martes, 13 de marzo de 2018

Viaje a La Toscana - Capítulo 11 - Semana Santa en Pienza

Sintió un vuelco en el corazón cuando escuchó la voz de Arthur,. Había recibido la carta, pero en su tono, en sus comentarios, le notó algo preocupado. ¿ Se habría dado cuenta de todo ?  Tenía el rubor de su amor recién descubierto.  le daba vergüenza y por eso en la  carta introdujo algunas frases que desviaban la atención de ella.  Pronto comenzaron a charlar y por último él la hizo la pregunta que tanto temía:

- Dime Liliana, ¿ quién te ha hecho tanto daño anímicamente ?


Ella no supo que responder, así que pensó que lo mejor sería desmentir y rió,  alegando que era una de las muchas  cartas que escribía semanalmente.  Que ella no había sido tocada por la varita del amor.. Y reia, pero esa reacción extrañó a Arthur, estaba  fuera de lugar y mucho temía que lo estuviera haciendo para despistar.  En definitiva era algo que a ella competía, y siguieron la charla  dejando de lado el tema.

- Me dijiste que tenías alguna novela . Tenemos que hablar sobre eso. Lo haremos en mi próximo viaje
-¿ Vas a venir ?
- Eso espero. Quizás en Semana Santa. Deseo ayudarte. La carta me ha dejado impresionado. Verás mi trabajo está relacionado con la literatura, así que conozco algo de ello. Si has conseguido que creyera que era real, el publico se volverá loco cuando las lea
- ¿ Las lea ? ¿ A qué te refieres?
- Me has dicho que escribes semanalmente en un periódico, pues bien, a eso me refiero:  publicar un libro con todas ellas.
- ¿ Lo dices en serio ?
-Naturalmente que estoy hablando en serio. No se me ocurriría bromear . . Así que prepara todo el  material que tengas. A mi regreso hablaré con una editorial.  Deseo que tus sueños se cumplan
- Muchas gracias Arthur, pero por desgracia no todos se cumplirán
- ¿ Por qué dices eso?
- Es una forma de hablar.  Si se cumpliera todo lo que deseamos, viviríamos en un mundo feliz, pero por desgracia no es así.- y lo dijo pensando precisamente en él
- Tienes razón. En unos días nos veremos. Ahora he de dejarte: tengo trabajo
- Nunca me has dicho a qué te dedicas exactamente. ¿ Es un secreto ? ¿ Eres espía  - Esto último hizo que Arthur riera abiertamente

- Tienes mucha imaginación, serás un escritora muy buena. No, no soy espía.  Soy escritor
- ¡ Escritor ! Nunca me lo habías dicho, y en Facebook...
- Lo sé.  Es largo de contar para hacerlo ahora
- Te habrás reido de mi. Yo dándome aires, enviándote esa carta, y reslta que tú...
-No me he reído de tí, en absoluto.  Te estoy diciendo que voy a ayudarte ¿ crees que te hubiera confesado la verdad si hubiera sido así?

Y siguieron con su tira y afloja durante unos minutos.  Arthur se arrepintió de haberle confesado su verdadera profesión no había forma de hacerla ver que era cierto y que había quedado impresionado por su lectura.

 Y desde que supiera que iría para Semana Santa, los días se la hicieron eternos esperando su llegada.  Estaba emocionada y nerviosa, a un tiempo. Por las noches, antes de dormirse, se montaba una fantasía, e imaginaba, que él también la quería, que se hacían novios, y se casaban.  Pero no era más que una fantasía, que se desvanecía en cuanto se dormía.

Había llegado la fecha en que Arthur debía estar en  Pienza, pero ni había llegado ni sabía nada de él.
  - Seguramente tendrá compromisos;- se dijo.  Ahora conocía su trabajo y no siempre se está disponible cuando uno quiere.  A solas en su apartamento acariciaba sus folios, archivados en una carpeta, y esperando ansiosa la crítica de él.  Pensaba que había sido positivo con lo que la había dicho, pero ignoraba que estaba escrita desde el corazón.

Había estado durante toda la mañana en las viñas, metida en el cobertizo analizando el vino que estaba creando, haciendo apuntes de los injertos realizados y cuales eran las mejores uvas para lo que pretendía.  Ya era mediodía y no tenía noticias de Arthur.  Decidió dejarlo y regresar a casa. Sería una Semana Santa diferente.  Había puesto muchas esperanzas en estos días, pero seguro que pasaban sin pena ni gloria.  Se montó en su Vespa y fue directa a su apartamento.  Lo que menos le apetecía era ponerse a hacer su comida: no tenía apetito: se había desganado.  Se hizo un bocadillo y pensó en echarse una siesta; al menos dormida no pensaba en la ausencia de él.

La despertó el ronroneo al apagarse un motor. Se incorporó y miró por la ventana.  Ante su puerta estaba Guido y alguien más le acompañaba, pero no le distinguía bien ya que estaba en el umbral de la pueta.  Y sonó el timbre y bajo a abrir y allí estaba él:  era el otro compañero que venía con Guido. El corazón se le salía del pecho y no podía pronunciar palabra.  Tenía una sonrisa resplandeciente.   Sin embargo ella, aún tenía la ropa de trabajo que había llevado por la mañana..  Estaba sin arreglar y despeinada.  Se atusó como pudo.

- ¿ No vas a saludarnos ? - la pregunto riendo
- Es que... no te esperaba. Hola Guido ¿ cómo habéis venido juntos?
- Llegó ayer y está en casa - respondió el muchacho
- No sé si enfadarme con vosotros.  Podíais haber llamado.  Pensé que ya no venías - Y lo dijo mirando a Arthur, y esa mirada no pasó desapercibida para Guido, que resignado, bajó la cabeza
- Era muy tarde cuando llegué a Amalfi, pensé que  podías estar dormida, y esta mañana nos levantamos tarde... Y entretenidos en saludar a todos, pues ... se nos pasó el tiempo.  Me parecía mal estar allí y no abrazarles.  Fue  un verano espléndido y les considero amigos míos.- dijo Arthur a modo de explicación
- Claro es lógico.  No me hagas caso.  Ha sido una sorpresa muy agradable..  Pero pasad.  Soy una mal educada, os tengo en la puerta.
- ¿ Esta es tu casa? - preguntó Arthur
- Si.  Es modesta y pequeña, pero a mi me sirve, y además está cerca de la de mis padres.
- Es muy bonita.  Se nota que es un lugar en el que vive una mujer
- ¿ Por qué lo dices?
- Por los detalles, las flores, el color de los muebles.  Son tonos claros y dulces
- Bueno, estoy muy a gusto con vosotros, pero he de regresar a Amalfi .-  dijo Guido que observaba detenidamente a Liliana

- De eso nada.  Os quedáis a cenar los dos. Yo dormiré en casa de mis padres y vosotros aquí: uno en la cama y otro en el sofá. Y mañana temprano, si lo deseáis regresáis
- A mi me parece bien- dijo Arthur mirando a su amigo
- De acuerdo- comentó Guido.

E improvisó una cena.  No sólo era bonita, sino que además una excelente ama de casa.  Sacó una botella de vino de las que consideraba "su" reserva.  Y los tres sentados a la mesa, charlaron de cómo habían  transcurrido los meses desde ese verano tan especial que habían pasado..  El tiempo se les había ido entre los dedos hablando y hablando. Ya abiertamente, Arthur les explicó los proyectos que tenía entre manos y sacó a relucir los escritos de Liliana.  Ella le observaba sin pestañear.  Le parecía mentira que estuviera allí, sentada a su mesa y explicando lo que había pensado hacer con la publicación de las cartas si a ella le parecía bien.

- Estoy seguro que encantarán a todas las mujeres que las lean.  Francamente me sorprendiste gratamente cuando la leí.  No esperaba que escribieras tan bien.  Para ser una aficionada eres muy buena
- Comencé a escribir siendo muy pequeña. Cada vez que mis padres me echaban una regañina, yo apuntaba mi queja en un cuaderno especial a modo de diario, y así poco a poco me aficioné.
- ¡ Caray Liliana ! Eres una caja de sorpresas.  No sólo eres bonita, además excelente ama de casa, una creadora de vinos  y escritora.. Nadie lo hubiera pensado - dijo Arthur
- Yo sí.  La conozco muy bien y sé que conseguirá todo lo que se proponga - comentó Guido

Ella miraba a ambos sonriendo y pensando al mismo tiempo que estaban equivocados, que algo importante no lo conseguiría nunca. Porque ese hombre que estaba sentado a su mesa, estaba enamorado de otra mujer y ella de él, hiriendo con ello a su mejor amigo.

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