martes, 14 de abril de 2020

Pobres y ricos - Capítulo 4 - La mansión del juez Burton

    Todo lo miraba con admiración y asombro.  Parecía una chica de algún pueblo remoto con casitas pequeñas que conociera Nueva York por primera vez. Ya sólo el vestíbulo,  al que les había conducido el mayordomo, era más grande que la casa de sus padres, que no era de las pequeñas, precisamente. De sus paredes colgaban cuadros, que creyó sería de firma reconocida, pues eran preciosos y muy buenos.  En el centro una gran mesa redonda con un enorme jarrón de flores de color fucsia y rosa. La estancia era circular y en su entorno había tres o cuatro puertas, que sin duda llevaban a distintas habitaciones. El mayordomo abrió una de ellas  y nos indicó que esperásemos:

- El señor juez vendrá enseguida.  ¿ Desean tomar algo-, nos dijo

- No, no, muchas gracias -respondió Fred



    Lucy aprovechó para revisar aquella habitación, amueblada con exquisito gusto con muebles clásicos y serios, como correspondía al puesto que, su ocupante,  desempeñaba en la sociedad. Los cuadros probablemente de buena firma también,  excelentes. Además de un sofá y dos sillones  a su lado, uno enfrente del otro,  en un rincón había un secreter clásico, un poco más allá una mesa redonda con un jarrón con flores, iguales a las del vestíbulo.  Seguro que serían de la preferencia de la señora de la casa. Y en otro lado de la pared, un  mueble lleno de fotografías, familiares, enmarcadas en plata.  Era apabullante, intimidante. ¡ Y ella con vaqueros ! ¡ Menuda impresión iba a causar !  De pronto la puerta se abrió y automáticamente tanto Fred como Lucy se pusieron en pié.  La figura del juez era esbelta y altamente distinguida.  Enarboló una sonrisa afectuoso palmoteando la espalda de su compañero, señal de que le conocía, seguramente de otras veces. Dirigió la mirada sonriente hacia el rostro de Lucy que a duras penas pudo saludar al juez

- Encantada, señoría - fue todo lo que pudo decir.

Con un gesto de la mano les indicó que se sentaran. Lucy estaba cortadísima, sin embargo Fred se comportaba como si tal cosa. Comenzaron a charlar lo mismo que  si se conocieran de toda la vida.  Su compañero le preguntaba por persona de la  que no tenía ni idea, pero sin duda debía ser alguien que ambos conocían. Ella guardaba silencio jugueteando con el bolígrafo para calmar los nervios que aquella situación le provocaba.  Estaba  presente, pero en realidad era como si no estuviera, porque ellos iban a lo suyo. ¿ Cuántas veces habría entrevistado al juez?  Se lo preguntaría a la salida, que ojalá fuese pronto.  Se sentía incómoda y pequeña en aquel ambiente.  Decididamente, no era para ella. Sin darse cuenta, se había encogido en aquel sillón, grande y mullido, hasta hacerla más pequeña, más insignificante.

- ¿ Qué tal Alex ? - le preguntó Fred

- Como siempre,  a lo suyo.  Hace tiempo que no le veo. Creo que está averiguando algo, pero es top secret, así que no puedo decirte nada.- respondió el juez- ¿ Y tus padres ?

- En Nueva York.  Desde que mi padre se jubiló no paran.

- Hacen bien. Yo haré lo mismo cuando me jubile, y hasta pienso en echarme novia.



    Soltó una risotada acompañando sus palabras, por lo que dedujo que era divorciado o viudo  ¿Cómo tenía tanta confianza con él ?  Seguramente se trataba de algún amigo de la familia, o quizás le sacara de algún aprieto en su labor de juez.  Lucy notaba que aquello no tenía sentido, que todas las preguntas eran insulsas sin venir a cuento.  Entonces se le ocurrió la idea de que probablemente, ella, precisamente, era el obstáculo que había para que ellos hablasen de lo que fuera, pero si así era ¿ para qué la había llevado?  Carraspeó y disculpándose dijo a Fred que le esperaba fuera.  Y saliendo de la estancia, se detuvo en el vestíbulo, aguardando a que ellos terminaran lo que fuera que tenían entre manos.

De pié frente a ella, permanecía el mayordomo, otro personaje que la ponía nerviosa con tanta rigidez y tanta corrección.  Le sonreía y él serio inclinaba la cabeza

- Cada vez lo entiendo menos ¿ qué demonios hago aquí? ¿ De que hablo con este hombre tan tieso que me pone de los nervios?  Es un recibidor muy grande y precioso - se la ocurrió decir para de esa forma romper el hielo

- Si tiene mucha solera.  Es la tercera generación de jueces. Han ido heredando las valiosas obras de arte que han pasado de generación en generación desde sus abuelos.  Estar en esta mansión es como estar viviendo la historia de la judicatura de esta familia

- Más que una mansión, parece un palacio.  ¡ Es precioso ! - respondió Lucy.

En ese momento la puerta volvió a abrirse y de allí salieron los dos hombres que se estrecharon en una brazo afectuoso.

- Vuelve pronto.  Señorita he tenido mucho gusto en conocerla.

- Muchas gracias señoría.  Lo mismo digo.

    La cabeza la tenía a cuadros ¿ ese abrazo? ¿ qué significaba ?  Se mordía la lengua para no preguntar, pero la curiosidad pudo más que su prudencia:


- Parece que os conocéis mucho - dijo

- ¡ Y tanto ! es mi tio.

- ¿ Tu tio ?  ¿ Para qué me has traido ?  Habéis dejado claro que yo era una invitada de piedra y que estorbaba entre vosotros.

- No exactamente. Tenía que hablar con él para conseguir la entrevista por su mediación. No vayas a decir nada, es altamente secreta

- ¡ Cuánto misterio ! ¿ Se trata de tener un encuentro con algún peligroso delincuente en exclusiva ?- él rió por la salida de Lucy

- No, en absoluto, pero sí es un secreto.  Así que no comentes nada con nadie.  Lo sabrás a su debido tiempo.  Sólo lo sabe  Davis, y porque tenía que autorizarlo, sino tampoco.  Y ahora te invito a comer.

- ¿ Aquí ? ¿ En Palo Alto ?  Te va a costar un riñón. Mejor nos vamos a otro lado. - exclamó la reportera en ciernes

- No seas tonta.  Me lo puedo permitir- respondió él

- Está visto que hoy voy de sorpresa en sorpresa.  Espero que algún día me lo cuentes

- Lo haré mientras comemos ¿ vale ?  Con suerte conocerás a alguna estrella de gran relumbrón. Iremos a La Bodeguilla del Medio

- Tiene nombre hispano, aunque es la primera vez que lo escucho

- Casi todo aquí es muy hispano.  La mayoría de la gente habla castellano.  Es una reminiscencia de su pasado español, bueno ya sabes...



- ¿ Lo sé? Algo sí, porque en esta zona estuvo muy presente, pero no creí que aquí...

- Por lo que veo has de averiguar muchas cosas.  Eres bastante curiosa ¿ sabes ?

- No lo suficiente. Aún he de saber lo tuyo  y lo de ese misterioso hombre del que hablabais  antes de salir de la habitación. Todo es muy extraño y creo que no lo voy a saber nunca.  Tranquilo, no es que tenga especial interés en ello.

   Eligieron el menú a base de carne a la parrilla maíz asado al igual que una patata grande.  De postre un gran helado de chocolate para ella una copa para Fred.  Tras unos momentos de reposo, decidieron que era hora de regresar. Tendrían que pasar por redacción y dar cuenta a Davis de sus gestiones.  Después de hecho ésto, regresarían cada uno de ellos a su casa.

lunes, 13 de abril de 2020

Pobres y ricos - Capítulo 3 - El debut

   Todo lo dejó preparado la noche anterior.  Buscó en su armario lo que iba a ponerse en su debut como reportera, aunque oficialmente aún no lo fuera.  No quería omitir ningún detalle, pero tampoco exagerar la indumentaria.  Tenía en cuenta que lo más lógico es que fuera de acompañante de algún reportero de verdad, y por tanto, creyó que unos vaqueros, alguna camiseta mona y unas deportivas, serían suficientes.  Por contra, si fuera ataviada con más seriedad, chocaría bastante.  Debía ante todo mostrar profesionalidad aunque fuera muy distinta a la que había ejercido en Corte Madera.Quería dar la impresión de que eso era lo que llevaba habitualmente, y así era, pero tenía que reconocer que era muy poca ortodoxa la manera de prepararse el primer día de un trabajo nuevo 

- ¡ Bah ! - se dijo. Echó una última mirada al espejo y cogió su bolso enorme en el que guardaba su máquina de fotos, un cuaderno de notas,  bolígrafos, y todo lo que forma un bolso de mujer: monedero, llavero, móvil, barra de labios, peine, pañuelos de papel.... etcétera.  Todo, totalmente prescindible, pero que si no lo lleváramos, nos sentiríamos "desnudas".  Bueno, ya estaba lista. Tomó su desayuno rápidamente y nerviosa salió de la pensión rumbo a lo desconocido, porque eso era lo que la aguardaba. Miles de preguntas se hacía mientras ponía el coche en marcha.

- ¿ Iré sola o con compañero ?  ¿ Adónde iremos? ¿ De que constará el reportaje ? ¿ Quién será mi instructor ?

Ahora si que se ponía nerviosa por momentos. Se le había olvidado a quién o dónde debía presentarse.  Los primeros días de un trabajo, eran una lata; estabas totalmente perdida y los compañeros, te miraban con recelo, y en cuanto das la espalda, se parten de la risa.  Pero ellos también tuvieron su primer día, así que no entendía por qué  causa tanto revuelo.  Lo que más rabia le daba eran las consabidas novatadas: no la gustaban nada, pero ella también las dió cuando, alguien nuevo, entró a trabajar en su antiguo trabajo. Y al recordarlo sonrió .

- Bien, pues ya estoy aquí - se dijo.  Había llegado en un pis pas.  Verdaderamente no estaba lejos, pero el coche le sería imprescindible para su futuro trabajo.

    Tras dejarlo aparcado, se detuvo un momento antes de entrar, tragó saliva, respiró hondo, irguió los hombros y espirando el aire, se dijo:

- Vamos a ello, Lucy. ¿ Quién dijo miedo ?

    Y olvidó las novatadas, las dudas y las inseguridades y con paso firme se dirigió al despacho de Recursos Humanos.  Allí le informarían de dónde debía dirigirse.  Y así lo hicieron: directa a Redacción y preguntar por Davis.

   El tal Davis era un hombre de estatura media, de unos cuarenta y pico años, bien parecido y al parecer, su futuro jefe.  Durante un segundo, él levantó la vista del ordenador, al ver que se acercaba alguien.  Apenas la dio tiempo a pronunciar su nombre, Davis se le adelantó.

- Morrison ¿ verdad ? Ven conmigo

   Daba grandes pasos que a Lucy costaba seguir.  Sortearon algunas mesas en las que trabajaban los periodistas, unos charlaban sobre alguna noticia los que tenían las mesas cercanas.  Otros buscaban en los archivos.  Otros hablaban por teléfono, y algún otro anotaba algo en un bloc.  La redacción estaba a pleno rendimiento, y mentalmente recordó la suya anterior:  nada que ver.   Miró  su entorno y descubrió que había también otras chicas, y eso le alivió un poco los nervios. La distrajo de sus pensamientos la voz de Davis que la presentaba al reportero que sería su instructor durante unos días, que así se lo hizo saber su jefe:



- Es para que conozcas la forma de trabajar que tenemos.  No te separarás de él y aprenderás mucho de su técnica, y tendrás que asistir a las reuniones de cada día para que estés al tanto de los temas que vayamos a tratar en la redacción.  Según me han informado, eres muy espabilada, así que no te costará trabajo ponerte al día .
ahora, os dejo solos para que os organicéis 
    Frente a ella estaba  Fred, su instructor y compañero, al menos durante unos días, según había entendido.

- ¡ Hola ! soy Fred

- Yo Lucy Morrison y vengo de Corte Madera, de su periódico.  No tiene nada que ver con éste, así que te ruego tengas paciencia conmigo si algo realizo mal

- No te preocupes.  Todos hemos tenido una primera vez. ¿ Tienes todo ?

- Bueno..., pues no sé a lo que llamas todo. Llevo mi cámara de fotos, mi cuaderno de notas, el móvil...

- Bien. Si , lo llevas todo. Pongámonos en marcha.  Iremos a  Palo Alto y entrevistaremos a un abogado de las celebridades que viven allí.  No sé qué puede tener de interés ese señor, pero las órdenes son órdenes.  Como tardaremos un rato, ve leyendo por el camino, las preguntas que vamos a realizar.  Bueno más exactamente las que haré yo. Tu fíjate en cómo pregunto, no es que sea especial, sino que es, digamos la marca de la casa. Podrás tomar nota de lo que creas interesante. Tratar de sonsacar sin que se den cuenta.  Que hablen pero pareciendo que no va con nosotros ¿ me entiendes?  Si eres discreta, ganarás su confianza y el reportaje será más "sustancioso" y además con su aquiescencia

- De acuerdo.  Tomo nota de todo y estaré atenta.



    Nunca había escuchado un léxico tan refinado, si bien era cierto que se codeaban con gente tan especial, debían usarlo con frecuencia. A eso también debería estar atenta.  Irían en el coche de Fred, era más grande y por tanto más potente.  Llegarían enseguida a  Palo Alto.

- ¡ Palo Alto ! ¡ Madre mía !  Nunca imaginé conocerlo. Allí viven muchos actores y gente rica. No debí ponerme tan de trapillo.  Si llego a saber que íbamos a ir a este lugar, me hubiera puesto hasta tacones-.  Y rió ante su propia ocurrencia

- ¿ De qué te ríes? ¿ En que piensas?

- De mi misma. Pensé que así parecería más profesional.  No sabía que iba a "debutar " en un sitio tan exclusivo.  Debí ponerme un vestido y otro tipo de calzado.

- No te preocupes.  Normalmente vamos así ¿ no me ves? Y   también  voy con vaqueros.  Lo más probable es que los famosos te reciban en chándal o en bañador si están en la piscina.  No te creas las fotos que publicamos con la entrevista. Son fotos pactadas y el escenario también, elegido por ellos mismos.  Algunas se toman en su propia casa, pero otro día, cuando ellos creen conveniente.  Así que tranquila.  Hubieras estado más rara si vienes en plan elegante.  Mira, ya llegamos.

    Aparcó frente a la entrada de una gran mansión.  Se bajó del coche y en un cajetín situado a su derecha, pulsó un código que le dio acceso.  Lo miraba impresionada, asombrada, deslumbrada.  En su pueblo había casas importantes, pero desde luego nada que ver como la que tenían delante. ¿ Qué relevante será este señor?  No tenía ni idea.  Todo lo que había podido leer mientras llegaban allí, era todo temas jurídicos de los que no tenía ni idea.  Menos mal que no sería ella quién hiciera la entrevista.  Estaría atenta a ver cómo se desenvolvía Fred.

domingo, 12 de abril de 2020

Pobres y ricos - Capítulo 2 - Tomar las riendas

Cuando salió de la redacción, llevaba un contrato a prueba por quince días y un posible futuro en lo que ella deseaba. Pero ahora comenzaba, de verdad, su carrera.  Sabía que tendría menos tiempo libre para dedicarlo a los estudios, pero este trabajo había sido una inyección de fuerza para conseguirlo
     Trataría de sacar tiempo de donde fuera, pero tenía que obtener su título y licencia como periodista. Partió de regreso a  Corte Madera, después de anticipar a sus padres que lo había conseguido.

    Y puso la radio a todo volumen con la misma canción, pero ahora deseaba escuchar algo distinto y más alegre, acorde con su estado de ánimo.  Estaba eufórica y capaz de comerse el mundo.  Y con la música de fondo, comenzó a recordar lo que tenía que llevarse, porque indudablemente, si pasara los quince días de prueba, estaba decidida: se mudaría a Fremont, muy a su pesar, pero ya lo sabía , que esa sería una condición.  Sus padres también lo imaginaron.  Debía hacerse un porvenir y en donde vivían no pasaría de reflejar ,  en algún comentario, las pocas cosas  que sucedían allí.  Mayormente era algún  cotilleo, con el fin de entretener a los lectores, y ella picaba más alto.

    Durante un buen rato, estuvo contando a sus padres todas las impresiones que había recibido en su entrevista, y como  tenía tiempo, había dado una vuelta por los alrededores de las calles del periódico, situado en una zona céntrica de Fremont, aunque en realidad, toda la  ciudad era céntrica,  por sus comercios, restaurantes, y sus casas.  Se notaba que allí vivía gente con alto poder adquisitivo, no en vano se encontraba no muy lejos de Palo Alto y eso era punto y aparte.

    Estaba entusiasmada y con muchas ganas de comenzar.  Todos sus esfuerzos se verían compensados al fin. Tan entusiasmada estaba que no se dio cuenta de  la sonrisa triste que su madre esgrimía, al decirles que tendría que ir a vivir a Fremont, ya que, aunque no estaba muy lejos, si lo suficiente para tener que madrugar mucho,  referente a su entrada al trabajo y,  además,  el gasto extra que supondría en gasolina al tener que viajar todos los días.  Ellos lo comprendieron, y al contrario la animaron.  Aunque luego, a solas, el matrimonio se miró sin palabras, pero reflejando la pena que les causaba el tener que separarse de ella.  Lo sabían desde que les dijo la profesión que había elegido para ganarse la vida, y lo comprendieron; ellos habían hecho lo mismo cuando se independizaron, y a Lucy le había llegado la hora.


Preparó su equipaje, al menos lo más necesario, ya que su pensamiento era pasar los fines de semana con sus padres, y tiempo tendría de  llevarse más cosas si las precisara.  Estaba emocionada y apenas podía conciliar el sueño, y cuando las primeras luces del día se asomaban, ella ya estaba despierta.  Aguardó en la cama un poco más, pero al cabo de un rato, debido a su propia impaciencia, decidió prepararse para el viaje.  Nuevamente revisó todo, y todo estaba guardado.  Se asearía y se  pondría ropa cómoda para el viaje, porque aunque no era muy largo, sus nervios la hacían sudar.  Desayunó con sus padres, y les prometió que pasaría con ellos los fines de semana, si el trabajo se lo permitía.

    El ruido del motor al arrancar, la hizo darse cuenta de que en verdad iniciaba su aventura. Lo más difícil fue despedirse de sus padres que con su brazo alzado la decían adiós.  Pudo serenarse ya en carretera.  El viaje no era muy largo, pero debía aprovechar el tiempo, y lo primero de todo encontrar un lugar donde hospedarse.
 Su corazón dio un vuelco, cuando a lo lejos vislumbró  la silueta de la ciudad.  Sintió de golpe unas ganas enormes de gritar.  A esa hora no había nadie en carretera, siendo además viernes, así que ensanchó sus pulmones y con una sonrisa de oreja a oreja grito:

-¡ Fremont....!  ¡ Allá voy!

    Estaba exultante.  Era feliz.  Estaba esperanzada.  Aparcó su coche en el arcén y se dirigió hacia un guardia cercano,  y le preguntó si podía indicarla alguna pensión que entrara dentro de sus posibilidades.  Tras el saludo del agente, se metió de nuevo en el coche y hacia allí se dirigió.
Aparcó,y se detuvo frente a la entrada.  Era una casa con la fachada agradable.  No muy grande ¿ Se habría equivocado? Pero no, en un lateral mostraba una placa en la que se leía :  Pensión Juarez.  Allí era, y decidió entrar.  Si no fuese de su entera satisfacción al menos pernoctaría esa noche, y al siguiente ya vería.  Pero si la gustó y decidió, tras informarse de los precios, que se quedaría allí.

    Estaba regentada por un matrimonio joven oriundo de Santa Rosa y de padres mejicanos. Los huéspedes, según la indicaron, no eran muchos, porque la pensión era pequeña, pero eran conocidos y formales, con lo cual se sentiría más acompañada que en otro sitio más grande.



Una vez instalada y tras comer, decidió que debía calibrar la distancia que tendría hasta la redacción, tanto a pie como en el coche.  Fremont era mayor que Corte Madera, y allí iba andando, pero aquí... Y eso también sería un tanto a su favor si pudiera ir caminando hasta el periódico, algo a tener en cuenta para sus ahorros.  Y comprobó que podría ir andando perfectamente, pero debería llevarse el coche, por si acaso la enviasen a algún reportaje que lo precisara.  Debía tener en cuenta todos los cabos, ya que de esa manera les impresionaría con su capacidad  y profesionalidad.  Decidido:  llevaría su coche, ya que además podría aparcar en el garaje del periódico, y la ventaja sería que podría  quedarse un ratito más en la cama , aunque madrugase para no llegar tarde nunca.


Pobres y Ricos -Capítulo 1 - Fremont

   Lucy Morrison, al volante de su pequeño coche, canturreaba al compás de su música preferida "The night we met". Le encanta Lord Huron y le traía agradables recuerdos de su juventud, no hacía tanto tiempo dejada atrás. Le recordaba su baile, torpe baile con algunos pisotones, con aquel chico forastero que apareció en la ciudad y tal como vino se fue, pero a ella la causó sensación, probablemente por lo inusual de que un chico como aquél se integrara, siquiera por unos días, en aquel baile provinciano de adolescentes recién graduados.



Ella fue en compañía de Melvyn, un chico pecoso y rubio, no muy guapo, pero buena persona, simpático y divertido.  Suplía el no ser tan guapo como otros, con su sentido del humor;donde él estaba  no se escuchaban más que risas.


  Entre los amigos de la pandilla, corrían los rumores de que estaba un poco enamorado de Lucy, pero ella no hacía caso de habladurías.  Le quería tener como amigo, nada más.  Tenía planes para su futuro y desde luego, en sus cálculos no entraba echarse novio tan pronto.  Eran muy jóvenes y además ella tenía que terminar los estudios para ser  reportera y para cumplirlos tendría que estudiar duro para terminar lo más pronto posible.  En su cabeza bullía la idea de ir a vivir a San Francisco, pero todo dependía de lo que pudiera ahorrar de su trabajo en el periódico local, que fue quién la metió el gusanillo del periodismo.  Deseaba ser reportera no de revistas del corazón, que la parecían demasiado frívolas, sino de periodismo serio.  Pero todo dependía del vil metal y hasta donde diera de sí .


   Desechó los recuerdos y siguió acompañando al conjunto musical con su canción.  Tenía una voz espantosa y desafinada; el oído musical no se lo había dado Dios, pero sí una potente voz que desarrollaba a pleno pulmón.  Iba ella sola por la carretera, así que no había peligro de que alguien se riera de ella.  Tampoco la importaba demasiado;  tenía una facilidad pasmosa para evadirse de lo que no la interesaba y el que la oyeran cantar no la intimidaba en lo más mínimo.


    En unos cuarenta minutos aproximadamente estaría en Fremont y allí entregaría su currículo en el periódico, al que había solicitado una plaza.  Haría los reportajes que la mandasen; necesitaba trabajar cuanto antes y por el sueldo que la dieran.  No tenía muchas pretensiones, sólo lo suficiente para poder pagarse los estudios e ir viviendo, aunque fuera a base de bocadillos.  Le faltaba un año para terminar la carrera que hacía en la universidad nocturna  de Corte Madera, con buenas notas, pero su padre no ganaba mucho y había que ayudar algo en casa.  No le importaba el tiempo que la llevara terminar, pero era su máxima ilusión  y, tardase lo que tardase lo conseguiría.

    Era un local con fachada en parte de madera y ladrillo rojo visto, con
 solera.  En uno de los ventanales a la calle había un gran rótulo en letras grandes, doradas, anunciando que allí estaba el Boletín de Fremont.  Se detuvo por unos instantes oteando en su interior. No estaba muy nerviosa, pero una especie de gusanillo la recorría el estómago. Si consiguiera ese trabajo, se trasladaría a vivir allí, pero el salario debía ser suficiente para vivir , ya que trasladarse a diario desde Corte Madera, no la compensaría.

Realizada su frugal inspección, empujó la puerta, también de cristal, y entró en su interior.  Se dirigió hacia el mostrador de información y allí pidió la indicasen dónde debía entregar el  currículo. La señorita, la indicó amablemente una puerta del fondo en el que una placa indicaba Recursos Humanos. Y hacia allí con paso firme y ligero se encaminó.  Cruzó sus dedos y golpeó ligeramente la puerta,  Una voz desde el interior la dio paso. Ya no había vuelta atrás; había lanzado al aire una moneda y le había salido cara.  Ojalá fuera sinónimo de buena suerte.

La recibió un señor de mediana edad que al parecer era el encargado de recibir a los candidatos que se presentaran para el puesto.  Era muy educado y cortés; se levantó para estrechar su mano al tiempo que la indicaba se sentase en la silla que había frente a él. En silencio recogió la carpeta portando la información de Lucy y si trabajo realizado en el modesto periódico de  Corte Madera, pero algo debió ver en alguno de sus artículos, porque, quitándose las gafas la miró de frente y la sometió a un interrogatorio normal en su caso, con el fin de conocer su trabajo y experiencia más ampliamente.

- Eso es signo de buena señal - se dijo interiormente -¿ Le interesaré? , aunque lo más probable es que sea de rutina, y es lógico saber con que experiencia cuento.  Pero dudo mucho que con lo que he presentado, se forme una idea de mi trabajo.  Sé que lo puedo hacer mejor, pero necesito oportunidades de demostrarlo. Pero creo que aún no ha llegado mi hora.

    Pero se sorprendió grandemente, cuando el editor la dijo escuetamente:

-  Está bien , queda contratada ,  pero habrá de demostrar de lo que es capaz de hacer.  De momento estará a prueba durante quince días.  Si sale airosa, tendrá un contrato indefinido.  Y ahora hablemos de las condiciones de trabajo.



ENTRADAS POPULARES