martes, 20 de marzo de 2018

Viaje a La Toscana - Capítulo 20 - La feria

¿ Sería día de fiesta?  En la plaza había un gran ir y venir de operarios que montaban tenderetes.  El día del santo patrón San Lucchese. Un templete grande y otros más pequeños Habría una orquesta y bebidas y chucherías para los más pequeños.  Los comercios de alrededor estaban cerrados, por lo que no pudo alquilar un coche que le llevase hasta Amalfi.  Hoy era  día de fiesta y todos estaban dispuestos a pasárselo bien.

Contrariado y sin saber lo que hacer, salió del laberinto de operarios que diligentemente montaban los puestos para que todo estuviese dispuesto para la hora de la misa a celebrar en la catedral.  Salió de allí mascullando no se sabe qué.  Pareciera que todo se le ponía en contra. Y recordó que ella iba en Vespa , y comprendió porqué ese medio de transporte es útil en lugares como aquél.

No había ninguna cara conocida, al menos él no recordaba a ninguno de ellos. Pensó que serían todos forasteros, que como los feriantes iban de fiesta en fiesta para ganarse la vida.  Harto de dar vueltas, decidió recluirse en casa hasta que pasara todo el alboroto.  Asomado a uno de los balcones , veía pasar a grupos de gentes que se dirigían a misa y a presenciar la procesión de San Lucchese.  En sus rostros estaba reflejada la alegría que sentían por la festividad.

Estaba inquieto. Posiblemente por la contrariedad que había sufrido al no poder seguir con sus pesquisas, pero no podía hacer otra cosa más que esperar al día siguiente en que la normalidad hubiese vuelto a las calles de Pienza.  Por lo menos los restaurantes y bares permanecían abiertos, ya que desde las localidades vecinas, venían para disfrutar del jolgorio.  Decidió salir y comer algo fuera de casa; al mismo tiempo le serviría de distracción y se le haría más corto el tiempo.

Se sorprendió al llegar a la plaza y verla llena de gente que reía y brindaba. En una de las calles, habían instalado un Tio Vivo para los más pequeños, que felices mirando a sus padres, agitaban la pequeña campanilla que llevaban en su atracción.  Sonrió al ver cómo los niños participaban también de la fiesta.

Al cabo de un rato abandonó el lugar y decidió entrar en uno de los bares.  A pesar de ser Abril, hacía un día hermoso de sol y hasta la temperatura era suave.  En su caminar chocó con una niña que lloraba desconsolada llamando a su mamá.  Tratando de hacerse entender, la preguntaba qué la ocurría, y al no cesar el llanto de la pequeña se dirigió con ella de la mano hacia el lugar en donde los carabinieri hacían guardia.  A penas había llegado cuando una mujer joven llorando llegaba hasta ellos y se abrazaba a la pequeña besando su rostro.

- ¡ Oh Dios mio, te he encontrado ! Qué susto me has dado.  No vuelvas a soltarte de mi mano ¿ me oyes ?

Arthur no podía articular palabra. ¡ Estaba allí, delante de él ! Y de golpe comprendió a lo que Guido se refería:  Liliana y su hija.  Ella ni siquiera levantó la cabeza, hasta que el carabinieri la indicó que había sido ese señor quién había llevado a la niña hasta ellos.  Entonces fue cuando le vio.  No podía creérselo. ¿ Que jugarreta del destino le guardaba otra vez ?  Con los ojos abiertos al máximo, Liliana no podía creer lo que estaba viendo. Ninguno de los dos tenía palabras para expresar lo que ocurría .  El policía les miraba sin entender lo que allí sucedía.  Fue Liliana quién cogiendo a su hija de la mano, agradeció al guardia el haberla protegido, y con un movimiento de cabeza hacia Arthur, comenzó a ir en la dirección opuesta a donde estaban.

Después de la primera reacción, Arthur dudaba de si le había reconocido. Salió tras ella e hizo que se detuviera lejos del barullo de la gente que disfrutaba de la feria

- ¿ Y te vas ? ¿ Así ?
-¿ Qué quieres que haga ? Te he dado las gracias por ayudar a mi hija
- ¿ Tú hija ?
- ¿ No lo sabías? Pues no son esas mis noticias.  Guido te lo anunció y tu respuesta fue que olvidara el tema.  Así que ya ves, he seguido tu consejo y he olvidado tu rostro
- Oye, oye ¿ qué estás diciendo?  No sabía que tuvieras una hija, ni Guido me dijo nada. ¿ Es cierto lo que estoy pensando ? Esa niña es...

Ella le miró frente a frente, retadora, poniendo en duda lo que la estaba diciendo. Aún quemaba su memoria las palabras de Guido refiriéndose a su encuentro en Dublín. Y así se lo hizo saber

- Eres frágil de memoria. Viajó hasta Dublin para decirte que me había quedado embarazada en aquella noche contigo, y que ni siquiera te diste por aludido. Que lo rechazaste de plano.  Ni siquiera tuviste el detalle de una llamada por teléfono.  Nada de nada.  ¿ Y ahora pretendes hacerte la víctima?
No tienes ni idea de lo que ha sido de nuestra vida.  Nunca te has interesado por nosotras, así que ahora, olvídate de mi.  Déjanos seguir viviendo. ¿ A qué has venido ?  Cómo has tenido el cinismo de volver aquí.  ¿ Has traído a tu mujer, tu novia, o lo que sea, contigo?
- ¡ Ya está bien ! - gritó Arthur sin entender nada de lo que estaba escuchando - No sabía que estabas embarazada, y mucho menos que habíamos tenido un hijo.  nadie me dijo nada, es más, lo único que supe es que os íbais a casar en el plazo de quince días.  Que me habías olvidado y que por tal motivo, la hostilidad que teníamos, él y yo, quedaba olvidada.  Nada más; puedes creerme
- Pues no te creo ni una palabra.  Qué objeto tenía aquel viaje si no era para decirte mi situación ?
- El casarse contigo.  Ese era el objeto
- Pues le salió mal, porque no lo hice.  Ni con él ni con nadie.  Pero gracias a él no me sentí tan sola. Dí a luz con la  compañía de los médicos y las enfermeras, cuando debieras haber sido tú quién estuviera a mi lado.  Fue él quién estuvo a mi lado día a día, mientras tú, seguramente, te corrías la gran juerga.

- Nada de eso, muy al contrario, pero eso ya no importa. Llevo tiempo buscándote.  Lo he dejado todo para estar a tu lado, pero ya veo que todo ha sido inútil.  Pero el no haberme hablado de la existencia de esta niña, ha sido la mayor crueldad, el mayor castigo que has podido darme, y, créeme no lo merezco.  Posiblemente algún día sabrás la verdad, pero ahora comprendo que ha sido  este encuentro bastante inesperado para ambos.  No te preocupes, no perturbaré tu vida, pero estaré cerca de mi hija. Eso al menos tenlo presente.  Lamento por lo que has pasado, pero no fue mi culpa y a él se lo expliqué. Te llamé varias veces, pero no atendías mi llamada.  Estuve en el extranjero todo este tiempo tratando de olvidarte, algo imposible como has podido comprobar.
Recibí una carta de un abogado que me entregó algo que Guido dejó para mi,  explicando todo lo pasado.  Pero no voy a  argumentar en mi defensa; probablemente llegará el día que sepas que ha jugado con los dos, y que no es hora de juzgarle porque no está aquí para defenderse.
Quiero que sepas, que, ahora con mayor motivo, me quedaré a vivir en Pienza, en la que fuera tu casa.  La he alquilado y ese será mi domicilio y que mi abogado será informado de lo acontecido para que emprenda las gestiones y darle mis apellidos y tener derecho a disfrutar de ella.  Creo que nosotros no tenemos más que hablar.

- ¿ Crees que me voy a quedar cruzada de brazos para que hagas y deshagas a tu antojo? ¿ Cómo justificarás que esta niña es tu hija?
- Con el ADN.  A estas alturas deberías saberlo

Y clavando sus ojos en ella dio media vuelta y se alejo de allí. No podía estar ni un minuto más junto a Liliana  y recibir unos reproches injustificados.  Destilaba odio por todos sus poros. Y en parte disculpó su proceder; había perdido todo cuanto tenía en muy poco tiempo y ahora le planteaba el compartir una hija de la que , hasta ese momento, ignoraba que existiera.  Una muchacha dulce que se había convertido en una leona defendiendo a su cachorro..


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