Lo sé. No estés triste; eso es lo que ella ha elegido.  Hemos de respetarlo aunque nos duela la separación, pero sabemos que será feliz y eso es lo que cuenta.

Se abrazaron y así permanecieron durante unos minutos.  Maxwell enterraba su rosto en el cuello de ella buscando consuelo a la tristeza que sentía por la partida de su hija mayor.

Y la familia al completo, con Stephanie incluida, se desplazó hasta Belgrado. Todo lo tenía controlado y a través de la universidad inglesa, había reservado una habitación en una casa familiar cerca del hospital en donde comenzaría su residencia. Tendría que acomodar su vida al sueldo que consiguiera en el hospital y se ayudaría con las guardias, además de las ayudas que sus padres la proporcionarían.  Se la veía feliz, feliz como nunca había estado.

 Estaba agradecida a Inglaterra que la dio una vida, pero Jasna sabía que pertenecía a aquel lugar y allí se reencontraría con su gente.  Sólo tendría que aprender el idioma, totalmente borrado de su cabeza, y eso sería lo más difícil para ella, pero si pudo terminar una carrera tan difícil como la medicina, ¿no iba a poder con un idioma?
 Además el país era bilingüe con el inglés, de manera que no tendría problemas.

La dejaron instalada y hubieron llantos por parte de las mujeres y sonrisas y un fuerte abrazo de parte de Ana.  Ambas hermanas eran incapaces de separarse y por primera vez, Jasna, soltó unas lágrimas ante los pucheros de su hermana.  ¡Era tan parecida a ella! Maxwell sería el último y contemplaba la escena en silencio, con un nudo en la garganta que le impedía emitir palabra alguna ¿Cuántos años hacía desde  la primera vez que llegó  allí ?  Media vida y cuánto habían cambiado las suyas.

Padre e hija, se abrazaron emocionados; iban a estar separados durante mucho tiempo y quién sabe si ella regresaría alguna vez a Londres.  Sería duro para él  no tenerla en los desayunos, las discusiones que mantenían por cualquier cosa, siempre bajo la sonrisa de Fionna, en las que nunca intervenía.  Y recordó cuando la tuvo por primera vez en sus brazos. Y el rostro de Ana, pálido, demacrado volvió de nuevo a su memoria. ¡Cuántos recuerdos! ¡Cuántas vivencias importantes que marcaron sus vidas!  El tiempo corrió deprisa y de nuevo estaba en aquellas tierras para devolver lo que un día se llevó con él. 

 Le sería muy difícil hacerse a esa idea; sólo con la ayuda de Fionna lo conseguiría, pero tenía otra hija por la que preocuparse, y afortunadamente aún faltaba tiempo para que también remontase el vuelo.

El regreso a casa fue tristón.  Fionna se agarraba fuertemente al brazo de su marido.  Sabía que la necesitaba y, allí la tenía.  Estaba pasando por un momento difícil, con un cambio muy radical y estaba preocupado por el desenvolvimiento de su hija.  No conocía a nadie;  todo era totalmente nuevo para ella, como lo fue para él la primera vez que pisó tierra eslava.  Al menos él contaba con un intérprete, pero Jasna se las vería ella sola.  Así lo había querido;  era una chica inteligente y formal.  Sabía lo que quería y era tenaz hasta conseguirlo.
Debía dejar que el tiempo corriera y centrarse en su otra hija que pronto entraría en la edad  que necesitara de ellos.  Y allí le tendría, como le tuvo Jasna, pero ahora también tenían a Fionna. 

 Se acurrucó a su lado acariciando su rostro;  siempre podía contar con ella para todo y aquella noche la necesitaba más que nunca.  Fionna lo sabía y compartió con él sus deseos, su necesidad de ella y Maxwell obtuvo la respuesta que buscaba.  Siempre la tendría a su lado, pasase lo que pasase.  Siempre había contado con su mujer.

   Los días pasaron y, poco a poco, todo se fue atemperando y volvieron a sus actividades habituales.  Todos los fines de semana aguardaban la llamada de Jasna impacientes. Y en su voz, alegre, nerviosa y cantarina averiguaron que las cosas le iban bien, que estaba satisfecha, y que su elección había sido la correcta.

—Este fin de semana probablemente no podé llamaros hasta el domingo por la noche.. Un compañero de hospital se ha brindado a acompañarme  e iré a  Bania Luka, deseo visitar la tumba de mama

—Está bien cariño— respondió Fiona—.  Ponle unas flores de nuestra parte. Te paso con Ana que está impaciente por hablar contigo y después con papa.  Te echa muchísimo de menos.  Te quiero Jasna,  cuídate

— Gracias mama.  Yo también te quiero.

Aún la impresionaba el escuchar de sus labios la palabra mama.  Le emocionaba ese sencillo modo de expresarse y, sin embargo lo había sido para ella.  Pasó el teléfono a su marido que, nervioso se atropellaba en sus preguntas e impaciente al conocer que iría a visitar la tumba de su madre, algo totalmente normal.  Harían noche en Bania Luka para regresar al día siguiente. No le entusiasmó conocer que iría en compañía de un amigo;  sintió celos irracionales:  su niña salía con un chico  desconocido para él.

  Fionna se reía ante la expresión de desagrado de su marido.  Aún no se hacía a la idea de que era una mujer adulta y que en cualquier momento tendría su experiencia sexual.  Ella la tuvo con él bastante más joven que Jasna y a Maxwell no le importó, muy al contrario se vanagloriaba de ello: " eres mía, y solo mía", decía. Ahora se enfrentaba al mundo del revés, a algo perfectamente natural, aunque en realidad desconocían si sería esa  su primera experiencia  o no, con ese chico o con otro. Era perfectamente natural que estableciera amistades,  máxime trabajando juntos.  Era médico y conocía perfectamente lo que debía hacer si llegase ese momento.  Su vida era privada como su propio nombre indica, por mucho que le molestase al celoso padre. 

 Estaban adelantando acontecimientos.  En todo momento ella se había referido a un compañero.  Tenía la edad suficiente como para mantener una relación, sólo que ellos aún la veían como a aquella adolescente que les diera tantos quebraderos de cabeza.  Esa actitud entra dentro del papel de los padres que nunca creen que sus hijos están protegidos suficientemente.  Reprochaba a Maxwell su paternalismo, pero ella se daba cuenta de que tenía los mismos temores que él.  Sólo pedía que nadie la hiciese daño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTRADAS POPULARES