miércoles, 4 de marzo de 2020

Los mudos testigos - Capítulo 24 - El día más amargo

    Nada había sabido de Peter, y Dylan tampòco comentaba nada, a pesar de estar en contacto con él a diario.  Ignoraba su paradero ¿y si fuera cierta la noticia que había dado la paciente en la sala de espera.? Se resignó y siguió como si no supiera nada, pero fue la misma mujer la que volvió a comentar  lo del casamiento

- ¿ Sabes Grace ? - dijo a la persona que la acompañaba a la consulta - Mi doctorcito gentil se casa mañana. Creo que en el juzgado a las doce.
- ¿ Quién te cuenta esas cosas tan privadas? - respondió Grace
- Compro en el mismo establecimiento que lo hace él. Bueno directamente él no, pero si la señora que atiende su casa. Le han llevado el pedido y estaban con los preparativos.  Creo que su futura es una mujer preciosa
- Bueno pues me dirás cómo fue todo- respondió la amiga.

    Erin fingía que trabajaba fija la vista en la pantalla del ordenador, pero agudizaba el oído y escuchó la conversación. Sintió unas ganas tremendas de echarse a llorar. El servicio, de nuevo, sería su refugio;  no podía permanecer en su puesto hasta que no se calmase.

    Ni siquiera una llamada de teléfono  le había dado la  señal de que se fue harto de aguantar sus impertinencias.  ¡ Si al menos se hubiera dado cuenta de ello !  Había demostrado que la quería pero nadie mejor que él sabía lo que ocurría.  Transcurrió un rato y decidió incorporarse al mostrador. Ya no había remedio. Nada que hacer. Tiraría la toalla; todo lo hacía pòr él, pero ya no tenía objeto que la estimulase en la vida.  Acudiría al Juzgado, aunque sólo fuera para verlo desde lejos.


    La mañana transcurría como normalmente, pero a ella se le hacía insoportable.  La faltaba hasta el aire para respirar.  Nunca hasta ahora, cuando ya no había remedio, se dio cuenta de lo que Peter había significado en su vida y aún significaba. Y reparó en todas las atenciones y desvelos que había recibido de su parte, y que ella no lo apreció.  Solo ahora, cuando ya era demasiado tarde. Ahora que comenzaba a hacer algún pequeño progreso en su recuperación. Aunque de todas maneras hubiera sacrificado mucho tiempo, ya que distaba mucho de recobrar la normalidad.  Y había un tema que la preocupaba mucho:  ¿ cómo hubiera sido su vida en común, supeditado a ella día a día. ¿ Hubieran tenido relación sexual con normalidad?  No lo creía posible, al menos en estos momentos, y eso era esencial en una pareja. ¿ Lo hubiera buscado  Peter, fuera de casa ?  Podría haberse dado el caso, y sabía de antemano que a ella no la hubiera gustado nada, y hubiera acrecentado su tristeza.  Ya no estaba capacitada  para muchas cosas de la vida.  Tenía que hacerse a la idea de que probablemente necesitaría a otro ser humano para seguir haciendo su vida más o menos normal.  Eso no lo quería para Peter.  De no haber roto su relación permanecería a su lado, sí, pero ¿ a qué precio? Él también hubiera tenido que renunciar a muchas cosas que ahora tenía: sus viajes, su trabajo, su intimidad...Demasiadas cosas que repercuten en el día a día, y que tarde o temprano hubieran hecho saltar por los aires su relación.

    A pesar de dolerle el alma, había hecho lo correcto.  Por Peter mayormente, aunque él no se diera cuenta, aunque nunca lo supiera.  Y porque había descubierto su amor por él, y dado que él no tenía culpa de lo que hubiera en su vida mientras estuvo casada con Liam, en el fondo se alegró de la decisión tomada.

Dylan, se había cuidado de no referirse al enlace de él, y ella se cuidó de decir nada al respecto.  Estaba incómoda.  Miró su reloj y comprobó que aún faltaban más de dos horas para que finalizara su jornada de trabajo.  Se entretendría en trazar un plan para el día siguiente.  Asistiría, aunque fuera desde lejos, a su enlace.  Le vería por última vez; sería su despedida.  Después ¿ qué haría ?  Se dedicaría de pleno a la asociación en la que trabajaba .  No deseaba tener contacto con el consultorio;  no sabía si Peter, a su regreso de la luna de miel se incorporaría a él, pero si lo hiciera, no deseaba verle, aunque se muriera de ganas por hacerlo.

Una amiga de la asociación la ayudaba a caminar con las muletas, a la salida del consultorio.  Deseaba acercarse a la asociación, tenía que hablar con la directora y pedirla un favor durante un corto espacio de horario, pero sola no podía acudir al lugar a donde quería ir.  La directora, al saber el motivo la ofreció todo cuante precisase, aunque la aconsejó que no lo hiciera, pues todo lo que sacaría sería tristeza por algo que pudo haber sido y no fue.  Pero Erin deseaba, necesitaba hacerlo.  Se situaría en un lugar lo suficientemente distante para poder ver su entrada en el edificio, pero que él no la viera en su escondite.  No hubo forma de disuadirla, así que ella misma se ofreció para acompañarla y después regresar a donde deseara

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