lunes, 24 de junio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 27 - Bania Luka

Se despertaron pronto, pero Jasna, se resistía a levantarse. No quería moverse de la cama y a remolque, Fiona consiguió hacerlo con la promesa de que se divertirían más, porque la visita que habían de realizar sería más corta

- Tu sabes que tenías una mamá que se fue al cielo porque estaba malita, y que tu abuela también. Pues es  allí donde vamos a ir.  Hemos de ponerles unas flores muy bonitas, las más bonitas que encontremos y desde alguna estrella, seguro que te verá y le gustará mucho que hayamos viajado hasta allí. Y después iremos donde tu quieras ¿ Esta bien ?
- Es que ayer anduvimos mucho y me dolían los pies
- Lo sé cielo, pero hoy será distinto. Démonos prisa que papá está esperando-

Y los tres,  contentos,  se metieron en el coche que Maxwell había alquilado para llegar al lugar que deseaban.  Sería de nuevo un día triste, sobretodo para él, que volvería a vivir aquellos terribles momentos del enterramiento de Ana.  De un solitario entierro en el que sólo estaban Jasna, prácticamente recién nacida,  la abuela, que la sostenía en brazos, Mawvell y el primo que les ayudó a sobrevivir.  Nadie más. Una triste cruz de madera y ni siquiera pudieron ponerle unas flores.  Ahora si las habían comprado antes de salir de Sarajevo.  Probablemente nunca volverían, pero al menos les rendirían un sentido homenaje de gratitud y cariño.

Todo estaba en paz, pero igual que cuando abandonaron aquel lugar. Las mismas caras taciturnas que se encontraron por el camino;  hicieron una primera parada en casa del primo de Ana, para saludarle y presentar a su nueva familia.  Había sido generoso con ellos y era lo menos que podía hacer. Al reencontrarsrse, ambos hombres se emocionaron y se dieron un abrazo con cariño evocando aquellos días tan negros y dolorosos.

 Habían comenzado a sembrar con las ayudas que recibieron por parte del gobierno.  Había que levantar al país cuanto antes y dejar atrás los días de enemistad y horror.  Les acompañó hasta las tumbas de sus parientes.  Todo permanecía igual.  Sus tumbas estaban libres  de rastrojos ya que de vez en cuando las limpiaba.  A Maxwell le pareció que no había pasado el tiempo.  Tomando a su hija de la mano se adelantó unos pasos  y  susurró unas palabras a su oído, sin duda explicándola que allí estaban su mamá y su abuela.  En silencio, dijeron una oración y la pequeña no quitaba ojo a su padre, y hasta le pareció que en algún momento lloraba.

Maxwell se arrodilló, haciendo lo mismo su hija y entre los dos, depositaron las flores en ambas tumbas, Al cabo de unos instantes, se levantaron y con el peso de la emoción abrazó fuertemente a Fiona, sin soltar la mano de su hija.  El primo de Ana, torpemente, secó unas lágrimas de sus ojos también. Mientras comentaba a Fiona,

- Muy triste.  Fue una historia muy triste, en un tiempo terrible.

Cuando salieron lentamente, Maxwell repuesto de su emoción le preguntó por el médico:  André, del que había perdido su rastro hacía mucho tiempo

- Es médico de Bania Luka. Cuando terminó la guerra, le soltaron porque no tenían cargos contra él, más que ayudar a sanar a la gente.  Solicitó la plaza en el pueblo y aquí está.
- Me gustaría saludarle. ¿ Puedes indicarlos la dirección ?
- Por supuesto.  Os acompañaré, así yo también le saludo

El lugar era pequeño, así que no tardaron mucho en llegar.  Y de nuevo la emoción inundó la escena. André había envejecido un poco, pero seguía siendo la persona resuelta y amable que conoció. Se emocionó al ver a Jasna y le extrañó el gran parecido que tenía con su madre, a la que había conocido cuando de niños iban al mismo colegio

- Para mí era como una hermana. Las quería mucho.  Lamenté su triste final, pero encontró el amor y su fruto es una criatura preciosa. Me alegro enormemente que hayáis venido. Imagino Fiona, que tu eras la chica que mencionaba Maxwell cuando la fiebre le hacía delirar.  No dejaba de nombrarte y recuerdo que quedé con él en que llevaría una carta para no sé quién, pero en ese intermedio... me detuvieron y Ana... Bueno ya sabemos lo que ocurrió.

- Eres una mujer preciosa y no me extraña que te nombrara tanto, aunque luego... Bueno.  No recordemos el pasado que pasado está. Deseo que me contéis cosas de vuestra vida actual

Fueron hasta el bar del pueblo y allí se quedaron a comer todos juntos. Se contaron las peripecias pasadas por unos y otros durante la sobremesa.  Jasna se quedó dormida en brazos de Fiona, escena que André no perdió de vista en ningún momento, y en un aparte dijo a Maxwsell

- Eres un hombre afortunado, te quiere una mujer extraordinaria y te amó otra igualmente especial.. Quiere a tu hija y es dulce y tierna.  A la niña le vendrá bien; no conoció a su madre, pero ella lo es para la pequeña - dijo dirigiéndose a Fiona, que charlaba con el primo.
 A media tarde se despidieron con la misma emoción que a la llegada. No querían llegar muy tarde a Sarajevo. Difícilmente volverían a verse, pero eso es algo que no puede predecirse porque nunca sabes los designios que el destino te tiene guardado.
Jasna dormía en el asiento trasero del coche.  Ellos iban en silencio. Maxwel emocionado recordaba su vida en aquel lugar.  Fiona comprobaba que todo lo dicho por él, era cierto y nunca la había olvidado, aunque todo estuviera en su contra.  Reclinó su cabeza en el brazo de él y una mano en su rodilla, y así llegaron hasta el hotel cuando las primeras luces de la noche comenzaban a verse..

Decidieron que no volverían a salir del hotel para cenar, sino que pedirían algo que les subieran a la habitación.  Jasna estaba llorosa por cansancio y sueño. Fiona la bañó y le dio la cena refunfuñando, ya que tenía sueño y no hambre.  Se durmió enseguida, quedando el matrimonio comentando las incidencias del día con sus emociones.  A penas probaron bocado.  Fiona le preguntaba cosas de su estancia en aquel lugar, de su amistad con el primo y con André.  A propósito no quiso ni rozar el tema de Ana.  Sabía que había pasado un rato de emoción y tristeza y no quería que volviera a vivirlo.  Acariciaba su mano suavemente como para decirle : " no te atormente.  Hiciste cuanto pudiste".  Maxwell hablaba sin cesar recordando una y otra vez las dificultades y miedos por los que pasaron, y ella le dejaba hablar.  Sabía que lo necesitaba, y ella también.  Quería conocer hasta el fondo aquella historia tan triste que les tocó vivir, y que conocía muy someramente ya que el propio Maxwell omitía cuando lo relató,  el tema referente a Ana.  Y lo mismo había hecho André en la tarde, pero ella conocía cuál fue el resultado final, y que no fue, por parte de él, por un amor apasionado, sino por las circunstancias que les tocó vivir, aunque ella si le quiso extraordinariamente.  Habían pasado las doce de la noche, cuando decidieron ir a la cama a descansar.  Necesitaban relajarse y dormir profundamente. Al día siguiente irían a otro lugar, pero esta vez a conocerlo, ya que los recuerdos quedarían enterrados en Sarajevo.

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