viernes, 7 de junio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 11 - Diciembre en fiestas

Los días, los meses, transcurrían veloces en sus vidas.  Nada había cambiado, salvo la añoranza de Maxwell por no haber podido encontrar el rastro de Fionna.  Se había resignado a perderla, al igual que hizo con Ana y, mientras veía pasar la vida por su hija que poco a poco iba creciendo. Al menos ella era feliz.  Llegó el Otoño y  con él, la antesala del invierno. Diciembre irrumpió en el calendario con su cúmulo de fiestas.  Los comercios comenzaban a engalanarse.  Sería la primera Navidad que Jasna pasara con adornos, músicas y algarabía por las calles.  Tenía vacaciones así que, Stephanie, la llevaba cada día a visitar algún establecimiento en el que anunciaran la visita  de algún emisario, elfo o duende de algún cuento dedicado a la Navidad. Los fines de semana lo hacía con su padre y así Stephanie podía dedicarse a su vida privada.  El amor existente entre padre e hija, era sin duda fácil de comprobar a simple vista.  Se sentían unidos ya que ellos dos, y también Stephanie, eran toda su familia.

Era sábado y faltaba una semana para la gran fiesta del año. Stephanie había acudido a visitar a una amiga que estaba con gripe en cama, así que padre e hija decidieron pasar esa tarde yendo a Harrod's y ver los regalos que recibirían en la noche de Nochebuena.  Estuvieron merendando en la cafetería de ese gran comercio y ya,  de regreso a casa, mientras bajaban  por las escaleras mecánicas,  la niña vio algo que la llamó la atención y su padre, por complacerla  decidió bajarse en esa planta para que viera con detenimiento eso que le había gustado tanto.  Era un perrito de peluche que daba ladridos y movía el rabito.  Decidió que se lo compraría.   Mientras Maxwell abonaba su importe, Jasna se alejó de él, atraída por  otro juguete.  Todo llamaba su atención y fue de un lado a otro  disfrutando de todo lo allí expuesto.

Cuando decidió volver al lado de Maxwell, comprobó   que no sabía donde estaba.  Que papá no estaba allí, y comenzó a ir de un lado a otro llorando. 
 Habían dos chicas  que, al escuchar el llanto de la niña, volvieron su mirada hacia ella.  Eran Aisling y Fionna, que acudieron prestas a auxiliar a la pequeña

— Eh, eh... ¿Por qué lloras? ¿Te has perdido? — la preguntó Fiona arrodillada ante ella

— Quiero a mi papá— respondía la niña asustada

— No llores, cielo. Vamos a buscar a  tu papa.  Verás que enseguida viene a por tí

Con ella de la mano se dirigió hacia un guardia de seguridad y le dijo lo que ocurría

— No se preocupe señorita, enseguida daremos nota de lo sucedido y sus padres estarán aquí en un momento

Maxwell, desesperado buscaba por todos lados sin encontrar a Jasna.  Se dirigió a información y dio el aviso de su pérdida, al mismo tiempo que en otra parte alertaban   que habían encontrado a la niña.  Con el alma en vilo se dirigió hacia el mostrador  que le indicaron  en el que la niña aguardaba su llegada. No vio más que a su hija y a una muchacha de rodillas ante ella que la secaba el llanto que derramaba asustada.  Fue derecho hacia la pequeña abrazándola asustado tanto como lo estaba  ella.  Entonces reparó en lo que el guarda de seguridad le indicaba

— Esta señorita la encontró y nos dio el aviso.

Entonces ambos repararon  en ellos mismos.  Fionna abría los ojos con asombro y Maxwell no podía creer lo que estaba pasando

— ¡ Fionna ! ¡¿Es posible?

— ¡Maxwell! ¿Es tu hija?  ¿En serio es tu hija?

-—Si ¿A qué es preciosa?

Él, después del susto y al ver a Fionna, estaba radiante de alegría, pero ella, lejos de alegrarse, le frenó en seco:

— No se te ocurra acercarte a mi

—Pero ¿Qué dices? Te he buscado y nadie sabe nada de tí.  No tienes ni idea de lo que te he echado de menos

— ¡ Oh, si ! Ya lo veo. Estás casado y con una hija.  Ya veo lo que te has acordado de mi.  Otra vez ten más cuidado con la pequeña.

Dando media vuelta, comenzó a alejarse de Maxwell, que estaba  totalmente sorprendido por la reacción de ella.  La agarró de un brazo para que se detuviera.  Tenía que hablar con ella, saber dónde vivía y cómo es que nadie podía localizarla

— No se te ocurra ponerme las manos encima— le dijo secamente.

No sólo él estaba asombrado, Aisling la miraba sin pestañear, no entendiendo lo que estaba presenciando

— Tenemos que hablar.  He de contarte muchas cosas

— No Maxwell.  Nada tenemos que hablar; está todo claro y evidente.  Tu hija es preciosa.  Adiós

A toda prisa, se alejó de allí ante el asombro de Maxwell que intuía lo que estaba imaginando.    Aisling corrió detrás de su amiga, sin entender nada

— Pero ¿Qué ha pasado? ¿Por qué salimos corriendo? ¿Quién es ese hombre?

— Ahora no puedo explicarte nada.  He de tranquilizarme primero.  Quiero irme de aquí inmediatamente

— Está bien, está bien. Me imagino de quién se trata ¿Pero no dijiste que había desaparecido?

— Eso es lo que todos creíamos, pero ya ves que no ha sido así: está casado y con una hija

—Pero tendrá su explicación Quién sabe lo que vivió allí

— No me digas nada.  Ahora dudo de que siquiera fuese a Bosnia, Croacia o a donde quiera que dijera que se iba.  No me preguntes más. Te lo explicaré cuando esté más tranquila. Ahora los nervios me traicionarían.  Sólo sé que quiero perderle de vista.  No deseo volver a verle más en mi vida.

Ni siquiera esperaron al ascensor.  Bajaron por las escaleras mecánicas deseosas de salir de allí cuanto antes. L legaron al aparcamiento y allí Fionna se derrumbó;  no podía contener más su angustia.  Le había esperado durante tanto tiempo, Estuvo dispuesta ir a buscarle.  Había llorado su muerte...   Y resultó que estaba vivo, seguramente casado y ciertamente padre de una niña.  Ni siquiera se  había comunicado con ella en ningún momento ni por ningún medio, a pesar de que imaginaría que estaba como loca sin saber de él.  Todo había sido mentira; los años que estuvieron juntos habían sido una tremenda mentira, un tremendo error.

Se abrazó a su amiga y así estuvieron durante un buen rato, hasta que consiguió calmarla y pudieron salir de allí.  Pero estaban como al principio: Fionna no sabía dónde vivía  él y Maxwell tampoco donde habitaba ella.  Todo era muy confuso e increíble.  

Imposible de poder aclarar todo lo vivido en aquella planta de juguetería.  Sólo un desgraciado encuentro y unos rostros demudados por la sorpresa.  La metió en el coche y partieron de allí hacia el hotel en el que estaban hospedadas.  No tenían ganas de pasear, ni de nada.  Sólo deseaban alejarse de allí y regresar a casa cuanto antes.  Estaban viviendo una pesadilla de la que Fiona quería despertar cuanto antes  sin conseguirlo.

Era noche cerrada. Aisling aconsejó el regreso a casa, a la mañana siguiente en cuanto despertaran.  En la situación de nervios que ahora  sentían, no era aconsejable conducir y, además de noche.  La dio un tranquilizante que la hizo dormir a ratos. Pero al menos dormía.

No dejaba de pensar en el suceso. Había algo que no la encajaba.  Siempre le había dicho que iban a casarse en cuanto él regresara.  Luego las cosas surgieron de otra forma y...

— Quién sabe si pasó algo en su vida que le hizo torcer el rumbo.  Las cosas no son tan sencillas como parecen, pero tampoco tan complicadas como las hacemos.  Si al menos pudiera explicarse, todo  quedaría más claro.  Pero ni siquiera saben donde viven ninguno de los dos.  Y por otra parte él iba solo, sin su mujer, si es que estuviera casado.  Todo es muy extraño, pero ha de tener una explicación.  Creo que de momento he de dejar las cosas como están.  Me siento incapaz de abrir heridas.  Está desquiciada, y no seré yo quién vuelva a alterarla.


Pero Aisling no pudo conciliar el sueño en toda la noche.  Le dolía la situación por la que atravesaba su amiga, a la que quería.  Pero debía hacer algo para tranquilizarla.  No sería una buena amiga si, al menos, no lo intentara..

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