lunes, 31 de diciembre de 2018

Te esperaba - Capítulo 1 - Chico ama a chica

Lissa y Emma, hermanas gemelas,  enfilaron con su coche el camino que les conduciría hasta el Instituto para comenzar un nuevo curso.  Como casi siempre que Lissa conducía iban a velocidad exagerada y más de  en  una ocasión, la policía les había dado el alto, pero por tratarse de las hijas de quién eran, lo dejaban pasar por alto, no sin recomendarlas que la prudencia era primordial para no tener un accidente.  Lissa daba las gracias.   La velocidad  sería prudente, sólo hasta perder de vista al agente que se las quedaba mirando, mientras se rascaba la nuca.

- Tiene razón, Lissa.  Un día va a ocurrir algo serio
- Bah, tonterías. Soy muy buena conductora

Estaban casi llegando a su lugar de destino, cuando de pronto, el coche dió un viraje debido a un pinchazo

- Mierda, exclamó Lissa-  legaremos tarde y lo malo es que no sé cambiar la rueda
- Espera yo te ayudo. ¿ Te das cuenta lo que acabamos de decirte el agente y yo ? Podíamos haber sufrido un percance muy serio
-No seas miedica- exclamó  riendo

Se pusieron manos a la obra, pero ninguna de las dos tenía la fuerza suficiente como para  desenroscar las tuercas de la rueda.  Emma se plantó en medio de la calzada, a ver si con suerte pasara algún alma caritativa que quisiera ayudarlas.  A lo lejos se divisó un coche, y se puso a  hacer señales agitando los brazos fuertemente.  El coche paró,  se trataba de  Robert, el hijo del médico del lugar, que reconociendo a las dos hermanas se ofreció a ayudarlas

Se conocían del Instituto.  Ellas se habían incorporado el curso anterior y por tanto se veían a veces  en el comedor o a la salida del colegio.  A Robert se le fueron los ojos tras de Lissa, nada más verla, y ella se había dado cuenta de ello, con lo cual coqueteaba no solo con él sino con todo el que se terciara.  Sin embargo  Emma era más sensata de carácter, por lo que quién siempre andaba rodeada de chicos era su hermana.  Ambas era bonitas, pero la más divertida  era Lissa, por tanto la que tenía éxito.

Robert ni siquiera advirtió la presencia de la hermana, sus ojos fueron directos a Lissa, que esgrimiendo una dulce sonrisa, hizo que el muchacho les cambiara la rueda

- Te debo una-, le dijo mirándole directamente a los ojos, e ignorando a su hermana. A Robert se le derretía el corazón, y por eso se lanzó a ver si conseguía una cita con ella

- La cuenta está saldada, pero sólo si aceptas una invitación mía
- Eso está hecho- respondió resuelta metiéndose en el coche y emprendiendo la marcha, dejando al muchacho esperanzado en mitad de la carretera.

- No has debido coquetear de esa forma tan descarada con él
- Está por mis huesos, y a él le encanta que lo haga.  A él y a todos los que se me acercan. ¿ Cuántos se acercan a tí ? Ninguno. Y ¿sabes por qué ? Porque les resultas aburrida con tanta formalidad.  Soy joven, guapa y llena de vida, así que pienso vivirla a tope
- Algún día te costará un susto, ya lo verás
- Tú siempre tan optimista.  Mira ya estamos

Unos instantes después de ellas, llegó Robert y los tres se introdujeron en el Instituto.  Robert iba una clase por delante de ellas y terminaría a finales del curso que ahora comenzaba.  Iría a la universidad y estudiaría medicina como su padre

- Me debes una cita, no lo olvides - dijo a Lissa a modo de despedida
- No lo olvido. Ya te diré cuando

Cada uno entró en su aula. Sin siquiera recibir un saludo de Robert;, Emma, bajó la cabeza y se separaron. La sombra de su hermana era demasiado alargada para que alguien se fijara  en ella cuando estaban juntas.

A la salida de clase volvieron a verse y Robert  emplazó su cita con Lissa para ese sábado por la tarde.  Quedaron en el Centro Comercial y desde allí, si la apetecía irían a bailar o al cine.  Ella aceptó el plan y se reunió con su hermana que a una distancia prudente la aguardaba para regresar a casa.
Emma miraba a su hermana con envidia. Con envidia sana y a la vez admiración por lo resuelta que era y el éxito entre los chicos que tenía ¿ Por qué ella no era así ? Lo cierto era que no la interesaba una corte de chicos detrás de ella, sino uno. Unos sólo que la ignoraba y creía que ni siquiera sabía que existía.  Su hermana eclipsaba todo cuanto estuviera a su alrededor, pero de eso ella no tenía la culpa, sino los chicos que la asediaban.  Eran tontos redomados, incluido ese, el que tanto la gustaba y no la hacía ni caso.

Llegó el sábado y Lissa había quedado anteriormente con otro chico y olvidado a Robert, que impaciente la aguardaba en el Centro Comercial.  Había salido ya de casa y reunido con su acompañante ocasional, cuando recordó que se había citado con Robert: le estaba dando plantón sin explicación alguna..  Tuvo una pizca de conmiseración y a través del móvil se puso en contacto con Emma

- Emma ¿ me harías un favor ?
- ¡ Claro !
- He olvidado completamente que me había citado con Robert en el Centro Comercial ¿ podrías acercarte y disculparme ?  Te estaría muy agradecida
- ¿ Cómo puedes ser tan atolondrada ? Abusas de la gente.  A ese chico le gustas mucho y no es justo que, si no te interesa,  no le hagas concebir ilusiones
- Ya lo sé.  El lunes le daré boleto
- ¡ Eres increible ! y cruel.  Que lo sepas.  Iré ahora
- Gracias hermanita.  Te quiero - Y rápidamente cortó la comunicación

Cuando llegó al lugar de la cita, vió a Robert que impaciente no dejaba de mirar su reloj y la puerta de entrada de la cafetería en la que habían quedado.  Por unos instantes, Emma, se le quedó mirando.  Entró y fue en su dirección.  Robert la miro extrañado de que fuera ella la que estuviera delante y no Lissa
- Verás le ha surgido un imprevisto cuando estaba a punto de venir a vuestra cita.  No ha podido evitarlo y me ha dicho que te dijese que no podía venir, que la disculparas
- ¿ Y no ha podido ser ella la que me avisase?
- Pues no lo sé, tienes razón pero me lo ha dicho a mí.

El la miró de frente y se dió cuenta de que sus mejillas estaban encendidas, seguramente por hacer de cómplice de su hermana.  No mentía muy bien.  Le dió pena y cuando se despedía para regresar a casa, la retuvo de la mano y la dijo

- Bueno ya que estás aquí, ¿quieres aceptar mi invitación ?  Has sido muy buena al venir hasta aquí para decírmelo.  Seguramente entre ella y yo, hemos desbaratado tus planes del sábado.  Quédate, así charlaremos, ya que casi nunca cruzamos palabra.

Esa invitación a ella le sonó a coro de ángeles.  Estaría a solas con él, pero ¿ de qué hablarían ? No tenía confianza y a penas cruzaban dos palabras.  Se puso nerviosa, pero trató de tranquilizarse pidiendo un vaso de agua a la camarera. El miraba distraído a la gente que entraba y que salía, sin a penas prestarla atención.  Ella, a menudo bastante parlanchina, se había quedado sin palabras.  Se daba cuenta de que él estaba allí por compromiso, para no desairarla, y seguramente con un enfado de antología.  Debería estar con  Lissa, y no con ella.  Decidió irse porque la atmósfera era tensa para ambos

- Muchas gracias por la invitación, pero he de irme - dijo bastante a su pesar.  El la respondió
- Ni siquiera has probado el batido ¿ Tienes prisa ?
- La verdad es que no tengo nada que hacer, pero es muy incómoda la situación. Sé que deseabas que Lissa ocupara esta silla  y en su lugar estoy yo, así que me voy.  Lo siento, pero no he tenido la culpa.  Sólo he sido la mensajera
-- Perdona, tienes razón, no tienes la culpa y he sido un mal educado.  Te ruego me perdones.  Acepta mis disculpas.  ¿Quieres que vayamos al cine o a cualquier otro sitio?
- No, gracias.  No es necesario. Cuando volvamos a clase lo hablas con ella si es ese tu deseo.  Adiós y gracias

El se la quedó mirando sin hacer nada por retenerla.  A  paso ligero abandonó el local muerta de vergüenza por la violencia de la situación. Sería la última vez que su hermana la embarcara en algo semejante.  Que se ventilara  sus asuntos y a ella la dejase fuera de sus líos.  Todo habría sido diferente si Robert , al menos,  alguna vez,  se hubiera dado cuenta de que también ella existía, pero no tenía ojos más que para Lissa.  Quizá él no tuviera la culpa de haberse enamorado de  su hermana, al igual que ella no la tenía por haberle ocurrido lo mismo con Robert.  Tenía complejo por ese motivo, y la realidad es que Emma era tan bonita como podría ser Lissa, pero  un corazón enamorado no entiende de esas cosas.  Siempre había sido la segunda en todo, hasta en el amor.

jueves, 1 de noviembre de 2018

La Dama de la rosa - Capítulo 28 y último - Y nació chico

Y la comida fue alegre y todos disfrutaron y hasta tuvieron baile.  Ellos se marcharon al poco rato, querían perderse y estar a solas.  Su primer secreto en común les había unido aún más.  Iniciarian su luna de miel sin prisas.  No tenían una ruta prefijada, sino que viajarían al lugar o a los lugares que Anya deseara.  Era la reina de su corazón, y ahora, después de saber  que posiblemente habían engendrado un niño, cuidaba en extremo sus atenciones.  Lejos de molestarle, disfrutaba atendiendo a su mujer y de su posible hijo.  Pero también echaba de menos a Perl, ese diablillo de cabellos dorados que le había robado el corazón desde el primer instante, aún sin saber que era su hija..

Pasaron diez días de completo y arrollador amor, sin ocuparse nada más que de ellos mismos.  Echaban de menos a Perl y deseaban volver a verla.  Regresaron y en ese instante daría comienzo a su verdadera vida de familia, algo que entusiasmaba a Connor.  La niña iría al colegio, Connor a sus composiciones y ella, ayudada por Madelaine a llevar la casa.  Tenía mucho tiempo libre, así que siguió con su afición a la fotografía.  Mientras Connor trabajaba, ella daba largos paseos fotografiando todo cuanto veía. A su lado, como hiciera Bruno 1, lo hacía Bruno 2, que ya era un cachorro crecido.  A veces se sentaba en cualquier claro del bosque y  repasaba mentalmente todo lo ocurrido en sus vidas  en los últimos tiempos pasados.  Su vientre iba creciendo y ambos esposos esperaban ansiosos el día en que pudieran abrazar a  Niall, el varoncito que vendría a hacer compañía a su hermana mayor. Connor explicó a Perl el proceso que su madre estaba viviendo y la alegría de la niña era enorme al saber que iba a tener un hermano del que cuidaría.

Hicieron algunos viajes juntos. Algún estreno de película en que la banda sonora había sido compuesta por Connor.  Alguna salida a algún concierto, cenas o comidas fuera de casa y poco más, constituía su vida diaria.  Los abuelos volvieron a Londres, esperando la llegada de su segundo nieto, ya que Eva no terminaba de decidirse a seguir el camino de sus hermanos.  Ya faltaba poco, el día del nacimiento se acercaba cada día más.  Connor comenzaba a estar preocupado ante la dificultad de Anya para moverse y al contemplar los cambios que su fisonomía estaba tomando.  Sabía que era temporal, pero no quería que ella pasase malos ratos, que por otra parte eran inevitables.

La amaba cada día más a veces ni él mismo se reconocía.  Subía de vez en cuando, sin que nadie se diera cuenta, hasta la galería de los retratos y se detenía ante la Dama de la rosa y mentalmente la daba las gracias por todo lo que había hecho por ellos, porque no tenía la más mínima duda, de que había intervenido en sus vidas. Aunque el retrato mostraba la imagen  original, algunas veces Connor la veía sonreír, pero se cuidaba de no  comentar nada a su mujer.  No quería sobresaltarla ahora que todo estaba en calma.

Una mañana llegó de su paseo un poco alterada y Madelaine al verla corrió a avisar a Connor

- Connor, ya llega, ya llega.

Para Connor era su primera vez, y comenzó a dar vueltas como si buscase algo, pero en realidad  estaba nervioso y sin saber lo que hacer.  Fue en busca de Anya, que en ese momento se apoyaba en un mueble soportando los primeros dolores.

- Anya, cariño  ¿ qué te pasa ?
- Connor lo que tenía que pasar.  He roto aguas en el bosque
- ¡ Dios mio !  Llamaré al médico para que envíen una ambulancia de inmediato.
- Cálmate mi vida.  Aún tardará, pero no pierdas tiempo y llévame al hospital en tu coche.  No puedo esperar.  Madelaine, por favor, recoge a Perl del colegio y avisa a mis suegros. Y ahora vayámonos a ser padres
- No entiendo cómo puedes estar tan tranquila en esos momentos - le comentó Connor desencajado
- No lo estoy, cielo.  pero alguien tiene que calmarse.  Y ahora, llévame al hospital, pero con tranquilidad, sin nervios, que aún falta un tiempo.  No creas que voy a dar a luz en el coche. Ojalá fuera así de rápido

Pero si lo era y ella lo sabía, pero no quería poner más nervioso a Connor, que había avisado ya al médico que debía atenderla.  Los dolores eran fuertes y bastante seguidos; no había tiempo que perder Liam llegaba con prisas.

Tres horas después, alumbraba a un varón tan hermoso como lo fue su hermana, aunque sólo ella podía establecer las comparaciones.  Connor lloraba abrazado a su mujer, que también lo hacía.  Todo había terminado y todo comenzaba en ese momento.  Habían traído al mundo una personita  hecha con amor supremo, lo mismo que fue hecha su hermana, aunque las cosas después se torcieran.  Pero ahora todo sería sencillo; ya eran una familia.  Ya toda la preocupación por el parto había terminado.  Iba a cuidarles con todo el esmero y amor del que fuera capaz. Nunca imaginó que él, el soltero impenitente, dueño de su vida y obra, fuera capaz de sentir tanta responsabilidad ante este ser tan diminuto que acababa de llegar al mundo, y tanto amor por la mujer que compartía su vida.  Que le hacía feliz minuto a minuto, día a día.  Ya no sería posible su vida sin ella.   ¿Cómo pudo vivir sin conocerla?  Su vida anterior le parecía anodina y aburrida, en comparación con lo que ahora tenía.  Su amor les desbordaba noche a noche, pero ahora dejaría pasar un tiempo hasta que ella se recuperase.  Se lo debía, porque ese momento de placer que habían tenido había dado origen, no sólo a una criatura, sino a la alteración total del organismo de su mujer.  La debía respeto y un amor y agradecimiento profundos, por haber creado ese hogar tan feliz.

Ya estaban en casa y Perl quería a toda costa tener a su hermano en brazos.  Connor con toda la paciencia del mundo le  hacía ver que Liam era frágil,  que debía dormir muchas horas, pero cuando tuviera que tomar biberón, sería ella la encargada de dárselo. Diríase que Perl, era el ojito derecho de su padre, o quizá quería resarcirse del tiempo que ignoraba su existencia.  Ahora la disfrutaba todo cuanto quería.  Algunos días la sentaba junto a él, en el piano y la niña aporreaba sus teclas  con el regocijo del padre y las reprimendas de la madre por consentirla tanto.

 Y pasó el tiempo y Liam daba sus primeros pasos y Connor tumbado en el suelo jugaba con ellos durante horas, bajo la mirada de su mujer que complacida les observaba. La parecía imposible que aquel hombre tan estricto se hubiera convertido en todo un padrazo con el que algunas veces tenía que pelearse por malcriarlos.  El sonreía y la decía


- La infancia pasa rápido, déjame disfrutar de ella porque crecen enseguida y poco a poco, sin darnos cuenta, se nos harán mayores y volarán solos.
- Tienes razón, pero estás criando a dos potrillos salvajes.¿ Yo seré el poli malo? No me importa. Tienes razón, disfruta de tus hijos.  En el fondo a mi me gusta veros a los tres
- ¿ Sabes que eres una mujer muy complicada?  Pero yo te adoro, te amo como eres, sin quitar ni poner nada: perfecta.  Eres el amor de mi vida, el que sin saberlo esperaba que llegaras y aquí estás.
- ¡ Oh Connor !  -  Se abrazaba a su marido y fundían sus bocas.

Eran rotundamente felices, aunque tuvieran sus discrepancias, pero todo se aclaraba a solas, en su dormitorio, y siguiendo el consejo que un día le diera Susan, en la cama.  Eso no fallaba nunca.

                                                         F    I    N

Autora:    1996rosafermu
Ilustraciones: Internet
Edición:  Octubre de 2018
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

La Dama de la rosa - Capítulo - 27 - La boda-

El gran día había llegado.  Todo estaba preparado y la empresa que se ocupó de la organización del evento, daba los últimos toques y revisaba todo para que estuviera en perfectas condiciones.  No siempre tenían oportunidad de preparar la boda de un célebre compositor con una gran fotógrafa, aunque ella hacía tiempo que había dejado la profesión.

Anya, ayudada por Susan y Eva, terminaba de arreglarse.  La peluquera y la maquilladora, ya habían realizado su trabajo.  Se miraba frente al espejo y al verse vestida de novia, de repente la entraron los nervios y la emoción.  Emoción que embargaba a las otras  mujeres.  Madelaine sentada en un sillón en la misma habitación, lo miraba todo en silencio, y se limpiaba de vez en cuando alguna lágrima de emoción. Quería mucho a Connor y había vivido en primera persona los encuentros y desencuentros de la pareja que hoy se convertirían en marido y mujer.  También asistiría a la boda.

Susan miró por un instante a Anya complacida del resultado, mientras Eva sonreía.  estaba guapísima, aunque hecha un manojo de nervios.

- ¿ Le gustaré, Susan ?
- Hija mía, le volverás loco.  Estás preciosa. Has de calmarte un poco
- Tengo ganas de llorar.  Soy tan feliz, y me parece todo tan irreal que a penas puedo contenerme.

Susan la abrazó como si lo hiciera con su hija, pues tal la consideraba.  Trató de calmarla advirtiéndola que iba a estropearse el maquillaje.  Llevaba un traje con el cuerpo  de encaje y los hombros ligeramente al descubierto en color blanco roto.  El tocado con el cabello recogido y el anillo de pedida.  Unos pendientes de diamantes  en forma de botón, que le habían regalado sus suegros y nada más.  No necesitaba ningún abalorio más.  estaba verdaderamente bella.

En la sala contigua  esperaba pacientemente el padre de Connor y sentada a su lado, la pequeña Perl que no entendía muy bien eso de la boda de sus padres.  Ya la tenían a ella, eso significaba que ya estaban casados.  Su mente infantil, al ignorar la verdad, no entendía de las cosas de los mayores, simplemente lo aceptó porque sería una fiesta enorme.

Cuando Anya fue a reunirse con su suegro, éste se levanto y se quedó mirándola fijamente.  Estaba sorprendido de lo bonita que lucía.  Siempre le pareció guapa, pero ahora, estaba especialmente  bella.  tenía un brillo especial en sus ojos y la suavidad de su rostro le daban una sensación etérea, frágil, aunque en realidad no lo era.

- Creo que debemos ponernos en marcha - dijo a las mujeres que no paraban de parlotear.- Pongámonos en marcha, debemos ser puntuales

A la puerta del Ayuntamiento estaba Connor y su cuñado.  Todo estaba preparado y perfecto.  Sólo faltaba la novia.  Debía aguardarla en el interior, y hacia allí se encaminaron, Se situaron en un extremo de donde estaría el alcalde,  que iba a casarles.  Constantemente miraba su reloj, y los minutos se le hacían interminables, aunque en realidad no era así.  estaba  nervioso e impaciente. Aún le costaba hacerse a la idea de que hoy, en unos minutos, sus vidas cambiarían para siempre.

  Que Anya sería su esposa y que ambos compartirían la vida.  La diría lo feliz que se sentía y lo que la amaba, pero eso lo haría cuando estuvieran a solas, después de que toda la parafernalia hubiese concluido. La diría que siempre había sido importante en su vida, a pesar de todo lo que vivieron, y lo seguirá siendo siempre.

Y de pronto, a una señal de la encargada del evento, una música suave y nada conocida para el resto de los asistentes, comenzó a sonar.  Era la música que Connor había compuesto para ella, sólo para ella.  Era una ocasión especial y deseaba que sonase durante la ceremonia.

Cuando entró en el salón del brazo de su padre, y precedida por su hija, a Connor se le hizo un nudo en la garganta.  Nunca había visto a una mujer más bella. Más natural, sin a penas maquillaje, ni joyas ornamentales, sencilla como era ella.  Estaba deslumbrante, hermosa y sus ojos quedaron fijos en los de ella, que esgrimió una sonrisa cargada  de emoción.
Le fue entregada por el padre que dió un abrazo a ambos, quedando la niña junto a Eva que era su dama de honor.  No habían muchos invitados; además de la familia algún amigo de Connor de los que ella conoció en la fiesta y el compañero de Anya de cuando trabajaba en la agencia, que sería el encargado de hacer el reportaje fotográfico.


Toda la ceremonia transcurrió como estaba previsto, y lo más emocionante fueron los votos que se hicieron ambos, porque ellos estaban emocionados.  Al finalizar y poner los anillos en sus dedos, Connor tomó su cabeza y la besó largamente, y ella enlazó su cuello devolviendo el beso.  Ya todo se había cumplido;  estaban casados, unidos de por vida sin que nada ni nadie pudiese romper ese vínculo sagrado para ellos.

Se miraban, ambos emocionados, y abrazaron a su hija que lo veía todo como si fuera un cuento de los que mama la leía antes de dormir.  Su mamá era una princesa, y su padre, el príncipe que había ido a rescatarla. Y a pesar de que no era lo mismo, algo sí tenía en común con el cuento.  Un hada venida de no se sabía donde, había acudido en su ayuda para unir al príncipe y a la princesa para siempre.

Y tomados de la mano, como era su costumbre, abandonaron el salón en donde se habían convertido en esposos.  Perl daba la mano a su padre.  Se la veía feliz y contenta, asombrada por todo lo que estaba viviendo.
Estaba también algún periodista para relatar el evento más importante del año en Castlefin:  se habían casado dos ilustres vecinos, y la noticia figuraría en primera plana del periódico del lugar..

La comitiva se dirigió hacia el hotel en el que estaba contratado el banquete nupcial; tomarían un aperitivo mientas Anya se cambiaba de ropa por un traje más ligero que el de novia.  Eva ni siquiera se ofreció a ayudarla.  Ahora tenía quién lo hiciera, y con malicia, dijo a su hermano

- No os entretengáis demasiado.  Os estamos aguardando

Connor se echó a reír y Anya bajó la cabeza con vergüenza ante el comentario de su cuñada, que adivinaba lo que seguramente ocurriría al desvestirse..  Pero estaba tan contenta y era tan feliz, que también terminó riendo lo mismo que Connor

Como imaginaba, Connor, la ayudó a cambiarse de ropa, y él haría lo mismo poniéndose un traje más ligero, pero antes de eso, tomaría a su mujer en brazos y la conduciría hasta la cama.  Ambos lo deseaban.  Sería su primera vez como esposos y nada ni nadie les privaría de ese placer.  Habían convivido antes, se habían acostado juntos antes de la boda, pero ahora todo era distinto.  Todo había cambiado .  Ahora se pertenecían legalmente, ya eran algo más que una pareja que se amaba, porque eso lo hacían  pero ahora se entregarían de forma distinta sabiendo que  transcurriría el tiempo juntos, sin miedos, sin dudas, nada más que con su amor.  Y la beso largamente, recreándose en su rostro y en las caricias que sus cuerpos recibían mutuamente.  Y la hizo el amor, a pesar de que esa noche sería su noche, la de ambos, sin prisas, sin pensar que alguien les esperaba para comer. Relajados, dando lo mismo fuera de día o de noche; tenían todo el tiempo para ellos solos para hacer lo que quisieran cuanto quisieran y cuando quisieran.  Perl se quedaría con los abuelos y ellos partirían hacia su luna de miel al día siguiente o al otro, daba igual.  Pero esa noche, la pasarían en una habitación del hotel en el que celebrarían su banquete de bodas.
 Pero además Anya, tenía reservada una sorpresa para su marido.  Dudaba en decírselo o dejarlo para más adelante, pero pensó que ésta era la noche, el día y que quizá debían estrenarse como esposos y algo más.

- He de decirte algo
-¿ Qué es ello ?
- Quizá no sea el momento más oportuno para tí, pero para mí creo que sí lo es
- Dímelo ya.  Me tienes intrigado.
- Verás.  Hace tiempo que estábamos conviviendo antes de casarnos y no siempre tuvimos cuidado. Vamos a tener un bebe. Aún falta mucho, pero quería que éste fuera mi regalo hacia tí, para que disfrutaras desde el primer instante la sensación de saber que has creado una criatura y que día a día ves como va tomando vida, lo que hicimos con tanto amor y entusiasmo.  Te perdiste a Perl, pero éste quería que lo supieras desde el momento mismo de su creación

Connor, la miraba y no decía nada.  Anya estaba desconcertada ante su reacción, pero de repente sonrió abiertamente al tiempo que la abrazaba fuerte contra su pecho

- Anya, es el mejor regalo que podrías hacerme. Ser padres de nuevo es lo que más adoro y lo sabes  ¿Tenías miedo de decírmelo? ¿ Por qué ? Sabes que adoro a los niños y más si son nuestros. ¿ Has ido al médico ?
- No aún no., es pronto.  Posiblemente sea un retraso, pero por los síntomas creo que no me equivoco.  De todas formas no te hagas ilusiones hasta que no se confirme.  Olvídalo de momento.. Deseo con todas mis fuerzas que sea cierto, que esperamos un hijo. A nuestro regreso si todo sigue igual, iré a mi ginecólogo .
- ¿ Que me olvide de ello dices? No, ni hablar. Será real, pero si no lo fuera, en nada cambia mi amor por tí.  Seguiríamos intentándolo una y otra vez, hasta que lo consiguiéramos.  Te quiero, esposa mía, con toda mi alma, con todas mis fuerzas.  Sólo Dios sabe cuánto te quiero.


Y la besó y la levantó en vilo, y la abrazaba una y otra vez loco de alegría.  Eran muchas alegrías a un mismo tiempo, en un solo día.  Y reían felices sin acordarse que les estaban esperando.  De momento, sería un secreto para ellos dos; ya habría tiempo de anunciarlo a los cuatro vientos.  Se besaron antes de salir, y cuando lo hacían, una suave brisa con olor a rosas les envolvió a ambos.  Sorprendidos se separaron del abrazo mirando alrededor de la habitación, pero no había nadie y las ventanas  estaban cerradas.  No se asustaron, simplemente se miraron y sonrieron. La Dama de la rosa les daba la enhorabuena.

La Dama de la rosa - Capítulo 26 - Como dos amigas

Eva y su marido,  también habían llegado, así que ya estaba toda la familia reunida.  Contentos, muy contentos por estar todos juntos y además al haber aumentado la familia con una personita que nadie conocía.  Anya estaba nerviosa, y no podía evitarlo por mucho que Connor, a solas le dijera que se tranquilizara, que todo marchaba bien y que sus padres y hermana estaban encantados de la vida.  No obstante, ella deseaba hablar con Susan y explicarle unas cuantas cosas.  Tenía miedo de que pensase que Perl no era nieta suya, sino que Connor la había adoptado por amor a ella.  Era un pensamiento que la mortificaba y que le impedía disfrutar al máximo lo que estaba viviendo.

Y aprovechó la oportunidad en que Connor fue a mostrar al resto de su familia el pabellón que también había sido remodelado para darle el uso que en un principio tuvo: el de invitados.

- Me reuniré con vosotros en un momento.- dijo a Connor
-Susan ¿ puedes quedarte conmigo ?
- Desde luego, querida
- Pasemos a la sala.  Quiero tener una charla contigo de mujer a mujer
- Estás muy trascendente.  No irás a decirme que te arrepientes de casarte
,. No, sino todo lo contrario.  Siempre habéis sido muy cariñosos conmigo y de repente os habéis enterado de que sois abuelos.  Cualquiera hubiera pensado que es de rebote, sin embargo vosotros habéis aceptado a Perl como tal.
- Porque es nuestra nieta, cariño.  Y si alguna duda tuviéramos nos bastó verla para comparar el parecido con su padre.  pero aunque así no hubiera sido, él te ha elegido como esposa, y por tanto eligió todo tu pasado con ello.
-No sabes el peso que me quitas de encima.  Podéis estar tranquilos, es hija de Connor.  pero deseo explicarte porqué no os habéis enterado hasta ahora de su existencia.

Y poco a poco, Anya fue relatando a Susan todos los avatares ocurridos en sus vidas y cómo Connor supo que era padre desde hacía tanto tiempo.  Se disculpó por ello, pero  también se justificó  al creer que Connor seguía casado y no quiso irrumpir en su vida.  Un accidente mientras le hacía un reportaje fue el modo en que se enteró de todo.

- Hija fuiste muy valiente al hacerte cargo, tu sola, de la niña.  Creo que las circunstancias jugaron en tu contra, pero ahora ya está todo solucionado y debéis olvidarlo y debemos perdonarnos todos, por lo ocurrido, porque todos tuvimos nuestra parte de culpa.  Connor nos lo ha explicado también.  Y ahora lo que deseo es que seáis felices y comencéis de cero olvidando todo lo pasado.

Anya se levantó y se abrazó a Susan llorando, mientras era abrazada también por su suegra.  Daba rienda suelta a todos los nervios que había pasado hasta poder decirle la  verdad y dejarles a todos tranquilos, aún a sabiendas de que lo estaban.

 Una vez se hubo calmado, Susan le habló abiertamente como si lo hiciera con su propia hija.

-Sé que  te criaste sin madre y por tanto, supongo que tendrás muchas dudas referente al matrimonio.  La convivencia de antes y los motivos que tuvísteis para romper vuestra unión, eso pertenece al pasado.  Deseo que os hagáis viejos como lo estamos siendo nosotros.  para mí eres hija también, y sólo deseo vuestra felicidad y la de la niña.  Los hombres a veces tienen debilidades y nosotras somos astutas, .  Lo que quiero decirte es que Connor es un hombre muy deseable y viaja; ahí va mi consejo:  siempre que puedas acompañale, no le dejes solo. Y si el deber como madre te lo impidiera, seducele antes de partir.
Las mujeres tenemos miles de trucos para retener a un hombre a nuestro lado ¿ crees que mi marido no ha tenido alguna vez la tentación ? No lo sé, pero pienso que sí. Lo cierto es que nunca me ha faltado en ningún sentido, pero yo también manejaba las artes que todas tenemos y que son infalibles, y sabes a lo que me refiero:  la cama.

 Connor te ama desesperadamente y ahora es plenamente feliz con vosotras.  Quiero que siempre que os vea se refleje en vuestras caras lo enamorados que estáis y lo felices que sois.  Es cuanto deseo y es por ello que te doy este consejo de alguien que lleva muchos años casada y que ha tenido que esgrimir, algunas veces, sus argucias para retener a quién amo y seguir siendo amada y deseada  por mi marido
- Susan, te prometo seguirlo al pie de la letra. No tengo experiencia y deseo hacerle feliz, porque ellos dos son lo más importante de mi vida, , quienes la dan sentido.
- Bien, cielo.  Ahora reunámonos con ellos o se van a pensar que ocurre algo malo


Ambas mujeres cogidas del brazo, se dirigieron al pabellón que les estaba mostrando un Connor pletórico, contento y feliz.  Al entrar en él, la primera mirada fue para Anya y después a su madre.  respiró aliviado, porque la sonrisa de ella le indicaba que todo había quedado claro y diáfano.

En la mente de Anya habían quedado impresas las palabras de Susan y los consejos que la diera.  Se había comportado como una verdadera madre con ella y la correspondería de igual modo.  Les apreciaba mucho; eran generosos y Connor les adoraba, motivo suficiente para que ella les quisiera también

miércoles, 31 de octubre de 2018

La Dama de la rosa - Capítulo 25 - Frente al cuadro

Se miraban uno al otro sonriendo felices, tomados de la mano sin atreverse a romper aquel encanto de estar juntos, y haberse amado durante gran parte de la noche.  De pronto la puerta se abrió y un terremoto de cabellos dorados entró corriendo, seguida de un cachorro: su mascota.  Rápidamente, se taparon sobretodo Anya, que no estaba acostumbrada a que su hija la viera desnuda y junto a su padre, por muy natural que fuera.  Se dió cuenta en ese momento, de que Perl lo hacía a diario para despertarla; se había olvidado por completo.


- ¡ Por Dios ! - dijo violenta por la entrada de la niña.-.  Un poco más y...
- Si, casi, casi.  Ha de acostumbrarse a vernos juntos de ahora en adelante., y ella lo aceptará con naturalidad, porque sabe que los papás duermen juntos
- Cielo, hemos de ducharnos y bajaremos enseguida a desayunar contigo.. Por favor dí a Margaret que enseguida bajamos.- dijo a la niña para cortar con la violencia que sentía.  No se atrevía a moverse de la cama, como en otras ocasiones hacía, pero ahora era distinto: la niña se extrañaría de que no tuviera ropa y su padre tampoco.  No tenía edad, aún, para entender ciertas cosas.

Y lo mismo que entró salió de la habitación.  Ellos se miraron y se echaron a reír.  No habían contado con que ahora no estaban solos, sino que había un diablillo suelto que les sorprendería en cualquier momento.  En lo sucesivo tendrían que cerrar la puerta con llave, para evitar sobresaltos..

Y como en tantas ocasiones anteriores, se ducharon juntos y juntos volvieron a sentir los placeres del amor.  Se abrazaban y permanecían así, juntos, durante unos instantes.  No querían desperdiciar ningún momento de su unión; les había costado mucho volver a juntarse y ahora no desperdiciarían ni un solo instante.  Bajaron cogidos de la mano y sonriendo felices.  En sus rostros se reflejaba la felicidad que sentían.  Y después, llevaron a Perl a dar un paseo.  Los tres eran una realidad, pero les parecía estar soñando. 


 Darían a la niña un par de días de vacaciones hasta llevarla al colegio, que hicieron los tres, y Perl hablaba con sus amigas y señalaba a su padre, por lo que dedujeron que la niña les narraba que había vuelto.  Los dos se miraron y sonrieron felices de ver contenta a su hija.  - 
-¿ Quieres hacer algo ? - la preguntó
- Sólo estar contigo. En cualquier lugar, donde tu me lleves, seré feliz

Decidieron dar un paseo y de este modo ver algún traje para  el día de su enlace. Después almorzaron en un restaurante  e hicieron tiempo hasta la hora de ir a recoger a su hija.

De nuevo se instalaron en la mansión y fueron días de trasiego, de nervios e impaciencia; volverían a dar marcha atrás al reloj de sus vidas, como si nada hubiera cambiado en ellas.  Volverían a vivir los gratos días pasados, pero ahora con amor renovado y más firme. Todo debía estar a punto para la llegada de los padres de Connor y para su próximo enlace.   Días de mucho trabajo, pero los dos juntos lo disfrutaban ordenando dónde querían que fuera cada cosa para que todo estuviera perfecto.  Como perfecto serían los dormitorios dedicados a los invitados, que ésta vez serían personas de su familia.  Todo a punto y en espera de que en unos pocos días ellos llegasen y al día siguiente, legalizaran su matrimonio, aunque por ellos ya estaban casados desde hacía mucho tiempo.


Perl se había quedado  asombrada al ver, por primera vez la mansión, y  que el piano del que le había hablado su padre era de verdad.
 Aunque ellas vivieron un tiempo en el pabellón , nunca habían vuelto a entrar en la  mansión, por tanto era todo nuevo para la niña.  El cachorro corría inquieto detrás de ella correteando por los salones y ambos subieron escaleras arriba para ver sus habitaciones, esas habitaciones que no conocía.  Abrió una puerta, y se encontró en la galería de los retratos.  Acompañada de su mascota, entró en esa estancia que llamaba su atención.  recorrió uno por uno los retratos de aquellas personas  tan antiguas y desconocidas para ella y sin embargo pertenecían a su familia.  Y recorrió todos, hasta llegar a uno que la resultó más familiar.  Una bella mujer, con una vestimenta distinta a los otros cuadros, y que tenía una rosa en la mano.  Frente al cuadro, Perl también sonrió y el perrito sentado a su lado, miraban la tela fijamente.  La Dama de la rosa giró la cabeza y la sonrió, con risa que la niña correspondió.

La voz de sus padres la llegaban desde la planta de abajo llamándola.  Hacía rato que la habían perdido de vista y sobretodo Anya estaba algo asustada


- No te asustes, mujer.  Estará por cualquier rincón de la casa.  Es muy grande y nueva para ella.  Vendrá en un momento
- Connor ¿ y si  se ha caído ?
- No, cielo. Hubiera llorado y nos hubiera avisado.

Y de pronto, ambos se miraron y al unísono subieron deprisa escaleras arriba.  Habían tenido un presentimiento, y no se equivocaron:  la encontraron delante del cuadro  de Elizabeth,.  Perl sonreía .  Volvieron la vista hacia el retrato y observaron que también sonreía.  Fué una fracción de segundo, pero los tres lo vieron con asombro. Salieron de su  incredulidad cuando Perl salió de allí seguida por su cachorro.  Anya y Connor se miraron y se abrazaron.  Era verdad, no habían sido imaginaciones suyas:  sonreía y la niña lo había visto también.  De no ser por los brazos fuertes de Connor, Anya se hubiera desplomado al suelo de un desmayo.  No volvieron a ver sonreir, a la Dama de la rosa, que permanecía seria en el cuadro que en su día, un pintor,  la inmortalizó en vida.    Nunca volvieron a mencionarlo y Perl tampoco, es como si nada hubiera pasado, pero sí había ocurrido y ellos lo sabían- 


Unos días después, fueron a recoger a sus padres ansiosos por conocer a  su nieta.  Al llegar al aeropuerto se quedaron contemplando la carita de Perl, y Susan no pudo por menos de exclamar

- ¿ Connor, es igual que tu !

La abrazó al tiempo que comenzó a llorar de emoción y alegría.
La niña les miraba con asombro y curiosidad ¿ Quienes eran esos señores que no conocía y que sin embargo la abrazaron con tanto cariño?  No eran como los abuelitos de sus amigas que algunas veces les recogían del colegio.  Eran los papás de su papá.  ¿ Y por qué lloraba la señora?. ¿ Por qué no la había visto antes?  No tenía más respuesta en su cabeza que seguramente vivían lejos, donde su papa trabajaba y no habían podido venir antes.

- Me gustan.  Me gusta que me abracen y me quieran.  Antes estábamos mamá y yo solas, y ahora de repente vienen mis abuelos y según están hablando tengo una tía que también vendrá.  Somos una familia grande ¿ Por qué mami nunca me ha hablado de ellos?  Los mayores son gentes extrañas que todo lo complican cuando es tan sencillo. Espero que algún día sepa todo este lío de familia-.
Se lo contaba a Bruno 2, mientras jugaba en su habitación.  Le encanta ese cuarto, tan grande, mucha más que el que tenía en la casa de mamá.  Papá le había comprado muebles nuevos y eran preciosos.  Muchos peluches y muñecos; una casa de muñecas en un rincón de la habitación. Y tenía una cómoda como la de su mamá y una cama más grande que la de Londres.  Todo era nuevo para ella y la sonrisa no se borraba de su rostro

- Es bueno que haya venido papá.  mamá está feliz y ríe por cualquier ocs.  Antes estaba siempre triste; le echaba de menos.  Quiero mucho a mi papa y a mi mama.  Y ¿ sabes qué ? Siempre me agarraré de su mano, así no se podrá marchar de nuevo..

Cada vez que salían, aunque fuera al colegio, Perl no se soltaba de la mano  de su padre. desde que había regresado y le había conocido. Es como si quisiera recuperar todos los años de ausencia


La Dama de la rosa - Capítulo 24 - La dicha recobrada

Como había dicho, Connor llegó a media tarde de realizar las gestiones pendientes, que fueron muchas y variadas.  Fue recibido por su hija corriendo hacia él con los brazos abiertos.  la niña se mostraba abierta hacia su padre, como si no le hubiera conocido tan sólo unas horas antes.El se agachó para recibirla con un abrazo y la entregó una caja no muy grande.  La niña se extrañó de aquél regalo que recibía, el primero   de  parte de su padre  en su  corta vida . .  Nerviosa lo dejó sobre una mesa y procedió a romper el envoltorio.  La caja se movía y Perl intrigada daba saltitos de impaciencia.  Anya miraba a ambos sin tener ni idea de lo que allí pudiera haber.  Al fin la niña lo abrió y se llevó las manitas a la boca para ahogar un grito de alegría

-¡ Es un perrito!
- Si.  De la misma raza que uno que tuvo mama y que se fue al cielo de los perros.  Se llamaba Bruno y mamá le quería mucho

Anya les miraba hacer , conectando los dos entre sí.  No existía el tiempo sin ellos, sin conocerse.  Era su día a día.  Como cualquier padre y cualquier hija que se conocen desde el nacimiento.  Cada momento que pasaba, la producía una inmensa emoción, porque nunca imaginó que las cosas resultasen tan fáciles como estaban siendo.
Perl no paraba de jugar con el perrito y el cachorro con ella; los dos se sentían absolutamente felices. Anya y Connor, sentados en el salón, les miraban sin pronunciar palabra, hasta que él rompió ese silencio

- He hablado con mis padres y no podían creerse que fueran abuelos.  Les he mandado una fotografía vuestra, de las dos, mientras dormíais en el hospital.  No lo podían creer.  La semana próxima estarán aquí para conocer a su primera nieta.  Mi madre rompió a llorar en el teléfono
-¿ Han quedado convencidos de que es tu hija ?
-Absolutamente.  Mi madre dijo que es igual a mi cuando tenía su edad.  No pienses más en eso. No hay duda por parte de nadie.  Y si no fuera mi hija, me daría igual porque ya la quiero
- Pero es que es tuya, y de ningún otro
- Lo sé. A mi no tienes que convencerme, y lo que digan los demás no debe importarte.  Hay otra cosa más
-¿ Has solucionado lo tuyo
- Lo mio está solucionado.  Llamé a mi ex; creí que sería una nota de cortesía.  Se alegró por nosotros, y sé que es sincera.  Ella anda con uno que es igual que ella en cuanto a forma de vida, así que están encantados.  Rescindí los contratos que tenía sin problemas.  Excepto uno en que ya están las entradas vendidas, la publicidad en marcha.. en fin, ese tuve que mantenerlo.  Será en Edimburgo, relativamente cerca de casa.
Como imagino que la casa estará cerrada, he contratado una empresa de limpieza para que mañana mismo la pongan al día.  Avisé a Madelaine que nos mudamos de nuevo. Me dijo que se alegraba mucho por todos, pero por nosotros mucho más. Por lo visto, según ella, estamos hechos el uno para el otro.  Después fui a una joyería y encargué nuestras alianzas y ésto
De su bolsillo extrajo un estuche y de él un anillo de compromiso con una fecha impresa en su interior: la del día de su nueva vida.  Porque comenzaban una nueva vida y un nuevo rumbo.

Anya dilataba la hora de tener que ir a la cama, y Connor se daba cuenta de ello, por eso tomó la iniciativ para que no estuviese nerviosa

- Creo que lo más prudente, es que duerma en el sofá.  Es bastante cómodo, y necesitas descansar y calmar los nervios que te tienen tan alterada.
- Nooo. ¡ Cómo vas a dormir en el sofá ! ¿ Quieres irte a tu apartamento ?
- No, y lo sabes.  pero también sé que no estás cómoda
- No es eso. Es que aún no he terminado de asimilar el cambio tan drástico que ha tomado nuestras vidas.
 -Quiero que estemos juntos, pero dame un poco de tiempo.  Sólo ten un poco de paciencia
- Te doy todo lo que necesites; comprendo que te sientas extraña, y sin embargo es de lo más natural.  Hemos convivido durante mucho tiempo, tenemos una hija y te he hecho el amor muchas veces, y aún así estás nerviosa como una recién casada. ¿ Y aún me preguntas si estoy seguro de que Perl es mi hija ? ¿ Deseas que nos acostemos juntos ?
- Si lo deseo
- Pues entonces, déja que lleve la iniciativa

La tomó en brazos y la condujo hasta el dormitorio, allí frente a él, comenzó a besarla y  acariciarla, y poco a poco, ella se fue relajando y rindiéndose al amor.  Todo era nuevo. Eso también;  había pasado mucho tiempo desde su último encuentro.  Le creía perdido para siempre, y sin embargo ahí estaba mirándola con ternura y tratando de apaciguar su desazón, que lentamente iba abandonando. Y como si fuera la primera vez, se miraban y se empapaban de ellos mismos.  No era un sueño, aunque lo pareciese, era real.  Se abrazaron y sus cuerpos, piel con piel, se unieron una vez más como si fuera un sortilegio. Las palabras brotaban de sus labios como en una competición de a ver quién amaba más al otro.  Pero los dos se amaban extremadamente, sin muros de contención, sin trabas, con ansias de amarse y recuperar todos los años en que habían estado alejados.

 Connor la miraba con éxtasis.  La maternidad la había hecho más  bella, más mujer, , más sensual, más redonda en sus formas, y también, pasados los primeros instantes, más desinhibida, como si de golpe hubiera tomado conciencia de que estaban juntos, se pertenecían e iban a casarse. No había tabúes, ni gazmoñerías eran tal cual lo sentían, ellos mismos, amándose y haciéndoselo notar al otro.  No querían separarse, permanecer así, enlazados, sintiendo el palpitar de sus corazones en el otro.

- Quiero ver tu cara.  Abre los ojos y mírame - la decía Connor observando sus reacciones - Lo quiero todo para mi. No tienes ni idea lo que he echado de menos el calor de tu cuerpo, la suavidad de tu piel, tu sensualidad.  Este, nuestro primer encuentro al cabo de tanto tiempo, ha sido inenarrable.  Nunca había sentido tanto placer como hoy, como ahora.  Con nadie más que contigo, y ha sido así desde el principio. Creo que lo he estado buscando todo el tiempo de nuestra separación sin encontrarlo, hasta ahora que lo he vuelto a vivir.
- Connor¿ de verdad me lo dices ? ¿ En serio te hago feliz ?
- Mi amor, más que nada.  Más que nadie.

Su realidad estaba allí a su lado, y en una habitación separada durmiendo plácidamente.  Esa era su vida, la que había buscado su alma solitaria y que por fin encontró junto a esta mujer que ahora permanecía tumbada encima de él, besando su torso, con besos suaves y dulces que le hacía transportar al infinito una vez más  e ir junto con ella hasta el mismo cielo.  

martes, 30 de octubre de 2018

La Dama de la rosa - Capítulo 23 -Un futuro de vida

Anya reclinó la cabeza sobre la cama de la niña.  Connor al otro lado, contemplaba los rostros de aquellas dos mujeres que eran lo más importante de su vida.  De una vida que hacía tiempo estaba en soledad, y que sin pensarlo, en cuestión de unas horas, había cambiado radicalmente.  Se detuvo en la carita de su hija; sonreía y movía los labios como si estuviera hablando, al tiempo que movía la cabeza  afirmativamente. En un momento dado, levantó una de sus manos como para coger algo en el aire.  No quería despertarla;  seguramente sería algún sueño que estaba teniendo.  Miró a Anya y ella dormía a ratos y otros tenía unos movimientos extraños como si algo la sobresaltara.   Su mano estaba apoyada en la muñeca inmovilizada de la pequeña.  Era curioso observarlas ¿Soñarían entre sí?

Estaban tan implicadas la una en la otra que seguramente ese sería el motivo.
Ni siquiera había tenido tiempo de llamar a sus padres.  Todo había sucedido muy rápido y tampoco era el lugar adecuado para dar explicaciones, lo haría cuando llegase a casa. Las horas pasaban lentas, tediosas, pero al fin
era de madrugada.   La paz reinaba tanto en la habitación como en el hospital. Se levantó de su asiento y dio unos paseos para estirar las piernas.  Se dió cuenta de que Anya sólo estaba con una blusa ligera y posiblemente sintiera destemplanza. La puso su chaqueta por encina de los hombros.  Ella tenía el sueño ligero y se despertó al sentir el calor de la prenda.  Sobresaltada miro al rostro de la niña que dormía plácidamente y vio que a su lado estaba él.  Ese había sido el contacto que la había despertado, pero también  recordó que había tenido un sueño y nuevamente era con su tía.  ¿ Por qué estaba tan obsesionada, o es que acaso se  había manifestado realmente?  Se incorporó y sonrió a Connor que acarició su rostro.

- Pensé que tendrías frío; perdón si te he despertado
- No, no.  No tengo nada que perdonarte, al contrario que estés aquí con nosotras y hayas sido tan delicado al arroparme.  Estaba en duermevela.  Desde que nació Perl, mi sueño profundo dejó de existir; el menor ruido me despierta.
- Ella está tranquila, no tienes de qué preocuparte.  Voy a ir a buscar algo caliente.  Tienes que estar destemplada.  No has comido ni cenado nada en todo el día
- Gracias, pero no tengo hambre.  Tú tampoco lo has hecho

Se miraron y en sus miradas no había ni enfado, ni rencor.  Sólo trataban de llevar esa situación a buen puerto.  Connor había declarado sus intenciones, y ella sabía que aceptaría.  Se habían vuelto a encontrar y era algo inevitable.  Y de pronto comprendió que eso era lo que , en sueños, su tía la estaba diciendo  "Ya no me necesitáis.  Seguid vuestro propio camino, el que ya os habéis marcado. Amaos  y sed felices.  Borrad todo lo ocurrido, porque todo estaba escrito y se ha cumplido ... "

El la miraba con curiosidad.  Tenían sus ojos fijos el uno en el otro, se miraban sin pronunciar palabra.  Ella se levantó de su asiento, y sin pensarlo,  y Connor no esperarlo, se abrazó a su cuello. El la rodeó con sus brazos, apretándola fuerte contra él.

- ¡ Cómo te he echado de menos" ¡ Cómo he añorado el contacto de tu cuerpo con el mio ! Sólo Dios sabe lo que te he amado; lo que he intentado olvidarte, pero ha sido imposible. Nunca, nunca, mis sentimientos cambiaron respecto a ti.  Creo que esperaba algún milagro, pero al mismo tiempo, mis esperanzas se evaporaban al ver cómo el tiempo pasaba y no nos encontrábamos en ningún sitio. Te he querido siempre, Anya, y eso no cambiará nunca, por mucho tiempo que pase. No estoy enfadado, haya pasado lo que haya pasado.  me siento satisfecho y feliz con la hija que tenemos. Es un regalo que me hiciste sin esperarlo y que no conocía, pero ahora, nada ni nadie va a separarme de vosotras.
- Connor.  Creo que toda mi vida te he estado esperando.  Deseo empezar de nuevo, desde cero, como si nuestra vida no hubiera tenido este paréntesis.  Volver a vivir tranquilos, queriéndonos. Dejaré mi trabajo.  Lo único que me interesa sois vosotros.  Volveré a hacer fotos de bodas y comuniones, esperando que regreses de tus viajes


- No mi amor, yo también renuncio a los conciertos.  Quiero vivir en nuestra casa en Castlefin donde fuimos tan felices. Quiero que seamos los mismos de entonces y amarte,  sólo amaros a ambas con todas las fuerzas que pueda tener. Hoy mismo anularé los contratos que tenga pendiente. No viajaré como no sea con vosotras.  Me dedicaré a lo que hacía cuando nos conocimos, desde casa.  Quiero tener tiempo para estar con mi familia y jugar con mi hija y con mi mujer.  Y ahora que estamos de acuerdo ¿ quieres casarte conmigo ? ¿ deseas ser mi mujer para el resto de la vida ?
- Si quiero.  Estoy destinada a ser tuya para siempre y así será. Quiero todo lo que has planteado.  Quiero mi vida contigo y con Perl. Quiero volver a sentir el aire del campo en mi rostro y el frío también,  porque así me acurrucaré junto a tí como hacia antes.  Quiero borrar estos años pasados tan tristes y tortuosos, excepto el tiempo en que supe que me habías engendrado una criatura y el tenerla. Ella me compensó de todo y fuiste tú quién lo hizo posible.

Interrumpieron sus confidencias, pues Perl se revolvía  en la cama.  Se despertaba desorientada, mirando a su alrededor., sin saber dónde estaba.  Aquella no era su habitación, pero de golpe se dió cuenta que allí estaban su papa y su mama, y entonces una amplia sonrisa iluminó su rostro.

- Papi, mami - les dijo extendiendo sus bracitos hacia ellos - Los dos, fueron hacia su cama para abrazarla. Ya eran una familia, estaban juntos y no se separarían nunca.

- Mi cielo ¿ te encuentras bien ?
- Si mami. Ya no me duele la cabeza y además mi hada ha estado conmigo casi toda la noche. Me ha traído una rosa, pero era invisible como ella.

Ambos padres se miraron con ojos alarmados, pero la pequeña estaba feliz y contenta.

-   Ese instante- , recordó Connor,-,  debió ser cuando extendió sus brazos al aire.para recoger la rosa que nos cuenta.  Hemos de hablar de ésto- le dijo a Anya
- No te alarmes.  Yo también he soñado con ella, aquí. Debió ser al mismo tiempo. Me habló, pero ahora no hablemos de ello, no delante de Perl

A mediodía la dieron el alta después de haberle hecho radiografía y encontrar que todo estaba en orden. Tendrían que llevarla a revisión, pero eso sería pasados unos días.  Los tres salieron felices y contentos. Perl llevaba a sus padres, cada uno a su lado.  No se lo podía creer:  su papá estaba con ella.

- Papa ¿ Mañana me llevarás al colegio?
- Tu ¿ lo quieres? Si es así no hay más que hablar.  Te llevaré y te recogeré, pero veamos lo que dice mama -.  Y mamá sonrió feliz observando la conversación entre padre e hija. Él se lo había dicho y tenía razón:  la niña admitía las situaciones sin preguntar nada, asimilando lo que ocurría y aceptandolo.

Cuando llegaron a casa salió a recibirles la señora encargada de cuidar a Perl, que se abrazó a ella revisando su pequeño cuerpo.  Había sido informada por Anya desde el hospital, pero ella quería comprobar que todo era cierto.  Anya recordó que tenía su coche aparcado en el Conservatorio y que habían ido al hospital en el de Connor

- ¿ Puedes recogerlo, por favor ?
-  ¿ Por qué me hablas con tanta ceremonia.  No acabamos de conocernos
- Probablemente si.  Esta va a ser una etapa nueva y diferente.  Llevo tiempo sin tener a nadie a mi lado a quién pedirle favores, así que no te extrañe que lo haga.  Será cuestión de acostumbrarse. ¿ Qué vamos hacer con  tu reportaje ?
- ¿ Pienso que habéis sacado las suficientes, y si así no fuera , vas a tenerme a cualquier hora del día y de la noche. Lo podríamos terminar aquí mismo.
- No.   Creo que habrán bastantes-, respondió ella.
- He de ausentarme durante un largo rato.  Iré  a la oficina para  anular todo lo que tenga pendiente. Y hablaré con mis padres de todo lo que ha pasado.  se llevarán una sorpresa increíble
- Sé que tienes que hacer cosas.  Yo también hablaré con el estudio y cuando la niña esté mejor,  me pasaré por la oficina para presentar mi dimisión
- Te lo has tomado muy en serio
- Todo lo serio que requiere mi familia, ya te lo dije.
- Hay otra cosa pendiente, pero creo que debemos hablar de ello cuando estemos solos, cuando Perl se acueste esta noche.  Hay algo que me intriga por casual y porque no es la primera vez que ocurre. Me refiero a La Dama de la rosa
- Sé a lo que te refieres, pero lo hablaremos a solas.
- Bien, pues ahora he de solucionar varias cosas.  Quizá no llegue a tiempo para la hora de la comida; ya sabes que estaré realizando varias gestiones.  Esta noche...   ¿ tienes cama para uno más ?
- No, pero creo que eso no importa.  Mi cama es amplia.  Cabremos los dos.

Connor sonrió llamó a su hija para despedirse y después besó a Anya.  Iban a tardar horas en volver a verse, pero les parecería una eternidad.

lunes, 29 de octubre de 2018

La Dama de la rosa - Capítulo 22 - Una niña preciosa

Impacientes entraron en la habitación.  Perl gimoteaba llamando a su mamá, mientras una enfermera trataba de calmarla.  Connor desde la puerta  contemplaba aquel cuerpecito,  menudo que lloraba extendiendo sus brazos a la madre que también lloraba de emoción.Ambas permanecían abrazadas.  La enfermera salió de la habitación dejandoles a solas.

- Ya cariño, ya estoy aquí.No me iré, estaré contigo.
- Mami me duele la cabeza
- Lo sé mi amor, pero no pasa nada enseguida se te calmará. ¿ Por qué te tiraste del columpio cuando jugabas?
- Una niña me gritaba que no tengo papá, que nunca viene a recogerme
-.¡ Oh cielo ! pero tu sabes que eso no es verdad.  Todos tenemos un papa y una mama.  El tuyo está trabajando muy lejos, pero ya verás como algún día te recogerá en el colegio.  No hagas caso a esas niñas que no saben nada de nada.

Besó su frente y acariciándola la niña entornaba sus ojos para dormir.  El calmante comenzaba a hacer efecto.  Anya no dirigió la mirada hacia Connor que había escuchado la queja de la niña.  Estaba allí, de pié en el umbral de la habitación y ni siquiera se atrevía a ir al lado de su hija. Le emocionó lo que dijo y pensó que sería un choque algo fuerte para ella.  No sabía lo que hacer..  Había   escuchado el diálogo entre madre e hija, y la emoción atenazaba su garganta al escuchar la tenue voz de la niña explicando a su madre el porqué se había  tirado  del columpio, para enfrentarse a esa estúpida niña.  ¡ Cómo recuperar el tiempo perdido ! Ni siquiera sabía que la estaba viendo en ese momento; que la estaba escuchando cómo se había lastimado por defenderle cuando nunca le había visto y ´el,  no conocía su existencia.  Nunca imaginó que aquella noche, la última que estuvo con ella, tuviera tanta repercusión en sus vidas, en la de los tres.  Porque ahora que la había conocido, era imposible no quererla y no contarla que su padre había venido a verla, que estaba allí para cuidarla y protegerla.  para que nunca nadie se vuelva a burlar de ella.

No podía permanecer al margen y avanzó unos pasos, hasta Anya, que  se dió cuenta de que él estaba allí. Seguramente había escuchado lo dicho por la niña ¿ Cómo reaccionaría ?  Ella tenía los ojos húmedos después de conocer el motivo de su accidente.  Connor se arrodilló al otro lado de la cama y tomando la mano de la niña la dijo a sabiendas de que dormítaba

- Bien ¿ no querías que viniera, pues aquí estoy. y no voy a marcharme nunca.  Y te llevaré y recogeré del colegio para que tus amiguitos vean que si tienes un padre que te quiere.
-¿ Tú eres mi papi? - le dijo la niña adormilada
-Si, lo soy
- ¿ Por qué has tardado tanto ? - respondió.  El no supo que responder y entonces fue Anya la que acudió en su ayuda
- Sabes mi cielo, papa es músico igual que quieres ser tu de mayor. Es de esos músicos que dan conciertos y tienen que viajar a otros países y no pueden estar con sus hijitos, pero les quieren mucho, como papá a ti
.- ¿ Tú eres músico ? - le dijo la niña sonriendo y a Connor se le disparó el corazón
- Si lo soy y cuando te pongas buena, te enseñaré a tocar el piano
- ¿ En serio ?
- En serio- respondió el
- Mami, ¿papá es el señor importante que me dijo mi hada?
- Si cariño, es él.

La niña de pronto abrió los ojos clavandolos en él. Ya no quería dormir, ya no la dolía nada.  Su papa estaba allí con ella   Comenzó a charlar con ella y al cabo de un rato, se quedó dormida.  Aprovecharía ese momento para hablar con Anya.  Estaba dolido, emocionado y enfadado, todo ello en uno. Ni la niña ni él  tenían culpa  y sin embargo estaban pagando las consecuencias

-¿ Y crees que yo no las he pagado?  Era una situación nueva para mi y estaba sola, completamente sola, sin nadie a quién recurrir ni que al menos me dijera cómo tenía que cuidar a mi hija.  recuerda que os llamé, a todos, pero nadie respondió.  La culpa es de un cúmulo de circunstancias.  Además estás casado ¿ cómo crees que puedo decirte algo así ? Rompería tu matrimonio
- Mi matrimonio está roto y acabado desde hace mucho tiempo.  Yo no supe nada, de lo contrario  ¿crees que te hubiera dejado sola ?

- ¿ Me hubieras llevado  a vivir a tu casa con tu mujer?  No seas iluso. Las cosas pasaron así porque tenían que suceder.
- Ahora ya lo sé todo ¿ Qué vamos a hacer ?
- Yo seguir como hasta ahora, desde luego
- Pero ya no puede ser.  No es lo mismo.  Tengo algún derecho.  Quiero ver y estar con mi hija.  Me he perdido muchas cosas de ella, pero ahora quiero estar presente en su vida
-  Nunca te negaría el que la vieras.  Puedes hacerlo siempre que quieras. Además ahora te ha conocido.  La has contado historias y eso es importante para su mente infantil.  No sería capaz de separaros, pero ¿ y tú ?   Tu vida lleva otro camino distinto al nuestro y ella no va a comprenderlo.
- Pues hagamos que lo vea. A propósito ¿ que son esas fantasias de un hada ? ¿ Tiene algún amigo invisible?
- No en absoluto, tiene visitas nocturnas.  Las mismas que tuvimos nosotros hace años
-¿ Me estás diciendo que ...?
. Si, lo que estás pensando
- No sé que quieres decir, pero me opondré a todo lo que haga sufrir a mi hija
- No sufre por ese motivo, al contrario no la perturba en absoluto.  ¿ No crees que también es mía ? Además,  -no sé si estás convencido de  que eres su padre..  Puedes pensar perfectamente que he estado con otro hombre,  que me dejó preñada y quiero hacer ver que es tuya
- Pero yo sé que no es así.  Que no ha   habido ni hay nadie en tu vida, nadie más que yo.  Y que esa niña es mía lo mismo que lo eres tú.  ¿ Qué nos pasó ? ¿ Por qué fuimos a Londres? Vivíamos plenamente felices en el campo sin complicaciones. Nos teníamos el uno al otro, y por el dichoso trabajo de cada uno, nos distanciamos y termino con lo nuestro que fue y es muy especial.  Fuimos estúpidos y torpes, a partes iguales los dos.  Debimos defender nuestro amor contra todo y lo perdimos sin darnos una tregua.  Te sigo amando como en aquel entonces, y ahora además tengo por lo que luchar por ti y por ella.  Volvamos a darnos otra oportunidad.  Casémonos e iniciemos una nueva vida.  Renunciaré a los conciertos y volveré a trabajar en casa como antes y estaremos los tres juntos siempre.  Cuando hable con mis padres esta noche, se lo contaré todo.  No quiero más secretos entre nosotros ¿ Qué me dices ?
- No puedo contestarte ahora.  ha sido todo muy rápido.  Esta mañana estaba dispuesta a contártelo todo, pero las cosas se han precipitado y ahora no soy capaz de razonar
- Pero ¿ me sigues queriendo? ¿ Me quieres como para estar juntos siempre? ¿ Cómo para darle un hogar a nuestra pequeña e incluso aumentar la familia ?
- Corres mucho y muy aprisa.  Tengo que meditarlo; referente a la niña, te lo he dicho podrás verla siempre que quieras, pero lo nuestro...  es más difícil
- No lo es si nos seguimos queriendo.  Te lo repito por segunda vez ¿ me quieres ?

Anya bajó la cabeza y apretó los labios para no dejar escapar la respuesta que tenía en la boca.  Siempre le había querido, con tanta fuerza que la ahogaba .  Pero él había amado a otra mujer de la que dice se ha separado.  ¿En verdad la sigue amando o es una excusa para no estar solo.?  Tenía que pensar en ello.  Todo había ocurrido de forma acelerada, de improviso , y por un lado el si quiero se le escapaba, pero por otro, pensaba que ahora no estaba sola, que había una personita que pagaría las consecuencias si lo de ellos no funcionaba.  Estaba nerviosa.  Daba vueltas y más vueltas sin decir nada porque estaba asustada.  No esperaba que ese día terminara de la forma que lo estaba haciendo: su hija en el hospital, Connor a  su lado sabiendo que es el padre de la niña, y al mimo tiempo pidiéndola en matrimonio.  Tenía que pensarlo, pero su corazón fue mas rápido que su cerebro y precisamente por su hija, porque añoraba a su padre, abrió los labios y dijo

- Si

No pudo decir más porque unos brazos fuertes que tanto había echado de menos la rodearon y unos labios ansiosos, sellaron los de ella.

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