viernes, 13 de octubre de 2017

La primera vez que visité Londres - Capítulo 9 - Una historia ya olvidada

- Habían dos jóvenes, pertenecientes a la misma familia, aunque él era pariente lejano, creo que en tercer lugar, de ella.  Se conocieron en una de las cacerías de zorros que organizaba el padre de Liz, como la llamaban cariñosamente, con motivo del aniversario de boda de sus padres. Allí se conocieron e intimaron  Ambos eran joviales y despreocupados, pero con una diferencia insalvable en aquellos momentos, y parece ser que no tan lejanos con los de ahora: el era "pobre", siendo ese término muy relativo en el concepto que de pobreza se tenía en aquella época.


-La afinidad de caracteres llevo al enamoramiento.  Eran de clase social diferente y por tanto miraban con lupa aquel romance, aunque fuera un miembro de la misma rama  pero no de la misma clase social.  A la muchacha la metieron en un internado con la excusa de que debía formarse socialmente para aspirar a un futuro pretendiente de su mismo status.  Él terminó sus estudios y buscó un trabajo en el gabinete de un lord.  Pero eso no era suficiente y además denigrante: que un apellido ilustre tuviera que ganarse la vida como hacían los de clase más baja.

-A pesar de todo,  ellos se amaban y estaban dispuestos a todo para formar una familia.  Pero los padres de Liz tomaron la iniciativa y la comprometieron con un lord perteneciente a la corte real.. Elizabeth era muy joven y a regañadientes se sometió a la voluntad paterna. Él ,  desesperado salió de Londres rumbo a  Gales.  Allí se estableció y poco tiempo después se casaba con Theresa formando su propia familia.   Arnold guardó en lo más profundo de su corazón la imagen de Liz.  A pesar de ello,  consiguió ser feliz al lado de Therry.  Pero  Londres seguía estando   muy cerca y quiso poner tierra de por medio.y tratar de ser feliz con la familia que había formado. Tuvieron un hijo, su posición económica mejoró y decidieron hacer un viaje durante unas vacaciones veraniegas.  Recalaron en España.  Les agradó el clima, el lugar y la afabilidad de la gente: aquél sería un buen lugar para vivir y lo bastante lejos de Londres.  Constantemente leía en los periódicos las notas de sociedad y por consiguiente a Elizabeth  MacKenzie , casada con  lord Anthony  Sheridan Corbyn .   Posiblemente, cada uno de ellos fuese feliz con sus respectivos cónyuges y llevaron sus vidas con normalidad.  Creo que tuvieron varios hijos.  Del hijo mayor nació un muchacho de fuerte carácter que no quería seguir el camino marcado por generaciones de los destinos de los integrantes del clan.  Muy a pesar de sus padres, estudió medicina y siguió su camino alejado de toda solemnidad de la casa


-  Por desgracia, Theresa y Arnold fallecieron hace años  en España cuando su vida estaba estabilizada.  Y he de decirla que fue  muy feliz  con la mujer que había elegido.  Si él estuviera vivo, posiblemente sería  quién ,   en estos momentos ,  hablase con usted, y no yo, de abuela a abuelo,

  - Lo que me ha llevado hasta aquí no es destapar viejas rencillas ni errores de juventud, sino decirla que aunque muy lejana Maille lleva también el apellido MacKenzie, y que están despreciando a un miembro de su propia familia. Que es una chica buena y dulce  y que es injusto quieran hacerla de menos porque no pertenece a su escala social, teniendo en cuenta que, entre los suyos hay bastantes personas  que son algo  ¿cómo diría ? indeseables. Si, no se asuste; hay hombres MacKenzie que han dejado embarazadas a alguna de sus doncellas y otros que han jugado sumas cuantiosas de dinero, que han tapado otros miembros del clan.  Señora, mi nombre es Ralph Desmond Osmond MacKenzie

 -Lo único que pueden reprochar a mi familia, es que ganamos con nuestro trabajo la mucha o poca fortuna de la que disponemos. Que Maille adora a James y él a ella, y que sería bueno recordar viejas historias porque probablemente no juzgaríamos con tanta dureza el proceder de otros.  Entendemos que no quieran ir a la boda de los chicos porque irán personas normales, honradas, trabajadoras, pero sin ningún título, sin nada de lo que ustedes califican como deshonroso. Sólo   la pido que reflexione en la historia que acabo de contarle hace  un momento, y analice si fue feliz en su matrimonio y si no se ha planteado alguna vez  que  lo hubiera sido más,  si las cosas  ocurridas hubieran sido diferentes   y  podido formar una familia con  Arnold, por pobres que fueran sus rentas..

Y dicho esto, se levantó de su asiento y tendiendo la mano a Elizabeth, se despidió de ella:

 -Ha sido un placer, señora mía, haber tenido esta charla con usted. He de confesarle que desde que supe del noviazgo de mi hija y del rechazo de ustedes, tenía ganas de contar esta historia, pero ha sido ante la negativa de todos  de no acudir al enlace, lo que me ha decidido a recordarlo. No tienen ningún derecho a menospreciar a nadie y deberían estar orgullosos de James que sólo con su esfuerzo es un médico reconocido y va a formar una familia con una bonita muchacha, pobre según ustedes, pero para nada advenediza, porque no lo necesita.  Y ahora me marcho.

Y con paso ligero salió de la sala, dejando a la señora perpleja y sin haber podido, siquiera, despegar los labios.  La historia, a medida que la iba narrando, llegaba hasta su memoria como si el tiempo no hubiera transcurrido y lo estuviera viviendo nuevamente como en una película.  Y recordó el querido rostro de  Arnold, su entusiasmo, su ímpetu, su amor.  también el orgullo, la frialdad y arrogancia del que luego fue su marido.  Un marido no deseado y que sólo contaba con ella  en la cama y en las reuniones sociales, porque el resto de la vida diaria, era una pareja unida por el matrimonio, pero distanciada en extremo por la falta de cariño entre ellos.  Había sido un enlace de la buena sociedad, un matrimonio pactado, pero a todas luces infeliz al que ella aportó tres hijos que eran igual de frios que sus padres.  Uno de esos hijos era el padre de James.

Miraba fijamente la puerta por la que Ralph se había marchado.  Había tenido delante de ella al hijo de Arnold, y le recordaba como un muchacho joven e impetuoso. Y  físicamente,   al hombre que acababa de narrarle su propia historia.   Apurando la taza de te, ya frío, daba vueltas en   su cabeza lo narrado por  Ralph ,  y  analizaba  el pensamiento de él y el suyo propio, y vio las cosas desde otra perspectiva, y entonces pensó que quizá tuviera razón y que debería asistir al enlace de su nieto. Y que había juzgado a la muchacha que sería su mujer, muy alegremente, olvidando que ella también tuvo veinte años y estuvo enamorada de un muchacho, al que tuvo que renunciar por imposición familiar.  Recordó, también, su difícil noche de bodas, su vida de casada, desposada con un hombre frio y calculador que solo pensaba en la clase social de ella y en subir peldaños para ser cada vez más influyente en la sociedad.

¿ Deseaba eso para su nieto?  Y se dio cuenta de que en verdad no quería para James la repetición de una historia ya olvidada, pero puesta de actualidad por un hombre de clase "inferior" que había venido a recordarla que, aunque lejano, llevaba su mismo apellido, y que al denigrarlo, también lo hacía con ella misma.  Y tomó una decisión acudiría a la boda.

Y cinco días después de la extraña visita, se convirtieron en marido y mujer James Sheridan y Maille Desmond.  Ambos tenían algo en común, aunque lejanamente:   eran MacKenzie, y  también ambos ignoraban la historia que habían vivido sus abuelos.

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