martes, 17 de octubre de 2017

La primera vez que visité Londres - Capítulo 24 - Recobrar una vida

Enseguida llegó frente al bungalow en el que vivía Maille.  El corazón le golpeaba fuerte en el pecho y tenía la sensación que se le iba a salír,  cuando con unos golpes pidió que  abriera la puerta.  Maille estaba  disponiéndose para ir a la cama,   asustada,  reconoció la voz que llamaba imperiosamente que le abriera.  -  ¿ Que hacía él aquí ?

 -¿ Por qué no me dejas en paz ? Escucha James ¿ no te has dado cuenta de que no deseo verte? ¿ Que entre tú y yo no existe nada?
- Si es así dímelo a la cara, frente a frente. Por favor, abre y hablemos.  Tengo algo que contarte.  El por qué de esta situación absurda que tenemos
- ¿ Has traído a Maureen contigo?
- ¿ Que pinta Maureen en esto? Pero si, algo está relacionado con ella, pero no, no está aquí. Sólo tú y yo.  Nadie más.  Abre por favor o voy a despertar a todos los huéspedes con las voces que daré
- Está bien, está bien.  No grites. Te abro, pero dirás lo que sea y te marcharás inmediatamente.  Estoy cansada y tengo sueño.-  Y con esta última frase, la puerta se abrió quedando los dos frente a frente.


En la mirada de ambos habían muchas palabras sin pronunciar, y muchos sentimientos oprimidos en su pecho. No cabía nada más que una sola cosa: avanzar uno al otro, abrazarse y zanjar todo lo que les hería y les había llevado a esa situación absurda.  No fue ni uno ni otro, el que avanzó primero, sino los dos a un tiempo quienes cortaron la corta distancia que les separaba.

Maille lloraba y  James tenía los ojos acuosos.¿Qué les había pasado ? ¿ Por qué ese distanciamiento si los dos se querían ?  Tenían explicaciones, muchas, y debían darlas ahora, en ese momento de tensión extrema, en la que ambos se lo habían dicho todo en ese abrazo, sin decir nada.  Pasado el momento de emoción, James la miró fijamente a los ojos recorriendo su rostro con la  mirada y secando las lágrimas a besos.  La tomó de la mano e hizo que se sentará junto a él en el sofá.  Sentía la garganta cerrada, con un fuerte nudo en ella, pero debía comenzar a explicarse y así lo hizo.

- Verás. Es todo muy sencillo, y a la vez extremadamente complicado. No sé por dónde empezar.
- Por el principìo, tal cuál pasó todo- le dijo Maille
- -No justifico la actitud de mis padres respecto a ti, de todo punto injustas e inmerecidas. Aunque no lo supieras, dejé de visitarles y de hablar con ellos por tal motivo. Te quería, te quiero Maille, eres mi mujer y me dolía la actitud que habían tomado. No lo quería.  Pensaba que aunque fuera  distanciadas, poder seguir teniendo una relación más normal, y que poco a poco, a medida que te fueran conociendo, todo se relajaría y fuésemos una familia: ir a comer algún día de fiesta y que fueras recibida como lo que eres: la mujer de su hijo.  Que no te examinaran cada vez que íbamos a visitarles y te sometieran a una absurdas pruebas de comportamiento.  Eres una mujer educada, con clase, probablemente más que ellos, porque estoy seguro que no te comportarías  como mis padres lo hicieron.

- Tuvimos nuestras discusiones por su frialdad que afectó a nuestro matrimonio.  Todo se precipitó con las visitas y las llamadas de Maureen y con mis charlas a puerta cerrada de mi padre conmigo, y ahí es donde quería llegar.  No era nada relacionado contigo, con nuestro matrimonio, pero que sí tuvo repercusión en él.

- El día que Maureen estuvo en la consulta, no era por motivo de enfermedad, sino para anunciarme que mis padres se estaban arruinando por unas inversiones fallidas en bolsa.  Recordarás que hablamos en el despacho cuando la invitamos a comer.   Mi padre, , me confesó la verdad de su situación cuando  fuimos a verles por última vez.    La verdadera  y desesperada situación en la que estaban.  Iban a perder no sólo el negocio, también su casa.  Me hizo prometer que no diría nada a nadie, ni siquiera a ti.  Por ese orgullo mal entendido de siempre;   pensaban que cuantas menos personas lo supieran menos posibilidades tendrían de que todo el mundo se enterase y fueran la comidilla de todos.  Por eso no podía decirte nada, muy a mi pesar.  Te lo hubiera querido decir porque se que me escucharías aunque no pudieses hacer nada.  Sabía que no estaba bien ocultarlo, pero por otro lado estaban ellos y no sabía lo qué hacer.  Me había dejado kao la revelación.  Nunca creí que llegaran a esos extremos.

-No tenía fortuna para poder saldar las deudas que tuvieran contraídas, que eran cuantiosas, pero sí disponía de una pequeña fortuna que les ayudara a salir de lo más urgente.  En ese intermedio surgieron nuestras desavenencias y te oculté lo que pensaba hacer.
- Pero James, jamás me habría opuesto a que les ayudases.  Ni aun estando en la situación en la que estábamos me habría opuesto.  Nos las hubiéramos arreglado y nos hubiéramos ahorrado tanto sufrimiento


- Lo sé amor, lo sé. Pero tenía empeñada mi palabra. Después te marchaste y todo se me vino encima.  La abuela también les ayudó e incluso empeñó algunas joyas para tapar algunas bocas, pero tú te habías marchado y no querías verme.
- James, lo siento.  Creí otra cosa.  Pensé que al fin te habías rendido a tu familia y Maureen entraba en escena. Perdóname, perdóname.
-Schssss...  Ambos tenemos que perdonarnos. Pero aún hay más.  Pusieron a la venta unas tierras cercanas a la mansión. Eran tierras heredadas, fértiles y buenas, pero que nunca se explotaron porque eso no era correcto para su posición.  Lo suyo era la bolsa, las tertulias políticas en los clubs y comilonas con cualquier lord.  Era denigrante pensar en meter obreros y cultivarlas.  Y surgió un comprador no se sabe dónde que las ha adquirido y pagado a muy buen precio.  Es una gran extensión que él si piensa explotar. Con el importe de la venta, han podido saldar las deudas más importantes y con lo que yo puedo ayudarles, podrán ir viviendo, sin grandes derroches, pero sí les permitirá vivir con dignidad, hasta que de nuevo la crisis vaya desapareciendo y se recobren del todo.
Esos  han sido todos los motivos de aquellas interpretaciones que hiciste y que culminaron en lo que ahora tenemos.  No fuiste la culpable, sino yo, por no confiar en ti y no saltarme la palabra dada.
Quiero decirte, que en todo este tiempo no ha habido nadie en mi vida más que tú.  Que no he dejado nunca de amarte y de recordarte. Y que el día que no abriste la puerta en aquél hotel, perdí todas las esperanzas de una reconciliación.  Pero también pensé que debía volver a intentarlo, y cuando terminé mis compromisos decidí venir aquí, ya que me dijiste que regresabas a casa.
Quiero que volvamos a estar juntos.  Que empecemos nuevamente de cero, que rompamos ese absurdo contrato de disolución del matrimonio, y si es preciso volvamos a casarnos . La marcha de la clínica va bien, ahora en compás de espera, porque lo que tenía pensado invertir en una ampliación, ha quedado en suspenso por la cuestión de mis padres.  Trabajo en un gran hospital y estoy dando clases en la facultad.  Estoy satisfecho con lo conseguido, y si regresas a mi lado, seré el hombre más feliz del mundo


Maille guardaba silencio, absorbiendo las palabras que James había pronunciado.  ¿Todos los malos ratos, su separación, todo lo que habían padecido lo había originado un falso orgullo de gentes desfasadas.?  Pero no era hora de volver la vista atrás, sino de volver con James y ayudarle en todo lo que pudiera.  Tomó la cara de él entre sus manos, le miró fijamente a los ojos, y le dijo:

- Siempre te he querido, ni la distancia, ni los disgustos, consiguieron que te olvidase. Si James, deseo volver contigo, quiero volver a ser tu esposa.  No te preocupes por nada; ya pasó la hora de las preocupaciones.  Te ayudaré en todo lo que hagas para resolver el problema de tus padres. Trabajaré y con eso viviremos, y lo que saques con las clínicas y el hospital, les ayudarás a ellos.  Y cuando todo esté arreglado, también habremos arreglado nuestras vidas, dejado atrás las dudas y tendremos ese hijo tan deseado. Así que sí volveré contigo a Londres.

Y fue entonces cuando James lloró abrazado a ella.  Y juntos unieron sus llantos, sus caricias y sus besos

- Sabía que eras una chica peculiar, especial.  Por eso te elegí nada más verte y te quise desde entonces, y te querré siempre, siempre.



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