viernes, 28 de junio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 29 - Hogar, amargo hogar

Entonces fue cuando ambos se dieron cuenta, de que Fionna había escuchado lo discutido entre el padre y la hija.  Maxwell salió tras ella, alcanzándola y abrazándola fuertemente.  Entraron en su dormitorio, y esperó paciente a que su mujer se calmara, pero sabía que aquello tendría  una respuesta  por  su parte y, presentía cuál iba a ser. Por nada del mundo lo admitiría.  habría otra manera de solucionarlo y volver a la normalidad.  Su hija no podía ser tan tajante ni tan tirana como para imponer su voluntad.  Fionna no se lo merecía;  había hecho todo lo indecible por querer a esa niña, casi una desconocida para ella cuando decidieron unir sus vidas.  No había motivo alguno para despreciarla porque no fue la responsable de la muerte de su madre, ni ella ni otra que hubiera elegido como esposa.  Quería que la vida de Jasna transcurriera feliz sin altibajos, como una niña normal y querida.  Afortunadamente no recordaba nada de la enfermedad de su madre que  derivó en su fallecimiento.  Entonces ¿ por qué ha decidido rechazar a Fionna?


— Hemos de hablar, mi amor. No puede ser que todo se destruya. Tiene que haber algún motivo para el rechazo de la niña.  No puedo creerlo; te adoraba. Entonces ¿ qué es lo que ha ocurrido para ese cambio?

— Te lo dije en una ocasión. El cambio ha sido porque nos amamos.  Porque siente celos de mí.  Porque quiere en exclusiva tus caricias y tu dedicación.  Tu  lo has dicho; se sufren cambios que les ocurre a todos los niños a punto de entrar en la adolescencia y, el detonante ha sido la visita a la tumba de Ana, Esa ha sido su excusa. Si su madre está muerta, y yo aquí ¿por qué ella no recibe todo tu cariño?

—¡ Pero si lo recibe!  Daría mi vida por ella. Os adoro a ambas

— Lo sé. Pero lo sé yo. Ella no lo ve así y arremete contra mí porque soy la depositaria de tu amor, sin tener en cuenta que ella también recibe tu inmenso cariño.  Eso tiene un nombre científico, te lo dije : complejo de Electra.

— No puede ser. Me niego a eso. Consultaré a un psicólogo y si es necesario la llevaré para que lo estudien

— No creo que lo acepte porque ella no lo ve. Soy yo su barrera, quién le impide sentarse en tus rodillas y que le hagas los mismos juegos que cuando era más pequeña.  Ya no  lo es tanto.   Poco a poco y, sin darse cuenta, está cambiando.  Creo que aunque nos cueste mucho dolor, soy yo la que debe tomar una decisión, que llevo pensando desde esta mañana.  Acordamos que si no era aceptada por ella nuestra unión no se realizaría, bien, pues ya lo sabemos.  He de irme, al menos por una temporada, hasta que crezca un poco más

—¿ Insinúas que vas a dejarme?

— Exactamente, Maxwell, eso es lo que digo. Con la excusa de aislarme para escribir volver a vivir .en Bockley y regresar a Londres los fines de semana o vosotros ir hasta allí

— Eso es una locura.  Yo te necesito aquí, cada día, cada noche, cada segundo. No, ni hablar.  No voy a consentir que eso ocurra por un capricho de la niña. Eres todo para mí, desde que recuerdo, en mi vida siempre has estado tú y soy tuyo de palabra y obra  al igual que tú eres mía.  Hablaré con ella seriamente. No perdamos la calma, por favor.  Espera unos días ¿Cómo vamos a separarnos?  Es un plan descabellado. Tiene que haber otra solución

— Estar con ella lo menos posible.  Que a penas me vea y cuando llegues a casa o vayas por las mañanas a trabajar, no me beses, no me digas nada.  Nuestras demostraciones de cariño las haremos a solas, en nuestro dormitorio y el resto del tiempo como si no existiera

— ¿ Pero cómo va a ser eso posible? Yo te quiero y si me apetece darte un beso y abrazarte lo haré esté ella o no esté.  Eres mi mujer y te amo. Nada ni nadie podrá impedirlo.

  Aquella noche se  abrazaron más fuerte que nunca. Era como si tuvieran el presentimiento, que la negación de la situación planteada por Fiona, aunque pareciera imposible, entraba dentro de sus cálculos.  Sin embargo,  Maxwell se negaba en redondo a ello. Esperarían un tiempo y ya verían cómo resolverlo.

Maxwell habló seriamente con Jasna, pero era testaruda y se negó a escucharle y no admitía más solución que ella permaneciese fuera de su casa. La odiaba y no quería verla.  A su padre esas expresiones le dejaron estupefacto y no sabía cómo responder a ello.

— Muy bien, pues irás a un internado..  Es absurda esta reacción tuya hacia Fionna ¿ Qué te ha hecho para que te comportes así ?

— No me ha hecho nada, pero no la quiero en mi vida. Para mi es y ha sido tu amante. Tu mujer ha sido únicamente mi madre y no ella. Ni siquiera te ha dado un hijo

— Jasna créeme que tengo que contenerme para no echarte de la habitación.  Eres irracional y no me valen las explicaciones que me das.  No me dejas otra alternativa, porque ella es mi mujer lo quieras así o no. La he amado desde que era un chico poco mayor que tú y ha sido así siempre.  Ella ha estado antes que conociera a tu madre. Y la amo con todas mis fuerzas, así que no me dejas otra opción que meterte en un colegio y salir únicamente los fines de semana. La quiero y la necesito a mi lado. No voy a dejarla por un capricho tuyo, que te quede claro.

  Dicho y hecho.  Buscó un internado con todo el dolor de su corazón,.  Fionna no se lo merecía y si cediera a las pretensiones de su hija, sería el principio de otros caprichos que llegaran después.
Cuando lo comentó, su mujer se echó las manos a la cabeza ¿ Cómo era posible ?

— ¿Te has vuelto loco? ¿Crees que así vas a solucionarlo ? Lo empeorarás más. La alejas  de su casa para quedarte conmigo. Se acabarían las oportunidades de convivir juntas, si es que quedara alguna. No Maxwell no debes hacerlo. La perderías para siempre y  no puedo consentirlo.

Y abriendo el armario, extrajo de él un maletín en el que poco a poco fue metiendo algo de ropa. Los ojos de Maxwell no podían abrirse más. Todo su mundo se venía abajo y no podía hacer nada por impedirlo.  Se puso delante de su mujer y tomándola de un brazo la dijo:

— Basta Fionna. Lo que nos está ocurriendo es un mal sueño. Sentémonos y recapacitemos ambos sobre lo qué hacer.  No puedo creerme lo que está ocurriendo.

Tuvo que insistir mucho y darle muchos razonamientos para que comprendiese que debía descartar el internado y ella debía salir de allí cuanto antes.  Así logró convencerle; alquilarían una suite en un hotel cercano a su casa y el iría todos los días a verla a la salida del trabajo.  Pasaría los fines de semana con ella. Si no era en esas condiciones, no cedería y Jasna sería internada.

Tras muchas discusiones, quedaron en que iría al canal cada día y al menos comerían juntos, aunque estuvieran solamente poco más de media hora.  Ella sabía que sería una situación de locura, que tarde o temprano la cuerda se rompería debido a esa situación insostenible., pero no quería que fuese a un internado porque todo sería peor.

En un hotel de lujo, Maxwell alquiló una suite para que Fionna estuviera cómoda y tuviera espacio suficiente para escribir si así lo quería. Ignoraba el tiempo que duraría esa situación, pero mentalmente  suplicaba que la jovencita reaccionara y todo volviera a la normalidad.  Pero lejos de ocurrir como ellos pensaban, Jasna estaba feliz al haber vuelto a vivir sola con su padre, aunque ya no fuese tan cariñoso con ella y le viera siempre triste y que a penas hablase.

Sus despedidas de la noche, habían cambiado; ya  no iba a su habitación a leerla un cuento, ya no tenía edad para eso.  Se limitaba a desearla buenas noches y besar su frente.  El se quedaba en la sala leyendo el periódico y haciendo hora para hablar con Fionna por teléfono.
Cada día acudía a la cafetería del canal y Maxwell se reunía con ella.  Comían juntos pero, poco a poco, sus comidas fueron más silenciosas y tristes. La situación se demoraba y Jasna no daba señales de ceder.  Por eso Fionna planteó a su marido regresar a Bockley y verse solamente los fines de semana. Algo que Maxwell rechazó de plano, aunque comprendía que estar encerrada en la habitación de un hotel no era lo más acertado.

Echaba de menos su casa, a Chimbo, a Stephanie, sus charlas con la buena mujer que, a escondidas y, brevemente, la visitaba a escondidas de Jasna.  La joven se había convertido en una pequeña tirana que a todos  dominaba. Y aquel fin de semana, en lugar de estar contentos, ambos discutieron agriamente por la situación.   A pesar de todo él reconocía que su mujer tenía razón, pero la sola idea de no poder verla más que los fines de semana, le sublevaba y regresaba a casa enfurecido.  Esa noche se encerró en su habitación y no habló con nadie.

 Maxwell la llevó a los costwolds de regreso a su antigua casa. Ambos se despidieron aquella tarde con gran pesar por ambas partes.  No sabían si era acertada  o  no,  la solución tomada, pero lo cierto era que tenían pocas opciones dado que la joven no cedía y, al contrario vivía feliz sin siquiera mencionar el nombre de Fionna, algo que entristecía grandemente a su padre. Pensaba que , aunque tristemente, debió internarla en un colegio, dado que los días, los meses pasaban y nada se solucionaba.

Hacían el amor con pasión, como para resarcirse de la no convivencia durante toda la semana.  La despedida del último, fue más triste que las demás:  Maxwell tardaría en volver,  ya que tenía que ir a Canadá a una reunión con los directores de los distintos espacios:  iban a hacer una fusión con un canal de dicho país.  Volvería cuanto antes, pero pasaron dos semanas y novedades en el cuerpo de Fiona.

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