martes, 11 de mayo de 2021

El jefe - Capítulo 26 - Entre hermanos

 Jeremy fue pasado a planta, ya que su estado era normal dentro de la situación que padecía. Rosemary fue dada de alta una vez que se había recuperado. En casa, más tranquila, declararía a la policía todo lo que ella pudo observar no sólo ese día, sino el seguimiento que había tenido los días anteriores. Ambos visitaban a Jeremy en el hospital, y Anthony se quedaba por las noches junto a él.

Y fue en una de esas noches, cuando ambos hermanos frente a frente, se confesaron mutuamente. 

En un par de días le darían el alta e iría a terminar de recuperarse a su casa. De esta manera no estaría solo, y pasados unos días, volvería a su hogar que apenas había disfrutado.

Anthony estaba deseoso de saber el por qué se encontraba en la escena, siendo que ya vivía  en su apartamento.


— No lo sé. Cuando me desperté ese día miré el reloj e instintivamente pensé que Rose se dirigiría al parque a pasear, como tantos días habíamos hecho juntos. Pero al hacerlo, algo en mi interior, en mi estómago, sentí una sensación extraña, como si fuera un presentimiento.

— En un principio no hice caso, pero a medida que pasaban los minutos, la sensación se convirtió en algo de tipo nervioso que nunca había sentido. Era como si una mano me apretara por dentro.

— A medida que me acercaba al lugar en donde ella solía estar, en vez de ir andando, de repente mis piernas comenzaron a correr. No sabía por qué me estaba ocurriendo eso. Pero tardé una fracción de segundo cuando, de lejos, presencié lo que estaba ocurriendo: un hombre por detrás de ella, la tenía sujeta y la ponía algo en la cara. Los otros tres, intentaban llevársela. Comencé a llamarla y uno de ellos, sacó de su ropa una pistola y me disparó.

— Antes de perder el conocimiento, vi como la depositaban en el suelo inerte y uno de ellos hablaba algo, registró entre la ropa de Rose, y desde su teléfono llamó a alguien. Después daban voces y... ya no pude ver más. Supongo que perdí el conocimiento.

— Gracias, hermano. Posiblemente la libraste de un rapto o de algo peor. No quiero ni pensarlo. Si no llegas a tiempo, a estas horas quién sabe de lo que estaríamos hablando.

— Estamos en paz, hermano.  Te debía algo; ya sabes a lo que me refiero. Pero también he de preguntarte algo ¿ Qué hacías con Julie en el restaurante?

— Ya se lo he explicado a Rose. Es muy sencillo: me llamó porque quería invertir lo que había conseguido de su divorcio y,  se acordó de mí. Charlamos de todo lo pasado. Ella había disuelto su matrimonio. Yo le hablé de Rose y del hijo que esperamos. Nada más.

- Bien. Me alegro. Rosemary es importante para mi. No le hagas sufrir

— No quiero hacerlo, sólo que a veces ella se pone celosa por algo sin importancia. Debisteis acercaros a la mesa. Las cosas se hablan y se aclaran. ¿ Te has enamora de ella?

Se lo soltó a bocajarro, pero lejos de sorprenderle la respuesta que le dio hizo que ambos hermanos se abrazaran:

— No tal y como lo insinúas, pero sí la quiero. En los días que he convivido en vuestra casa, he aprendido a quererla, y he sacado en conclusión que, ambos os merecéis el uno al otro y, yo he ganado una hermana.  Ha vuelto a unir nuestra familia; nos hemos recuperado y eso no puedo olvidarlo. Porque aunque no lo creas, he estado demasiado tiempo solo y lejos de vosotros. Al morir mamá me di cuenta de que lo que importa es la familia y sus raíces. La sorpresa fue mía cuando, al regreso supe que te habías casado y esperabas un hijo. Fue una atracción, creo que mutua al conocernos, pero quédate  tranquilo: ella te quiere con todas sus fuerzas y yo la respeto como a  la hermana que considero, pero nada más. Jamás traspasaré esa raya. Eso ocurrió una vez y no se volverá a repetir.

Tres días después le dieron el alta definitiva y, al cabo de una semana más, tendría que volver a que le hicieran un chequeo. Viviría con ellos mientras estuviera convaleciente.

Al menos algo positivo había salido de esa tremenda situación. La policía les interrogó y frente a la descripción que de ellos hicieron y con los antecedentes que tenían, concluyeron que, el instigador de todo había sido Roger, la persona que había sido despedida y autor del desfalco.

También localizaron a los otros tres  delincuentes. Pasarán una temporada a la sombra por tentativa de rapto, aunque se atenuó algo por la llamada de auxilio a emergencias. 

Pasaron los días y los meses que faltaban para que un nuevo miembro de la familia llegase a este mundo. No volvió al parque. Prometió a Anthony que iría a un gimnasio cuando el post parto pasara, aunque no creyera que volviera a repetirse. 

Roger fue localizado en un pais de África en el que se había refugiado, pero si se le ocurriera pisar Inglaterra, sería apresado ipso facto, y además se le agregaría el castigo anterior. No creían que volverían  a verle.

Y nació el primer hijo. un nuevo varón al que pondrían por nombre Jeremy, en homenaje a su tío que pensaban les había salvado, tanto a su madre como a él, de algo peor que malo.

Jeremy encontró a una mujer de la que se enamoró y aunque no piensan en unir sus vidas hasta dentro de un tiempo, viven en pareja y frecuentan con asiduidad la casa de Anthony y Rose. Consiguieron al fin, que tanto el padre de Anthony, como la madre de Rose, vivieran con ellos, aunque ambos pasaban largas temporadas en Irlanda.

 A los tres años, Rose volvió a quedarse embarazada. Jeremy formaba parte de la dirección de la financiera de su hermano, ocupando el puesto que, definitivamente Rose dejaba libre. Querían llenar la casa de niños y sería poco probable poder compatibilizar la vida hogareña con las finanzas. Eso se lo dejaría a los chicos Morgan.

Acurrucada entre los brazos de Anthony, veían la televisión, cuando los niños les dejaban. Ella algunas veces protestaba, y él sonreía y, junto a ella atendía a sus hijos, rotundamente feliz y encantado. Nunca hubiera imaginado llegar a ser un hombre casado y con tres hijos... de momento.

Pensaba en la forma extraña en que se conocieron, en cómo sus vidas se cruzaron hasta llegar a unirse. Pensaba a menudo que se enamoró de ella, en aquél viaje primero, y que su imagen no la pudo borrar de su cabeza durante mucho tiempo. Después el destino jugó a su favor. Creía  que debía estar agradecido a Roger, porque sin su robo, probablemente no la hubiera vuelto a ver.

— ¿ En qué piensas?— le preguntaba ella. Y él respondía:

— En que los astros  tuvieron una conjunción para encontrarnos. De algo doloroso, brotó lo hermoso que tenemos. Nos queremos y vivimos rodeados de niños ¿ Se puede ser más feliz ?


                                            F    I    N

Autoría: rosaf9494quer

Edición:  Mayo  de 2021

Ilustraciones: Internet

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS           



lunes, 10 de mayo de 2021

El jefe - Capítulo 25 - Las largas horas de espera.

 Anthony no podía creer lo que estaba sucediendo. Nadie le daba una explicación convincente. Su cabeza era un laberinto de emociones encontradas ¿ Se trataba de un rapto? ¿ De su mujer ? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿ Y su hermano? Ya vivía en su casa desde hacía días ¿ Qué hacía allí? Pensaba en muchas cosas, en todas, pero ninguna se podía aproximar a la verdadera razón.

No podía imaginar de lo que  en realidad se trataba: una venganza. ¿A ella? La policía le habían interrogado y tampoco tenían idea del por qué había ocurrido. A no ser que fuera una confusión. No sabían quién pudiera ser el atacante, o si había más personas implicadas. Estaban totalmente desorientados. Pero era por ahí por debían comenzar las averiguaciones:


— ¿Algún enemigo? — le preguntó el inspector

— No que yo sepa. Mi negocio es claro como el agua. Créame las personas que invierten su dinero en nuestra empresa gozan de todas las garantías. Ellos invierten porque saben que no habrán cosas turbias por medio

— ¿Cuál es el trabajo de su mujer?

— Revisa las cuentas de los inversores y contacta con ellos por si quieren invertir más o en otros productos.

—¿ Y su hermano?

— Mi hermano va por libre. Ha llegado desde Brasil hace poco y ni siquiera trabaja. Desde luego deben enfocarlo por otro lado. Si me disculpan deseo estar junto a mi esposa. Despertará de un momento a otro. Creo que se trata de una confusión con otras personas y cuestión de mala suerte: Estaban en el lugar equivocado  en un momento equivocado.

— Una última pregunta y, después le dejaré en paz. ¿ Han despedido a alguien en estos últimos tiempos? ¿Puede ser alguna venganza?.¿ Han tenido a alguien con pérdidas por su causa?

— Si, pero ustedes ya tienen noticias de ello supongo que en sus archivos.  Lo denunciamos y se celebró un juicio.. Nos hizo desfalcos, pero a mi particularmente. A la empresa de la que soy director, nadie salió perjudicado excepto yo.  Sencillamente hacía facturas falsas que cargaba y el dinero lo pasaba a su cuenta en un paraíso fiscal con otro nombre. Desvió algunas cuentas a otros competidores, pero las recuperamos  pasado un tiempo, porque no tenían confianza en ellos. Tardamos mucho en descubrir el entramado. Y lo más curioso:  salió indemne.  Su abogado consiguió sacarle libre. No hemos vuelto a saber nada de él. ¿Cree que puede haber sido él?

— No puedo aventurar nada hasta que no tenga más datos. Le dejo tranquilo, pero volveremos a preguntarle. Mucho me temo que esto tiene toda la pinta de una venganza

— Pero si así fuera, sería contra mí, no contra mi mujer y hermano ¿no cree?

— Vaya pensando en un rapto y la petición de rescate ¡Si supiera lo que nos encontramos, no lo vería tan descabellado! Mañana, si están aquí, seguiremos. Si así no fuera, tendrán que ir a comisaría en cuanto su esposa pueda hacerlo. Piense  en lo que le he dicho. Ahora vaya con su mujer. Deseo que su hermano se recupere y todo vuelva a la normalidad. Ya le llamaré

Y de repente acudió  a su memoria aquellos días de la auditoría. Ella fue quién lo descubrió y averiguó de donde venía. Tendría que revisar los documentos y entregar una copia a la policía.

— Ese canalla debería estar en la cárcel ¿ Por qué no lo está? Eso ha sido un fallo de la Justicia. Chapeau por el abogado que le sacó libre. Ahora no me parece tan descabellado el argumento de la policía. Le pusimos en la calle. Bien puede ser un caso de venganza. Ahora no quiero pensar en nada más que en ellos. Estoy deseando hablar con Rose y de que Jeremy salga de quirófano. ¡Por Dios, qué día!

Al fin tuvo noticias de su hermano. Todo había salido bien:

— Ha tenido mucha suerte. Le pasó rozando el pulmón, pero fue una costilla la que resultó dañada. No se preocupe, se pondrá bien. Tendrá molestias durante un tiempo, pero nada de qué preocuparse.

— Excepto de lo que ha motivado este embrollo— dijo entre dientes— No creo que fuera confusión, sino que era un plan premeditado. Seguramente fue el que cometiera el delito que se asustó y llamó. En fin, todo son conjeturas. Esperemos a que los heridos se mejoren y puedan explicarnos todo. A medida que lo pienso estoy de acuerdo con la policía.

Acompañado por el médico subió hasta reanimación en donde habían instalado a Jeremy. Allí pasaría la noche y el día siguiente. Según evolucionase, le pasarían a planta.

Rose comenzaba a dar signos de volver a ser consciente, algo que Anthony deseaba con todas sus fuerzas. Se encontraba agotado emocionalmente. Nunca pensó que aquél trabajo que la encomendara pudiera estar detrás de este ataque indiscriminado. Si la pasara algo, no sabía lo que haría. Rose es la pieza fundamental de su vida, sin ella estaría perdido.

Se había acostumbrado a sus celos, que ahora le parecían deliciosos. A sus discusiones, a sus reconciliaciones y a la esperanza de una nueva vida dentro de poco. Juntos habían puesto los cimientos de una familia y, también  ella, había sido la artífice de reconciliar a la suya de origen. 

El encuentro de Julie fue fortuito. Ella llamó a su oficina porque deseaba invertir el dinero que había conseguido de su divorcio, y pensó en él. 

—  ¿En quién mejor ? — se dijo

Le conocía bien. Sabía que era totalmente legal, formal y eficiente, y que sus inversiones se agrandarían. Por eso se reunieron en aquella comida. Se contaron todo lo sucedido en sus vidas desde que se separaron y Anthony la confesó que amaba a su mujer con toda su alma y que pronto tendrían su primer hijo. Entre charla y charla, se les fueron las horas, por eso, aquella noche, llegó tan tarde.

Rose se rebullía en la cama a punto para volver en sí. Él agarraba su mano deseando que abriera los ojos y le mirara. Quería, necesitaba escuchar su voz; era lo que más ansiaba. Tenía miedo de su reacción y que pudiera afectarle.  Hasta ese momento no se había dado cuenta de lo importante que era ella en su vida.

Al fin sus ojos se encontraron, y se fundieron en un abrazo. Rose lloraba asustada, Anthony  la acariciaba tratando de calmarla. 

Las palabras se atropellaban en su boca. Lloraba y nerviosa le explicaba  lo poco que ella conocía y que aclaraba muchas cosas. Omitió la sospecha que tenía la policía y del origen de todo. 

Ignoraba que Jeremy estaba tres plantas más arriba en UCI por haber sido herido. Sería el mismo Jeremy quién explicara su presencia allí, en aquél momento. No quería alterarla  hasta que no estuviera más recuperada. Ni siquiera insinuó que  él, estaba casi  seguro, y no sólo la policía,  del motivo de aquello. Abrazado a ella, la acunaba como si se tratara de una niña pequeña buscando refugio en unos brazos que la quisieran. Y allí tenía los suyos para acogerla.

Esperaría a que la policía la informara detenidamente de todo, que la interrogase sobre lo que vió antes del ataque. En fin, que la pusiera al corriente de los hechos. Pero habrían de esperar, al menos un par de días. En su estado, no quería que estuviera intranquila, y que lo acaecido  la alterase lo justo.


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Autoria; rosaf9494quer

Edición< Mayo 2021

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domingo, 9 de mayo de 2021

El jefe - Capítulo 24 - Seguimiento

 Era muy temprano y, a esas horas de la mañana, no había casi gente en el parque. Las pocas personas con las que se cruzaba, paseaban,  corrían, o apoyados en el respaldo de algún banco, hacían estiramientos. Al estar los niños en la escuela, no había ninguno y mamás muy pocas.

La mañana era preciosa, o a ella se lo parecía. Se sentía en paz a pesar de la emoción que atenazaba su garganta. Había dudado de su marido y  la había demostrado que era importante para él. Y deseó que el día pasase rápidamente y que él regresara a casa y la abrazara nuevamente. Y la dijera cuánto deseaba a ese hijo y a ella. Y que ciertamente su imaginación había ido más allá de la realidad.


A Jeremy le explicaría lo que le había dicho y cuánto se había enfadado ante sus dudas. Pero todo había pasado ya. Todo estaba bien y en su lugar.

Caminaba tranquila, sin apurar el paso. Recreándose en lo que la rodeaba: los árboles, los macizos  de flores. Los pajarillos revoloteando ante la tranquilidad del paisaje. El pequeño estanque en donde la mama pata encabezaba la comitiva con los patitos apenas recién nacidos. Todo era hermoso y maravilloso, o a ella se lo parecía.

A unos treinta metros de distancia, un hombre enfundado en un chándal y cubriendo su cabeza con una capucha la observaba. Se dirigía hacia ella, pero no corría, sólo se contorsionaba, hacía estiramientos y destaques. Nada de especial mención que no hiciera cualquier deportista.. Antes de casarse, nunca había hecho ejercicio, pero ahora sería una excepción, ya que su ginecólogo se lo había recomendado para la circulación  y para más facilidad a la hora de dar a luz.

Jeremy se mudaría en breve. Ella se había ofrecido a colocarle toda la ropa que habían comprado para vestir su hogar. Esa tarde le acompañaría para estar presente en la entrevista que haría a Ruth, aunque las preguntas las hiciese su cuñado. Ambos se "caían" bien. Recordó la manía que le tomó cuando su marido le contó la encerrona que le tenían preparado, pero ahora le consideraba , quería que, en verdad fuera el hermano que nunca tuvo.

Le extrañaba un poco que el hombre de la capucha no se decidiera a hacer footing, sino simplemente ejercicios gimnásticos. Pero tampoco le dio demasiada importancia. Subió el volumen de la música  y se paró a descansar en un banco junto al estanque. Observó que el hombre de la capucha pasó junto a ella corriendo suavemente, y le perdió de vista.

Jeremy se había mudado a su casa y ella seguía con su rutina diaria. Había faltado tres días de acudir al parque ayudando a su cuñado a trasladarse. Cuando volvió a retomar su marcha, volvió a ver al hombre de la capucha que nuevamente realizaba los mismos ejercicios. Tampoco le extrañó mucho: sería su rutina, lo mismo que la de ella. Al cuarto y quinto día no le volvió a ver, pero sí observó que había cuatro hombres que hacían los mismos ejercicios, torpemente, dicho sea de paso.

— Seguro que son amigos y están de broma— pensó.

Los hombres decidieron correr y en dos minutos estaban junto a ella. No la dio tiempo a reaccionar cuando se vió rodeada por ellos. En un principio se asustó. Después uno por detrás la puso algo en la nariz y perdió el conocimiento.

— Está embarazada, así que no metáis la pata— dijo uno de ellos, mientras los otros dos la trasladarían  hasta el coche que tenían no lejos de allí.

De pronto un hombre corriendo en dirección a ellos mientras gritaba un nombre con voz desesperada. Pero Cuatro, no se sabe de dónde, sacó un arma y apuntó al extraño que se acercaba, acertándole en el pecho. Se desplomó en el suelo, mientras ellos, atónitos, dejaron en el suelo a Rose, mirando en otras direcciones por si alguien había presenciado algo.

Uno,  exasperado, daba órdenes a gritos:

— Dispersaos inmediatamente ya tendréis noticias mías. Y tú...— dijo encarándose con Cuatro— ¿ De dónde has sacado ese arma? ¿ Ibas a matarla? No quiero sangre, lo dejé muy claro. A partir de ahora todo queda cancelado. No quiero volver a verte en mi vida. Desaparece o quédate aquí, porque voy a llamar a urgencias.

Sacó su teléfono y marco el número de urgencias diciendo que habían encontrado a una mujer embarazada en el parque y a un hombre herido. Hecho esto, salió inmediatamente en el coche que le aguardaba. Cuatro se quedó allí parado sin saber qué hacer. Todo había fracasado. No reaccionaba, tan sólo cuando escuchó la sirena de los paramédicos que se acercaban.

 Salió corriendo, pero en su huida, tropezó con un deportista y ambos cayeron al suelo.

— ¡ Maldita sea ! — dijo mientras se levantaba para seguir su huida de allí.

¿ Podría identificarle el hombre al que había derribado ?No estaba fichado, por tanto sería difícil. Tenía que llegar cuanto antes a casa, hacer el petate y desaparecer un tiempo.

Los paramédicos llegaron hasta donde estaban  Rose y Jeremy. Ella estaba bien, pero inconsciente por algún anestésico que la administraran. Jeremy tenía una herida de bala en el pecho que sangraba abundantemente. Le hicieron una cura de urgencia y de  procedieron a meterles en la ambulancia.


A ambos les ingresaron de inmediato a ella por su estado de embarazada y a Jeremy por la herida. Él fue directo a quirófano. Revisaron sus ropas y encontraron el teléfono de Rose y un nombre "Anthony".
Supusieron que sería el del marido y una enfermera procedió a dar aviso.

— Señor le llamo desde el hospital Accident and Emergences. Tenemos hospitalizada a una señora embarazada cuyo teléfono es desde el que efectúo la llamada. No sabemos su nombre ya que está inconsciente por  haber sido drogada. Y también a su lado un varón herido de bala. ¿ Podría identificar a estas personas? ¿ Tienen algo que ver con usted?

— Descríbame los rasgos de la mujer, por favor

La enfermera procedió a hacerlo en ambos casos y, Anthony descompuesto, colgó el teléfono y salió disparado rumbo a ese hospital.

Mientras conducía las imágenes de ellos no se le borraban de la cabeza ¿ Qué había ocurrido? ¿ Por qué Jeremy estaba allí?  Se había mudado a su casa ¿ Qué demonios había ocurrido?  Entró como una flecha en el hospital y en información le indicaron a dónde debía dirigirse para identificar a la mujer, ya que al hombre le estaban operando.

No había duda: era Rose y suponía que la otra persona sería Jeremy. Un sargento de la policía le aguardaba para hacerle algunas preguntas. No podía responder a ninguna. Lo último que sabía era la rutina de cada día: él acudió a su trabajo y ella hacía ejercicio todos los días en el parque. Su hermano se había mudado, y no se explicaba el porqué se encontraba en el mismo escenario.

Estaba desesperado; no podía creerse lo ocurrido ¿ Pensó que era intencionado, y que iban a por ella  ¿Pero por qué ? La presencia de su hermano no se lo explicaba. Debería esperar hasta que él pudiera declarar. ¿ Quién llamó a urgencias? Según le había dicho el policía, se encontraban solos cuando llegaron los para médicos. ¿ Qué había ocurrido en verdad?


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Autora: rosaf9494quer

Edición < Mayo 2021

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sábado, 8 de mayo de 2021

El jefe - Capítulo 23 - Excusas

 Las horas pasaban. El té de la tarde se convirtió en cena y Anthony aún no había llegado. Le había llamado a su teléfono personal, y estaba desconectado. Él nunca hacía eso. Miraba el reloj una y otra vez como si los minutos no corrieran.

Jeremy no se atrevía a dejarla sola, a pesar de que, estaba seguro , que eso es lo que deseaba. Ya eran las once de la noche y Anthony no había regresado. Decidió acostarse; Jeremy también hizo lo mismo.

Trató de leer. Volvió a llamarle, pero nada servía. Rayando las doce, sintió los pasos de Anthony por el pasillo que conducía a su habitación. Apagó la luz para que creyera que estaba dormida.

Él entró, y se dirigió hacia la cabecera de la cama por el lado en que ella dormía. Se sentó despacio a su lado y contemplaba su rostro con una dulce sonrisa. Suavemente acarició su cabeza y depositó un beso en su frente.

Rose deseaba abrazarse a él. La seguía queriendo, o ¿ era el remordimiento de conciencia lo que había hecho que obrase de esa manera? ¿ Debía fingir que se había despertado? No, mejor permanecer así. Comprobaría si el se comportaba como siempre o había alguna variación.  Pero no la hubo. Se acostó y como siempre se acercó al cuerpo de su mujer, acarició su vientre y la besó en la cabeza, pasando su brazo por la cintura de ella y enredando su pierna en las suyas, suavemente. Un "buenas noches, descansa", muy quedo, fue su saludo hasta el día siguiente.

A ella se le saltaban las lágrimas ante la ternura de su marido ¡La quería! ¡La quería! Sólo había sido una casualidad. Trató de darse la vuelta, pero él ya estaba dormido y no quiso moverse para no despertarle. Al día siguiente sería la hora de aclarar lo vivido el día anterior. Quizá ella se había precipitado al juzgarle, no obstante quería una explicación. 

Se levantó a la misma hora de siempre. Hizo lo mismo de cada día. Aparentemente nada había cambiado, pero a ella la mortificaba la escena vista en el restaurante el día anterior. Lejos de aclarar sus dudas, volvían machaconamente a su cabeza. No era en sí el encuentro,  pero si el gesto de su mano apretando la de ella encima de la mesa. Su teléfono  fuera de línea  su tardanza en regresar a casa... Eran demasiadas cosas para ser casual.

Estaba desayunando cuando Anthony apareció tras ella. La besó en la cabeza como hacía siempre antes de desayunar, al tiempo que apretaba suavemente su hombro. Aparentemente nada había cambiado. Jeremy no había bajado, sin duda pensó que sería mejor que ellos aclarasen sus ideas sin testigos.

Comenzaron una conversación trivial. Rose trataba de contener la pregunta que la quemaba en los labios, pero seguía relatándole  todo lo realizado en día anterior: las compras del ajuar del apartamento de Jeremy.

— Me llevó a ver su apartamento. ¡ Me encantó ! Además está cerquita de nuestra casa. Después fuimos a comer. Me invitó en un restaurante fabuloso del que hacía, según dijo,  tiempo no iba. ¿ Cómo se llamaba...? ¡Ah, si ! The Ledbury

Anthony seguía escuchándola mientras desayunaba sin inmutarse a todo lo que ella le contaba. Rose esperaba que hiciera algún comentario por haber coincidido ambos en el mismo lugar y a la misma hora. Pero él siguió como si no hubiera estado allí. Y eso la hizo cavilar: su instinto no la engañaba: había algo más que un simple encuentro casual.

No perdía ni un solo detalle de su rostro que permanecía impasible, pero ella no lo soportaba. No quería perder los nervios y decidió seguir otra táctica ¿ Quería en verdad que declarara su culpa? ¿ O ignorarlo?

No lo sabía. Hizo una pausa en su relato para comprobar si él seguía el hilo de su comentario. Como sospechaba, la oía, pero no la escuchaba, y eso la enervó.

— ¿ Por qué no me contestas?

— Perdón, estaba distraído

— Eso ya lo veo. No has contestado a mi pregunta, y eso me hace pensar que lo que pienso es cierto

— Y ¿Qué es lo que piensas si puede saberse?

— ¿ Me estás poniendo los cuernos?— Anthony soltó la cuchara de golpe que retumbó en el plato y, mirándola fijamente dijo:

—¿ Qué? ¿Te has vuelto loca? No tengo ni idea a lo que te refieres, y no, nunca lo haría ¿A qué viene esa historia?

— Viene a que ni siquiera te ha extrañado el comentario de que ayer estuviéramos ambos en el mismo restaurante a la misma hora y tu estuvieras con Julie. A eso viene. Pero ya veo que mis sospechas son ciertas. ¿ Dónde está el anillo?

Consiguió que Anthony perdiera por un momento la compostura. Se puso algo nervioso, aunque se recompuso de inmediato

— Me imagino que en el lugar en donde lo guardaste. ¿ Crees que tengo un lío con ella? ¿ Te has vuelto loca? No te cambiaría por nada y por nadie ¡Vamos a tener un hijo! ¿En serio crees que salgo con ella? Pues no es cierto. Simplemente llamó a la oficina para pedirme consejo sobre unas inversiones. Hace tiempo fue importante para mí y creí , por cortesía, invitarla a comer y charlar de lo que la inquietaba. En verdad se nos hizo muy tarde, pero no hubo nada más. Ciertamente se hizo tarde y desconecté el teléfono para que no nos interrumpieran


— Me molesta muchísimo que pienses esas tonterías. Estoy preocupado por cosas del trabajo y por eso es que a veces me distraigo. Sólo por eso. Entre Julie y yo, no existe más que un recuerdo, conflictivo, es cierto, pero ya quedó atrás. Hoy tampoco vendré a comer; estaré en la oficina por si necesitas espiarme. Francamente nunca pensé en estas argucias de mujer celosa. Creo haberte dado señales de que lo eres todo para mi. Las cosas son más sencillas de lo que parecen ¿ Por qué no te acercaste a la mesa ? Te la hubiera presentado.

— ¡Iba con Jeremy! ¿Cres que hubiera sido oportuno? Déjalo estar.

— No, no puedo dejarlo estar. Ahora estaré violento cada vez que me retrase. No seas una mujer celosa, porque eso sí no lo soporto. Quiero pensar que es motivado por el embarazo. Estés como estés, gorda, flaca, alta, baja, rubia o morena, como estés , eres el centro de mi vida. Tú y el bebé que viene sois lo más importante para mi. Cuando tengas algún pensamiento extraño, llámame enseguida. No quiero que estas situaciones se prolonguen más que lo que dura una llamada de teléfono. Y ahora, ven aquí.

La abrazó con ternura. Ella le pidió excusas por haber dudado de él y besándose, se despidieron.

El quid estaba en el anillo ¿ Por qué se empecinaba en algo tan nimio? No tenía lógica, pero tanto para él como para ella misma, ese simple objeto era importante, había sido importante en sus vidas por el destino que hubiera tenido. De nuevo rebuscó entre sus cosas, y lo encontró fuera del sitio en donde creía haberlo dejado. No cabía duda de que se había equivocado, ya que  la discusión con su marido  había sido en el comedor y él no se había movido de su lado.

¿ Y si todo lo explicado por él fuera tan sencillo como eso? Seguía siendo importante para él, ella y su hijo. No existía amor más grande.

De repente las ganas de llorar volvieron a su ojos. Se había equivocado al juzgarle y lo lamentaba, pero al mismo tiempo sentía alegría y una gran paz. Saldría a dar su paseo habitual. El médico se lo había recomendado especialmente, y hoy se sentía feliz y emocionaba. Porque sus lágrimas no eran de dolor, sino de emoción y profundo amor por él.


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Autora: rosaf9494quer

Edición< Mayo 2021

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viernes, 7 de mayo de 2021

El jefe - Capítulo 22 - Celos

 Anthony, la mayoría de los días llegaba tarde a casa, algo que Rosemary no llevaba bien. Jeremy deseaba tener su apartamento cuanto antes y no cesaba de recorrer agencias  Pensaba que debían estar solos; sospechaba que algo ocurría entre ellos, pero, como ocurre  en casi todos los matrimonios arreglarían. A simple vista se notaba el amor que ambos sentían. Pensó que no sería nada grave. Quizá motivado por el estado de buena esperanza de ella. ¿ Debiera hablar con su hermano? Pensó que mejor no meterse en cosas de matrimonios.

Mantenía con su cuñada una buena relación y, ella le acompañaba la mayoría de las veces, siempre que su estado se lo permitiera. Aquél día, su marido llegó más tarde de lo normal, y además venía malhumorado. Ella le preguntó por si podía ayudarle en algo, pero el la respondió con una negativa. No insistió, pero sabía que le ocurría algo. No tuvieron problemas al acostarse; en la cama fue el marido cariñoso de siempre, amable y seductor, por lo que ella respiró aliviada.

Tenía el pensamiento que, por estar encinta, su interés por ella había bajado algunos enteros, pero ni siquiera lo mencionaba, porque sabía que él lo negaría. En realidad no tenía motivos para dudar. Sabía muy bien que el trabajo que tenía era estresante y algunas veces ocasionaba preocupaciones. Probablemente, ahora, fuera una de ellas.

Se acurrucó a su lado como siempre. Reclinó su cabeza en el pecho de él, y se quedó dormida. Al día siguiente, Jeremy la llevaría a ver el apartamento que había decidido fuera su hogar, pero deseaba tener la visión femenina, y para ello pasarían la mañana fuera de casa.  Visitarían el apartamento y Rose le indicaría lo que debía comprar para que su hogar funcionase. Él no tenía ni idea; nunca se había tenido que preocupar por ello.

A Rosemary le encantó la casa, que no distaba mucho de la de ellos. Veía en su imaginación el lugar de los muebles y de qué tipo. En algunos coincidía con Jeremy y, ambos reían satisfechos al estar de acuerdo  Aún era temprano, así que se dirigieron a algunas tiendas en las que compraron ropas de cama, de mesa, toallas... en fin, todo lo necesario para empezar a vivir. Necesitaría a una mujer que llevase su casa y se encargara de todo: él era un desastre y, si no lo hacía otra persona, al poco tiempo parecería poco menos que una pocilga. También visitaron una agencia y quedaron para hacer la entrevista con la futura ama de llaves.

— Creo que nos merecemos una buena comida. Estoy hambriento y cansado. ¿ Cómo te encuentras? —dijo estrechando la mano de Rosemary

—Estoy muy bien. Se me ha pasado la mañana sin sentir. ¡ Qué divertido ha sido todo! Cuando yo era soltera, vivía en un apartamento que era como una caja de cerillas y además al ser alquilado, mi casero se ocupó de todo. Así que esto también es nuevo para mí. Al casarnos vivimos en casa de Anthony, así que tampoco tuve que ocuparme de eso. 

— Vayamos a comer a The Ledbury. Hace siglos que no voy y la ocasión lo merece. ¿Sabes? Nunca imaginé que mi vida se recompusiera de nuevo. Reconozco que fui un cabeza loca. Gracias a vosotros  he recobrado a mi familia, y sé que tú has tenido mucho que ver, por lo que te estoy muy agradecido. Una vez que esté instalado, buscaré trabajo o crearé alguna empresa.

— Me alegra que estés con tan buen ánimo. Habla con Anthony. Seguro que te propone algo. Yo no podré incorporarme a mi trabajo hasta dentro de bastante tiempo: quiero criar a mi hijo. Él ahora está sobrepasado con el suyo y con el mío, que se ha empeñado en hacerse cargo. Seguro que si le echas una mano te lo agradecerá.

Ambos entraron al restaurante y el maître les buscaba una mesa. Miraban alrededor del local, y junto a una ventana, había una pareja que charlaba animadamente. Él estaba de espaldas, pero Rose reconoció de inmediato que se trataba de Anthony. A ella no la conocía y pensó que sería algún compromiso de algún posible inversor. Pero la actitud de su cuñado, es lo que la hizo dudar:

— No me gusta. Vayámonos de aquí

— ¿Qué ocurre? ¿Qué no te gusta? Es precioso. Dime si me equivoco: la pareja que está junto al ventanal ¿ es Anthony? ¿ Es por eso que quieres que nos vayamos? ¿ Quién es la mujer que le acompaña? Está claro que la conoces ¿ Quién es ?

— No, no. Sólo  que no me apetece

— ¡ Jeremy …!

— Es Julie — dijo dudando de si hacía lo correcto.

— ¿ Julie? ¿Esa Julie? ¿Qué puede hacer mi marido con Julie?

— No lo sé. Estoy tan desconcertado como tú. Seguro que se han encontrado por casualidad y reviven tiempos pasados. Aquello pasó hace mucho tiempo. Él te adora. Venga vámonos o acerquémonos a ellos, así salimos de dudas.

Rosemary se quedó parada ante las respuestas de Jeremy. Ya no le parecía el restaurante tan hermoso. Toda mujer sabe analizar los gestos de un hombre frente a ellas, y los de Anthony eran extremadamente cariñosos, al menos así lo percibía ella.


Ninguno de los dos hablaba Estaban sorprendidos por la presencia de Anthony allí y con ella. Dice un viejo refrán que dónde hubo fuego, rescoldos quedan. Quizá fuera una reunión casual. Demasiado casual, pensaba. Se les veía relajados y encantados de la vida. ¿Sería la primera vez que se vieran?

Jeremy, miraba a su cuñada de reojo no atreviéndose a interrumpir lo que quiera que pensara. Quizá hubiera sido mejor acercarse hasta su mesa y disipar las dudas. Tendrían que esperar a que Anthony llegara a su casa y esperar que lo comentara tranquilamente. Si no tenía nada que esconder, lo correcto sería que fuera así.

— Creo que  será mejor que dejemos la comida para otra ocasión. No me apetece mucho. Vayámonos a casa ¿ te parece? — dijo Rose que se veía bastante molesta por la situación creada.

—¡Claro, como quieras!

Quería desechar de su cabeza las dudas que de repente se habían instalado en ella, pero no podía. El sexto sentido femenino la decía que no había sido por casualidad. De repente tuvo un presentimiento.

— Discúlpame, he recordado algo

Jeremy algo confuso, se quedó pensativo al ver la repentina marcha de su cuñada, levantándose de la mesa a media comida. Lo cierto era que ella apenas probaba bocado, y además estaba muy silenciosa. Estaba inquieto por ella, y maldecía para sí, la hora en que se le ocurrió ir a aquel restaurante.

Ya no había remedio. Esperó durante unos minutos hasta comprobar que ella  volvía. Al no hacerlo, se dirigió a su habitación y, golpeando la puerta insistía en saber si se encontraba bien.

Rosemary buscaba  nerviosa algo  en su pequeño joyero. Estaba segura de haberlo dejado ahí el día que Anthony se lo dio para guardar, pero allí no estaba y por mucho que rebuscó no dio con el anillo. Esa pieza extraña que él llevaba y que cuando iniciaron su noviazgo se lo entregó para que lo guardase.
Probablemente ahora, luciese en el dedo de su verdadera dueña, para la que había sido comprado. La impaciencia la consumía, pero debía esperar hasta que su marido llegase a casa. Y lo haría tarde; pero ahora sabía que el motivo de su retraso no era el trabajo, sino la reunión con el antiguo amor de su vida.

— Antiguo, si, antiguo — Se repetía una y otra vez tratando de autoconvencerse de que ella era la reina de su corazón y, que su encuentro bien podría haber sido casual. 
Cuando llegase a casa, seguro que se lo diría, o que la daría una respuesta satisfactoria si se viera obligada a preguntárselo. Pero sin duda todo se aclararía. Necesitaba que se aclarase. No podría vivir con esa duda.
Lo cierto es que no tenía motivo alguno para dudar de él, pero la escena presenciada había sido demasiado elocuente.

— Puede que se tratara de los recuerdos de antaño que rememoraban en común— Pero el apretón en su mano, desbarataba todas las suposiciones.

No salió de su habitación hasta bien entrada la tarde. Jeremy estaba en la biblioteca y hacia allí se dirigió. Debía disculparse por el repentino abandono durante el almuerzo, pero no quería decir el verdadero motivo de su espantada, así que optó por mentir, referente a su estado. Jeremy sabía que no era ese el motivo, pero se mostró aliviado, al menos ante ella.

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jueves, 6 de mayo de 2021

El jefe . Capítulo 21 - Un plan perfecto

 Hicieron varios golpes con buenos resultados para ellos. Nuestro amigo Cuatro, estaba envalentonado. Tenía más confianza con los otros y poco a poco, también él intervenía, no sólo en tener el vehículo a punto, sino en la intervención del robo.

Por todo ello, se decidió un día a confiar al número Uno, sus deseos de venganza. Asombrado   el compañero de fechorías de que aún no lo hubiera hecho si tan desastroso para su vida había sido. Que no hubiera tomado venganza de quién le arruinó, aunque comprendió que el que se robó así mismo fue él. Desperdició la oportunidad de ser "alguien" por una riqueza que no le pertenecía ¿ Pensaba acaso que no le descubrirían?

— ¿Aún no te has vengado? ¿ A qué esperas?

— Tengo un plan. Por eso deseaba consultarlo contigo. Ese golpe nos podríamos retirar tranquilamente.

— Creo que va a interesarme. A ver cuéntame todo y te diré si es viable o no.

Minuciosamente le fue detallando su plan. Lo tenía todo muy pensado y además contarían con el factor sorpresa, lo que les daría más tiempo para desaparecer sin dejar huella.

Extendió un croquis en el que había dibujado un parque y una mujer en él. Una carretera por donde circulaba un vehículo. Dos hombres que se bajan de ella, tapan la boca de la mujer que, inconsciente es llevada hasta el coche que les aguarda. Después la dejarían en el almacén y se pondrían en contacto con el marido de la mujer  y pedirían el rescate. Si lo pagaba, la volverían a dejar en el mismo lugar, de noche. Ni siquiera sospecharía quién lo hacía.

— No sé —dijo rascándose la cabeza el número Uno—  lo pintas muy fácil, pero luego a la hora de realizarlo no lo es tanto. Siempre surgen problemas. Déjame estudiarlo y te contestaré. Eres un novato y las prisas no son buenas consejeras. Ya te diré algo.

Al tercer día recibió un aviso para entrevistarse  a la mañana siguiente donde siempre lo hacían y, a la misma hora . Estaba impaciente por saber si su plan  merecía interés y si se podría llevar a cabo. Su sed de venganza iba  pareja a su ansia de volver a ser rico. Tendrían que repartir el botín a partes iguales entre todos, ya que esa era una regla de oro entre ellos.

Pero la codicia le podía. Quería recibir más que los demás, puesto que de él había sido la idea, y él era el agraviado, merecía una parte más grande que el resto. Aunque no creía que Uno aceptara.

Como siempre, llegó con tiempo suficiente. Estaba nervioso, impaciente por saber si lo ideado era viable y cuándo se realizaría. Si todo salía bien, con ese dinero se marcharía a un lugar lejano en el que no tuviera extradición: "hay que pensar en todo", se dijo.


Y al fin el número Uno entraba en escena. Llegaba con la cara seria, y eso le intranquilizaba si  acaso lo rechazaba  ¿Qué haría? En este golpe había fijado todas sus esperanzas de volver a la vida que había dejado atrás. Nervioso pidió al camarero una botella de whisky, como hacían siempre.

Uno, se sentó frente a él sin pronunciar palabra, escudriñando sus ojos detenidamente. Al cabo de unos minutos y, después de apurar un buen trago, con calma y lentamente comenzó a hablar.

— ¿ Esto tiene algo que ver con tu antiguo trabajo, con tu despido?

— ¡ Naturalmente ! Será mi venganza

— No me gusta que sea ese el motivo. Seguro que por vengarte habrás dejado muchas cosas en el tintero y si eso ocurriera a la hora de la verdad, puede fracasar todo y nosotros  parar en la cárcel. Las cosas hay que hacerlas despacio y atando todos los cabos. En primer lugar, esta señora ¿Quién es?

— La mujer de mi jefe. Está loca por ella, y por ella sé que ocurrió todo. Es auditora y descubrió que tenía una cuenta en el extranjero con el dinero que sustraía de ellos. Además le robé clientes, así que puedes imaginarte el resultado

— Vamos a ver. Ellos defendían lo suyo y tú eres un ladrón de guante blanco. Y da gracias que no estás en presidio, algo que no entiendo. Yo hubiera hecho lo mismo ¿ Por qué deseas vengarte? Según dices fue contratada para hacer ese trabajo y lo hizo. Por ello la pagarían y además no te denunciaron.

— Pero luego ellos  se casaron. Dime de una vez si es viable o no. Me como hasta los codos de impaciencia. Quiero vengarme. Por ellos mi mujer me ha abandonado y vivo en una pocilga. Perdí mi casa.

—¿ Por qué no lo pensaste antes de hacerlo?— tras una pausa, prosiguió — Todo es viable si se estudia con detenimiento. Tenemos que hacer un seguimiento de sus vidas y si el marido está tan enamorado como para pagar el rescate que tengo en mente, siempre contando con que tenga tanto dinero.


— ¿ Que has pensado ?

— Somos cuatro, así que el rescate sería de cinco millones: un millón  para cada uno y otro que será para los gastos. Si sobra algo se volverá a repartir entre todos. No podemos pedir más, o nos veremos rodeados de policías y nosotros en la cárcel. Así que tu verás si te interesa.

— No me parece mucho. Es muy rico

— Esa cantidad la pagará si se trata del rescate de su mujer y no avisará a la policía por temor a que sufra algún daño. Si pedimos más nos denunciará y, piensa que tú estarás en el punto de mira. y entonces se complicará todo. Y con todo y eso, dudo mucho de que no la avise

— Habrá que hacer un seguimiento de varios  días, para ver adónde va, qué es lo que hace en su vida diaria. Qué lugares frecuenta, cuáles son sus amistades. A qué hora llega su marido... en fin. No es tan sencillo como piensas si deseas que todo salga bien.

— De acuerdo. Creo que el seguimiento deben hacerlo los muchachos, a mi me conoce.

— Ya lo había pensado.  Se nota que eres nuevo en todo esto.¿ Aceptas, entonces?

— Adelante con ello.

— Bien. Mañana hablaré con los chicos y comenzaremos el seguimiento.

Se despidieron y quedaron citados los cuatro  para tres días después. Allí estudiarían el itinerario que ella seguía y si había que variar algo. Todo estaría meticulosamente trazado para que nada fracasara. Lo denominaron: plan Money.


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miércoles, 5 de mayo de 2021

El jefe - Capítulo 20 . El gran golpe

 Como lo habían acordado, al día siguiente, se volverían a ver en el mismo bar del día anterior. Llegó con suficiente antelación, porque pese a todo, era un hombre puntual. Probablemente sería lo único bueno que tuviera.

La noche anterior tuvo una fuerte discusión con su mujer, lo que supuso que ella, recogiera algo de ropa en una maleta y saliera de su casa. Una casa  poco agradable, en un barrio de apariencia dudosa y con unos vecinos más dudosos todavía. Pero era lo único que se podían permitir y aún así, tenían dificultados para cumplir con el alquiler.


Nancy, su mujer, se había hartado de aguantarle e iría a casa de su madre hasta que él, en verdad, trajera a casa el dinero que la había prometido. Él, se arregló como pudo, porque tampoco quería destacar, pero aunque lo quisiera hacer, no podría, ya que su vestuario se limitaba al traje que ya conocemos, unos vaqueros y un suéter. Diferente a cómo vestía hasta hacía poco más de un año, cuando todo se descubrió. Pero se juró así mismo, que esa harpía lo pagaría caro.

Fue el primero en llegar. Probablemente eso sería lo único bueno que aún conservara de su antigua vida.

 Transcurría una media hora, cuando comenzaron a llegar unos hombres, por separado, que no conocía, pero que tenía la impresión de que serían los integrantes de la banda. Eran dos, pero faltaba el cabecilla que llegó diez minutos después. Los tres se dirigieron hacia él y al mismo tiempo solicitaron un reservado lo más alejado del resto de  los que conformaban el local. Pidió una botella de whisky y presentó a todos.  Usarían nombres ficticios, y ninguno sabría la dirección de los otros. De este modo, si les detuvieran, no podrían delatarse. 

Extendieron sobre la mesa un plano, después de apurar los sendos vasos de bebida, para " ir abriendo boca" había dicho sonriente el cabecilla del grupo al que llamaremos número Uno. El resto irían todos correlativos, siendo el Cuatro el último en integrarse: nuestro amigo recién incorporado.


Estuvieron largo rato discutiendo y observando en detalle todas las entradas y salidas a tener en cuenta. Cuatro, les miraba con asombro. Era la primera vez que asistía a un golpe de película. Lo que él había hecho era de otro estilo, con más clase, aunque el resultado fuese deplorable para él.

Prestaba atención, pero, en definitiva, tampoco le interesaba mucho, puesto que él solamente tendría que tener el coche en marcha a la indicación del número Uno. Pidieron bocadillos, que les serviría de almuerzo, y terminarían de ultimar todos los aspectos. Tendría que ser un golpe magnífico, mejor que los anteriores realizados, puesto que, al tener más práctica, cada vez tenían más envergadura y más exitosos.

El vapor del alcohol hacía de las suyas en nuestro  amigo Cuatro. Los ojos del resto no dejaban de estar pendientes de él. Era nuevo, no le conocían y fuera a ser que se vaya de la lengua. No debía beber más, si querían que todo saliera como estaba previsto.

Todo estaba organizado. Nada podía salir mal. Lo harían en la noche del sábado al domingo y de madrugada, con el fin de que nadie estuviera por las calles, si acaso algún borrachín. Se asignaron los puestos y la forma de actuar. Cuatro sería el encargado de tener la furgoneta a punto, en marcha y con gasolina.

 Antes de efectuar el trabajo, irían a una gasolinera  y la abastecerían de gasolina. Nada podía fallar.

Repasaron el plan dos veces mas y todos los cabos estaban atados. Cuatro les miraba casi con admiración. Él había sido muy astuto con los números, las acciones y el dinero en su antiguo trabajo, bien, pues sus otros dos compañeros eran tan especialistas como lo fuera él en su día y en su trabajo.

Se despidieron quedando citados, una vez más para el viernes por la tarde: sería el último repaso antes de dar el golpe. Quedaron citados a las doce de la noche, en el parque cercano al lugar del   trabajo. No habrían de llamar la atención  y acudir por separado. Todo estaba medido al milímetro, pero los nervios también. Hasta que todo no estuviera dentro de la furgoneta y a salvo, no podrían calmarse.


En silencio, se dirigieron al lugar. Ninguno hablaba. Era un lugar solitario a esas horas . Tan sólo estaba encendida alguna farola y el rótulo fluorescente que anunciaba que cerca había una sala de burlesque.
La entrada estaba sola y silenciosa. Ni siquiera se escuchaban los ruidos del interior del local, así como tampoco había porteros, ni hombres merodeando por allí. 

A la orden de Uno, se pusieron en marcha en total silencio. Rompieron las cerraduras que protegían el local y a continuación con todo el sigilo que pudieran tener, procedieron a cometer el delito.

Televisores  enormes, otros más pequeños, pero también grandes. Tocadiscos de última generación y teléfonos móviles. Cada uno de ellos eran los responsables de cada uno de los productos, exceptuando los televisores grandes que dejaron para lo último y los acarrearon entre dos.

En cuestión de veinte minutos, cumplieron con su cometido. Cuatro, ya tenía la furgoneta en marcha, y nadie que pudiera verles, por tanto se congratularon de que todo había salido a las mil maravillas. No alcanzarían la cantidad que se habían imaginado, pero sería un buen pellizco, y lo mejor, fácil de volver a vender.

Dentro del vehículo todo era alegría por el éxito de la misión. Se dirigieron a un almacén en la otra punta de la ciudad, propiedad de Uno. 
Con la misma celeridad lo depositaron. Quedaron para al día siguiente echar cuentas y proceder al reparto de la comisión de cada uno de ellos. El dinero lo recibirían en cuanto el botín fuera vendido. Sería cuestión de dos o tres días, ya que lo tenían apalabrado con un comprador, ya que, además era de encargo.

Todo había resultado fácil, y Cuatro estaba encantado de la vida. La adrenalina la tenía a tope, pero eso hacía que tuviera ganas de repetirlo de nuevo.

Lentamente se instalaba en su cabeza un plan que estaba ideando como "castigo" a alguien. Sería su venganza y a la vez volvería a tener dinero en la cuenta de un banco.


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lunes, 3 de mayo de 2021

El jefe - Capítulo 19 - Un extraño personaje

 El día había amanecido lluvioso, triste y, aún pareciendo mentira, la niebla nuevamente invadía la ciudad. Londres era la viva estampa de una novela de Agatha Christie. La gente  apresuraba el paso. Unos llamaban a un taxi, otros esperaban el autobús y los más se apresuraban a refugiarse en  el subway.

Alguien pasaba inadvertido. Con una gorra calada en su cabeza, la ropa mojada por la lluvia, y su paso vacilante, como dando tumbos, que tropezaba algunas veces con los viandantes. Parecía no tener prisa. 

Se paró delante de un bar durante unos instantes. Se metió la mano en los bolsillos como buscando algo. Tan sólo encontró unos peniques. Los contó y debió pensar que le alcanzaban para tomar un trago. Entró en el establecimiento y se sentó en la barra. Encima de ella, depositó las monedas que, el camarero, con gesto desabrido, recogió de inmediato, procediendo a continuación a echar en un vaso la medida justa por la que había pagado.

Era un establecimiento poco concurrido a esas horas de la mañana. Bebió de un solo trago y se giró en su sitio para ver  quienes estaban.  

Al otro extremo de la barra, había un hombre que le observaba. Dos asientos ocupados por una pareja, una mujer sola y, nadie más. Decidió quedarse un rato. Al menos allí no llovía ni la temperatura era baja debido al frio que le producía la ropa mojada. Trató de convencer al camarero que le diera otro trago, con la promesa de que más tarde se lo pagaría. Al serle denegado, el  otro hombre acodado en la barra, y que le observaba, se acercó a él e invitándole a ese vaso que le había sido negado.

Ambos, por indicación del desconocido, se situaron en uno de los asientos. Nuestro extraño personaje, le agradeció la atención tenida con él, y sin darse cuenta, le contó parte de su vida. El otro hombre le escuchaba con atención sin interrumpirle. Se dio a conocer:

 
—Mi nombre es  Roger. Yo estaba bien situado ¿sabes? Trabajaba en una gran empresa y tenía un puesto  relevante, pero... me han plantando en la calle. Ahora es una época difícil para buscar trabajo, y mi mujer me presiona demasiado. Pienso que está deseando perderme de vista. Antes el dinero circulaba por nuestra casa, pero al despedirme, tuvimos que mudarnos a un piso pequeño, en un lugar triste con una vecindad que te deleita con voces y llantos de niño. 
Siguiendo el consejo de mi mujer, hice cosas que no estuvieron bien y es lo que me ha llevado a …esto

El relato se interrumpió al esconder su cara entre las manos para ocultar un sollozo. Su compañero de mesa seguía escuchándole sin interrumpirle, mientras jugueteaba con un mondadientes entre sus labios.

 Entre tanto,  aguardando a que se calmara, iba pensando en algo. Quizá aprovechara a ofrecerle algún "trabajillo" para, al menos ganarse algo de dinero para ir tirando.

Por primera vez, contempló el traje raído  que llevaba, pero que en su día, hubiera sido confeccionado por un buen sastre, porque a pesar de estar deformado y algo sucio, aún conservaba algo de su buena factura.

 Indicó al camarero que les sirviera  de nuevo y mientras el otro terminaba de gimotear por su mala suerte. Le analizaba detenidamente. Era aún joven; no llegaba a los cuarenta, o quizá los pasara un poco. Indudablemente tenía problemas de toda índole: con su mujer, sin trabajo y, por si todo fuera poco, se daba a la bebida. Y un plan se abría paso en su cabeza. Era un buen pretendiente para llevar a cabo algo venía rumiando.

El desconocido y compasivo compañero de bebida, tenía en mente  un atraco a un comercio de electrodomésticos, pero para ello necesitaba gente. Ya tenía dos compañeros de fechorías, pero le faltaba un chófer, dado que el "llorón" no tenía práctica, pero para conducir si serviría.

Ordenó al camarero un nuevo trago y que les dejara la botella en la mesa. Había sido cuestión de buena suerte el encontrarse en esa maldita mañana de lluvia. A medida que se calmaba de sus lamentos, el otro hombre iba fraguando su plan. Sólo faltaba proponerlo y seguro que aceptaría. No había apenas riesgo. Lo harían por la noche. Él sólo tendría que tener el coche en marcha para salir pitando.

—Eso es un delito. No. No volveré a caer. Ya he tenido bastante

—¿Insinúas que has robado y por eso estás así? Me he arriesgado mucho al contarte el plan. Si te fueras de la lengua, te aseguro que sería lo último que hicieras en tu vida

— Lo mío  es una larga historia. Creo que no se puede decir que he robado. Simplemente cambié el dinero de cuenta. Puedes estar tranquilo. Soy un hombre de honor y si te aseguro que no diré nada, eso va a misa.

— ¿ Me estás tomando el pelo, o crees que soy idiota? Eso es un delito como una catedral y, aunque lo quieras disfrazar, eres más delincuente que yo. Se trata de cambiar algunos televisores de lugar. Según tu criterio es lo que sería.

Se retorcía de risa por el comentario de su compañero. Mientras le miraba con los ojos medio entornados por el excesivo alcohol.

— ¿ Cómo te llamas? —le preguntó

— Roger — le dijo, mientras la lengua se le enredaba en la boca

— Bien Roger ¿Te imaginas el recibimiento de tu mujer cuando llegues a casa con unas libras? Sólo por tener el coche en marcha. En fin; ya he hablado bastante. ¿Quieres que te deje en casa?

—Esta bien. Si sólo se trata de eso, acepto. ¿ Cuánto me pagarías?

— Si todo sale bien, como está pensado, calculo que cincuenta libras.

— Está bien, acepto. ¿ Cuándo sería?

— Tengo que ultimarlo. Hay otros dos más, así que seremos cuatro. Quedamos citados aquí a la misma hora de hoy

— Tendrás que decirme en donde estamos, porque he caminado tanto y tan bebido, que no sé a donde he ido a parar — y se echó a reír mientras su compañero le observaba

— Creo que voy a arrepentirme de lo que te he propuesto. No me fio de ti. Estas demasiado borracho. Olvídalo

— ¡ No ! Acepto. Te doy mi palabra

— Está bien. No me dejes en la estacada, porque no tendría más remedio que tomar medidas contra ti. No estoy yo sólo en esto. 

— Te he dicho que sí, y sólo tengo una palabra. Apúntame la dirección de este cuchitril y mañana a esta misma hora estaré aquí. ¿Conoceré a los otros?

— Posiblemente. He de hablar con ellos. Venga te llevo a casa. Piénsalo bien antes de dar un paso , porque después no hay marcha atrás.

Apoyándose en su desconocido amigo, salieron con dificultad de aquel bar. Era el único "empleo" que había localizado en todo el día. Su mujer se pondrá contenta al saberlo, pero él, no lo estaba tanto. Sabía lo expuesto que era, pero al mismo tiempo, en su cerebro abotargado por el alcohol, se abría paso una idea. Se la expondría a su "amigo" pasados unos días y, cuando el "golpe" se hubiera realizado con éxito.  Pensó también que, aún en el caso que aceptara su plan, tendría que compensarle de alguna manera, todo estaba pensado.
Llevaba mucho tiempo con   ello en su cabeza, y atados todos los hilos para que nada fracasara. Sería un buen golpe y  seguro que no sería rechazado por esa banda de delincuentes.

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