domingo, 22 de abril de 2018

Las necias ilusiones - Capítulo 8 - Despedida

Y poco a poco, Ada fue teniendo en sus manos las riendas de su trabajo.  El plazo se acortaba y tan sólo faltaban cuatro días para que Susan abandonara la empresa, y ella debería hacerse cargo de ello sin tener el apoyo de su compañera.

Su rutina con Brendan seguía como si tal cosa; simplemente daba órdenes y ella las cumplía a rajatabla, y a pesar de hacerlo correctamente y no recibir ninguna rectificación por parte del jefe,  no se sentía satisfecha.  Seguía impactándole su presencia , y los nervios seguían tomando plaza en su estómago.  Nada había cambiado en ese aspecto.  Era algo que la confundía grandemente y no sabía cómo y de qué forma romper ese bloqueo.

Una mañana la llamó a su despacho.  La saludó amablemente y sin embargo se reflejaba en su cara que algo le disgustaba.  Era  correcto pero hablaba lo justo.  En días atrás, alguna vez que otra, se permitía alguna gracieta con Ada, pero no era el caso en el día de hoy

-¿ Que le habrá pasado ?  Es como una novela policíaca; crees que sabes quién es el culpable y de repente da un giro y resulta que es quién menos piensas.-  Se decía mientras aguardaba que él terminara de buscar algo que parecía no encontrar.  Y por fin rompió el silencio
- Bien.  Como sabe Susan se nos marcha en un par de días.  He pensado darle una despedida.  Ha sido una buena empleada que me ha ayudado mucho y creo un deber hacerlo ¿ qué le parece ?
- Estupendo, me parece estupendo.  Y es todo un detalle por su parte
- Bien, pues creo que una cena para todos los empleados estaría bien. Le haríamos un regalo en nombre de todos para que no se olvide de nosotros. Y después de cenar  deberíamos entregarle algún regalo especial, algo que perdure en el tiempo. ¿ Qué cree que pudiera ser?  Usted, como mujer ¿ qué le gustaría recibir ?
- La verdad, no lo sé. ¿ Alguna pulsera, una bandeja de plata ?  No lo sé- Ese "para que no nos olvide", caló hondo en el pensamiento de Ada, pero no hizo ningún comentario
- Creo que la bandeja. Aunque también pudiera ser  además un marco para la fotografía de boda. O un juego de peine y cepillo para el tocador, de plata, claro- expuso Brendan
- O todo ello - dijo Ada
- Creo que sí: la bandeja para el peine y el cepillo y el Marco para la mesilla, haciendo juego.  Llame a esta joyería y que le den alguna idea o directamente encarguelo.  Bien, pues eso es todo
- Ahora mismo me pongo con ello.  Aunque... creo que debería ir en persona a la joyería y elegirlo
- No tengo tiempo. Hágalo usted

- Pero... yo...  No sé si sabré.  Nunca he comprado algo tan costoso
- Siempre hay una primera vez.  Ellos le ayudarán no se preocupe.  Ahora mismo les llamo y les digo que va para allá. ¡ Vamos, vamos ! No pierda tiempo.  Faltan pocos días.  Después reserve en el restaurante de siempre mesa para todos . ¿ De acuerdo ?
-De acuerdo.  Ahora mismo me pongo con ello.

Y llegó el día.  Era triste, por un lado, para Susan:  cerraba una etapa importante en su vida. A medida que se cumplía la hora de salida, los empleados se encaminaron al restaurante para homenajearla. Brendan eligió el menú y la joyería había llevado el regalo para entregárselo a los postres.  Todo estaba perfecto y,   perfecto y emotivo resulto el acto.  Susan,  al recibir el regalo de manos de su jefe, no pudo evitar emocionarse, y le abrazó dándole las gracias.  Era la primera y última vez que lo hacía.  Nunca en tantos años de trabajar juntos se había tomado la confianza de hacerlo.

Y de repente, Ada lo vio todo claro.  Al verles abrazados y Susan gimoteando, pensó que lo que le ocurría a Brendan era que estaba enamorado de ella y Susan había elegido a otro hombre con quién compartir su vida.  Una sonrisa amarga brotó de sus labios que disimuló y buscó,  como pretexto,  la emoción del momento.

Era viernes y por la noche.  Al día siguiente no había que trabajar, y por tanto la mayoría de empleados decidieron acudir a otro lugar y tomar la última copa. Unos fueron,  y otros,  como Ada,  dijeron  de regresar a casa.  Y fue Brendan quién se brindó a llevarla.  El tampoco iría. pretextando que al día siguiente salía nuevamente de viaje.

La abrió galantemente, la puerta del coche, la del co- piloto. No hablaban, ambos estaban serios. Tan sólo, una vez sentados, la dijo:

- Póngase el cinturón -

Ella obedeció sin pronunciar palabra.  Ante sus ojos, aún tenía la visión de la entrega del regalo; era algo que no podía borrar de su cabeza. Y sin embargo, Susan,  nunca  hizo ningún comentario, y vio tampoco signo alguno de lo que estaba imaginando.  No le parecía posible, de ser verdad, estaba segura que Susan no se casaría . Seguro que eran imaginaciones suyas.  Simplemente estaría emocionado, porque cinco años son muchos años de trabajar tan estrechamente relacionados,  como ellos estaban.  Creyó que ella nunca tendría tanta afinidad con él. Es más, pensaba que no le caía bien , y por eso era tan distante y hermético con ella.  Se notaba a simple vista la afinidad con Susan  y sin embargo, guardaba  las distancias con ella.  Claro que a penas llevaba un mes.  Era distinto, y recordó que ya desde el primer día tuvieron sus diferencias.

Lamentaría tener que dejar el trabajo, pero se veía a largo plazo fuera de esa empresa. Eran correctos, no tenía problemas, pagan buenos sueldos, pero no tenía empatía con su superior más directo, y eso era un gran problema a la hora de trabajar codo con codo.
Y llegaron frente a la casa.  El se bajó diligente y le abrió la puerta, ofreciéndole la mano para ayudarla a salir, que ella aceptó.  La acompañó hasta la puerta de entrada y allí, la dijo solemnemente:

- Deme su teléfono

Ella en principio no entendió lo que la pedía.  No entendía nada ¿ por qué era tan escueto?.  Brendan se dió cuenta de que no sabía por dónde iba la petición, y entonces sonriendo amplio más el mandato

- Quiero grabar mi número privado. Si hubiera algo urgente, pero muy urgente, , contacte conmigo de inmediato en este número.  Todo lo que pase durante el tiempo que esté ausente, usted sabrá resolverlo. Deseo estar tranquilo durante unos días, así que recuerde : estaré ilocalizable  a no ser que fuera algo grave.  Nos veremos en unos días.

La devolvió el teléfono y esperó a que ella entrase en su casa.  Se metió en el coche y se perdió calle arriba.  No le vería ¿  en cuánto ?  Ni siquiera lo sabía, pero una sensación decepcionante se instaló dentro de ella.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTRADAS POPULARES