miércoles, 11 de octubre de 2017

La primera vez que visité Londres - Capítulo 5 - Marbella

 Y así pasó el tiempo, meses, no podría decir cuántos.  No había vuelto a saber de él, pero seguía guardando su recuerdo.  Mi trabajo se había afianzado y mis estudios marchaban viento en popa.  Me gustaba la carrera que había elegido,  y sin demasiado esfuerzo la iba sacando  con excelentes calificaciones.  Faltaba poco para el fin de curso: mi primer curso en Inglaterra, con una mejora sustancial del idioma. Sólo me faltaba una cosa para ser totalmente feliz:  él.Y con el verano me dieron unos días de vacaciones en el trabajo, y los pasaría en Marbella.

 Sol y playa por el día, discoteca por la noche, y sobretodo dormir, sin pensar en que debía madrugar al día siguiente.  La noche anterior me había acostado muy tarde, y en la tumbona, en la playa, los ojos se me cerraban; ni la lectura ni las risas de la gente  ahuyentaban mi sopor.  Decidí darme un baño.  Me encaminé hacia el mar, y el agua me recibió con bastante frescor, extraño para ser del Mediterráneo, de forma que me refresqué un poco y salí del agua para refugiarme en mi toalla, no sin antes ponerme durante un rato al sol. No sé si era el agua o mi destemplanza, pero me agradaba sentir sobre la piel el calor  solar.


 Miraba distraída los juegos de los niños que formaban imaginarios castillos con su cubo y su pala.  Las parejas que retozaban en el agua y los paseantes por la orilla haciendo ejercicio, y pensé que posiblemente era en esos días el único ejercicio que hicieran de todo el año .

" Iré a un gimnasio" .  Pensé sonriendo de mi absurda idea, pues de sobra sabía que no iba a hacerlo.  En esas reflexiones estaba, cuando sentí una sensación extraña.  Era como si supiera que alguien, a mi espalda,  me miraba.  Giré mi vista alrededor, y no ví a nadie que especialmente se fijara en mi figura, hasta que alguien alto, algo rojiza  su piel y con cabello claro, muy rubio, sin duda debido al sol, venía en mi dirección.  Unas gafas cubrían su rostro, así que aparté mi vista de él y volví a tumbarme en la hamaca, no sin antes ponerla totalmente al sol. Cubriría mi cabeza con un sombrero de paja  y listo.  El baño me había destemplado, o quizá me estuviera rondando algún constipado de esos que te atacan en el verano y que suelen ser más pesados que los del invierno.  Cerré los ojos, dispuesta a dar una cabezada, cuando algo nubló el sol

- No deberías tomar tanto sol, es peligroso

 El timbre de voz me recordaba a otra persona.  No podía ser él. Hizo que abriera los ojos y me quitase las gafas .  Le miré fijamente, y mi instinto no me había engañado James estaba frente a mí. La sorpresa que sentía me impedía reaccionar , pero al fin pude articular la clásica pregunta  cuando no sabes por dónde salir:

- Pero... ¿ Qué haces aquí ?
- Siempre he escuchado una  frase, y me ha parecido absurda:, y es  "¡qué pequeño es el mundo" !  Vivimos en la misma ciudad, pero hemos tenido que recorrer cientos de kilómetros para vernos. ¿ Qué es lo que hago aquí ?   Estoy con mi abuela.  Tiene un chalet y veranea en Marbella  desde hace tiempo. Este es el primer año que vengo y me gusta el ambiente. Hay diversión y fiesta; me hacía falta despejarme. ¿ Y tú ?
-Yo vivo aquí. He nacido aquí. Mis padres tienen un pequeño hotel, nada que ver con vuestras finanzas, pero nos permite vivir bien.

 El no respondió nada a mi indirecta.  Se sentó en la arena a mi lado, y sin yo esperar nada, ni preguntar nada me contó que había estado estudiando para una especialidad en su carrera .

-Hice un máster y sobretodo he pensado. Si, mucho. Soy alguien que piensa mucho las cosas antes de dar un paso adelante, así que cuando avanzo, sé seguro de lo que voy a hacer o a decir  Serán dos años más, pero de repente sentí la necesidad de ser algo más que un médico de familia.  Quiero lo máximo que pueda ser
-¿ Necesitas demostrar algo ?
-No, o quizá si. No estoy seguro de ello,  pero deseo que,   el día que forme una familia, poderle   ofrecer lo mejor que haya conseguido por mis propios medios y no por llevar un determinado apellido.
- Eso me huele a enfado. Perdona, he sido indiscreta.

Me miró fijamente ; su sonrisa se había borrado de su cara. ¿ Qué demonios le pasaba?

- ¡ Ay... la chica peculiar ! Dijiste que estudiarías no sabías qué. ¿ Has cambiado y ahora eres psicóloga ?. Discutí con mis padres y aproveché que mi abuela estaba aquí, y hasta aquí vine.  En tantos años no había conocido esta zona. Necesitaba respirar y decidí comprobar si la noche marbellí merecía la fama que tiene.
-¿ Y ya la conoces?
-¡ Claro ! He de decirte que me ha gustado, aunque la encuentro muy artificial. He visto a gentes que pareciera que vivian el último día de su vida.  Como con ansias de reir y beber desaforadamente.  Bastante frívola. ¿ Tú no frecuentas esos círculos?
- Naturalmente que no. Además ellos son de la jet-set, y yo no pertenezco a ella
- No te arrepientas.  No merece la pena-

 Había  como resquemor en sus palabras, pero no pregunté nada más.  Guardamos silencio. Me había sorprendido tanto su presencia allí, que por mucho que rebuscase en mi cabeza algo de lo que hablar, no encontraba nada,  Opté por recoger mi bolsa y decidí marcharme.  Por un lado deseaba quedarme, aunque fuera en silencio, pero por otro me sentía incómoda:  el verle había sacudido mis cimientos.

- ¿ Te marchas? Es pronto
- He de irme.  Llevo mucho tiempo en la playa y he de ayudar a mis padres.
- ¿ Qué tal si cenáramos esta noche ? Te debo una invitación, no lo he olvidado.
- De acuerdo, esta noche ¿  qué hora y dónde quedamos ?
- Dime dónde paso a recogerte.   ¿Qué tal a las ocho ?

 Le indiqué la dirección del hotel , en primera línea de playa y mi bungalow.  Me despedí de él, que habiéndose levantado de la arena me tendió la mano a modo de saludo.  Al contacto con su piel, sentí algo muy especial.  Después de tanto tiempo de espera y no verle, la situación se me aparecía insólita, pero al mismo tiempo, deseé que fueran ya las ocho de la tarde para volver a reunirnos.

- ¿ Y para qué te marchas tan pronto? - me dije- Es una mentira la que has dicho.  Estás deseando estar con él.  No estás ayudando a tus padres ¿ por qué te vas? ¿ Por qué le mientes ?

 Por mucho que reflexionara sentía que debía hacerlo; el encuentro había sido tan inesperado  ,que sentía que,  en el estómago,  una garra lo oprimía, y los nervios se apoderaban de mí.  No quería aparecer ante él como una niña boba que estaba deseando ligar.  Creo que fue una decisión acertada y en el momento oportuno.  Tenía mi orgullo, y él me había dado plantón hacía unos meses.

 Vosotros  no necesitabais  mi ayuda, fue una excusa para hacerme valer ante la frialdad expresada por él.  ¿Se sentía comprometido por la promesa no cumplida?  Posiblemente.  No obstante había conseguido ponerme nerviosa y después de cambiarme el bikini por un vestido ligero, comencé a examinar el armario para ver qué me pondría por la noche.  Quería deslumbrarle,  hacerle sentir que era atractiva y hasta interiormente rogaba que me encontrase con cualquier amigo o vecino para de este modo hacerle sentir algo de celos.

  Comí con vosotros en un comedor reservado para los empleados del hotel y os conté la anécdota, disfrazada por mi interés, de haber encontrado al doctor que curó mi rodilla de la caída que tuve meses atrás.

- Me ha invitado a cenar esta noche. Es la primera vez que viene a Marbella y seguro que me pregunta dónde ir.
- Llévale al puerto.  Seguro que allí encontraréis buen marisco del día, si es que lo preferís.  Y si no, id a cualquier parrilla de carne a la brasa.  La oferta es amplia y buena.

 - Me dijiste.  Aún lo recuerdo. ..
 Y la conversación derivó en otros lugares y otros protagonistas, lo que yo agradecí, pues no quería dejar entrever el interés que tenía por él y por esa noche que me permitiría una charla, con suerte, más intimista que la mantenida por la mañana en la playa.

 Unos toques en la puerta de mi bungalow, me avisaron que James había llegado.  Abrí, y no me engañaba: allí estaba, trajeado, impecable, tostado por el sol y rabiosamente atractivo. Sonreía ampliamente y me miraba, de forma extraña, si se quiere, examinándome palmo a palmo.  Llevaba un precioso ramo de rosas que hizo se me acelerara el corazón. ¡ Eran rojas ! ¿Tendrían algún significado en su lenguaje?  Yo lo conocía, pero dudaba que él lo supiera, sino que simplemente había comprado las que el dependiente de la floristería le apuntara.

- ¡ Son preciosas ! - es todo lo que pude decir, mientras él no dejaba de sonreír.
- ¿ Nos vamos ?- me dijo
-Si. Ya estoy lista. Voy por una chaqueta .

 Cuando me reuní nuevamente con él, trataba de ponérmela, y él gentilmente me ayudó. Estaba de espaldas a él,  y   de la chaqueta,  sacaba y acomodaba  mi  largo cabello.  No le ví la cara, pero sentí que se reclinaba sobre mi pelo, aspirando el olor que despedía. Me hice la desentendida, como si no lo hubiera notado y me giré hasta ponerme de frente .  Su semblante estaba serio, pero en sus ojos había una mirada profunda, especial, que hasta entonces no le conocía.  Sus manos avanzaron hasta mi rostro y depositó un suave beso en mis labios. Instintivamente yo puse mis manos sobre las de él y entorné mis ojos.  Lejos de escandalizarme y sorprenderme, es lo que había deseado desde que le viera por vez primera.  Al cabo de unos instantes, se retiró mirándome a los ojos y pronunció unas palabras que hicieron que mi corazón se desbocara.:

- Estás preciosa. Perdona, no he podido evitarlo

  ¿ Qué debía responder a eso ? Sin pensarlo,. contesté::

- Me ha gustado

 Sonrió y tomándome de la mano, salimos al exterior.  Hacía una noche preciosa, o a mi me lo pareció. Corría una ligera brisa con olor a mar. El cielo estaba claro, con los últimos rayos del día y apuntando las primeras estrellas en el cielo.  No sé si al describirlo era así de hermoso, o es que mi corazón se desbocaba por momentos.
  Montamos en su coche, mejor dicho en el de su abuela, y nos dirigimos hacia el puerto.  Mientras  íbamos hacia allí, le noté que estaba eufórico, como más relajado. Yo sin embargo, no paraba de darle vueltas a la cabeza por lo ocurrido hacía menos de un instante. ¿ Qué significaba aquello?  No quería hacerme la ilusión de que no le era indiferente y mi corazón saltaba sin freno.  Pero tampoco creia que fuera dando besos  ¡qué beso ! como el que me había dado, a todas las muchachas con las que tuviera una cita.  No era ese su carácter, ni nunca le había visto tan relajado. Pero claro nos habíamos visto muy pocas veces y siempre en unas situaciones  complicadas.  De vez en cuando dirigía su mirada hacía mi, creo que para analizar mi reacción, y al verme soneír, él también lo hacía, y hasta comenzó a silbar una melodía que sonaba en la cinta que llevaba en el coche.  Era una balada dulzona, sin duda la preferida de su abuela, porque a él no le pegaba nada.  Se la sabía de memoria, lo que me hizo pensar que también la escuchaba a menudo.. Nunca le había visto así. Él tan , tan .... inglés¿ cómo iba a silbar una melodía a pleno pulmón ?  Pues lo estaba haciendo; nunca había estado tan contento y hube de convencerme que la autora de ese cambio, sin duda, había sido yo..


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