viernes, 16 de marzo de 2018

Viaje a La Toscana - Capítulo 14 - El adiós y el perdón

No llego a tiempo de tomar un vuelo hasta Dublin.  Pernoctó en un hotel cercano al aeropuerto y desde allí llamó a Liliana para que estuviera tranquila, cosa que no  consiguió

- Mañana temprano tomaré el avión. Cuando llegue a casa te llamaré y trataré de hablar con Guido y darle una explicación con más tranquilidad, pero creo que no lo conseguiré y no atenderá mi llamada. Lamentaría profundamente perder su amistad, pero eso es cosa de él.  Si no lo entiende, lo siento
- Arthur, Arthur ¿ por qué lo hicimos ?
- Lili no te reproches nada.  Surgió, eso fue todo.  Ninguno lo buscamos pero hay sentimientos que no se pueden reprimir.  Eso es lo que nos pasó
- Me has llamado Lilí. Ha sido la primera vez.
- ¿ Te ha gustado ?
- Si mucho
- ¿ Has hablado con tus padres?
- He tenido que mentirles.  Les dije que te marchaste y por eso  me quedé en casa
- Está bien.  Quiero que te tranquilices, que estés bien.
-- Te quiero. No me olvides
- Nunca, óyeme bien,   nunca te olvidaré.  Buscaremos el medio de vernos.  Yo también te quiero.

Y de nuevo volvió a llamarla antes de embarcar.  Había estado muy nervioso pensando en ella, en cómo afrontar su encuentro con Guido y no estaba tranquilo por si él se ponía furioso con Liliana. Desechó esa idea de la cabeza . La quería demasiado como para darle la espalda.

- Te llamo para decirte que voy a tomar el avión dentro de breves momentos ¿ Estás bien ? Es lo que más me preocupa, así que por favor tranquilízate. Oye, tengo que irme.  Llaman al vuelo.  Te quiero
- Yo también te quiero.


Al colgar, Liliana rompió a llorar nuevamente y se lamentó de su mala suerte.  El la quería y sin embargo lejos de ser una alegría, estaba resultando una pesadilla. ¿ Qué hacer ? ¿ Hablar con Guido de inmediato, o esperar a ver si Arthur conseguía que  entrara en razón ?  Volvió a llorar.  Esperaría a que él la llamara, serían sólo unas horas.  No obstante iría hasta Amalfi al día siguiente y hablaría con Guido frente a frente y le haría comprender que había sido amor sincero y que a él le seguiría queriendo siempre, que sería el mejor de sus amigos, pero sería solo eso: amigo.  No pudo evitar enamorarse del irlandés, lo mismo que él no pudo evitar amarla.

Si a pesar de ello, insistía en romper con su amistad, lo sentiría enormemente, pero no podría volver a confiar en él como un verdadero amigo

Y pasaron las largas horas de espera, y al fin, recibió la llamada de Arthur; había llegado bien y la llamaba desde el mismo aeropuerto, impaciente por saber cómo estaba.  Liliana, encerrada en su apartamento, no quería hablar con nadie, ni ver a nadie. Tampoco quería acostarse porque sabía que no podría dormir.  Necesitaba pensar  lo qué hacer, y sería al día siguiente cuando hablase personalmente con Guido.

A primera hora de la mañana, cogió su Vespa y se encaminó hacia Amalfi; estaba deseando hablar con él, tratar por todos los medios de hacerle comprender que no había sido el propósito de ellos enamorarse, pero había sucedido. Trataría de convencerle para seguir siendo su amiga.  Iba distraída  por la carretera.  Debía centrarse en lo que estaba haciendo, si no quería despeñarse por cualquier barranco que surca  el camino que conduce a la costa  amalfitana.  Frente a la casa de Guido, se detuvo un instante y tragando saliva, llamó al timbre.

Sintió que se abría una ventana y sabía que era Guido para ver quién era el que llamaba tan temprano. Cerró inmediatamente, pero no bajó a abrirla.  Ella insistió más fuerte y alargando el sonido del timbre.  Nada conseguía, y optó por dar voces reclamando su presencia, hasta que al fin, él abrió la puerta.

- ¿ No vas a dejarme pasar? - le dijo ella
- ¿ Qué quieres? - respondió Guido
- Lo sabes de sobra. Bien. Comprendo que no soy merecedora de entrar en tu casa, por tanto hablaré en la puerta. Eres un hombre intachable, por eso una putita no debe pisar tu umbral
- ¿ Quieres hacer el favor de callarte? - respondió Guido airado- Perdona lo que te dije; fue en un arrebato de ira.  Se muy bien que tu no eres eso

- Por favor Guido. Te lo pido por favor.  Has de comprenderlo. Nos hemos enamorado, ese ha sido nuestro delito; no lo buscamos pero surgió. Siempre serás mi amigo, mi gran amigo y te querré por ello, pero no puedo amarte como novio, y tu lo sabías,  te lo dije hace mucho.  Pero también debes  comprender que en algún momento me enamorase de alguien, incluso, si tú estuvieras destinado a mi, me enamoraría de ti.  Pero no ha sido así y no debes odiarnos por eso.
- Arthur me traicionó. Le conté que te amaba y a pesar de saberlo no me dijo que también lo estaba de ti
- Es muy posible que ni siquiera él lo supiera.  Nadie te ha traicionado.  Pasó, eso es todo.  Te aprecia mucho como amigo, y ambos hubiéramos querido que no ocurriese, pero ha ocurrido y ahora él está lejos y tú enfadado.  Creo que tardaremos mucho en vernos.   Mucho, quizá demasiado.

 Liliana rompió a llorar, y Guido sin poderlo remediar la abrazó fuertemente.  Ella se apoyo en su pecho buscando protección; se sentía sola y vulnerable y no tenía los abrazos de la persona que más amaba, por eso agradecería  ser perdonada por su amigo.  Y también respiró aliviada: la había perdonado.  Esperaba que cuando Arthur le llamase, también a él perdonara.  La hizo pasar al interior y  que se sentara frente a él.  La miraba intensamente, emocionado, pero no interrumpió su llanto.  Era mejor que se desahogase; después hablarían si es que tuviera algo que decirle.
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