domingo, 30 de abril de 2017

La infiel - Capítulo 7- Recuerdo en soledad

Y fue a visitar a su esposo, que permanecía somnoliento de puro aburrimiento.  Entró sin hacer ruido.  Encendió una lámpara de la mesita de noche, para que no le molestara , pero él, al sentirla, se despertó:

- Ah, ya estás en casa.  Has tardado mucho. Ya es de noche.
- Lo siento. tardé más de lo que pensaba, pero ya está todo solucionado.  Comienzo la semana próxima
-¿ Podrás con todo ? Deseo disculparme por mi reacción absurda de esta tarde Lo siento; hoy no es uno de mis mejores días. Te veo , bonita, joven, sana... Y yo aquí postrado
- Te pondrás bien, no te procupes. Has de tener paciencia; las cosas están siendo demasiado lentas, pero no podemos hacer otra cosa.


- No, Elva, se que eso no pasará.  Pero la parte sana de mi cuerpo piensa, desea, y sin embargo la otra parte no responde
- Te lo acabo de decir: paciencia, ya responderá.
- ¡ Maldita sea, no soy tonto! No estás entendiendo nada
- Si, Frederick, estoy entendiendo todo, pero tendrás que aguantarte, lo mismo que yo. ¿ Crees acaso que en todos estos años no he deseado nada? Soy una mujer joven y dormía contigo todas las noches, pero  ¿sabes? llegó un día en que me di cuenta de que no significaba nada para tí. Que otras ocupaban mi sitio, y entonces, aprendí a reprimir mis deseos y a no necesitarlos.  Haz tu lo mismo; sólo es cuestión de auto disciplina.  Y ahora lo siento, he de irme a trabajar.  En la cocina tenéis la cena.  Olivia se encargará de ti.Ahora trata de dormir; mañana te encontrarás mejor. Hasta maana, que descanses.

Frederick la miraba  extrañado.  Nunca le había mencionado nada de sus necesidades, pero estaba claro que tenía razón en lo que había dicho.  No había sido justo con ella.  La había despreciado por otra mujer,. No estaba siendo justo.  Le había pedido algo natural entre un matrimonio, pero ella había pasado de puntillas por el tema.  Ya no le necesitaba.  Lo había dicho claramente: había aprendido a vivir sin relación matrimonial. ¿ Cuándo había descubierto que su mujer es hermosa ? ¿ Ahora? ¿ Cuando ya no puede zascandilear con otra? ¿ Pretendía que ella le auxiliase ahora?  Tenía razón en sus reproches; tendría que aprender a renunciar al sexo definitivamente, puesto que ella no estaba en ello, y a él le era totalmente imposible buscarlo por sí mismo.


Esta vez el trayecto en autobús era más largo.  Iba con tiempo suficiente para ir en este medio de transporte.  El subway era más rápido, pero ella quería dilatar al máximo sus recuerdos, recrearse en ellos.  Sería su secreto.  Algo que nadie imaginaba,  ni siquiera sospechar.  Sólo ellos dos conocían el encuentro maravilloso, increíble que habían tenido.  ¿ Cómo sería la vida de James fuera del hospital?  Se dio cuenta de que poco sabía de él, sólo lo que Sheryl le había contado.  Pero no conocía su situación actual: si tenía novia, amante,...  Le había dicho que la amaba, que se amaban, y al menos por parte de ella, así era.  Había encontrado en él el consuelo y la comprensión que le hacían  falta, sin darse cuenta que por la compasión  iría por un camino más espinoso: el amor.  Algo extraordinario en la vida de una persona, pero desesperante si no eres correspondida o, como en su situación, tendría que ser  oculto a la vista de todos.  Entornó los ojos y reclinó la cabeza en el cristal de la ventanilla. Y volvió a sentir sus labios cálidos y posesivos en la boca de ella, las caricias de su mano recorriendo su rostro y su entrega total y absoluta de parte de ambos. ¿ Cómo había ocurrido? No fue nada planeado, ni buscado, sólo surgió.  Ella lo necesitaba, necesitaba esa demostración de amor incondicional, pero ¿ y él ?  Era un hombre guapo, inteligente, caritativo y apreciado por todos.  ¿ Se debió por su fracaso sentimental?  Creyó que había pasado el tiempo suficiente para que se hubiese enamorado nuevamente.Pero en su cabeza iba y venía la palabra compasión  ¿Daba lástima?  Nunca había comentado con nadie su falta de sexo marital, ni siquiera a Sheryl,  , su confidente lo sabía; pero era muy posible que todos lo imaginaban, dada la minusvalía de su marido.


La había dicho que la amaba. Pero quizá fue compasión por todo lo que sabía de ella. No importaba; la compasión denota tener un buen corazón y James lo tenía.  No fingía cuando la hizo suya.  Constantemente  decía que la quería, y pronunciaba su nombre con veneración. No.   Todo era cierto: se habían enamorado.  No importaba cuándo, ni cómo, ni por qué, sólo había ocurrido.  Posiblemente fuese su salvación de la locura.

La voz del conductor la sacó de sus pensamientos, avisándola de que llegaba a la parada solicitada.  Nuevamente había que volver a la cruda realidad.  A toparse de bruces con la vejez, y las dolencias que la aguardaban en esa casa, y en la suya propia. Pero apreciaba a la señora que cuidaba, porque la demostraba cariño y ternura, algo que tanto necesitaba, aunque sintiera una pena infinita por aquella mujer mayor, que debió ser joven y bonita, y que en cambio ahora necesitaba de todos.  Se deprimió aún más al pensar en ella. Pero había tenido una vida joven  amada por su marido y querida por sus hijos.  En cambio Frederick, sólo contaba con el cariño de su hija, porque ella, su esposa,  ya no sentía, ni tenía capacidad para amarle.

La infiel - Capítulo 6 - Descubriendo el amor

Habian descubierto algo olvidado en algún rincón de sus corazones.  Su encuentro sexual, no duró mucho.  No estaban en el sitio más indicado, pero no fue ese el motivo, sino sus necesidades mutuas tanto tiempo reprimidas.  Él se incorporó tendiento la mano a Elva que hizo lo mismo.  Se arreglaron un poco, lo suficiente para que nadie notase lo que acababa de ocurrir.  A él podría costarle una fuerte sanción, con riesgo de perder su licencia como médico.  No era ético tener sexo con una "paciente, aunque no lo fuese, y además en la misma consulta.

Abrió la puerta, por si alguna enfermera tuviera que pasarle algún recado y se sentó en su sillón frente a Elva, que cortada bajaba la vista.  Tosió ligeramente, como si hiciera un punto y aparte a su encuentro, y en realidad,  lo  era.Fue el fin de una decisión de libertad, de usus propias decisiones.



Bien, Elva... Esto ha sido...
- Lo entiendo.  No digas nada.  No pasa nada.  Creo que ambos lo necesitábamos.  Surgió el momento, y perdimos la cabeza. Creo que debo marcharme.  No sé si tendré fuerzas suficientes para mirar a la cara a mi marido.  Pero ha ocurrido, y no puede rectificarse.  Adiós James.  Deseo que todo te vaya bien, y olvida por favor lo que ha sucedido aquí dentro.
- Espera, no te vayas.  No ha sido un vulgar polvo. Ha sido algo muy especial, que ambos sentíamos, y no precisamente por necesidades fisióligicas, Ha ocurrido. Nos hemos enamorado, y no quiero ni puedo renunciar a ti.  Quiero que nos sigamos viendo, en otro lugar; no hay que correr riesgos innecesarios. En mi apartamento o en el lugar que tú elijas.  Créeme, no cometemos ningún crimen. Sé que no eres libre, que estás encadenada a tu marido por tu propia voluntad, pero lo que sentimos es más fuerte que nosotros mismos, y además, precisamente, tu situación, es injusta desde hace tiempo.  No tendremos más relaciones, si eso te hace sentir culpable, pero al menos podríamos tomr un café, cenar, en fin algún día vernos.  Podrás contar conmigo para todo.
- Pero es muy arriesgado para mi.  Pienso que sería muy difícil ocultarlo, porque lo que he sentido contigo, me cambiará y no podré ocultarlo.  No se fingir ni mentir. Además me comprometí conmigo misma, que nunca, mientras viviese me alejaría de él. Por eso creo que será mejor decirnos adiós y ahora.
- No.   Me niego.  He conocido el amor noble y leal en ti, y no estoy dispuesto a renunciar a él.  Esperaré el tiempo que sea necesario, pero quiero verte.  Además mi llamada fue por una propuesta, y pienso que eso nos permitiría vernos, aunque fuera eso solmente.  Deseo que vengas al hospitalcomo voluntaria.  Nadie mejor que tú sabe cómo hablar a los familiares en situaciones límites porque lo estás viviendo. Nadie mejor que tú puedes contarles cómo actuar.   Recibirías un pequeño salario para tus desplazmientos, y bien que lo siento, porque aunque la labor es encomiable, la palabra lo dice todo " voluntariado".


 Sé que no andáis muy sobrados de dinero, y eso es otra cosa que me duele, que no asimilo muy bien.  Quiero aydarte y no sé cómo.  No puedo darte dinero porque no podrías justificarlo y eso te crearía más problemas que arreglar la situación, que bastante complicada la tienes. No sé qué hacer.  Nunca me he visto en algo como esto.
- Te lo agradezco James, pero no es necesario. Acepto tu empleo, pero tendrá que ser medio día., porque el otro medio lo tengo ocupado con una señora enferma, por las noches.
- Pero ¿ cuando vas a descansar? Aquí tendrías que venir por las mañanas.
- No te preocupes, con pocas horas de sueño, tengo suficiente. Pero al menos me permitirá salir por unas horas de casa.  Esta mañana ha estado a punto de darme un bofetón, y ese es un escalón más.  Seguramente la próxima vez no podré esquivarlo.  Se lo perdono porque sé que está mal, muy mal.  Se ve impotente y conoce que su hora se acerca, y yo también, pero sufro por mi hija, que no se hace a la idea de que su padre está llegando al límite.  Y ahora me voy, es muy tarde; nos hemos entretenido mucho y dije en casa que llegaría temprano.

Se besaron y abrazaron nuevamente.  Posiblemente fuera su despedida, aunque en ese momento lo habían desechado de sus cabezas.  Con la solicitud de voluntaria en el bolso, salió del hospital.  Nuevamente tomó el autobús que la conduciría a su casa; miró su reloj y comprobó que habían pasado más de tres horas desde que salió.  Olivia, seguramente hacía tiempo que estaría de regreso del instituto, así que, por el camino, se fue preparando para recibir una buena reprimenda, bien de Frederick o de Olivia.  Se aisló totalmente de ello, para pensar únicamente en su encuentro con James. Y revivió segundo a segundo, lo que había pasado con él, cómo y de qué manera había sucedido todo.  Esa sería su válvula de escape a todo lo que la aguardaba al entrar en casa

Sin mediar saludo alguno, su hija salió al encuentro de la madre.  En su semblante había furia, pero Elva ni se inmutó.  Se había preparado durante todo el trayecto, en el autobús, para ese encuentro esperado.  Y aún esperaba  el de su esposo. Pero, francamente, habían  dejado de importarle los reproches y malos humores de los habitantes de aquella casa.

-¿ Dónde has estado? Fíjate la hora que és- dijo a su madre enseñándole su reloj de pulsera
- Lo sé perfectamente, pero no he podido llegar antes.  Lo siento, pero estando tú, no creía fuera necesaria  mi presencia.  Además cuando me fuí aún estaba la enfermera. Aguardaría a que tú llegases para irse.  Todo estaba controlado.
- Pero es tu obligación estar aquí.  papa te necesita constantemente.  Podría haber surgido algún contratiempo...
-Tienes mi número de móvil. Podrías haber comunicado conmigo si hubiera sido necesario.  Por otra parte, fui a entrevistarme para un empleo
-Pero... ¿ cómo vas a trabajar ?  Ya tienes uno
-Pues otro más. Este me satisface plenamente.  No ganaré mucho, pero si en autoestima que falta me hace
- ¿ Y qué pinta aquí la autoestima?
- Mira Oliva.  Me duele la cabeza, es tarde y aún he de ir a ver a tu padre e irme a trabajar, así que dejémoslo aquí. Tu no eres la persona más indicada para reprocharme nada. ¿ Te has preguntado alguna vez lo que es de mi vida? ¿ Te has preocupado si me sentía triste, si estaba enferma, si cansada ?  No lo has hecho nunca en todos estos años.  Mientras fuiste pequeña, era lógico, pero ahora eres ya una joven que parece ser has tomado las riendas  de tu padre. Ya no hago falta para nada. Y ahora si me perdonas...



Dejó pasmada a Olivia.  Nunca le había hablado tan clara y con tanta razón.  Algo había cambiado a su madre durante estas horas.  Nunca se había quejado, nunca había hecho un reproche, al contrario trataba con infinita paciencia a su padre, y hasta ella, a veces, perdía los nervios.  La vio salir de la habitación cavilando qué era lo que había ocurrido con quién había hablado ¿ qué pasaba ?-


sábado, 29 de abril de 2017

La infiel - Capítulo 4 - Una llamada en la madrugada

Ya en casa, en su dormitorio, Elva lo miraba todo como si fuese la primera vez que lo viera.  Todo permanecía en su sitio, estaba lo mismo, pero después de tanto tiempo fuera de casa, le resultaba extraño. Se sentía algo cansada y, se tumbó en la cama  Hacía tres días que Frederick le había pedido perdón, y echó la vista atrás, recordando el día que recibió la noticia de su accidente. ¿ Cuánto había pasado dos, tres años? o quizá menos.  : Había perdido la noción del tiempo.



En el silencio de la noche, aquella llamada de teléfono aún retumbaba en sus oidos. Se despertó sobresaltada al escucharlo.  Pasó su mano sobre las sábanas y se dio cuenta que Frederick aún no había regresado.  Un mal presentimiento invadió su cabeza. ¿ Habría tenido un accidente?  Miró el reloj y vio que eran las cinco de la madrugada.  Sin duda sería una mala noticia; nunca había llegado tan tarde.

Muerta de miedo, descolgó y escuchó una voz al otro lado que no le resultaba familiar.  A la velocidad del rayo, su cabeza pensaba, pasando de una idea a otra

- Quizá sea una equivocación -, se dijo.  Pero no lo era.  Un  policía le  anunciaba  que su marido había tenido un accidente y estaba ingresado. Y le rogaban  fuera lo más rápido posible, porque su situación era de extrema gravedad.  Estaba perdida tratando de asimilar lo que le comunicaban y entonces, sin saber porqué hizo una pregunta que en realidad sabía, pero para ella fue primordial el saber que estaba en lo cierto

- Perdone, ¿ iba solo?
- No señora, le acompañaba una joven que ha resultado muerta - Y sólo pudo decir
- Gracias. Voy para allá inmediatamente.

Olivia había oído también el timbre del teléfono, y al ver que su padre no estaba y que Elva estaba pálida como una muerta, supuso  que su padre estaba ¿ muerto?., preguntó angustiada.  A Elva no le salían las palabras de la boca, por eso respondió a su hija con la cabeza indicándole negativamente.

- Hemos de ir al hospital de inmediato - Es todo lo que pudo decir.


Y llegaron cuando le estaban interviniendo.  Esperaron horas ante el quirófano.  Olivia lloraba sobre el regazo de su madre, que había omitido el fallecimiento de la otra persona. Evitaría supiera que su padre iba con una amante, una de tantas. Le tenía sobre un pedestal, y ahora lo que menos necesitaba era saber que su padre era un redomado sinvergüenza  Ya tendría tiempo de explicárselo.

  Era media mañana, cuando la puerta del quirófano se abrió dando paso a un médico, que les informaría de todo.  Las miró y buscando las palabras más suaves que se le ourriera, pero sin disfrazar la gravedad, les diría todo lo ocurrido.

- ¿ Son ustedes familiares  de Frederick Shephard? - Con voz débil, Elva respondió.

 Ahora era ella el cabeza de familia; tenía que ser fuerte por su hija que estaba destrozada y temerosa de lo que tendrían que decirles.
- Así es doctor. Somos su hija y su esposa.
-¿ Están ustedes solas, no les acompaña nadie?
 -No doctor. Los padres de mi marido viven en el extranjero. Somos su ´única familia en estos momentos.
Bien, pues acompáñenme a una sala.  Hemos de sentarnos; les explicaré todo cuanto hemos hecho y lo que queda por hacer

El médico amablemente, las condujo hasta un pequeño despacho dentro del departamento de los quirófanos.  Era una sala de descanso de los médicos. Las hizo sentarse y les sirvió sendos vasos de agua.  A Elva todos estos preparativos la llenaban de alarma.  Pensaba que iban a decirles que posiblemente falleciera en las próximas horas, o que no habían podido hacer nada por su vida, o... Cortó sus reflexiones cuando el médico comenzó a explicarles la situación del paciente:


- Le hemos pasado a la UVI. No voy a engañarles ni a darles falsas esperanzas; está muy, muy grave.  Las siguientes veinticuatro horas serán decisivas para saber si hemos conseguido salvarle la vida.Le  podrán ver a través de un cristal.  Estará sedado y por lo tanto dormido durante bastantes horas.Las lesiones que ha sufrido son muy serias. Ha perdido un riñón y el otro está seriamente dañado.  Si conseguimos salvarle, tendrá que someterse a diálisis hasta ver si se puede hacer un trasplante, pero eso será a largo plazo, cuando esté recuperado.  Se ha lesionado la columna, y ha quedado inválido de medio cuerpo hacia abajo.  No podrá caminar ni podrá tener ninguna función que dependa de esa parte del cuerpo.  Irá sondado para evacuar la orina y las deposiciones veremos como las realiza, o si tendrá que llevar una bolsa para ello.  Eso se verá más adelante, a medida que veamos su evolución. Podrá pensar, ver , oir y moverse de medio cuerpo hacia arriba, pero no podrá tener relaciones sexuales. Como la he dicho, toda esa zona está paralizada.  Lamento darles estas noticias, pero ha sufrido unas lesiones muy, muy graves.  Es joven fuerte y sano, así que de momento descartamos su muerte, pero el organismo no sabemos como reaccionará.  Por eso les repito que las primeras veinticuatro o cuarenta y ocho horas, serán decisivas, pero deben estar preparadas por si acaso surgiera alguna complicación.   Podrán consultar conmigo o con cualquiera de los doctores que hemos intervenido en la operación. Hemos sido  Urología, Traumatologia y Neurología, por si tuviera alguna lesión neurológica, cosa que no ha ocurrido.  De momento no puedo darles más información hasta pasadas  unas horas.  Podrán saber su evolución hablando con el internista de la Uvi, que les atenderá a cualquier hora del día o de la noche, pero verle , solo podrá ser cinco minutos por la mañana y lo mismo por la noche.  Y ahora vayan a descansar aquí no pueden hacer nada.
-¿ No podemos estar aquí? No le molestaremos - dijo llorando Olivia
- ¡ Claro que sí! pero tendrá que ser en alguna sala de espera.  Esta sección ha de estar totalmente despejada por el bien de los pacientes. Si van a cafetería o van a estar en la sala, avisen a la enfermera del control para que sean localizadas inmediatamente si surgiera algo. ¿ Desean hacerme alguna pregunta?
- No doctor, gracias.  Nos lo ha explicado todo muy bien y muy claro.  Ahora debemos pensar en nuestra actuación, cuando hayamos asimilado la noticia.
- Bien, pues entonces, si me lo permiten, me retiro.  Ha sido una noche muy larga y dura.  Buenos días.


viernes, 28 de abril de 2017

La infiel - Capítulo 3 - Ingreso por una noche

Ambas mujeres se quedaron preocupadas e inquietas ante la prescripción médica. Había llegado al límite y las cosas eran para tomárselas en serio.  Física y anímicamente tenía un agotamiento atroz, aunque suponía que había algo más que la analítica no revelaba, ni ella tampoco.  Por eso decidió, y así se lo comunicó, dejarla ingresada al menos por esa noche.  Elva a regañadientes y ante la imposición del médico y de su hija, aceptó, pero con la condición que fuera en la misma habitación de su marido.
Se sentía obligada a ello, a pesar del distanciamiento con Frederick, pero ¿ cómo abandonarle en ese estado?  Su conciencia no se lo permitía a pesar de todo.  Luego estaba su hija; la perdería irremediablemente ,porque no comprendería su actitud. Ignoraba que se iban a divorciar antes de que ella naciese.  Ignoraba que el accidente lo provocó una de sus queridas, que borracha, se empeñó en conducir, cuando no estaba en condiciones, y que la produjo la muerte en el acto, y a su marido le dejó inválido para siempre, y a ella le había roto su vida, sin tener arte y parte en sus devaneos. ¿ Eran motivos suficientes para una depresión? Naturalmente que si, pero   Se sentía atrapada entre la compasión y el deber. Nadie sabía que sus relaciones sexuales no funcionaron bien nunca, y casi eran inexistentes cuando se casaron.  Era una mujer joven y sin embargo, también a eso debía  renunciar.

Por fin, James aceptó e hizo todos los trámites para su traslado a planta.Le causaba mucha pena la situación de esa mujer, pero presentía que había algo más que no se sabía. Comprendía la preocupación, pero no sabría explicar el porqué de todo ese despego hacia ella del marido y las pocas muestras de afecto que entre  ellos  mostraban .  Hablaría con el psiquiatra a ver si conseguía una cita para ella y poder averiguar lo que en realidad la ocurría. ¿ Por qué se involucraba tanto?No le habíá ocurrido nunca, con ningún paciente. Era sumamente extraño. Esa noche tenía guardia, así que pasaría a verla al comenzar su  turno.  Mientras tanto,  hablaría con Louis para comentarle lo ocurrido y de paso hablar con Edward, el psiquiatra.

Sentía la curiosidad por saber el por qué ella había ido a buscarle.  Pensó que sería por las palabras que habían mantenido, en que él se ofreció a ayudarla cuando lo necesitase.  Pero nunca creyó que fuera tan pronto, y que en verdad se lo tomó al pie de la letra, algo que su ofrecimiento fue  de corazón.

El turno de noche era tranquilo tanto en la UCI infantil, como en su departamento de Pediatría. Comenzó la última ronda y a su final, decidió ir a la planta  de Urología donde estaba internado Frederick. Entró despacio, sin hacer ruido, para no despertar a los allí internados, pero Elva permanecía despierta. Con la cabeza girada hacia un lado, contemplaba la noche a través de la ventana. No se veía nada, oscuridad absoluta, pero seguro que ella no quería contemplar el firmamento y las estrellas, era su postura normal; estaba sumida en sus pensamientos, como siempre.


Llegó hasta ella, y le agradeció con una sonrisa su visita nocturna.  Tenía una bonita y triste sonrisa, las pocas veces que se la veía sonreir. Él la miraba tratando de entrar en sus pensamientos, en lo que quiera que la preocupaba. La situación delicada del marido, seguro que no sería, ya que hacía tiempo que ocurrió y su mentalidad lo tenía asumido.  Entonces ¿ qué la torturaba?  Esa mujer era un enigma para él; le tenía obsesionado ¿ Por qué no podía borrarla de su cabeza?  Por su profesión veía tragedias a diario, pero nunca se había visto involucrado tanto, como en esta ocasión.

  Hablaban bajo para no despertar a Frederick.  La tomó el pulso y midió la temperatura.  Todo parecía normal y se recuperaba poco a poco. .  Si todo seguía así le daría el alta esa misma mañana, con la promesa de que dormiría al menos unas horas durante la noche y procuraría cuidarse y distraerse en algo que no fuera la enfermedad de su marido.  Insinuó que podrían establecer turnos entre su hija y ella si es que no deseaban dejarle solo.  Ella sonrió y dijo muy bajito

- Olivia es muy joven, casi una niña. No está acostumbrada.  Yo lo seguiré haciendo
- Pero si no se cuida, caerá enferma y entonces ¿ qué ?
- Agradezco su interés, doctor.  Soy fuerte y resistiré, no se preocupe.  Gracias de nuevo por su ayuda..

James se despidió y volvió a incorporarse a su departamento.  Era ya mediodía cuando volvió a la habitación para llevarla el alta y comprobar que estaba mejor. Si,  lo estaba, pero insistía en no moverse de allí.  Al salir el médico Patrick la llamó y habló con ella.

- Escuché anoche las recomendaciones que te hizo el doctor. Te agradezco lo que estás haciendo por mi, después de que he sido el causante de todo.  No tengo derecho a retenerte aquí.  Llevas mucho tiempo, demasiado, siendo una esclava por mi causa. Quisiera dar marcha atrás para rectificar mi conducta, pero no puedo, ya no..  Debes hacer caso al doctor.  Si cayeras enferma ¿ quién me cuidaría?  La niña es demasiado joven y no te tengo más que a tí, así que debemos cuidarte porque ignoramos el tiempo que durará esta situación, y mucho me temo que será largo, si es que alguna vez me recupero, al menos un poco
- Fred , no digas eso.  Vas a ponerte bien, ya lo verás.  No debes preocuparte por mi; yo estoy bien. Sólo que  me sentía cansada por cosas de mujeres, ya sabes...
- Lo que más deseo es tu perdón. Se que eres buena y generosa, pero ha sido tanto el daño que te he hecho, que dudo me perdones.
- Shsss, calla. No hablemos de eso ahora; ya habrá tiempo.  Trata de descansar
-Y tú también.  Y tú también - Cerró los ojos e intentó dormir. Al fin, se había sincerado con ella.  Había sido como una confesión, o quizá su conciencia le gritaba que debía pedirla perdón por todo.  Siguió pensando en ella.

Había tenido suerte: era una esposa excelente, cariñosa y preciosa, aunque él se casara porque debía guardar una apariencia de honorabilidad, y  dar la sensación de respeto ante sus clientes y en el bufete en el que trabajaba.  No la quiso nunca y cumplía como marido muy de tarde en tarde, a pesar de que ella le requería.  Pero siempre encontraba una excusa para eludir su función como esposo. Hasta que llegó un momento en que ella dejó de buscarle , y a él le resultaba totalmente indiferente.  Había conocido a Gladys.

Era una explosión de sensualidad, alegría y entusiasmo.  Comenzaron con una cena algún fin de semana; siempre en secreto: no podía trascender esa relación. Después, los encuentros fueron más frecuentes, hasta que se veían casi a diario en el apartamento de ella.  Sus encuentros sexuales eran explosivos, muy diferentes a los que tenía con su mujer, casi inexistentes, por cierto.

Llegaba a su casa de madrugada, demasiadas veces a la semana.  Entraba en la habitación de su hija, y allí se detenía un momento, pensativo.  Después iba a su dormitorio, en el que Elva fingía dormir, aunque no lo estuviese.  Y así transcurrieron varios años, durante los cuales Gladys iba sembrando la duda en la cabeza de Frederick y comenzó a pensar que quizás Elva tuviese razón cuando le planteó el divorcio  ¡ Ojalá la hubiera hecho caso antes!  Ahora estaría casado de nuevo pero con una mujer muy distinta a ella de la que estaba profundamente enamorado.

Lo había decidido. ¡ A paseo el bufete ! su vida privada le competía sólo a él.  Estaba decidido : se divorciaría y se casaría con Gladys.  Esa noche lo celebrarían.  Puso una excusa, otra más, y no iría a cenar con su familia.  A Elva, ya le era indiferente; sabía perfectamente de sus andanzas, pero ya no la dolían, al contrario le aliviaba que tuviera sus relaciones fuera de casa y a ella la dejase tranquila en la cama.


Al salir del restaurante, Gladys se empeñó en conducir un nuevo coche que se había comprado Frederick.:

- No puedes, cariño.  Has bebido bastante y si nos para la policía, tendré un serio disgusto, y puede darse el caso de que me quiten la licencia. Así que no, conduciré yo. - Pero Gladys le acariciaba y besaba y Fred, cedió ante ella
- Está bien, pero no vayas deprisa.  No quiero correr riesgos inútiles.

Fue en una curva tomada demasiado deprisa, por la inconsciencia del alcohol.  Algo se interpuso en su camino, y Gladys perdió la dirección del coche, dio un volantazo y se estrellaron contra un gran árbol que había en el arcen de la carretera.  Ella murió en el acto, y él, ya sabemos cómo quedó. Deseó muchas veces que hubiera sido su mujer la que hubiera muerto en lugar de su amante, a la que lloró durante mucho tiempo.

Tres días después  de la visita del médico a la habitación, les darían el alta.  Se irían a casa, a esperar un nuevo ingreso que no tardaría en producirse.  Elva quiso despedirse de James que tanto se había preocupado por ella, y se dirigió a su planta, ahora , si , sabiendo donde iba.  Estaba ocupado pasando visita, así que arrancó una hoja de su agenda y le escribió unas palabras de agradecimiento.  Lo entregó en el control, con el fin de que fuera entregado a James.  Cualquier día se pasaría a ver si tuviera más suerte y pudiera dárle las gracias personalmente.

lunes, 10 de abril de 2017

La infiel- Capítulo 5 -Un porvenir incierto

Los días, los meses que siguieron fueron una tortura para Frederick y su familia.  Tenía un humor de perros y descargaba su frustración con quién menos debía, con la víctima propiciatoria, es decir con Elva. Toda su vida, estable, de éxito, se había derrumbado cual castillo de naipes. En el despacho donde trabajaba le dijeron que tendrían que rebajarle el sueldo y que de momento, al no poderse desplazar hasta la oficina, le darían algunos legajos para estudiar en casa y asesorar a los abogados que llevasen un determinado caso.  La póliza de seguros cubría los gastos de hospital  y cuidados que requiriese, pero sólo durante un tiempo determinado.

Y poco a poco se fueron acostumbrando a su nuevo status, bastante más bajo del que tenían antes del accidente.  Se mudaron a una casa más pequeña y más barata.  Al principio precisaron de una enfermera que les ayudase a manejar su cuerpo casi inerte, a enseñarles, en una palabra cómo enfrentarse a la vida diaria con las limitaciones que él tenía.  No volvieron a dormir juntos, En una misma habitación, pero en camas separadas por el bien de ambos.  Y, aunque no del todo, fueron asimilando la tragedia y acostumbrándose a su nueva vida.



Había pasado el tiempo y los ahorros se agotaban con la misma rapidez que el seguro médico. Se buscaría un trabajo. Por la experiencia adquirida en el cuidado de Frederick, bien podría ser acompañante de algún enfermo en hospitales, o en casa.  Se había convertido en una experta.  Se sentía cansada, agotada y sin ganas de vivir. Pero tenía que seguir adelante por su hija.  No quería a su marido.; el  poco amor que les quedaba, se había perdido, pero no le abandonaría a su suerte.

El doctor Mulligan había hablado con el psiquiatra y le mencionó la situación de estrés que padecía la joven.  El especialista le dijo que pasara por la consulta.  Y por tal motivo, la llamó para que volviese al hospital porque tenían que hablar.:

- ¿ Referente a qué, docrtor Mulligan?
-Elva, tiene que venir a la consulta de psiquiatría. Mi compañero va a ayudarla.  Necesita ayuda.  Sola no podrá remontar el problema. Y me preocupa
- Se lo agradezco doctor, pero no es necesario
- ¡ Ya lo creo que lo es - Venga. Charlaremos simplemente.  Sólo eso. Pero ha de salir de su casa, de ese ambiente y despejar su cabeza.  Soy su amigo Elva, no l.o olvide.

Y fue un día especialmente complicado.  Frederick no se encontraba en su mejor momento, tanto física como anímicamente. La regañaba por cualquier cosa, la gritaba sin motivo alguno.  Hasta que no pudo más, y recordó las palabras del médico: " salga de ese ambiente y despeje su cabeza".  Quizá había llegado el momento de acudir al hospital, aunque fuera para charlar con James. Sonrió al recordar; le había impactado el interés que se había tomado con su caso. Era un hombre guapo, y según le contó Gladys, estuvo muy enamorado de su novia, que dejó plantado, casi al pie del altar


- Suerte de esa chica.  Es un hombre excelente y además la adoraba.  ¡Estaba loca, haber perdido un mirlo blanco como él ! ¿ Por qué estoy pensando en estas cosas? Creo que tengo derecho, al menos, de pensar libremente.  Total, nadie va a enterarse..

Revisó su armario, bastante mermado en ropa y eligió uno bonito, y que además la favorecía mucho. Por primera vez en mucho tiempo, se maquilló ligeramente, se peinó con cuidado y para remate, se perfumó con unas gotas del casi ya agotado frasco de perfume, que conservaba para  momentos especiales, y que era algo de su anterior vida.

- Tengo que salir - dijo escuetamente a su marido y a la enfermera que le administraba en ese momento los medicamentos. - Volveré pronto; cuando llegue Olivia del instituto, ya habré regresado
- ¿ Se puede saber dónde vas?
- He concertado una cita para un trabajo - ¿ Por qué le había mentido?  Pensó que se ahorraba explicaciones y resultaría todo más fácil.

A la puerta de su casa tomó un autobús, que la dejaría cerca del hospital.  En Recepción dio el aviso de su visita para el doctor Mulligan y subió hasta la planta en donde el médico salió a recibirla a la puerta.  Se quedó admirado al verla.  No es que estuviera espectacular, es que sencillamente, el poco arreglo que se había hecho, realzaba la belleza natural de ella.  Por un momento se había olvidado de  que era su  médico y confidente, , pero también amigo y se confesó así mismo que sería fácil enamorarse de ella, si no fuera por la barrera que tenía en su vida: un marido enfermo y una hija adolescente que jamás la perdonaría otra relación que no fuese la de su padre.


Avanzó hacia ella con el brazo extendido a modo de saludo.  Entraron en la consulta.  James la miraba más fijamente, y ella se sonrojaba, pero a la vez sonreía satisfecha.  Necesitaba que alguien la admirase por ella misma, y no por el sufrimiento que llevaba consigo.  Él sólo la miraba, y parecía que le costaba romper el silencio existente entre los dos.  Había como una corriente extraña que les mantenía mirándose, sin hablar, pero que en sus ojos se podía leer lo que sus bocas callaban, pero sus pensamientos expresaban.  Y fue una sorpresa para ambos el descubrir algo que ni siquiera pensaron que pudiera ocurrir.  Pero allí estaba, empujándoles.  James dio un paso y Elva fue hacia él.  Cuando quisieron darse cuenta, sus bocas estaban unidas en un abrazo.

Por primera vez  Elva sintió correr la sangre por sus venas. Y volvió a sentir los mismos impulsos que sintió cuando, hace mucho tiempo, se enamoró de su marido.  Sólo que ahora sabía que Frederick nunca la había amado y que su amor por él se había desvanecido con su indiferencia.  No la importó que ese abrazo durara poco, que ese beso abrasase su boca, que tuvieran que separarse en un minuto, y que tendría que volver a su casa y convivir con el panorama del día a día.  Quería sentirse viva al menos por esa vez.  No la importaba que él se olvidase de ella al salir de esa consulta y no volvieran a verse más.  No la importó que el objeto de esa visita fuese buscar un trabajo, y que eso mismo sirvió de excusa para salir de su casa. Y no la importó que Frederick estuviera postrado en una cama para el resto de su vida, porque recordó que no fue ella la causante de eso, sino que iba con otra mujer.  Justo sería que ahora ella necesitaba el desahogo que su cuerpo pedía, tanto tiempo sin recibir ninguna caricia de su marido.


Era una mujer joven plena de salud y belleza.  Con un manantial enorme de amor deseando darlo a manos llenas, y él tenía su corazón roto, desde que otra le despreciara por irse con un aventurero.  Tenía entre sus brazos a una mujer hermosa, y deseosa de amor, al igual que él.  Pero no de un amor cualquiera, que eso podía conseguirlo con facilidad, sino de un amor pleno y sincero como Elva era capaz de sentir y de dar. La estrechaba contra su pecho, y podía sentir sus acelerados latidos del corazón, sintió un calor recorriéndole el cuerpo, y unos deseos irrefrenables de poseerla, allí mismo, sobre la camilla de reconocimiento, y no lo pensó más, cerró la puerta con llave y ambos se poseyeron en una pasión ardiente y desenfrenada.  Ambos lo habían disfrutado.  Ambos estaban necesitados de aquello que había sucedido.
Se miraron fijamente a los ojos, sin hablar, acariciándose, y en ese momento supieron que se habían enamorado hacía mucho, antes de que aquella tarde, sin saber cómo,surgiera el deseo de pertenecerse, y olvidarse del mundo y de todo.

lunes, 3 de abril de 2017

La infiel -Capítulo 2 - Saludo intrascendente

El olor a formol la golpeó una vez más al entrar en la habitación en la que Frederick había sido ingresado.  Nuevamente el riñón fallaba y las infecciones se sucedían. ¿ Tendrían posibilidad de un trasplante?  Portaba en sus manos un café para ver si la entonaba algo el malestar que sentía.  para colmo, estaba con la regla, lo que aumentaba más su depresión y mal humor.  De golpe, sintió que no quería tomarlo, que tenía que salir de allí y respirar un poco de aire fresco. Lo tiró en una papelera y por una puerta lateral, saldría al jardín.  Echó una mirada a su marido sin siquiera entrar en la habitación. Estaba sedado y vigilado constantemente por las enfermeras.  Podría, al menos, permitirse el lujo de pasar un rato al aire libre. Y así lo hizo.  Respiró hondo inundando sus pulmones de aire puro sin contaminaciones hospitalarias, y sin olores que la recordaban constantemente que estaban allí, ingresado su marido, pero también ella al pie de su cama.


Hacía una mañana preciosa de comienzos de primavera, y un sol radiante lo inundaba todo. Florecian los tulipanes en los parterres que adornaban la entrada al hospital.  Lo rodeó todo tratando de despejar su cabeza, que constantemente tenía ocupada por la angustiosa situación que vivían.  Junto a la entrada del recinto, estaba la cafetería, y era un lugar agradable con algunos bancos entre la sombra de árboles y arbustos cuyo olor a ozono y a hierba recién cortada, fue un bálsamo para su olfato.  Se sentó en uno de ellos para, simplemente, ver quién entraba y quién salía.

Ya había entrado el turno de mañana, y estaba saliendo el de la noche, por lo que la cafetería estaba bastante concurrida por los doctores y enfermeras que terminaban e iniciaban su turno.  Ella tenía una guardia constante las veinticuatro horas del día.  Rió ante esta observación y fijó la mirada, sin ver, en un punto determinado,más allá de la verja que cerraba el complejo hospitalario.

Aparcando un coche estaba el doctor James Mulligan, pediatra y obstetra, aunque no ejerciera en esta última especialidad, sólo en pediatría..  Era un hombre cercano a los cuarenta años, simpático y bien parecido que causaba estragos entre las compañeras del oficio. Sonreía casi constantemente, se le veía tranquilo siempre, y todos le consideraban feliz.  En esta etapa si lo era, después de haber atravesado una crisis emocional en tiempos pasados. Todos los compañeros le consideraban buena y servicial persona, que tomaba como propios los problemas de las personas a las que atendía.  Había sido internista de la UVI, pero llegó un momento en que sus emociones le superaron, y cambió ese destino por el de pediatría, a pesar de que también sufriera cuando algún niño no conseguía salir adelante.

Estuvo a punto de convertirse en un hombre casado, cuando su prometida rompió con él.  Su novia  era incapaz de soportar los sacrificios que imponía la profesión médica, y le dejó plantado a tres meses de la boda por un periodista con el que se dedicaría a, según ella, conocer mundo.  Fue un duro golpe para el médico que le costó remontar. Se dijo a sí mismo que no había nacido para casado; elegíría su profesión antes que la vida familiar, por lo que a partir de ese momento, se dedicó de pleno a ayudar a la gente sin volver a pensar en amoríos.


Decidió tomar  un café antes de subir a la consulta, miró su reloj y vio que aún tenía tiempo de sobra, y decidido cruzó la verja y se dirigía a la cafetería, cuando vio a una mujer sentada en uno de los bancos con los ojos entornados recibiendo de pleno los rayos del mañanero sol.  Era como si esa escena ya la hubiera vivido, y recordó de golpe una visión pasada en la sala de espera de la planta de rehabilitación.

- ¡ Claro es aquella mujer del marido tan hecho polvo ! ¿ Cómo se llamaba?   ¿ Cómo la nombró Louis ?  A... No Elva, eso es Elva.  ¡Pobrecilla ! sigue en las mismas,  por lo que  veo.

Giró sobre sus pasos y fue hacia el banco ocupado por ella

- Buenos días. Veo que ha madrugado mucho
- Buenos días.  Diga mejor que no me he ido
-¿ Está ingresado de nuevo?¡ Oh perdone ! Soy amigo del doctor Foster, no sé si recuerda, porque hace días, nos vimos por casualidad cuando íbamos a su consulta.
 -Lo siento, no lo recuerdo.
-Tenía jaqueca- respondió el médico
- Ja, ja, ja,  ¿ y cuando no? - dijo sonriendo ella

El la miró detenidamente.  Tenía los ojos apagados y ojerosos, con ojeras violáceas que denotaban la falta de descanso.  Desde un principio sintió lástima por ella, por su situación y la de su marido. Pensó en hablar con Foster a ver de que manera pudieran ayudarla, al menos a no tener la moral tan sumamente baja como ella la tenía.  No era de extrañar que así fuera.

- Bueno, he de ir a mi trabajo.  He tenido mucho gusto en saludarla.
-Muchas gracias doctor, ha sido muy amable.
- Si necesita algo,cualquier cosa, búsqueme en la planta de Obstetricia y Pediatría
- ¿ Es Obstetra?
- No exactamente. Cuento con esa especialidad, pero me he dedicado a la pediatría.  Los niños dan menos disgustos que los adultos., y, ocasionalmente estoy  en  la UVI infantil. Así que ya sabe donde poder encontrarme.
- De nuevo gracias.

Entro en la cafetería bajo la mirada de Elva. Sonreia ante la amabilidad del doctor.

- Posiblemente sea el único médico que no me conoce - pensó - Llevo tanto tiempo aquí metida y causando tanta compasión, que me he hecho popular entre todos. ¡ Vaya ! -. Y nuevamente volvió a su posición recibiendo el sol en el rostro.

- ¡ Qué bien se está aquí ! -suspiró.  Y entornando nuevamente los ojos, poco a poco, se quedó dormida.


La alarma de una ambulancia, la despertó bruscamente sobresaltándola. En un principio no se daba cuenta muy bien dónde estaba, aún medio adormilada. De golpe recordó todo.  Miró su reloj y comprobó que habían pasado más de dos horas

- ¡ Dios mio, Frededirck ! ¿ Cómo he podido quedarme dormida ? Quizá me haya llamado y no estaba allí.

Rápidamente emprendió el regreso a la habitación de su marido.  El permanecía dormido, pero una furibunda Olivia, la recibió con reproches y malos modos.

- ¿ Dónde has ido ? ¿ Cómo se te ha ocurrido dejarle solo?
-He salido al jardín y me he quedado dormida
-¿ Dormida? Eres una irresponsable. Si tenías intención de salir, debiste avisarme y yo hubiera cubierto tu turno
- Sólo salí a tomar un poco de aire Y no estaba solo: las enfermeras entran constantemente. No es necesario que me regañes. Llevo aquí metida durante mucho tiempo y lo  necesitaba
- Pero te has dormido ¿ dónde lo has hecho?
- En un banco del jardín. Estoy rendida.  No duermo ¿ sabes? Necesito respirar de vez en cuando, para variar


- ¿ Y él , acaso no necesita de nuestros cuidados?
- Y los tiene.  No he hecho otra cosa desde que se accidentó. Además, no eres quién para reprocharme nada.
- Se trata de mi padre ¿ sabes?
- ¡ Yo soy tu madre! Y estás siendo muy injusta conmigo

No podía soportarlo más, y salió de la habitación sin rumbo fijo. Fue en busca de Gladys, pero en ese momento estaba en urgencias.  Desorientada, pero con una angustia que la oprimía el pecho,   Sin saber cómo, sin siquiera darse cuenta, se dirigió a la planta de Pediatría. Él había sido la única voz amable que había escuchado en ese día recién despuntado.. Le zumbaban los oidos, y su visión se nublaba, iba a desmayarse, y buscó un asiento o algo en lo ue apoyarse.  Había llegado a Pediatría.  llamó a la puerta y fue respondida por la voz del médico

- Adelante

No pudo más y se desplomó al suelo.  Al escuchar el ruido producido en el exterior, James salió a averiguar qué lo había producido.  Al abrir la puerta se encontró con Elva, en el suelo, sin sentido. La tomó en brazos y la introdujo en su consulta., llamando a una enfermera. La tumbó en la camilla y procedió a reconocerla. La enfermera llegó rápidamente y James comenzó a dar órdenes.. Tomó su tensión y comprobó que la tenía baja.  Desabrochó el botón de sus pantalones, y poco a poco Elva volvía en sí.  Aparentemente estaba bien, sólo había sido un desmayo producido por la ansiedad y la falta de descanso.  Ordeno extraer sangre para una analítica de urgencia que le pasarían a él directamente

- Diga en el laboratorio que me envien los resultados urgentemente.  Esta mujer necesita ayuda .  Está llegando al límite. Va a explotar de un momento a otro. ¿ La conoce? -  La enfermera respondió afirmativamente
-Lleva mucho viniendo al hospital. Su marido sufrió un accidente de coche y quedó muy mal herido.  Ella no se ha separado de su lado.  Nunca. Las compañeras que les atienden dice que es una mujer extraordinaria, que siempre está triste. ¡ No me extraña con el panorama que tiene !
- Ya... - respondió el médico - Pasémosla a un box en urgencias hasta recibir los resultados de la analítica, y acérquese a la planta en donde está su marido ingresado para notificarles la ausencia de ella, por favor.


Y así se hizo.  La enfermera en el control preguntó por la habitación donde permanecía el marido de Elva e informó a Olivia de lo ocurrido.  La jovencita se quedó impactada.  Frederick estaba despierto y se interesó por su mujer.  Olivia decidió que tenía que ir a verla y pidió a la enfermera que alguna compañera se quedase con él hasta que regresara.  Tenía que ir a ver a su madre.  Se recriminaba la actitud tenida con ella, y acompañada por la enfermera de pediatría, fue  hasta urgencias, en la que Elva había sido ingresada. Elva permanecía en cama. Estaba con suero y permanecía con los ojos cerrados, pero unas ´debiles lágrimas se escapaban de sus ojos.  Olivia se conmovió al verla en ese estado, y fua a su lado llororsa y pidiéndol perdón

- Mamá, mamá - Abrió los ojos extrañada de que su hija estuviera allí con ella. Se incorporó de improviso al pensar que su padre estaba pero

- Olivia ¿ qué ocurre?
- Nada máma  papá está bien, pero tú...  ¿ Por qué no hablaste conmigo ? ¿ Por qué no me dijiste que estabas llegando al límite?
- Te lo dije, cielo, pero no me creiste.  Pensaste que lo hice para desentenderme de papá
- Perdón , mami. No volverá a pasar.  No quiero ni pensar que tú también cayeras enferma
- Pues puede darse el caso

Ambas, a un tiempo, giraron la cabeza ante esa frase, y allí estaba el doctor Mulligan con cara de preocupación

domingo, 2 de abril de 2017

La infiel - Capítulo 1 . Mirando hacia atrás sin ira

Paró el coche frente a la puerta de urgencias del hospital, como hacía cada mañana. Un celador salió presuroso a recoger al señor Shephard, mientras que otro sacaba del portaequipajes, la silla de ruedas. Elva, su mujer, realizaba la misma operación día tras día y mes tras mes desde que él sufrió el accidente. Pasaban casi toda la mañana en rehabilitación con los fisioterapeutas.  La mejoría no se hacía notar, algo que desilusionaba al paciente y a su esposa.



Mientras él se rehabilitaba, ella pasaba el tiempo en la sala de espera.  Se llevaba siempre alguna labor de ganchillo o de punto para hacer más llevadera la espera.  Otras veces un libro o una revista hacían que el tiempo se le hiciera más ameno.  Pero hoy no tenía ganas de nada; estaba deprimida.  No notaba mejoría en Frederick y eso la preocupaba  ¿Habría llegado al límite de su recuperación?  Los médicos no les daban mejores impresiones, lo que suponía que debería permanecer siempre atado a una silla de ruedas.  Procuraba estar animosa delante de él, y  se mostraba alegre, aunque estuviera muy lejos de ello..  Todo por hacerle la vida más llevadera .

Sin embargo él, estaba siempre malhumorado y a veces grosero, como si la echara la culpa de su desgracia.  Ella pacientemente aguantaba, todo por él y por su hija, incondicional del padre..


El suyo fue un matrimonio por amor, al menos por parte de ella, aunque el transcurrir del tiempo la pasión que sintiera al casarse, se fue disipando, para convertirse en rutina e indiferencia., Pero todo lo soportaba por Olivia, su hija, que no quería ni oir hablar de que su padre no mejoraría más.  Antes de ocurrir todo, estuvieron a punto de separarse:  El era un hombre atractivo, simpático, pero loco por las faldas y rara vez fuera que  no estuviera enredado con alguna mujer a escondidas de la suya, que parecía no darse cuenta de nada.

Debido al tiempo pasado en el hospital, se había hecho amiga de la enfermera jefe de traumatología, cuya consulta estaba al lado de la de rehabilitación, y todas las mañanas trataba de tomar un café con ella y charlar durante unos minutos.  Le causaba infinita tristeza aquella mujer tan joven y bonita atada a un marido déspota,  accidentado por una de sus juergas

  Se casaron,  ella con diecinueve años, él con veinticinco. Al año de casarse, nació Olivia, su única hija.  Habían cumplido quince años de matrimonio, cuando sufrió el accidente que truncó sus vidas.

Las cosas no marchaban bien entre ellos. Elva le había planteado en algunas ocasiones la conveniencia del divorcio, para así, cada uno  viviera como mejor le pareciera.  No estaba dispuesta, por las habladurías de la gente, a llevar toda una vida con un hombre que no la quería, que ni siquiera estaba enamorado de ella. Tuvieron una agria discusión, echándole en cara él,  haberse quedado embarazada para así suijetarle a su vida, algo que ella negó con rotundidad, pero que todas cuantas explicaciones dio fueron a un saco roto.

 Desde entonces Frederick hizo su vida al margen de su mujer y de su hogar.  Se enredaba con cualquiera que se le presentara.   Hasta que encontró a una mujer que le seguía la corriente y nunca discutía con él.  Se acostaban juntos y después del sexo, él llegaba a casa de peor humor del que tuviera cuando salió, porque de este modo su conciencia justificaba que en su hogar no tenía más que problemas y,  sin embargo con Gladys,  todo era armonía y placer.


 Éstaba medio convencido, de separarse, posiblemente porque su amante le presionara al pintarle todo color de rosa en la vida que podrían hacer una vez separados. Y fue entonces cuando supo que iban a ser padres por primera vez y todo quedó en eso: un planteamiento fallido.  Ahora no era conveniente el divorcio con un hijo en camino. La reputación de Frederick sufriría grandemente y truncaría su entrada como socio en un afamado bufete de abogados.  Daría mala impresión separarse  al año de casados y con un hijo por venir.No, de momento lo aparcaron.  Ella seguiría con sus amigas y en casa. El, a la salida del trabajo alterne en un pub con los amigos, y si se terciaba,  una noche de pasión con la dama de turno.Y así pasó el tiempo, un año y otro año, hasta cumplir quince.  Seguían unidos, es decir viviendo bajo el mismo techo, porque lo único que pudiera unirles, el sexo, con el accidente  tampoco existía. No había nada entre ellos que les acercara, excepto Olivia, y por ella siguieron adelante.


La primera época después del accidente, fue muy difícil para ambos.  La niña, al ser tan pequeña, no sabía medir el alcance de las lesiones sufridas por su padre en el accidente, que le tuvo hospitalizado durante varios meses, quedando su salud bastante mermada, no sólo por su paraplejia, sino también resentido urológicamente y a punto de perder un riñon, que más tarde le fue extirpado.  Su vida como pareja quedó también destruida, algo que sobrellevaba bastante mal, teniendo en cuenta que era un mujeriego y que por ello pagaba las consecuencias, pero no sólo él, sino la familia al completo.

Su carrera como abogado se vio en parte truncada.  En el bufete en el que trabajaba, consideraron conveniente, que al menos por una temporada no acudiera a los juzgados, sino que permaneciera en las oficinas asistiendo a los defendidos y como asesor de otros abogados, ya que era un letrado excelente.  Al menos su sueldo no se vio mermado, algo que les permitía llevar la vida cómoda que tenían antes de que ocurriera todo.

Elva pensó en trabajar, pero entonces se dio cuenta de que no estaba preparada más que para una oficina y no muy grande, pero teniendo que atender a su marido con la rehabilitación y las constantes entradas en el hospital por problemas del riñón, poco podía hacer.  En realidad tampoco era urgente, pero sí en el sentido anímico: necesitaba evadirse del problema que tenían. Y asi transcurrió el tiempo, lenta y pesadamente, hasta ese día, en que por circunstancias, su vida dio un vuelco.

Como decíamos anteriormente, aquella mañana se sentía bastante deprimida. La semana anterior Frederick había sido ingresado nuevamente; la diálisis y la rehabilitación de sus piernas, la superaban. Tenía los ojos entornados, que ni siquiera abrió cuando sintió unos pasos que se acercaban y unas voces que reían ajenos a los dolores que la gente allí esperando pudieran sentir.


Una voz conocida, pronunció su nombre:

- Elva ¿ te ocurre algo?
- ¡ Oh doctor Foster ! No se preocupe, nada nuevo.
- ¿ Estás enferma ?
- No solamente tengo jaqueca.  Había entornado los ojos para ver si se me alivia, aún me quedan horas para volver a casa
-¿ Necesitas algún calmante o algo que te mejore?
- No se preocupe, se me pasará enseguida.

No se había dado cuenta que otros ojos la miraban con curiosidad.  Normalmente no visitaba este ala del hospital, pero hoy iba a comer con su amigo  Louis Foster e iba a buscarle cuando le encontró en el pasillo.  Ambos entraron a la consulta a recoger unos informes y entregarlos en el control.  Después irían a comer.

- ¿ La conoces ?
- Si, mucho.  Lleva más de dos años viniendo a diario, todas las mañanas. Su marido tuvo un accidente y ha quedado inmovilizado de cintura para abajo, y además hubo que extirparle un riñón y el otro está con diálisis. Así que la pobre tiene un panorama.
- Si que lo tiene. ¿ Tiene posibilidad de recuperación ?
- En absoluto, ninguna. Creo que ellos lo saben, porque a pesar del tiempo transcurrido, lleva mucho estabilizado en el mismo punto, pero su naturaleza se va debilitando, y nosotros tenemos la obligación de seguir con el tratamiento.  Una verdadera pena.
- Es una lástima, si.   Ella es una mujer muy guapa y bastante joven.
- Bueno olvidemos a Elva. Me causa mucha tristeza, pero no podemos hacer más de lo que hemos hecho. Y todo por correr una juerga
- ¿ Qué dices?¿ Cómo sabes tanto de esas personas?  No parece ser una mujer que cuente sus desgracias, algo frecuente en las salas de espera de los hospitales.
- Oficialmente no sé nada. Se ha hecho muy amiga de Sheryl, ya sabes mi enfermera jefa de trauma y le ha contado toda su historia.  Verdaderamente un caso de mala suerte
- No hace falta que me digas quién es Sheryl, tu novia desde hace siglos. Yo también la conozco


Ambos rieron mientras terminaban de recoger el informe de las visitas realizadas. Cuando salieron de la consulta, saludaron a Elva y el amigo del doctor Foster, se fijó más en ella, que permanecía en la misma postura que cuando entraron.

( Autoría 1996rosafermu - Derechos reservados)



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