lunes, 30 de abril de 2018

Las necias ilusiones - Capítulo 20 y último - Las ilusiones conseguidas


La situación era algo tensa por parte de Ada  y excitación y deseo por parte de Brendan .  Mientras estuvieron hablando de ese encuentro, todo parecía muy sencillo, pero cuando llegó el momento fue más difícil romper el hielo.  Era la primera vez que él estaba en su casa, ni siquiera tendría el recurso de "una copa", mientras entraban en ambiente, y ella, al parecer, estaba nerviosa, algo que él comprendió en el acto.  Por tanto, sería él quién debía  llevar el mando de la situación.  Daría rienda suelta a sus sentimientos, a lo que verdaderamente sentía por ella, después vendría todo lo demás.

- Entiendo que estés nerviosa.  Ha sido, quizá demasiado precipitado todo.  Si lo deseas me marcho
-- No, no. Quédate, sólo que ha sido todo muy rápido y necesito hacerme a la idea de todo ésto.
- Como quieras.  No deseo que estés incómoda, sino que te relajes y todo será más sencillo. Sabes lo que va a ocurrir después, sabes que no estamos aquí sólo para charlar. ¿ Eres consciente de ello ?
- Si, lo soy.  Sólo te pido un poquito de paciencia y cariño
- ¿ Me estás pidiendo cariño? ¡ Pero si respiro por ti !  Está claro que no te he dicho suficientes veces que te amo, de lo contrario no me lo pedirías.  Deseo ésta nuestra primera vez.  Aunque no lo creas, yo también estoy nervioso. Y dirás: ¿ con tu experiencia ?, pues sí,  con mi experiencia.  Nunca he estado con alguien que me importara tanto como tú.  Han sido pasatiempos, aunque suenen un poco cruel estas palabras, pero así ha sido.  Sin embargo tú, eres mi proyecto de futuro y no quiero dañarte ni desilusionarte.  Esta primera vez es muy importante y la que marcará el resto en nuestra relación.  Por eso te pido que me dejes hacer a mi.  Yo te guiaré; tú sólo tienes que abrir tu corazón y hacer lo que él te dicte.

Y la dictó que tenía que besar a ese hombre tan delicado con ella, tan amoroso como se expresaba, y sus propios deseos y sentimientos dictaron su conducta.  Y al sentir los labios de él sobre su boca y recorrer poco a poco sus mejillas, su cuello y nuevamente su boca, se rindió a él incondicionalmente. Todo lo demás vino después, poco a poco, pero intensamente.

Poco durmieron aquella noche, pero estaban eufóricos:  se conocían bien, máxime ahora en el plano íntimo tan importante en una relación.  Tenía un maestro perfecto en las artes amatorias, pero aquello que sintieron e hicieron, no eran costumbres adquiridas, todo lo contrario, era nuevo para ambos.  Echaron a un lado los rubores y se expresaron abiertamente como ellos desearon y quisieron, teniendo ambos plena libertad de actuación.   Y el resultado no podía ser mejor.  No hacían falta palabras, sólo con mirar sus ojos y su rostro ruborizado, no de vergüenza, sino de ardor sexual, fue suficiente para darse cuenta de que la satisfacción y el placer había campado por sus respetos en aquellos cuerpos que se necesitaban mutuamente.

Con alborozo y risas desayunaban, mirándose a los ojos y tomando las manos uno del otro.  Se habían amado como nunca sospecharon que lo harían.  Se amaban profundamente y de  ahí, en ese preciso instante, con ese desayuno, partía la ruta hacia una armoniosa convivencia .  Ya no podrían separarse, así que Brendan planteó la cuestión:  vivirían  juntos desde ahora y para siempre.  Se casarían, y un tiempo después formarían su familia.  No había prisa que llegara cuando el tiempo y la Naturaleza lo marcase, y ella estuvo de acuerdo.

Entre risas y bromas, Ada recogió sus cosas, que no eran muchas, mientras él encargaba los billetes para ese mismo sábado hacia Londres.  En cuanto ella terminase de trabajar, tomarían el avión que les conduciría a su nueva vida.  Y así lo hicieron.  Cuando llegaron al apartamento de él, la tomó en sus brazos para traspasar el umbral de la que sería su casa a partir de ahora

- Pero eso lo hacen cuando ya están casados- protestó ella
- ¿ Y acaso no lo estamos ?  Para mi ya eres mi esposa, pero cuando lo hagamos, también te cogeré en brazos, no te preocupes.

Y al lunes, cuando Brendan llegó a la oficina, todos los empleados supieron que algo había cambiado en la vida del jefe, pero sólo Morgan supo la razón de esa amable sonrisa al dar los buenos días.  El buen humor del que disfrutaba y la amabilidad de sus órdenes

- Se nota que todo ha ido bien - le dijo su amigo y colaborador
-Magníficamente bien.  Ha sido todo tan rápido que ni yo mismo me lo creo.  Pero sí Morgan., nunca creí poder adorar a una persona como yo la amo y ella, no se olvidó de mi.  Tuve algún  tira y afloja al encontrarla, pero todo fue relativamente sencillo. ¿ Y sabes por qué ? Porque los dos nos amamos y sólo hizo falta una explicación de los errores cometidos para que las falsas, las necias ilusiones que nos habíamos forjado, se convirtieran en abierta realidad y entonces todo vino por sí solo.  Estamos viviendo juntos, aquí en Londres, y en cuanto tengamos el papeleo solucionado, nos uniremos en matrimonio, aunque la verdad sea dicha, no necesitamos ningún papel para formalizar nuestra relación.  Ambos estamos de acuerdo, pero deseo tener hijos y ellos han de ser legales ante los hombres, porque para nosotros lo serán desde el momento justo de la concepción.
-  Volverá a trabajar con nosotros? - preguntó Morgan


- No quiere. Dice que se sentiría incómoda entre los compañeros y ellos con ella.  Creo que tiene razón, así que buscará empleo en otro lugar
- ¡ Lástima ! es una buena empleada, pero quizá tenga razón.

Y los días pasaron y obtuvieron su licencia de matrimonio, y se casaron en una ceremonia íntima ´solo con Morgan, Margaret y los padres de Ada.  Algún familiar de Brendan y poca gente más.  Hubo desilusiones entre las empleadas de  Miller Dawson CO., pues se casaba el más codiciado jefe, por el que algunas, más próximas a él, habían puesto sus ojos.

Y era él mismo quién encargaba rosas para quién iba a ser su mujer, no quería que nadie ajeno a ellos interfiriera en su relación.  Y aunque la convivencia tuvo, al principio algunos desajustes, fueron acoplándose uno al otro, hasta que la armonía reinó entre ellos.

Ada, le recriminaba que dejase la tapa del váter levantada, algo que las mujeres no soportamos en un cuarto de baño. Y Brendan la decía que no dejase el peine sobre el lavabo, que lo guardase en el cajón del tocador que había habilitado para ello, o que el tubo de pasta de dientes, no se quedará destapado, y un sin fin de cosas intrascendentes que con buen humor fueron solventando.

Se amaban tiernamente ante la complacencia de todos sus amigos y familiares, que supieron desde un principio los avatares por los que pasaron y que sólo ellos pudieron ir salvando.  Un año después de su enlace, tuvieron su primer hijo y dos años más tarde un segundo.  Y juntos construyeron un hogar feliz en el que reinaba el amor, la comprensión y alguna que otra discusión, cuando Ada perdía la paciencia con alguno de los chiquillos, pero ahí estaba Brendan para abrazar a su mujer pidiendo calma, y hablar con su hijo para que no volviera a hacer la travesura. Eran dos varones  Albert yThomas.  Pero no pararían hasta conseguir una niña, que aún tardó en llegar, después de que viniera al mundo James, y al fin Rosalyn, el ojito derecho de Brendan.
Y cuando las cuatro fierecillas dormían, el matrimonio, ya tranquilo, respiraba aliviado y tomados de la mano, Brendan decía a su mujer:

- Lo conseguimos, mi amor.  Ya tenemos la familia que deseábamos, aunque he de confesarte que no aspiraba a tanto.  Pero estoy orgulloso de nuestros hijos y del hogar que tenemos.  No cambiaría nada de lo vivido.  Creo que tu fuiste la brújula que marcó mi camino.  Te quise siempre y pienso que hice la elección de tu currículum porque algo secreto dentro de mí me lo indicó. Y quise estar presente en tu entrevista porque  llamaste  mi atención. y pienso que fue ese día el que me enamoré de tí.  Te quiero como nunca sospeché poder hacerlo

Se besaron  mirándose a los ojos.  Siempre sería así por el resto de su vida.  Recorrieron las habitaciones de los niños, y tomados de la mano se dirigieron a la suya y una vez más expresarían la fuerte unión que crearon hacía ya algún tiempo, pero que se renovaba día tras día, y encuentro tras encuentro.

                                                         F    I    N

Edición:  Febrero de 2018
Autoría:  1996rosafermu
Ilustraciones:  Internet
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS:  

Las necias ilusiones - Capítulo 19 - Un proyecto

Cuando se reunieron de nuevo, el rostro de Ada había cambiado por completo, y él lo apreció nada más verla.  Había vuelto a tener la luz que al principio de trabajar con él tenía. Sonreia con facilidad y fue ella quién le beso al encontrarse de nuevo.  Brendan no salía de su asombro.  En tan poco tiempo había experimentado un gran cambio en su ánimo; ya no era la chica triste que encontró cuando se vieron y eso le llenó de satisfacción.

- ¿ Qué tal todo ? - le preguntó él
- Bien, muy bien.  Me han dicho que me quede hasta el fin de semana, y yo he dicho que si.  Creo que debes regresar a Londres:  la empresa está sin la mano dura que la dirije.  Yo saldré el mismo sábado para reunirme contigo.
- No, ni hablar.  He dicho que me quedo contigo y así lo haremos. Si fui capaz de estar en Pais una semana ¿cómo no voy a serlo ahora y permanecer a tu lado?  Te siento como un pajarillo que se escapa al abrir la mano.  Esa sensación es la que yo tengo.  Creo que si me voy no volveré a verte
- No seas tonto. ¡ Claro que me verás ! Pero te diré un secreto:  estoy encantada con que permanezcas a mi lado.  Te quiero ¿ sabes ? y no me cansaré de repetírtelo.

Al escuchar esas palabras, Brendan se paró en secó.  No le importó estar en mitad de la calle, la atrajo hacia sí y la estampó un beso de los de cine.  Unos jovenes que pasaban cerca les silvaron riendo, y otros dijeron " así se hace ", continuando su camino ante el sonrojo de Ada y la alegría de Brendan

Se dieron cuenta de que no había comido y tenían hambre, posiblemente porque los nervios se habían relajado despueés de la conversación mantenida y ahora era todo más normal, estaban ambos más tranquilos.

 Iremos a cenar a un buen restaurante.  Tenemos que celebrar que todo se ha normalizado - dijo Brendan tomando por la cintura a su novia

Porque sí, ya eran oficialmente novios y estaban contentos, muy contentos. Tenían que olvidar los malos ratos, sobretodo Ada, que fue la que permaneció más tiempo con las dudas.  Pero olvidaron por completo que él no tenía donde hospedarse, hasta que al salir del restaurante ya de noche, se percataron de ello

- No hay problema - dijo Brendan - Encontraré algo, no te preocupes.
-Si me preocupo. Ven a mi apartamento, es pequeño pero nos arreglaremos
- No cielo, esta noche no.
- ¿ Por qué si puede saberse ?
- Es muy arriesgado.  Creo que debemos dejarlo para otro día.  Hoy ha sido un día muy complejo y no quiero que mañana amanezcas con dudas y sonrojos.  Daremos un plazo prudencial para hacernos a la idea de que nuestra situación ha dado un cambio radical
Pero si iré a desayunar.
- No le veo la diferencia ¿ Qué tiene la noche que no tenga una mañana ?
- ¿ Qué es exactamente lo que quieres?
-Lo sabes perfectamente.  Me parece absurdo que esta noche guardemos las formas, cuando seguramente cuando vengas a desayunar, se nos olviden.  Pero no quiero obligarte a nada.  Daremos tiempo al tiempo
- Me estás tentando y no es algo a lo que esté acostumbrado.  Si insinúas que no me apetece, te equivocas de medio a medio.. Me apetece siempre y sobretodo si es con la persona que más quiero, la que más deseo y la que me preocupa más.  Y esa eres tú. De acuerdo, me has convencido, esta noche dormiremos juntos por primera vez en la historia.
- Yo no he dicho nada de dormir juntos
-¿ Qué dices ? Entonces porque has insistido tanto
- Es una broma. Y sí,  a mi también me apetece, y deseo. Debo haberme vuelto loca ¡ Me voy a acostar con mi jefe !  Toda mi vida he odiado esos tópicos y mira por donde soy la primera que los incumplo

- No soy tu jefe, es más creo que has sido tú la que has mandado en mi siempre, desde que te conocí.  No rechazo la invitación pero ¿ sabes a lo que te expones
- Sí, lo sé y me expongo a ello. Quiero hacerlo; se muy bien lo que vamos a hacer y lo he deseado durante tanto tiempo que no puedo resistirme
- No soy alguien que ponga barreras, y menos contigo. Soy de mente abierta y deseo que ambos participemos  sin rubores ni cortapisas.  Que me digas lo que deseas, lo mismo que yo te lo diré.  Creo que es lo conveniente para alguien como nosotros que vamos a emprender nuestra vida juntos.  Admito todas las sugerencias y no me asusto de nada, así que te pongo en antecedentes que va a ser muy especial. Si, si, no te rías.  Será especial porque se trata de tí, de nosotros y a pesar de lo que creas, mis anteriores encuentros  han sido pura rutina.  Pagaba por ello, así que se hacía lo que yo demandara.  Pero ahora es diferente; eres mi pareja, te quiero y te deseo.  Espero que a ti te ocurra lo mismo y que esta noche no la olvidemos nunca..

Ella le miró muy seria.  Todo lo que decía era en serio.  Su mirada y su rostro lo expresaban abiertamente y con sinceridad.  Ni en sus mejores fantasías Ada, hubiera esperado una respuesta semejante. Pero ¿ y ella ?  Lo deseaba también.  Desde que se encontraron por la mañana, en su interior se empezaba a iluminar con una esperanza nueva.  La estaba dando muestras de que la quería, que estaba allí por ella, y no era un capricho.

  La constaba que había sido así, porque de lo contrario no hubiera ido a visitar a Margaret ni acudir a Bristol en busca de información.  Y se lo estaba demostrando ahora, apretando su mano con la de él, abrazando su cintura, diciéndoselo con la mirada. ¿ Estaba viviendo un sueño ? No, era absolutamente real, y en ese momento dio por bien empleado todos los padecimientos que sintió por este hombre.
Sabía que no era un tímido, que había tenido sus juergas, pero ahora estaba con ella, había ido a por ella y le creía cuando la decía que todo era diferente.  Tenía que comenzar a creerse lo que estaba pasando.  Había dejado todo por encontrarla y seguía aquí, con ella.  Tenía un pretexto para haber regresado a Londres al tener que demorar su abandono del trabajo, y sin embargo ha decidido quedarse con ella, y que regresen juntos. Verdaderamente la quería y ella le amaba también y si todo salía como estaban planeando, su vida juntos era cuestión de poco tiempo.

Inclinó sonriente la cabeza sobre el hombro de él, que la estrechaba contra sí con inmenso cariño

Las necias ilusiones - Capítulo 18 - El futuro

Pero Ada no podía reprimir la emoción y comenzó a llorar quedamente.¡  Se estaba tan bien entre sus brazos !  ¡ Había soñado con eso tantas veces!  Y ahora él estaba allí.  Al verla llorar, se levantó del asiento y se postró de rodillas frente a ella, secando con sus manos las lágrimas que corrían por sus mejillas.   Apenado la dijo:

- No mi amor.  Por favor no llores por mi. Te quiero y no deseo volver a hacerte sufrir.  Ahora todo irá bien, ya lo verás.

Y cesó poco a poco en su llanto, y ella a su vez acariciaba la cara de él.  Y sonrió al verle de rodillas como un antiguo romántico.  Nunca le hubiera imaginado con esa imagen, él tan mujeriego, tan estricto con su vida privada estaba ahora ante ella secándola el llanto con inmensa ternura.  En el fondo creyó que todo ese carácter seco y distante que demostraba, no era más que una fachada para protegerse, porque nunca había experimentado el amor verdadero hacia otra persona, sino que tenía unas falsas y necias ilusiones de que nunca le llegaría la hora de enamorarse.  Y había sido ella sin proponerselo, quién lo había conseguido. ¡ Claro que le perdonaría ! Pero no sabía de qué tenía que perdonarle porque en realidad  la situación no la había creado él, sino que fue ella la que se enamoró primero sin siquiera imaginar que podría despertar en Brendan la pasión que ahora le demostraba, hasta el punto de quererse casar con ella.

Era un paso muy importante que, ambos debían  madurar. Ada si le quería.  Deseaba unirse a él de por vida, pero¿  serían suficientes estos momentos vividos?  No quería crear falsas esperanzas porque eso la destrozaría.  El la miraba preocupado porque la conocía lo suficiente como para saber que su cabeza no paraba quieta y que algo daba vueltas en ella.

- Comprendo que estés insegura.  Todo ha sido muy rápido, sobretodo para mi, pero no deseo    me sigas viendo como el hombre juerguista que sólo pensaba en divertirse.  Eso fue antes de que tú irrumpieras en mi vida avasallándolo todo y poniendo patas arriba todo lo que hasta el día en que te perdí, había sido despreocupación.  Sé que tienes dudas, pero no las tengas por mi amor.  Te he dicho que si me aceptas por esposo, me harás el hombre más feliz de la tierra, pero también entenderé que me rechaces, y si eso ocurre, desapareceré de tu vida.  Todo lo que deseo es que seas feliz, y si mi presencia te atormenta, me retiraré para evitarlo.
- No es eso.  Es que... Aún no me creo que estés aquí, cuando tan solo  unas horas atrás estabas en Londres sin pensar siquiera en mi.
- Eso no es cierto.  Hace mucho que pienso en ti, y mi comportamiento se debe precisamente a eso.  Era como una llamada de atención; te llamaba a tí, pero no respondías y eso me confundía en extremo, porque era un comportamiento al que yo no estaba acostumbrado.  Ya lo sabes, acabo de explicártelo.
Quiero que dejes Cirencester y vuelvas conmigo a Londres o a Bristol, si lo prefieres.  Ahora no tienes que esconderte de nadie. Volverías a trabajar en la compañía, y ahora sin reservas, lanzando a los cuatro vientos que eres el amor de mi vida y que deseo casarme contigo.
- Para, para... No puedo volver a trabajar contigo.  No tendría buen efecto entre todos. Pero si, volveré contigo a Londres y buscaré un trabajo. Si Margaret estuviera libre, volvería  a vivir con ella.
- ¿ Por qué ? Mi casa es muy grande para mi solo.  Podríamos vivir juntos y así conocernos mejor. Lo digo por tí porque yo estoy muy seguro de lo que quiero.

- De todas formas, he de avisar en este trabajo y darles al menos un par de días para que encuentren a otra chica.
- Esta bien, me quedaré aquí contigo.  Nos iremos juntos
-  Es que no te fías ?
- Si. Si que me fío, pero no quiero separarme de ti ni un solo minuto.  Llevamos mucho tiempo alejados y ahora que nos hemos vuelto a reunir, no podría soportar estar separados uno del otro...

La acompañó de nuevo a su trabajo.  Con tanta charla ni siquiera habían comido. Pero no les importó estaban repletos de felicidad.  De vez en cuando ella le miraba de reojo.  Tendría que acostumbrarse a mirarle como lo que era actualmente su novio, aunque a veces la costaba asimilar la nueva situación. Seguía sintiendo que era su jefe y hasta le parecía que la abroncaría en un momento determinado. La misma sensación extraña debía sentir él:  llevaba de la mano a su secretaria, pero no era lo mismo, era la mujer que adoraba y con la ue había decidido compartir su vida.

- Esperaré aquí a que salgas - la dijo cuando ella le dio un ligero besó y fue corriendo a la tienda.  Esa misma tarde plantearía su renuncia al trabajo, aunque les daría un margen para encontrar quien la reemplazase.  Y allí, de nuevo Brendan aguardo en el bar a que saliera de trabajar.  Sonreía feliz.

- Está mujer lo está cambiando todo. Y no me importa en absoluto.  No me importa esperar largo tiempo a que ella salga ¿ cuándo fue el cambio?  Si alguien me lo hubiera dicho hace tan solo una semana, me hubiera reído en sus barbas.  Y sin embargo aquí estoy, deseando que pase el tiempo para volverla a ver.  Creo que mi vida ya no sería lo mismo si no hubiéramos llegado a buen fin.

domingo, 29 de abril de 2018

Las necias ilusiones - Capítulo 17 - Todo sobre la mesa

No sabía cómo empezar a hablar.  Ni uno ni otro sabían cómo, pero necesitaban hacerlo. Brendan comenzó lentamente, algo emocionado, porque en esa conversación se definía su futuro como hombre.  Ya tenía una edad como para pensar en formar un hogar, pero lo deseaba con ella, solamente con ella.

La miró a los ojos y tomando sus manos, depositó un beso en ellas.  Las palabras se le atragantaban en la garganta .  Quería hablar, pero al mismo tiempo tenía miedo;  quería ser claro y sincero con , pero quizá le contara cosas que a ella le hicieran daño, algo que no quería por nada del mundo.

- Vas a tener que ayudarme, porque lo cierto es que no se por dónde empezar.  Lo primero que necesito saber es el porqué de tu renuncia. ¿ Hice algo que te molestó ? Has de ser sincera conmigo, duela lo que duela y pese a quién pese.  Esta conversación es demasiado trascendental para mi vida y no deseo dejar nada que pueda salir en un futuro.  Ahora es el momento de aclararlo todo. Así que empieza por decirme en qué te hice daño
- Es muy difícil precisar el momento en que me enamoré de tí.  Creo que desde un principio.  Te veía frío distante.  No interpretes como que deseaba  te mostraras cariñoso, pero es que a penas me dirigías la palabra.  Entiendo que tu eras mi jefe y yo tu empleada, pero los sentimientos que me inspirabas me hacían sufrir mucho porque tenía que contemplar los obsequios que hacías a otras mujeres, que supongo te habrías acostado con ellas la noche anterior.  Y era yo la que tenía que hacer el encargo para otra persona que gozaba de tu predilección.  Yo sin embargo recibía tu regañina si algo no iba bien.  Pero el final de todo fue Paris.
Llevaba tiempo pensando en marcharme porque me era insufrible soportar la situación y ver impasible lo que ocurría. Sé que no tenía derecho a nada; no era nada para tí más que tu secretaria, no es que me hiciera ilusiones de nada.  Conocía muy bien cuál era mi papel, Pero...  el detonante fue cuando os vi en el ascensor besándoos y allí ya no pude resistirlo más.  Y opté por irme, volver a Bristol y de  allí a cualquier otro lugar, lejos de tí.  Trataría de olvidar aunque sabía que iba a ser difícil , o mejor dicho imposible.

- Pero yo no vi ninguna señal que me indicara que estabas mínímaente interesada en mí.  Al contrario, siempre estabas en tu perfecto papel de secretaria. Me enfurecías con tanta eficiencia; sabía que tenía que ser así, pero ni siquiera pude imaginar que pudiera enamorarme de tí. Y fue Margaret cuando acudí a  pedir información tuya, cuando me hizo ver lo que verdaderamente estaba ocurriendo conmigo..  Pero ya no había remedio ¿ cómo pude ser tan bruto y no darme cuenta de todo ? En mi descargo diré que nunca había sentido por nadie lo que sentía por ti, que interpretaba como eficiencia, cuando en realidad quería tenerte cerca de mi, y por eso te pedí que vinieras a Paris, sin necesidad alguna.  Y por eso fue que te besé siguiendo un impulso para mi desconocido hasta ese momento.
Me gustabas, mucho y aún no sé por qué lo hice, sabiendo que lo tomarías a mal.  No cometí ninguna falta contigo.  Sencillamente no sabía lo que era el verdadero amor, pero tuve que aprender a marchas forzadas lo que todo ello significaba.
Pero no querías verme porque creíste que te quería para otra cosa. El estigma jefe secretaria, y nada más lejos de mi intención.  Te respeté al máximo: las aventuras serían con otras.  Contigo había otro tipo de sentimiento, de relación.
Cuando Morgan me dijo que te habías marchado, no podía creerlo ¿ por qué ? Aún no sabía lo que puede doler un amor no correspondido.  Me pilló tan de sorpresa que no sabía buscar el por qué, cuando era tan sencillo:  simplemente abrir tu corazón.

- Nuevamente te pido perdón por lo que tuviste que soportar y el daño que te hice.  Pero te repito, ignoraba lo que estaba pasando por mi cabeza y mi corazón.  Ahora tu tienes la última palabra o tenemos juntos una vida, o me destrozarás, pero si no me aceptas, no volveré a molestarte y dejaré que seas feliz con quién elijas.
- Te elijo a tí, siempre has sido el elegido ¿ cómo puedes dudarlo ?  Te he querido desde el principio sin esperanza alguna.  Renuncié a tí desde el mismo momento en que supe que eras un imposible, pero en el corazón no se manda.  Hice todo lo posible por olvidarte, por fijar mis ojos en otra persona.  Pero todo fue inútil.  Cuando iba por la calle te veía en el rostro de todos los chicos que se cruzaban conmigo.  Era imposible soportarlo; no comía, no dormía y el verte a diario era la mayor de las torturas.  Porque aunque quería verte, al mismo tiempo era insufrible.  Por eso Paris  fue la espita que necesitaba para tomar esa decisión.  Te eché mucho de menos.  Trataba de encontrar un trabajo semejante al que había dejado, pero lo dejé, porque sería más de lo mismo, pero aún más difícil porque pensaba que habría otra chica en mi lugar que quizá consiguiera lo que yo no pude.  Por eso tuve que tomar la decisión tajantemente.  Ahora ya lo sabes.
Probablemente ni tú ni yo, fuimos culpables de nada.  Sólo que no nos dimos cuenta de que no íbamos a ningún lado por ese camino, sólo a hacernos daño.  Ni siquiera quise vivir en Bristol, porque aún estabas demasiado cerca.  No quería que me encontraras porque volverías a torturarme, aunque no supieras nada de lo que pasaba por mi cabeza.  Tampoco podía hablar contigo de lo que estaba ocurriendo ¿ cómo hacerlo ?  Me consideraba un tópico, y sin embargo no lo era.  Fuiste mi primera ilusión: un jefe guapo, una empresa fuerte y un trabajo por el que había suspirado.  Pero el destino se interpuso y todo se fue al traste.
- No cariño.  Nada se ha ido al traste. Ahora es cuando todo comienza.

La abrazó fuertemente y ella respondió de inmediato.  Todo había sido aclarado, y ahora todo estaba bien.  Serían una pareja normal, de gente normal, que se aman normalmente.

sábado, 28 de abril de 2018

Las necias ilusiones - Capítulo 16 - Uno frente al otro

Frente a la boutique, había un pub desde el que se divisaba perfectamente las entradas y salidas de la tienda.  Miró el reloj y le faltaba mucho por esperar la salida de Ada del trabajo. Se distraía a ratos viendo el ir y venir de la gente por la calle, pero su impaciencia era grande por tenerla frente a él y contarle sus proyectos en los cuales ella era la protagonista principal.  Sentía como su corazón se agrandaba al pensar en que por fín todo iba camino de la solución.  Lo primero que debía hacer, si es que todo llegaba a buen término, sería llamar a los padres de Ada y anunciarles que se casaban, si es que al fin ella le aceptaba como marido.

Al llegar a este punto, las dudas se apoderaron de él.  Estaba firme en sus decisiones; no era mujer que se volviera atrás una vez que había emprendido un camino. ¿ Por qué era todo tan difícil en estas cuestiones para él, cuando todo lo demás era pan comido ?  Y el mismo se respondió

- Porque Ada es especial y debes enorgullecerte de ello. Siempre sabrás que lo que piensa es acertado y raras veces se equivocará.  No es tan impulsiva como tú, claro que nunca habías dado con una mujer como ella.  Las que frecuentabas te lo ponían todo muy sencillo, por su propio interés.  Ada te ha demostrado que lo que importa es el amor y no otras cosas mundanas.

El mismo, no se reconocía. ¿ cuándo antes había esperado a una mujer? Que recordara nunca lo había hecho. Pero también se daba cuenta de que en verdad son ellas las que llevan el timón en una relación, y que los hombres dan volteretas si ellas se lo mandan.  Para nada es el sexo débil, diría que el fuerte, el más fuerte de todos, porque sutilmente conducen a los hombres por el camino que ellas desean.  Y es que tienen un arma poderosa que saben esgrimir con certeza,  y los hombres son tan necios que caen como moscas en la miel. Cuanto toman las riendas las llevan bien sujetas, sin aflojar la mano.  En estos momentos, mientras aguardaba su salida, sentía unas necias ilusiones y ni por un sólo instante se había planteado que fueran sólo eso:  una necedad que no llegaba a nada.

- ¿ Nos gusta a los hombres que así sea, o es que ni siquiera nos damos cuenta de que vamos detrás de ellas queramos o no ?

- ¿ Qué demonios me ha hecho esta mujer. Mírate, dando vueltas como un novio aguardando a su novia. Es inexplicable lo que siento por ella.  Nuestro único contacto ha sido un simple beso, y además robado.  Quizá fue ese el detonante de todo lo que ha ocurrido.  Sólo sé que estoy deseando verla de nuevo, y sentir el roce de su mano sobre la ma. Tan sólo de pensarlo me excito.´ Nunca me había ocurrido nada semejante; nunca había sentido tanta impaciencia por tenerla delante.

No paraba de darle vueltas a la cabeza.  Para Brendan era una situación insólita y excitante.  No le importaba si fuera ella la que llevaba las riendas o no.  Sólo le importaba tenenerla cerca de él, verla.  Contemplar su rostro, su sonrisa; comprobar su estado de ánimo..  En una pareja siempre hay uno que cede más que el otro.  Esta vez, ambos estaban empatados, y además no le importaba lo más mínimo tener que reconocer que le había vuelto loco y que así sería siempre.

Salió a la calle, y la recorrió de arriba abajo.  No quería irse de allí, pues de este modo le parecía que estaban más cerca, aunque ella estuviera en el interior de aquel local.  Y por fin, el tiempo pasó y las empleadas de la boutique comenzaron a salir.  Ada, también lo hizo.  Se paró durante unos segundos y miraba arriba y abajo, buscándole, ignorando que estaba en la acera de enfrente observándola.  Quería ver su reacción.   Posiblemente pensaría que se había cansado de esperar y se había marchado.  Brendan cruzó la calle, y un amago de sonrisa brilló en el rostro de Ada:  estaba allí, había pasado horas esperando a que saliera.

No terminaba de creer que pudieran verse, y el tiempo de distanciamiento le pareció lejano, muy lejano, a pesar de que sólo  habian pasado unas pocas horas.  El,  cruzó y se acercó a ella.  La besó suavemente en los labios y después se retiró un poco, esperando su reacción.  Ada no dijo nada, sólo le preguntó:

- Por qué lo has hecho ?
- ¿ Se necesita una justificación ? ¿Aún no te has dado cuenta de que estoy loco por ti.  Que nunca he esperado a nadie delante de su lugar de trabajo deseando su salida para poder verte ?. Que con sólo verte se me acelera el corazón y estoy intranquilo aguardando tu respuesta. ¿ Piensas que iba a moverme de aquí ?  Me conoces lo suficiente como para saber que no soy persona de esperar a nadie, sólo a ti, y por tí es que llevo una eternidad aguardando una respuesta.
- Nos hemos visto hace  ¿ cuanto ? dos, tres horas.  Antes de tu aparición no sabía lo que de todo esto resultaría, y en eso tienes razón: te conozco lo suficiente para saber que aborreces esperar a alguien
- Sólo a ti- la interrumpió -.  Esperaría toda una vida si al final me aceptaras.  Y por eso mismo tenemos que hablar, y tendrás que sacarme de este mar de dudas que me corroe por dentro.  Vamos a algún sitio en el que nadie nos estorbe y podamos hacerlo con tranquilidad.  No conozco esta ciudad, así que tú me dirás dónde podremos hacerlo.
- Vayamos al parque, a esta hora no habrá niños y estaremos prácticamente solos.  Allí podremos gritarnos si se tercia
- ¿ Piensas gritarme ? - ella sonrió y le respondió
- Sabes que no soy de esas.  Pero sí,  estoy enfadada
- Espero me expliques el porqué.  Y ahora no perdamos más tiempo, vayamos donde quieras.

El la tomó de la mano, acariciándola suavemente con sus dedos.  La suavidad de su piel y el profundo deseo que sentía por ella, hacia que su corazón palpitara con más fuerza.  Era una bella tarde, y a pocos pasos de allí estaba la entrada al parque, que, efectivamente, gozaba de la santa paz del silencio.  Ada, eligió un rincón al que ella venía con frecuencia a pensar.  Era el sitio perfecto para hablar de sus cosas, de lo sucedido y de las decisiones a tomar.  Estaba junto a un estanque en el que unos patos se bañaban.  Era lo suficientemente lejano como para que nadie les interrumpiera o estuviera pendiente de lo que charlaban.  Se sentaron uno frente al otro, y fue Ada la que inició la conversación, de la que saldría la solución o la renuncia, algo que Brendan temía .

viernes, 27 de abril de 2018

Las necias ilusiones - Capítulo 15 - Complicidad

Y no desistió del empeño y al día siguiente volvió a tocar el timbre de la puerta del matrimonio Hudson, con la remota idea de que fuera Ada quién le franqueara la puerta.  Pero no sucedió así, fue la madre quién abrió y le hizo pasar a su casa.  Le hizo sentar en una salita y le ofreció algo para tomar, que Brendan rechazó.  Estaba ansioso por saber lo que había pasado en el transcurso de las horas desde que les visitó en el día de ayer, hasta esta mañana.  Estaba crispado, no así la señora Hudson, que se la veía más relajada y segura de sí misma.

- Y bien señor  Miller, como le prometí, anoche hablé con mi hija y su respuesta ha sido tajante: no desea verle.  No he podido convencerla y tampoco puedo hacer otra cosa, más que lo que le indiqué ayer: viva su vida y deje que ella haga lo mismo.
- ¿ Seguro que le ha explicado todo bien ? - dijo él  totalmente vencido
- Si, tal y como usted me lo dijo.

Hubo una corta espera , un silencio que ninguno de los dos se atrevía a interrumpir,.  Era lo último, el final de todo, crudo y real.  El paréntesis fue interrumpido por los pasos firmes del padre de Ada que se incorporaba a la reunión.  Brendan se presentó y estrechó la mano del hombretón que tenía frente así.

- Mujer . dijo refiriéndose a su esposa - ¿ Puedes dejarnos a solas un momento ?  He de hablar con el señor Miller - Ella aceptó con la cabeza y salió de la estancia
- Bien, señor Miller.  Como ha indicado mi mujer, anoche hablamos con Ada, y efectivamente , no quiere saber nada del asunto.  Y me pregunto ¿ qué demonios la hizo para ser tan rotunda ?
- Señor Hudson, por eso es que deseo hablar con ella.  Siempre la traté con respeto, aunque también he de confesar que fui torpe al no darme cuenta de lo que verdaderamente sentía por ella.  Lo supe demasiado tarde.  Por eso quiero verla, para pedirle perdón si algo hice mal, y dejar zanjado de una vez este asunto tan desagradable.  No la falté al respeto, puedo asegurarlo.  Nunca sospeche que pudiera enamorarme de ella;  es más,  desechaba esa idea de la cabeza, no porque se tratara de ella, tampoco de ninguna otra.  No puedo negar que salía con alguna mujer de vez en cuando, pero nuestra relación entre Ada y yo,  era exclusivamente de jefe y secretaria.  Ni siquiera imaginé que ella pudiera tener otros sentimientos hacia mi.  Yo también los tenía, pero fatalmente los descubrí tiempo más tarde y cuando ella ya se había marchado.  Ahora comprendo que la debió doler que fuera ella quien enviase las flores a la cita de turno y no yo mismo como hubiera sido lo correcto.  Los hombres no nos fijamos en esos detalles y somos torpes, muy torpes, porque siempre herimos a quién amamos.  No lo hice con mala intención, sólo que no lo sabía.  Si hubiera captado las señales, otra cosa hubiera sido, pero no fue así y ahora estoy pagando las consecuencias de mi torpeza.  Pero lo malo es que no encuentro ningún resquicio por el que poder justificarme.  Como le dije ayer a su esposa, si ella se niega a verme, la dejaré tranquila no insistiré, deseándola que encuentre a alguien que sepa valorarla y la ame, porque lo merece
- ¿ Y ya está ?  Verdaderamente no ha captado el mensaje. Ni las mujeres ni los hombres nos conocemos e ignoramos que cuando nos dicen" vete, no quiero verte más ", nos están pidiendo todo lo contrario.  En este papel está la dirección de donde vive.  Vaya, disculpese o haga lo que tenga que hacer y arregle lo suyo.  A ver si de una vez nos quedamos tranquilos.  Pero de esto, ni una palabra a mi mujer.  Como termino de decirle, ni las mujeres nos conocen, y nosotros a ellas tampoco.  Vaya cuanto antes no pierda tiempo, no sea que me arrepienta.

Brendan no podía dar crédito a lo que acababa de ocurrir.  Entre sus manos estaba la posibilidad de terminar con este mal entendido y sobretodo de verla, algo que deseaba ardientemente.  El señor Hudson fue hasta la puerta, indicando a su mujer que ya podía pasar.  Brendan se puso en pié y dando las gracias por la atención prestada, salió de la casa sin descubrir lo que había ocurrido entre esos dos hombres.

Ya en la calle desdobló el papel que guardaba en su bolsillo y leyó, con una esperanza en su corazón

 Ada Hudson / Cirencester
  Calle de Black Jack
Boutique

Sin dudarlo un momento preguntó a la primera persona que se encontró por las paradas de taxis.  No había mucha distancia hasta  Gloucestershire, al que pertenecía Cirencester.  Ilusionado y palpitndole fuerte el corazón, contrató el taxi que le llevaría hasta ella.  Leía y releía el papel .  ¿Trabajaba en una tienda de ropa ? ¿ Leía bien ? También cabía la posibilidad de que fuera su propietaria.  Pero no.  No había pasado el tiempo suficiente como para adquirir un negocio; sin duda trabajaba allí

- ¡ Vendiendo ropa ! Una persona tan cualificada como ella, vendiendo ropa.  No me lo puedo creer- se repetía impaciente

Y se vio frente a la tienda que tenía buena apariencia. Trató de ver a través de los cristales , si en su interior divisaba la presencia de Ada, pero solamente un par de señoritas mostraban a sendas clientas las últimas novedades acabadas de recibir.  El corazón le palpitaba fuertemente.  Estaba a un paso de poderla ver .  Pero ¿ dónde estaba ?  Y se decidió a  entrar en el establecimiento.  Solícita y extrañada por la entrada de un hombre en una tienda exclusivamente de señoras, , una de las señoritas se le acercó para atenderle.  Pensaba deprisa para dar  la respuesta a la pregunta  que la muchacha le hiciera

- ¿ Puedo ayudarle en algo ?
- Verá - la dijo mientras buscaba en su cabeza qué decir - Se trata de mi novia; quiero algo especial.
- Tenemos cosas maravillosas. Sólo dígame algunos datos de ella y enseguida encontraremos algo que le guste

Un tanto nervioso, Brendan comenzó a detallar la talla aproximada, la estatura... en fin, todo cuanto requería para acertar con la elección.  Mientras la chica buscaba algo , el no paraba de pasear la mirada por el entorno ¿ dónde estaba?  En vista de que no podía localizarla, se decidió a  preguntar por ella directamente a quién le estaba atendiendo

- Dígame ¿ trabaja aquí Ada Hudson ? - preguntó a la dependienta
- ¿ Ada ? Si es nuestra contable, está en la oficina
- ¿ Podría decirla que saliera un momento ?  En realidad venía en su busca.  Ella conoce bien a mi novia y sabe de sus gustos
- Desde luego; ahora mismo la aviso

¡ Al fin !  En cuestión de segundos la tendría frente a él. ¿ Cómo sería su reacción ?  Conocía el carácter de Ada y debía estar alerta por si se le ocurría salir corriendo.  De nuevo la puerta de  "Privado"  se abrió dando paso a la silueta de Ada, que sorprendida le miraba sin pestañear.  Brendan avanzó hacia ella, que no podía articular palabra.  El aprovechó,  para con su mutismo, quedar lo mejor posible delante de la dependienta que les miraba extrañada de la reacción de su compañera de trabajo

- Querida Ada.  No estaba muy seguro si era la dirección correcta que me dieron para encontrarte.  Tengo que hacer un regalo muy especial, ya sabes para quién - dijo sonriendo y disimulando a la vez, mientras la dependienta les dejaba solos.  Y entonces fue cuando Ada y Brendan, se miraron fijamente en silencio

- ¿ Puede saberse lo que haces aquí?   Te dejé muy claro que no quería saber nada de ti- le replicaba Ada
- Por favor, no te alteres y escúchame.  Tenemos que hablar.  Todo ha sido un mal entendido, que hubiera aclarado inmediatamente si tú no fueras tan tozuda
-¿ Yo tozuda ? He sido tu emisaria en los lios que te traes, y encima soy yo la tozuda.
-No he querido decir eso... Por Dios Ada, ¿ por qué haces las cosas más difíciles de lo que ya son ?He querido aclararlo todo  nada más conocer tu dimisión.  Volví al dia siguiente cuando Morgan me lo dijo, pero ya te habías ido de casa y no había forma de encontrarte.  Creo que este no es el mejor sitio para hablar de nuestras cosas y tengo mucho que contarte.
- Yo sin embargo no tengo nada que decir, y además estoy trabajando,. Así que creo que debemos cortar la conversación.
- Por favor, tienes que escucharme. Se lo que quieres oir y si, es cierto:  yo también te quiero. Me enamoré de ti enseguida que comenzaste a trabajar para mi, sólo que he sido un bruto y no me dí cuenta de ello hasta que te marchaste.  Y ahora te esperaré fuera de esta tienda hasta que termine tu jornada.  Después iremos a algún sitio en el que podamos hablar con tranquilidad.  explicar las cosas como han pasado y olvidar de una vez si es que puedes.  Eso es todo.  Si después de escucharme no deseas tener nada conmigo, lo aceptaré, aunque me destrozarás por dentro, pero  lo aceptaré.  Si por el contrario llegamos a un acuerdo, me harás el hombre más feliz de la tierra

- ¿ Pero te das cuenta de que estás tratando todo esto como si fuera una transacción comercial ?
- No, no lo eres. Ni mucho menos.  En todo caso sería la transacción más importante que hiciera nunca, porque en ella va mi felicidad y el futuro contigo.

Ada no sabía qué decir.  Estaba escuchando lo que tantas veces había deseado escuchar.  El estaba allí, había venido a buscarla y estaba decidido a que escuchara sus disculpas y le otorgara el perdón por su torpeza. Y sabía de antemano que todo ello estaba dispuesta a dar.  Y de pronto todas  las dudas, y sinsabores sufridos, se habían desvanecido como por arte de magia, ante el rostro anhelante del hombre del que estaba profundamente enamorada.  Sólo le quedaba ponerse de rodillas pidiendo perdón. Algo que no insinuaría porque le creía capaz de hacerlo.  Pero también se lo haría desear.  Le pondría cualquier excusa para dilatar su conversación a solas; ignoraba de que forma pero quería seguir escuchando todo lo que tuviera que decirla para que le otorgase el perdón y comenzar una etapa nueva en sus vidas.

- Está bien, te escucharé.  Pero ahora debo seguir trabajando.  Estoy segura que voy a llevarme una regañina por tener asuntos privados en horario laboral.  Desde que apareciste en mi vida, no has hecho más que crearme complicaciones. Vete de una vez
- De eso nada. Aquí te espero. No me fio de tí. Por si sales corriendo, ya sabes
- Como quieras, pero hasta las doce no termina mi turno, así que tú verás
- No hay problema.  Aquí seguiré hasta que salgas

Ada no pudo por menos de sonreír.  En su interior sonaban campanitas alegres y las mariposas revoloteaban en su estómago.


Las necias ilusiones - Capítulo 14 -La búsqueda

Recordaba el berrinche que cogió, y la pesadilla que tuvo después, el día que sobre su mesa, en el despacho  vio la carta de dimisión de ella. Y fue tan real, que no se dio cuenta que cuando eso ocurrió, él estaba en París  y ella, simplemente se despidió porque ya no lo podía soportar.  Seguramente por algo que había hecho y ella se hartó.  Pero ¿ qué ?  No lo sabía y nadie le daba razones para hacer lo que hizo.  Y recordó que en el soliloquio que él mismo estableció, toda la culpa se la había echado a  él, y le decía que no le aguantaba.  Siempre había sido correcto con ella;  bien es verdad que alguna bronca que otra a destiempo, la echó, pero creyó que no eran motivos para una decisión tan drástica.

  Y ahora estaba buscando como fuera y donde fuera, información que le llevara hasta ella, y así poder disculparse.  Porque ahora sabía el porqué ella se había marchado.  Margaret se lo había contado todo, y no tenía nada  que ver con lo que imaginó cuando se encontró con el despido.  Analizaba sin parar todo lo ocurrido, y sus reacciones y junto a lo hablado con la que fuera casera de Ada, de repente, supo la respuesta.  Una respuesta que había tenido desde el principio, pero que no supo descifrar.

La suponía bastante enfadada y dolida. Si se hubiera dado cuenta de todo con anterioridad, ahora no estarían en esa situación.  Y por un momento se puso en el lugar de Ada, y se dijo:

- ¿ Cómo me hubiera comportado si ella hubiera sido obsequiosa con otro hombre.?  Porque es lo que estaba haciendo yo: enviar flores, salir a cenar, y otras cosas que imaginaría, y que no estaba desacertada, posiblemente como ella, yo también hubiera  procedido: poniendo  tierra de por medio y tratar de olvidar. He sido un estúpido en grado sumo, y estoy aquí,  ahora,  lamiendo mis heridas, porque por fin, la venda se ha caído de mis ojos.  Quién lo iba a decir, alguien tan experimentado como yo, que no viera el amor que se acercaba, es decir, que lo tenía delante sin saberlo.
¡ Qué torpe, qué torpe !  Y hora no sé por dónde empezar a buscarla.  No tengo ninguna pista a la que aferrarme.  Se que Margaret conoce su paradero, y seguramente le habrá hecho jurar que no lo dirá a nadie.  No tiene ni idea de la angustia por la que estoy pasando.  Ella lo sintió antes y, yo tan ciego, no supe darme cuenta. Porque lo cierto es que la quiero y la necesito.  Pero cómo hacerle ver a las personas que guardan su secreto, que ella es importante para mi, y no como secretaria, precisamente.

Le daba miedo pronunciar la palabra mágica que nunca creyó pronunciaría:   se había: enamorado de ella.  La correspondía totalmente, pero ahora tenía que purgar su torpeza y egocentrismo.  Siempre supuso que por las experiencias vividas, nunca caería en las redes amorosas de alguna dama, pero lo que no se imaginaba es que caería antes que nadie sin remisión alguna.  ¿ Conseguiría olvidar ?  ¿Cómo debía hacerlo ? ¿ Cómo se hacía ?  Nunca se había visto en esa situación, tan sólo recordaba que por primera vez estuvo, algo parecido a un enamoramiento, pero hace tanto tiempo que no lo sabía.  Nunca había soñado con nadie, aunque discutiera con la novia de turno.  Dormía a "pata suelta"  siempre.  Pero, después de que todo hubiera ocurrido, rara era la noche que no atormentaba sus sueños.  Pero habían habido cambios con los primeros que tuvo cuando le abandonó.  Ahora sabía dónde estaba la falta y quién la había cometido, Entonces culpó de todo a Ada  sin siquiera imaginar lo que ella pudiera estar pasando.
 Recordó que Ada había venido a Londres desde Bristol, allí vivió y aún lo hacían sus padres.  De repente se le ocurrió ir hasta allí.  Con suerte estaría con ellos.  Nervioso pulsó el teléfono de Morgan y le anunció que al día siguiente no iría a la oficina

- Resuelve tú, si hubiera algo urgente.  Tengo que salir de viaje
- ¿ Otra vez ?  Acabas de llegar...
-Esto es distinto.  Voy a Bristol
- ¿ A Bristol ? ¿ Qué buscas allí ?
A los padres de Ada y a ella si es que está con ellos.
- ¿ Estás bien ?  Te encuentro muy alterado
- Lo estoy, Morgan, lo estoy. Tengo que encontrarla, esa es mi alteración
- Brendan , lo que tienes es que estás colado por ella  y te resistes a admitirlo
- Lo admito Morgan.  Por primera vez lo he visto claro, y por eso mismo me es urgente encontrarla y explicarle lo que ocurre.  Aún puedo llegar a tiempo.  No quiero ni pensar si no fuera así
- Bueno, cálmate.  Encuéntrala y sé feliz.  pero piensa que también ella puede tener a alguien que no seas tú.

- Estoy seguro que no.  Hace poco tiempo de su marcha y al fin he sabido lo que la ocasionó  .  Te lo explicaré algún día, cuando todo haya pasado.

Y tomó un avión que le llevó hasta Bristol, y allí un taxi, al que dio la dirección de los padres de ella.  Era temprano aún, pero no tanto como para ser inoportuno.  La impaciencia le consumía.  Tenía ante sí la posibilidad de solucionar su problema.  Pero si Margaret no quiso decirle dónde posiblemente podría estar, mucho menos se lo dirían los padres.  Tendría que esgrimir argumentos muy sólidos para convencerlos y esperaba que fuera lo suficientemente persuasivo para que se pusieran de su parte y al final le dijeran el paradero de su hija.

Despidió al taxi y se encaminó a la puerta.  La casa estaba situada  lejos del centro de la ciudad.  Era una especie de urbanización de la clase media inglesa.  Casas de una sola planta o dos como máximo, con jardines que las rodeaban y mucha arboleda por la calle.  La zona era tranquila.  Sólo había movimiento de las gentes que acudían al trabajo.
Cuando estuvo frente a la puerta, con decisión pulsó el timbre.  Acudió  a abrir, la que supuso era la madre de Ada.  Se parecían bastante y ambas eran muy bonitas.  La madre aún era joven , y a pesar de que no sabía quién era y a lo que iba, abrió la puerta mostrando en su cara una dulce sonrisa, que le recordó a la que fuera su secretaria.

- Buenos días, señora.  No me conoce, aunque quizá haya oido mi nombre: soy Brendan  Miller, quién fuera jefe de su hija

 Le dio un vuelco el corazón cuando notó que la sonrisa amable de la mujer, se borró de su cara..  Supo en ese instante que le daría el no por respuesta.  Tragó saliva y  la dijo:

- Señora, necesito saber dónde está Ada.  ¿ Vive con ustedes?
- ¿Para qué necesita saber dónde está ?  Lo que me ha contado es que no quedaron muy amigos
- Se lo explicaré todo detenidamente, pero necesito saber si vive con ustedes, o si no, me den su domicilio.  Es muy importante, créame


- ¿ Por qué he de creerle ?  Mi hija está dolida con usted, así que le rogaría que la dejase en paz
- No puedo, quiero casarme con ella. Quiero contarle lo que paso en realidad.  Fue un error por mi parte no darme cuenta a tiempo de lo que estaba pasando.  Reconozco mi culpa, pero estoy desesperado por encontrarla y aclarar todo.  Por favor señora  Hudson dígame donde está.
- No está aquí. Se marchó a vivir fuera  y desde luego sin autorización de ella , no le diré nada.  Siento que haya venido desde tan lejos, pero vuelva por donde ha venido, porque como le digo, se ha mudado a otro lugar.  Allí tiene su trabajo y ahora su vida.
- Sé que todo ha sido un despropósito pero aún hay tiempo de arreglarlo.  Sé que ella me quiere y yo también a ella.  Por favor, tiene que creerme.  ¿ Creé que hubiera venido a buscarla si no fuera así ?.  Todas las parejas tienen sus más y sus menos.  Nosotros no tuvimos ningún rifirrafe, sólo el error de no haberme dado cuenta de lo que ella sentía por mi. Y que es lo mismo que siento yo por ella.
- De verdad que no puedo. He de hablar primero con ella y si me autoriza, le daré la dirección, pero no antes.  Lo siento.  Aunque no esperaba que viniera hasta aquí para buscarla.  Lo está pasando mal, y nosotros con ella.  Es la única hija que tenemos y el tenerla lejos fue un sacrificio para nosotros.  Máxime cuando nos hemos enterado de la verdad.  Hablaré con ella esta noche.  Vuelva mañana y si ella es conforme, le diré donde vive en la actualidad.
- Está bien.  Veo que no hay forma de convencerla.  Volveré mañana. Gracias por haberme prestado atención.

Cabizbajo y malhumorado, dio media vuelta y se alejó del lugar, tan vacio como había llegado.  Buscaría un hotel y volvería a la mañana siguiente.

jueves, 26 de abril de 2018

Las necias ilusiones - Capítulo 13 - Los consejos de Margaret Mortimer

Y fue en un último vuelo a Londres, donde consiguió pasaje.  Iría en clase turista, pero no le importó.  Estaba demasiado anhelante como para rechazarlo.  Le urgía llegar cuanto antes y tratar de hacerla entrar en razón. Quizá con un poco de suerte, aún estuviera en la capital. Posiblemente le dijera a Morgan que salía ese mismo día para que no insistiera, aunque también la creía capaz de ello.  Algo tenía que haber hecho mal para ella reaccionar de esa manera tan extraña.

Y recordó que ya estaba enfadada antes del beso.  No debió hacerlo, pero no pudo contenerse y no comprendía la razón,   el porque de la atracción que sentía hacia ella.   ¿Era atracción o algo más?  Un nudo tenía en el estómago desde que se enteró de su marcha y eso sólo significaba que tenía miedo, un miedo atroz a perderla.  El beso, su forma de comportarse ¿ por qué la trataba con tan frialdad, si era todo lo contrario lo que deseaba?  Y después recordó su expresión cuando salía con esa chica del ascensor. A él se le heló la sangre en las venas

-Soy un estúpido. ¿ Cómo no me di cuenta antes?  Tengo la suficiente experiencia en el trato con las mujeres para saber lo que las enfada.  Y ella, al vernos, se enfadó y mucho  .Si al menos ella hubiera dado un paso que me indicara que estaba mínimamente interesada en mi, todo habría sido distinto.  Pero me trataba con tanta frialdad, que me enfurecía.  Nunca se me pasó por la cabeza  que, posiblemente estuviera enamorada de alguien,   que tuviera pareja.  Ni siquiera lo pensé, y eso sería probablemente lo que la ocurría.  Y yo llamándola a Paris creyendo que lo pasaríamos bien.  Lo que sentía era nostalgia del amor que dejara en Londres.  ¿ Cómo no imaginé algo así ?

Esperó a que fuera la hora de acudir a la oficina.  Lo primero hablaría con Morgan para enterarse de todo.  Después iría a donde vivía a ver si con suerte seguía allí.  Pero si no estuviera ¿ qué haría ?  Iría paso a paso sin adelantar acontecimiento, sin ponerse nervioso.  Y lo cierto, es que le interesaba más de lo que pensaba y la sola idea de no encontrarla le ponía furioso.

Estaba tenso cuando llegó a la planta de Morgan.  Este le recibió extrañado, ante el gesto contrariado que mostraba.  Le preguntó:

- ¿ Se puede saber qué es lo que ha pasado?  ¿Has intentado algo con ella?
- Sólo le di un beso
- ¡ William, ! ¿ Cómo se te ocurre?  Estás acostumbrado a otro tipo de mujer, y Ada no es de esas. Tenías que haber pensado que a lo mejor tenga novio, o que esté enamorada.  Creo que la has asustado. Estáis trabajando juntos ¡ por amor de Dios ! ¿ En qué pensabas ?
- No lo sé.  Te juro que no sé lo que me pasó.  Sólo sentí ese impulso.  Estaba deseando de que llegara,   a pesar de que yo tenía una cita...  Pero ,  al verla...  No pude reprimirme.
- ¿ Tenías una cita ?  ¿ Sabes lo que creo ? Te gusta, en eso se basa todo.  Pero no has tenido en cuenta que es una chica que trabaja contigo y que no es de las aprovechadas.  Quiero decir, que no es como las que frecuentas.  Ella no es para una noche, flores y adiós.  Ella es una mujer con la que uno se casa y forma una familia ¿ Te lo has preguntado alguna vez ?
- Naturalmente que no. Y estás equivocado en tus apreciaciones.  Me gusta, pero ¿ para casarme? Ni hablar
- ¿ En verdad vas a demandarla después de toda esta conversación?
- Sabes de sobra que no.  No después de lo que me has dicho.  Pero si voy a ir a buscarla a su casa
- Darás un viaje en balde. Se ha marchado  ayer.
- De todas maneras iré, por si acaso.

Seguía preocupado, por lo hablado con Morgan y por lo que en realidad sentía.  A la salida del despacho, solicitó al encargado de personal, le facilitara el domicilio de Ada y su número de teléfono para contacto.  Ya que el privado no lo atendía nadie.  Una voz impersonal le avisaba que ese número no estaba operativo.  Lo más probable era que lo hubiera anulado o inutilizado la tarjeta.  Le entregaron la documentación requerida, la repasó mientras bajaba hasta el aparcamiento., y en su coche tomó dirección hacia la casa en que viviera Ada.  Algo le avisaba de que su gestión sería inútil, pero no podía quedarse cruzado de brazos, tenía que hacer algo.

Mantenía una lucha interior entre seguir lo que su corazón le dictaba, en constante pugna con  lo que su cerebro le ordenaba, y que no era otra cosa de que olvidara  el incidente y a ella.  Que siguiera el rumbo que se había marcado, y que posiblemente al cabo de unos días Ada sería una anécdota en su vida.

Habrían más mujeres, otra secretarias, quizá no tan eficientes como ella, pero tampoco tan rígidas en carácter.  Y se preguntó qué era lo que en realidad buscaba. ¿ Un ligue  topìco jefe-secretaria, o una relación sólo en el trabajo, sin más compromiso que el que día a día dictara.  Y no estaba seguro, porque sus sentimientos estaban encontrados.

De lo que estaba seguro era de que le había fastidiado que ella le dejase plantado, y no fuera al contrario como, según él, sería lo lógico y natural

- ¿ Por qué lógico y natural ?  Hemos tenido una relación muy estrecha en el tema laboral, pero ahora todo se ha desplomado:  ella se ha ido y él estaba hecho un verdadero lío.

Y llegó frente a la casa de Margaret; tocó el timbre y la puerta fue franqueada por  una mujer de edad más que media, amable y de cara bondadosa.

- ¿ Qué desea ?
- Señora, soy  Miller, y hasta hace unos días he sido el jefe de Ada
-¡ Ah, usted !  Ella me ha hablado  mucho .  Le diré que ya no vive aquí. Se ha ido de viaje y probablemente, si es que alguna vez regresa, será sólo de paso.  Me dijo a donde se dirigía, pero con el disgusto de su marcha, lo olvidé
- ¿ Lo olvidó ?
- Si,. Así ha  sido.  A mi edad... ¡Cuánto lo siento!
.   ¿ Por qué me da que no me está diciendo la verdad ?  Créame, tengo mucho interés en hablar con ella.  Es muy importante.  Quiero que vuelva a trabajar para mi.
- Haga el favor de pasar.  He de hablar con usted detenidamente
- ¿ Le ha ocurrido algo ?
- No, no.  No es por ahí por donde van los tiros.  Pase,  le serviré un té mientras charlamos.

Le condujo hasta una salita, la misma en que ella y Ada solían tomar un té  y charlar como dos buenas amigas.  El  inspeccionaba la casa, mientras ella preparaba el té.  Era una sala no muy grande, pero decorada  como corresponde a una señora de su edad  en buena posición.  Muebles antiguos, pero de buena factura.  Muchas fotografías, que suponía eran de su familia, y libros en distintas estanterías.
Mientras servía el té, Margaret, para romper el hielo,  comenzó a preguntarle algo que ya sabía: el tipo de amistad que mantenía con ella.  Y al fin, le hizo la pregunta del millón, y que  le pilló desprevenido porque no esperaba que, aquella mujer que acababa de conocer, fuese tan directa.



- ¿ Qué le une a Ada ? ¿ Qué es lo que busca en ella ?
- Me sorprende que me haga esa pregunta.  Acabo de decirla que deseo vuelva a mi empresa
- ¿ Nada más ?  Porque entonces le diré que no tiene nada que hacer
- No entiendo por dónde va. Deseo volver a ser su jefe.  Eso es todo
- No me llame entrometida.  Durante el tiempo que Ada ha vivido conmigo la he tomado mucho cariño.  Ella piensa diferente a usted, y ha visto ciertas cosas que no le han gustado.  Si quiere mi consejo: desista de lo que pretende, y déjela que viva en paz. Se que ambos son libres, y usted no tiene ataduras, pero ella si las tiene y son con usted. La explicación es muy sencilla: le gusta, pero también ha visto la frialdad con que usted la trata , y sencillamente para no complicarse la vida, ha optado por el camino más fácil:  poner distancia.  Es así de sencillo, por eso le repito:  déjela en paz. Siga usted su camino y ella el suyo.  Encontrará a otra buena secretaria, y ella posiblemente se olvide de su aventura londinense

miércoles, 25 de abril de 2018

Las nec ias ilusiones - Capítulo 12 - Las falsas ilusiones

Y subió hasta la planta quinta, y sus compañeras la saludaron con amabilidad, y solicitó hablar con Morgan, que la recibió de inmediato, ajeno a la misión que llevaba consigo.  Creyó que iba a darle información sobre lo ocurrido en Paris.  No se había comunicado con él desde el día anterior y la última noticia que tenía era que sólo quedaba la firma, pero que él tardaría unos días en volver

- Me alegro de verte ¿ Cómo ha ido todo ? - la preguntó mientras estrechaba su mano
- Bien.  Todo ha ido estupendamente.  En realidad no sé porqué he ido; no hacía ninguna falta que estuviera allí
- Cuando  te reclamó es seguro que te necesitaba.

No quería demorar más la angustía que sentía.  Morgan era un buen hombre, en realidad todos lo eran, aunque algunos más que otros. Abrió su bolso, y extrajo un sobre en blanco, que Morgan miró extrañado

- ¿ Qué es esto, algún documento?
- No: es mi dimisión
- Tu ¿ qué ?    - la preguntó abriendo desmesuradamente los ojos
- Lo que ha escuchado.  No puedo seguir aquí.  El señor Miller y yo somos incompatibles.
- No te creo.  El te aprecia mucho, muchísimo
- No es cierto.  Creo que me odia tremendamente.  Vuelvo a casa hoy mismo.  Mi decisión es firme
- Aver, a ver.  ¿ Te he entendido bien? ¿ No os aguantáis?
- Puede decirse eso.
-¿ Lo sabe él ?
- No. No le dije nada, sino simplemente que volvía a Londres.  Creo que se pasará al menos otro fin de semana hasta que regrese.  Está muy entretenido en Francia
- Espera.  Voy a llamarle
- Por favor Morgan.  No me hagas pasar este mal trago.  Habla con él cuando me haya marchado. Este era el trabajo con el que somé, y puedes creerme que me duele hacerlo, pero no deseo tener más enfrentamientos .  Aquí la que sobra soy yo.  Creo que Veronique lo hará de maravilla.  Y dicho ésto, tengo que irme.  Salgo dentro de una hora
- Pero ¿adónde vas ?
- No lo sé.  Pasaré unos días con mis padres y después... no lo sé

Extendió su mano, que Morgan estrechó apesadumbrado.  No quería ni pensar cómo se pondría él cuando se enterase de lo ocurrido                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             
       No salía de su asombro ¿Qué demonios había ocurrido?  Nunca mostraron signos de enemistad, pero sin duda debe haberla, puesto que ella ha tomado esa decisión.  Lo lamentó porque perdían a una excelente empleada, pero si eran incompatibles, mejor así, antes de que las cosas fuesen a mayores.

Antes de la hora de la comida, decidió contactar con el jefe.  Le llamó a su número privado.  Estuviese donde estuviese, lo atendería.  Y así lo hizo, pero notó en su voz que algo le preocupaba.  Le conocía sobradamente para saber cuando estaba contento y cuando no

- ¿ Qué ? . respondió
- ¿ Estás bien ? - le preguntó al responder de esa manera tan poco usual en él.
- Maravillosamente.  Te advierto que estoy ocupado, así que sé breve, por favor
- Ya entiendo.  No corre prisa.  llamaré luego
- Si has llamado ahora y por este número, es señal de que pasa algo.  Así que dime ¿ qué pasa ?
- Ada ha presentado su dimisión.  Hoy mismo.  Hace un rato que la ha traído en persona
-¿ Qué ?
- Lo que has oído.  Dice que sois incompatibles. A esta hora posiblemente esté de viaje
- ¡ No me lo puedo creer ! ¿ De donde ha sacado que somos incompatibles?
- Quizá de alguna discusión vuestra.  No lo sé.  Sólo vosotros conocéis lo que ha ocurrido
- ¿ Sabes qué ?  Me pongo en camino, de vuelta, ahora mismo.  Una demanda es la que voy a cursar en cuanto llegue.  Se va a enterar de incompatibilidades
- .  No sé lo que os ha pasado, pero reflexiona con la cabeza fría.  Ella se ha ido muy a regañadientes, pero algo ha pasado que yo no sé.  Sólo vosotros.
- No te preocupes. Me encargaré de ello en cuanto llegue, que será esta misma noche.  Te llamo en cuanto esté en Londres. Y ahora comienzo con las gestiones. Adiós.

Morgan no entendía nada

- ¿ Que les pasa a estos dos ? - Pero fue su mujer quién le dio la explicación de todo.  Su astucia femenina iba más allá que la de ellos.  Posiblemente porque todas las mujeres reaccionan lo mismo en una determinada situación.

Tomó el primer vuelo que saliera para Bristol, y antes que lo pensara, estaba en el aeropuerto.  Llamó a un taxi y tras dar la dirección de sus padres, se encontró frente a ellos.  Se sorprendieron grandemente, pues no la esperaban

- Creiamos que estabas en Paris- la dijo su madre
- Llegué ayer a Londres. Debería haber estado en Paris, pero surgieron problemas y aquí estoy
- Hija ¿ te pasa algo ?
- Me he despedido del trabajo. Pasaré unos días con vosotros  y después volveré no sé si a Londres o vaya a otro lugar
- Es todo muy extraño ¿ No deseas contármelo ?
- Ahora no mama. Quizá mañana, cuando esté más tranquila
- Como quieras.  Nos alegramos muchísimo de que hayas vuelto.  Te echamos mucho de menos
- Yo también, mamá.  Yo también.

La madre supo que algo la ocurría, porque en la forma de responder se la notaba triste, muy triste.  Y ella no era así; era optimista por naturaleza.  la recordaba el día que partió en busca de su destino, y durante unos meses decía haberlo encontrado, pero ahora estaba bastante negativa y eso se debía a algo que la había ocurrido en la capital.

- Quizá se haya enamorado y las cosas no llegaron a buen término.  No quiero presionarla.  Mañana me lo contará.                                                                                                                                             
No quiso cenar.  A solas en su habitación recordaba una y otra vez que hacía pocas horas estaba en otro lugar, con otra persona. Y ese alguien estará ajeno a todo lo que ocurre, a no ser que Morgan se lo haya comunicado.  No la importó si les había ocasionado algún trastorno; ella lo estaba sufriendo corregido y aumentado, así,  que se aguantaran.  Pero en realidad ¿ qué es lo que le reprochaba ?  ¿Que fuera tan seco con ella, o que se hubiera ligado a otra chica ?  Los celos le mordían el alma.  Y tocaba sus labios como para que no se escapara el beso que la dio, que no entendía ni el por qué ni asunto de qué.

  Y sólo encontraba una respuesta, la que siempre había tenido en mente: la seducción.  ¿Se notaría tanto que estaba loca por él.?  Y su amor propio se revelaba, aunque siempre guardo las formas, sin perderlas ni un sólo instante.  Probablemente ese hubiera sido el motivo de su aversión hacia ella: había visto que no sería una presa fácil.

Daba vueltas y más vueltas en la cama sin conciliar el sueño.  A su memoria acudía la imagen de él aproximándose a ella y sujetando su cabeza con ese beso abrasador.  Eso tenía que significar algo.  Quizás otra persona más experimentada sabría descifrar el enigma.    Ella sólo sentía que se había creado falsas ilusiones que nunca  se realizarían.  Y no durmió en toda la noche, pero lo peor es que no tenía ganas de levantarse, porque sabía que si lo hacía tendría que dar explicaciones y no tenía ánimos para darlas.  Metió la cabeza bajo la sábana y fingió dormir cuando, su madre sigilosamente abrió la puerta, para comprobar que estaba dormida.                                                                                                                                                     

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