domingo, 30 de junio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 32 - Ana

A la mañana siguiente Fiona, marcó el número de Aisling.  Deseaba hablar con  Michael para que fuera él quién tramitase su divorcio. Pero fue su amiga, quién muda de asombro la dijo que su marido no estaba que había salido para los Juzgados

— Fiona, por amor de Dios. ¿Estás loca?  Os amáis y tu hija va a nacer en poco tiempo

— Lo sé Aisling. Pero no puedo más.  Tu conoces toda la verdad y he llegado a mi límite. Deseo hablar con Michael cuanto antes. Ahora voy a empacar algunas cosas y regreso a Londres de inmediato.

— Eres mi mejor amiga.  Como una hermana para mi ¿Estás segura de lo que vas a hacer

— Aisling, no me queda otro remedio. No sólo es por mi, es por mi bebe también

— Hablaremos más despacio en cuanto llegues.  Llámame cuando regreses e iré a buscarte.


Se despidieron ambas amigas, y Fionna dio un repaso a la casa con la mirada y cerró la puerta.  Chimbo iba con ella, como siempre; no se sentía tan sola.  Se montó y emprendió el viaje, uno más, de regreso a la capital.  Apagó su móvil;  no quería hablar con nadie. no quería recibir llamadas ni de Maxwell ni de nadie.  Se sentía desamparada,  con la sola compañía de su bebe y de un perro.  Y este pensamiento hizo que rompiera en sollozos.  Estaba cansada y defraudada de la vida y de todos.  El médico le había recomendado tranquilidad, y eso era lo único que había tenido durante todo su embarazo, pero no por falta de preocupaciones, sino por la absoluta soledad en que se encontraba.

Inútilmente Maxwell llamaba a su móvil y al teléfono fijo de su casa. No le respondía  nadie. Estaba intranquilo y preocupado por ella y aunque no atendiera su llamada ni quisiera verle, no podía evitar estar alarmado por su estado. 

 Estaba decidido a viajar hasta los costwolds para volver a verla, cuando recibió la llamada de Michael extrañado por lo sucedido y quedando citados para hablar sobre el tema.  Se citaron para una comida de trabajo, aunque distaba mucho de serlo

— Maxwell ¿Qué demonios ocurre? 

 Le contó con todo tipo de detalles algo que ya conocía por Aisling, pero nunca creyó que llegaran a la ruptura, sino que se solucionaría


Maxwell se extrañó de que Fionna se hubiera puesto en contacto con él tan rápidamente.  Quizá tuviera la esperanza de que fuese un arrebato, pero ahora comprendía que había hablado muy en serio, y lo único que acertó a decirle era que lo demorara hasta que naciera su hija.  Sería un favor muy especial de amigo. Michael aceptó, probablemente con la esperanza de que todo hubiera sido un arrebato.

Jasna estaba decidida  a intervenir pero no sabía cómo.  Tenía miedo de que Fionna no quisiera escucharla, no obstante lo intentaría.  Lo que ignoraba es que estaba de camino a Londres e interpretaba que no quería atender la llamada.  Se lo explicaría a su padre y de su parte recibió la misma explicación:  él tampoco había logrado contactar con ella.  Los nervios en la casa estaban a flor de piel y sólo se escuchaban los pequeños ladridos del perro que Fiona regalara a Jasna en su cumpleaños. Insistía una y otra vez para hablar con ella, pero no encontraron la forma de hacerlo.

Llegó  al hotel  que había ocupado en ocasiones anteriores;  al menos estaría cerca de ellos, aunque no supieran donde estaba.  Tan sólo Aisling lo sabría y ella fue quién se lo comunicó a un furioso Maxwell que no terminaba de entender  las decisiones de su mujer, dado el estado en el que se encontraba.  Se personó de inmediato en el hotel, ante la sorpresa de Fionna

— ¿Qué haces aquí? ¿Quién te ha dicho dónde estaba?

— ¿Esto te parece normal? Te he llamado durante todo el día y creí volverme loco de angustia al no saber nada de ti. No sabía qué hacer y estaba dispuesto a volver a Bockley para averiguarlo

— Estoy bien.  Ya lo ves.  No es necesario que te preocupes

— Eres mi mujer ¿Crees que no debo preocuparme?  Jasna te ha estado llamando y tampoco a ella has respondido.

 —Tenía el móvil apagado y sin batería.  No quiero hablar con nadie.

— Por favor Fionna

— ¿Qué Maxwell?¿Qué quieres?  Creo que has tenido suficiente tiempo. Hemos llegado al final.  Y ahora te ruego que te marches.  Estoy cansada y quiero acostarme

— Al menos deja que te llame

— Está bien, atenderé la llamada.  Te avisaré cuando la niña esté a punto de nacer

— ¿No voy a poder verte hasta entonces?  Jasna quiere hablar contigo

— Que no se preocupe; está perdonada

Maxwell besó su frente y salió del hotel más desazonado de lo que había llegado.

Las fechas se cumplieron y nada en su trato había cambiado.  El parto se anunciaba para la siguiente semana, y terminaban una.  Los controles eran más frecuentes, que ella interpretaba de que algo no iba bien y, aunque el médico le daba todo tipo de  informaciones, en su interior tenía miedo.  Fue ella misma quién solicitó desde el hotel que la enviaran una ambulancia. Quién llamó a su médico para que estuviera preparado y por último a casa de Maxwell. A la que fuera su casa.  Él ya había salido para el canal y Jasna para el instituto; dejó el aviso a Stephanie que fue la encargada de avisar a todos..

Maxwell llegó al hospital al mismo tiempo que la ambulancia que llevaba a Fionna y,  algo más tarde  Jasna, que también acudió, acompañada por Stephanie.

La muchacha estaba nerviosa y muy alarmada.  Era la primera vez que se encontraba ante una situación semejante.  Su padre había entrado en el quirófano acompañando a Fionna.  Nadie les informaba de nada, nadie salía a darles noticias, y en sus caras se veía la preocupación:  algo no marchaba bien.  Jasna se abrazaba a Stephanie y refugiada en su pecho, lloraba quedamente al tiempo que se culpaba de lo sucedido, si es que ocurriera lo peor.

— No niña.  Efectivamente te has comportado mal, pero un nacimiento es importante e imprevisible, porque no depende más que del bebe que nace y es él quién toma las decisiones.  Normalmente ahora no hay riesgos, pero existir existen. Nadie te culpa por ello.  Piensa que dentro de poco vas a tener entre tus brazos a una muñeca preciosa, que lleva tu misma sangre y que probablemente será tu vivo retrato y la querrás más que a nada y a nadie.  No volverás a estar sola, porque la tendrás a ella y seréis inseparables.

— Pero Stephanie, he sido mala, muy mala con Fionna.  No me daba cuenta del daño que les hacía, hasta que he echado todo a perder.

—Mi querida niña las cosas ocurren por algún motivo y quién sabe por qué han sido así .  No te atormentes, sólo  quiere a tu hermana y a su madre.  Ella siempre te ha querido y ha deseado que la vieras como a una madre y no como enemiga por amar a tu padre.

Y al fin las puertas se abrieron. Maxwell apareció ante ellas sudoroso, preocupado y feliz a un mismo tiempo.  Entre sus brazos portaba un pequeño bulto que a penas se distinguía entre la ropa que la protegía

— Es igual a tí, Jasna. Tú eras así — dijo a su hija

— Papa...

Y no pudo decir más se abrazó a él llorando y buscando el rostro sonrosado de la pequeña.

— ¿Fionna?

— Está bien. Ha costado mucho y está exhausta, pero feliz.

— ¿Podremos verla?

— Está muy fatigada y la van a pasar a reanimación durante un rato. Luego la llevarán a planta y allí podréis ver a las dos.  Ahora debo entrar; han de hacer un chequeo a Ana

— ¿Ana?  ¿Vais a llamarla Ana?

— Si, cielo. Por expreso deseo de Fionna

Jasna se quedó sin palabras y vio cómo su padre se adentraba de nuevo en el quirófano.  Se abrazó a Stephanie llorando desconsoladamente.

— No podré mirarla a la cara nunca. ¿Qué es lo que he hecho?   En verdad me quería yo... yo...  Nunca, nunca podré perdonármelo

— Si pequeña, te lo perdonarás y pasado el tiempo será una anécdota.  Ha de querer mucho a una persona para ponerle ese nombre., el de tu madre.    Deberás pedir perdón a ambos y amarles con todas tus fuerzas porque te han hecho el mejor regalo de sus vidas.

Pasado un rato, Maxwell volvió a salir sonriente y feliz. Tenía dos hijas preciosas y una esposa extraordinaria. Pero también estaba preocupado. El parto no había sido todo lo fácil que se anunciaba.  Estaba deseando la pasasen a planta para no separarse ni un instante de ellas.  La niña había nacido perfecta y preciosa, pero no había dado facilidades a su madre, que había quedado totalmente agotada por el esfuerzo. Y allí, entre dolor y dolor, él estaba a su lado, cogiendo sus manos para ayudarla y besando su frente, enjugando su sudor y diciéndola que la amaba más que a nada y a nadie.   Fionna entre contracción y contracción le perdonó y hasta pensó   que todo se arreglaría y conseguirían ser felices.  A ratos la vista se le nublaba y le buscaba incesantemente.  Las fuerzas comenzaban a fallarle y él apretaba su mano, haciéndola notar su presencia, que no estaba sola y nunca volvería a estarlo.

La pasaron a planta y allí recibió la sonrisa compungida de Jasna que se abrazó a ella llorando. Fionna trataba de tranquilizarla mientras acariciaba su cabeza y la consolaba.  Al fin lo consiguió y ambas se miraron sonrientes con la recién nacida entre ellas.  Maxwell las observaba desde un rincón. No quería interrumpir ese contacto, el primero en mucho tiempo y tan deseado.

No debía dormirse aunque se sentía cansada, muy cansada y, a veces se le cerraban los ojos, pero entre Jasna y Maxwell procuraban tenerla despierta.  La noche avanzaba y con ella el cansancio.

Quería dormir, necesitaba dormir, y se enfadaba porque no la dejaban.  También el sueño les rondaba a ellos dos, que se turnaban para vigilara

 Jasna se quedó dormida durante un instante, lo que tarda en dar una cabezada, pero fue lo suficiente, para que Fionna también se durmiera.  Al despertarse, noto algo extraño en su rostro; quizá más pálido de lo normal y su quietud más  extraña.  Alarmada se incorporó de un salto dándola palmaditas  suaves en la mejilla.  Maxwell se despertó al percibir unos movimientos extraños e inmediatamente avisaron a las enfermeras, que tardaron un segundo en acudir a la habitación.  Rápidamente comenzaron a examinarla.  Al destaparla, vieron la mancha grande de sangre de la sábana y alarmadas, pulsaron los timbres y de inmediato llegaron los médicos que sacaron a la fuerza a Maxwell y a Jasna de la habitación.

¿Qué había ocurrido? Una hemorragia y sabían que en una recién parturienta eso era grave. Una de las enfermeras, sacó la cunita con el bebe y otra se lo llevó al nido, pero nadie decía nada sobre el estado de Fionna. Maxwell observaba los rostros de los sanitarios y sus expresiones eran de preocupación.  Un nudo en la garganta le impedía hablar, solo abrazaba a su hija, tratando de consolarla y buscando él mismo su propio consuelo. Al fin un médico salió a hablar con ellos

—Ha sufrido una hemorragia post parto. Gracias a que se dieron cuenta rápidamente y se ha podido controlar.  La hemos estabilizado, pero la gravedad aún persiste.  Vamos a transfundirla ya que ha perdido mucha sangre

— Tomen mi sangre.  Tengo cero positivo, y según creo sirve para todos los grupos— dijo Jasna resuelta

— Yo también tengo el mismo grupo.  Tomen mi sangre— agregó Maxwell

— No papa. Déjame que sea yo quién se la dé.  Os lo debo a ambos

— ¿ Cuántos años tienes ?— la preguntó el médico

— Voy a cumplir diecisiete y es muy importante para mi.  Se trata de mi madre

— Si tu padre lo autoriza, puedes hacerlo. Por mi parte no hay inconveniente.  Decídanlo pronto, el tiempo corre en contra nuestra

— Por favor, papa.  He de hacerlo

— Está bien, hazlo. Doctor si con la de ella no es suficiente, tomen la mía también.  Hagan lo que tengan que hacer,. pero han de sacarla adelante

— Muy bien prepárense comenzamos en cinco minutos.

sábado, 29 de junio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 31 - Frente a la verdad

Fionna se mostraba distante y Maxwell preocupado. No habían hablado de ello, pero ambos sabían que nada había cambiado, los meses pasaban y el momento se acercaba. Tendría a su hija, sería amada por sus padres, pero el padre siempre estaría en la distancia. ¿ Era por cobardía? ¿ Por temor a Jasna? No entendía su actitud, sólo una cosa daba vueltas en su cabeza y estaba dispuesta a terminar con esa situación cuando llegase a visitarla en ese fin de semana.  Estaba decidida a hacerlo.  La dolía en lo más profundo de su ser, pero era su obligación proteger a su hija. Porque era una  niña.
En su diario escribía a menudo. Era la única manera que tenía de desahogar sus sentimientos.  Si al menos Aisling estuviera cerca, pero ella tenía su propia vida y era muy feliz. Habían sido padres recientemente y no deseaba perturbar su felicidad.  Hablaba a menudo con ella, pero siempre que la preguntaba por su problema, la decía lo mismo

— Va lento, pero bien.  No tardaremos en volver a ser una familia

Algo que estaba muy distante de ocurrir. La mentía a sabiendas de que nada cambiaría para no disgustar a su amiga.
Faltaba tan sólo un día para que Maxwell pasase el fin de semana con ella. Aquella noche se mostraba inquieta;  el sueño había huido de su cabeza, y sólo una idea danzaba por ella, y así lo escribió en su diario:

< Mañana es viernes, y por la noche llegará Maxwell.  Pero no será un fin de semana normal.  He de plantearle nuestra situación que no puede seguir como lo está haciendo.  Me siento sola, aislada y observo que esto no tendrá fin nunca.  Que mi hija se criará sola conmigo, sin el amor constante de su padre.  Que poco menos que ignorará que tiene una hermana, y que estamos recluidas aquí lejos de todos y de todo.  Y que yo no lo aguanto más. 
 Jasna,   a medida que se hace mayor se parece más a su madre, y lo que pienso es algo que me está volviendo loca: Maxwell siempre ha estado enamorado de Ana, aunque él no se diera cuenta de ello.  Por eso se casó. Por eso tuvieron esa hija, y por eso no renuncia a nada relacionado con ella, porque mantiene de esa forma vivo su recuerdo.
Me estoy volviendo loca sólo de pensarlo.  Pero ahora tengo una responsabilidad y, muy a mi pesar he de renunciar a él.  Le pediré la separación; le dejaré que visite a su hija siempre que lo desee, pero yo no quiero volver a verle, porque lo que nos pasa me está matando.  Le quiero;  siempre le he querido, pero creo que siempre he sido yo la que he dado amor, y él quién lo ha recibido, sin más >


Esa noche no pudo dormir. ¿ Cómo debía enfocar su petición? Sería el final de su gran historia de amor, de "su" historia, sólo la de ella.  Si al menos pudiese hablar con Jasna, quizá habría madurado y no fuese tan estricta, pero Stephanie la decía todo lo contrario.  Pensaba que la joven estaba dolida y al mismo tiempo sentía pena por ella.  Ahora conocía el cruel destino de su madre y por qué se había criado sin ella.  Había centrado toda su atención en el padre, única familia que le quedaba, y él estaba loco por otra mujer que también le quería, y eran felices, pero recordaba a su madre y ese sentimiento hacía que se comportase de una forma horrible con quién no tenía culpa de lo que ocurriera hacía tiempo.

En cuanto Maxwell aparcó el coche frente a la casa de Fionna y ésta le recibiera, supo que algo no marchaba bien.  Lo achacó a problemas del embarazo, ya muy avanzado.  Estaba pálida y en sus ojos se marcaban profundas ojeras.  Su sonrisa era débil, sin embargo su abrazo fue más profundo que cualquier otro día  y más prolongado de lo normal y, eso le reafirmaba en ello  Algo ocurría y tenía un mal presentimiento.
 Fionna le tomó de la mano y, tras ofrecerle algo para tomar, le condujo hasta el salón y le hizo sentar frente a ella.  Tragó saliva antes de empezar a hablar; sabía que cuando lo hiciera no había vuelta atrás, pero estaba decidida a hacerlo

—Me estás preocupando, mi cielo ¿ Qué te ocurre ? ¿ Te encuentras bien ? ¿ Va todo bien? No me has comentado nada cuando hemos hablado

-— No Maxwell, nada va bien.  No me ocurre nada, es decir, al bebe no le ocurre nada, si es lo que te preocupa

—Me preocupáis los dos y, presiento que está ocurriendo algo

— No voy a andar con rodeos, porque sería demorar más lo que voy a pedirte y sería malo para todos. Quiero la separación, más bien el divorcio.

— Qué dices? ¿ A qué viene eso? Ahora precisamente que está a punto de nacer nuestra hija

-—Por eso precisamente.  Porque está a punto de llegar al mundo.  Sé que la querrás mucho y que a mí me quieres también pero, no deseo una vida para ella como la que yo tengo.  Un marido los fines de semana, Que estemos siempre solas como unas apestadas.  Viviendo semi ocultas como si tuviéramos algo de lo que avergonzarnos.  Me has roto el corazón más veces de las debidas y no estoy dispuesta que a ella la ocurra lo mismo.  ¿ Tendrás   un lugar para ella?  Siempre será la segunda, la nacida por casualidad, porque siempre Jasna será tu preferida.  Y no te lo reprocho. Vivisteis circunstancias muy penosas totalmente ajenas a vosotros, pero eso te ha marcado y te sientes en deuda con ella y con su madre. Y por mucho que me ames, siempre su recuerdo será más poderoso que ningún otro

—Siempre podrás ver a la niña;  nunca te pondré inconveniente para ello, pero quiero retomar mi vida truncada siempre por amarte con desesperación. Merezco paz y tranquilidad y sin embargo sólo obtengo desprecio por parte de Jasna.  Ni una sola vez ha llamado para interesarse por su hermana, porque nacerá de mi, simplemente por eso.  Nunca la he hecho mal alguno.  La he querido y la quiero, pero a cambio he recibido rechazo.  Y estoy cansada y dolida por algo que no merezco.

— No puedes hacer esto. Vas a destruir lo más hermoso que nos ha pasado.  Siempre te he querido a ti; te lo he repetido hasta la saciedad.  Cuento las horas que faltan para venir a verte y me sueltas todo esto que me destroza.  Pero sé que tienes razón; que he sido un cobarde y no debí dejar que me convencieras.  Si la hubiese internado ahora no estaríamos hablando de esta locura. No puedes hacerme esto. No puedo perderte ni a ti ni a la niña a la que adoro aunque aún no haya nacido.  Hablaré con ella y lo solucionaremos, ya lo verás

— No Maxwell. Estas palabras las he escuchado muchas veces y aún seguimos en lo mismo.  Quiero que regreses a Londres esta misma noche.  Nuestra historia de amor acaba de finalizar en este preciso momento.


Desesperado la suplicó, la pidió perdón. la abrazó, pero nada la hizo cambiar de idea.  Estaba harta de todo; de promesas incumplidas, de ser siempre la segunda y de no tener esperanzas.  No era por ella por lo que sentía tanta angustia, sino por Maxwell y por su pequeña que, sería una huérfana aún teniendo padre.  Tras mucho insistir supo que no daría marcha atrás.  Había sido paciente y él un ciego que no quiso darse cuenta de lo que sentía como mujer dejando correr el tiempo sin soluciones..

Subió al coche de nuevo y emprendió el viaje de regreso a la capital dejando atrás a su mujer rota de dolor abrazada a su vientre protegiendo a su hija, sin aceptar el abrazo que él, desesperado quería darla., haciendo un último intento por acallar los lamentos de Fiona.

Stephanie se asustó al sentir las llaves que abrían la casa. Jasna ya se había retirado. No era posible que Maxwell regresara tan pronto.  Estaría hasta el domingo, como cada fin de semana.  Tenía miedo de preguntar; presentía que hubiera ocurrido algo malo, pero ni siquiera imaginaba la realidad de lo sucedido.  Salió a su encuentro y él la preguntó por su hija

— Estará durmiendo. Hace rato que se acostó— fue lo que le respondió

— Bien

  Subiendo las escaleras, se dirigió hacia el dormitorio de la joven.  Tenía el rostro desencajado y las mandíbulas contraídas.  Su resolución era firme y, Stephanie presintió que ocurriría algo que desde hacía tiempo se anunciaba

Jasna aún no se había dormido, pero era lo mismo.  Si lo estuviera, la despertaría.  El asunto que iba a tratar con ella no admitía demora.  Era lo suficientemente urgente como para dejar pasar la noche. Fue un mazazo para la joven  ¿Qué pensaba ? ¿ Que las cosas serían así indefinidamente?  Había tensado la cuerda y al final se había roto.  Miraba el rostro de su padre desencajado. Su esbelta figura  parecía haberse encorvado y hablaba casi sin aliento. Entonces se dio cuenta de la dimensión de lo que había originado:  había roto el corazón de dos personas que se amaban profundamente y su hermana se criaría lejos de ellos, como si de una extraña se tratara. Ella había vivido esa sensación durante años, y no lo quería para esa criatura que de nada tenía culpa.
  Era un bebe que aún no había nacido y sin embargo sería casi huérfana.  Se tapó el rostro con las manos y rompió a llorar, pero su padre no la calló ni la abrazó como en otras ocasiones.  Se levantó de su cama y salió de la habitación lentamente, después de que la explicara todo lo sucedido con Fionna.  No pronunció palabra, no dijo nada;  sobre él llevaba clavada la mirada de su hija, que por primera vez tomaba consciencia de que le había hecho un daño difícilmente reparable. Hablaría con Fionna.  Habría una manera de solucionarlo.  La pediría perdón, haría lo que fuera para cambiar las cosas. 

 Esa noche, tampoco Jasna pudo dormir

El diario de Fiona - Capítulo 30 - Serás padre de nuevo

Pasaron los días y el retraso se convirtió en una esperanza. Haría todas las comprobaciones antes de que Maxwell regresara.  Deseaba darle esa sorpresa que tanto ansiaban  Una analítica la indicó que efectivamente sus sospechas eran acertadas. Maxwell tardó casi una semana más de lo esperado en verla ya que los planes se habían dilatado.  Sería maravilloso el ver su rostro emocionado cuando se lo dijera.  Pero se retrasaría su visita a Bockley por causas ajenas a él; el trabajo se había prolongado, y a pesar de que hablaban a diario por teléfono, Fionna no quiso anticipar nada. Entre unas cosas y otras, habían transcurrido varias semanas, más de las que se habían planteado en primer lugar.

Maxwell llegó contento y disgustado a un tiempo, por el retraso,  pero sólo le bastó el verla para que todo su mal humor se esfumara en el acto.  La situación con Jasna no había variado , muy al contrario la joven  se encontraba feliz, algo que disgustó a Fionna.  Debía resignarse.  Por mucha paciencia que tuviera, a medida que el tiempo transcurría, se daba cuenta de que no era un futuro halagüeño, y que en algún momento habrían de tomar una determinación, por mucho dolor que les causara.
Pero por ahora,   dejaría aparcado ese tema, de momento.  Era el tiempo de anunciarle su paternidad;  ya habría lugar para otros asuntos.  Y así lo hizo y la expresión de Maxwell no pudo ser más feliz y su amor por ella creció en aquel instante muchos enteros.  La abrazaba, la besaba y a punto estuvo de llorar por la emoción sentida.  Y al mismo tiempo, pensaba que se abría una nueva esperanza con Jasna.  Se lo anunciaría. Creía que el tener un hermano  haría que todas las heridas y resquemores, quedasen en el olvido..  Pero Fionna no lo pensaba así, aunque  se cuidó mucho de hacérselo ver a su marido, al menos por esa noche.  Que ninguna duda restase felicidad al anuncio que le había hecho.

Pasaron ese fin de semana olvidándose de cualquier inquietud. Habían estado separados más tiempo del que habían previsto y querían resarcirse de la ausencia.  Además tenían que festejar la buena noticia. No quería pensar en nada, sólo que estaban juntos y seguían amándose, y ahora reforzado su amor por un lazo fuerte, muy fuerte, que les uniría para siempre.

 Desechó de su cabeza a Jasna y su rechazo; encontraría el modo de hacerla entrar en razón, porque lo que si tenía muy claro es que no se perdería el embarazo ni abandonaría a su mujer; ahora le necesitaba más que nunca.  Por muchos llantos y caprichos de niña mimada que la joven esgrimiera, estaba Fionna, su amor de siempre, su mujer, que además iba a darle un hijo.  Ahora le necesitaba a su lado y  nada,  ni nadie,  le haría perder ni un solo instante de vivir junto a ella la gestación  de ese hijo tan deseado.  En su regreso a casa ya pensaría en qué momento hablaría con su hija y le anunciaría esa hermosa realidad.

Así lo hizo nada más llegar a casa;  la llamó y solemnemente anunció que iba a tener un hermano o hermana.  La chica reaccionó como esperaba:  negándolo y dando un portazo se refugió en su habitación.  Le dolía al máximo ese comportamiento, pero tenía la idea fija de no abandonar a su mujer y al bebe que venía en camino. Había malcriado a la joven y ahora estaban las consecuencias frente a él.  Y también la paciencia de Fionna; la situación duraba más de la cuenta y para proteger una parte, había arrinconado a la otra esperando que alguna vez cambiase.  Pero no había ocurrido y ahora debía tomar seriamente cartas en el asunto.

Algo palpitaba en la cabeza de Fionna y, como siempre, cuando Maxwell la llamó anunciando que ya estaba en casa, se atrevió a preguntarle cómo,  la joven,  había tomado la noticia.  El le dijo que bien, pero en su forma de decirlo, supo que había sido todo lo contrario y entonces decidió que pondría término a esta situación absurda que habían creado entre todos por el capricho de la joven.  Con la tristeza inundando su alma, sacó el diario y plasmó en sus hojas todos los sentimientos que la embargaban:

< Hoy le he declarado que vamos a tener un hijo.  Se ha emocionado y he sentido su amor.  Sin embargo he llegado al límite. Se lo ha comunicado a Jasna, pero tengo la impresión de que estamos en el mismo punto de partida y yo no puedo más.  Renuncié a él, pero en mi vientre se está gestando una criatura suya, que tiene el mismo derecho que Jasna a disfrutar de su padre. Por tanto, renunciaré al destierro que yo misma me he impuesto y volveré a Londres, pero le pediré el divorcio.  Se me rompe el alma tan sólo de pensarlo, pero no estoy dispuesta a encerrarme en vida, y lo que es peor, que mi hijo tenga que renunciar también a su padre.  Trabajaré nuevamente porque también he renunciado a ello, ya que mi cabeza no está donde debiera.  Sé que será un mazazo para él, pero estoy dispuesta a ello.  Deberá elegir >

Se lo plantearía en cuanto le viera.  Habría de esperar hasta el fin de semana, pero era una decisión tomada y no retrocedería.  Sabía que la iba a costar una enfermedad.  Debía enfrentarse a una maternidad en solitario, pero había muchas mujeres en el mundo que se enfrentaban a ello y salían adelante:  ella no iba a ser una excepción.  Pero sus conversaciones telefónicas se volvieron más escuetas, menos apasionadas y es que ambos tenían sus cabezas totalmente ocupadas por el problema  de Jasna que no cedía en absoluto y, que ni siquiera quería hablar del bebe.  Ni Stephanie  conseguía ablandar su duro corazón.  "Si no lo veo, es que no existe", esa era su máxima para ignorar a su hermano o hermana. 
 A solas en su habitación repasaba mentalmente esa novedad e imaginaba la carita del bebe, que en ocasiones la hacía sonreír.

—El bebe no tiene la culpa, pero es hijo de quién es y ella me ha robado el cariño de mi padre.  Ahora le querrá a él más que a mi. Para él serán sus caricias, su ternura y sus mimos para la madre, y yo no tendré madre ni a nadie que me acaricie.

Aunque eso era lo que sentía, en su interior sabía que no era del todo cierto..  Su padre había renunciado al amor de su vida que estuvo antes que su madre.  Pero no lo haría con ese hijo que pasados unos meses sería el rey de la casa.  Lo había dejado muy claro.

Si tuviera familia, se iría a vivir con ella, pero no tenía a nadie a quién recurrir, sólo Stephanie era la depositaria de sus dudas, y aunque la buena mujer la aconsejaba, ella hacía oídos sordos, porque sus consejos no la convenían seguirlos.

Se ponía enferma sólo en pensar que pudiera estar nuevamente en casa y presenciar las caricias que su padre le daría. ¿ Por qué la odiaba de ese modo ?  Mientras vivieron todos juntos, la trataba con cariño y la mimaba ¿ en qué momento comenzó su despego hacia ella?  Fue al darse cuenta de que su madre había muerto, que se enamoró de su padre, pero que era otra mujer quién recibía su amor. Pero ella no tenía la culpa de lo ocurrido. Por Stephanie supo que su padre estaba dispuesto a internarla en un colegio al no soportar a su nueva esposa, y que fue Fionna quién se opuso a ello, prefiriendo ausentarse antes  que eso ocurriera.  Debía reconocer que había sido cariñosa y condescendiente con ella, y sin embargo les había hecho la vida imposible.  Pero ahora ese bebe, había puesto su mundo patas arriba y todo había cambiado.

Era tozuda y caprichosa, ahí estaba el problema. ¿ Debía llamarla y darle la enhorabuena ?  Eso sería lo correcto; iba a tener un hermano o hermana, gracias a ella.  A su padre le había hecho rotundamente feliz y se amaban.  ¿ Podrían llegar a ser una familia?  Pensaba que ella tenía la llave para que eso tuviera lugar, pero al mismo tiempo, la costaba dar su brazo a torcer, aún a sabiendas de que hacía daño a su padre, al que adoraba.  Esperaría un tiempo más y ya decidiría.

viernes, 28 de junio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 29 - Hogar, amargo hogar

Entonces fue cuando ambos se dieron cuenta, de que Fionna había escuchado lo discutido entre el padre y la hija.  Maxwell salió tras ella, alcanzándola y abrazándola fuertemente.  Entraron en su dormitorio, y esperó paciente a que su mujer se calmara, pero sabía que aquello tendría  una respuesta  por  su parte y, presentía cuál iba a ser. Por nada del mundo lo admitiría.  habría otra manera de solucionarlo y volver a la normalidad.  Su hija no podía ser tan tajante ni tan tirana como para imponer su voluntad.  Fionna no se lo merecía;  había hecho todo lo indecible por querer a esa niña, casi una desconocida para ella cuando decidieron unir sus vidas.  No había motivo alguno para despreciarla porque no fue la responsable de la muerte de su madre, ni ella ni otra que hubiera elegido como esposa.  Quería que la vida de Jasna transcurriera feliz sin altibajos, como una niña normal y querida.  Afortunadamente no recordaba nada de la enfermedad de su madre que  derivó en su fallecimiento.  Entonces ¿ por qué ha decidido rechazar a Fionna?


— Hemos de hablar, mi amor. No puede ser que todo se destruya. Tiene que haber algún motivo para el rechazo de la niña.  No puedo creerlo; te adoraba. Entonces ¿ qué es lo que ha ocurrido para ese cambio?

— Te lo dije en una ocasión. El cambio ha sido porque nos amamos.  Porque siente celos de mí.  Porque quiere en exclusiva tus caricias y tu dedicación.  Tu  lo has dicho; se sufren cambios que les ocurre a todos los niños a punto de entrar en la adolescencia y, el detonante ha sido la visita a la tumba de Ana, Esa ha sido su excusa. Si su madre está muerta, y yo aquí ¿por qué ella no recibe todo tu cariño?

—¡ Pero si lo recibe!  Daría mi vida por ella. Os adoro a ambas

— Lo sé. Pero lo sé yo. Ella no lo ve así y arremete contra mí porque soy la depositaria de tu amor, sin tener en cuenta que ella también recibe tu inmenso cariño.  Eso tiene un nombre científico, te lo dije : complejo de Electra.

— No puede ser. Me niego a eso. Consultaré a un psicólogo y si es necesario la llevaré para que lo estudien

— No creo que lo acepte porque ella no lo ve. Soy yo su barrera, quién le impide sentarse en tus rodillas y que le hagas los mismos juegos que cuando era más pequeña.  Ya no  lo es tanto.   Poco a poco y, sin darse cuenta, está cambiando.  Creo que aunque nos cueste mucho dolor, soy yo la que debe tomar una decisión, que llevo pensando desde esta mañana.  Acordamos que si no era aceptada por ella nuestra unión no se realizaría, bien, pues ya lo sabemos.  He de irme, al menos por una temporada, hasta que crezca un poco más

—¿ Insinúas que vas a dejarme?

— Exactamente, Maxwell, eso es lo que digo. Con la excusa de aislarme para escribir volver a vivir .en Bockley y regresar a Londres los fines de semana o vosotros ir hasta allí

— Eso es una locura.  Yo te necesito aquí, cada día, cada noche, cada segundo. No, ni hablar.  No voy a consentir que eso ocurra por un capricho de la niña. Eres todo para mí, desde que recuerdo, en mi vida siempre has estado tú y soy tuyo de palabra y obra  al igual que tú eres mía.  Hablaré con ella seriamente. No perdamos la calma, por favor.  Espera unos días ¿Cómo vamos a separarnos?  Es un plan descabellado. Tiene que haber otra solución

— Estar con ella lo menos posible.  Que a penas me vea y cuando llegues a casa o vayas por las mañanas a trabajar, no me beses, no me digas nada.  Nuestras demostraciones de cariño las haremos a solas, en nuestro dormitorio y el resto del tiempo como si no existiera

— ¿ Pero cómo va a ser eso posible? Yo te quiero y si me apetece darte un beso y abrazarte lo haré esté ella o no esté.  Eres mi mujer y te amo. Nada ni nadie podrá impedirlo.

  Aquella noche se  abrazaron más fuerte que nunca. Era como si tuvieran el presentimiento, que la negación de la situación planteada por Fiona, aunque pareciera imposible, entraba dentro de sus cálculos.  Sin embargo,  Maxwell se negaba en redondo a ello. Esperarían un tiempo y ya verían cómo resolverlo.

Maxwell habló seriamente con Jasna, pero era testaruda y se negó a escucharle y no admitía más solución que ella permaneciese fuera de su casa. La odiaba y no quería verla.  A su padre esas expresiones le dejaron estupefacto y no sabía cómo responder a ello.

— Muy bien, pues irás a un internado..  Es absurda esta reacción tuya hacia Fionna ¿ Qué te ha hecho para que te comportes así ?

— No me ha hecho nada, pero no la quiero en mi vida. Para mi es y ha sido tu amante. Tu mujer ha sido únicamente mi madre y no ella. Ni siquiera te ha dado un hijo

— Jasna créeme que tengo que contenerme para no echarte de la habitación.  Eres irracional y no me valen las explicaciones que me das.  No me dejas otra alternativa, porque ella es mi mujer lo quieras así o no. La he amado desde que era un chico poco mayor que tú y ha sido así siempre.  Ella ha estado antes que conociera a tu madre. Y la amo con todas mis fuerzas, así que no me dejas otra opción que meterte en un colegio y salir únicamente los fines de semana. La quiero y la necesito a mi lado. No voy a dejarla por un capricho tuyo, que te quede claro.

  Dicho y hecho.  Buscó un internado con todo el dolor de su corazón,.  Fionna no se lo merecía y si cediera a las pretensiones de su hija, sería el principio de otros caprichos que llegaran después.
Cuando lo comentó, su mujer se echó las manos a la cabeza ¿ Cómo era posible ?

— ¿Te has vuelto loco? ¿Crees que así vas a solucionarlo ? Lo empeorarás más. La alejas  de su casa para quedarte conmigo. Se acabarían las oportunidades de convivir juntas, si es que quedara alguna. No Maxwell no debes hacerlo. La perderías para siempre y  no puedo consentirlo.

Y abriendo el armario, extrajo de él un maletín en el que poco a poco fue metiendo algo de ropa. Los ojos de Maxwell no podían abrirse más. Todo su mundo se venía abajo y no podía hacer nada por impedirlo.  Se puso delante de su mujer y tomándola de un brazo la dijo:

— Basta Fionna. Lo que nos está ocurriendo es un mal sueño. Sentémonos y recapacitemos ambos sobre lo qué hacer.  No puedo creerme lo que está ocurriendo.

Tuvo que insistir mucho y darle muchos razonamientos para que comprendiese que debía descartar el internado y ella debía salir de allí cuanto antes.  Así logró convencerle; alquilarían una suite en un hotel cercano a su casa y el iría todos los días a verla a la salida del trabajo.  Pasaría los fines de semana con ella. Si no era en esas condiciones, no cedería y Jasna sería internada.

Tras muchas discusiones, quedaron en que iría al canal cada día y al menos comerían juntos, aunque estuvieran solamente poco más de media hora.  Ella sabía que sería una situación de locura, que tarde o temprano la cuerda se rompería debido a esa situación insostenible., pero no quería que fuese a un internado porque todo sería peor.

En un hotel de lujo, Maxwell alquiló una suite para que Fionna estuviera cómoda y tuviera espacio suficiente para escribir si así lo quería. Ignoraba el tiempo que duraría esa situación, pero mentalmente  suplicaba que la jovencita reaccionara y todo volviera a la normalidad.  Pero lejos de ocurrir como ellos pensaban, Jasna estaba feliz al haber vuelto a vivir sola con su padre, aunque ya no fuese tan cariñoso con ella y le viera siempre triste y que a penas hablase.

Sus despedidas de la noche, habían cambiado; ya  no iba a su habitación a leerla un cuento, ya no tenía edad para eso.  Se limitaba a desearla buenas noches y besar su frente.  El se quedaba en la sala leyendo el periódico y haciendo hora para hablar con Fionna por teléfono.
Cada día acudía a la cafetería del canal y Maxwell se reunía con ella.  Comían juntos pero, poco a poco, sus comidas fueron más silenciosas y tristes. La situación se demoraba y Jasna no daba señales de ceder.  Por eso Fionna planteó a su marido regresar a Bockley y verse solamente los fines de semana. Algo que Maxwell rechazó de plano, aunque comprendía que estar encerrada en la habitación de un hotel no era lo más acertado.

Echaba de menos su casa, a Chimbo, a Stephanie, sus charlas con la buena mujer que, a escondidas y, brevemente, la visitaba a escondidas de Jasna.  La joven se había convertido en una pequeña tirana que a todos  dominaba. Y aquel fin de semana, en lugar de estar contentos, ambos discutieron agriamente por la situación.   A pesar de todo él reconocía que su mujer tenía razón, pero la sola idea de no poder verla más que los fines de semana, le sublevaba y regresaba a casa enfurecido.  Esa noche se encerró en su habitación y no habló con nadie.

 Maxwell la llevó a los costwolds de regreso a su antigua casa. Ambos se despidieron aquella tarde con gran pesar por ambas partes.  No sabían si era acertada  o  no,  la solución tomada, pero lo cierto era que tenían pocas opciones dado que la joven no cedía y, al contrario vivía feliz sin siquiera mencionar el nombre de Fionna, algo que entristecía grandemente a su padre. Pensaba que , aunque tristemente, debió internarla en un colegio, dado que los días, los meses pasaban y nada se solucionaba.

Hacían el amor con pasión, como para resarcirse de la no convivencia durante toda la semana.  La despedida del último, fue más triste que las demás:  Maxwell tardaría en volver,  ya que tenía que ir a Canadá a una reunión con los directores de los distintos espacios:  iban a hacer una fusión con un canal de dicho país.  Volvería cuanto antes, pero pasaron dos semanas y novedades en el cuerpo de Fiona.

miércoles, 26 de junio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 28 - Y la vida sigue

Pasaron esas cortas vacaciones. Cada uno de ellos se reintegró en sus quehaceres. Maxwell al canal de televisión, Jasna al colegio y Fionna se encerró en su estudio para iniciar una nueva novela.  Todo lo mismo y rutinario;  les parecía que lo vivido tan intensamente hacía unos pocos días, hubiera ocurrido hacía mucho, mucho tiempo, a pesar de que las vivencias, permanecían intactas en su memoria.

Pero Jasna, había experimentado un pequeño cambio,  apenas perceptible,  desde que estuvieran en el cementerio de Bania Luka. En un principio no se dieron cuenta, pero se había vuelto más reconcentrada en sí misma. La niña crecía y experimentaba los cambios físicos normales a su edad, pero muy sutilmente, también lo hacía en el carácter, que hasta entonces había sido alegre y cariñoso.

Fionna percibió que, cuando Maxwell y ella jugueteaban o tenían muestras de cariño entre ellos, Jasna les miraba seriamente y hasta se mostraba con el gesto hosco. ¿Qué la ocurría?  Nunca había dado esas señales ante las muestras de cariño de sus padres. Y poco a poco, cambiaba también en su trato hacia Fionna  Ya no tenía la misma confianza con ella y se mostraba menos habladora.  Esa actitud de cambio tan brusco  su padre lo achacó a que  se iba haciendo mayor y no le daba mayor importancia.

— Es normal, cielo.  Los niños cambian en las distintas etapas de la vida.  Los adultos también cambiamos

— Pero es que lo de Jasna ha sido de un día para otro. Se muestra muy reservada conmigo y nunca lo había estado

— Se le pasará, no te preocupes

Pero las palabras de su marido no la tranquilizaron en absoluto.  Presentía que había algo más, y se mostró después de su viaje a Serbia. Sería coincidencia, pero fue a raíz de visitar la tumba de su madre, que la niña había comenzado a ser distinta.

El tiempo pasaba y llegaron a acostumbrarse a su cambio brusco de carácter. A veces,  a Fionna, la contestaba airadamente, algo que no pasaba desapercibido para ella, pero lo dejaba pasar.  Debía tener paciencia, pero observaba que solo con ella era con quién lo hacía.  La preocupaba mucho y, una mañana, mientras desayunaban, Jasna no respondió a una pregunta que la hizo. Stephanie se la quedó mirando y después a ella que había bajado la cabeza sin decir nada.  Salió tras la niña y la dijo:


— ¿ Qué te ocurre con tu mama? Has sido muy mal educada al no responderla— la recriminó en voz baja para que Fionna no se diera cuenta de ello

— Ella no es mi madre— Respondió y, dando un portazo, se encaminó hacia el autobús del colegio que la esperaba en la puerta.

A Stephanie le preocupó esa respuesta que calló, y comprendió en ese momento que Fiona tenía razón:  algo había cambiado dentro de la chiquilla, que ya no  era como antes.  

  Cuando regresó a la cocina, Fionna  daba vueltas a la cucharilla dentro de la taza del café que estaba medio vacía de líquido;  estaba inmersa en sus pensamientos, y en ese instante, el ama de llaves supo que algo desagradable iba a ocurrir de un momento a otro.  ¿ Debía advertirla de la contestación que le había dado Jasna? ¿ Debía hablar con Maxwell al respecto ?  Por su experiencia, sabía que eso sería el preludio de alguna discusión entre los esposos, o entre padre e hija

 El no parecía darse cuenta de lo que estaba ocurriendo por la cabeza de la chica  y su explicación estaba en que quienes pasaban el mayor tiempo posible eran ellas dos, y además el sexto sentido femenino les avisaba de ello.

Aquella noche  a solas el matrimonio, Fionna decidió hablar con Maxwell de lo ocurrido con la pequeña.  Sabía que él no le daría importancia, pero sí la tenía.  Había escuchado la respuesta que le diera a Stephanie esa mañana y estaba muy preocupada.  Se había abierto la caja de los truenos y quería saber qué había hecho mal para que Jasna  hubiera dejado de ser la niña cariñosa que no se separaba de ella nunca a sin embargo ahora, renegaba de que fuera su madre.  Lamentaba profundamente dar ese disgusto a su marido, porque sabía que iba a disgustarse. Además presentía que, de seguir así las cosas irían a peor y eso le daba mucho miedo. En ningún momento había olvidado lo que acordaron ella y Maxwell cuando decidieron vivir juntos: si la jovencita rechazaba esa unión, se cortaría en el acto lamentablemente.

Pero ahora eran marido y mujer y todo había cambiado.  Habían sido muy felices los tres juntos; la niña la había aceptado sin problemas, pero ahora... Había crecido, conocido su origen y  por qué había nacido. Estaba en el comienzo de la adolescencia, siempre problemática .
Habló con Maxwell. Él la escuchó en  silencio y con  respeto.  Pese a lo que esperaba,  aceptó sus quejas

—Hablaré con ella. A ver si de una vez dice lo que la ocurre y por qué ha cambiado tan radicalmente en tan poco tiempo.

Tuvieron más cuidado en demostrar su cariño delante de ella, pero algunas veces les sorprendía besándose o abrazados y, el padre notó que su gesto se había convertido en acritud en lugar de complaciente como al principio, en que ella también participaba en el abrazo riendo.  En cambio ahora, cuando les sorprendía, daba media vuelta y salía de la habitación en que estuvieran.

 Maxwell comenzó a darse cuenta de todo y, esa misma noche, hablo con Jasna, que no negó absolutamente nada, muy al contrario, airadamente hizo frente a su padre  reprochándole algo que le dejó helado

— ¿ Quisiste alguna vez a mamá?

— ¡Claro que la quise! Por eso estás tú en el mundo

— Pero a ella la abrazas y la besas. Siempre la sonríes y ella te corresponde .  Sin embargo mi madre está muerta.  Fionna me ha robado tu cariño.  Antes éramos tu y yo solos, pero tuvo que venir ella a estropearlo todo

— No te consiento que hables así.  Lamento lo de tu madre, pero no fue culpa suya, y ella es mi esposa ahora, así que te ruego guardes un respeto  hacia ella. Cuando eras más pequeña te dio su cariño.  Te cuidó como lo hubiera podido hacer mamá ¿ Qué demonios te ha pasado para cambiar de ese modo?

— No  hemos discutido, pero no quiero que esté aquí. Tu eres mi padre; no necesitamos a nadie más

En el umbral de la puerta se dibujaba una silueta, la de Fionna, que asistía horrorizada a la escena entre padre e hija, y sabía el resultado que aquello traería

— Eres muy joven aún y no sabes lo que dices

— Soy lo suficientemente mayor para darme cuenta de que mi madre está sepultada en un lugar perdido y que ni siquiera puedo ir a visitar su tumba. Sin embargo ella entra y sale contigo constantemente.  ¿Crees acaso que no me doy cuenta de que  estás hechizado por ella.?

— No voy a consentirte ni una palabra más. Sí,   la quiero,   estoy enamorado de ella, pero eso es algo que a tí no te importa. En este momento termina nuestra conversación.  Algún día sabrás lo que nos une y comprenderás  por qué la amo más que a mi vida.  Eres muy joven aún y no lo comprenderías.

Se dieron cuenta de que Fionna había escuchado la parte final de su conversación, y llorosa dio media vuelta y se alejó de allí.  Se había presentado el gran dilema y era conocedora de la parte que a ella correspondía


lunes, 24 de junio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 27 - Bania Luka

Se despertaron pronto, pero Jasna, se resistía a levantarse. No quería moverse de la cama y a remolque, Fiona consiguió hacerlo con la promesa de que se divertirían más, porque la visita que habían de realizar sería más corta

- Tu sabes que tenías una mamá que se fue al cielo porque estaba malita, y que tu abuela también. Pues es  allí donde vamos a ir.  Hemos de ponerles unas flores muy bonitas, las más bonitas que encontremos y desde alguna estrella, seguro que te verá y le gustará mucho que hayamos viajado hasta allí. Y después iremos donde tu quieras ¿ Esta bien ?
- Es que ayer anduvimos mucho y me dolían los pies
- Lo sé cielo, pero hoy será distinto. Démonos prisa que papá está esperando-

Y los tres,  contentos,  se metieron en el coche que Maxwell había alquilado para llegar al lugar que deseaban.  Sería de nuevo un día triste, sobretodo para él, que volvería a vivir aquellos terribles momentos del enterramiento de Ana.  De un solitario entierro en el que sólo estaban Jasna, prácticamente recién nacida,  la abuela, que la sostenía en brazos, Mawvell y el primo que les ayudó a sobrevivir.  Nadie más. Una triste cruz de madera y ni siquiera pudieron ponerle unas flores.  Ahora si las habían comprado antes de salir de Sarajevo.  Probablemente nunca volverían, pero al menos les rendirían un sentido homenaje de gratitud y cariño.

Todo estaba en paz, pero igual que cuando abandonaron aquel lugar. Las mismas caras taciturnas que se encontraron por el camino;  hicieron una primera parada en casa del primo de Ana, para saludarle y presentar a su nueva familia.  Había sido generoso con ellos y era lo menos que podía hacer. Al reencontrarsrse, ambos hombres se emocionaron y se dieron un abrazo con cariño evocando aquellos días tan negros y dolorosos.

 Habían comenzado a sembrar con las ayudas que recibieron por parte del gobierno.  Había que levantar al país cuanto antes y dejar atrás los días de enemistad y horror.  Les acompañó hasta las tumbas de sus parientes.  Todo permanecía igual.  Sus tumbas estaban libres  de rastrojos ya que de vez en cuando las limpiaba.  A Maxwell le pareció que no había pasado el tiempo.  Tomando a su hija de la mano se adelantó unos pasos  y  susurró unas palabras a su oído, sin duda explicándola que allí estaban su mamá y su abuela.  En silencio, dijeron una oración y la pequeña no quitaba ojo a su padre, y hasta le pareció que en algún momento lloraba.

Maxwell se arrodilló, haciendo lo mismo su hija y entre los dos, depositaron las flores en ambas tumbas, Al cabo de unos instantes, se levantaron y con el peso de la emoción abrazó fuertemente a Fiona, sin soltar la mano de su hija.  El primo de Ana, torpemente, secó unas lágrimas de sus ojos también. Mientras comentaba a Fiona,

- Muy triste.  Fue una historia muy triste, en un tiempo terrible.

Cuando salieron lentamente, Maxwell repuesto de su emoción le preguntó por el médico:  André, del que había perdido su rastro hacía mucho tiempo

- Es médico de Bania Luka. Cuando terminó la guerra, le soltaron porque no tenían cargos contra él, más que ayudar a sanar a la gente.  Solicitó la plaza en el pueblo y aquí está.
- Me gustaría saludarle. ¿ Puedes indicarlos la dirección ?
- Por supuesto.  Os acompañaré, así yo también le saludo

El lugar era pequeño, así que no tardaron mucho en llegar.  Y de nuevo la emoción inundó la escena. André había envejecido un poco, pero seguía siendo la persona resuelta y amable que conoció. Se emocionó al ver a Jasna y le extrañó el gran parecido que tenía con su madre, a la que había conocido cuando de niños iban al mismo colegio

- Para mí era como una hermana. Las quería mucho.  Lamenté su triste final, pero encontró el amor y su fruto es una criatura preciosa. Me alegro enormemente que hayáis venido. Imagino Fiona, que tu eras la chica que mencionaba Maxwell cuando la fiebre le hacía delirar.  No dejaba de nombrarte y recuerdo que quedé con él en que llevaría una carta para no sé quién, pero en ese intermedio... me detuvieron y Ana... Bueno ya sabemos lo que ocurrió.

- Eres una mujer preciosa y no me extraña que te nombrara tanto, aunque luego... Bueno.  No recordemos el pasado que pasado está. Deseo que me contéis cosas de vuestra vida actual

Fueron hasta el bar del pueblo y allí se quedaron a comer todos juntos. Se contaron las peripecias pasadas por unos y otros durante la sobremesa.  Jasna se quedó dormida en brazos de Fiona, escena que André no perdió de vista en ningún momento, y en un aparte dijo a Maxwsell

- Eres un hombre afortunado, te quiere una mujer extraordinaria y te amó otra igualmente especial.. Quiere a tu hija y es dulce y tierna.  A la niña le vendrá bien; no conoció a su madre, pero ella lo es para la pequeña - dijo dirigiéndose a Fiona, que charlaba con el primo.
 A media tarde se despidieron con la misma emoción que a la llegada. No querían llegar muy tarde a Sarajevo. Difícilmente volverían a verse, pero eso es algo que no puede predecirse porque nunca sabes los designios que el destino te tiene guardado.
Jasna dormía en el asiento trasero del coche.  Ellos iban en silencio. Maxwel emocionado recordaba su vida en aquel lugar.  Fiona comprobaba que todo lo dicho por él, era cierto y nunca la había olvidado, aunque todo estuviera en su contra.  Reclinó su cabeza en el brazo de él y una mano en su rodilla, y así llegaron hasta el hotel cuando las primeras luces de la noche comenzaban a verse..

Decidieron que no volverían a salir del hotel para cenar, sino que pedirían algo que les subieran a la habitación.  Jasna estaba llorosa por cansancio y sueño. Fiona la bañó y le dio la cena refunfuñando, ya que tenía sueño y no hambre.  Se durmió enseguida, quedando el matrimonio comentando las incidencias del día con sus emociones.  A penas probaron bocado.  Fiona le preguntaba cosas de su estancia en aquel lugar, de su amistad con el primo y con André.  A propósito no quiso ni rozar el tema de Ana.  Sabía que había pasado un rato de emoción y tristeza y no quería que volviera a vivirlo.  Acariciaba su mano suavemente como para decirle : " no te atormente.  Hiciste cuanto pudiste".  Maxwell hablaba sin cesar recordando una y otra vez las dificultades y miedos por los que pasaron, y ella le dejaba hablar.  Sabía que lo necesitaba, y ella también.  Quería conocer hasta el fondo aquella historia tan triste que les tocó vivir, y que conocía muy someramente ya que el propio Maxwell omitía cuando lo relató,  el tema referente a Ana.  Y lo mismo había hecho André en la tarde, pero ella conocía cuál fue el resultado final, y que no fue, por parte de él, por un amor apasionado, sino por las circunstancias que les tocó vivir, aunque ella si le quiso extraordinariamente.  Habían pasado las doce de la noche, cuando decidieron ir a la cama a descansar.  Necesitaban relajarse y dormir profundamente. Al día siguiente irían a otro lugar, pero esta vez a conocerlo, ya que los recuerdos quedarían enterrados en Sarajevo.

jueves, 20 de junio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 26 - Viaje a Sarajevo

  Los días y los meses transcurrían, y Jasna crecía. Fiona se acostumbró a las expresiones de cariño entre padre e hija. Le satisfacía la complicidad que ellos tenían entre si ¿Conseguiría algún día ganarse de esa forma a la niña? Entre dudas el tiempo corría veloz y, al fin, decidieron que tenían que formalizar su relación.  Maxwell hacía de vez en cuando algún viaje corto que su cargo requería, pero deseaba volver a su casa cuanto antes, porque en ella encontraba el amor que siempre había buscado, y entre las mujeres no había problemas.  Todo marchaba bien.

Llegó la fecha de su unión en una ceremonia muy íntima.  Tan sólo ellos tres, los compañeros más allegados a Maxwell y el editor de Fionna,  Philip. Al fin pudieron besarse a la vista de todos, sobre todo de Jasna, que les miró sorprendida cuando Maxwell abrazando a su ya mujer la besaba con pasión.  Siempre habían evitado esa caricia, más que de pasada, pero aquél era un beso diferente, porque en él  Maxwell, depositó todo el amor y la pasión que sentía por Fionna y, que al fin no tendrían que esconder.
 Todos aplaudieron al presenciar esa escena y la niña miraba a todos asombrada de que rieran y aplaudieran.  Era el primer casamiento al que asistía porque no tuvo ocasión de presenciar el otro con Ana.  Ella cortó sus aplausos  y se quedó mirando muy seria a los esposos que reían felices y se abrazaban.

 Al día siguiente emprenderían un pequeño viaje que duraría una semana, pero la niña también iría.  Fiona propuso volver  a Sarajevo .  Maxwell se mostraba reticente, pero al fin su esposa le convenció

—Deseo conocer el lugar en donde está enterrada,  y que la niña debe también conocer.  Depositaremos unas flores y nada más.  Les debo la vida de mi  amor de siempre, y es lo menos que puedo hacer.  Creo que debemos preparar a la niña para ello.  No va a ser fácil aunque no tenga recuerdos de su nacimiento en aquellas tierras, pero debe conocer el lugar en donde reposan los restos de su madre y su abuela.  Ahora no se dará cuenta, pero cuando sea mayor te lo agradecerá— dijo Fiona a su marido. 
Así lo hicieron.  El tiempo había transcurrido y, borrado la mayor parte de los rastros de la guerra.  Otros soldados paseaban tranquilos por las calles, eran los enviados de la Naciones Unidas para pacificar aquellas tierras y ayudar a su reconstrucción.  Maxwell tenía muy vivo en su memoria lo vivido aquellos terribles días.  Estaba algo tenso y sus mandíbulas estaban  contraídas por la emoción de los recuerdos.  Se hospedaron en el hotel, ya reconstruido, en el que estuvo cuando fue enviado como corresponsal.

 Salieron a pasear e iba explicándoles donde estaba el mercado y en dónde le hirieron.  La casa de Ana ya no existía.  Había sido seriamente dañada y tuvieron que derruirla.  Se paró por un instante frente al solar y volvió a vivir las escenas de su rescate.

Había pasado el tiempo , pero lo tenía fresco en su memoria como si estuviera ocurriendo en ese preciso momento.  Hablaba poco y Fionna sólo agarraba fuertemente su mano, y él, a su vez, sujetaba la de su hija, como queriéndola transmitir las emociones vividas y el recuerdo de su madre.

La niña lo miraba todo con curiosidad, pero no entendía nada del porqué estaban allí y porque su padre no dejaba de hablar a Fionna, señalando con su mano las casas, las calles, las ventanas de algunos edificios.  Estaba cansada de tanto andar y se aburría.  A veces les pedía ir a tomar un helado, o llegar al hotel y sentarse.  Pero era todo tan alucinante que no se daba cuenta de que para su padre y para Fionna era imprescindible cerrar de una vez esa página tan dolorosa en sus vidas.

 Fue ella  quién ,le hizo notar que la jovencita estaba cansada y que debían dejarlo para el día siguiente, si es que deseaba recorrer de nuevo sus calles, algunas ya reconstruidas y, sus gentes poco a poco retomando su vida normal.  Sólo quedaban los vestigios en sus almas, en su dolor pasado, cuyas huellas eran difíciles de olvidar. Y vivió con su marido la angustia que seguramente sintiera ante aquella situación máxime herido, y sin saber nada de ella.  Ella,  en aquel entonces  removía cielo y tierra para tener noticias suyas, para tratar de averiguar su paradero.  También fue una víctima al igual que Maxwell, pero deseaba sobre todo que él  mantuviese la calma. Se arrepentía de haber realizado ese viaje, al menos hasta que la niña fuera algo mayor y entonces comprendiera la magnitud de lo que allí había ocurrido y la repercusión que había tenido en su propia vida.

Entraron en un bar y allí pidieron algo para entonar su espíritu y que su hija descansara. Después dando un paseo, desandarían el camino hasta el hotel.  Había sido un día de muchas emociones.  Se merecían un alto, porque al día siguiente tenían proyectado acudir al  lugar en donde se refugiaron y donde estaban enterradas aquellas buenas mujeres que no debieron morir tan prematuramente:  Bania Luka


Fiona estaba triste por su marido.  Le notaba nervioso, intranquilo, poco hablador; sabía que lo estaba pasando mal.  No cenaron apenas  y, lo hicieron en el hotel. Jasna se durmió enseguida, sin duda por el agotamiento del largo paseo dado y también por el aburrimiento. No le había gustado esa excursión que su padre le había anunciado.  Ni entendía lo que ellos dos hablaban.  Se contaban cosas que no comprendía, creyendo que se trataba de una película .  Por eso se durmió a los pocos minutos de que Maxwell se inventara una especie de cuento para dormir.

A solas, el matrimonio abrazado, permanecía en silencio,   tratando Fionna, de asimilar lo explicado por él, que era tan real que ella misma lo vivía a pesar de haber estado a cientos de kilómetros de distancia.  Se imaginaba las escenas narradas, tan veraces, tan vivas en su memoria. Aunque ella también tenía las suyas, no podía compararlas con las de él.  Con el miedo a salir de casa, las noches y los días.  Herido a punto de morir lejos de casa y, de la persona que más quería.  Del presentimiento que siempre había tenido y el afán de ir a buscarle y de la falta de colaboración con las autoridades de uno y otro lado, por tratar de localizar a un ciudadano.  Pero también entendía que era una guerra cruenta entre ellos y que las autoridades cerrasen las fronteras, aunque en aquellos momentos no lo creyera posible.

Maxwell, acariciaba suavemente la cabeza de su mujer, no hablaba, y su mirada permanecía perdida en algún punto de la habitación.  Fionna a penas respiraba, no quería interrumpir los pensamientos de su marido.  Sabía que, una vez más, evocaba lo sucedido.  De repente dejó de acariciarla, depositó un beso en su cabeza y la dijo:


— Durmamos.  Mañana nos espera un día duro también

— Perdóname.  No debí pedirte venir.  Está aún muy reciente algo tan difícil de asimilar.  Lo hice por la niña, pero ella tampoco lo está pasando bien.  Debí darme cuenta de que era un error

— No tengo que perdonarte.  Sé que lo has hecho con la mejor intención., Jasna debe conocer el lugar donde nació y donde reposa su familia, parte de su familia.  Yo estoy bien; sólo que al volver al lugar los recuerdos tomaron vida. No me obligaste a venir, fue una decisión acertada que yo también quise tomar.  Tratemos de dormir

Permanecieron abrazados  y en silencio. Maxwell, se quedó dormido rendido por las emociones, sin embargo Fiona, no conciliaba el sueño, pero permaneció quieta, sin moverse, para no despertarle y que descansara.  Cuando comprendió que estaba dormido, se levantó y se dirigió a la salita que había a la entrada de la habitación.  Allí se asomó a la ventana, recordando mentalmente la descripción que él había hecho durante la tarde.  Ahora todo estaba en paz y tranquilo.  Alguna pareja transitaba tranquilamente y las luces de las casas iluminaban la noche de Sarajevo, tan distinta a aquella otra iluminada por los disparos de los franco tiradores.

El diario de Fiona - Capítulo 25 -Pasión

La luz de un nuevo día les sorprendió amándose intensamente y haciendo planes para ese día.  Juntos volverían a casa de Maxwell y sería su primer encuentro con la niña.  Fionna estaba nerviosa.  Era algo totalmente nuevo para ella. Había pasado de hacer planes a desarrollarlos en cuestión de pocas horas.  Esos episodios bailaban en su cabeza al escribir alguna novela romántica, pero eran reales y ocurrían en el día a día en cualquier lugar del mundo, pero ahora sería ella la protagonista y sabía que él no la perdería de vista ni un sólo instante, ni a ella ni a su hija.  Todo su futuro dependía de esos encuentros que habían programado y que esperaban, ambos, tuvieran éxito, porque les sería muy difícil tener que dar marcha atrás.  No lo merecían, pero así sería si Fiona fuese rechazada por la niña.

No había tenido tiempo de prepararse, de mentalizarse para ese nuevo papel que ella misma se había adjudicado, pero que estaba dispuesta a llevar a cabo. La encantaban los niños, pero Jasna era un caso especial.  Llevaba impresa en su corta vida unos cambios demasiados extremos: la pérdida de su madre, trasladarse a vivir a un lugar extraño para ella, con otro idioma, con otros lugares distintos al que ella conocía, acudir al colegio, y quizá sufrir las burlas de sus compañeros.  Aunque esto por fortuna no había ocurrido, pero tenía carencias afectivas de su madre. 

 Maxwell hacía todo lo posible por llenar ese gran vacío, pero pasaba muchas horas fuera de casa; tenía que trabajar, aunque cuando llegaba al hogar, dejaba todo, por urgente que fuera, por atender a su hija y con paciencia infinita escuchaba sus relatos del día en el colegio.

 Eso es lo que debía aprender Fionna y no había tenido tiempo para hacerlo.  Hacía una vida en solitario y el cambio de un papel a otro era tan radical como sería su propia vida. Cuando llegase la etapa de vivir juntos, tendría que hacerse a la idea de que no estaban solos en la casa, que tendrían que contener sus emociones y dar prioridad a las de la niña ¿ Sabría hacerlo? ¿ Lo tendría en cuenta ?
Estaba pasando un examen mucho más duro que los de la universidad, porque ahora estaban en juego muchas cosas, y debían ocurrir rápidamente. Ni siquiera había tenido tiempo de hacerse a la idea.
En el otro plato de la balanza, contaba con la comprensión y ayuda de Maxwell.  Él la iría mostrando el camino a seguir.  Si él había tenido éxito, ella también  lo tendría. Pero ¿ y si la niña la rechazaba?  Son  conocidos los celos que algunos hijos sienten por la pareja de sus padres y ella sería la segunda vez que se vieran.  Recordó algo que vivió cuando se encontraron  en los grandes almacenes: los dulces que llevaba en el bolso.  Con ese detalle, seguro que Jasna  recordaría la anécdota.  Y compró los dulces  como los de aquel día, y buscó un cuento acorde con la edad de la niña y esperaba ansiosa la hora en que se volvieran a ver.  Ni siquiera se le había ocurrido comprarla algún juguete.  No tenía nada con que poder jugar cuando llegase a casa. ¡ Qué torpe había sido !  Acostumbrada a vivir sola, ni siquiera había pensado en sorprender a Jasna con algún peluche.


Cuando Maxwell acudió a recogerla con la niña de la mano, estaba hecha un manojo de nervios, pero sólo la faltó un instante para quedar completamente enamorada de su dulce carita, que la sonreía metiéndose un dedito en la boca  tímidamente.  Les hizo pasar a la casa, y no dejaba de mirar a Maxwell, y con esa mirada le pedía sutilmente que la indicara si iba por buen camino.  Él sonreía al contemplar a las dos mujeres de su vida. 

En un cuenco de cristal, Fionna había depositado los dulces preferidos de la niña, y hacia ese objeto se dirigieron sus ojos una vez que su padre la indicó sentarse.  Se dio cuenta de ello y creyó que había llegado el momento de entablar una charla para ganarse su confianza.  Se arrodilló a su lado, para estar a su altura y siguiendo la dirección de los ojos de la niña, la ofreció los dulces, que la hicieron sonreír.  Ella respiró aliviada dirigiendo la mirada a Maxwell que se mostraba tranquilo y observador.  Ellos dos hablaban de todo lo referente a la niña:  sus amigos del colegio, lo que había aprendido, y de vez en cuando era ella quién explicaba a Fionna alguna cosa.  Se la veía natural y a gusto, algo que la tranquilizó, pensando que se haría su amiga en unos pocos días.  Acordaron salir a dar un paseo y comer algo los tres juntos, como una pequeña familia. Ellas dos aceptaron  gustosas. De esta forma y en armonía se cumplió el protocolo de su primera entrevista.

Maxwell, ya en su casa, sentó a la niña sobre sus rodillas y la preguntó qué le había parecido Fionna, y el día que habían pasado los tres juntos.  La niña sonrió y dijo:

- Me gustan mucho los dulces que tiene.  Son mis preferidos

Era una buena señal que lo hablaría  con ella, cuando, al acostar a la pequeña, la llamara por teléfono para comentar cómo había transcurrido su primer día en compañía.  Fionna casi estaba a punto de llorar;  estaba esperanzada, nerviosa y emocionada.  Tuvo que tranquilizarla durante un buen rato para que se convenciera de que a la niña la había gustado su compañía.  Se volverían a ver al día siguiente.  Parecía que el plan que habían tramado, les funcionaría

De este modo hicieron transcurrir varios días en que se alternaban las visitas a sus respectivas casas. Cuando acudían al domicilio de Fionna, la niña iba encantada porque jugaba con el viejo Chimbo, a pesar de que le había comprado peluches y muñecos para ella. Una idea bullía en su cabeza para ganarse definitivamente la voluntad de la pequeña:  la compraría un pequeño perrito o un cachorro de gato. Le daría esa sorpresa el día de su cumpleaños, en que Maxwell  prepararía una pequeña fiesta con sus amigos del colegio y algunos padres que acudirían  a su casa.  Había sido una magnífica idea y le entregó el regalo, cuando al partir la tarta, recibió los  de todos sus amigos. Y su regalo fue un  cachorrito de perro que enloqueció a la niña.  Fiona se había apuntado un tanto muy importante.   Se la veía feliz y muy cariñosa con ella.  Por eso decidieron que había llegado el momento de que se instalara en casa de Maxwell, para que viera como algo natural  la presencia de ella durante todo el día.  Y si resultaba satisfactoriamente, pensarían en unir sus vidas definitivamente.

Así lo hicieron y pudieron respirar tranquilos, porque la niña lo había aceptado con naturalidad. Fionna la llevaba y recogía del colegio, comían, y al llegar Maxwell se reunían los tres en la sala y se contaban sus cosas cómo habían  transcurrido en ese día.  La niña no hizo preguntas, lo aceptó con naturalidad . Ambas se habían encariñado.  Eran una pequeña familia y todo parecía estar muy lejano y hubieran vivido a sí toda la vida.

Habían cumplido con el ritual de cada noche. Leído un cuento hasta que se quedó dormida. Ellos se miraron, sonrieron y tomados de la mano se dirigieron a su habitación; había llegado su momento y a él se entregaron.  Se besaban y reían, pero debían ser muy cuidadosos, porque  la pequeña nunca había visto a su padre con una mujer en la misma cama y eso la chocaría.

 Maxwell estaba en el baño terminando su aseo y Fionna ya vestida se preparaba para comenzar el día,  cuando de golpe se abrió la puerta dando paso a una inquieta Jasna que se tiró en tromba en la cama Se miraron casi con alarma y con la mirada, se dijeron en silencio

- Por pocos minutos no nos pilla

Eran sumamente cuidadosos con sus caricias en presencia de la niña, pero lo que menos esperaban es que se despertara de repente e invadiera el dormitorio.  Maxwell la abrazó y les contó que un extraño sueño la había desvelado y no deseaba volver a su habitación.  En lo sucesivo habían de ser más prudentes, y de ese modo no verse comprometidos en situaciones que pudieran darse.

  Debía acostumbrarse a que en la actualidad, su papa durmiera junto a la que iba a ser su mama y, debía tocar la puerta antes de entrar.  Los tres juntos desayunaron con tranquilidad y cada uno de ellos comenzó su jornada con total normalidad.

Al llegar la tarde  era la hora en que los tres se reunían para charlar, o salir de paseo con los perros y, entonces, mientras la niña se distraía jugando, Maxwell besaba a Fiona.  Eso también debía ser normal, aunque Jasna estuviera delante.  Tenía que acostumbrarse a las muestras de cariño de los que no tardando mucho sería un matrimonio.  Era totalmente normal, sólo que la niña no había visto nunca a su padre besar a una mujer, ni siquiera a  su mamá, porque era demasiado pequeña cuando Ana falleció y a penas  la recordaba.

Pasó el tiempo y ellos se amaban y todo era  tranquilidad en sus vidas;  habían creado una familia estable y feliz. "Quizá demasiado feliz", pensaba a veces Fionna, que no terminaba de asimilar que todo hubiera sido tan fácil y al fin  que sus vidas transcurrieran  armónicamente feliz y sin complicaciones.  Sin embargo, también observó que cada vez que Maxwell la besaba, abrazaba o gastaba bromas con ella, , al instante, la niña se subía a las piernas de su padre y se abrazaba a él.  Esa conducta la extrañó, pero pensó que sería cosa de niños y  una reacción normal entre ellos.  Pero algo la alertó y, a solas, en su habitación, aquella noche lo comentó con Maxwell, que restó importancia a ello y simplemente dijo:

—No te preocupes, son cosas de niños. Posiblemente aún no se halla acostumbrado a ver que nos amamos.  Ten en cuenta que esas expresiones totalmente naturales, ella las desconocía hasta hace poco.  Cuando se acostumbre a ello, será de lo más natural y llegará un día en que no me haga ni caso.

Esa explicación no la convenció, pero al mismo tiempo pensó que no conocía a los niños, y probablemente fuese una reacción natural al ver que su padre compartía caricias con otra persona y no exclusivamente con ella. ¿ Eran celos ?  Esa idea se quedó arrinconada en su cabeza y recordó cuando en la universidad estudiaba a los clásicos griegos y el complejo de Electra, tomó forma en su cabeza. La observaría por ver si era algo pasajero o había surgido una competición en ella por el amor a su padre.

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