viernes, 14 de junio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 20 - Necesito respirar

" Necesito respirar " . Había indicado a sus amigos al abandonar el salón y, de esta forma no interrumpir su baile . Quería pensar a solas sobre todo lo ocurrido durante esa noche.  No creía que la ocasión se volviera a repetir, al menos en una larga temporada.  No estaba segura de que sus nervios resistieran una tensión como la que había sentido  antes de llegar al atril.  Pero afortunadamente, todo había concluido y, por lo que apreciaba en el rostro de los asistentes, había resultado bien. Pues eso era lo que importaba, no dejar en mal lugar a la editorial organizadora del evento.

Aspiraba la suave brisa de la noche que  envolvía un suave aroma a flores. Si no hubiera estado tan excitada, hubiera disfrutado de esa velada tan mágica.  Sintió algo de frío. Llevaba un vestido precioso y glamuroso, pero tenía casi toda la espalda al descubierto, y ahora que todo había pasado comenzaba a relajarse y a sentir un ligero escalofrío.  Se frotó los brazos, al tiempo que sintió que una prenda, alguien,  la depositaba sobre sus hombros.  Se volvió rápidamente pensando  que sería Philip ó quizá Michael.  Pero se quedó de piedra
 cuando, al girarse, vio que era  Maxwell, quién se había quitado su chaqueta y se la ponía sobre sus hombros.. Ella comenzó a rebullirse inquieta, pero ni siquiera le dio tiempo a pronunciar palabra alguna.  El agarrando fuertemente las solapas de su chaqueta, la atrajo hacia él y depositó un ardiente beso sobre su boca. No supo el tiempo que duró, pero fue largo.  La mantenía inmóvil entre sus brazos, pero tampoco hizo nada por desasirse de ellos. Cuando el beso terminó, Fionna airada le increpó mirándole a los ojos

—¿Qué estás haciendo?

— Nada. Te he besado.  Lo deseaba desde hacía mucho, pero esta noche ha sido la ideal para hacerlo

— Eres un cínico. ¿Has venido sin tu mujer? ¿La has dejado en casa?

— No, no tengo mujer.

— He de irme— dijo ella deprisa

— Espera.  Hemos de hablar.  Tengo muchas cosas que contarte

— Pero yo no quiero escucharte.  Así que ahórrate la charla, porque francamente no me interesa nada de lo que tengas que decirme

— Escúchame.  Quedemos a cenar o a comer en un sitio que elijas.  He de contarte cosas importantes.  Cuando las conozcas, lo comprenderás todo

— Te lo repito y no lo diré más:  no me interesas.  No quiero escuchar nada que venga de ti.  No deseo volverte a ver. Que te vaya bien Maxwell

Dando media vuelta después de entregarle su chaqueta, salió de la terraza temblándole las manos y toda ella.  Maxwell la vio irse apesadumbrado y moviendo negativamente la cabeza.  Sabía que estaba herida, pero no le daba ocasión para explicarle todo lo sucedido y que no tuvo culpa de  lo que aconteció. ¿Debía renunciar a ella definitivamente? No.  Ni hablar; no se daría por vencido.  Fionna significaba mucho para él.  Había vivido con ella su época más feliz, habían hecho un futuro juntos que sólo la guerra trunco.  Su relación había sido muy especial y la quería, mucho, muchísimo.  El fue el primero en su vida.  Ninguna otra mujer había ocupado el lugar que ella ocupó desde siempre. Por eso tenía que hacer todos los esfuerzos necesarios para sentarse frente a frente y que escuchara lo que tenía que decir.

Tardarían  mucho tiempo en encontrarse. Ella rehuía cualquier lugar en el que creyera que él pudiera estar. Pero a escondidas, cuando Aisling no estaba junto a ella, encendía  la televisión por ver si él daba alguna noticia, y raras veces lo conseguía porque Maxwell no estaba en pantalla.  Tan sólo un día le vio en una tertulia de actualidad, en la que él era el moderador.  Al menos le vería durante unos minutos, ya que Aisling había salido y estaba sola..

—Debes ser masoquista 

Oyó la voz de su amiga a sus espaldas.  Tan embebida estaba en ese programa, que ni siquiera la oyó entrar de nuevo en casa

— ¿Por qué te atormentas de ese modo?  Escucha lo que tenga que decirte y aclara de una vez tus sentimientos.  Te veo muy perdida y sufriendo sin motivo alguno. Habla con él.  Lo mismo lo que tenga que decirte da luz a tu cabeza y todo vuelve a ser normal.  Creo que mucha parte de esta historia es objeto de tu imaginación

— ¿De mi imaginación? ¿La niña es también fruto de alguna fantasía mía?  Lo triste de todo eso, es que él ha resultado la víctima, cuando he sido yo la que ha perdido todo.  Perdí mis mejores años con él. la ilusión, estuve enferma con una depresión que estuvo a punto de que perdiera mi carrera.  Me recluí aquí porque no quería saber nada del mundo.  Creí volverme loca cuando  pensé que había muerto.  Hice todo lo posible por viajar allí y tratar de rescatarle...  Todo eso no sirvió de nada porque él ni siquiera me llamó para decirme que había regresado. ¿Acaso no merecía ni siquiera una llamada?  Y, cuando le veo a su regreso, va con una  niña de la mano.  Yo volviéndome loca de dolor y él pasándolo bien con otra mujer. ¿Aún me dices que son imaginaciones mías ?

— Perdona.  Sé que lo pasaste mal, muy mal. Pero sigo pensando que existe una explicación para todo ello.

— Creo que debemos dejar este tema. No quiero cruzarme con él, porque aún le quiero y, al verle, vuelven a mi memoria lo que teníamos antes y cómo lo hemos perdido.  Es decir, yo lo he perdido .

Apagó el televisor y llamando a Chimbo salió de la casa, malhumorada y llorosa.  Aisling movió la cabeza pesarosa de haber sacado el tema.  La dolía ver sufrir a su amiga y comprendía que tenía razón para estar furiosa con él, pero seguía pensando que debía escuchar lo que tuviera que decirla.  Lo mismo la explicación es sencilla y están sufriendo inútilmente por todo este espinoso tema.

Ya no volvieron a hablar de ello en ninguna otra ocasión.  Siguieron con su rutina diaria: trabajo durante la semana y cine en la ciudad los sábados, cena en un restaurante y vuelta a casa.  Se habían convertido casi en ermitañas, quemando su juventud en aquel lugar.  Aisling poco a poco iba formalizando su relación con Michael y, lentamente fue  abandonando  la compañía de Fionna los fines de semana para estar con él. Algo que comprendía y la animaba a ello.  Se quedaba sola en casa con Chimbo y poco a poco dejó de "celebrar" los sábados, al menos durante el invierno y limitándose tan solo a dar, de vez en cuando, alguna vuelta por el pueblo, comprar algunos dulces para el desayuno y poco más.  Su aliciente, era verter en la novela que estuviese escribiendo en ese momento, todas sus experiencias vividas trasladándolas a la vida de los protagonistas de turno y disfrazándolas para que no se repitieran. 
 En cada capítulo que escribía, vertía algo de sí misma. sin dejar de expresar sus verdaderos sentimientos en el diario.  Desde que se encontrara con Maxwell, era más intensa la escritura en él, y en sus hojas volcaba toda su frustración y dolor.  Era su catarsis encontrando alivio en ello.  Pero otras veces,  lloraba sin consuelo cuando la depresión de nuevo llegaba hasta ella.  No quería volver a caer en eso, él no se merecía que perdiera la salud por su desamor.  Cuando estos pensamientos la sacudían, llamaba al perro y salían al campo, lloviera, nevase o hiciera sol.  Respiraba el aire puro del campo, mientras se distraía viendo al perro correr feliz, persiguiendo  algún animalillo.

Era consciente que la relación de Aisling con el abogado se afianzaba cada vez más y no tardarían en unir sus vidas.  Volvería a quedarse sola, porque aunque  su amiga siguiera trabajando para ella , no sería lo mismo;  tenía a alguien en su vida que coparía todas sus horas.  Pero eso era ley de vida y estaba contenta por ello, porque esa pareja se amaba entrañablemente y eran felices juntos.  Si al final vivieran juntos, Aisling tendría que hacerlo  en Londres y no sería lo mismo la comunicación por teléfono,  que directamente,  como tenían ahora.  Pero eso es el amor, algo que ella misma se hubiera planteado si las cosas no hubieran fracasado con Maxwell.  Claro que nada de lo que ahora tenían hubiera existido;  todo hubiera sido diferente.

— Me estoy haciendo vieja a pasos agigantados— pensó—.   Pero así es la vida ¿Salir de aquí? ¿Volver a Londres?  Posiblemente lo haga.  Allí está mi editorial y cada vez con más frecuencia he de asistir a algún encuentro con los lectores.  Terminaré la novela que tengo entre manos y cuando eso suceda, me plantearé de nuevo mi cambio de residencia.  Ha pasado el tiempo suficiente para dejar a un lado todas las dudas.

  El tiempo le dio la razón.  Su amiga y colaboradora vivía con Michael y pensaban en casarse.  Ella misma tenía que viajar más.

 Había publicado un nuevo libro y hacía la promoción todas las semanas, viajando constantemente de un lado para otro.  No tenía tiempo ni de respirar, y se lo pasaba en la carretera , así que optó por volver a la capital.  Para ello alquiló un apartamento amueblado.  No deseaba complicarse la vida más de lo que ya la tenía. En un barrio tranquilo y cómodo, no alejado del centro y en el que tuviera algún parque para que Chimbo no echara tanto de menos sus paseos por el campo.

El éxito de nuevo la sonreía y su nombre cada vez sonaba con más fuerza. Ya llevaba un año viviendo en Londres nuevamente. Aisling y Michael se habían casado y esperaban su primer hijo, pero ella seguía lo mismo y nunca más había coincidido por Maxwell.  Algunas veces pensaba en él ¿Cómo estaría? ¿Tendría más hijos?  De inmediato desechaba la idea de su cabeza.  La seguía doliendo y era incapaz de olvidarle definitivamente.  Era un hombre que la había marcado para el resto de la vida.  Pareciera que cuando tuvieron relaciones sexuales por primera vez, la hubiese marcado a fuego " esta mujer es mía, y sólo a mi pertenece"  Algo muy de la Edad Media, pero que en ella estaba en pleno vigor.  No le había olvidado y no se había vuelto a enamorar.  Moriría soltera y perteneciéndole en cuerpo y alma.

 Y así transcurría su vida y el tiempo.  Una mañana, recibió una llamada de su viejo amigo Philip, el editor para pedirla que se personara en la editorial, ya que tenían que hablar referente a su último libro, del impacto que estaba teniendo y de una entrevista que habían solicitado.  No se trataría de  tertulia, sino exclusivamente con ella.  Sería en un canal de televisión de gran alcance nacional y de antemano ya habían dado su parabién, así que requerían su presencia en las oficinas para hablar sobre el tema

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