viernes, 31 de mayo de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 1 - -Destino Costwolds

La mañana era desapacible y además lluviosa.  En Irlanda, el día puede tener las cuatro estaciones  y en ese momento, predominaba el otoño, porque a pesar de la lluvia no hacia a penas frio.  Fiona O'Neill, miró a su alrededor.  Sentada en una silla frente a un secreter que tenía en su habitación, comenzó a abrir cajones y depositar su contenido en una caja.de cartón  Se mudaba de lugar por otro más tranquilo y que no tuviera tantos recuerdos para ella, como en el que había vivido hasta ahora, al  decidir dar un giro a su vida,

Abrió una portezuela del mueble, y de su interior, extrajo una especie de cuadernillo que permanecía semi oculto debajo de unas cartas recogidas con un lazo de color celeste que, acarició con nostalgia al igual que al cuaderno.  En ambas cosas estaban depositados sus mejores años de juventud, de sus primeras ilusiones, de sus primeros escarceos amorosos, del primer amor, del primer beso...  todo ello reflejado en las páginas de su diario en que se había convertido aquel cuadernillo viejo y manoseado por su uso.  Probablemente el origen de su profesión fuera precisamente ese objeto, cuyas pastas estaban ajadas por el paso del tiempo.  Le daba tristeza abrirlo, porque sabía que lo leería de nuevo y no deseaba destapar viejos recuerdos, y por eso precisamente lo escondió en ese lugar poco accesible a la curiosidad incluso  de ella, recordando viejos tiempos de la edad en que todo se magnifica y se distorsiona.  Suspiró con una medio sonrisa, y levantando la cabeza, miró hacia los cristales de la ventana de su habitación, salpicados por las gotas de lluvia.  No se había dado cuenta hasta ahora de lo mucho que quería a aquellas paredes que habían sido su hogar, hasta que, dos días después de lo narrado, cerraría la puerta para dirigirse  a Gloucestershire su nuevo lugar de residencia.

Su casa estaría algo alejada del núcleo urbano, y justo eso es lo que ella necesitaba para su trabajo, pero también para aislarse un poco de todo lo vivido hasta ahora.  recuerdos, unos pasados y otros en vigor que habían hecho que tomase la decisión de desaparecer, aunque fuera durante una temporada, del foco  de atención de periodistas  que buscaban ansiosos  noticias de gente popular, y no precisamente para escribir sobre sus trabajos, sino de las veleidades del mundanal ruido de los círculos frecuentados por gentes relevantes e interesantes para el gran público.

Ya tenía casi todo recogido.  había dejado para lo último esa habitación para hacerlo con más detenimiento.

Los empleados de la mudanza, se personarían  en la casa a hora muy temprana.  Los cambios de domicilio,  traen consigo gran desorganización en tu vida diaria  y, aunque había contratado  una empresa en que la dejarían todo instalado, a ella le quedaba el trabajo de colocar los objetos y ropas,  más personales. Ya que,  sólo ella sabía donde quería guardarlos.  La casa que había adquirido, no era muy grande, incluso más pequeña que la que abandonaba. Para ella sola y su perro, era más que suficiente.  Esperaba, sobre todo, encontrar la tranquilidad,  y dejar de lado  el estrés que la ciudad  te provoca.  Por eso eligió  los  costwolds para vivir..   Pensó que lo más acertado sería hospedarse en un hotel  hasta que   todo  estuviese organizado.  En fin, eso sería lo de menos; ya vería cómo estaba de cansada al llegar allí.  No tenía ganas de estar enredada  todo el día colocando cachivaches.  Lo tomaría con calma, tardase lo que tardase. No la esperaba nadie y sólo debía ocuparse de ella misma y de Chimbo. su perro.  Una nueva etapa en su vida que nunca había previsto, pero había ocurrido y no era de las que se echaban para atrás  cuando las cosas no salían como estaban previstas. Pero  implica también desconcierto y frustración  Lo que primero necesitaba era sosiego y en aquel entorno maravilloso, esperaba lograrlo,  Se tumbo en la cama y entornando los ojos y escuchando el ruido que la lluvia producía  en la ventana, se fue quedando dormida, hasta que el frío la despertó sobresaltándola.  Dio un suspiro y consultó el reloj del teléfono móvil.  Casi era de noche. Se levantó y fue a la cocina : se haría un té que la quitase la destemplanza que sentía.

Chimbo esperaba tranquilo a los pies de su cama su paseo diario.  La siguió hasta la cocina y allí se plantó junto a su plato reclamando la comida. Con tanto trajín de la mudanza, se había olvidado por completo del animal, de que tiene sus necesidades puntuales y que tampoco le había sacado por la mañana. Se dio cuenta de que no era  el cambio, sino que en su interior era una forma de resistirse a marcharse de allí.  Suspiró profundamente, se puso la gabardina, cogió el collar del  perro, y se dispuso a dar un largo paseo, a pesar de la lluvia que caía intermitentemente.

—Vamos Chimbo, a la calle

Por toda respuesta obtuvo un ladrido y un movimiento rápido de su rabito.  Sería con la única criatura que hablase  en un largo periodo de tiempo, ya que no era amiga de entablar conversaciones con gentes que no conocía, así que Chimbo sería su interlocutor.  Ambos se comprendían bien y ambos entendían su peculiar lenguaje.  No tendría problemas en eso.  Y tristona una  y, alegre el otro, ambos amigos se encaminaron a dar una vuelta, para despedirse del lugar habitual de sus paseos.

 Había vivido en ese barrio desde que comenzó a trabajar  , primero en una editorial y después escribiendo sus propias novelas.  Conocía a sus vecinos y los nombres de los propietarios de la panadería, frutería, etcétera. Saludaba a diario a Mary, una ancianita simpática y cariñosa que no quería que nadie antepusiera a su  nombre el apelativo de "señora".  " Me hace más vieja ", decía riendo, aunque ya lo era y mucho, pero se mantenía jovial y vitalista.  Recorrió el parque a donde solía acudir con su perro y éste a su vez tenía sus amistades caninas.  Todo era familiar y acogedor, y por eso lamentaba tener que dejarlo, pero era necesario y no daría marcha atrás
.


No se detuvieron mucho en su recorrido; la lluvia arreciaba y pronto dieron la vuelta de regreso a casa, además los obreros de la mudanza llegarían pronto al día siguiente y tendrían que madrugar bastante. Todo eso se lo contaba a Chimbo y éste la miraba entendiendo lo que le quería decir  "tenemos que regresar ya  a casa".


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