martes, 17 de octubre de 2017

La primera vez que visité Londres - Capítulo- 25 y último - La llegada de Dylan

Cuando Liz se levantó se dió cuenta que James no había venido a dormir. Soltó una pequeña carcajada y se frotó las manos al tiempo que decía:  " Bien ".. Avisaría a Ralph para que no se intranquilizara si Maille falta a su hora al desayuno. Ralph sonreia y corrió a anunciárselo a su mujer. ¡ Al fin !, exclamaron ambos.

Era mediodía, cuando ambos tomados de la mano,  hicieron acto de presencia en el hotel. E n sus rostros se notaba la felicidad y la falta de sueño, pero no importaba, estaban juntos.  Eso era lo que en realidad importaba.  Ralph hablaría con su abogado para que hiciera las gestiones sobre la anulación del contrato de separación de mutuo acuerdo. Si tuvieran que volver a casarse, volverían a hacerlo, manifestó James rotundamente.

Pasaron tres días en solitario antes de regresar nuevamente a Londres.  Allí comenzarían una nueva vida.

 Ralph, el día antes del regreso, entregó como regalo a James y a Maille, las escrituras en propiedad de las tierras compradas de los MacKenzie, y entonces supieron quién era el comprador anónimo que llegó en su rescate.  James se abrazó a su suegro emocionado y besó en la mejilla a su mujer que contemplaba asombrada el documento.

- Pero aquí figura un apellido... - dijo James sin comprender lo que había reflejado en el documento como comprador.  Ralph, sin dar muchos detalles le explicó la razón
-Yo también soy MacKenzie, aunque muy lejano, pero lo soy.  Es una larga historia que ha permanecido oculta y que no soy yo quién debe revelarla  Ya os enteraréis algún día si los interesados así lo quieren
- ¿ Tienen en ello algo que ver mis padres? - dijo James intrigado
- No James, en esta ocasión no directamente
- Eso quiere decir que les toca de cerca
- No exactamente, pero no andan muy lejos
- Me dejas intrigado- respondió
- Su padre pudo ser tu abuelo, por eso lleva el apellido MacKenzie.

Todos se volvieron al escuchar aquella voz.  En el dintel de la puerta estaba Liz sonriente, pero no era el momento ni el día de dar explicaciones, por tanto lo dejó estar en ese punto.
-¡ Vaya  ! - es todo lo que exclamó James mirando a su mujer.

Liz se había convertido en una fiel aliada de Ralph.  Tenían afinidad, esa complicidad de tener una historia común y un compromiso en la felicidad del joven matrimonio.


Llevaban dias ya en Londres, cuando James, se acercó una mañana a visitar a sus padres, no quiso que le acompañara Maille.  Tenían que hablar y a ella le era violento después de todo lo pasado.  La prometió que la diría en que consistiría la entrevista, aunque el silenciarlo,  se lo hiciera jurar el mismo papa de Roma.  James acudió a la mansión abrazó a sus padres y posteriormente les preguntó cómo andaban las cosas.  Ellos le respondieron que algo mejor,  debido a la ventas de aquellas tierras.  En ese momento, James, creyó oportuno revelar el verdadero comprador y los destinatarios de ellas:

- Ha sido mi suegro, papá y mamá. La propietaria es Maille, que se dedicará a explotarlas.  No os alarméis, no romperá el paisaje.  Tiene idea de cottage en armonia con el entorno.  Cabe la posibilidad de su alquiler para los fines de semana o cortas vacaciones. No debéis alarmaros no os molestará nada ni nadie, ya que será separado por arboles y setos de flores.  De este modo seguiremos teniendo ambos la intimidad. que deseamos.

Los padres no sabían qué decir.  De modo que se lo debían a aquella muchacha que no creían conveniente para su hijo, y ¡les había salvado de una quiebra!.  Cuando recuperaron el habla, fue la madre la que dijo:

-James, no sé qué decir, pero tengo muy claro que hemos de darles las gracias por habernos salvado. Seamos francos por una vez. Cuando el padre apareció dispuesto a comprar las tierras, teníamos,  para ocho días después,  el embargo de la mansión.  Supimos que por esas cosas extrañas del destino era un MacKenzie, y ésto es lo que aún no entendemos .
- Yo tampoco lo sé, mamá, ni Maille tampoco, pero sí,  lo conoce la abuela Elizabeth.  Pero eso ya no tiene importancia
- Quiero ir a visitar a tu esposa, iremos los dos - dijo refiriéndose a su marido - es lo menos que podemos hacer.  Nos portamos muy, muy mal con ella y es hora de que la pidamos perdón
- No es necesario, mamá. Ella ya os ha perdonado
- Pero no está bien, James. Iremos y no se hable más
- Muy bien, pues id a comer . El sábado ¿ os parece?
- ¿ Estará ella de acuerdo ?
- Si mamá. ella estará de acuerdo. Es la persona más generosa que existe. Ya la iréis conociendo. Además andará por aquí muy pronto.  Quiere establecer contactos con arquitectos para comenzar cuanto antes.
- Eso significa que sus padres tienen buena posición
- La tienen, mamá.  Pero no te preocupes son gente sencilla y amable.  Seguro que os haréis amigos en cuanto les conozcáis. Aunque tardará un poco para que eso suceda porque el negocio que tienen les ocupa mucho tiempo.  Será en la primera oportunidad que tengan.  Y ahora me voy a casa.  Quiero estar el mayor tiempo posible con ella.  Tenemos muchas cosas que contarnos.

- No se te ocurra venir otro día sin ella. Dile que será bien acogida y que olvide lo pasado.
- Se lo dirás tú el sábado cuando vayáis a comer.
Les dio un beso a cada uno, y salió de la mansión feliz y contento: todo había salido a pedir de boca.

La puerta de urgencias se abrió bruscamente cuando una camilla entró en el pabellón  .  Maille estaba a punto de dar a luz y James, desencajado estaba a su lado tomándola de la mano, asustada y muy nerviosa

- ¡ Cómo duele James, cómo duele !
- Lo sé cielo, lo sé.  Pero no estés nerviosa ni preocupada. Te atenderá el mejor ginecólogo de Inglaterra
- No me dejes por favor, no te vayas de mi lado
- Nadie me separará de ti , nunca. Siempre estaré contigo.

Entraron en la sala de partos y rápidamente comenzaron con los preparativos.  Después de revisarla, comprobaron que el nacimiento era inminente a punto de coronar.  No había tiempo para la epidural, así que el médico les habló:

- Chicos ya está aquí.  No hay tiempo para más, así que, tú, James ayúdala, Y tú Maille, sigue al pié de la letra todo cuanto te vaya diciendo. Aguanta un poco que el bebe estará fuera enseguida.

James estaba lívido. Debería estar acostumbrado a estas escenas, pero él era cardiólogo y además se trataba de su mujer. La persona que más quería y además era su primer hijo.  Mentalmente rezaba para que todo fuese bien, sin complicaciones. La secaba el sudor y la ayudaba a incorporarse cada vez que una contracción llegaba, " Ya está aqui, ya está aquí ", decía el médico. En un último esfuerzo salió el bebe que lloró al instante de estar fuera.  Era bastante robusto.

Le limpiaron un poco y se lo pusieron encima del vientre a la madre.  Maille y James se miraban y ambos reian y lloraban a un tiempo: Dylan, por fin, había llegado.  Él era la compensación de todo. Habían sido naúfragos, pero estaban en buen puerto y no habría vientos ni tempestades que les alejara.

Los cuatro abuelos y la bisabuela Liz aguardaban inquietos y nerviosos esperando la buena nueva, cuando la puerta se abrió dando paso a un James totalmente emocionado que llevaba en sus brazos a su primer hijo y primer nieto.  Las abuelas lloraban,los abuelos se abrazaban y Elizabeth contemplaba la escena con satisfacción.  Nunca había estado tan emocionada como ahora.  Dylan fue un nudo de unión para todos, el primero de los que vendrían más adelante.

Dylan ya contaba los tres meses de edad, era un día de principios de verano.  Brillaba el sol y la temperatura era ideal. Los tres, subieron al coche y se dirigieron hacia el cottage.  Después almorzarían con los abuelos que les esperaban impacientes por recibirles.  El cottage ya estaba terminado y habían conseguido algunas reservas para los puentes y festivos que se aproximaban.  Maille lo regentaba a la perfección.  Había contratado a algunas personas para atenderlo, de manera que ella se dedicaba exclusivamente a la administración y no le impedía disfrutar de su marido y su hijo.

James era total y absolutamente feliz.  Reia con frecuencia y siempre canturreaba a su hijo mientas la mamá preparaba su baño, o simplemente le tenía en brazos.  La clínica marchaba bien y estaban pensando en la ampliación que quedó aparcada cuando surgió el problema con los padres.

En una de las visitas de fin de semana que realizaron los padres de Maille para verles, tuvieron una conversación con los padres de James, y no fue echada en saco roto:

- -Yo en vuestro lugar, haría visitas guiadas por alguna parte de la mansión. Las habitaciones privadas no, desde luego, pero los salones, las caballerizas, el jardín... en fin todo lo que no sea la vivienda vuestra, por decirlo así, las mostraría y eso os reportaría un gran beneficio económico.  Ahora estáis los dos solos en este caserón enorme,  sacadle un buen provecho.  Hay bastantes aristócratas que lo están haciendo ¿ por qué no vosotros ?
- ¿ Sabes ? me has dado una idea.  Hablaré con Maille para que me oriente y se encargue de todo.  Esa chica vale un mundo
- ¡ Si lo sabré yo que soy su padre !

Los cuatro rieron. Estaban felices de que todo se aclarara entre ellos.  Su economía poco a poco se iba recuperando . James y Maille se amaban inmensamente y la felicidad se reflejaba en cualquier acto que hicieran. A los padres se les caía la baba al verles felices y que fueran tan cómplices uno del otro.Tan cómplices fueron que al año de nacer Dylan, encargaron a la cigüeña que les visitara de nuevo, y a poder ser, que trajera una niña, aunque en realidad no les importaba que fuera otro Brendan.  Porque si fuera chico se llamaría Brendan y si fuera niña Elizabeth.  No siempre se tiene una bisabuela tan especial.  Como vendrían más, prometieron a los cuatro abuelos, que les pondrían sus nombres.  Algo que jocosamente cada vez que se reunían hacían chistes referente a ellos: tendría seis hijos..., por lo menos.

Muchas noches, ya acostados, comentaban todo lo pasado y que afortunadamente ya pertenecía al olvido. La experiencia vivida les había enseñado muchas cosas; fue una lección duramente aprendida, pero su gran amor siempre estuvo presente en ellos y volverían a repetir cada segundo , aún a sabiendas de lo que vendría después.  Pero todo había merecido la pena



                                                         F    I    N

Autora:   1996rosafermu
Edición:  Agosto de 2017
Ilustraciones:  Internet
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS
                                                     

La primera vez que visité Londres - Capítulo 24 - Recobrar una vida

Enseguida llegó frente al bungalow en el que vivía Maille.  El corazón le golpeaba fuerte en el pecho y tenía la sensación que se le iba a salír,  cuando con unos golpes pidió que  abriera la puerta.  Maille estaba  disponiéndose para ir a la cama,   asustada,  reconoció la voz que llamaba imperiosamente que le abriera.  -  ¿ Que hacía él aquí ?

 -¿ Por qué no me dejas en paz ? Escucha James ¿ no te has dado cuenta de que no deseo verte? ¿ Que entre tú y yo no existe nada?
- Si es así dímelo a la cara, frente a frente. Por favor, abre y hablemos.  Tengo algo que contarte.  El por qué de esta situación absurda que tenemos
- ¿ Has traído a Maureen contigo?
- ¿ Que pinta Maureen en esto? Pero si, algo está relacionado con ella, pero no, no está aquí. Sólo tú y yo.  Nadie más.  Abre por favor o voy a despertar a todos los huéspedes con las voces que daré
- Está bien, está bien.  No grites. Te abro, pero dirás lo que sea y te marcharás inmediatamente.  Estoy cansada y tengo sueño.-  Y con esta última frase, la puerta se abrió quedando los dos frente a frente.


En la mirada de ambos habían muchas palabras sin pronunciar, y muchos sentimientos oprimidos en su pecho. No cabía nada más que una sola cosa: avanzar uno al otro, abrazarse y zanjar todo lo que les hería y les había llevado a esa situación absurda.  No fue ni uno ni otro, el que avanzó primero, sino los dos a un tiempo quienes cortaron la corta distancia que les separaba.

Maille lloraba y  James tenía los ojos acuosos.¿Qué les había pasado ? ¿ Por qué ese distanciamiento si los dos se querían ?  Tenían explicaciones, muchas, y debían darlas ahora, en ese momento de tensión extrema, en la que ambos se lo habían dicho todo en ese abrazo, sin decir nada.  Pasado el momento de emoción, James la miró fijamente a los ojos recorriendo su rostro con la  mirada y secando las lágrimas a besos.  La tomó de la mano e hizo que se sentará junto a él en el sofá.  Sentía la garganta cerrada, con un fuerte nudo en ella, pero debía comenzar a explicarse y así lo hizo.

- Verás. Es todo muy sencillo, y a la vez extremadamente complicado. No sé por dónde empezar.
- Por el principìo, tal cuál pasó todo- le dijo Maille
- -No justifico la actitud de mis padres respecto a ti, de todo punto injustas e inmerecidas. Aunque no lo supieras, dejé de visitarles y de hablar con ellos por tal motivo. Te quería, te quiero Maille, eres mi mujer y me dolía la actitud que habían tomado. No lo quería.  Pensaba que aunque fuera  distanciadas, poder seguir teniendo una relación más normal, y que poco a poco, a medida que te fueran conociendo, todo se relajaría y fuésemos una familia: ir a comer algún día de fiesta y que fueras recibida como lo que eres: la mujer de su hijo.  Que no te examinaran cada vez que íbamos a visitarles y te sometieran a una absurdas pruebas de comportamiento.  Eres una mujer educada, con clase, probablemente más que ellos, porque estoy seguro que no te comportarías  como mis padres lo hicieron.

- Tuvimos nuestras discusiones por su frialdad que afectó a nuestro matrimonio.  Todo se precipitó con las visitas y las llamadas de Maureen y con mis charlas a puerta cerrada de mi padre conmigo, y ahí es donde quería llegar.  No era nada relacionado contigo, con nuestro matrimonio, pero que sí tuvo repercusión en él.

- El día que Maureen estuvo en la consulta, no era por motivo de enfermedad, sino para anunciarme que mis padres se estaban arruinando por unas inversiones fallidas en bolsa.  Recordarás que hablamos en el despacho cuando la invitamos a comer.   Mi padre, , me confesó la verdad de su situación cuando  fuimos a verles por última vez.    La verdadera  y desesperada situación en la que estaban.  Iban a perder no sólo el negocio, también su casa.  Me hizo prometer que no diría nada a nadie, ni siquiera a ti.  Por ese orgullo mal entendido de siempre;   pensaban que cuantas menos personas lo supieran menos posibilidades tendrían de que todo el mundo se enterase y fueran la comidilla de todos.  Por eso no podía decirte nada, muy a mi pesar.  Te lo hubiera querido decir porque se que me escucharías aunque no pudieses hacer nada.  Sabía que no estaba bien ocultarlo, pero por otro lado estaban ellos y no sabía lo qué hacer.  Me había dejado kao la revelación.  Nunca creí que llegaran a esos extremos.

-No tenía fortuna para poder saldar las deudas que tuvieran contraídas, que eran cuantiosas, pero sí disponía de una pequeña fortuna que les ayudara a salir de lo más urgente.  En ese intermedio surgieron nuestras desavenencias y te oculté lo que pensaba hacer.
- Pero James, jamás me habría opuesto a que les ayudases.  Ni aun estando en la situación en la que estábamos me habría opuesto.  Nos las hubiéramos arreglado y nos hubiéramos ahorrado tanto sufrimiento


- Lo sé amor, lo sé. Pero tenía empeñada mi palabra. Después te marchaste y todo se me vino encima.  La abuela también les ayudó e incluso empeñó algunas joyas para tapar algunas bocas, pero tú te habías marchado y no querías verme.
- James, lo siento.  Creí otra cosa.  Pensé que al fin te habías rendido a tu familia y Maureen entraba en escena. Perdóname, perdóname.
-Schssss...  Ambos tenemos que perdonarnos. Pero aún hay más.  Pusieron a la venta unas tierras cercanas a la mansión. Eran tierras heredadas, fértiles y buenas, pero que nunca se explotaron porque eso no era correcto para su posición.  Lo suyo era la bolsa, las tertulias políticas en los clubs y comilonas con cualquier lord.  Era denigrante pensar en meter obreros y cultivarlas.  Y surgió un comprador no se sabe dónde que las ha adquirido y pagado a muy buen precio.  Es una gran extensión que él si piensa explotar. Con el importe de la venta, han podido saldar las deudas más importantes y con lo que yo puedo ayudarles, podrán ir viviendo, sin grandes derroches, pero sí les permitirá vivir con dignidad, hasta que de nuevo la crisis vaya desapareciendo y se recobren del todo.
Esos  han sido todos los motivos de aquellas interpretaciones que hiciste y que culminaron en lo que ahora tenemos.  No fuiste la culpable, sino yo, por no confiar en ti y no saltarme la palabra dada.
Quiero decirte, que en todo este tiempo no ha habido nadie en mi vida más que tú.  Que no he dejado nunca de amarte y de recordarte. Y que el día que no abriste la puerta en aquél hotel, perdí todas las esperanzas de una reconciliación.  Pero también pensé que debía volver a intentarlo, y cuando terminé mis compromisos decidí venir aquí, ya que me dijiste que regresabas a casa.
Quiero que volvamos a estar juntos.  Que empecemos nuevamente de cero, que rompamos ese absurdo contrato de disolución del matrimonio, y si es preciso volvamos a casarnos . La marcha de la clínica va bien, ahora en compás de espera, porque lo que tenía pensado invertir en una ampliación, ha quedado en suspenso por la cuestión de mis padres.  Trabajo en un gran hospital y estoy dando clases en la facultad.  Estoy satisfecho con lo conseguido, y si regresas a mi lado, seré el hombre más feliz del mundo


Maille guardaba silencio, absorbiendo las palabras que James había pronunciado.  ¿Todos los malos ratos, su separación, todo lo que habían padecido lo había originado un falso orgullo de gentes desfasadas.?  Pero no era hora de volver la vista atrás, sino de volver con James y ayudarle en todo lo que pudiera.  Tomó la cara de él entre sus manos, le miró fijamente a los ojos, y le dijo:

- Siempre te he querido, ni la distancia, ni los disgustos, consiguieron que te olvidase. Si James, deseo volver contigo, quiero volver a ser tu esposa.  No te preocupes por nada; ya pasó la hora de las preocupaciones.  Te ayudaré en todo lo que hagas para resolver el problema de tus padres. Trabajaré y con eso viviremos, y lo que saques con las clínicas y el hospital, les ayudarás a ellos.  Y cuando todo esté arreglado, también habremos arreglado nuestras vidas, dejado atrás las dudas y tendremos ese hijo tan deseado. Así que sí volveré contigo a Londres.

Y fue entonces cuando James lloró abrazado a ella.  Y juntos unieron sus llantos, sus caricias y sus besos

- Sabía que eras una chica peculiar, especial.  Por eso te elegí nada más verte y te quise desde entonces, y te querré siempre, siempre.



La primera vez que visité Londres - Capítulo 23 - James en casa

Liz se despidió de ellos, siendo acompañada hasta su casa por Ralph.  Ambos habían creado un vínculo de sincera amistad, por no decir familiar.  El primer día de su contacto, liberaron muchas cosas que llevaban guardadas durante mucho tiempo, fue una liberación para ambos, y ahora estaban en paz y satisfechos por haberlo hecho.  No había gran distancia entre ambos domicilios, pero durante su paseo, Ralph, reveló a Liz el verdadero motivo de su viaje a Londres.  Ella conocía la situación de su hijo, y trataba de ayudarle, pero lo que no esperaba era la reacción de Ralph.  Le agradeció profundamente su gesto, pero él quiso dejar claro dos cosas:

 - Liz no te equivoques.  Lo hice como revancha por mi hija.  Lo siento no soy tan altruista
- Si lo eres, Ralph, si lo eres.  Si sólo hubiera sido el hecho de comprar unas tierras, podías hacerlo en otro lugar, en otras ventas.  En parte fue por vengar, digámoslo así, a Maille, y te entiendo, pero el querer recuperar esas tierras, también era por tí, por aquel MacKenzie que no era apto por ser pobre. Quiero quedarme con esta parte y no la venganza.
- Visto bajo ese punto de vista, probablemente tengas razón, que en el fondo estaba también el homenaje a mi padre, pero pensando con detenimiento saco la conclusión, que , al enterarme de la situación difícil de tu hijo, y sabiendo que James les ayudaba, pensé que en difinitiva se trata de sus suegros y estoy segura que si Maille lo supiera, aprobaría mi acto.  Ella es generosa, Liz, y hubiera sido como una hija para ellos, si hubieran sabido aprovechar sus cualidades.

- Ya lo sé Ralph. He tenido la suerte de conocerla y valorarla en su justa medida.  Por eso me duele mucho ver a los dos sufriendo por algo ajenos a ellos mimos, y por una situación que han provocado otros.  Veo a James apagado, sin ilusiones, ni siquiera por su profesión que adora.  Estamos haciendo cuanto podemos, pero tienen que ser ellos quienes tienen la última palabra.  No caigamos en lo mismo que criticamos. ¿ Sabes Ralph ? Hay algo muy positivo en todo este embrollo para mi: he recuperado  algo que pocas veces he conocido: una amistad sincera y una parte de mi familia ignorada durante muchos años.  Os estaré eternamente agradecida por ello; ya no me siento tan sola: os tengo a vosotros.

Liz abrió la puerta y ambos se estrecharon en un abrazo abierto y sincero.  Ralph estaba emocionado después de escuchar a Liz, y supo en ese momento, que nunca podría guardar el rencor del pasado ante esta mujer que fue víctima de lo que ahora está pasando con su hija.  Conocía las consecuencias de lo que ocurrió después de aquello, pero con Maille no pasaría.  No olvidó a su madre, que fue excelente esposa y madre, a la que adoró su padre, pero también sabía que nunca había olvidado a Elizabeth.

Liz, se sorprendió cuando entró en el vestíbulo y vió en un rinon una maleta. Sólo podía ser de una persona ¿ James ?.  Y efectivamente, James había llegado .  Fue informada por una de las sirvientas de que efectivamente estaba en lo cierto.  Al preguntar dónde estaba, la doncella la respondió que había salido, pero que regresó de inmediato y se encerró en su habitación.  Y hacía allí se dirigió inmediatamente con alegría inmensa. ¿ Era una oportunidad para que se viera con Maille?

- James, James - Subió las escaleras al primer piso que era donde estaban las habitaciones.  Estaba entusiasmada y pletórica. Era un día grandioso, pensó.


Entró en la habitación y encontró a su nieto tumbado en la cama, con un brazo sobre su frente, mirando al techo fijamente. Entonces imaginó que algo no marchaba bien.  Pensó de inmediato en su hijo.  Por lo anunciado por Ralph, no podía tratarse de un embargo, puesto que había sido generoso en el pago y de momento lo había frenado.  Entonces ¿ qué ocurría ?  Se acercó a la cama y sentándose a su lado, retiró su brazo y le preguntó:

- ¿ Qué te ocurre ? ¿ Por qué no me has llamado?  Te hubiera dicho donde estaba
- Sé donde estabas. Fuí, iluso de mí, en busca de Maille.  Pero al llegar os ví en plena juerga y ella era abrazada por otro hombre.  Supuse que mi viaje había sido en vano y me vine para acá.  Hace unos días nos encontramos por causalidad en Canadá, y después del tiempo transcurrido sin vernos, el encuentro fue frio.  Subí hasta su habitación para hablar con ella, y ni siquiera quiso abrir la puerta.  Ahora sé el porqué lo hizo.
- ¡ Estás celoso ! ¡ La sigues amando ! - y Liz comenzó a reirse a carcajadas
- No sé qué tiene de gracia todo ésto-, replicó enfadado.-  Y sí, la sigo amando.  Nunca he dejado de hacerlo, y tú debieras saberlo mejor que nadie.  Siempre me he sincerado contigo, más incluso que con mi madre.
-Querido para eso no hay que esforzarse mucho.  Tú madre es fría y no da pié para confidencias. Ese hombre que abrazaba a Maille, era un compañero de trabajo.  Se habían acercado a verla: él y su esposa, que también estaba presente. Ve y habla con ella, descubrid juntos lo que os haya separado, arreglad vuestras cuentas de una vez
- Déjame Liz, por favor.  Mi cabeza es un laberinto.  Estoy desorientado, no sé qué pensar, ni qué hacer
- James, lo sabes perfectamente.  Habla con ella.  Me consta que no le eres indiferente.  Es una muchacha muy especial, no la pierdas.  Habla con ella.  No corras más riesgos que los necesarios. Hablale con sinceridad, sin esconder nada y puedo asegurarte que lo entenderá. Cuéntale la verdad y , aunque sea por una vez,  incumple la palabra dada.  Créme has encontrado un amor verdadero y una familia que os arropa, aférrate a ellos, porque si se te escapa, posiblemente no vuelvas a tener otra oportunidad, y posiblemente te estarás arrepintiendo toda tu vida. Te lo digo yo, que tuve mi experiencia y sé de lo que hablo.

James la escuchaba sin parpadear no entendiendo la última parte de su recomendación, pero algo tenía decidido: seguiría su consejo.  Haría un último intento. Hablaría con Maille y le contaría la verdad, del porqué andaba nadando en aguas peligrosas, pero le habían hecho jurar que no hablaría de ello con nadie, ni siquiera con ella.  Se trataba de algo importante, tan importante que nunca llegó a entender ese empeño en que nada se supiera: ni serian los últimos ni los primeros quienes pasaban por una situación semejante. Ni siquiera con su esposa podría mencionarlo.  A regañadientes empeñó su palabra, pero estaba dispuesto a faltar a ella, porque había comprendido que Maille era su vida entera y trataría de recuperarla porque desde que ella marchó no vivía, sino que vegetaba. Era lo más importante ahora, en este momento: recuperar a su mujer, aunque hubiese por medio esa especie de contrato de separación amistosa, que ante lo que ocurría no tendría ningún valor y quedaría anulado en el preciso instante que ella dijera que si.

- Luego vuelvo. Sé que tardaré pero estoy decidido a hablar ahora con ella, cueste lo que cueste.  No estés preocupada si tardo.

Liz, sonrió y asintió con la cabeza, viendo como James, bajaba las escaleras deprisa, casi corriendo, con unas energías renovadas.  Sólo pedía que Maille abriera, esta vez si, la puerta y escuchara  lo que James tenía que decirla.




La primera vez que visité Londres - Capítulo 22 - La visita de Guillaume

La sorpresa de Maille fue grande al ver frente a ellas a Guillaume dando  la mano a una preciosa mujer que entendió de inmediato que era su esposa. Alta, esbelta y guapísima, cumpliendo exactamente los requisitos para ser azafata.  No la extrañó que lo suyo fuese un flechazo.

Los amigos se abrazaron con cariño y alegría, y a continuación procedieron a las presentaciones.  Al llegar a Liz, y decir que era la abuela de James, Guillaume sonrió e hizo un comentario que dejó perplejas a las dos mujeres:

- ¡ Vaya, me alegro ,   al fin os habéis reconciliado !
-No, Gullaume, todo sigue igual, pero nosotras somos amigas. -.  El hombre carraspeó, y cambió automáticamente de conversación al tiempo que pedían un refresco.  En una de sus conversaciones Maille había confiado a Guillaume su situación con respecto a James.

Estaban de paso, en Málaga para incorporarse cada uno al  destino de sus trabajos, pero querían saludar a Maille y serle presentada su esposa.  Estaban cerca, así que acordaron ir  hasta Marbella para poder verla, siquiera por unas horas.

En lo alto de la escalera que conducía al hotel, alguien presenciaba la llegada del matrimonio y escrutaba atentamente el abrazo dado a Maille.Giró sobre sus pasos y se perdió en el vestíbulo y salida del recinto.

Ralph, al fin había recibido la información que solicitó a su abogado y efectivamente , habían unas tierras en venta a muy buen precio y pertenecían a los MacKenzie.  Últimamente los negocios no andaban muy bien debido a la crisis en toda Europa, y andaban cortos de liquidez, pero ellos interpretaban que se estaban arruinando.   Ralph decidió dar lugar a ese viaje que tenía en mente a Londres. A nadie diría a qué se debía, se inventaría alguna excusa para justificar su ausencia.  Aprovecharía el momento en que Maille estaba en casa, así el trabajo seguiría su ruta.  Abordaría el tema durante la cena y partiría lo más pronto posible.  Quería zanjar el tema cuanto antes.

Y planteó su viaje cuando estaban cenando. Las dos mujeres se extrañaron, pero el argumento era convincente, de modo que lo dieron por bueno. En un aparte, preguntó a su hija si deseaba decir algo a James, puesto que al estar en Londres podría acercarse a verle. La respuesta fue negativa. En un principio le hizo dudar de su proyecto, pero sólo fue una fracción de segundo, porque de inmediato, sintió que debía hacerlo, era como un presentimiento, y se reafirmó en que su decisión era lo acertado.  Dos días después tomaba un avión que le llevaría a Londres.

En Heathrow le esperaba un abogado perteneciente al bufete de Marbella para acompañarle en todas las gestiones que debía realizar .  Antes de pasar ante el notario quiso conocer los terrenos, y vió con satisfacción  que no estaban muy lejos de la mansión de los padres de James.  Era un terreno extenso, con lo que tenía muchas posibillidades para lo que él tenía en mente.  Una vez cumplimentados todos los trámites se despidio del abogado que le había acompañado y dejado en el hotel.  Regresaría a casa en el espacio más breve de tiempo.  Pero aún le faltaba una gestión que realizar, así que tomó un taxi e hizo que le llevara hasta la mansión  de los Sheridan, hijo de Elizabeth.  Tardaron más de una hora en llegar a la dirección. Dijo al taxi que esperara.  Al salir del coche,  se detuvo frente a la regia portada que daba entrada a la casa.  Era la primera vez que la veía, pero la conocía de haber escuchado a su padre su descripción.  Carraspeó un poco, y decidido, se encaminó a la puerta. Llamó al timbre y le fue franqueada por un hombre de mediana edad que dedujo era el mayordomo.  Le dijo que le anunciase entregándole su tarjeta en la que sólo figuraba su nombre y apellidos y la ocupación que ostentaba " Industrial ".

Mientras esperaba, recorrió con la mirada el amplio salón que había descrito su hija, y pudo comprobar que no había exagerado en nada. Grandioso, lujoso, refinado,portador de un esplendor de tiempos pasados, algo rancios, pero exquisito.  Enseguida se abrió la puerta del despacho del señor Sheridan conduciéndole en presencia del padre de James.

Salió a su encuentro afablemente extendiendo su brazo y su mano en señal de saludo..  En una rápida mirada a su rostro, pudo sacar el parecido con Liz, su madre.  Estaba en presencia de un miembro de su familia, y sonrió al pensar que hubiera podido ser su hermano si no hubiera ocurrido lo que pasó.


- Encantado de recibirle en mi casa, señor  Desmond.  No creo tener el gusto de haberle visto antes, de modo que me sorprende su visita, aunque he de decirle que estoy encantado de ello.
- Es normal que no me conozca. No vivo en Inglaterra desde hace años, pero he decidido recuperar un trozo de tierra de lo que en otro tiempo hubiera podido ser de mi propiedad.  Ya sabe conflictos de familia de hace mucho tiempo. Con esto le quiero decir que mi abogado me informó que estaban vendiendo un terreno de su propiedad y pensé en adquirirlo, y así ha sido.  De manera que seremos vecinos.
- Nada podía complacerme más.  Eran unas tierras que no trabajábamos y decidí ponerlas en venta, ya que eran improductivas y los impuestos por ellas muy altos.
- Así es, pero a mis oídos llegó el rumor de que no estaban pasando por un momento bueno, y que en realidad no era el motivo de los impuestos los que le habían impulsado a su venta, sino que están al borde de la ruina.  De modo que vamos a hablar claro. Como yo no tengo su alcurnia, lo diré claramente: tienen lo justo para ir viviendo y que gracias a su hijo pueden hacerlo.
- ¡ Cómo se atreve a lanzar esa calumnia !
- ¡Además de que es cierto, y usted lo sabe, es mi pequeña revancha por el sufrimiento causado a mi familia. Y con esto le quiero decir que no escupa al cielo porque puede caerle encima. Si ya sé que soy muy vulgar y que sus exquisitos oídos no están acostumbrados a la vulgaridad de la gente corriente, de la gente normal y trabajadora que se gana la vida haciendo algo que ustedes y su familia no han hecho nunca
-Le ordeno que salga de mi casa ahora mismo. Denunciaré toda la sarta de mentiras que ha dicho, eso se lo aseguro.
-Haría bien en hacerlo, pero no creo lo haga, porque en ese caso correría como reguero de pólvora la verdadera situación en la que están.  No obstante, por si se decide, aquí tiene mi tarjeta:   "Ralph Desmond ". Y por si esto no es suficiente, agréguele el MacKenzie también.  Si porque también ese es mi apellido.  Corresponde a la rama pobre de la familia, y es el  mismo que lleva la mujer de su hijo. Esa muchacha que tanto despreciaron porque no tenía un linaje como el suyo.  Quién iba a decir que , justamente esa muchacha, iba a aliviarles su posición económica.  Así que tenga un buen día, y no se olvide de saludar a su esposa de mi parte.

Salió y se metió en el taxi que le aguardaba.  En su rostro llevaba una sonrisa de satisfacción: les había dado una lección de humildad que deseaba hacer desde hacía mucho tiempo.  Era una triste forma de resarcir a su hija de todo el sufrimiento que esa gente le había producido.

Saldría para España al día siguiente. Estaba contento, no por la revancha, sino por volver a casa, con su familia. A pesar de que viajaba a Londres con frecuencia, era Marbella el lugar que consideraba como suyo.  Allí llegó siendo muy joven y fundó una familia. Tenía amigos leales y disfrutaba de la vida, algo que aprendió cuando llegó desde Inglaterra..

El avión que le traía de regreso,  estaba a punto de tomar tierra.  Miró por la ventanilla y contempló el cielo azul y brillante de España, tan distinto al a veces plomizo de Londres.Aspiró una bocanada de aire y se sintíó feliz de regresar a casa. Le estaban esperando su mujer y su hija, los dos pilares de su existencia. Sabía que tendría que decirles algo referente a su escapada. les diría en parte la verdad, pero omitiría el por qué y a quién iba destinada esa compra. S i Maille, alguna vez quería trabajar en ello, construiría el cottage, pero sería siempre si ella lo deseaba.

 A pesar de que hacía tan sólo dos días que faltaba, el recibimiento de sus dos mujeres fue de cariño, como si hiciera una eternidad que faltase de casa.Le habían echado de menos. Echaban en falta sus dotes de mando, su exquisita educación para con sus empleados.  Sus charlas de sobremesa y su cariño protector de siempre.  Y fue  mientras cenaban que les contó su motivo del viaje a Londres.

     
                           

lunes, 16 de octubre de 2017

La primera vez que visité Londres - Capítulo 21 - Comida entre amigas

Con nervios, pero a la vez esperanzada, lady Elizabeth salió de su casa.  Quiso acudir hasta el hotel, no en coche como había hecho siempre, sino paseando;  de esta forma calmaría sus nervios y expectación, porque sí, estaba nerviosa y expectante.  De la conversación que tuviera con Maille dependía el futuro de la pareja.  Quería conocer de primera mano, si aún seguía enamorada de James, si volvería a unirse a él.  Estaba segura de su nieto, pero desconocía totalmente el pensamiento de ella.  ¡ Lástima de tiempo perdido !.  Pero estaba decidida a que de esa comida, saliese algo positivo, y para ello haría cuanto estuviese en su mano para lograrlo..


Cuando llegó al hotel, ya era la hora del almuerzo.  Se puso en contacto con Ralph indicándole que ya estaba instalada en su mesa y esperaba con impaciencia a Maille.  Y pasado un rato, la muchacha estaba , sorprendida, frente a Liz.

- ¡ Hola, querida  Estaba deseando poder tener una comida contigo.  Desde vuestra boda no nos habíamos vuelto a ver. Deseo, que al menos, seamos amigas ¿ Deseas comer conmigo ?
- Señora, me ha cogido por sorpresa.  Lo último que esperaba ...
- Deseo ser tu amiga y pedirte perdón por lo vivido hace tiempo. No me comporté bien contigo. Fuí descortés y maleducada.   He tenido la oportunidad de hablar con tus padres, y cometí un gran error. Quiero a mi nieto, y vuestra situación me preocupa. Si, ya sé,: es cosa vuestra y no debo meterme en vuestros asuntos. Pero ¡ me hubiera gustado tanto que estuvieseis juntos!
- Lo entiendo, pero eso es algo del pasado. Ésto ha sido una sorpresa para mi, y quiero que entienda que me hicieron mucho daño, y de momento quiero que las cosas queden como están. Posiblemente, habrá algún día en que perdone, pero ahora.. no puedo, lo siento..    Sé que para usted ha sido un sacrificio pedir perdón, pero ahora debemos dejarlo estar, ya no hay remedio y lo pasado, pasado está.. Y me resulta extraño poder tener una amistad con cualquiera de ustedes. Necesitaré tiempo para asimilar esta nueva situación y poner todo en el contexto adecuado.

- Lo entiendo. Dejemos pasar el tiempo, entonces.  Pero mientras tanto ¿ quieres comer conmigo  Ya que has venido hasta aquí...firmemos la pipa de la paz, al menos durante un rato- Se lo dijo con tanta amabilidad y modestia, que Maille no pudo rechazar la invitación.  Era la abuela de su marido y le había pedido perdón.. Respondió;
- Muy bien, pues comamos juntas.  --Te prometo que no mencionaré a James ni vuestro asunto.
-Si es así, de acuerdo. Comeré con usted. He de decirla que es muy doloroso para mí esta situación, por eso no deseo hablar de ello, porque sería escarbar en la herida una y otra vez.
- Pues si va a hacerte daño, no se hable más del tema.

Hizo una señal al maitre para pedir el menú.  Apretó con cariño la mano de Maille, y ésta la dedicó una sonrisa dulce, pero que casi era una mueca.

Y la comida trabnscurrió mejor de lo que se hubiera pensado. Liz era una mujer de mundo, y su conversación era divertida y muy variada. Hasta soltaba frases picantes en algún chiste que hizo que Maille riera como hacía tiempo que fuera así.  Habían llegado a los postres y la conversación no había decaído en ningún momento.  La sobremesa se prolongó bastante.  Después decidieron pasear un rato por la playa.


Maille no salía de su asombro cuando al pisar la arena, Liz se quitó los zapatos animando a la muchacha que hiciera lo mismo.  Ambas reían sin parar por cualquier cosa. Liz comentaba el placer que experimentaba al sentir la arena y el agua en sus pies.  Era un placer insignificante a disfrutar en cualquier persona, menos ella:  jamás se había descalzado en público y mucho menos andar sin zapatos por la orilla de la playa.

- No me puedo creer que esté haciendo ésto. Lo próximo que haga ¿ qué será ? - comentó Liz asombrada
- Ponerse un bañador. Tiene una bonita figura; puede permitírselo - dijo Maille
- ¿ Me lo estás diciendo en serio ? Sólo me he bañado en la piscina de mi chalet
- Bien, pero siempre hay una primera vez  ¿Qué tal mañana?  Las aguas son cálidas y templadas. Es un placer sentarse en una tumbona y mirar el horizonte. Contemplar el ir y venir de las olas, y disfrutar con las risas de los jóvenes y el ver cómo los niños juegan con la arena.
- ¿Puedo pedirte un favor? le preguntó Liz
- Por supuesto. Dígame
- Tuteame.  Somos familia y me sentiré más cómoda.  Eres mi nieta, aunque ahora estéis..., como estáis.  James me tutea
- Me va a parecer extraño, pero está bien.  Lo haré- contestó Maille

Elizabeth se la quedó mirando con admiración  ¿Cómo podía haber despreciado a esa criatura toda ternura ?  Entonces comprendió porqué su nieto estaba loco por ella. la agarró del brazo y reclinó su cabeza en el hombro de Maille, al tiempo que la decía:

-He sido muy tonta; me he perdido lo mejor y más sencillo de la vida, pero todo va a cambiar.  Y sí mañana me bañaré en la playa, pero primero he de comprarme un bañador bonito y alegre. El que tengo es demasiado rígido .  Me has infundido algo que tenía dormido: la ilusión por las pequeñas cosas, pero tan importantes,  y que nunca he disfrutado.  Gracias Maille por ser como eres.  Tendrás que acompañarme para comprar el bañador.
- Desde luego, y después te invito a tomar algo en alguna terraza. Gracias Liz, por este maravilloso encuentro-.

  Y así lo hicieron.

Acompaño a Liz, paseando, hasta su casa.  Algo extraordinario que nunca había hecho a pesar del tiempo que hacía que vivía en Marbella.  Habían muchas cosas que cambiar en su vida a partir de ahora.  Entendía perfectamente la filosofía de los de sur.: vivir las cosas sencillas y en todo momento.  Ella había llegado casi al final de su vida enclaustrada en la rigidez de un protocolo cumpliendo estrictamente lo que los demás la indicaban, pero no disfrutó nunca de una sobremesa como la de hoy, con una chica bastante más joven que ella y sin rencor por todo el daño que la pudiera haber hecho.

Mientras iba de regreso a su casa, Maille iba pensando en las cosas extrañas que ocurren en la vida, en la que a veces parece que el destino se aliaba con las personas para que ocurran cosas insospechadas que uno no podía ni imaginar.  Durante la cena, comentaba asombrada a sus padres todo lo ocurrido con Liz:

- Es una mujer divertidísima.  Nunca me lo hubiera imaginado.  Mañana iremos a comprar un bañador para después ir a la playa ¿ Os lo podíais haber imaginado ? Porque yo ni en mil años. Y riendo los tres, tras terminar la charla, se retiraron los tres a descansar.

Ya en la cama. Maille, repasaba mentalmente todas las escenas vividas desde que Liz se presentara en el hotel.  Y recordó a James , en aquel hotel de Canadá,  y pensaba por qué no había sido así tan natural, como hoy, y cuánto hubieran cambiado sus vidas.

Pero su vida, de repente, se había convertido en un carrusel y las noticias, y los acontecimientos se sucedían rápidamente. Probablemente iban a su ritmo normal, sólo que ahora estaba viviendo la vida y sus circunstancias, mientras que hasta hacía pocos días todo era monótono y solitario.

Era muy temprano cuando  Liz efectuaba la llamada a su recién estrenada amiga y nieta por casamiento:

- ¿ Estás todavía en la cama ?
- ¿ Quién llama ? -, dijo una voz adormilada .  Mirando el reloj enseguida se acordó que tenía que ir de compras con Liz
- Elizabeth ¡ son las ocho  de la mañana !
- Ya lo sé, pero estoy impaciente por comenzar mi nueva vida.
-¡ Por Dios, Liz ! tómalo con calma - Una alegre y sonora carcajada fue su respuesta
- Está bien. Voy a vestirme y salgo a buscarte ¡ Ay Señor ! Ten amigas para esto- contestó riendo Maille.

Estaba guapísima con el bañador.  Parecía haber rejuvenecido diez años. ¿ Qué vida había llevado esta mujer, que había descubierto este disfrute en tan pequeñas cosas ? No lo entendía, pero lo comprendió cuando, confidencialmente, Liz contó su historia que enlazaba con su padre.

- Así que también llevo sangre MacKenzie- dijo incrédula.
- Si querida, así es.

Se miraron las dos mujeres sin pestañear. Liz esperaba alguna reacción de la muchacha, que sonriendo sólo pudo exclamar ¡ madre mia !.  Y ambas rompieron nuevamente a reir.

Elizabeth frecuentaba  la casa de Maille de un tiempo a esta parte con asiduidad , mientras esperaba   a  Maille para acudir a la playa.  Sus padres deseaban que tuviera unos días de descanso antes de reintegrarse al trabajo que ella misma había solicitado en la dirección del hotel.

Y fue una tarde, cuando el sol ya declinaba, cuando una pareja se acercó hasta donde estaban Liz y Maille, degustando un batido en una tumbona del hotel.  Maille reconoció al instante a la figura masculina que estaba plantada frente a ellas.

La primera vez que visité Londres - Capítulo 20 - La chica de rojo

Ralph comentó con su esposa la visita inesperada de Liz.  Le había dejado pensativo y dando vueltas en su cabeza sobre una idea que se le había ocurrido. Si Elizabeth, con todo su orgullo a cuestas, había sido capaz de pedir perdón e ir hasta ellos, ¿ era hora de hacer un viaje a la inversa?  Pero sería tanto como reconocer que tenían razón. No,  el primer paso han de darlo ellos ¿ Habrá sido  Liz una embajadora?

Pero algo bullía incesanmente en su cabeza y decidido se puso en contacto con su abogado.  Sería una idea pueril, si se quiere, pero pensaba que con ese tipo de gentes había que estar al mismo nivel que ellos.  No en hacer la vida imposible a nadie, pero sí presentarse sin las manos vacías.

- Alberto soy Ralph
- Si ya te había onocido. ¿Necesitas algo?
-. Quiero que averigües si hay algún terreno en venta en Inglaterra, a poder ser en la zona de los MacKenzie.  Ya sabes a lo que me refiero.
-Despreocúpate. Enseguida me pongo en contacto con nuestro bufete allí y lo averiguaremos enseguida.
- Gracias. .  Estoy bastante interesado en ello. Podría instalar alguna especie de cottage para que lo regente mi hija que vuelve a casa en estos días.  Tenme al corriente.  Gracias.

-Y sonrió acariciándose la nuca, satisfecho con la idea que había tenido.


Le preocupaba mucho su hija y el desánimo que percibía en ella;  era lo que más le dolía por ser injusto lo que lo había motivado.  En el fin de semana la tendrían nuevamente en casa , y hasta entonces aparcaría la idea de viajar hasta Londres y el cottage.  Si al fin se decidía,,  podría  alquilarlo por días o por semanas. .  Todos estos proyectos estaban en compás de espera, aguardando a que Maille llegara..

Como sabemos, era su último trabajo y no sabía explicar si estaba contenta o por el contrario lo echaría de menos.  Y después de mandar el informe y cumplir con su último envío, cerró el portátil y lo guardó en el estuche.  A modo de despedida pensó en cenar en el comedor del hotel.  Además estaba algo baja de moral, y no le apetecía salir  y mucho menos pasear.  Al día siguiente dejaría la suite, a pesar de que la dirección la obsequiara con una estancia de varios días como compensación al buen trabajo realizado.

Buscó entre su ropa un vestido elegante pero a la vez algo llamativo.; no sabía por qué pero quería llamar la atención.  Probablemente era el desquite que llevaba escondido desde hacía tanto tiempo y que aún guardaba en forma de  complejo dentro de ella.  Eligió un vestido rojo descotado, que se ajustaba perfectamente a su silueta. Con altísimos tacones, recogió su cabello dejando al descubierto su bonito y estilizado cuello.  No tenía joyas, no la gustaban, pero tampoco las necesitaba para adornar su belleza.  Se maquilló ligeramente, se perfumó, y dando un último vistazo, ella misma aprobó su resultado.  Cogió su pequeño bolso y salió de la habitación.

El vestíbulo estaba muy concurrido debido a la convención médica que terminaba en ese momento. Muchos de los asistentes fueron saliendo del hotel, otros se quedaron charlando en la cafetería, y dos o tres de ellos, decidieron quedarse a cenar en el comedor y así seguir cambiando impresiones de lo discutido en la reunión que había terminado.

Algunos de ellos volvieron la mirada para contemplar la silueta femenina vestida de rojo que se dirigía hacia el comedor.,  otros hacían gestos, al verla . O simplemente cortaron el comentario que en ese momento hacían.  Uno de los médicos estaba de espaldas y charlaba con otro, al que miró extrañado al ver que se había callado sin terminar de hablar  y guardaba silencio.  Entonces se giró para ver qué había motivado tal gesto. y,   entonces la vio.

No podía dar crédito a lo que sus ojos contemplaban.  No era posible, no era ella, no estaba allí.  Un nudo oprimió su garganta; después de tanto tiempo de no tener contacto, tenían que encontrarse justamente allí ¿ Qué hacía Maille en Canadá  ? Vestía lujosamente, con mucha clase, con ropa cara y elegante, aunque algo provocativa,  que le extrañó muchísimo, no era su estilo.  . Y pensó que quizá tuviera algún novio rico, o lo que fuera peor, estuviera viviendo con él o se hubiera casado.

Ya no prestó atención a la charla  que mantenía con su colega.  La vio entrar en el comedor, sola, aunque posiblemente la estuvieran esperando dentro.  Tenía que asegurarse, tenía que verla, de cerca, preguntar a sus ojos lo que había sido durante todo el tiempo de separación.   No podía cortar la conversación que mantenía, a pesar de que lo deseaba.  Al fin se deshizo de su amigo y entró decidido en el salón. Allí estaba, sentada ,  al fondo del comedor,  en una mesa para una sola persona y,   elegía el menú, lo que le indicó que no había nadie con ella.  Avanzó en su dirección y al cabo de un instante se encontró frente a Maille que desdoblaba la servilleta sobre sus rodillas.

La sorpresa fue por parte de ambos. James la miraba asombrado. Se la veia más madura, sin la espontaneidad que la caracterizaba, pero había ganado en belleza si es que eso hubiera sido posible.  Le miraba con los ojos muy abiertos y ninguno de los dos habló.  No podían; la sorpresa había sido grande porque ninguno esperaba la presencia del otro. ¿ Cuánto tiempo había pasado desde que se vieron por última vez¿ un año, quizá dos? No lo sabía, pero sí era mucho.  Y ambos tenían aún en sus ojos el papel firmado como disolución de matrimonio, y hasta ambos llegó la misma punzada de dolor que entonces.  Fue James quién primero habló:

¡ Vaya sorpresa ! Ni en mil años hubiera imaginado que estuvieras en Canadá
- Pues ya ves, aquí estoy
- ¿ Sola ?
- Si sola.  No necesito a nadie para hacer un viaje
- Has cambiado mucho, muchísimo y eso debe obedecer a que te han ido bien las cosas
- Exacto, me han ido muy bien. Pero no permaneceré aquí, ni he vivido aquí, si eso te intriga. Vuelvo a mi pais
- Ya ¿ a cuál de ellos ? Porque si mal no recuerdo tienes dos uno por nacimiento y otro por casamiento y origen
- Mi país es sólo uno. En el otro no me fue bien y le he arrinconado
- Lo siento, pero me están esperando unos compañeros para cenar. Si lo deseas podemos charlar después
- No James, gracias.  Estoy cansada y mañana he de madrugar: salgo a primera hora
-Está bien. Bueno pues ...  te deseo lo mejor
- Yo también, lo mismo te deseo. Adiós
- Adiós Maille.

Se separaron con una frialdad absoluta. Ya nada quedaba de aquel ardiente amor que sintieron.  Cada uno había tomado su camino.  A James le dolía que no se hubiera interesado por lo que fue de su vida después de ella. Y a Maille le dolió que el ímpetu de años atrás se hubiera esfumado.  En aquella época se hubiera sentado a la mesa sin pedir permiso.  Estaba claro que ya no tenían nada en común, que ya eran indiferentes en su presencia.


Pero se equivocaban porque un fuego interior recorriía su cuerpo al estar frente a frente.  La llama que creían extinguida, se había avivado en cuestión de segundos, pero ambos temían el preguntar por la vida del otro, temiendo que la respuesta fuera la que ellos no deseaban.

Una vez terminada la cena, Maille se levanto y se dirigió a su habitación; él la vio alejarse.

Hizo la maleta, lo dejó todo preparado para al día siguiente no entretenerse más que lo justo. Se quedó un rato viendo la televisión, aunque no le prestaba atención.  Unos suaves golpes en la puerta la hicieron volver a la realidad de sus pensamientos.  Imaginó quién sería y ni siquiera se movió del sillón.  Sabía que si lo hiciera, sería muy difícil rechazarle y ni siquiera sabía si estaba soltero o casado, por tanto hizo oídos sordos a la llamada y a la voz, que bajo la decía:

- Vamos Maille, abre. Sé que estás ahí.  Abre por favor, me gustaría charlar un rato contigo.  Saber cómo te ha ido en todo este tiempo.  Saber algo de tí.

Ella se mordió los labios para que no saliera de su garganta un sollozo desde lo más profundo de su ser. Deseaba abrir esa puerta, deseaba verle y escuchar su voz, pero ni siquiera se movió del sillón en el que estaba sentada.  James, al cabo de un rato dejó de insistir y se alejó de allí.
´
A primera hora de la mañana Maille tomó el avión que la conduciría a España nuevamente, dejando a James en Canadá o donde quiera que se encontrase.  Miró por la ventanilla y contempló el paisaje y pensó que en algún trozo de aquella tierra , que cada vez se hacía más pequeña, estaba el amor de su vida, al que había rechazado con todo el dolor de su alma.

En el aeropuerto la esperaban sus padres y se fundió con ellos en un abrazo largo y desgarrador.  Las dos mujeres no pudieron contener el llanto de emoción, y tuvo que ser Ralph quién pusiera calma entre ellas.  Según iban avanzando hacia el hotel, las preguntas se sucedían y las respuestas también.  Ocultó que la noche anterior había visto a James por casualidad, pero que le había rechazado y posiblemente esa sería la última vez que se vieran.  Iban a vivir uno lejos del otro y ninguno de los dos había averiguado nada del otro.  Todo había cambiado.  Todo había terminado sin un ápice de arreglo.

Ralph no le comentó nada de la visita de Elizabeth,que ésta expresó que así se hiciera: quería verla a solas, ellas dos, por sorpresa, sin preparativos.  En un paréntesis de la charla entre madre e hija, Ralph anunció que salía un momento, pues debía hacer una llamada, y era a Liz, anunciándole la llegada de Maille.  Mientras,  contaba a su madre mil anécdotas ocurridas durante su trabajo, y también mencionó de pasada a Guillaume que en cualquier momento pasaría por Marbella para saludarla.  Eso puso en guardia a la madre, pero Maille siguió hablando y mencionó que se había casado con una azafata que había conocido en uno de sus viajes, y la madre respiró tranquila.

- Todo muy romántico - dijo con añoranza - Vendrá por aquí en alguna escala que haga.  Con  un poco de suerte conoceré a su mujer, francesa como él.  Es un encanto de persona y un buen amigo, que me ayudó mucho al principio de mi trabajo, aunque a penas coincidíamos en ningún sitio, pero hablábamos por teléfono o por Skype.  Un buen amigo, nada más mamá, nada más. Nunca podré querer a nadie, ya lo sabes.  Y ahora voy a deshacer el equipaje; he traído regalos para vosotros.  Salió de la habitación cortando así las confidencias con su madre. Sabía que si continuaban terminaría por contarla su encuentro inesperado con James.

La primera vez que visité Londres - Capítulo 19 - Una visita no prevista

Los padres de Maille se sentían plenamente felices:  su hija les había anunciado que dejaba definitivamente su trabajo para instalarse en Marbella, junto a ellos. Padre e hija,  llevarían la dirección del hotel, que al haber sido ampliado, a veces,  el trabajo le desbordaba.  Además, Maille se incorporaría con un nuevo bagaje de experiencia a aplicar en el hotel y eso redundaría en beneficio de todos.

Hacía tiempo que no la veían, y les tenía preocupados, pues a pesar de que hablaban con ella casi a diario, notaban en su voz un reflejo de lo que sentía anímicamente: desgana, tristeza, hastío.  De James no habían vuelto a saber nada, era como si viviera escondido, pero en realidad se había convertido en un refutado  especialista y andaba de congreso en congreso, posiblemente huyendo de la soledad.  Ignoraban si había organizado su vida junto a Maureen o a otra mujer, y ello le causaba dolor por cómo había terminado ese matrimonio por amor, pero fracasado. Tanto Maille como él, se habían convertido en dos almas solitarias y dolidas.

Algo no esperado sucedió aquél mediodía que hizo que  el personal de comedor, se alborotara un poco.  Todos sabían lo ocurrido con la hija de su jefe, y también conocían a la persona que se sentaba en una mesa junto al ventanal abierto a la terraza, cuya vista era la magnífica playa..  El personal sonreia y cuchicheaba, y el maitre decidió avisar a Ralph, ya que aquella presencia estaba constituyendo un poco de alboroto.  Fue avisado y se personó en el comedor pensando que quizá algún famoso había decidido almorzar en su establecimiento, dada la privacidad que exigía a los reporteros que siempre andan a la caza y captura de algún famoso de turno.. Pero en esta ocasión no se trataba de ningún famoso, pero sí alguien conocido de él y de su familia.

¿ Qué es lo que querría?  No habían vuelto a verse desde la boda de Maille con James, y no imaginaba a qué se debía su presencia allí, dispuesta a degustar el menú que ya solicitaba al maitre.  Con paso ligero pero firme, se encaminó hacia la mesa a saludar,a su pariente, porque en definitiva lo era,  aunque muy de paso.

- ¡ Elizabeth ! Qué gusto me da saludarte nuevamente
- Querido Ralph. He estado tentada en varias ocasiones de darme una vuelta por tu hotel, pero dudaba, porque después de lo vivido, no sabía si sería bien recibida.
-Lo que ellos han decidido, porque supongo que es a eso a lo que haces referencia, no impide que nosotros sigamos en contacto.  Había algo pendiente entre tú y yo, que quedó zanjado por mi parte antes de su boda.  Así que no tengas ningún reparo en volver por mi casa, que es la tuya también
- Eres muy generoso, Ralph, y no sabes cuánto te agradezco este recibimiento; tenía mis dudas, porque de haber sido al contrario, no sé si hubiera obrado igual.  Pero he comprobado la calidad humana que poseéis y lamento enormemente mi comportamiento de antes.  Hemos de hablar, con detenemiento, sobre nuestros chicos.  Deseo hacerlo con vosotros, con tu mujer y contigo. Así que elige una hora y un día en que lo podamos hacer.
-Si se trata de mis hijos, cuando tu quieras.  He de decirte que aprecio mucho a James.  A pesar de todo estaban en una situación insostenible y creo que la decisión que tomaron fue acertada.

- No lo sé Ralph.  Mi nuera es muy intransigente , y ella es una rancia que lo tuvo todo muy fácil, creyendo que su hijo sería un juguete en sus manos para hacer a su antojo lo que ella dispusiera.  Pero James no es fácil de manejar, pero en definitiva se trataba de sus padres y su mujer, y aunque no participó, libraba una batalla entre dos frentes.  En fin, el resultado es el que tenemos.  Sobre ello es que quiero hablaros.
- Si te parece nos tomamos el café de la sobremesa en algún reservado y charlamos tranquilamente
- No podía estar más de acuerdo.
- Bien, pues disfruta del menú que hayas pedido.  La casa invita

Ralph se despidió de Liz quedando en verse en la sobremesa.  Le extrañaba la actitud de la que hubiera podido ser su madre, aunque estaba orgulloso de la que había tenido.  Sonrió, y pensó ¡ la de vueltas que da la vida !

Y ya más tranquilos, pasada la hora de la comida, en un reservado se reunieron los padres de Maille y la dama inglesa, abuela de James.  Ante un cafe, los tres analizaron despacio, la situación de los muchachos y su ruptura matrimonial. ¿ No había marcha atrás? Liz había visto a su nieto clamar por su mujer a la que echaba de menos, y  los padres de la otra parte aseguraban que  Maille no tenía vida, que se refugiaba en su trabajo para tratar de olvidar su fracasado amor.

Ralph no tuvo pelos en la lengua cargando toda la culpa sobre los padres de James, por intervencionistas en algo que sólo al muchacho competía. ¿ Querían una lady para su hijo, a cambio de la felicidad? Bien, pues ya lo habían conseguido; estarían satisfechos .  Pero  habían destruido la vida y la felicidad de dos personas que se amaban y sólo buscaban tener una vida juntos.

- Ralph ¿ qué podemos hacer ? - preguntó angustiada Liz.-  No deseo esa situación para ellos.
- No lo sé, francamente,   no lo sé. Tú tuviste tu parte de culpa, pero supiste rectificar a tiempo
- Lo sé, lo sé.  Daría cualquier cosa porque no hubiera pasado.  Me gustaría tener la oportunidad de hablar con ella y pedirla perdón.
-Maille regresa a casa.  No tardando mucho, según nos ha informado. Si quieres una reunión con ella, te lo comunicaré cuando esté aquí.  Creo que sería conveniente para ambas.  Guarda dolor en su corazón no sólo por James, también porque fue considerada como de segunda categoría y la menosprecíásteis. Todo el trabajo que está realizando, es para demostrar que tiene valor y es competente.  Pero ¿a quién o quienes  desea demostrárselo?
- A nosotros Ralph.  Está dolida en su amor propio, y no le falta razón.  Hablaré con mi nuera, incluso con mi hijo.  Aunque creo que no sacaré nada en limpio, pero al menos lo intentaré.

Llegados a este punto, siguieron charlando en torno a lo qué hacer para unir de nuevo a James y Maille, algo difícil ya que no existía nada entre ellos. Para finalizar el tema, Ralph hizo a Liz una pregunta y la rogó respondiese con la verdad

- Dime una cosa,   James ¿ ha rehecho su vida, está con alguien? Porque de ser así, yo no movería nada y lo dejaría tal cual.
- Puedo asegurarte que no, que no tiene a nadie en su vida. Aunque de vez en cuando sale con alguna chica, bueno ya sabes...
-Está bien, te he entendido.  Deja que llegue mi hija y entonces tantearé el terreno a ver por dónde sale.
- Tenemos que hacer algo, Ralph.  Ni por un momento se me va de la cabeza la situación de estos chicos. Una volando constantemente por esos mundos de Dios, y el otro de congreso en congreso, o trabajando constantemente en el hospital, o haciendo guardias.  No ha querido volver por aquí: me dice que le trae recuerdos muy dolorosos, así que, si quiero verle, tengo que viajar a Londres en fechas que coincidan con su estancia, porque tampoco para mucho en mi pais.
- Bueno, Elizabeth, cálmate. Haremos todo cuanto esté en nuestras manos. Primero esperemos a que regrese  Maille, y según lo veamos, así obraremos
- Estaremos en contacto
- Desde luego, y por favor, ven más a menudo por aquí.  Siempre serás bien recibida.

Se despidieron y cada uno siguió con sus quehaceres, con la débil esperanza de un arreglo, contando, eso sí, con que los protagonistas lo quisieran..  Pero en la cabeza de Ralph, se abría paso una idea. Liz había llegado hasta ellos pidiendo árnica, ¿ por qué no intentarlo con los padres? Sabía perfectamente que los ofendidos habían sido James y, más concretamente Maille, pero estaba en juego la felicidad de la pareja, y a pesar de que no habían vuelto a verse, sabía que no se habían olvidado. Bien, pues por él no sería:  viajaría a Londres y hablaría con los padres de James.



La primera vez que visité Londres-Capítulo 18 - El debut

Y al cabo de unos días asistimos a la selección del ganador del empleo y el suplente, que hasta que estuvieran más acostumbrados irían acompañados de un monitor o monitora, para después del primer día viajar solos . El suplente también iría en periodo de prueba.  Y quiso el destino que fueran Maille la ganadora y Guillaume el suplente.  Su primer destino y debut fue Paris, algo que entusiasmó a Maille y satisfizo a  Guillaume, no en vano viajaría a su pais, aunque él no era parisino sino de Marsella.

- Seré un anfitrión perfecto, ya lo verás.  Conozco todo Paris.  Es una ciudad increíble, hermosa en todos los sentidos.  Algo huraños sus habitantes, pero eso no impide amarla . El Bois de Boulogne es increible, y si vas con la pareja elegida, humm, el colmo del romanticismo. Te llevaré a todos esos sitios.  Aunque no sé si nos dará tiempo a ver todo, creo que no, porque si vamos sólo por un día, no veremos nada.    Espero hacernos buenos amigos y quizás en vacaciones podamos recorrer la Ciudad Luz y mostrártela en toda su belleza.

Maille le escuchaba sonriendo.  Derrochaba energía y optimismo, algo que ella no sentía en absoluto. Le había insinuado una salida a un restaurante para cenar y poco más, ya que al día siguiente harían su debut, pero la belleza del hotel y su entorno, hacían que sintieras el deseo de salir a la calle y recorrer todos los monumentos maravillosos que conforman París.

Las  habitaciones estaban contiguas, y debían efectuar su trabajo independiente uno del otro, para comprobar si contrastaban sus percepciones.  La monitora estaría a su lado, pero sin hablar ni objetar nada de lo que hicieran.  Pero eso sería a la mañana siguiente; acababan de llegar a la ciudad y ya estaban deseosos de salir a disfrutar Paris.  Echaron un vistazo al comedor del restaurante donde iban a cenar, y al igual que en las suites, todo era lujo exquisito. Pero no deseaban tanto protocolo, lo dejarían para el trabajo, de modo que saldrían como dos turistas más de los que pueblan las calles de Montmatre, Pigalle o La Rive Gauche con el Bateau Mouche paseando por el Sena.  Cenaron en Maxim's; Maille fue invitada por Guillaume deseoso de obsequiarla, y después pasearon por los románticos y bellos puentes de Paris y se detenían a contemplar las luces del bateau y de las hermosas farolas de los puentes.  Todo extremadamente romántico.


La ciudad fue todo un descubrimiento para Maille y echó la vista hacia James que siempre había querido llevarla a Paris, y que no llegaron a hacerlo. Y repasó la grandiosidad de Londres y la monumentalidad de París: dos ciudades hermosas y totalmente diferentes.

Era muy tarde y al día siguiente debían madrugar.  Habían olvidado por completo los nervios y su debut, y decidieron regresar al hotel.  Se pararon un momento a contemplar el Pont D'Alma, cercano al hotel.

Subieron hasta el tercer piso en donde tenían sus habitaciones. Él galantemente, introdujo la tarjeta en la cerradura y abrió la puerta.  Se miraron fijamente sonriendo, pero sin hablar.  Guillaume la miraba con una mirada profunda que le recordó otros ojos, otra forma de mirar. Sólo dijo:

- Buenas noches
- Buenas noches Maille. Descansa

Ella entró en su habitación, y él se quedó mirando la puerta por la que ella había entrado.  Se pasó la mano por la cabeza, que movió de un lado a otro, absorto en sus pensamientos.

El despertador sonó a las ocho , tal y como Maille habia ordenado en Recepción.  Tenía tiempo de sobra, pero deseaba arreglarse con sumo cuidado y estar lista para la hora en que la monitora llamase a la puerta para comenzar.  A la hora en punto fijada,   la supervisora entraba en escena. Tras una charla informal para aplacar los nervios de la principiante, la dio la orden de comenzar.  Tragó saliva, respiró hondo y con precisión y mano firme, comenzó a desarrollar lo que habían enseñado en los cursillos realizados.  Lo revisó todo concienzudamente, despacio, sin prisas.  Cuando creyó que ya había terminado, procedió a reflejarlo en el programa correspondiente en su portátil, dando por finalizado el trabajo de aquel primer día.  Al siguiente sería el comedor y la cafetería.

La monitora no dijo nada, ni tampoco la corrigió nada.  Se despidió de ella y procedió a supervisar a  Guillaume.  Al cerrar la puerta, respiró tranquila y repasó mentalmente el  trabajo realizado. Le pareció que había sido correcto y decidió relajarse. Miró el reloj y vio que era temprano.  Daría  una vuelta y conocería algo de Paris hasta la hora de comer.

Al parecer el trabajo había sido satisfactorio y,   cumplido en Paris, su próximo destino,   sería La Haya, una de las ciudades más señoriales de Holanda. Estaba poblada, en su mayoría por diplomáticos del famoso Tribunal y funcionarios del mismo, aunque también vivían empleados en otros menesteres.     De nuevo, esta vez,  en solitario,  cumplió con su trabajo a la perfección.


Y así en sucesivos destinos, dispares, de los cuatro puntos cardinales del mundo.  El tiempo pasaba inexorable y su separación matrimonial era un hecho.  No habían tenido ninguna comunicación entre sí, y ninguno sabía nada del otro. Maille estaba muy dolida y tenía el corazón destrozado, por eso se dedicaba de pleno a su trabajo.  Tan sólo, de vez en cuando, Guillaume la llamaba por teléfono, ya que él había sido el otro seleccionado, pero andaban por lugares distintos y difícilmente coincidían en alguna ciudad.  Pero habían conseguido una buena amistad, y al cabo de mucho tiempo, Maille había depositado en él sus más íntimos pensamientos . El sabía de su separación y de la difícil situación anímica por la que ella atravesaba, lo que hacía difícil para él, concebir alguna esperanza de llegar a algo más con ella.

Se había abierto un hueco en el difícil trabajo que desarrollaba, y era la preferida a la hora de informar de algún establecimiento conflictivo.  Había conseguido hacer un pequeño capital personal, ya que los gastos eran sufragados por la empresa y ella se había recluido en su soledad en su tiempo libre, con lo cual, pocos gastos extras tenía:   mantener su apartamento y poco más  Efectivamente, se había convertido en una mujer solitaria con el solo aliciente de haber conseguido lo que se había propuesto, pero no tenía a nadie a quién brindárselo, ni enemigo a quién demostrarle que era alguien con mucho valor personal.

Estaba cansada de tantos aviones y tantos hoteles.  Echaba de menos a sus padres, las únicas personas con las que mantenía contacto casi a diario.  Necesitaba escuchar sus cariñosas palabras; eran su válvula de escape.  Y comenzó a pensar en retirarse de esa profesión con tanto lujo, que ella no necesitaba.  En su cabeza nacía la idea de regentar junto a sus padres el hotel, que ahora era más grande; al menos les tendría cerca.   comenzó a imaginar la playa marbellí, la calidez de sus noches, el rasguear de alguna guitarra, y tomó la decisión de abandonarlo todo.

Presentaría su renuncia al trabajo, que a duras penas le fue aceptada, ya que era puesta como ejemplo a los nuevos empleados, de eficiencia y seguridad.  Pero antes de terminar su contrato, debía realizar un último destino: Canadá, Vancouver.  Y con la ilusión, al menos por una vez, de que sería su último informe, se metió nuevamente en el avión que la llevaría hasta allí.

Sería su despedida.  Después de estar instalada, quiso salir a conocer la ciudad, magnífica, moderna, imponente. Dio una vuelta por el centro de la ciudad, pero se sentía cansada y excitada por lo que sería su despedida profesional.  Entró en el hotel y en el vestíbulo, leyó muy de pasada, que se estaba celebrando un congreso médico.  Uno de tantos con los que se había encontrado a lo largo del tiempo, en su recorrido por los hoteles.

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