sábado, 8 de mayo de 2021

El jefe - Capítulo 23 - Excusas

 Las horas pasaban. El té de la tarde se convirtió en cena y Anthony aún no había llegado. Le había llamado a su teléfono personal, y estaba desconectado. Él nunca hacía eso. Miraba el reloj una y otra vez como si los minutos no corrieran.

Jeremy no se atrevía a dejarla sola, a pesar de que, estaba seguro , que eso es lo que deseaba. Ya eran las once de la noche y Anthony no había regresado. Decidió acostarse; Jeremy también hizo lo mismo.

Trató de leer. Volvió a llamarle, pero nada servía. Rayando las doce, sintió los pasos de Anthony por el pasillo que conducía a su habitación. Apagó la luz para que creyera que estaba dormida.

Él entró, y se dirigió hacia la cabecera de la cama por el lado en que ella dormía. Se sentó despacio a su lado y contemplaba su rostro con una dulce sonrisa. Suavemente acarició su cabeza y depositó un beso en su frente.

Rose deseaba abrazarse a él. La seguía queriendo, o ¿ era el remordimiento de conciencia lo que había hecho que obrase de esa manera? ¿ Debía fingir que se había despertado? No, mejor permanecer así. Comprobaría si el se comportaba como siempre o había alguna variación.  Pero no la hubo. Se acostó y como siempre se acercó al cuerpo de su mujer, acarició su vientre y la besó en la cabeza, pasando su brazo por la cintura de ella y enredando su pierna en las suyas, suavemente. Un "buenas noches, descansa", muy quedo, fue su saludo hasta el día siguiente.

A ella se le saltaban las lágrimas ante la ternura de su marido ¡La quería! ¡La quería! Sólo había sido una casualidad. Trató de darse la vuelta, pero él ya estaba dormido y no quiso moverse para no despertarle. Al día siguiente sería la hora de aclarar lo vivido el día anterior. Quizá ella se había precipitado al juzgarle, no obstante quería una explicación. 

Se levantó a la misma hora de siempre. Hizo lo mismo de cada día. Aparentemente nada había cambiado, pero a ella la mortificaba la escena vista en el restaurante el día anterior. Lejos de aclarar sus dudas, volvían machaconamente a su cabeza. No era en sí el encuentro,  pero si el gesto de su mano apretando la de ella encima de la mesa. Su teléfono  fuera de línea  su tardanza en regresar a casa... Eran demasiadas cosas para ser casual.

Estaba desayunando cuando Anthony apareció tras ella. La besó en la cabeza como hacía siempre antes de desayunar, al tiempo que apretaba suavemente su hombro. Aparentemente nada había cambiado. Jeremy no había bajado, sin duda pensó que sería mejor que ellos aclarasen sus ideas sin testigos.

Comenzaron una conversación trivial. Rose trataba de contener la pregunta que la quemaba en los labios, pero seguía relatándole  todo lo realizado en día anterior: las compras del ajuar del apartamento de Jeremy.

— Me llevó a ver su apartamento. ¡ Me encantó ! Además está cerquita de nuestra casa. Después fuimos a comer. Me invitó en un restaurante fabuloso del que hacía, según dijo,  tiempo no iba. ¿ Cómo se llamaba...? ¡Ah, si ! The Ledbury

Anthony seguía escuchándola mientras desayunaba sin inmutarse a todo lo que ella le contaba. Rose esperaba que hiciera algún comentario por haber coincidido ambos en el mismo lugar y a la misma hora. Pero él siguió como si no hubiera estado allí. Y eso la hizo cavilar: su instinto no la engañaba: había algo más que un simple encuentro casual.

No perdía ni un solo detalle de su rostro que permanecía impasible, pero ella no lo soportaba. No quería perder los nervios y decidió seguir otra táctica ¿ Quería en verdad que declarara su culpa? ¿ O ignorarlo?

No lo sabía. Hizo una pausa en su relato para comprobar si él seguía el hilo de su comentario. Como sospechaba, la oía, pero no la escuchaba, y eso la enervó.

— ¿ Por qué no me contestas?

— Perdón, estaba distraído

— Eso ya lo veo. No has contestado a mi pregunta, y eso me hace pensar que lo que pienso es cierto

— Y ¿Qué es lo que piensas si puede saberse?

— ¿ Me estás poniendo los cuernos?— Anthony soltó la cuchara de golpe que retumbó en el plato y, mirándola fijamente dijo:

—¿ Qué? ¿Te has vuelto loca? No tengo ni idea a lo que te refieres, y no, nunca lo haría ¿A qué viene esa historia?

— Viene a que ni siquiera te ha extrañado el comentario de que ayer estuviéramos ambos en el mismo restaurante a la misma hora y tu estuvieras con Julie. A eso viene. Pero ya veo que mis sospechas son ciertas. ¿ Dónde está el anillo?

Consiguió que Anthony perdiera por un momento la compostura. Se puso algo nervioso, aunque se recompuso de inmediato

— Me imagino que en el lugar en donde lo guardaste. ¿ Crees que tengo un lío con ella? ¿ Te has vuelto loca? No te cambiaría por nada y por nadie ¡Vamos a tener un hijo! ¿En serio crees que salgo con ella? Pues no es cierto. Simplemente llamó a la oficina para pedirme consejo sobre unas inversiones. Hace tiempo fue importante para mí y creí , por cortesía, invitarla a comer y charlar de lo que la inquietaba. En verdad se nos hizo muy tarde, pero no hubo nada más. Ciertamente se hizo tarde y desconecté el teléfono para que no nos interrumpieran


— Me molesta muchísimo que pienses esas tonterías. Estoy preocupado por cosas del trabajo y por eso es que a veces me distraigo. Sólo por eso. Entre Julie y yo, no existe más que un recuerdo, conflictivo, es cierto, pero ya quedó atrás. Hoy tampoco vendré a comer; estaré en la oficina por si necesitas espiarme. Francamente nunca pensé en estas argucias de mujer celosa. Creo haberte dado señales de que lo eres todo para mi. Las cosas son más sencillas de lo que parecen ¿ Por qué no te acercaste a la mesa ? Te la hubiera presentado.

— ¡Iba con Jeremy! ¿Cres que hubiera sido oportuno? Déjalo estar.

— No, no puedo dejarlo estar. Ahora estaré violento cada vez que me retrase. No seas una mujer celosa, porque eso sí no lo soporto. Quiero pensar que es motivado por el embarazo. Estés como estés, gorda, flaca, alta, baja, rubia o morena, como estés , eres el centro de mi vida. Tú y el bebé que viene sois lo más importante para mi. Cuando tengas algún pensamiento extraño, llámame enseguida. No quiero que estas situaciones se prolonguen más que lo que dura una llamada de teléfono. Y ahora, ven aquí.

La abrazó con ternura. Ella le pidió excusas por haber dudado de él y besándose, se despidieron.

El quid estaba en el anillo ¿ Por qué se empecinaba en algo tan nimio? No tenía lógica, pero tanto para él como para ella misma, ese simple objeto era importante, había sido importante en sus vidas por el destino que hubiera tenido. De nuevo rebuscó entre sus cosas, y lo encontró fuera del sitio en donde creía haberlo dejado. No cabía duda de que se había equivocado, ya que  la discusión con su marido  había sido en el comedor y él no se había movido de su lado.

¿ Y si todo lo explicado por él fuera tan sencillo como eso? Seguía siendo importante para él, ella y su hijo. No existía amor más grande.

De repente las ganas de llorar volvieron a su ojos. Se había equivocado al juzgarle y lo lamentaba, pero al mismo tiempo sentía alegría y una gran paz. Saldría a dar su paseo habitual. El médico se lo había recomendado especialmente, y hoy se sentía feliz y emocionaba. Porque sus lágrimas no eran de dolor, sino de emoción y profundo amor por él.


DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS / COPYRIGHT

Autora: rosaf9494quer

Edición< Mayo 2021

Ilustraciones: Internet

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