viernes, 27 de abril de 2018

Las necias ilusiones - Capítulo 14 -La búsqueda

Recordaba el berrinche que cogió, y la pesadilla que tuvo después, el día que sobre su mesa, en el despacho  vio la carta de dimisión de ella. Y fue tan real, que no se dio cuenta que cuando eso ocurrió, él estaba en París  y ella, simplemente se despidió porque ya no lo podía soportar.  Seguramente por algo que había hecho y ella se hartó.  Pero ¿ qué ?  No lo sabía y nadie le daba razones para hacer lo que hizo.  Y recordó que en el soliloquio que él mismo estableció, toda la culpa se la había echado a  él, y le decía que no le aguantaba.  Siempre había sido correcto con ella;  bien es verdad que alguna bronca que otra a destiempo, la echó, pero creyó que no eran motivos para una decisión tan drástica.

  Y ahora estaba buscando como fuera y donde fuera, información que le llevara hasta ella, y así poder disculparse.  Porque ahora sabía el porqué ella se había marchado.  Margaret se lo había contado todo, y no tenía nada  que ver con lo que imaginó cuando se encontró con el despido.  Analizaba sin parar todo lo ocurrido, y sus reacciones y junto a lo hablado con la que fuera casera de Ada, de repente, supo la respuesta.  Una respuesta que había tenido desde el principio, pero que no supo descifrar.

La suponía bastante enfadada y dolida. Si se hubiera dado cuenta de todo con anterioridad, ahora no estarían en esa situación.  Y por un momento se puso en el lugar de Ada, y se dijo:

- ¿ Cómo me hubiera comportado si ella hubiera sido obsequiosa con otro hombre.?  Porque es lo que estaba haciendo yo: enviar flores, salir a cenar, y otras cosas que imaginaría, y que no estaba desacertada, posiblemente como ella, yo también hubiera  procedido: poniendo  tierra de por medio y tratar de olvidar. He sido un estúpido en grado sumo, y estoy aquí,  ahora,  lamiendo mis heridas, porque por fin, la venda se ha caído de mis ojos.  Quién lo iba a decir, alguien tan experimentado como yo, que no viera el amor que se acercaba, es decir, que lo tenía delante sin saberlo.
¡ Qué torpe, qué torpe !  Y hora no sé por dónde empezar a buscarla.  No tengo ninguna pista a la que aferrarme.  Se que Margaret conoce su paradero, y seguramente le habrá hecho jurar que no lo dirá a nadie.  No tiene ni idea de la angustia por la que estoy pasando.  Ella lo sintió antes y, yo tan ciego, no supe darme cuenta. Porque lo cierto es que la quiero y la necesito.  Pero cómo hacerle ver a las personas que guardan su secreto, que ella es importante para mi, y no como secretaria, precisamente.

Le daba miedo pronunciar la palabra mágica que nunca creyó pronunciaría:   se había: enamorado de ella.  La correspondía totalmente, pero ahora tenía que purgar su torpeza y egocentrismo.  Siempre supuso que por las experiencias vividas, nunca caería en las redes amorosas de alguna dama, pero lo que no se imaginaba es que caería antes que nadie sin remisión alguna.  ¿ Conseguiría olvidar ?  ¿Cómo debía hacerlo ? ¿ Cómo se hacía ?  Nunca se había visto en esa situación, tan sólo recordaba que por primera vez estuvo, algo parecido a un enamoramiento, pero hace tanto tiempo que no lo sabía.  Nunca había soñado con nadie, aunque discutiera con la novia de turno.  Dormía a "pata suelta"  siempre.  Pero, después de que todo hubiera ocurrido, rara era la noche que no atormentaba sus sueños.  Pero habían habido cambios con los primeros que tuvo cuando le abandonó.  Ahora sabía dónde estaba la falta y quién la había cometido, Entonces culpó de todo a Ada  sin siquiera imaginar lo que ella pudiera estar pasando.
 Recordó que Ada había venido a Londres desde Bristol, allí vivió y aún lo hacían sus padres.  De repente se le ocurrió ir hasta allí.  Con suerte estaría con ellos.  Nervioso pulsó el teléfono de Morgan y le anunció que al día siguiente no iría a la oficina

- Resuelve tú, si hubiera algo urgente.  Tengo que salir de viaje
- ¿ Otra vez ?  Acabas de llegar...
-Esto es distinto.  Voy a Bristol
- ¿ A Bristol ? ¿ Qué buscas allí ?
A los padres de Ada y a ella si es que está con ellos.
- ¿ Estás bien ?  Te encuentro muy alterado
- Lo estoy, Morgan, lo estoy. Tengo que encontrarla, esa es mi alteración
- Brendan , lo que tienes es que estás colado por ella  y te resistes a admitirlo
- Lo admito Morgan.  Por primera vez lo he visto claro, y por eso mismo me es urgente encontrarla y explicarle lo que ocurre.  Aún puedo llegar a tiempo.  No quiero ni pensar si no fuera así
- Bueno, cálmate.  Encuéntrala y sé feliz.  pero piensa que también ella puede tener a alguien que no seas tú.

- Estoy seguro que no.  Hace poco tiempo de su marcha y al fin he sabido lo que la ocasionó  .  Te lo explicaré algún día, cuando todo haya pasado.

Y tomó un avión que le llevó hasta Bristol, y allí un taxi, al que dio la dirección de los padres de ella.  Era temprano aún, pero no tanto como para ser inoportuno.  La impaciencia le consumía.  Tenía ante sí la posibilidad de solucionar su problema.  Pero si Margaret no quiso decirle dónde posiblemente podría estar, mucho menos se lo dirían los padres.  Tendría que esgrimir argumentos muy sólidos para convencerlos y esperaba que fuera lo suficientemente persuasivo para que se pusieran de su parte y al final le dijeran el paradero de su hija.

Despidió al taxi y se encaminó a la puerta.  La casa estaba situada  lejos del centro de la ciudad.  Era una especie de urbanización de la clase media inglesa.  Casas de una sola planta o dos como máximo, con jardines que las rodeaban y mucha arboleda por la calle.  La zona era tranquila.  Sólo había movimiento de las gentes que acudían al trabajo.
Cuando estuvo frente a la puerta, con decisión pulsó el timbre.  Acudió  a abrir, la que supuso era la madre de Ada.  Se parecían bastante y ambas eran muy bonitas.  La madre aún era joven , y a pesar de que no sabía quién era y a lo que iba, abrió la puerta mostrando en su cara una dulce sonrisa, que le recordó a la que fuera su secretaria.

- Buenos días, señora.  No me conoce, aunque quizá haya oido mi nombre: soy Brendan  Miller, quién fuera jefe de su hija

 Le dio un vuelco el corazón cuando notó que la sonrisa amable de la mujer, se borró de su cara..  Supo en ese instante que le daría el no por respuesta.  Tragó saliva y  la dijo:

- Señora, necesito saber dónde está Ada.  ¿ Vive con ustedes?
- ¿Para qué necesita saber dónde está ?  Lo que me ha contado es que no quedaron muy amigos
- Se lo explicaré todo detenidamente, pero necesito saber si vive con ustedes, o si no, me den su domicilio.  Es muy importante, créame


- ¿ Por qué he de creerle ?  Mi hija está dolida con usted, así que le rogaría que la dejase en paz
- No puedo, quiero casarme con ella. Quiero contarle lo que paso en realidad.  Fue un error por mi parte no darme cuenta a tiempo de lo que estaba pasando.  Reconozco mi culpa, pero estoy desesperado por encontrarla y aclarar todo.  Por favor señora  Hudson dígame donde está.
- No está aquí. Se marchó a vivir fuera  y desde luego sin autorización de ella , no le diré nada.  Siento que haya venido desde tan lejos, pero vuelva por donde ha venido, porque como le digo, se ha mudado a otro lugar.  Allí tiene su trabajo y ahora su vida.
- Sé que todo ha sido un despropósito pero aún hay tiempo de arreglarlo.  Sé que ella me quiere y yo también a ella.  Por favor, tiene que creerme.  ¿ Creé que hubiera venido a buscarla si no fuera así ?.  Todas las parejas tienen sus más y sus menos.  Nosotros no tuvimos ningún rifirrafe, sólo el error de no haberme dado cuenta de lo que ella sentía por mi. Y que es lo mismo que siento yo por ella.
- De verdad que no puedo. He de hablar primero con ella y si me autoriza, le daré la dirección, pero no antes.  Lo siento.  Aunque no esperaba que viniera hasta aquí para buscarla.  Lo está pasando mal, y nosotros con ella.  Es la única hija que tenemos y el tenerla lejos fue un sacrificio para nosotros.  Máxime cuando nos hemos enterado de la verdad.  Hablaré con ella esta noche.  Vuelva mañana y si ella es conforme, le diré donde vive en la actualidad.
- Está bien.  Veo que no hay forma de convencerla.  Volveré mañana. Gracias por haberme prestado atención.

Cabizbajo y malhumorado, dio media vuelta y se alejó del lugar, tan vacio como había llegado.  Buscaría un hotel y volvería a la mañana siguiente.

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