sábado, 21 de abril de 2018

Las necias ilusiones - Capítulo 6 - Rosas para Ada

De repente, al encontrarse en la calle, la sobrevino el bajón.  Había estado nerviosa desde que saliera del despacho de Brendan, y ahora comenzaba a relajarse, y a sentir también que estaba muy cansada.  No quería ir en el Metro, y optó por el autobús, tardaría mas en llegar a casa, pero durante el trayecto, podría analizar detenidamente todo lo ocurrido.  Analizar los fallos cometidos y asegurarse de que no volvería a suceder.

Repasaba mentalmente la figura del hombre tan hosco que era su jefe.  Quizá demasiado joven para ocupar ese puesto de responsabilidad, y probablemente eso le había convertido en casi un tirano, aunque no lo fuera tanto.  pagaba bien los servicios que requería y no pedía nada que no se pudiera cumplir, por tanto lo de tirano lo borró automáticamente, moviendo negativamente su cabeza.

No había tenido oportunidad de apreciar sus rasgos físicos detenidamente, ya que estaba preocupada por anotar todo lo que deseaba, y no entretenerse en como era en realidad.  Pero si algo llamó su atención:  el corte de su mandíbula cuadrada, y la firmeza del mentón.  Le daban una identidad propia de saber y conseguir lo que se propusiera.  Y durante el análisis, se repitió mentalmente, que era un hombre guapo, muy guapo. Que las pocas veces que sonreía, se le formaban una especie de hoyuelos en la comisura de la boca, lo que hacía que fuera más atractivo.  El pelo color castaño claro y los ojos de color gris. Una estatura rallando el 1'90.  De anchas espaldas y elegancia natural.  Se rió tapando con una mano su cara, para que el resto de viajeros no creyeran que estaba loca.  Y se dijo mentalmente:

- ¡ Vaya ! Para no haberte fijado a penas, has hecho un retrato perfecto.

Decidió dejar de pensar en la oficina y centrarse en lo que Margaret, seguramente, la preguntaría sobre el trabajo del día de hoy.  Algo que venía haciendo desde que comenzase a trabajar.  Al meter la llave en la cerradura. una alegre  señora Mortimer, salió a su encuentro con los brazos extendidos .  Quería abrazarla y darle la enhorabuena

- ¿ Enhorabuena  ?¿ Por qué ?  Mi debut ha sido nefasto- la comentó
- Pues entonces es que tienes algún adorador por ahí.  Las puse en un jarrón en mi salón.  Llegaron esta mañana y como no estabas las dejé aquí hasta que llegases
- No sé a qué se refiere Margaret. Y le aseguro que tengo la cabeza para pocas bromas
- Ven, querida. Compruébalo por ti misma.

Tomándola de la mano, la condujo hasta su salón y allí contempló asombrada un  hermoso ramo de rosas de color suave, justo dos docenas.  Abrió la boca exageradamente y no atinaba a pronunciar palabra ¿ Quién había mandado esas flores?  No conocía a nadie en Londres.  No era su santo ni su cumpleaños ¿ entonces?
- Margaret, se trata de una equivocación.  Eso seguro
- No lo creo. Mira trae una tarjeta. Léela y saldrás de dudas.

Se aproximó hasta la mesa en donde estaba el ramo y la extrajo, abriendo el sobre.  Unas escuetas letras, que ella identificó enseguida, escritas de puño y letra por una mano firme y segura:

                                      " Perdón "
                                       " El encargo perfecto.  Gracias. Hasta mañana "

-  Qué,¿ era para tí ?
Si, Margaret. Son para mí...  de mi jefe
- ¡ Oh Señor ! - exclamó la buena mujer sonriendo feliz - Aún existen caballeros románticos en el mundo - exclamó.
- No es eso, Margaret.  ha sido nuestro primer día de trabajo juntos, y ha sido...  algo duro por mi parte.  Seguro que se dio cuenta de todo y ha querido compensarlo con las flores. ¡ Vaya ! - dijo para sí - no es tan antipático.

A solas en su habitación y delante del ramo de flores, pensó, que había acertado con el color de las rosas en el encargo que él la hizo y,  en la cantidad. Y era por ello que él le daba las gracias. Lo del perdón, también lo entendía: su actitud hostil a pesar de ser su primer día de trabajo efectivo.  Sonrió, y le imagino haciendo el encargo él mismo

- Seguro que ha sido Susan. Aunque es muy discreta, seguro que mañana me preguntará. O quizá sea una costumbre de la casa.  No creo que él vaya por la vida excusándose .  No.  Se ha dado cuenta de que me ha exigido demasiado para un primer día, y además con modales muy discutibles.  En fin, Ada. da un descanso a tu imaginación.

Se reunió nuevamente con su amiga y patrona, tomarían algún bocadillo juntas para poder comentar las incidencias de su jefe en la oficina.  Por fin le había conocido, aunque le viera por primera vez durante su entrevista.  La anciana no salía de su asombro y reia nerviosamente mientras palmoteaba al final de cada frase.
-Es un hombre muy romántico, te lo digo yo que tengo muchos años y sé cómo se comportan los hombres ante una mujer bonita.  Y tu, querida, eres preciosa.
-¡ Margaret ! ¿ Se ha vuelto loca ? Es educado..., a veces. Y se ha dado cuenta de que esta mañana no ha estado oportuno.   Nada más.  Y ahora me voy a la cama.  He pasado un día muy tenso y me siento cansada.

Y dicho esto, se despidió de su amiga, y subió hasta su cuarto.  Deseaba estar tranquila y pensar en todo lo acontecido durante ese día.

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