miércoles, 16 de enero de 2019

Te esperaba - Capítulo 30 y último -Te presentí, te esperé, te amé

Y sin salir de su asombro, recorrió de la mano de Robert todo lo reconstruido bajo su patrocinio. Se detuvo en el antiguo dispensario, que ahora era un edificio blanco, más grande, luminoso, con habitaciones para los enfermos, quirófano equipado  con todos los aparatos más modernos ,  con todas las condiciones que puedan  tener los de las ciudades. Y entonces entendió la ayuda de Agneta, y con un abrazo la dio las gracias.  Estaba maravillada;  en nada recordaba al antiguo y pobre dispensario. Y se deleitó en el colegio alegre y también blanco.  Y en la guardería para niños de todas las edades, decorado con grandes muñecos de colores alegres.  No hablaba, sólo miraba y sonreía a su marido.  Tomaron una copa de vino y brindaron por lo conseguido.  Y  después poco a poco cada uno se fue retirando para dejar al matrimonio que disfrutara de su obra y cambiara  impresiones de todo lo vivido.

La antigua casa en la que viviera años atrás, había sido remodelada para Carmen, para que tuviera libertad de movimientos y estuviera  muy cerca de la de ellos. Robert hizo construir un chalet totalmente blanco y con el tejado igual a los del lugar.  Hizo un pequeño jardín a la entrada y en la parte posterior, una especie de parque para que jugaran sus hijos y sus amigos.  Agneta viviría provisionalmente en la casa de Carmen y ellas se quedaron con los niños para que sus padres estuvieran solos en esa noche tan especial.  Y a la mañana siguiente, Robert se incorporó al hospital.  Los niños a la escuela y guardería y Emma comenzó a organizar  su hogar, como cualquier ama de casa.  Estaba total y absolutamente feliz.  No durmieron mucho esa noche.  las emociones vividas y su amor platónico hicieron todo lo demás.

Tenía las ventanas abiertas de par en par, y con los ojos cerrados y sonriendo, recibía la suave brisa que llegaba del exterior, y percibía el olor a dama de noche y el sonido de los pájaros multicolores que poblaban los cercanos árboles.  Creía estar viviendo un sueño maravilloso del que no quería despertar.  ¿ Cómo había podido dudar alguna vez de que Robert no la quisiera? ¿ Acaso todo aquello realizado  no era una prueba de amor ?  Sintió en ese momento que quería verle y darle un beso.  Lo dejó todo empantanado y corrió hacia el consultorio para verle aunque fuera sólo un instante.  Su esposo era el mejor hombre del mundo que no sólo pensaba en su familia, sino en la de los demás.  No la importó que sus ahorros se vieran seriamente mermados; no necesitaban más.  Allí lo tenían todo, y muy especialmente, le tenía a él.  Al amor de su vida, al hombre que había estado esperando  siempre.  Al que esperaba ansiosa que cada día se produjera el milagro de amarla.  Tuvo que ocurrir un desastre, para que se diera cuenta que ella estaba allí esperando una palabra de amor.  Un amor que con creces había recibido.

Al entrar en el dispensario, todas las personas que aguardaban  su consulta, la saludaron cariñosamente,  la recordaban a pesar del tiempo transcurrido; en sus  palabras de afecto no sólo recordaron aquél suceso, sino que expresaban el agradecimiento y la suerte que habían tenido con tenerles allí.

Robert estaba haciendo un descanso en su consulta cuando sintió que la puerta se abría de nuevo y una Emma explosiva de amor y felicidad, corría hacia él, le abrazaba y le besaba.  El correspondió a esa explosión de afecto por parte de su mujer; no lo esperaba, pero su corazón revoloteó de alegría.  La miraba a los ojos detenidamente, porque ellos eran su termómetro para saber cómo estaba su ánimo, y la vio más feliz y contenta que nunca. ¿ Cómo había dudado de ello? Habían puesto los cimientos de un nuevo hogar en aquel lugar, y entonces pensó que ya era hora de tener otro hijo, y que naciera en aquellas tierras que tanto amor y paz les había dado.  Ahora no era el momento, puesto que tenía que seguir visitando enfermos, pero en esa noche, a solas se lo plantearía a Emma.

Había tenido suerte en encontrarla, aunque nunca pensara que aquella chica tímida y huidiza que iba casi siempre a la sombra de su hermana, se convirtiera en el verdadero amor y motor de su vida.  Hizo una elección perfecta al elegirla como esposa, y hasta pensó que el espíritu de Lissa la puso en su camino, en aquel día aciago en que la echó del quirófano sin saber de quién se trataba.  A partir de entonces, por una causa u otra, nunca pudo deshacerse de su recuerdo.

Acarició el rostro de Emma, beso nuevamente sus labios y con una amplia sonrisa  hizo que saliera de la consulta

- Haz el favor de no ser tan juguetona: estoy pasando consulta. Márchate ahora mismo de aquí y guarda todo tu ímpetu para esta noche.  Te propondré un trato
- Dímelo ahora - pidió Emma
- No, ni hablar, porque sé cuál será el final.  Necesitamos estar a solas para lo que he de decirte. No te alarmes no es nada malo, al contrario, contigo será extraordinario

Ella le abrazó de nuevo y salió como un torbellino lo mismo que había entrado. Y esa noche Robert la propuso ampliar la familia y ella aceptó encantada y se pusieron manos a la obra.

Agneta y Patricio formaron también su hogar en la capital de Guatemala.  Allí ella ayudaría a su marido  en labores administrativas.  Hablaban a menudo con sus amigos de Santa Rosa y se veían en vacaciones y fue en una de ellas, cuando Emma se puso de parto de su tercer hijo, otro chico que llevaría  por nombre Fernando, en agradecimiento a la tierra  que les acogió y en el que fundaron su hogar.  Al bautizo fueron invitados todos los habitantes del lugar y en el campo cercano al pueblo se hizo una gran barbacoa y hubieron  juegos para todos los niños del lugar y la armonía y la alegría reinaba entre todos ellos.  También Agneta y Patricio estuvieron presentes,.   Robert puso a su disposición el helicóptero para que  asistieran.  Y  ese aparato,  fue el último equipamiento que le faltaba a ese lugar que para ellos representó tanto .  Hubieron de habilitar una vivienda para que el piloto  viviera con su familia, que se integró perfectamente entre todos ellos.

Sentados en el porche de su casa.  Robert,  posado su brazo sobre el hombro de Emma, contemplaba el atardecer  del verano, mientras ella amamantaba a Fernando.  El miraba el horizonte limpio, hermoso, diáfano y después besaba en el cabello a su mujer que reclinaba su cabeza en el hombro de él.  Habían construido un hogar perfecto, feliz, tranquilo, reposado.  Con unos hijos preciosos que crecían sanos y fuertes,  mezclándose con los hijos de los campesinos, tal y como deseaban sus padres: que apreciasen al ser humano por lo que era no por su lugar de nacimiento ni por su situación en la vida.

- Te quiero Emma.  La espera mereció la pena.  Gracias por haberme amado y haber dado estabilidad a mi vida, y por darme  una familia maravillosa.
- Amor, lo hemos hecho juntos, porque ese era nuestro destino y así será hasta el fin de nuestros días.

Se besaron contemplando al pequeño Fernando que, pegado al pecho de su  madre se había quedado dormido con los últimos rayos del sol.gualtemalteco.

Visitaron Londres tiempo después, pero su estancia fue más corta de lo que en un principio planificaron.  Echaban de menos los colores, el aroma y el paisaje de su nueva tierra. Y tardaron muchos años en repetir la visita, y lo hicieron cuando sus tres hijos ya eran mayores y habían tomado por sí solos su camino en la vida.  Su lugar en el mundo era otro y a él regresaron.


                                                            F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Edición:  Octubre de 2018
Ilustraciones:  Archivo de 1996rosafermu
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS


Te esperaba - Capítulo29 - Retomar la vida

Desde el aire divisaron la capital: Guatemala.  Ya estaban casi en casa.  A Emma le golpeaba el corazón al pensar que volvería a ver a todas las personas que quedaron allí de las que no  pudo despedirse  cuando el accidente. Supo por Robert, los esfuerzos y tristeza que habían tenido todos al pensar que la habían perdido.  Una extraña emoción la embargaba y apretó la mano de su marido sonriéndole y con los ojos acuosos.  Quería transmitirle la satisfacción y contento que sentía por haber tomado esa decisión.  El la miraba también emocionado; nunca imaginó que recibiera la noticia y compartiera su idea, con tanta aceptación.  Estaba visto que nunca terminaría de conocer a su mujer.

En la terminal les esperaban Patricio y Agneta.  Y de inmediato Emma supo el cambio de ella y quién lo había motivado.  Eso significaba que habían estado allí en su último viaje ¿ por qué Robert omitió ese detalle?  Daba lo mismo.  Estaba tan contenta, que no se pararía a pensar  en esas minucias.  habría tiempo de explicar todo, cuando hubiesen llegado a su destino y todas las emociones se calmasen.

Pero su viaje no terminaba en el aeropuerto de la capital, sino que un minibus les esperaba y  los seis se disponían a seguir  la segunda etapa del viaje.  Pero no estaban en  una carretera, sino circulaban por  una avenida que salía fuera de la ciudad y les llevaba hasta un helipuerto.  ¡Cómo había cambiado todo durante los años de ausencia!  De momento no tendrían huracanes, o lluvias torrenciales, ni ningún otro cataclismo que  irrumpiera en sus vidas.  Estaba cada vez más nerviosa por llegar y abrazar a sus amigos. Los niños no apartaban los ojos de la ventanilla.  Era un paisaje  desconocido del que sus papás ni siquiera les habían hablado.  Todo era nuevo para ellos.  Para Emma, también. Robert sonreía de felicidad mirando a Patricio y a  Agneta , como diciendo  "veréis  cuando lleguemos ".  Respiraba tranquilo al quitarse ese gran peso de encima.  Lo que viniera a continuación  sería lo mejor.  Se sentía pletórico y feliz y constantemente acariciaba la mano de su mujer que había depositado sobre su rodilla.  Ninguno hablaba;  esperaban con expectación la reacción de Emma a su llegada a Santa Rosa.

Agneta y Patricio frente a ellos.  Emma los niños y Robert en el lugar destinado, charlaban tratando de aplacar sus nervios, cuando las aspas del helicóptero comenzaron a rotar, señal de que de nuevo emprendían el vuelo hacia su destino.

El paisaje pasaba ante ellos en todo su espléndido verdor.  la vegetación, las flores que adornaban el paisaje, hacían que sus corazones latieran más aprisa.  Todo era nuevo para Emma y por supuesto para los niños, que curiosos preguntaban a su padre lo que era lo que veían.

Y de pronto un paisaje de verde vegetación y flores multicolores, salpicaban un conjunto de casas unas  de fachadas blancas, pero también otras de distintos colores, alegres como sus gentes, .con los tejados de arcilla rojiza, tipo colonial que ella desconocía. Abría mucho los ojos, cuando se dió cuenta de que el helicóptero reducía su velocidad y poco a poco descendía hasta una amplia zona asfaltada lejos de las casas.  Desde el aire había visto los edificios que no reconocía.  Se fijó en uno en especial que tenía en su tejado una enorme cruz roja. Si reconoció el edificio del Ayuntamiento y de la iglesia. ¡ No podía ser !  Los recordaba , pero pensó que sería la arquitectura de la zona, aunque no los había visto en otro lugar.  Lentamente el aparato se posó en el lugar indicado, y transcurridos unos instantes, la voz del piloto se escuchó clara y diáfana:

- Señores, bienvenidos a la provincia de Santa Rosa

No podía ser ¿ Dónde estaban las casas derruidas ? ¿ Qué había pasado durante esos años para llegar a lo que veían sus ojos?  Miraba a Robert que observaba sus reacciones y la sonrisa de su marido le indicó que se había producido un milagro.

- He aquí mis viajes inesperados - fue lo que dijo a Emma
- ¿ Quieres decir que ...?
- Si cariño. Lo hice para ti, en tu nombre.  Por eso no podía justificarme, porque deseaba darte esa sorpresa.
-Pero es increíble Robert.  Perdóname por mis malos pensamientos. ¡ Dios mio !

Y no pudo decir más, se abrazó a él llorando de emoción en su regazo, bajo la extraña mirada de sus hijos y la emoción contenida de Patricio y Agneta.

Flotaba como en una nube al bajar del helicóptero.  Corriendo venían hacia ellos tres figuras y un montón de hombres y niños que querían darles la bienvenida.  Estaba a punto de desmayarse. Todo ésto lo había hecho su marido en agradecimiento a estas maravillosas gentes que les ayudaron.  Reconoció desde lejos, las figuras de Albert, Teresa y Carmen, pero también venía un niño de unos once o doce años que  sonreía feliz, y  a su lado corría  un perro. Eran Raulito y Bolita que acudían a darles la bienvenida.  Cuando estuvieron a su altura, se sucedieron los abrazos y las lágrimas de todos.  Las piernas la temblaban y el llanto no cesaba ni las risas tampoco.  No dejaba de mirar a Ribert y en sus ojos él leía el agradecimiento de su mujer, la emoción y la alegría de ella.  Y supo que su elección había sido la correcta y que serían felices en aquél entorno.  Emma le abrazó; quería darle las gracias, pero las palabras no salían de su boca debido a la intensa emoción que sentía.

martes, 15 de enero de 2019

Te esperaba - Capítulo 28 - Un lugar para soñar

Y por fin, ambos amigos, apretaron sus manos cuando el avión despegó rumbo a Londres.  Ambos con un mismo objetivo, y los dos con problemas que solucionar.  El trayecto se les hizo más corto puesto que no paraban de hablar de los proyectos respectivos.  Robert la contaba las dudas que tenía respecto a si Emma consentiría levantar la casa capitalina e instalarla en aquel lugar recóndito, aunque muy distinto al que ella conoció.  Agneta le trataba de tranquilizar argumentando que su mujer le adoraba y que  no se  preocupara por ello.  Pero Robert estaba intranquilo.  Ella  tenía un carácter fuerte y a veces cuando creía que iba a complacerla, resultaba que no era así.  No estaría tranquilo hasta que llegasen y se lo contara todo.

Tomaban tierra en Heathrow y su corazón se aceleraba.  Su mujer y sus hijos estaban allí, cerca,  y deseaba abrazarles con todas sus fuerzas. Casi quince días tardaron  en reunirse, y tenía sus dudas respecto a Emma que le recibiera con los brazos  abiertos, aunque también sabía que el sólo hecho de verse y encontrarse de nuevo, sería suficiente para que olvidase todas sus dudas. No sin antes, mirar con recelo a Agneta que estaba junto a él.  Recogieron el equipaje de la cinta, y al fin las puertas se abrieron y  ante ellos se encontraba Emma con sus dos hijos de la mano.  Sonrió ampliamente al ver a Robert, y detrás iba Agneta,  algo que desconcertó a Emma y la hizo torcer un poco el gesto.

Robert salió deprisa para abrazar a su mujer y a sus pequeños que le llamaban tendiendo sus manos hacia él.  Les tomó en sus brazos y con ellos se dirigió hacia su mujer a la que besó, y fue ella la que le abrazó fuertemente, ya que los de él estaban ocupados sosteniendo a sus hijos.  Se miraban sin decir nada, sólo sonreían.  Por fin, él mirándola  dijo

- Al fin, mi amor.  Ya estoy aquí. ¡ Cuánto te he echado de menos !  ¡ Y a los niños !
- Robert, ellos también te han echado mucho en falta
- ¿ Y tú no ?
- Sabes de sobra que sí, aunque tendrás que explicarme el porqué de la demora en el regreso y lo que fuiste  hacer en donde quiera que hayas estado.  Ya veo que no estabas solo
- Cuidado Emma, no tergiverses las cosas.  Agneta me ha ayudado enormemente y la estoy muy agradecido, pero ya te lo explicaré en casa cuando estemos a solas.  Es un tema que hemos de tratar despacio.

En ese momento Agneta se acercó a saludar a Emma, que educadamente correspondió a la sonrisa de ella

- ¡ Oh Emma querida, cuanto gusto el volver a verte !
- ¿Desde cuando soy querida por ella ? - pensó interiormente. Se acercó a besar su mejilla aprovechando que Robert, agachado a la altura de sus hijos, charlaba con ellos
- Eres una mujer muy afortunada, Emma.  Tienes un marido que bebe los vientos por su familia.  Créeme si te digo que te envidio; sois una familia hermosa y puedo asegurarte que Ribert se ha acordado mucho de vosotros, constantemente. Debes estar orgullosa de ello
- Lo estoy Agneta. Nos queremos muchísimo y tienes razón, tengo una familia hermosa y un marido al que adoro.  Deseo que vengas a casa y pases unos días con nosotros.

Se extrañó , ella misma,  de estar pronunciando esas frases ¿ en serio lo pensaba ? Pues si: lo pensaba;  esas palabras alabando a su familia, la habían reconciliado con ella y por lo expresado, sabía que entre él y Agneta no existía nada.  Quizá ella se sintiera rechazada por él y por eso le daba esa especie de aviso como " no le sueltes, no le dejes escapar.  Él está loco por ti; aprovéchate de eso" .  No sabía si  era ciertamente lo que la quiso decir, pero era lo que ella pensaba y no, no le dejaría escapar.

- Me gustaría tomarme unos días de descanso y quedarme con vosotros, gracias Emma, pero he de viajar esta misma noche hacia Estocolmo, porque debo solucionar algunos asuntos en mi empresa. Tengo una escala de tres horas hasta tomar mi avión, así que me quedaré en el aeropuerto.  He salido sólo para saludarte.  Espero que nos veamos con más frecuencia de ahora en adelante.
- Muy bien, pues esperaremos contigo hasta que embarques de nuevo.

Emma no se explicaba el cambio de actitud que tenía hacia ella. ¿ Habían sido sus palabras, o la ausencia prolongada de Robert que la ponía a bien con todo?  No la importaba que fuera lo que fuese.  Lo importante era que él estaba allí cerca de ella jugando con los niños.
 Y esperaron hasta que tomó el avión que la llevaría a romper con un estilo de vida para comenzar otro muy distinto, nuevo y desconocido para ella.

Tras acostar a los niños y leerles un cuento, el matrimonio, al fin solos en su dormitorio, respiraban la paz de estar juntos al fin.  Emma, juguetona, frunció el morrito fingiendo enfado y celos por Agneta, algo que divertía a Robert porque sabía que era de broma.  Había llegado el momento en confesar parte de la verdad, y en ello se jugaba mucho no sólo por ellos, también por sus hijos.  Decidió explicarlo abiertamente y no demorarlo más, porque también él estaba nervioso.
- He notado un cambio radical entre tú y Agneta.  Me gustaría saber a qué se debe
-No lo sé. Será por la alegría de verte de nuevo, por algo que ella me ha comentado o porque al fin vas a explicarme algo que ignoro pero que deseo saber ¿ A qué se debió tu ausencia de tantos días ?  ¿Dónde has estado ? ¿ Con ella ?  No me digas ésto último, no quiero saberlo.  Sólo que,  aunque te ausentes, siempre volverás a mí.
- Sigues dudando a pesar de tus buenas palabras hacia ella. No tengo nada con ella más que cosas del trabajo. No te cambiaría por nada ni por nadie. Te he echado mucho, mucho de menos.  Te necesitaba y a pesar de ello, no busqué consuelo ni en ella ni en nadie.
-Pero tendrás que decirme ¿ dónde habéis estado, y que os ha demorado tanto el regreso.  Por otra parte, ella está muy misteriosa y me ha dado la impresión de que algo importante la ha llevado a su pais, que no han sido ni la familia ni la nostalgia
- Tienes razón, pero ha de ser ella quién  lo diga.  No es cosa mía.  Lo que si es mio, es decir nuestro, lo que voy a plantearte.  Si lo aceptas, se cumplirá uno de mis sueños, si no es así, seguiremos nuestra vida adelante.  Verás:  deseo que vayamos a vivir a Guatemala, a Santa Rosa.  Deseo volver con Albert con Teresa, con Carmen, con aquellas gentes tan buenas y cariñosas que nos acogieron y que se desvivieron en ayudarme cuando el huracán.

- Pero aquí tienes tu carrera. Tu nombre suena entre los médicos.  No lo entiendo.  Yo te seguiré al infierno si tu te vas, pero es que no entiendo el por qué ahora piensas de ese modo.
-Estudié medicina porque vi cómo mi padre se desvivía por sus enfermos. Me apasiona mi carrera, pero actuar con ellos directamente, no a través de una máquina, por muy eficiente que sea.  Está bien el manejar todo cuanto les pueda facilitar la vida, pero el contacto con la gente, sentir su alegría cuando son buenas noticias, o su frustración cuando algo no va bien, es lo que me hace humano.  Me hace sentir  mi vocación, que al igual que tú elegiste ser enfermera para tener ese contacto con las personas, yo lo siento igual, lo echo de menos.  Por otro lado en aquellas tierras vivimos en paz y contentos.  No necesitábamos grandes cosas, pero teníamos lo necesario para vivir. Ellos siempre están contentos, y sin embargo aquí en la gran ciudad, todos andamos de un lado para otro deprisa. Vivimos a mil por hora y eso ha comenzado a hacerme pensar que tenemos que reducir la marcha y saborear todo cuanto tenemos a nuestro alrededor.
- Pero cielo, están los niños.  Pronto Liam irá al colegio... Pero tienes razón. Vayamos allí.  Vivamos allí.  En definitiva,  si no nos acostumbramos,  siempre tendremos tiempo de volver
- Entonces ¿ estás de acuerdo ?
- Te he dicho que iría contigo al fin del mundo si me lo pidieras. ¿ Por eso me dijiste que arreglase el pasaporte ?
- Si, cariño. Por eso fue
- Muy bien.  ¿ Cuándo ?
En una semana cuando mucho
- Muy bien, que así sea. Pero ahora necesito a mi marido

Y comenzaron sus juegos, sus caricias. Salió a la superficie el amor que sentían y la larga ausencia que les había separado.  Ahora todo estaba claro, aunque no entendía muy bien que tomar esa decisión le hubiera retrasado en su llegada a casa. Pero no haría más preguntas. Le bastaba con lo que él la dijera, seguramente tendría sus motivos para no ser más explícito.  Arrinconó en su cabeza todas las reflexiones y se dedico a recibir y dar amor .
Se amaron intensamente como si fuese el último día del fin del mundo.

Al día siguiente, los cuatro juntos iniciarían las gestiones que les faltaban para emprender el gran cambio en sus vidas algo que Emma no esperaba, pero que ansiaba volver a aquellas tierras a donde fue buscando paz a su alma atormentada y encontró de nuevo al gran amor de su vida. Imaginó cómo sería su vida entre aquellas gentes que les habían demostrado tanto cariño, y pensó que Robert tenía razón:  el trato con ellos les hacía humanos, personas y no simple objetos que pasaban por la vida sin pena ni gloria.


Te Esperaba - Capítulo 27 - Regreso a Santa Rosa

Con las primeras luces del alba, Agneta, Robert y tres  empleados de la empresa constructora que trabajaban en Santa Rosa, emprendieron el viaje hacia el sueño particular de Robert.  Nada, en todos esos años, había dicho nada a su mujer. La mayoría de los viajes que hacía, eran a Guatemala para ponerse al día de las obras que estaba realizando. Por eso se dilataba en el tiempo, porque era mucho lo que había que hacer y dinero que invertir.  Sabía que muchos de los enfados que Emma tenía se debían a celos al pensar que él tuviera alguna aventura fuera de casa, sobretodo con Agneta, pero había tenido la habilidad de desmentirlo y nunca le había pillado en un renuncio.  Probablemente alguna mano invisible le estaba ayudando a ello.  Deseaba darle la sorpresa, de ahí el secretismo con Emma. Lo cierto era que se demoraba más de lo debido, y en más de una ocasión estuvo a punto de decírselo.  De contarle los planes de futuro que tenía, pero también quería mostrárselo cuando estuviera todo listo.  Quería vivir allí. Que sus hijos se educaran junto con los nativos y confiaba en que Emma no pusiera objeciones, puesto que ella, años atrás había tomado esa opción.

Y la fecha de todo ello se acercaba; casi todo estaba a punto para la inauguración a la que acudiría con su familia, Patricio, Agneta y algunas de las autoridades de la zona.

Faltaban tan sólo los remates finales.  Esperaba que para el verano pudieran instalarse en esa nueva tierra, a la que regresarían al cabo de tanto tiempo. Y tras largas horas de viaje, al fin llegaron. Agneta se quedó sorprendida al comprobar todo lo que Robert había realizado allí para mejorar la vida de la gente.

Aparcaron en   la placita en donde estaba el Ayuntamiento.  A su lado la iglesia y la escuela y a unos veinte metros un edificio de una sola planta, blanco, impoluto y de gran extensión..  Al lado había otra  casa igual al hospital que era el pabellón infantil y de obstetricia.  En el tejado de ambos habían pintado una gran cruz roja, que pudiera divisarse desde el aire.  A las afueras de esos edificios, y en un terreno alejado de ellos, una gran explanada asfaltada que era  el lugar en donde aterrizarían los helicópteros para alguna emergencia.   Tuvieron que caminar unos metros para llegar a donde comenzaban las casas que estaban diseminadas por el terreno.  Algunas de ellas habían sido reconstruidas en su totalidad.  En su conjunto, eran muy agradables a la vista por bien cuidadas y rodeadas de flores por todos lados.

En nada recordaba a aquel pueblito desolado por el huracán y totalmente arrasado.

A recibirles salió de inmediato el párroco, don Luis,  que abrazó a Robert y estrechó las manos de Agneta, Patricio y el resto de personas que les acompañaban.  De inmediato acudieron a su encuentro varios vecinos conocidos todos ellos de Robert que le recibieron con inmensas muestras de cariño.   El aparejador  y encargado de las obras, acudieron también a saludarles y a poner al día a Robert que se mostró muy satisfecho por el trabajo realizado

- Espero venir con mi familia  este verano, y para entonces ha de estar todo terminado ¿ podrá ser ? - preguntó al aparejador
- Desde luego, señor.  Faltan algunos  retoques que dar.  Pienso que en unos quince días estará todo listo.
- Ahora si me disculpan, he de ir hasta el hospital, charlar con el personal y tomar nota de lo que habré de enviar para su equipamiento.

Agneta y Robert fueron en esa dirección. El estaba contento, se le veía feliz, en su ambiente.  Al entrar en el antiguo dispensario, ahora hospital, Albert Desmond estaba sentado en su despacho revisando un historial, cuando al levantar la cabeza, tuvo la alegría de abrazar a su amigo Robert. Ambos charlaban animados tras tardar algún tiempo en verse. Le informó que  Emma y los chicos estaban bien y que deseaba traerles durante las próximas vacaciones veraniegas para que lo conocieron, sobretodo sus hijos.  También le dijo que pensaba establecerse allí durante una larga temporada, quizá para siempre, pero eso estaba en el aire hasta que lo hablara con su mujer.  recordaron los momentos de angustia vividos cuando el huracán,  y lo preocupados que Emma les había tenido.

Albert le puso al corriente de lo bien que marchaba el dispensario y lo orgulloso que estaba de todo lo que se había conseguido.  Le dijo que acudían de distintos pueblos a la consulta, y que nadie era rechazado por nada, atendiendo las instrucciones de Robert.  Ya estaban instalando los aparatos que Agneta había conseguido para ellos en una donación de su empresa a quienes argumentó que sería, además de una buena obra social, una enorme publicidad para su negocio.  Aun faltaban por llegar algunos más pero sería cuestión de pocos días

- Tus sueños se hicieron realidad, muchacho. Al fin pudiste hacer esta enorme obra para estas gentes.  Bendito seas Robert.  mereces el triunfo y toda la felicidad del mundo.

Y al cabo se despidieron de todas las personas que acudían a saludarles.  Agneta fue instalada en casa de una vecina, encantada de poder atender a esa forastera que había venido a visitarles junto al doctor.  Robert se dirigió a la casa que fuera de Emma mientras vivió allí..  Llamó a la puerta y al abrir, Carmen  dió un grito de alegría.  No se podía creer que el doctor estuviera allí.  Preguntó ansiosa por Emma y por los niños, llorando de alegría.
Le sirvió la cena y tras una taza de café en la sobremesa, Robert le fue contando sus planes próximos.  La mujer escuchaba encantada y contenta por volver a ver a esa muchacha tan sola y desvalida que estuvo hace tiempo en su casa y a la que tomó cariño como si de una hija se tratara.

Ya en la cama, Robert paseaba su mirada por la  estancia,  tratando de recordar cómo era hace tiempo, cuando ella vivió allí.  Durmió en esa misma cama, y se mantenía igual a entonces. Irremediablemente volvió a recordar sus primeros encuentros, el primer encuentro amoroso que tuvo con ella, y lo que lamentó no haberla descubierto antes, en lugar de fijarse en Lissa. Comprendía que eran el uno para el otro, porque ella había conseguido borrar definitivamente la imagen de su hermana y de cualquier otra mujer que se hubiese cruzado en su vida. Y la discusión que mantuvieron la víspera de su partida y la desgarradora vuelta a aquel lugar devastado por la Naturaleza. ¿ Fue entonces cuando en su cabeza comenzó a fraguarse la idea que ahora  había logrado realizar?  No lo sabía, sólo que al morir su padre, buscó refugio allí, y no sólo lo encontró, sino que halló cariño y comprensión en aquellas humildes gentes y al amor de su vida. Emma.
Buscó su teléfóno móvil y lo abrió por donde guardaba las fotos de ellos, de los tres seres más importantes de su vida. Y volvió a sonreír con ellos recordando cuando tomó esas fotos.  Y contemplo la risa de Emma que no cesaba por alguna gracieta que hiciera Liam y que,  entonces  Christine,   era un bebe de pocos meses. .  No recordaba exactamente lo que originó aquella risa de ella que no cesaba, pero sabía que eran muy felices los cuatro juntos.

Y recordó que cuando  nació  su princesa  su alegría fue total.    Pero también tuvieron sus "tropiezos" a causa de la irrupción de Agneta en sus vidas. Una presencia que con el tiempo se había convertido en una buena amiga.  Esperaba que Emma comprendiera todo y la aceptase  en sus vidas, porque no tenían nada de lo que ella podía imaginar;  todo había quedado claro entre ellos  pero faltaba la parte más difícil:  hacer comprender a Emma que sólo existía amistad.
 Al llegar a este punto recapacitó al no estar seguro de si Emma aceptaría vivir allí y abandonar la gran ciudad.  Había pasado mucho tiempo desde la primera vez en que llegó.  Ahora tenían unos hijos y dudaba de que ella aceptara vivir en una vida  totalmente rural como él la proponía.  Todos se lo habían comentado, pero aún faltaba que ella dictara su veredicto ¿ cuál sería ?  En pocos días saldría de dudas.
La obra  casi había concluido, y lo estaría al llegar,  en un par de días  los últimos aparatos a instalar en el hospital.  Después partiría hacia Londres y se enfrentaría a la proposición que llevaba.  Agneta había decidido pasar  en Guatemala una temporada.  Al fin se había fijado en alguien que la gustaba y no solamente para acostarse con él:  Patricio hacía palpitar su corazón por primera vez. Al pensar en él no lo hacía como una conquista, sino en algo más serio que hacía mucho no experimentaba.  ¿Había llegado la hora de sentar la cabeza?
Por eso pasaría allí una temporada y analizaría sus sentimientos, y también los de él.  No soportaría un resbalón de ese calibre si él no la aceptase.  Siempre había sido ella la que dejara las relaciones antes las suplicas de no hacerlo de los varones, pero este chico moreno de allende los mares, era diferente.

- Si, definitivamente, lo voy a intentar.

Lo que en un principio serían un par de días para concluir su fundación, se retrasó tres días más,   algo que dolorosamente, Robert tuvo que anunciar a su mujer, con el consabido disgusto por parte de ambos, y las protestas airadas de ella

--¿ Pero qué demonios estás haciendo y dónde estás? - le increpó bastante enfadada - No lo entiendo, ni siquiera sé por dónde andas.  Estarás pasándolo bien ¿ verdad? Con Agneta allí.  Esa mujer con tanto mundo y tan divertida según tu opinión
- Emma.  No hay nada de lo que estás diciendo.  Ella hace su trabajo y yo el mio
- Eso ya lo he entendido:  es cosa de dos no sólo de uno
- ¿ Qué estás insinuando ?
- Nada, no insinúo nada.  Sólo que los niños no hacen más que preguntar dónde está su padre. Hace más días de los que anunciaste que te ausentarías  y que ni  siquiera sabemos por dónde andas. ¿ Crees que no es para insinuar algo?  Tienes una aventura con ella. Dilo abiertamente
- No, no es nada de eso. -  Robert guardó silencio, y al final comprendió que algo debía hacer si no quería tener un drama en su casa
- Está bien, tú ganas. Prepara tu pasaporte y el de los niños. En un par de días iré a recogeros y te enterarás de todo.  Consulta con el pediatra si has de vacunarles, puesto que haremos un viaje
- ¿ Un viaje ? ¿ Estás loco ? ¿ A dónde vamos a ir ?  He de decírselo al pediatra
- A Guatemala. No puedo decirte más; he de dejar la línea libre ahora. Haz todos los trámites que te he dicho en dos días estaré en Londres.

Y cortó la comunicación, dejando a Emma perpleja y sin entender nada.  Lejos de estar enfadado, Robert sonreía; había tenido que descubrir en parte su sorpresa, pero comprendía que algo debía decirla ante ese extraño viaje que iban a realizar. No sabía si al llegar a casa podría seguir ocultando la verdad, o por el contrario descubriría en parte su sorpresa.

Agneta también debía regresar a Estocolmo y plantear su dimisión.  Estaba decidida a cambiar radicalmente su vida. Pensó que si Robert con mujer e hijos había tomado esa decisión, sería porque merecía la pena hacerlo.  Volvería de inmediato.  Ella no tenía que dar sorpresas a  nadie, y por tanto lo haría en cuanto solucionase su trabajo.  Renunciaría a su puesto y solicitaría su ingreso en la organización que Patricio allí presidía.  Tenía el suficiente dinero ahorrado para vivir todo lo que le restase de vida.  Dejaría su apartamento y su casa en España, cerradas de momento.  No quería renunciar a ello hasta saber cómo se desenvolverían las cosas.  Era una mujer práctica y ataba todos los cabos  que pudieran estar sueltos.
  De momento a ella le gustaba Patricio, pero él no le había insinuado nada parecido a lo que ella sentía.  Estaba expuesta a que le rompieran el corazón, pero si no se arriesgaba no lo sabría nunca.  Por eso decidió esa noche tantear el terreno y averiguar de una vez si merecía la pena arriesgarlo todo.  Y así lo hizo, y así supo que él sentía lo mismo por ella y que lamentaba que tuviera que regresar a Europa.  Ella, al escucharle, sentía una acelaración de su sangre. ¡ Estaban enamorados ! Y en ese preciso instante supo sin ningún género de dudas que aquella tierra sería la suya de ahora en adelante.Y tomados de la mano forjaron su futuro.  Partiría con Robert y regresaría en cuanto solucionase todo. Dejaría una puerta abierta para seguir conectada a su empresa y de este modo poder seguir prestando ayuda a Robert para su fundación, si lo precisase. Abrazados hablaron de miles de cosas.  Tenían que conocerse tan solo en un par de noches, ya que partirían rumbo a Londres en dos  días.  Llegó con curiosidad y  teniendo en su cabeza a  Robert.  Regresaría con la mayor ilusión de su vida y en su espíritu, el rostro amable de Patricio: un hombre bueno que la había enamorado.


lunes, 14 de enero de 2019

Te esperaba - Capítulo 26 - Confidencias

Tenían mucho de lo que hablar y poco a poco, entre Robert y Agneta, explicaron a Patricio el por qué de aquella decisión tomada.  Era de madrugada cuando dieron por terminada la velada, quedando citados para el día siguiente para seguir con sus charlas y sus recuerdos.  Era una tierra tranquila y apacible, en la que daba tiempo a hacer cosas que en sus respectivos países ni siquiera  podían imaginar.  Por eso, Robert llevaba mucho tiempo dando forma a esa idea, que expondría a su mujer cuando llegase la hora oportuna, y si ella estaba de cuerdo, regresarían de nuevo.

Se dirigieron a pié hasta su hotel.  La noche era propicia a las confidencias.  Agneta escuchaba atentamente lo que Robert relataba.  Era la charla de dos buenos amigos, nada más. Estaba contento y deseoso de llegar a Santa Rosa.  Hacía mucho  que no había vuelto por allí, y siempre con el tiempo justo de dar alguna instrucción.  Estaba llegando el fin en el que podrían contemplar la culminación  de su obra, y deseaba contarle a Emma sus proyectos.  Sabía que ella quería entrañablemente a aquella tierra y con tantas connotaciones para ellos.

- ¿ Estás seguro que ella desea lo mismo ? . le dijo Agneta
- No lo sé.  Ciertamente ha pasado mucho tiempo, pero creo que cuando conozca mis planes aceptará.

Debían salir temprano al día siguiente.  A pesar de haber mejorado las comunicaciones, aún habían lugares poco accesibles.  Esperaba arreglar también eso.  Había entablado contacto con el ministro de Fomento y tenía muchas esperanzas de que ahora, Santa Rosa, fuera un lugar de referencia y las cosas fuesen más fáciles.  Se sentía impaciente por llegar y abrazar a sus amigos.-
Mientras caminaban, despacio, Agneta le escuchaba con atención, pero su cabeza iba por otro lado muy distinto al de Robert. Al fin, en un silencio de él, le preguntó

- ¿ Me crees una mujer atractiva ?

  El extrañado, detuvo su andar y la miró fijamente, sorprendido  por la pregunta

--¿ A qué viene  eso ?  Naturalmente que eres una mujer atractiva.  Eres preciosa, culta, decidida, inteligente... ¿ Continúo ?
- Entonces ¿ por qué no te gusto ?
- Agneta.  Gustas a cualquier hombre, pero en lo que a mi se refiere, no. No en el sentido que indicas.  Para mí eres y serás una buena amiga, nada más. Conocí a mi mujer cuando íbamos al instituto aunque no me enamoré de ella entonces.  ¡Ni siquiera me fijé en ella. Tuvieron que pasar muchos años y muchas cosas,  para darme cuenta de ello,. La tuve como enfermera sin recordar siquiera su rostro, pero ocurrió algo que llamó mi atención y supe valorar todo lo bueno que tiene, que es mucho. Es inteligente y pudo cursar sin dificultad una carrera superior, pero ella quería sobretodo ayudar a la gente y contra la opinión de sus padres, estudió enfermería y no medicina. Y  así  llegó hasta aquí de voluntaria, ó quizá fuese el destino que lo dispusiera de esa forma.  Y en esta tierra  volvimos a encontrarnos y surgió el amor más grande que haya sentido nunca. Estoy locamente enamorado de ella.  La quiero con todas mis fuerzas y la estoy agradecido por los dos hijos que me ha dado.  Así que no, Agneta, en el aspecto amoroso no me interesas ni tú ni nadie.  No puedo explicar cómo surgió todo.  Sólo sé que cuando llegó a mi ese sentimiento, supe que sería para toda la vida.
 Nuestro matrimonio también ha tenido escollos, creo que como todas las parejas,  pero supimos encontrar el camino de solucionar cualquier impedimento.  Hemos llegado hasta aquí, y seguiremos adelante.
- No irás a decirme que no has tenido tentaciones.  Has viajado mucho, eres muy atractivo y no pasas desapercibido. ¿ Nunca has sentido la tentación de serle infiel, aunque fuera por una noche?  Estoy segura que no se enteraría
- Pero yo lo sabría y no podría vivir con ello.  Todo esto que me ha traído  hasta aquí, es un proyecto que pensé hace muchos años, cuando me inicié como cooperante. No se lo expuse a ella porque pensé que nunca llegaría a realizarlo.  Pero ya ves:  mi sueño se va a cumplir y espero compartirlo con mi mujer
- Pero eres un gran cirujano.  Te has hecho un renombre en tu especialidad.  No entiendo que quieras recluirte en un lugar como este, apartado de todo.
- Precisamente por todo eso que has dicho. ¿ Acaso estas gentes no merecen los mismos  cuidados que los que vivimos en las grandes ciudades?  Aquí se respira paz. Agradecen todo cuanto hagas por ellos y vives la vida intensamente. Aquí quiero que mis hijos crezcan, con los verdaderos valores de los seres humanos
- Has enterrado mucho dinero en todo ésto.  No creo que tu mujer lo acepte. Eres muy altruista, pero estoy segura que ella necesitará más. ¿ Quién te dice que en uno de esos viajes estuvieses enfadado con Emma y surgiera la ocasión ?
- No la conoces, pero si así fuera, no la abandonaría, y mucho menos por una aventura de una noche.  No necesito aventuras para sentirme satisfecho.  Espero que comprendas en su justa medida todo ésto que te comento, y que es algo perteneciente a nuestra intimidad..  Si ella se negara a vivir aquí,  algo de lo que tengo mis dudas,   me limitaría a venir de vez en cuando y pondría al frente a personal cualificado..  Si necesitara invertir más, daría conferencias, pero no les dejaré a su suerte ni a mi familia tampoco.

- Has creado un hospital magnífico, una escuela.  Has reconstruido casas seguras...  Has hecho mucho por ellos  Les estás devolviendo todo cuanto te dieron.
- Ellos me ayudaron en un momento difícil en nuestras vidas.  Ahora me toca a mi que tengo los medios para poder hacerlo.  Esta conversación  ha venido a cuento de otra cosa, y he de decirte que como amigo me tendrás siempre, pero nada más que como lo que soy: tu amigo. Un amigo agradecido por todas las facilidades que he tenido con los aparatos instalados en el hospital. ¿ Sabes que mi mujer tuvo un accidente y entró en coma? Fue la ayuda de estas gentes y las facilidades que me dieron, que pude trasladarla hasta Cuba porque allí sí tenían los aparatos requeridos para atenderla.  No deseo que nadie se vea en la misma situación que me vi y en la angustia terrible que viví.  No mientras pueda evitarlo.
- ¿ Sabes? Al conocer a Emma la ví como a  una mujer que no te merecía y creí poder conquistarte fácilmente.  Pero ahora, al veros más asiduacmente, la tengo envidia. Siento envidia  por el amor sin reservas que sentís.  Por la familia que habéis creado y por los sueños que forjáis.  Siempre que llegues a casa, tendrás sus brazos amorosos para refugiarte.  Yo, sin embargo, ni siquiera tengo un gatito que me reciba .  He invertido mucho esfuerzo y trabajo en escalar un puesto en la sociedad.  Lo he conseguido, pero estoy absolutamente sola y en una casa vacía y fría. Tenéis suerte de teneros el uno al otro, y por si eso fuera poco ¡ esos niños !  Te entiendo perfectamente, y por mi parte, nunca te sentirás incómodo en mi presencia.  Hemos hablado y ambos conocemos nuestras limitaciones.  Eso ha hecho que os aprecie más.  Sólo deseo, que te mantengas así siempre: sincero y leal con todo el que te rodeé. Y sobretodo, no hagas de menos a tu mujer, nunca, tan sólo por una noche de pasión.  Las mujeres no solemos perdonar las infidelidades y si son por capricho, mucho menos, sencillamente no lo entendemos. Sé fiel como lo es ella, porque lo merece.  Está en casa criando a tus hijos y renunciando a cosas que le apetecería hacer.  No lo olvides. Os merecéis el uno al otro.  Sólo deseo ser vuestra amiga.  Tener un hombro en el que llorar   si las cosas no me fueran bien.  Simplemente eso.

  Ya habían llegado al hotel. Agneta entró en su habitación, depositando un beso en la mejilla de Robert.  Este sonrió y se dirigió a su habitación.  Miró el reloj y, a pesar de que era algo tarde, sabía que Emma esperaba su llamada y que no la importaría despertarse si es que estuviera durmiendo.  Sabía que,  fuera la hora que fuese,  escucharía su voz.

- ¡ Hola amor ! ¿ Cómo estáis ? Hemos estado cenando Agneta y yo y aunque es algo tarde, no quería dejar de darte las buenas noches.  Te echo de menos y a los niños también. Te quiero, te quiero mucho...

Y de esta forma, Robert dió las buenas noches a su mujer, y en su interior sabía que habían hecho bien el hablar abiertamente Agneta y él, dejar las cosas claras.  Que supiera que nunca cambiaría a Emma por cualquier otra.  Tras un largo rato de conversación , colgaron y mirando al techo sonrió imaginando a su mujer y a sus hijos.

Te esperaba - Capítulo 25 - Dos viejos amigos

Y fue uno de los más largos fines de semana que Emma recordara.  Al contrario para Robert las horas se le fueron entre los dedos con las demostraciones y las preguntas de los asistentes a ese congreso.  Pero todo llega a su fin y también las demostraciones.
  Terminaron del congreso a media tarde, y decidieron que cenarían en un buen restaurante para celebrar el éxito del cometido que les había llevado hasta Edimburgo.  Cada uno de ellos  trataría de descansar, siquiera un par de horas, antes de reunirse para la cena.  Robert decidió llamar a su casa y charlar tranquilamente con Emma.  Se mostraba muy satisfecho y contento del éxito alcanzado por la demostración

- Cenaremos en un restaurante para celebrarlo
- ¿ Cenaréis? - pregunto Emma, a pesar de que sabía a quién se refería su marido.  Pero también pensó que lo harían con los directivos o algún amigo que hubiera asistido.  Lo que no imaginó es que fueran ellos dos solos a esa celebración

Habían mantenido una amena charla comentando las incidencias de lo vivido pocas horas antes.  Robert estaba contento y se mostraba jovial.  El volver de nuevo con su familia le hacía feliz.
  Agneta examinaba detenidamente su rostro, tratando de analizar el camino que estaba decidida a emprender.  Tenía sólo aquella ocasión, ya que tardarían mucho en verse si es que volvían  hacerlo.  Subieron en el ascensor una vez terminada la cena.  Ambos estaban cansados, pero, al menos ella, necesitaba descargar adrenalina.  Delante de la puerta de la habitación de Agneta se detuvieron.  Ella volvería a Estocolmo.  El a casa.  Le miró atentamente a los ojos y al fin se decidió a lanzar una invitación

- La noche es joven y podremos dormir en el avión ¿ Quieres tomar la última copa ?
- No Agneta.  Estoy cansado.  Todo ha resultado bien, pero no obstante, los primeros minutos fueron de nervios; deseo irme a la cama
- Yo también.  Pero la verdad no me apetece hacerlo sola
- ¿ Qué quieres decir? Mira... hemos sido buenos compañeros, pero te ruego que no sigas por ese camino.  Estoy profundamente enamorado de mi mujer; la amo con todas mis fuerzas, tengo dos hijos... Así que desecha alguna idea que tengas, , porque conmigo no sacarás nada.  No deseo perder lo que ya tengo
-Pero ella no se enterará
-Pero yo sabré que lo he hecho. Dejémoslo estar, te lo ruego.  No voy a acostarme contigo ni con ninguna otra mujer, más que con la mía.  No es justo ni para ella ni para mi.  Lo siento Agneta, conmigo no tienes nada que hacer. Sigamos siendo amigos.   Pensaré que ésto no ha ocurrido.  Que tengas buen viaje y hasta la próxima si ello es posible

Robert dio media vuelta y desapareció de su vista. Ella  se quedó mirando la alta silueta del médico y sonrió débilmente.  Era imposible saber lo que su cabeza pensaba, pero de algo estaba segura:  no tenía nada que hacer con él. Y lo más triste de todo sería que su esposa no sabría nunca que la había rechazado.¿ Qué clase de mujer era Emma para inspirar ese amor tan firme?  Sin duda  había creído que era  un ser anodino, aburrido, pero sin duda se había equivocado con ella.  Tenía algo que poseen esos seres privilegiados que pasan por la vida sin hacer ruido.  De los que te hacen pensar que como vulgarmente se dice  "son pan comido" , sin darnos cuenta que tienen unos altos valores capaces de atrapar esa clase de amor incondicional y despiertan verdadera pasión en quienes las tratan.

Robert había sido un reto para ella.  Había mirado por encima del hombro a esa mujer que le había dado dos hijos y conquistó su corazón para siempre Se le notaba excitado deseoso de regresar a su hogar junto a ella. Y sin embargo Agnetta regresaría a Estocolmo a una casa lujosa, pero vacía y sola. Había conquistado sus metas, lo tenía todo, pero la faltaba un hogar acogedor con alguien que la esperase.  Sonrió con tristeza y decidió preparar su equipaje.  había imaginado una noche muy distinta a la que estaba pasando.

- La subestimaste - se dijo y abrió la maleta y poco a poco fue organizando su equipaje.

Robert entró en su habitación se quitó la chaqueta los zapatos y se tumbó en la cama, marcando a continuación el número de su casa.  la voz limpia y cercana de Emma salió a su encuentro

- ¿ Robert ? - fue respondida
- Si amor, soy Robert ¿ Cómo estás ? ¿ Cómo están los niños?
- Todos estamos bien ¿ Estás solo ?
- Naturalmente  Con quién  crees que estoy ?  Emma estoy demasiado contento para enfadarme, pero no volvamos sobre ese tema. Sabes que me enfada mucho ¿Cuándo vas a tener confianza en mi ? ¿ Cuando vas a convencerte que tú serás siempre lo primero en mi vida?
- Tienes razón, perdóname. Te quiero y deseo verte cuanto antes
- Pues será mañana- Yo también quiero verte y estar contigo. Tomaré unas pequeñas vacaciones y estaremos los cuatro juntos.  Y cuando pase un tiempo, haremos un viaje para vivir  otra luna de miel.  Te quiero Emma.  Nunca he querido a nadie como te amo a tí.  Nunca.   A nadie
- ¿ Qué te ocurre? ¿ Ha sucedido algo ?
- No mi amor.  Las tentaciones son muchas, pero lo que siento por tí es más fuerte que todo.

Emma supo en ese instante que Agneta había jugado una carta, pero había sido de ella el triunfo.  Y amó más a su marido y siguieron hablando y él notó en su voz un tono de voz muy distinto al que había tenido durante su comunicación.  Y supo que todas las dudas que pudiera tener se habían esfumado.  Respiró aliviado y contento consigo mismo. Agneta era un plato fuerte, pero había salido airoso de la apuesta.

Y Emma acudió al aeropuerto con sus hijos a recibir a su marido.  Sólo había estado un par de días fuera de casa, pero a ella le había parecido una eternidad.  Se abrazaron como si hubiera transcurrido un siglo desde su marcha. Abrazó a sus hijos, y los cuatro felices regresaron al hogar. Robert iba durante todo el camino contándola todas las incidencias del congreso, pero ni siquiera rozó el tema de la sueca, y ella prudente tampoco lo hizo.

Fueron dos semanas de felicidad para el matrimonio, pero como  había anunciado, debía emprender un viaje largo y ésta vez la duración era mayor. Ni siquiera  dijo a qué lugar marchaba, pero debía darle algún nombre, de lo contrario la sorpresa que tenía en mente  no lo sería.  Y se inventó un viaje a centro Europa y Emma quedó completamente convencida de ello.

Pero su visita se produciría a otro continente distinto.    Faltaban dos días par emprender el viaje, cuando recibieron una llamada cuando estaban a punto de ir a la cama  Conocía aquella voz

- ¿ Agneta ?
- La misma Robert.  Creí que ya habías salido rumbo a..
- No aún no-  Estábamos a punto de hacerlo. Acabamos de acostar a los niños y ahora lo haremos nosotros - Ella,  interpretó que Emma estaba por allí y era ignorante del destino al que viajaría su marido
- Ya entiendo.  Sigue siendo una sorpresa.  No te preocupes.  Te llamo para decirte que te acompañaré.  No tengas miedo, he entendido el mensaje.  He conseguido de mi empresa una donación de aparatos que creo te van a venir muy bien
- ¿ En serio ?  Eso sería maravilloso. ¿ Pasarás antes por aquí ?
- Por supuesto.  Viajaremos juntos.  No tengas miedo.  No corres peligro - Dijo riendo en broma, pero Robert supo que lo decía en serio.  Al fin se había dado cuenta que con él no tenía nada qué hacer.

Y de nuevo la melancolía por su viaje. Y aquella noche se amaron apasionadamente.  Había dado a su mujer el plazo de una semana, pero en realidad no lo sabía de cierto, ya que la misión emprendida llevaría su tiempo en la instalación de los aparatos. Le contrarió la presencia de Agneta por lo peligroso de su visita.  Pero nada podía hacer al respecto, además de que habían conseguido una jugosa donación de material médico.  Emma debía ignorarlo, de lo contrario sería un infierno para ella y para Robert.


 o le gustó nada recibir la sorpresa de la sueca en el aeropuerto.  ya sería bastante dura la separación, para encima tener que preocuparse por ella. Los ojos de Agneta se iban tras su marido constantemente, y ella, como mujer, conocía los síntomas, aunque él no mostrara el más mínimo interés por su compañera y amiga.  Faltaba muy poco para que llamaran para embarcar. Ambos esposos se miraban profundamente.  Los niños agarrados a las piernas de su madre, no entendían por qué mamá estaba a punto de llorar.  Robert les abrazaba con ternura y amor.  Iba a tardar en volver a verles.  Quería llevarse impresa en su cabeza la imagen de su familia despidiéndole cuando entrara en el túnel.  Emma clavaba los ojos en la mujer que iba delante de él y que conocía perfectamente.  Pero no tenía duda de su marido.  La noche anterior había demostrado que seguía igual de enamorado de ella, como el primer día.  No atraería el mal de ojos con sus dudas.  Y allí permaneció tras la cristalera de la terraza del aeropuerto, tomando a sus hijos de la mano, hasta que el avión despegó y se perdió en el horizonte.

Tras largas horas de travesía llegaron a su destino.  Robert llevaba un poco el corazón encogido por haber dejado a su familia en el aeropuerto.  Sólo le consolaba que pasado un tiempo, viajarían los cuatro a ese lugar, el cual sería su destino definitivo.  En cuanto estuvieron instalados, lo primero que hizo fue llamar a Emma y hablar con ella y con sus hijos.  Después se asomó al balcón de la habitación de su hotel y recordó que hacía mucho tiempo de aquello, pero que seguía impreso en su memoria como si se hubiera producido el día anterior.  Descolgó nuevamente el teléfono y marcó un número

- ¿ Patricio ?
- Si, soy yo ¿ Quién llama ?
- Soy Robert.  Pensé que no te olvidarías de mí tan fácilmente
-  ¿Robert ? ¿ El inglés ?

Una sonora carcajada se escuchó a uno y otro lado de la línea telefónica.  Ambos amigos se saludaron cariñosamente atropellándose cada uno de ellos en preguntas por la familia y en especial por Emma. Habían hablado cuando ocurrió todo el accidente, varias veces, pero hacía tiempo que por el trabajo de Robert, habían dejado de hacerlo hasta ese preciso momento.  Quedaron en cenar esa misma noche, y le pondría al corriente de lo que le había llevado hasta allí.  Y por supuesto conocería a su amiga Agneta.  Pero ellos dos, recordarían las incidencias que tuvieron que padecer en Guatemala hacía tiempo y que afortunadamente no tuvieron que lamentar que todo hubiera fracasado, y había sido inútil.  Pero no había sido así, por lo cual su alegría sería infinita.

Y Agneta fue una simple espectadora de ellos dos, que a duras penas podían contener su entusiasmo por volverse a ver al cabo de los años.  Y al fin le explicó detenidamente el motivo por el que había viajado de nuevo a aquellas tierras Y le enseño las fotografías de su familia que llevaba siempre en su móvil.  Patricio se admiraba de la belleza de Emma que sus hijos habían heredado, principalmente la niña.  Robert se mostraba orgulloso de ellos en todo momento. Le hizo un ruego por si tuviera ocasión de hablar con Emma para ponerle sobre aviso  Ella no debía saber nada aún.

- Te ruego que no divulgues nada.  Es un secreto para mi mujer, si acaso tuvieras oportunidad de hablar con ella.  Es una sorpresa que la daré dentro de algunos meses, cuando la misión esté concluida.  Regresaré con ella y con mis hijos para que les conozcáis.  Y ahora cuéntame ¿ sabes algo de mis compañeros?

Y poco a poco le fue hablando de Albert que se había casado con Teresa, la matrona.  De Carmen que permanecía viviendo en la casa que fuera de Emma.  de Raulito que ya cursaba bachillerato... etcétera.  La emoción crecía en la garganta de Robert y Agneta les miraba entusiasma  al verles con qué camaradería disfrutaban de su charla.  Esos eran los valores de los que ella carecía.  Y en el fondo supo que envidiaba a Emma por la inmensa riqueza que tenía al contar con el cariño de todos los  que la conocían, incluyendo el amor profundo de su marido.  Ella había triunfado  profesionalmente y había recorrido medio mundo, pero no tenía nada.  Estaba sola.Yp pensó que quizá debía cambiar el rumbo de su vida.  Que con suerte conociera a un buen hombre y formara una familia.

- Son sueños de jovencitas alocadas - se dijo - .  No son para mí.

Y dirigió su mirada hacia Patricio que continuaba en su puesto de Médicos del Mundo y permanecía soltero.

- ¿ Quién sabe ? - se dijo ocultando una sonrisa para que los hombres no se dieran cuenta de lo que pensaba.



domingo, 13 de enero de 2019

Te esperaba - Capítulo 24 - Un fin de semana con Agneta

Durante unos instantes, la mirada del uno estaba fija en la del otro.  Robert veía la pesadumbre en los de su mujer y sonrió dulcemente para que borrase de su rostro el signo de disgusto.  La estrechó contra su pecho y besó sus cabellos, ella también hizo lo mismo, y ambos se fundieron en un largo beso de enamorados.

- Me estás distrayendo.  Siempre lo haces, y he de terminar el informe antes de nada.  Quédate quieta, ni siquiera respires, o de lo contrario  no sabré lo que hacer. - la dijo él en broma.

Pero ella lo llevó a rajatabla.  Sabía lo importante que era que terminara su trabajo, y cuando lo hiciera quizá cenasen juntos y después regresaría a casa, pero con el ánimo mucho más calmado que cuando había llegado.

- Y bien. No es necesario que lo tomes al pié de la letra.  Te acalambrarás si no te mueves- dijo Robert riendo
- No quiero distraerte ni perturbarte
. -Tu siempre me perturbas de un modo u otro, siempre  lo haces

Emma sabía en el sentido que lo decía y una alegría interior volvió a renacer de repente.  Al fín Robert pulsó guardar y terminó su trabajo.  La mirada de él echaba chispas.  Se levanto decidido y echó el pestillo de la puerta de su despacho.  Ella le miraba extrañada y siguío sin moverse esperando que él dijera algo.

- Y ahora, no importa que me distraigas.  Es más estoy deseando que lo hagas.
Se dirigió hacia donde estaba ella con mal disimulada sonrisa.  Ella permanecía inmóvil.   No entendía muy bien lo que haría su marido.  Al fin Robert se decidió a hablar

- Puedes moverte, es más deseo que lo hagas

Ya estaba a su altura y sus ojos era dos lenguas de fuego brillantes `posadas en ella. Se hincó de rodillas y comenzó a desabrochar el vestido lentamente

- No tenemos mucho tiempo, pero si el suficiente para hacerte el amor
-¿ Aquí? ¿ Ahora ?
- Sí aquí y ahora. Voy a estar casi dos días sin verte y te necesito, así que si va a ocurrir ahora mismo
- Pero puede llegar alguien y me moriría de la vergüenza si ocurriera.
- No te preocupes.  He cerrado con llave.  Sólo no hagas ruido

Bajó su vestido hasta la cintura de ella y él se quitó la mitad del pijama verde del quirófano. La atrajo hacia él y comenzó a besarla y a apretarla contra sí

- Así piel con piel.  Quiero sentir tu corazón acelerado latiendo  por mi, por mis caricias y mi deseo.  Dime que tú también lo sientes
- Robert, Robert

El encuentro sexual fue más corto de lo que ellos acostumbraban.  Emma lo agradeció pues estaba pensando que en cualquier momento alguien llamaría a la puerta y les sorprendería medio desnudos y a todas luces comprenderían lo que habían hecho. Se acomodó la ropa todo lo rápido que sus nervios la permitían, y cuando estuvo vestida, al fin respiró tranquila exhalando un profundo suspiro

- Eres un bruto.  Esto no hemos debido hacerlo aquí
- Pero ¿ te ha gustado ?  Tiene su morbo.  A lo mejor hubieras preferido el cuarto de la lencería
- No seas tonto y no te rías de mi.  He estado muy nerviosa y alterada
-¿ Ha sido por mi, o por la situación ?  Quiero pensar que ha sido por lo primero.  Yo creo que lo has pasado estupendamente.  Tus sonidos no mienten, cariño,  y sé que lo has disfrutado
- Ya Robert.  Vas a sacarme los colores
-- Pero querida, llevamos casados mucho tiempo.  Estamos enamorados, nos amamos ¿ qué de malo hay en eso ?

- En eso nada, pero el lugar es lo malo
- Bueno dejemos ya ese tema.  Hemos de hablar
- Muy bien. Te escucho ¿ Qué vas a decirme ?
- El viernes por la noche, tomaré un avión con dirección a Edimburgo; regreso el domingo por la tarde
- ¿ Cómo es que viajas?
- He de hacer una demostración del robot ante un congreso médico
- ¿ Por qué no me lo has dicho antes?
- Te lo estoy diciendo ahora. Agneta ha sido la patrocinadora.

Emma bajó la cabeza sin decir nada, pero a duras penas podía ocultar el desagrado que la producía la presencia de la sueca.  No comentaría nada con Robert, pero él también sabia que no sería de su agrado, sin embargo debía advertirla para que luego no hubieran malos entendidos.

- Hay más que debes saber
- Me estás asustando
- No cielo.  No te asustes. Verás,  dentro de dos semanas he de hacer otro viaje, pero esta vez será más largo.  Estaré una semana o quizás más días, fuera de casa.
- ¡ Robert ! Estas haciendo guardias, este fin de semana vas a Edimburgo y me dices que vas a viajar y tardarás en volver. ¿ Por qué ?  Nunca lo has hecho
- Tengo responsabilidad y he de cumplir con ella
- ¿ Qué responsabilidades? Nunca me cuentas nada.  No sé nada
. Aún no puedo concretarlo.  A mi regreso probablemente te cuente de qué se trata.  Pero ahora aprovechemos lo que nos queda de estar juntos. He de irme en diez minutos, pero mañana por la noche, a mi regreso a casa, te compensaré de todo.

- Mañana vendré y comeremos juntos, aunque sólo nos dé tiempo a tomar un café.  Yo también necesito estar contigo.  Te he echado de menos estos días.  Perdóname, te prometo que no volverá a ocurrir
- Está bien.  He de irme. Llámame al llegar a casa. Si estuviera con algún paciente, deja el recado que me pasarán de inmediato. Así me quedaré tranquilo de que has llegado bien
- De acuerdo, así lo haré.  Te quiero Robert, más de lo que imaginas

Se besaron y cada uno de ellos tomó su camino.  Emma iba algo intranquila por los viajes que debía hacer Robert, pero no le diría nada.  No le reclamaría nada, por mucho que la doliese, porque fue  más angustioso el no hablarse, ni siquiera rozarse, que las dudas que pudiera sentir.

Y al día siguiente comieron juntos.  Por lo menos ese día sería más corto para reunirse después del trabajo, pero en unos pocos días, de nuevo se ausentaría.  Lo lamentaba porque necesitaba de Robert hasta para respirar, pero la sola idea de que "ella" estuviera cerca de él, la intranquilizaba y la ponía triste.  Si  la niña no fuese tan pequeña, le hubiera acompañado, pero sus hijos aún eran muy pequeños como para ausentarse, siquiera un par de días, de su hogar.  No quería ni pensar que se pusieran enfermos, o se cayeran y se hiriesen y ellos no estuvieran en casa.  Desechó esa idea y pensó que Robert la pertenecía en cuerpo y alma y que no tenía motivos para pensar otra cosa.

Y llegó el fin de semana y Emma llevó a su marido hasta el aeropuerto, y allí  se encontraron con Agneta que sonreía de medio lado, algo que no la gustó en absoluto, porque indicaba que  en esa sonrisa se escondía un triunfo y que lanzaba el mensaje que a Emma le pareció de triunfo, como diciendo

-Tu te quedas aquí, y yo le tendré para mí sola

Desechó de inmediato esa imagen flirteando con Robert, en cuanto la megafonía anunció que debía embarcar con destino a Edimburgo.

Y pasó la noche intranquila.  Entre sueños se imaginaba la escena:  ellos dos solos cenando tranquilamente en el restaurante del hotel, riendo ambos de alguna gracieta que se le hubiera ocurrido.  Era una mujer divertida.  Sus imágenes se mezclaban con las vividas en el despacho de Robert.  A penas pudo conciliar el sueño durante un par de horas.  No quería ni imaginar que ocurriera algo.  Robert no lo merecía;  no ocurriría nada.  Iban en plan de trabajo únicamente-

Te esperaba - Capítulo 23 - Disculpas

Con un frenazo seco y fuerte, aparcó el coche en la plaza que le correspondía y entró como una exhalación derecho a los vestuarios.  Se cambiaría de ropa y avisaría que estaba preparado para operar.  Respiró hondo para calmarse, se dió una ducha con agua muy caliente, para tratar de templar sus nervios.  No podía operar en esas condiciones;  había mucho en juego.  Había sido una excusa para nada importante, pero había desembocado en una fuerte bronca con Emma y en la  salida  de su casa  muy agriamente.  Al cabo de un rato, hizo de tripas corazón  y explicó a sus compañeros el motivo de su retraso y el miedo que tenía a los dolores de cabeza de su mujer, a pesar de que el neurólogo le tranquilizó en su día, aún conservaba en su retina  el cuerpo mal herido de ella y su estado de coma.


  Quizá debiera ser mejor confesarle la verdad y acabar con tantas inseguridades, tan en contra de sus propios  sentimientos. ¿ Cómo hacerla comprender que era lo más importante en su vida, que nada ni nadie cambiaría eso? Que en realidad, sin saberlo, la había estado esperando  que llegase. a su vida y vivir junto a ella la idea que desde hacía mucho tiempo tenía en la cabeza y que poco a poco se estaba haciendo realidad.  ¿ Debía contárselo ? Pero aún faltaba mucho por hacer y quería que estuviera todo listo, y entonces si, contarle la verdad de todo.

No podía demorar más la operación, así que volvió a respirar y se introdujo en el antequirófano para lavarse nuevamente las manos y prepararse para ello.  Debía dejar atrás todas las discusiones y problemas personales, para centrarse únicamente en la vida que estaba en sus manos.  La operación fue larga, pero sin complicaciones.  Ya estaba la tarde avanzada, cuando terminó de operar y dejar a su paciente acomodado en la UVI.  Fue entonces cuando se dirigió a su despacho.  Debía redactar el informe de  quirófano.  Estaba más calmado y lo tenía todo fresco en la memoria.  Era el momento oportuno de hacerlo.  Llegó ante la puerta. Después hablaría con ella para tratar de calmar los ánimos.  No sabía qué hacer .  Puso la mano en el picaporte y abrió la puerta.


Emma, permanecía junto a sus hijos en el cuarto de juegos, pero la salida de Robert, enfadado, le daba vueltas en la cabeza. No había sido el momento más oportuno para una discusión:  tenía que operar y había llegado hasta su casa, alarmado por el estado de ella.  Se sentía culpable y un nudo le encogía el corazón ¿ y si por su culpa algo fallaba en quirófano?  No se lo perdonaría nunca.  Y tomó una decisión: esto no podía quedarse así.  Se dirigió a su habitación, y se arregló. Indicó a Meredith que salía y que no sabía la hora del regreso.

- ¿ Puedes ocuparte de los niños?  He de solucionar un asunto y no sé lo que tardaré.  Posiblemente bastante
- No se preocupe.  Haga lo que tenga que hacer.  Los niños estarán bien
- Gracias Meredith.  Si surgiera algún imprevisto, comunícate conmigo de inmediato.
- Vaya tranquila.  No ocurrirá nada.  Solucione lo que tenga que solucionar y no se ocupe del resto.

Meredith les había escuchado la discusión, y sabía lo que Emma iba a hacer: reunirse con su marido.  Sonrió y movió la cabeza

- Estos chicos se quieren tanto, que todo les parece un mundo. Mejor que arreglen lo que sea.

Cuando llegó por segunda vez al hospital, ya había pasado tiempo.  Fue hasta el control de la planta del despacho de su marido y allí pregunto a la enfermera si había terminado de operar

- No señora.  La operación es larga;  tendrán para un buen rato . ¿ Por qué no le espera en la cafetería.  O mejor en su despacho?
-¿ Puedo entrar en su despacho sin estar él ?
-¡ Claro señora.  Es su esposa, no una extraña !
- Está bien allí le esperaré. Me duele un poco la cabeza, nada importante, pero el barullo de la cafetería me molesta
- Vaya pues.  ¿ Quiere que la lleve un té o alguna otra cosa?
- No, gracias es muy amable.  Estaré bien

Entró en el despacho de Robert.  En muy contadas ocasiones había estado en él. Paseó por la estancia recorriendo con la mirada los detalles que lo adornaban.  Unos cuadros dedicados por algunos pacientes a los que había operado con éxito, Su diploma de la licenciatura, su titulo médico y una estantería con toda clase de libros de medicina en diversos idiomas.  Sobre su escritorio dos fotografías, una de sus hijos y otra de Emma, enmarcados en plata.  El ordenador.  un teléfono.  Un reloj de sobremesa  y una escribanía.  A su derecha la agenda que acarició sonriendo pero que no abrió:  era personal de él, no quería y no debía saber lo que allí había escrito.y  un interfono Al fondo de la estancia un archivador, que suponía era de informes de pacientes, y encima de él, un pequeño televisor.  En otro extremo bajo un ventanal, había un sofá mullido, amplio y una mesa baja  con alguna revista, por supuesto de medicina.  En el ambiente se percibía un aroma a su perfume, al que usaba después de la ducha.  Sonreía  y acariciaba suavemente cada objeto que él tocaría seguramente a diario.  Era su recinto sagrado.  Allí preparaba sus operaciones, hablaba con sus pacientes y...  con ella, a diario, antes de comenzar la jornada, aunque hiciera pocos minutos que acabaran de separarse.  Era un estilo sobrio de buena madera, muy a lo Robert: todo en orden y pulcro.

Miró el reloj y comprobó que hacía poco tiempo que había llegado y la enfermera la dijo que tardaría.  Se sentó en el sofá y tomó en sus manos la revista que descansaba sobre la mesa.  La abrió pero pronto volvió a cerrarla:  no entendía nada de lo que allí se contaba y se veía.  Buscó una postura más cómoda y al poco se reclinó sobre uno de los brazos del mullido sofá.  Lentamente los párpados se la fueron bajando hasta quedarse dormida.

Iba a entrar en su despacho,  Pero antes, Robert se dirigió al control de planta a revisar algunos de los informes de los pacientes y allí la enfermera, le dijo que su esposa le aguardaba .

- ¿ Mi esposa ?
- Si doctor.  Lleva aquí toda la tarde.  Llegó  al poco de comenzar la intervención.  No quiso ir a la cafetería ni tampoco aceptó un té que la ofrecí.
- Está bien.  Gracias.  Ahora la veré

Antes de abrir, y con la mano depositada en el picaporte, se paró durante un instante a pensar en lo que pudiera llevarla hasta allí y permanecer durante toda la tarde; era ya casi de noche.  Algo importante debía ser para esperar durante tanto tiempo.  Decidió que era hora de averiguarlo y despacio abrió la puerta.

Emma, estaba tumbada en el sofá,  dormida.  En posición fetal con las manos bajo su cabeza, encogida, seguramente porque sintiera frío.  Se acercó lentamente hacia ella y de rodillas, examinaba su rostro.  La miraba con dulzura, con infinito amor.   De repente un sobresalto le invadió de nuevo y muy suavemente puso su mano en la frente y con el dedo pulgar acariciaba su mejilla

- Dios mio ¡ Cómo te amo, Emma !  Depositó un ligero beso en su frente y despacio se encamino hacia su escritorio para redactar el informe de la operación.  Sentado frente a la pantalla del ordenador, abrió el programa y comenzó a redactar con toda clase de detalles la operación realizada y el motivo de la misma.  Estaba a punto de finalizar, cuando ella abrió sus ojos, sin duda por el ruedo tenue de las teclas al escribir. Robert absorto en lo que estaba haciendo, no se dii cuenta de que era observado por ella , que no quiso interrumpirle.  Al fin, al peso de su mirada, Robert levantó la vista mirándola alarmado

- ¿ Qué te ocurre ? ¿ De nuevo la cabeza ?
- No, no te alarmes.  Estoy bien
- ¿ Por qué has venido ?  Me han dicho que llevas aquí toda la tarde, que no has comido nada
- Si, es cierto. Me remordía la conciencia y deseaba pedirte perdón.  No debí reñirte ni decirte lo que dije.  Te ruego me perdones.  No volverá a pasar  -   Robert se levantó y se dirigió hacia ella.  Tomó su cabeza entre las manos y la besó largamente

- Seguro que volverás a reñirme otra vez. Y ¿ sabes qué ? No me importa.  Sin tus pequeñas riñas no serías tú. Y eso es lo que me cautiva de tí el torrente de amor que me entregas y que yo, torpe de mi, no me doy cuenta de que es exceso de amor. Que tienes una gran capacidad de amar a todos cuantos te rodean.  Pero yo también te amo en igual medida y nada, ni nadie ocupa ni ocupará el lugar que tu tienes. -.  Se abrazaron y permanecieron así durante unos instantes.

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