sábado, 14 de marzo de 2020

CORONAVIRUS

Algo me despertó. Medio adormilada y guiñando uno de mis ojos, levanté un poco la cabeza tratando de averiguar lo que había sido. Miré a un lado y a otro de la habitación; nada había de particular que produjera ese pequeño sobresalto. Tampoco recordaba lo que estuviera soñando para  sacudirme el sueño tan bruscamente. ¿ Qué pasaba? Un silencio abrumador, poco usual me hizo volver a la realidad: silencio, silencio, silencio.  Ni siquiera los pajarillos, anunciando la primavera, se escuchaban.
De un salto me incorporé y fui hasta la ventana de mi habitación.  Era como si la vida hubiera huido de la tierra.  La calle siempre bulliciosa, permanecía en silencio. Apenas pasaban coches. Las tiendas cerradas, excepto la panadería de Antonio, siempre tan trabajador y madrugador. Los autobuses circulaban haciendo su ruta, pero totalmente vacíos ¿ Qué estaba ocurriendo? Totalmente despierta no salía de mi asombro. Las sirenas habituales de ambulancias, bomberos o policía, tampoco se escuchaban. ¿ Me estaré volviendo loca? Anoche cuando me acosté, todo estaba normal: el cielo brillante, con alguna que otra estrella. La televisión del vecino más alta de lo normal, y algunos chiquillos jóvenes cantando un reggaetón. Todo normal, como cada día. Pero algo había pasado mientras dormía. De repente surgió el miedo a lo desconocido. ¿ Cuánto he dormido? ¿Aún lo estoy? ¿ Qué ha pasado mientras lo hacía? ¿ Se había borrado la vida de la faz de la Tierra? ¡ Mi familia !  ¿Cómo no había pensado en ella ? Corrí al teléfono ansiosa  por escuchar sus voces.  La voz de mi hija me tranquilizó

-¿ Qué te pasa, mamá?

Y entonces respiré aliviada: ellos estaban bien.  Pero ¿ entonces, qué demonios pasa? ¿ Qué me he perdido? ¡ El reloj ! fuí hasta la mesilla de noche en donde estaba ese objeto inanimado que marca nuestro ritmo de vida. Apenas había dormido dos horas. Encendí el televisor, pero la pantalla en negro me respondió. Sólo un informativo con el presentador de guardia dando instrucciones y a continuación un médico advirtiendo que nadie saliera de casa.
 ¿ Por qué? ¿ Cuando ? ¿ Qué ha ocurrido?

Y de repente la luz se hizo en mi adormilada cabeza y una palabra, hasta ese momento desconocida para mi, para todos , me dió la respuesta. " coronavirus"  Había llegado, arrollando vidas tranquilas, cambiando el ritmo de nuestras vidas.

Seguí asomada a la ventana y me fijé en las tiendas de barrio que forman el mío. La de animales, cerrada, el bar de la esquina, cerrado. El pequeño supermercado... ese estaba abierto, pero ningún otro tipo de comercio. Y de golpe todo tomaba vida; recordé que estamos en alarma y nadie puede salir de casa, o al menos era lo recomendado. Por la calle, en ese momento, pasaba un coche con un altavoz recomendando no salir por alto riesgo de contagio con las demás personas.

Busqué con la vista el lugar en donde está situado uno de los grandes hospitales cercanos a mi domicilio, y recordé a los profesionales que lo integran, pero también  al resto de personal. Todos ellos forman un núcleo de personas a nuestro servicio, en nuestra ayuda, necesarios todos para que funcione como debiera. Cada uno de ellos es necesario, en los distintos terrenos que forman esas macro ciudades  de salud; todos son necesarios, imprescindibles.  Y sonreí: estamos seguros. Con ellos saldremos adelante, pensé. Mentalmente  y un poco `por lo bajo, les dí las gracias por su ayuda .

¿ Cómo y por qué? Al principio lo tuvimos muy lejano, pero al igual que un gigante, ha avanzado rápido implacable y va llegando hasta nosotros.

Pero ahora corre de nuestra parte colaborar con los esfuerzos que todos están haciendo por acabar con la pesadilla. Lo conseguiremos, seguro, pero tenemos que hacer algo por ayudar a ello : Quedarnos en casa. Seguir al pié de la letra las instrucciones que nos den, porque en ello nos va la salud, algo tan importante como eso.

Respiré hondo y eché una última mirada a la calle desierta: había llegado la peste del siglo veintiuno. Estaba siendo un siglo extraño en que la mano del hombre , destructora, estaba haciendo lo posible por borrarnos del mapa. Y tomé más en serio lo que desde hacía años recomendaban los expertos y comenté para mí: hasta que no lo destruyamos no vamos a parar.

Y también recordé a los refugiados de las cruentas guerras que se están librando, de los más desfavorecidos, y de las personas que duermen en la calle. ¿ Cómo se pueden proteger? ¿ Alguien lo ha tenido en cuenta?  Seguramente no, porque sólo son visibles por la noche, pero son seres humanos y además vulnerables. ¿ Alguna organización los habrá tenido en cuenta?  Espero que sí. Que las iglesias  que van a permanecer abiertas para dar misa, lo hagan, en definitiva esa es su labor principal. ¡Por falta de espacio no será! Allí encontrarán cobijo, o al menos es lo que debiera ser.

Podremos con ello, todos juntos, codo con codo, ayudando  y tomando nota  para que otra vez no vuelva a ocurrir algo semejante. Que cada uno de nosotros ponga de su parte. Son días de estar en casa, con la familia, aunque sea a remolque.



#1996rosafermu - Marzo 14 de 2020

jueves, 5 de marzo de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 27 y último - Su noche de bodas

      Tomada de la cintura por su marido, y en el otro brazo una muleta, Erin hizo su entrada en el restaurante caminando, despacio, pero por su propio pié.  Todos los invitados se levantaron y aplaudieron emocionados cuando se hicieron presentes.  Erin estaba emocionada, pero no lloraba, sino que reía y Peter se sentía contento, muy contento, de que al fin hubiesen conseguido lo que tanto les separó y ahora les uniera. . A todos los que no pudieron estar presentes en su rocambolesca boda en el Ayuntamiento, les enseñaba los anillos orgullosa mirando a Peter, que tenía los ojos muy brillantes.

    Todos los "actores " estaban allí: Dylan con su mujer Merryl, el director del hospital con su hija. La enfermera que la ayudaba en casa, los policías que las escoltaron en la calle, la directora de la Asociación, los fisios que la daban la rehabilitación...  Todos los que de alguna manera trataban de hacerla más fácil su día a día.

Peter había organizado un extraordinario menú, en el que no faltó ni un buen vino, ni el pastel de boda, ni el champán, ni su discurso declarando su amor incondicional a Erin y  agradeciendo la colaboración de todos. Y en ese momento, cuando Peter hablaba, la emoción la venció  y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.  Estaba locamente enamorada de su ya marido, y él la correspondía de la misma manera. Formarían su hogar, aunque de momento todo siguiera lo mismo por la recuperación de Erin.

    Y el ánimo volvió a sus vidas y Erin, siempre tan pesimista, pensó que, aunque tardase, se recuperaría.  Haría todos los esfuerzos y sacrificios necesarios para lograrlo,  Se lo debía a Peter.  Y formarían su familia, y tendrían hijos, y se querrían mucho, más cada día, y así hasta el final de sus días.

Partieron su pastel de boda y se besaron alegres ante todos sus amigos que aplaudían emocionados.  Ninguno de ellos había asistido nunca a una enlace como el que estaban presenciando, y a la vez fueran parte de los protagonistas.  Peter lo había organizado todo con fe y esperanza en que de una vez ella tuviera ilusión por la vida.  Con dificultades o sin ellas, debían vivirla y estando juntos sería más fácil.

 Y pensó en ello, cuando, un día desesperado, se fue del lado de Erin no con idea de no regresar, pero el consejo de un colega psiquiatra el hizo ver que ella necesitaba algo fuerte que la hiciera reaccionar.  Entonces se le ocurrió organizar todo el entramado   El único que lo sabía era Dylan; entre los dos urdieron la trama e hicieron correr las voces de que Peter se casaba, pero no dijeron, en verdad, con quién.  Soltarían la noticia en el lugar adecuado, para que llegara a la persona adecuada:  la consulta.  Después entre los dos hablaron con todos y todos decidieron participar, con la única condición de que no trascendiera absolutamente nada.  Unos por simpatía, o porque les hizo gracia en la forma que ese hombre enamorado hasta las trancas, consiguiera casarse con la mujer que amaba, aceptaron de inmediato.  otros porque el doctor había salvado a algún pariente, etcétera, pudieron poner en marcha todo. Sólo tenían un temor:  Erin.

    Peter tenía el presentimiento de que al enterarse de la noticia, reaccionaría como lo hizo.  La conocía bien y sabía que le amaba, pero que por su estado, jamás consentiría en esa unión.

    Después del brindis, la tomó en sus brazos y de esa forma abrieron el baile.  Muchas de las mujeres asistentes a la boda, no podían evitar emocionarse:

- Un amor como el que siente Peter por ella, es capaz de romper todas las barreras que salgan a su paso.  Merecen ser felices.

    Y todos salieron a la pista para acompañarles en ese su primer baile de casados.  Estaban cansados, no por el esfuerzo realizado, sino por los nervios pasados, la emoción sentida y porque necesitaban estar solos. Se fueron silenciosamente, aunque todos notaron su ausencia; pero ese día les pertenecía.  Tenían muchas cosas de las que hablar y también estrenar su nueva vida juntos para siempre.

    Erin estaba preocupada y a medida que se acercaba la  noche no dejaba de pensar en el momento clave.  Él adivinaba lo que estaba pensando:

- Cariño, no te preocupes de nada.  Todo saldrá bien, ya lo verás.  Tenemos toda la noche por delante . Ya pensaremos la forma.

    Sin mencionar nada a lo que ambos se referían, pero se comprendieron: Erin nerviosa, Peter no. Se conformaba con tenerla a su lado.  Y todo fue más fácil de lo que imaginaban; los dos se amaban y bastó sólo un beso, una caricia y una palabra de amor para que la pasión prendiera en ellos, y con sumo cuidado y amor, consiguieron su objetivo.

El despertar fue dulce y emocionante. Peter la besó deseándole los buenos días , y ella le abrazó dándole las gracias por todo:

- Gracias amor mio, por todo el amor que me das.  Por toda la paciencia que tienes conmigo, y por estar siempre a mi lado.  Contigo mi vida será más fácil, y te hago la promesa de que lo conseguiré. Lo conseguiremos juntos porque sin tu apoyo, sin tenerte a mi lado, hubiera llegado un momento en que me diera por vencida.  Estuve a punto de hacerlo cuando en la consulta escuché que te casabas. Creí morirme. ¡ Pero todo era un montaje!, porque tengo un maridito que tiene mucha imaginación.

    Rieron felices, libres de prejuicios y de temores.  Habían tenido su noche de bodas como cualquier otra pareja podría tenerla.  Y tendría su viaje de luna de miel.  El estaría siempre a su lado, ayudándola.  Dándola ánimos cuando desfalleciera, cuando creyera que no avanzaría, pero sí lo haría porque él la ayudaría.

   Siguió con sus estudios y localizando a especialistas para mejorar su vida, y al fin tras muchos esfuerzos  dolorosos, Erin pudo dejar, no sólo la silla de ruedas, sino también las muletas.  Su vida en común era muy satisfactoria, y la felicidad reinaba en aquel hogar.  Los temores de Erin respecto a su vida íntima, se desvanecieron por completo y era normal,  y plenamente satisfactoria.  Sólo les faltaba una cosa y llegaría al cabo de dos años de matrimonio, colmando la felicidad de ese hogar.

    Erin tuvo que dejar su trabajo en la clínica y en la asociación, para dedicarse por completo al cuidado del bebe que acababan de tener; una preciosa niña que les colmó de felicidad, dejando atrás todo el sufrimiento y la pesadilla que habían vivido .


                                                   F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Edición enero de 2020
Ilustraciones: Internet
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS


Los mudos testigos - Capítulo 26 - Acepto

    Apenas tenía fuerzas para hablar.  La boca se le secaba a ratos y a otros se le llenaba de agua. Todo en cuestión de segundos.  Miraba suplicante a todos los que estaban a su alrededor, y a Peter, pidiendo que alguien la explicara que hacía allí y que estaba ocurriendo.  Seguía sin entender el por qué de la situación que estaban viviendo. El por qué la novia había salido de allí tranquila, que ante una situación como la que vivían, era para haber formado un escándalo, y por el contrario tanto ella como su padre, iban tranquilos y serenos.  Parados ante el juez, miraba suplicante a la autoridad para ver si él la explicaba algo, que su cabeza pudiera registrar como coherente.  Y algo debió adivinar el juez, porque sonriendo dijo:

- Querida no se alarme. Esta ha sido la única manera que su futuro marido, ha encontrado para hacer que se casara con él.  Ya se lo aclarará con más detenimiento cuando estén solos.  Todos han participado en esta `puesta en escena. Hasta la novia, que es la hija del director del hospital en el que Peter trabaja.

- Pero... pero... Yo..- No podía contener más los nervios y apoyando su cara en la mano de Peter, rompió a llorar. ¿ Era verdad? ¿ La quería tanto como para unirse a ella de por vida ? ¿ Era cierto que había organizado esta mascarada para llevarla hasta allí ?  ¿ Debía enfadarse o darle las gracias ?
¿ Era cierto que iban a casarse ?  Tenía los ojos muy abiertos fijos en el rostro de Peter, que ahora comenzaba a sonreír.

- Si, cielo. Vamos a casarnos.  No admito noes por respuesta. Así que venga, vamos a ello.

- Pero ¿ cómo vamos a casarnos así ? Mírame. No llevo la ropa adecuada, ni estoy peinada, ni maquillada. Esto no puede ser ¿ Es acaso una broma? Si es así pellizcarme para que me despierte.

- Eres la novia más guapa que he visto nunca. Tal y como estás eres perfecta. No me rechaces, por favor.  Después de todo este tinglado para unirnos, ahora no puedes decir que no. Casémonos de una vez. Después iremos a casa y verás el traje tan hermoso que te he comprado. Te peinarán, te maquillarán e iremos al restaurante en donde todos esperarán y lo celebraremos como cualquier pareja de novios recién casados. Así que no seas cabezota.  El juez nos espera.

    Todos estaban expectantes y no dejaban de mirar la cara de Erin, esperando que al final se rindiese y aceptase la puesta en escena que Peter la había preparado.  Recibiría las explicaciones necesarias cuando estuvieran a solas, y entonces todo lo comprendería,  Pero ahora, lo primero, sería dar el Sí quiero, y de este modo templar los nervios de Peter.

- Está bien, está bien.  Pero ésto me lo has de aclarar muy bien.

- De acuerdo pero ahora casémonos

 Y al fin, todos respiraron tranquilos cuando ya eran marido y mujer. En sus manos lucían los anillos, pero la ceremonia no había concluido: faltaba el beso.  Peter se pondría de rodillas para besar a la novia, pero Erin, dijo:

- No, el beso nos lo daremos de pie -.  Y apoyada en sus muletas y ayudada por Peter, se levantó y ambos se besaron .  Sellaron la ceremonia con un beso largo, largo.  Hasta tal punto que los invitados comenzaron a aplaudir y  a silbar.  Estaban muy nerviosos y Peter muy emocionado.  Al fin era su esposa. Cuando todo concluyese, sabía que ella le pediría las explicaciones de toda esa puesta en escena y él se las daría con pelos y señales.  A pesar de todos los inconvenientes, resultó ser la ceremonia más hermosa, insólita y con tanto amor, que nunca se había celebrado en aquella sala.

La tomó en brazos y acompañados de los testigos y padrino, salieron de allí rumbo a su nuevo domicilio. Tendría su traje de novia, su maquillaje y su peluquera, todo como ella había imaginado su boda.  Ya les aguardaban para recibirles y preparar  para la celebración.

Y hasta el último deseo de Erin, se cumplió, tal y como le prometiera Peter. Hasta el último de sus deseos los hizo realidad. Al fin, él se relajó y al contrario sería Erin quién se pusiera más nerviosa.  Es como si en ese momento, se diera cuenta del amor que sentía su marido por ella y el suyo propio por él.  Había sido como un cuento de hadas, sólo que éste era real.

Cuando estaban dentro del coche rumbo al restaurante, Erin iba muy callada, y a Peter eso le extrañó:

- ¿ Qué ocurre ? ¿ Por qué vas tan callada ?

- ¿ Y si no hubiese acudido a verte casar, qué hubieras hecho ?

-No lo sé.  Tampoco lo tenía muy seguro, pero si se hubiera dado el caso, pensaba raptarte, así de claro.  Nos pusimos de acuerdo Dylan y yo, para prepararlo todo.  Reunimos a toda la gente - actores, que debían intervenir y todos, entusiasmados, aceptaron representar el espectáculo.  El director del hospital se prestó encantado y su hija, recién casada, para hacerlo más real, se ofreció a ponérselo de nuevo y representar su papel.  Sé que es un disparate, que parece una película, pero todo es real, muy real, tanto como el amor que me inspirar, y que en realidad ha sido quién ha hecho que pudiéramos hacerlo.



Los mudos testigos - Capítulo 25 - La despedida

    La distancia desde la casa de Erín hasta el Ayuntamiento en donde Peter contraería matrimonio, era bastante larga, por lo que la directora de la asociación y amiga de ella, la llevaría en coche, portando también la silla de ruedas y las muletas.  Le daba infinita tristeza ver esos objetos tan necesarios para ella.  Ese día había suspendido su rehabilitación; no tenía ánimos para hacer los ejercicios.  Sentía rota su alma e iba a presenciar el final de una historia de amor apenas comenzada.  No tenía fuerzas para tanto.  Haría de tripas corazón para no apenar más a su amiga que se había brindado a ayudarla, aunque no estuviese de acuerdo con su criterio.


La ayudó a instalarse en el asiento de al lado del conductor y despacio, pues tenían tiempo suficiente, partieron rumbo al Ayuntamiento.  Buscarían un sitio, o quizás algún pub, desde el cual, Erin pudiese ver a Peter y que él no se diera cuenta de su presencia. O también en la calle , en alguna esquina , con el mismo fin.  Dado que no aguantaba mucho tiempo de pié, incluso apoyada en las muletas, eligieron, para mayor comodidad de ella, sentarla en la silla de ruedas y de esta manera atenuar el malestar que pudiera tener.  Y así lo hicieron.  Había ido con demasiado tiempo de anticipación y la espera se haría larga, pero obtuvieron un inmejorable lugar a cierta distancia de la entrada al edificio. Llevaban la acreditación de la asociación y además Erin en silla de ruedas.  Los policías,  apostados para  regular la asistencia de los curiosos, si los hubiera, eran conocidos de ambas, por tanto las ubicaron en un lugar excelente.  Ya sólo faltaba que los contrayentes hicieran acto de presencia.

    Erin se mostraba impaciente y a la vez no deseaba que llegara ese momento, pero los minutos corrían y por fin el coche que llevaba al novio y su padrino, aparcó frente a la entrada principal, y de él salió Peter, con un traje oscuro e impecable. Apuesto como nunca, pero se le veía inquieto y algo nervioso.  Su padrino sería Dylan que ese día había dejado a un suplente, restringiendo las consultas.

    Los dos amigos charlaban.  Animadamente por parte de Dylan, más escueto Peter, que asentía con la cabeza a algo que el amigo le contara.  Miraba constantemente a los lados de la calle, como buscando algo, nervioso, sin prestar mucha atención a lo que el amigo le dijera.  Miraba el reloj y oteaba por ver si el coche de su prometida llegaba con puntualidad.  Los curiosos comenzaron a llegar y a ponerse a los lados de la entrada.  Dunfanaghy es un lugar relativamente pequeño, y casi todos se conocían, máxime si tienes alguna profesión relevante, como le sucedía a ambos médicos.  Por tanto la mitad de las personas que allí estaban debían ser pacientes del consultorio.

    Dylan miró su reloj, y debió hacer alguna indicación a Peter, porque ambos miraron hacia atrás y comenzaron a subir las escaleras que daba entrada al Ayuntamiento.  Erin, ayudada por su amiga, se levantó de la silla de ruedas y se apoyó en las muletas. Quería verle por última vez, antes de que entrase en el edificio, antes de que perteneciera a otra mujer.  Con los ojos empañados por las lágrimas, se mantuvo erguida clavando su mirada en aquel rostro tan querido y conocido por ella.

En el penúltimo escalón, Peter se paró y echó la mirada atrás.  A una regular distancia, divisó la silueta de ella:

- Peter ¿ qué ocurre?

- Dylan, Erin está aquí

- Pero... Peter, es imposible ¿ Cómo va a llegar hasta aquí ? Ella sola no ha podido llegar.

- Te digo que está aquí.  Mira en la dirección de los coches de la policía.  Y está de pie, y la directora de la asociación la está ayudando.  No puedo hacerlo

- ¿ Qué no puedes hacer?

- Casarme.  No puedo, Dylan. Aún la quiero; no importa el paso del tiempo, ni lo que ocurriera entre nosotros.  La amo a ella y necesita mi ayuda.  Prometí protegerla y ayudarla siempre, y ahora me necesita.

- Pero Peter. El coche de Melissa se acerca; no la puedes hacer ésto

- Y a Erin ¿ si ?.  Entremos hablaré con el juez y con ella.  Hablaré con quién sea, pero no puedo hacerlo. Lo siento.

    Jadeando, y sudoroso,  Peter se despertó sobresaltado. Todo había sido un sueño debido a todas las circunstancias que habían vivido en los últimos tiempos. Todo estaba controlado.  Todos los supuestos habían sido tomados en cuenta.  Nada podía fallar, sólo Erin. Y mentalmente pidió que se comportara como él había previsto.

  Quería comprobar que todo estaba según el guión, y efectivamente, como había supuesto Erin estaba allí:  no se había equivocado.  A pesar de todo, sintió el temor de que algo fallase a última hora.


   
    El coche de la novia se paró ante las escaleras. Erin y su amiga se disponían a irse, pero quiso conocer a la afortunada mujer que se uniría al hombre que ella quería. Y comprendió que ante la belleza de esa chica, cualquier hombre se rendiría.  Era una novia preciosa y en plenas facultades, algo de lo que ella carecía.  Y la tristeza se acentuó aún más al pensar que ella podía estar en el lugar de esa muchacha, si no hubiera sido por la nefasta participación de Liam en su vida.  No podía retener las lágrimas y tuvo que pararse un instante porque las piernas se negaban a sostenerla.  Con esfuerzo, se sentó en la silla de ruedas dispuesta a meterse en el coche, a escasos pasos de donde los guardias les habían ubicado.

 
En ello estaban, cuando Dylan sofocado, llegó corriendo hacia ellas.

- Erin, Erin, espera

   Erin giró su cabeza y se extrañó al ver al médico que venía hacia ella muy alterado.

- ¿ Qué ocurre? ¿ Qué pasa ?

- Tienes que venir conmigo ahora.  Es urgente

- ¿ A dónde ?

- Al Juzgado

-Dylan no entiendo nada ¿ Ha ocurrido algo ?

- No puedo decirte nada. Sólo ven

    Entraron por una puerta lateral al edificio. Ni Erin ni su amiga entendían nada; Dylan tampoco les explicaba nada; todos iban en silencio.  Era él quién conducía la silla de Erin, y con paso decidido entró en una sala en donde se escuchaban algunas voces algo alteradas, nerviosas... que después callaron

    Al fin se abrió la puerta y de ella salía la chica que debiera estar casándose con Peter, daba el brazo a un hombre mayor que debía ser su padre.  Miraron a Erin y con una inclinación de cabeza a modo de saludo, siguieron adelante.

    Erin y su amiga, se miraban sin entender nada de lo que allí estaba pasando ¿ Qué hacían ellas allí?  Salió un alguacil del juzgado, que miró a Dylan y este volvió a entrar en la sala de la que habían salido la novia y su padre.  Y fué el alguacil quien condujo la silla de ruedas, entrando en la sala de la que habían ,salido unos y entrado otros.  Erin agarró la mano de su amiga fuertemente.  De repente se puso muy nerviosa; nadie decía nada y seguia sin entender el por qué de su presencia allí.

    Era una sala grande y espaciosa con sillas a ambos lados del pasillo central.  Al fondo una tarima con un atril.  Tras ello estaba el juez y en uno de los extremos Peter y Dylan. Al otro lado no había nadie. Erin y su amiga se miraron; seguían sin entender nada.  Fueron unos segundos lo que tardó el alguacil en llevar a Erin hasta donde estaba la tarima y vió que Dylan se cambiaba de lugar, y volvía de nuevo hasta donde ella estaba.  En sus manos llevaba un ramo pequeño de muguet blanco.
Esto era un sueño; tenía que despertarse.  El corazón marcaba sus pasos muy acelerados y pareciera que se le subía a la garganta.
Al llegar a su altura, Dylan se inclinó y besando su frente, la entregó el ramo de muguet y pronunció unas palabras que ella no terminaba de entender:

- Yo te entregaré

¿ Qué decía? ¿ A quién me iba a entregar ?  ¿Por qué Peter   las  miraba muy serio ? ¿ Qué estaba ocurriendo allí ¿ Por qué el juez sonreía ?  La cabeza le daba vueltas, iba a desmayarse.  Pero en todo ese intermedio, había llegado hasta donde estaba Peter, que muy serio y emocionado la miraba.
De nuevo Dylan acudió al sitio al lado de Peter, y éste avanzó hasta donde ella estaba. El alguacil se apartó dejándole su puesto, siendo él quién llevara la silla de ruedas, y juntos avanzaron hasta la parte central de la tarima, en donde el juez les aguardaba.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 24 - El día más amargo

    Nada había sabido de Peter, y Dylan tampòco comentaba nada, a pesar de estar en contacto con él a diario.  Ignoraba su paradero ¿y si fuera cierta la noticia que había dado la paciente en la sala de espera.? Se resignó y siguió como si no supiera nada, pero fue la misma mujer la que volvió a comentar  lo del casamiento

- ¿ Sabes Grace ? - dijo a la persona que la acompañaba a la consulta - Mi doctorcito gentil se casa mañana. Creo que en el juzgado a las doce.
- ¿ Quién te cuenta esas cosas tan privadas? - respondió Grace
- Compro en el mismo establecimiento que lo hace él. Bueno directamente él no, pero si la señora que atiende su casa. Le han llevado el pedido y estaban con los preparativos.  Creo que su futura es una mujer preciosa
- Bueno pues me dirás cómo fue todo- respondió la amiga.

    Erin fingía que trabajaba fija la vista en la pantalla del ordenador, pero agudizaba el oído y escuchó la conversación. Sintió unas ganas tremendas de echarse a llorar. El servicio, de nuevo, sería su refugio;  no podía permanecer en su puesto hasta que no se calmase.

    Ni siquiera una llamada de teléfono  le había dado la  señal de que se fue harto de aguantar sus impertinencias.  ¡ Si al menos se hubiera dado cuenta de ello !  Había demostrado que la quería pero nadie mejor que él sabía lo que ocurría.  Transcurrió un rato y decidió incorporarse al mostrador. Ya no había remedio. Nada que hacer. Tiraría la toalla; todo lo hacía pòr él, pero ya no tenía objeto que la estimulase en la vida.  Acudiría al Juzgado, aunque sólo fuera para verlo desde lejos.


    La mañana transcurría como normalmente, pero a ella se le hacía insoportable.  La faltaba hasta el aire para respirar.  Nunca hasta ahora, cuando ya no había remedio, se dio cuenta de lo que Peter había significado en su vida y aún significaba. Y reparó en todas las atenciones y desvelos que había recibido de su parte, y que ella no lo apreció.  Solo ahora, cuando ya era demasiado tarde. Ahora que comenzaba a hacer algún pequeño progreso en su recuperación. Aunque de todas maneras hubiera sacrificado mucho tiempo, ya que distaba mucho de recobrar la normalidad.  Y había un tema que la preocupaba mucho:  ¿ cómo hubiera sido su vida en común, supeditado a ella día a día. ¿ Hubieran tenido relación sexual con normalidad?  No lo creía posible, al menos en estos momentos, y eso era esencial en una pareja. ¿ Lo hubiera buscado  Peter, fuera de casa ?  Podría haberse dado el caso, y sabía de antemano que a ella no la hubiera gustado nada, y hubiera acrecentado su tristeza.  Ya no estaba capacitada  para muchas cosas de la vida.  Tenía que hacerse a la idea de que probablemente necesitaría a otro ser humano para seguir haciendo su vida más o menos normal.  Eso no lo quería para Peter.  De no haber roto su relación permanecería a su lado, sí, pero ¿ a qué precio? Él también hubiera tenido que renunciar a muchas cosas que ahora tenía: sus viajes, su trabajo, su intimidad...Demasiadas cosas que repercuten en el día a día, y que tarde o temprano hubieran hecho saltar por los aires su relación.

    A pesar de dolerle el alma, había hecho lo correcto.  Por Peter mayormente, aunque él no se diera cuenta, aunque nunca lo supiera.  Y porque había descubierto su amor por él, y dado que él no tenía culpa de lo que hubiera en su vida mientras estuvo casada con Liam, en el fondo se alegró de la decisión tomada.

Dylan, se había cuidado de no referirse al enlace de él, y ella se cuidó de decir nada al respecto.  Estaba incómoda.  Miró su reloj y comprobó que aún faltaban más de dos horas para que finalizara su jornada de trabajo.  Se entretendría en trazar un plan para el día siguiente.  Asistiría, aunque fuera desde lejos, a su enlace.  Le vería por última vez; sería su despedida.  Después ¿ qué haría ?  Se dedicaría de pleno a la asociación en la que trabajaba .  No deseaba tener contacto con el consultorio;  no sabía si Peter, a su regreso de la luna de miel se incorporaría a él, pero si lo hiciera, no deseaba verle, aunque se muriera de ganas por hacerlo.

Una amiga de la asociación la ayudaba a caminar con las muletas, a la salida del consultorio.  Deseaba acercarse a la asociación, tenía que hablar con la directora y pedirla un favor durante un corto espacio de horario, pero sola no podía acudir al lugar a donde quería ir.  La directora, al saber el motivo la ofreció todo cuante precisase, aunque la aconsejó que no lo hiciera, pues todo lo que sacaría sería tristeza por algo que pudo haber sido y no fue.  Pero Erin deseaba, necesitaba hacerlo.  Se situaría en un lugar lo suficientemente distante para poder ver su entrada en el edificio, pero que él no la viera en su escondite.  No hubo forma de disuadirla, así que ella misma se ofreció para acompañarla y después regresar a donde deseara

martes, 3 de marzo de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 23 - Un giro a su vida

    Erín hacía su rehabilitación a diario, pero ésta era dura, muy dura, sobretodo al principio, y los avances pocos, muy pocos. Con inmensa paciencia, Peter la dejaba en la clínica de rehabilitación cada día, y la llevada de nuevo a casa.  Había decidido que vivirían juntos, a pesar de las reticencias de Erin, y había contratado a una enfermera que la ayudase en casa cuando él estuviera ausente por su trabajo.


    El carácter de Erin cambió radicalmente;  el psicólogo decía a Peter, que lo que la ocurría era normal después de un episodio como el que había vivido.  Sólo tenía un consejos que darle:  paciencia, mucha paciencia.  El seguía queriéndola, y no por compasión, sino porque estaba loco por ella y haría todo lo que fuera necesario para mejorar su vida.  Pero ella, se resistía, aunque también le amaba, pero precisamente por eso, no quería sacrificarle.  Su relación sentimental era difícil por parte de ella:  le rechazaba una y otra vez a pesar de que era todo lo contrario lo que sentía; le necesitaba a su lado permanentemente, pero no quería truncar su vida permaneciendo con  una mujer  que no podía aportar nada más que trabajo para él.  Eso no era lo que habían pensado, y por tanto debía alejarse de ella lo antes posible.

   Peter dedicaba sus horas libres a ella , y a estudiar.  Había decidido meterse  a fondo en la  situación para buscar algún remedio que aliviase su estado .  Llamaba a cualquier médico del que tuviera noticias  en ese campo;  era incansable, y cada vez que Erin lo descubría, era motivo para una discusión.  Ya había pasado un año desde el suceso, pero poco o nada había cambiado.  Ella ponía todo de su parte por avanzar pero ¡ era todo tan lento ! que a penas se notaba.  Peter empleaba tiempo y dinero en su empeño, pero al mismo tiempo Erin se iba volviendo más introvertida y con el carácter más agrio.

   
    Pidió información en las asociaciones existentes  de mujeres maltratadas y se involucró en una de ellas.  Fue acogida con alma y vida: cuantas más, mejor. Además ella, sería un ejemplo para las que se encontrasen en situación de riesgo y no denunciaban  En un principio Peter se alegró del entusiasmo que mostró en su trabajo, a pesar de que le daba un poco de lado.  Se daba cuenta de que se alejaba de él, pero lo pasaba por alto con tal de que ella se sintiera útil y distraída en algo, olvidándose de sus limitaciones.

    Fue muy activa dando charlas en colegios, a jóvenes, en asociaciones de amas de casa, en todo lo que su cooperación era requerida.  Poco a poco su vida tomaba sentido de nuevo, y eso alegraba a Peter, aunque a un mismo tiempo se daba cuenta de que la perdía poco a poco, sin ella darse cuenta.

    La rehabilitación iba lenta, no así el tiempo transcurrido que corría veloz, pero los avances a veces se estancaban.  Al menos podía ponerse de pie con ayuda.  Por mucho que la fisioterapeuta la animara, y la dijera que había sido un gran avance, Erin pensaba que la movía su  compasión.  Se había vuelto muy susceptible y tenían que medir las palabras para que no se diera por aludida. Con el psicólogo también se mostraba recelosa, en definitiva estaba amargada y amargaba las vidas de todos aquellos que la rodeaban.  Hasta que un día Peter no pudo más,  y tras una absurda discusión, dando un portazo salió de casa.

    Trabajaba incansablemente haciendo guardias y atendía la consulta de su clínica.  El trabajo parecía no agotarle, sino que era un revulsivo para seguir adelante, pero las cosas no marchaban bien y decidió que quizás al verse lejos de él, Erin reconsiderara su postura y cambiase de forma de ser.  Ella nunca había sido así, pero él estaba llegando al limite de su resistencia.  Le dolía enormemente alejarse de ella, pero poco a poco fue asumiendo que la vida que habían ideado, no se cumpliría nunca.  Todo su mundo se había derrumbado junto con el ánimo de Erin. La dejaría protegida , y la enfermera permanecería a su lado constantemente, pero él debía terminar con esa situación, ya que estaba repercutiendo en su trabajo; el trato con los enfermos ya no era el mismo.  Y eso no se lo podía permitir.  Nadie más que Liam era  el culpable de todo, y nadie más.


    Aquél día lo vió claro : se iría a vivir a otro lugar.  La dejaba en manos de la enfermera a la que llamaría a diario para saber de ella, pero siempre a escondidas para que de una vez remontara.  Lo que iba a ser algo provisional, se amplió en el tiempo, y ambos se acostumbraron a la nueva situación.  El tiempo pasaba y ella, cada vez se involucraba más en la asociación, aunque echaba de menos a Peter.  Se dió cuenta de que le necesitaba, que le quería más de lo que ella había imaginado, pero  no le forzaría a volver con ella.  Había descubierto que desde que tuvo la agresión, él había estado pendiente de ella y no se lo había agradecido como debía.  Por lo mucho que le quería, no le haría permanecer con ella.  Tenía derecho  a ser feliz y realizar el sueño que habían forjado:  tener una familia y aún no lo había logrado y con ella, nunca lo lograría.  Así que se resignó a no tenerle a su lado, el día que Peter decidió tomar distancia.

    Sólo de pensar que otra mujer ocupara su corazón, la producía un dolor tremendo, pero no debía obligarle a vivir su vida y no poder corresponder en  igual medida.  Ni siquiera sabía si podría tener relación sexual, con lo cual la vida en pareja se haría muy difícil si no lo tuvieran.  Él era un hombre joven, vigoroso, y ella no podía brindarle nada, a pesar de que también fuera joven.  Su ex había destruido su vida. Pensó que hubiera sido mejor que en lugar de herirla, la hubiese matado.  Todo lo había perdido, sobretodo a él y a una vida que hubieran construido juntos. Ahora era una mujer que comenzaba a dar los primeros pasos, pero con la ayuda de la enfermera. ¿ Volvería alguna vez a recuperarse?  No lo tenía claro, pero se fijó una meta:  he de hacerlo por Peter, sólo por él.

    Y comenzó a dejar poco a poco la silla de ruedas; tan sólo en los días en que los dolores lo hacían insoportable, que ni siquiera los calmante aliviaban.   Pero necesitaba trabajar, así que poco a poco se incorporó al consultorio.  La enfermera conducía su coche y todos los días la llevaba y la recogía en la consulta.  La vino bien ese cambio, y no sólo acudir a la rehabilitación.  Estaría sentada así que no había peligro de alguna caída inoportuna.


 Un día acudió  una mujer bastante parlanchina que por un resfriado, había tenido necesidad de acudir al consultorio, y aquél día decidió comentar con quienes esperaban turno para el médico  la noticia de la que se había enterado.

- Tenía una tos tremenda, así que decidí acudir a mi médico, el doctor  Murphy.  El me trata desde hace mucho. ¡ Se casa ! - dijo con la voz lo suficientemente alta como para que Erin lo escuchara .

    Se casaba. Era normal; la había olvidado.  Haría feliz a la mujer que había elegido.  Pero no pudo evitar una punzada dentro de ella.  Lo había tenido en la mano, a su alcance, y sin embargo en lugar de aprovechar el amor enorme que la había demostrado, con su agrio carácter le había arrojado de su lado.  Y ahora era otra mujer, quién recogía su amor.  Se sentó en la silla de ruedas y se dirigió a los servicios.  Se encerró en ellos,  y allí lloró amargamente.  Merecía ser feliz, y sólo esperaba que la mujer que hubiera elegido se diera cuenta del potencial de amor que guardaba bajo su apariencia de frialdad; ella no lo había apreciado.  Ella no le podía dar todo lo que él merecía.

Al cabo de un rato cesó su llanto, se lavó la cara y salió dispuesta a incorporarse a su misión.


lunes, 2 de marzo de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 22 - Yo culpable

    Al principio del interrogatorio, y en presencia de su abogado, se mostraba calmado y seguro, pero ante las preguntas de ambos inspectores, comenzó a mostrar  síntomas de miedo, cansancio y dudas.  Los policías habían casado todos los datos y no sabía como negarlas, a pesar de que el abogado le decía que no hablase.  Pero llegó un momento, y después de un interrogatorio largo y pesado, que se rindió a la evidencia y comenzó a declararse culpable.  Su abogado se echaba las manos a la cabeza.  Las pruebas eran tan claras que no había manera de negar lo evidente, pero además él, cansado después de tantas horas declarando,  al fin se rindió y comenzó a narrar todo lo ocurrido


- Fiona comenzó a hacer su maleta, metiendo la ropa en ella.  Me abandonaba.  El día anterior había llegado a casa algo bebido y ultimando mi plan respecto a Erin.  Ella me echó en cara que ya no la amase y que la relación se había deteriorado desde que le concedieron el divorcio de su mujer. Estaba cansada porque pensaba que seguía enamorado de Erin. No era cierto, la quería a ella, pero los nervios me jugaron una mala pasada y la dí un bofetón, tan fuerte que se dio con algo y cayó al suelo.  Hasta que no vi la sangre no me dí cuenta de lo que había hecho y entonces comencé a pensar: "si encuentran el cuerpo y con la sentencia de divorcio por agresión, me declararán culpable en el acto."

Pensaba y pensaba sin saber qué hacer,  hasta que se me ocurrió la idea de llevarla al trastero y dejarla allí.  Lo alquilé para deshacerme del cuerpo de Erin, pero sería Fiona quién lo ocupase.  Por la noche lo envolví en la alfombra sin pensar que les estaba dando una prueba si acaso lo encontraran.  Pero no podía hacer otra cosa.  De madrugada  lo llevé y allí lo dejé .

Pero el plan con Erin seguía su curso.  Me había destrozado la vida, y debía pagar por ello.  Volví al apartamento que compartía con Fiona, deshice la maleta que ella había preparado y me puse a limpiar el suelo y a borrar todas las huellas que pudiera haber dejado.  Me incorporé al trabajo como si tal cosa.  Pero aún tenía pendiente el asunto Erin, así que fingí que estaba enfermo y esa misma noche, viajé hasta Dunfanaghy.  Llegué cuando anochecía.  Me refugié en un lugar oculto y esperé hasta que fuera de noche.  Cuando la oscuridad era absoluta, me dirigí a su casa. Se quedó sorprendida al verme, discutimos, la agredí y cayó al suelo.  Saqué el arma  y la apunté con ella; estaba decidido a matarla.

 Pero fue más rápida que yo y se incorporó rápidamente tratando de salir, y entonces la disparé. Repasé la escena y traté de memorizar si había tocado algo con el fin de no dejar huellas.  No lo había hecho, así que salí de inmediato y deshice el recorrido hasta mi casa.  Tenía la coartada para Fiona, pero para Erin no.  Pensé que había muerto y que nadie me había visto llegar a ese lugar, por tanto era perfecto  .

El abogado se echó para atrás en su silla, y comenzó a recoger los papeles que había llevado.  Estaba todo clarísimo, todo encajaba y además él se había declarado culpable.

Los policías apagaron la grabadora y respiraron aliviados. Caso abierto.

Y el juicio se celebró, declarando la culpabilidad de  Liam, y condenado a cadena perpetua.  Erin, en silla de ruedas testificó y dió toda clase de datos, que por ironía  coincidían
  con lo declarado por él.

La presencia  de Erin fue más que suficiente para declararle culpable. Al ver a esa mujer joven, sentada en una silla de ruedas, temblando al verle, y con la denuncia primera por agresión, fueron determinantes para condenarlo.  Además estaba el caso de Fiona cuyas pruebas aportadas, no tenían lugar a dudas.  Entraría en prisión para el resto de su vida.

    Erin cerraría ese capítulo amargo, pero el volverle a ver, hizo que se derrumbara,
cuando, ayudada por Peter, se introdujo en el coche para regresar a casa.  Derrumbada, lloró amargamente sobre el hombro de él.  Había vuelto a vivir, no sólo su última fechoría, sino las anteriores que había padecido mientras estuvieron casados.  Y con todo eso, había tenido mucha suerte porque estaba viva.  Otras mujeres, en su misma situación, no lo habían conseguido.  Y tuvo muy clara una idea:  se dedicaría de ahora en adelante a trabajar para que los maltratadores, pagasen por el daño que causaban en las vidas, no sólo de sus mujeres, sino también en la de sus hijos y de los familiares que les rodeasen.

  Se emplearía a fondo en ese empeño.  Se lo debía también a Fiona, aunque se mezclara en su vida, a pesar de que  su matrimonio ya estaba roto.  Ella corrió peor suerte que Erin, y sólo contó en su ocultamiento, con la compañía de un trasto viejo, una alfombra que hasta entonces cubría el suelo del apartamento que compartían juntos, y la sola compañía de los insectos que la muerte provoca. Todos ellos fueron los mudos testigos de su trágica desaparición.  Pero también ella merecía un descanso.   Y a su entierro acudió acompañada de Peter, y trató de consolar a la hermana que había destapado todo el caso.

Ambas mujeres se abrazaron, y a pesar de los sentimientos encontrados que Erin sentía, tuvo palabras de consuelo para Lucille, que no paraba de llorar y clamando por la mala suerte de su hermana, víctima de ese monstruo que había arruinado las vidas de las mujeres que en su día, le habían entregado su amor, sin imaginar siquiera, el destino que cruelmente las tenía destinado.  Merecía la cárcel para el resto de su vida, porque él seguiría viviendo, pero su hermana no, y Erin posiblemente seguiría en silla de ruedas mientras viviese, o al menos durante mucho, mucho tiempo, frustrando de ese modo, sus ilusiones, sus sueños y la posibilidad de volver a ser feliz junto a un hombre que la valorase como mujer, y la entregara su amor.

domingo, 1 de marzo de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 21 - Reconstrucción

Y con un bloc en la mano, un mapa y un duplicado de la declaración de Liam, sobre el recorrido que hizo para, según él, dejar a Fiona en casa del familiar, los inspectores Smith y Cummings tomaron la carretera que les conduciría al condado de Donegal.  Llevaban una lista con los lugares por los que había pasado Liam, y había dejado constancia de su visita . Tendrían que ir despacio para que nada se les pasase y a un mismo tiempo, comprobar sobre el terreno la relación que pudiera tener con el caso "Erin"


Paso a paso, pueblo a pueblo fueron recorriendo la ruta marcada.  Les llevaría tiempo, pero no importaba; él estaba en prisión y ellos tenían una certeza: el autor de la agresión a Erin había sido su propio ex marido.  Lo que no terminaban de entender, era la ruta que estaban investigando a dónde les conduciría. ¿ Sería la coartada de Fiona o la de Erin ?  No lo sabían, pero estaban seguros de que ambos casos tenían conexión.  Antes de llegar a Dunfanaghy, le habían reconocido en una gasolinera y en esa ciudad también.  Siguieron camino adelante. Paraban en todas las gasolineras y entraban en la población, y en los sitios en donde pudiera haber parado preguntaban

En hoteles, pensiones, moteles, en todos en los que pudiera hacer noche.  En tres de ellos le identificaron, y en un supermercado de una gasolinera le dieron hasta la lista de lo que había comprado.  Pero llegaron a un punto en que su rastro se perdía.  Por más vueltas que le daban no encontraban su seguimiento, era como si de repente se hubiera esfumado, hasta que Cummings expresó una teoría

- Señor, hemos recorrido más allá de donde perdemos su rastro sin encontrar la huella de su paso.  Se me ocurre una idea. Está claro que lo ha hecho tan meticuloso porque quería hacerse notar, y eso tenía sólo una finalidad: coartada de lo que en ese momento pensase hacer. Pero eso es todo. Pero no pudo esfumarse; se me ocurre, que quizá tomara una carretera secundaria de regreso a Dublín, pero por los mismos lugares por los que había venido, sólo que al ser secundaria, no hay constancia de ello. Vayamos por esa ruta


- Has tenido una idea magnífica. Volvamos al último pueblo en el que perdimos su rastro, y allí tomemos la secundaría en dirección opuesta por la que llegó hasta allí.  Veamos a donde nos conduce.

  Así lo hicieron, meticulosamente, sin saltarse ni uno solo de los supuestos caminos que pudiera tomar. Al llegar al lugar  donde vivía Erin, se pararon y decidieron echar un vistazo por los alrededores a ver si hubiera alguna pista.

Ya iban a abandonar, cuando encontraron unas huellas de coche, en un lugar apartado de la carretera secundaria, y unos envoltorios coincidentes con una de las golosinas compradas en unos de los supermercados de la última gasolinera en la que estuvo.

- Pero estas chucherías son muy comunes, las pudo haber comprado alguien, en este mismo lugar.- dijo Cummings

- Si pero es muy casual las huellas y el envoltorio, justo aquí, a cincuenta metros de la casa de Erin.  Mi teoría es que dio la vuelta y se refugió aquí hasta cometer el intento de asesinato, de la agresión a su ex.  Este es un lugar solitario, de noche  en esta época del año. Vayamos a la casa de ella. Debe haber algo que identifique que estuvo allí.  Por pequeña que sea la pista nos valdrá. Aseguro que el agresor es la misma persona  que intentó matar a Erin, y lo hizo con Fiona. Pero ¿ por qué Fiona ? Alguna discusión que se le fue de las manos.  Por celos, ¡ Vaya usted a saber por qué !  Tenemos que apretarle y estoy seguro que se declarará culpable en ambos casos.

    Se dirigieron a casa de Erin, que estaba sellada por la policía. Quitaron la cinta y entraron en la vivienda.  Lo mirarían todo con lupa.  Con suerte podría haber algo que se dejasen los forenses.  Lo que fuera.  Quizás ella trató de defenderse  o él tocar algo en lo que dejase las huellas.  Deberíamos regresar a la jefatura y con la declaración, las pistas de la vivienda de Erin, y lo que nosotros hemos descubierto, volver aquí y reconstruir el itinerario y el regreso, en el mismo horario que él lo efectuó.
Aún permanecían en las paredes y en algunos muebles las huellas del luminol efectuadas por los forenses. Señales de algún ataque a la persona que había sido herida y que por casualidad no había muerto.  Ella le identificó y aunque no encontrasen pruebas de él, tenían lo suficiente para inculparle

-Sólo nos queda atar los puntos de éste caso; el otro ya lo tenemos. Las pruebas  así lo declaran. pero éste aún no.  Necesitamos que todo sea concluyente para que no tenga ningún resquicio por el que escapar



- Pero señor, fue identificado por su ex mujer.  Intentó matarla, pero no lo logró, y con este recorrido y su reconocimiento podemos constatar que es él quién lo hizo, los dos casos.  Creo que a poco que le presionemos confesará.  No es demasiado listo y si le apretamos un poco, caerá derrumbado, sobretodo con el caso de Fiona, que está todo clarísimo.  Creo que esta ruta estaba destinada a la coartada para Erin, pero erró el tiro. Estoy seguro que  se declarará culpable.  Si es así, la cadena perpetua no se la quita nadie.  De este modo no hará más fechorías .
Tenemos que estar muy seguros de todo. Me reafirmo, que no pensaba matar a Fiona; que se le fue de las manos. Sólo queda por probar que esta ruta la hizo como coartada para Erin, y que después ocurrió lo de Fiona. Vayamos a Jefatura y comencemos a casar las piezas de una vez.

El interrogatorio lo harían de inmediato llegasen.  No querían perder ni un momento; era un caso bastante claro, pero debían presentar pruebas fehacientes, ya que el abogado defensor estaría dispuesto a rebatirlas, y además el juez que les iba a tocar era muy puntilloso.

    Y al día siguiente, a primera hora, ambos policías se sentaron frente a un Liam nervioso y vacilante.  Su abogado le había aleccionado, pero no obstante, tenían pruebas suficientes para que a poco que le presionaran cantase la verdad.  Y así lo hizo.

ENTRADAS POPULARES