sábado, 28 de abril de 2018

Las necias ilusiones - Capítulo 16 - Uno frente al otro

Frente a la boutique, había un pub desde el que se divisaba perfectamente las entradas y salidas de la tienda.  Miró el reloj y le faltaba mucho por esperar la salida de Ada del trabajo. Se distraía a ratos viendo el ir y venir de la gente por la calle, pero su impaciencia era grande por tenerla frente a él y contarle sus proyectos en los cuales ella era la protagonista principal.  Sentía como su corazón se agrandaba al pensar en que por fín todo iba camino de la solución.  Lo primero que debía hacer, si es que todo llegaba a buen término, sería llamar a los padres de Ada y anunciarles que se casaban, si es que al fin ella le aceptaba como marido.

Al llegar a este punto, las dudas se apoderaron de él.  Estaba firme en sus decisiones; no era mujer que se volviera atrás una vez que había emprendido un camino. ¿ Por qué era todo tan difícil en estas cuestiones para él, cuando todo lo demás era pan comido ?  Y el mismo se respondió

- Porque Ada es especial y debes enorgullecerte de ello. Siempre sabrás que lo que piensa es acertado y raras veces se equivocará.  No es tan impulsiva como tú, claro que nunca habías dado con una mujer como ella.  Las que frecuentabas te lo ponían todo muy sencillo, por su propio interés.  Ada te ha demostrado que lo que importa es el amor y no otras cosas mundanas.

El mismo, no se reconocía. ¿ cuándo antes había esperado a una mujer? Que recordara nunca lo había hecho. Pero también se daba cuenta de que en verdad son ellas las que llevan el timón en una relación, y que los hombres dan volteretas si ellas se lo mandan.  Para nada es el sexo débil, diría que el fuerte, el más fuerte de todos, porque sutilmente conducen a los hombres por el camino que ellas desean.  Y es que tienen un arma poderosa que saben esgrimir con certeza,  y los hombres son tan necios que caen como moscas en la miel. Cuanto toman las riendas las llevan bien sujetas, sin aflojar la mano.  En estos momentos, mientras aguardaba su salida, sentía unas necias ilusiones y ni por un sólo instante se había planteado que fueran sólo eso:  una necedad que no llegaba a nada.

- ¿ Nos gusta a los hombres que así sea, o es que ni siquiera nos damos cuenta de que vamos detrás de ellas queramos o no ?

- ¿ Qué demonios me ha hecho esta mujer. Mírate, dando vueltas como un novio aguardando a su novia. Es inexplicable lo que siento por ella.  Nuestro único contacto ha sido un simple beso, y además robado.  Quizá fue ese el detonante de todo lo que ha ocurrido.  Sólo sé que estoy deseando verla de nuevo, y sentir el roce de su mano sobre la ma. Tan sólo de pensarlo me excito.´ Nunca me había ocurrido nada semejante; nunca había sentido tanta impaciencia por tenerla delante.

No paraba de darle vueltas a la cabeza.  Para Brendan era una situación insólita y excitante.  No le importaba si fuera ella la que llevaba las riendas o no.  Sólo le importaba tenenerla cerca de él, verla.  Contemplar su rostro, su sonrisa; comprobar su estado de ánimo..  En una pareja siempre hay uno que cede más que el otro.  Esta vez, ambos estaban empatados, y además no le importaba lo más mínimo tener que reconocer que le había vuelto loco y que así sería siempre.

Salió a la calle, y la recorrió de arriba abajo.  No quería irse de allí, pues de este modo le parecía que estaban más cerca, aunque ella estuviera en el interior de aquel local.  Y por fin, el tiempo pasó y las empleadas de la boutique comenzaron a salir.  Ada, también lo hizo.  Se paró durante unos segundos y miraba arriba y abajo, buscándole, ignorando que estaba en la acera de enfrente observándola.  Quería ver su reacción.   Posiblemente pensaría que se había cansado de esperar y se había marchado.  Brendan cruzó la calle, y un amago de sonrisa brilló en el rostro de Ada:  estaba allí, había pasado horas esperando a que saliera.

No terminaba de creer que pudieran verse, y el tiempo de distanciamiento le pareció lejano, muy lejano, a pesar de que sólo  habian pasado unas pocas horas.  El,  cruzó y se acercó a ella.  La besó suavemente en los labios y después se retiró un poco, esperando su reacción.  Ada no dijo nada, sólo le preguntó:

- Por qué lo has hecho ?
- ¿ Se necesita una justificación ? ¿Aún no te has dado cuenta de que estoy loco por ti.  Que nunca he esperado a nadie delante de su lugar de trabajo deseando su salida para poder verte ?. Que con sólo verte se me acelera el corazón y estoy intranquilo aguardando tu respuesta. ¿ Piensas que iba a moverme de aquí ?  Me conoces lo suficiente como para saber que no soy persona de esperar a nadie, sólo a ti, y por tí es que llevo una eternidad aguardando una respuesta.
- Nos hemos visto hace  ¿ cuanto ? dos, tres horas.  Antes de tu aparición no sabía lo que de todo esto resultaría, y en eso tienes razón: te conozco lo suficiente para saber que aborreces esperar a alguien
- Sólo a ti- la interrumpió -.  Esperaría toda una vida si al final me aceptaras.  Y por eso mismo tenemos que hablar, y tendrás que sacarme de este mar de dudas que me corroe por dentro.  Vamos a algún sitio en el que nadie nos estorbe y podamos hacerlo con tranquilidad.  No conozco esta ciudad, así que tú me dirás dónde podremos hacerlo.
- Vayamos al parque, a esta hora no habrá niños y estaremos prácticamente solos.  Allí podremos gritarnos si se tercia
- ¿ Piensas gritarme ? - ella sonrió y le respondió
- Sabes que no soy de esas.  Pero sí,  estoy enfadada
- Espero me expliques el porqué.  Y ahora no perdamos más tiempo, vayamos donde quieras.

El la tomó de la mano, acariciándola suavemente con sus dedos.  La suavidad de su piel y el profundo deseo que sentía por ella, hacia que su corazón palpitara con más fuerza.  Era una bella tarde, y a pocos pasos de allí estaba la entrada al parque, que, efectivamente, gozaba de la santa paz del silencio.  Ada, eligió un rincón al que ella venía con frecuencia a pensar.  Era el sitio perfecto para hablar de sus cosas, de lo sucedido y de las decisiones a tomar.  Estaba junto a un estanque en el que unos patos se bañaban.  Era lo suficientemente lejano como para que nadie les interrumpiera o estuviera pendiente de lo que charlaban.  Se sentaron uno frente al otro, y fue Ada la que inició la conversación, de la que saldría la solución o la renuncia, algo que Brendan temía .

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