lunes, 14 de enero de 2019

Te esperaba - Capítulo 26 - Confidencias

Tenían mucho de lo que hablar y poco a poco, entre Robert y Agneta, explicaron a Patricio el por qué de aquella decisión tomada.  Era de madrugada cuando dieron por terminada la velada, quedando citados para el día siguiente para seguir con sus charlas y sus recuerdos.  Era una tierra tranquila y apacible, en la que daba tiempo a hacer cosas que en sus respectivos países ni siquiera  podían imaginar.  Por eso, Robert llevaba mucho tiempo dando forma a esa idea, que expondría a su mujer cuando llegase la hora oportuna, y si ella estaba de cuerdo, regresarían de nuevo.

Se dirigieron a pié hasta su hotel.  La noche era propicia a las confidencias.  Agneta escuchaba atentamente lo que Robert relataba.  Era la charla de dos buenos amigos, nada más. Estaba contento y deseoso de llegar a Santa Rosa.  Hacía mucho  que no había vuelto por allí, y siempre con el tiempo justo de dar alguna instrucción.  Estaba llegando el fin en el que podrían contemplar la culminación  de su obra, y deseaba contarle a Emma sus proyectos.  Sabía que ella quería entrañablemente a aquella tierra y con tantas connotaciones para ellos.

- ¿ Estás seguro que ella desea lo mismo ? . le dijo Agneta
- No lo sé.  Ciertamente ha pasado mucho tiempo, pero creo que cuando conozca mis planes aceptará.

Debían salir temprano al día siguiente.  A pesar de haber mejorado las comunicaciones, aún habían lugares poco accesibles.  Esperaba arreglar también eso.  Había entablado contacto con el ministro de Fomento y tenía muchas esperanzas de que ahora, Santa Rosa, fuera un lugar de referencia y las cosas fuesen más fáciles.  Se sentía impaciente por llegar y abrazar a sus amigos.-
Mientras caminaban, despacio, Agneta le escuchaba con atención, pero su cabeza iba por otro lado muy distinto al de Robert. Al fin, en un silencio de él, le preguntó

- ¿ Me crees una mujer atractiva ?

  El extrañado, detuvo su andar y la miró fijamente, sorprendido  por la pregunta

--¿ A qué viene  eso ?  Naturalmente que eres una mujer atractiva.  Eres preciosa, culta, decidida, inteligente... ¿ Continúo ?
- Entonces ¿ por qué no te gusto ?
- Agneta.  Gustas a cualquier hombre, pero en lo que a mi se refiere, no. No en el sentido que indicas.  Para mí eres y serás una buena amiga, nada más. Conocí a mi mujer cuando íbamos al instituto aunque no me enamoré de ella entonces.  ¡Ni siquiera me fijé en ella. Tuvieron que pasar muchos años y muchas cosas,  para darme cuenta de ello,. La tuve como enfermera sin recordar siquiera su rostro, pero ocurrió algo que llamó mi atención y supe valorar todo lo bueno que tiene, que es mucho. Es inteligente y pudo cursar sin dificultad una carrera superior, pero ella quería sobretodo ayudar a la gente y contra la opinión de sus padres, estudió enfermería y no medicina. Y  así  llegó hasta aquí de voluntaria, ó quizá fuese el destino que lo dispusiera de esa forma.  Y en esta tierra  volvimos a encontrarnos y surgió el amor más grande que haya sentido nunca. Estoy locamente enamorado de ella.  La quiero con todas mis fuerzas y la estoy agradecido por los dos hijos que me ha dado.  Así que no, Agneta, en el aspecto amoroso no me interesas ni tú ni nadie.  No puedo explicar cómo surgió todo.  Sólo sé que cuando llegó a mi ese sentimiento, supe que sería para toda la vida.
 Nuestro matrimonio también ha tenido escollos, creo que como todas las parejas,  pero supimos encontrar el camino de solucionar cualquier impedimento.  Hemos llegado hasta aquí, y seguiremos adelante.
- No irás a decirme que no has tenido tentaciones.  Has viajado mucho, eres muy atractivo y no pasas desapercibido. ¿ Nunca has sentido la tentación de serle infiel, aunque fuera por una noche?  Estoy segura que no se enteraría
- Pero yo lo sabría y no podría vivir con ello.  Todo esto que me ha traído  hasta aquí, es un proyecto que pensé hace muchos años, cuando me inicié como cooperante. No se lo expuse a ella porque pensé que nunca llegaría a realizarlo.  Pero ya ves:  mi sueño se va a cumplir y espero compartirlo con mi mujer
- Pero eres un gran cirujano.  Te has hecho un renombre en tu especialidad.  No entiendo que quieras recluirte en un lugar como este, apartado de todo.
- Precisamente por todo eso que has dicho. ¿ Acaso estas gentes no merecen los mismos  cuidados que los que vivimos en las grandes ciudades?  Aquí se respira paz. Agradecen todo cuanto hagas por ellos y vives la vida intensamente. Aquí quiero que mis hijos crezcan, con los verdaderos valores de los seres humanos
- Has enterrado mucho dinero en todo ésto.  No creo que tu mujer lo acepte. Eres muy altruista, pero estoy segura que ella necesitará más. ¿ Quién te dice que en uno de esos viajes estuvieses enfadado con Emma y surgiera la ocasión ?
- No la conoces, pero si así fuera, no la abandonaría, y mucho menos por una aventura de una noche.  No necesito aventuras para sentirme satisfecho.  Espero que comprendas en su justa medida todo ésto que te comento, y que es algo perteneciente a nuestra intimidad..  Si ella se negara a vivir aquí,  algo de lo que tengo mis dudas,   me limitaría a venir de vez en cuando y pondría al frente a personal cualificado..  Si necesitara invertir más, daría conferencias, pero no les dejaré a su suerte ni a mi familia tampoco.

- Has creado un hospital magnífico, una escuela.  Has reconstruido casas seguras...  Has hecho mucho por ellos  Les estás devolviendo todo cuanto te dieron.
- Ellos me ayudaron en un momento difícil en nuestras vidas.  Ahora me toca a mi que tengo los medios para poder hacerlo.  Esta conversación  ha venido a cuento de otra cosa, y he de decirte que como amigo me tendrás siempre, pero nada más que como lo que soy: tu amigo. Un amigo agradecido por todas las facilidades que he tenido con los aparatos instalados en el hospital. ¿ Sabes que mi mujer tuvo un accidente y entró en coma? Fue la ayuda de estas gentes y las facilidades que me dieron, que pude trasladarla hasta Cuba porque allí sí tenían los aparatos requeridos para atenderla.  No deseo que nadie se vea en la misma situación que me vi y en la angustia terrible que viví.  No mientras pueda evitarlo.
- ¿ Sabes? Al conocer a Emma la ví como a  una mujer que no te merecía y creí poder conquistarte fácilmente.  Pero ahora, al veros más asiduacmente, la tengo envidia. Siento envidia  por el amor sin reservas que sentís.  Por la familia que habéis creado y por los sueños que forjáis.  Siempre que llegues a casa, tendrás sus brazos amorosos para refugiarte.  Yo, sin embargo, ni siquiera tengo un gatito que me reciba .  He invertido mucho esfuerzo y trabajo en escalar un puesto en la sociedad.  Lo he conseguido, pero estoy absolutamente sola y en una casa vacía y fría. Tenéis suerte de teneros el uno al otro, y por si eso fuera poco ¡ esos niños !  Te entiendo perfectamente, y por mi parte, nunca te sentirás incómodo en mi presencia.  Hemos hablado y ambos conocemos nuestras limitaciones.  Eso ha hecho que os aprecie más.  Sólo deseo, que te mantengas así siempre: sincero y leal con todo el que te rodeé. Y sobretodo, no hagas de menos a tu mujer, nunca, tan sólo por una noche de pasión.  Las mujeres no solemos perdonar las infidelidades y si son por capricho, mucho menos, sencillamente no lo entendemos. Sé fiel como lo es ella, porque lo merece.  Está en casa criando a tus hijos y renunciando a cosas que le apetecería hacer.  No lo olvides. Os merecéis el uno al otro.  Sólo deseo ser vuestra amiga.  Tener un hombro en el que llorar   si las cosas no me fueran bien.  Simplemente eso.

  Ya habían llegado al hotel. Agneta entró en su habitación, depositando un beso en la mejilla de Robert.  Este sonrió y se dirigió a su habitación.  Miró el reloj y, a pesar de que era algo tarde, sabía que Emma esperaba su llamada y que no la importaría despertarse si es que estuviera durmiendo.  Sabía que,  fuera la hora que fuese,  escucharía su voz.

- ¡ Hola amor ! ¿ Cómo estáis ? Hemos estado cenando Agneta y yo y aunque es algo tarde, no quería dejar de darte las buenas noches.  Te echo de menos y a los niños también. Te quiero, te quiero mucho...

Y de esta forma, Robert dió las buenas noches a su mujer, y en su interior sabía que habían hecho bien el hablar abiertamente Agneta y él, dejar las cosas claras.  Que supiera que nunca cambiaría a Emma por cualquier otra.  Tras un largo rato de conversación , colgaron y mirando al techo sonrió imaginando a su mujer y a sus hijos.

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