domingo, 15 de octubre de 2017

La primera vez que visité Londres - Capítulo 17 - Una detective muy especial

Éramos un grupo de chicas y chicos los que habíamos sido seleccionados, un total de seis.  Fuimos recibidos por el mismo atildado señor que nos entrevistó, y nos encaminamos, todos juntos, hacia una sala instalada en la planta séptima del hotel.  Parecía una clase de colegio, con la diferencia que en lugar de una pizarra, había una pantalla grande de plasma.  Extrañada giré la cabeza y vi que detrás de todos nosotros había un proyector manejado por otro chico mayor que nosotros, pero más joven que el señor de las entrevistas.

Nos dio  un pequeño discurso de recibimiento, y tras unas amables palabras, comenzó a detallar lo que sería nuestro aprendizaje. Si superábamos la prueba, seríamos elegido uno de nosotros, de momento y si fallaba, elegirían otro más.  El resto de nosotros, esperaríamos mejor oportunidad.

Todos estábamos expectantes, ya que no era yo sola la que sentía curiosidad por conocer en que consistía, lo que al parecer es algo muy común entre los grandes hoteles mundiales.
 Proyectaron una habitación del mismo hotel en el que estábamos.  Una maravillosa suite presidencial.  Enorme, lujosa al máximo, y que para mi gusto la ví algo recargada, con unos muebles de estilo, buenísimos, que lo hacía todo más solemne.  Nos mirábamos unos a otros porque seguíamos sin enterarnos de qué iba todo.  El cursillo  duraría diez días.

Pronto apareció en pantalla  una mujer joven, rubia , guapísima y exquisitamente vestida, que entraba en la habitación, acompañada por un mozo del hotel que portaba su equipaje.  Tras unos momentos de charla indicándole donde estaba cada cosa, el mozo salió de escena , y ella comenzó a sacar su equipaje de la maleta.  Lo primero que hizo fue sacar su portátil y buscar una mesa en la que depositarlo.   Nuestra extrañeza cada vez iba en aumento. yo dirigía la mirada hacia mi derecha, en que estaba sentado un chico francés,  pero que vivía  en España. ´¿ Ibamos a ser trabajadores internacionales? Sonreí de mi propio pensamiento, pero continué prestando atención, pues esa era la primera clase de nuestro aprendizaje, o mejor dicho, la introducción.

La exquisita mujer del plasma, se puso a teclear en el ordenador e inmediatamente se desplegó un programa que parecía un cuestionario;  cada vez entendía menos  lo que allí pasaba.

Luego se levantó de su sitio, y comenzó a revisar los enchufes y las llaves de luz. -" Busca micrófonos pensé yo" .  Después se dirigió a las mesitas de noche y comenzó a abrir los cajones,,.    Paso la mano, en la que previamente se había puesto un guante blanco de algodón, por el tablero de la mesilla y el cabezal de la cama, comprobando si el guante salía manchado de polvo. Abrió la cama y comprobó que estaba perfectamente hecha, sin una arruga.  Los almohadones, la colcha, en fin todo, para luego pasar al cuarto de baño, realizando la misma inspección.

En ese punto, detuvieron la proyección, pasando a explicarnos el porqué de todos esos movimientos.  En eso consistía ser detective de hoteles. Detectar si la limpieza y ornamento de la habitación estaba en perfectas condiciones.  Si así no fuera, el empleado correspondiente al arreglo de la suite, sería sancionado o posiblemente despedido si era reincidente.

No podía imaginar que existieran trabajos como éste, por el que te pagaban un extraordinario sueldo, te alojabas en las mejores suites sin costar nada.  Ese era el trabajo: revisar que todo estuviera perfecto. Iríamos de incógnito,  como un cliente más del hotel,sin que nadie sospechara que éramos espías, y además nos pagarían dietas por desplazamiento y un plus para vestuario. Pero a cambio tendríamos que estar disponible cualquier día de la semana y viajar a cualquier rincón del planeta.

La segunda lección sería el comedor y llevaría el mismo ritmo.y sería a la mañana siguiente.  Antes debíamos hacer el informe correspondiente a la habitación es decir,  rellenar el cuestionario y enviarlo a la Dirección Central.  Nos deberíamos hospedar durante dos días máximo, y luego partir hacia otro hotel que nos sería indicado.

De todo ello dedujimos que nuestra vida transcurriría entre hoteles y aviones.  No se nos permitía hablar con ningún empleado del hotel, nada más que buenos días y basta. .  En un principio me pareció algo excitante, y no me daba cuenta que también me hacía una mujer solitaria,  muy solitaria.

El chico francés que se sentó a mi lado, entabló a la salida una charla  mientras nos dirigíamos a nuestras habitaciones.  Quedamos todos juntos para tomar una copa en el bar del hotel. Eso sería particular nuestro, por lo que deberíamos preparar la cartera para abonar la consumición.

Una vez instalados en la cafetería, la sucesión de opiniones sobre lo que nos había parecido el extraño trabajo que habíamos solicitado y al que aspirábamos ser elegidos.  Guillaume, el chico francés, parecía el más extrovertido de todos nosotros, o probablemente el que menos interés tuviera por conseguir el empleo.  Tal y como vestía, daba a entender que no era alguien que necesitara trabajar para vivir, sino más bien que se sentía aburrido y deseaba tener nuevas experiencias.  Y desde luego, la que estábamos a punto de emprender,  lo sería.

Probablemente yo era la que más callada permanecía.  Me asustaba un poco lo que había visto en el plasma, y pensaba que el trabajo sería muy duro, ya que pagaban un excelente sueldo, o había una trampa.  Guillaume, se fijó en mi y me preguntó bajito

- ¿ Te encuentras bien ?
- Oh si, si. Sólo que estoy un poco asustada, claro, eso suponiendo que consiga el empleo
- Asustada ¿ por qué ?
- No lo sé. Quizá no haya empleado la palabra adecuada. Extrañada, diría mejor
- Quédate tranquila. Es un trabajo honorable. Tengo amigos que están en ello, y les es plenamente satisfactorio.  Aunque a veces se estresan un poco con tanto avión y tanto cambiar de país.  Pero supongo que será cuestión de costumbre.
- Eso espero. Veremos a ver mañana la lección de comedor, que esa si me parece más difícil.

 Así continuamos charlando y cada uno dando su opinión, hasta que decidimos ir a descansar, ya que el día había sido intenso.  Todos estábamos hospedados en la misma planta, en habitaciones contiguas. Al llegar a la mía, Guillaume me dijo:

- Si necesitas algo, llámame.  Estoy en la puerta de al lado. Buenas noches
- Buenas noches- le respondí al tiempo que pensaba:
 Vaya chico servicial,! o quizá lo que busca es ligar


Entré en mi habitación  y quince minutos más tarde, estaba metida en la cama.  Como cada noche, mi imaginación voló hacia lugares remotos; mi último  pensamiento del día, era para él, era mi deseo de  buenas noches a James, aunque él no lo supiera.

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