jueves, 5 de marzo de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 26 - Acepto

    Apenas tenía fuerzas para hablar.  La boca se le secaba a ratos y a otros se le llenaba de agua. Todo en cuestión de segundos.  Miraba suplicante a todos los que estaban a su alrededor, y a Peter, pidiendo que alguien la explicara que hacía allí y que estaba ocurriendo.  Seguía sin entender el por qué de la situación que estaban viviendo. El por qué la novia había salido de allí tranquila, que ante una situación como la que vivían, era para haber formado un escándalo, y por el contrario tanto ella como su padre, iban tranquilos y serenos.  Parados ante el juez, miraba suplicante a la autoridad para ver si él la explicaba algo, que su cabeza pudiera registrar como coherente.  Y algo debió adivinar el juez, porque sonriendo dijo:

- Querida no se alarme. Esta ha sido la única manera que su futuro marido, ha encontrado para hacer que se casara con él.  Ya se lo aclarará con más detenimiento cuando estén solos.  Todos han participado en esta `puesta en escena. Hasta la novia, que es la hija del director del hospital en el que Peter trabaja.

- Pero... pero... Yo..- No podía contener más los nervios y apoyando su cara en la mano de Peter, rompió a llorar. ¿ Era verdad? ¿ La quería tanto como para unirse a ella de por vida ? ¿ Era cierto que había organizado esta mascarada para llevarla hasta allí ?  ¿ Debía enfadarse o darle las gracias ?
¿ Era cierto que iban a casarse ?  Tenía los ojos muy abiertos fijos en el rostro de Peter, que ahora comenzaba a sonreír.

- Si, cielo. Vamos a casarnos.  No admito noes por respuesta. Así que venga, vamos a ello.

- Pero ¿ cómo vamos a casarnos así ? Mírame. No llevo la ropa adecuada, ni estoy peinada, ni maquillada. Esto no puede ser ¿ Es acaso una broma? Si es así pellizcarme para que me despierte.

- Eres la novia más guapa que he visto nunca. Tal y como estás eres perfecta. No me rechaces, por favor.  Después de todo este tinglado para unirnos, ahora no puedes decir que no. Casémonos de una vez. Después iremos a casa y verás el traje tan hermoso que te he comprado. Te peinarán, te maquillarán e iremos al restaurante en donde todos esperarán y lo celebraremos como cualquier pareja de novios recién casados. Así que no seas cabezota.  El juez nos espera.

    Todos estaban expectantes y no dejaban de mirar la cara de Erin, esperando que al final se rindiese y aceptase la puesta en escena que Peter la había preparado.  Recibiría las explicaciones necesarias cuando estuvieran a solas, y entonces todo lo comprendería,  Pero ahora, lo primero, sería dar el Sí quiero, y de este modo templar los nervios de Peter.

- Está bien, está bien.  Pero ésto me lo has de aclarar muy bien.

- De acuerdo pero ahora casémonos

 Y al fin, todos respiraron tranquilos cuando ya eran marido y mujer. En sus manos lucían los anillos, pero la ceremonia no había concluido: faltaba el beso.  Peter se pondría de rodillas para besar a la novia, pero Erin, dijo:

- No, el beso nos lo daremos de pie -.  Y apoyada en sus muletas y ayudada por Peter, se levantó y ambos se besaron .  Sellaron la ceremonia con un beso largo, largo.  Hasta tal punto que los invitados comenzaron a aplaudir y  a silbar.  Estaban muy nerviosos y Peter muy emocionado.  Al fin era su esposa. Cuando todo concluyese, sabía que ella le pediría las explicaciones de toda esa puesta en escena y él se las daría con pelos y señales.  A pesar de todos los inconvenientes, resultó ser la ceremonia más hermosa, insólita y con tanto amor, que nunca se había celebrado en aquella sala.

La tomó en brazos y acompañados de los testigos y padrino, salieron de allí rumbo a su nuevo domicilio. Tendría su traje de novia, su maquillaje y su peluquera, todo como ella había imaginado su boda.  Ya les aguardaban para recibirles y preparar  para la celebración.

Y hasta el último deseo de Erin, se cumplió, tal y como le prometiera Peter. Hasta el último de sus deseos los hizo realidad. Al fin, él se relajó y al contrario sería Erin quién se pusiera más nerviosa.  Es como si en ese momento, se diera cuenta del amor que sentía su marido por ella y el suyo propio por él.  Había sido como un cuento de hadas, sólo que éste era real.

Cuando estaban dentro del coche rumbo al restaurante, Erin iba muy callada, y a Peter eso le extrañó:

- ¿ Qué ocurre ? ¿ Por qué vas tan callada ?

- ¿ Y si no hubiese acudido a verte casar, qué hubieras hecho ?

-No lo sé.  Tampoco lo tenía muy seguro, pero si se hubiera dado el caso, pensaba raptarte, así de claro.  Nos pusimos de acuerdo Dylan y yo, para prepararlo todo.  Reunimos a toda la gente - actores, que debían intervenir y todos, entusiasmados, aceptaron representar el espectáculo.  El director del hospital se prestó encantado y su hija, recién casada, para hacerlo más real, se ofreció a ponérselo de nuevo y representar su papel.  Sé que es un disparate, que parece una película, pero todo es real, muy real, tanto como el amor que me inspirar, y que en realidad ha sido quién ha hecho que pudiéramos hacerlo.



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