lunes, 1 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 33 - De su misma sangre

Diligentemente prepararon todo para comenzar lo antes posible. Jasna se cambiaba de ropa, y mientras las enfermeras acoplaban la cama una junto a la otra. Acostaron a Jasna y procedieron a transfundir su sangre al brazo de Fionna que dormía.  Sentado en un rincón, Maxwell presenciaba toda la parafernalia con ojos de espanto y preocupación.  Jasna apretaba de vez en cuando su mano con la de Fionna que parecía aletargada, aunque sus mejillas recuperaban poco a poco el color.  Y así, en silencio, transcurrió el tiempo y Jasna dejó su sitio a Maxwell que esperaba impaciente su turno.

Los médicos entraban constantemente para ver la evolución de la enferma y eran informados por las enfermeras que se turnaban  y no se separaban de su cabecera. 
 Jasna ocupaba el sillón que había dejado libre su padre para dar su sangre.  No hablaba, nadie hablaba, pero ella, lentamente, reprimía las lágrimas.  Era llanto de dolor y mil pensamientos cruzaban su cabeza

— Mi hermana ha estado a punto de sufrir lo mismo que yo sufrí.  Ha estado a punto de perder a su madre y eso me duele profundamente, porque no quiero que sufra. Sé que lo de mi madre,  no fue por el parto, sino por enfermedad, pero para el caso es el mismo.  Me siento culpable porque seguramente esto no hubiera ocurrido si ella hubiera vivido en casa y no sola. Yo lo he provocado y no me lo perdonaré nunca.

Hacia el mediodía, Fionna estaba recuperándose y el peligro parecía haber pasado. Se mostraba más animosa y trataba de que su marido borrase la arruga profunda que marcaba su frente, señal de preocupación. Jasna dormitaba hecha un ovillo en el sillón y ya habían desconectado los aparatos de  la transfusión.  Ignoraban si se había dado cuenta de lo ocurrido, pero nadie lo mencionó.  Maxwell, se reclinó a su lado, besando su rostro y apretando su mano.  Estuvo a punto de perderla y esa escena nunca la borraría de su cabeza..

— Eres lo más importante en mi vida y creí perderte.  Nunca más me mantendrás al margen de tu vida.  Tenemos que luchar juntos por nuestra pequeña.  No importa lo que ocurra entre nosotros;  ella está por encima de todos.  Yo te necesito, constantemente. De noche, de día, minuto a minuto; te quiero en mi vida. Echo de menos tu olor a fruta fresca mientras te duchas.  Tu taconeo por la casa, siempre corriendo a todas partes.  Tu permanente sonrisa, y tu mirada cargada de amor hacia mí.   Perdóname si en algo te he dañado.  Nunca quise herirte, pero fui torpe.  Quise arreglarlo y lo estropee todo.

  Sus pensamientos no se apartaban del rostro de su mujer, sobresaltándole  cualquier movimiento extraño que ella hiciera.

— Calla, por favor.  Todo está arreglado.  Nadie tuvo la culpa, sólo la vida y sus circunstancias que nos pusieron al límite.  Nada más.  Quiero olvidarme de todo y comenzar desde cero.  Aquí, ahora. Dejar atrás todo cuanto hemos vivido.  En esta fecha comienza una nueva etapa en nuestras vidas.  Sólo quiero que Jasna me acepte.

Una vez más había leído sus pensamientos.  Ambos tenían una transmisión mental plena a fuerza de conocerse muy bien a lo largo del tiempo.

En ese momento, la joven se despertó, y dirigiéndose hacia la cama que ocupaba Fionna dijo a su padre:

—Papa ¿ puedes dejarnos solas un momento?  Te prometo que la cuidaré

Maxwell dijo si con la cabeza, y salió de la habitación.  Los ojos muy abiertos de Fionna, se fijaban en Jasna intentando averiguar lo que quería decirla. Se abalanzó sobre ella, abarcando con sus brazos el cuerpo de Fiona y enterrando su cara llorosa en su pecho

— Perdóname.  Perdóname.  No sabía el daño que os hacía.  Fuiste lo más parecido a una madre y estuviste a mi lado cuando lo necesitaba.  Pero estaba celosa de ti, de ese amor que mi padre te profesa sin darme cuenta de que tenía capacidad para amar a cuantas personas formen parte de su vida.  A cambio de todo eso nos has regalado una preciosa criatura a la que prometo amar y cuidar con todas mis fuerzas. Te quiero Fionna y siempre te he querido, aunque no quisiera reconocerlo.  Pero ahora te has convertido en algo mío;  tenemos la misma sangre los cuatro y en verdad formamos parte del mismo núcleo familiar.   Sólo me resta para ser feliz que me perdones

— Mi niña.  Todo está olvidado y soy yo la agradecida por darme lo más preciado que tiene el ser humano.  Me has aceptado dándome tu sangre y ahora los cuatro somos verdaderamente uno solo.  ¡Cómo no voy a quererte !  Tendrás que ayudarme a cuidar de Ana y sigue queriendo a papa como lo haces, porque eres importante para él; siempre lo has sido

Nuevamente se abrazaron cerrando definitivamente esa etapa dolorosa de su vida.  Otra nueva se abría ante ellos.  Maxwell observaba emocionado la escena desde la puerta.  Nunca sospechó que   el día anterior comenzase tan desastrosamente y el día de hoy fuese tan espléndido y radiante.  Y se unió al abrazo de ellas, formando un sólo cuerpo, que fue interrumpido por la llegada de la enfermera con la pequeña cunita  que portaba a Ana, la verdadera protagonista del milagro.  Jasna recordó lo que Stephanie la dijera tan solo unas horas antes:  "las cosas ocurren por algún motivo ..."  Nunca hubiera sospechado que así sucediera  por voluntad de su pequeña hermana que dormía tranquila en su cuna ajena a todo lo sucedido en su familia.

Ya había pasado la preocupación; todo se había normalizado, pero los médicos quisieron retenerla un día más y la dieron el alta con la promesa de que pasados unos días la harían un chequeo para comprobar que todo estaba como debiera estar.

La llegada a casa fue todo un acontecimiento.  Aisling había organizado una pequeña fiesta de bienvenida.  Tenían mucho que celebrar y estaban sus amigos más cercanos, aquellos que les querían, y deseaban expresarles su contento por la llegada a casa y a la normalidad.  Maxwell se abrazó a Michael palmoteando su espalda y Aisling abrazó a Fionna al tiempo que tomaba entre sus brazos a Ana que se chupaba el puño en señal de que era la hora de su comida.

La vida había pasado por ellos como un huracán arrasándolo todo, pero al mismo tiempo, todo había sido colocado en su justo lugar y en su justa medida. 

 Aquella noche, mientras Fionna, se metía  en la cama ayudada por Maxwell,  Jasna entró sin avisar como hiciera de pequeña.  Deseaba hablar con ellos.  El curso que iba a comenzar en el  año próximo sería su último en el instituto y había tomado una decisión:  iría a la universidad y estudiaría medicina.

Quería ayudar a la gente como ellos habían sido ayudados.  En aquella noche de vigilia lo decidió:  sería médico.  No importaba la especialidad.  Lo que importaba era ser útil a las gentes menos favorecidas.  Vivió el esfuerzo realizado la noche en que nació su hermana con su madre, porque sí:  ahora Fionna era realmente su madre.  Si no hubiera sido atendida diligentemente, seguramente ahora estarían llorando su pérdida y Ana lloraría por no tener madre.  Tenía las ideas muy claras. El matrimonio dio su aprobación.  Tendría todos los medios a su alcance para lograrlo, pero ella tenía que hacer un esfuerzo para ingresar en la universidad que eligiera y fue la de Oxford.

Sabía que tenía que quemarse las pestañas para conseguir su entrada.  Tenía todo un año por delante para lograrlo y lo lograría.  No importaba el esfuerzo que tuviera que realizar;  deseaba que sus padres se sintieran orgullosos de ella y debía conseguirlo. 

Lo consiguió y entró en Oxford con las mejoras notas que pudiera desear.  Había cumplido dieciocho años y medio y, estaba capacitada para llevar a cabo la misión que se había impuesto..  La separación de sus padres y hermana fue dolorosa.  Ambas mujeres, tuvieron que ser separadas por Maxwell para que la joven se hiciera cargo de su entrada en tan prestigiosa universidad.  Les quedaba el consuelo de poderla ver los fines de semana. A  Maxwell se le hacía difícil verla como una universitaria.  Aún en su memoria era esa niña pequeña que llevaba de la mano a su regreso a Londres siendo repatriados.  De repente se había convertido en una mujer; alguien que quería  ser médico ¡ Quién lo diría !  Pero aunque él no lo supiera, aún le aguardaban muchas sorpresas por vivir.


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