domingo, 2 de junio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 3 - El diario

Comió en un restaurante, en Dursley que como todo Gloucestershire, era un encanto de lugar,  sacado de un cuento.  Después, en la sobremesa, se sentaron en un pub que tenia sillas en el exterior.  El sol calentaba su rostro y Fionna entornó lo ojos, mientras Chimbo dormitaba a sus pies. Era silencioso y tranquilo  y apetecía esa paz  y sosiego.  Era un bálsamo para ella.  Hasta comenzaba a pensar en volver a escribir.  Se había dado de plazo una semana, para terminar de organizar su casa y después tranquilamente,  buscaría un tema a desarrollar.  Y así permanecieron hasta comenzada la tarde en que pensó regresar a casa.


 No tenía aún mucha seguridad en no perderse, y no quería que eso la ocurriera de noche.  Abono la consumición y se dispuso a  caminar lentamente hasta el lugar en que había dejado aparcado el coche y regresar de nuevo a su casa, a Bockley.  Había comprobado que toda esa zona era de un encanto arrollador, daba igual que tuvieran distintos nombres, cualquiera de ellos era hermoso y un lugar ideal para vivir.  Las familias que allí lo hacían, tenían que ser por fuerza felices.  "Tener una familia....", la base de la sociedad, y algo a lo que ella había renunciado. No quería pensar en ello; nada enturbiaría la paz de la que ahora gozaba.  Ningún recuerdo la perturbaría, ni pensaría en ello.  Londres había quedado atrás y antes fue Dublín, y antes que Dublín...  Había recorrido tantos lugares que ni siquiera recordaba en qué orden estaban.  Sólo buscaba refugio y olvido y en Gloucestershire,  creía, al fin, haberlo encontrado.

Anochecía cuando llegaron a casa y antes de entrar decidió pasear a  Chimbo y de este modo terminaría la jornada de excursión que habían tenido.  Se notaba cansada, sin duda que el aire puro, al que no estaba acostumbrada, la había fatigado, pero en unos días esperaba estar como nueva y comenzaría a trabajar. Tenía que invertir en algo tanto tiempo libre; ya se le ocurriría algo para escribir.

Se durmió enseguida y profundamente, pero de madrugada, comenzó a soñar y era algo que le hacía daño.  Gemía a punto de llorar y estaba inquieta, aunque dormida.  Al final se despertó y no volvió a dormir.  Consultó el reloj y comprobó que habían pasado apenas dos horas desde que se acostara.

-—Adiós al sueño— dijo, como si alguien la escuchara, pero ni siquiera el perro lo hacía. 

 También a él le había afectado el aire libre.  Se puso una bata.  La casa estaba caldeada y la chimenea aún encendida.  Se dirigió hacia la habitación que hacía las veces de despacho y procedió a instalar el ordenador.  Pensó que de esta forma,. quizá recuperase el sueño.  Pero no fue así. Una vez instalado, lo encendió y echó un vistazo a su correo y a alguna página de su interés Decidió que  era  temprano. Comenzaría a hacer apuntes para una futura novela.

 Pero ¿sobre qué? No deseaba tocar los temas personales, aunque eran muchos  con los que tratar. Volvió a la cama e intentar de nuevo  no pensar en nada a ver si el sueño volvía .  Pero no lo hacía.  Abrió el cajón de su mesilla y extrajo de él el manoseado diario que desde adolescente había escrito.  Sólo recordaba la etapa final que no estaba tan distante en el tiempo, pero eso no quería leerlo.  Lo abrió por la primera página y poco a poco fue desvelando  lo que a sus dieciséis años pensaba de la vida.:

Día 16 de Junio 

< Las clases están a punto de terminar.  No sé lo que haré  al no poderle ver durante el verano.  Sé que no lo resistiré.  Me moriré de angustia.  Maxwell va a volverme loca.  No tengo a nadie con quién hablar de ello. >

Sonrió levemente  al leer esos renglones, y de golpe revivió la escena, muy semejante  a la que vivía ahora, con unos años de diferencia, pero las mismas circunstancias. Entonces se apenaba por no poderle ver, aún a sabiendas que, pasado el verano volverían a estar juntos.  En cambio ahora, Maxwell ya no estaba y nunca regresaría.  Volvió a guardarlo; no quería seguir leyendo.  Fue un error abrirlo.  Había olvidado lo escrito en aquella época.  La dolía  el recuerdo, y no pudo evitar que unas lágrimas acudieran a sus ojos.

 Estaban a punto de ingresar en la universidad. Irían a la misma, puesto que ambos habían elegido igual  carrera para no perder el contacto.  Se habían enamorado durante el primer curso de  instituto.  No había sido un amor pasajero de estudiantes, sino que siguieron durante los años siguientes.  Tenían proyectos de una vida en común aunque trabajasen en distintos sitios . Maxwell lo haría en un periódico y Fionna en una editorial,  primero como becaria, y después como ayudante de uno de los editores.  Podrían casarse en un año, cuando su situación estuviera más consolidada. Pero las circunstancias actuaron en su contra y hubieron de demorar su unión.


Se querían y seguían enamorados y decidieron que lo más lógico sería vivir juntos, aunque no estuvieran casados. Participarán ambos de los gastos de la casa, a partes iguales, y de esa forma el resto sobrante de dinero, lo ahorrarían para poder tener su propio hogar cuando llegase el momento de su unión conyugal.  Y alquilaron un apartamento y se sintieron plenamente felices la primera noche que tomaron posesión de su hogar común e hicieron el amor por primera vez.  Sería la primera vez con Fiona y para Fiona, , aunque no para Maxwell.



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