miércoles, 5 de mayo de 2021

El jefe - Capítulo 20 . El gran golpe

 Como lo habían acordado, al día siguiente, se volverían a ver en el mismo bar del día anterior. Llegó con suficiente antelación, porque pese a todo, era un hombre puntual. Probablemente sería lo único bueno que tuviera.

La noche anterior tuvo una fuerte discusión con su mujer, lo que supuso que ella, recogiera algo de ropa en una maleta y saliera de su casa. Una casa  poco agradable, en un barrio de apariencia dudosa y con unos vecinos más dudosos todavía. Pero era lo único que se podían permitir y aún así, tenían dificultados para cumplir con el alquiler.


Nancy, su mujer, se había hartado de aguantarle e iría a casa de su madre hasta que él, en verdad, trajera a casa el dinero que la había prometido. Él, se arregló como pudo, porque tampoco quería destacar, pero aunque lo quisiera hacer, no podría, ya que su vestuario se limitaba al traje que ya conocemos, unos vaqueros y un suéter. Diferente a cómo vestía hasta hacía poco más de un año, cuando todo se descubrió. Pero se juró así mismo, que esa harpía lo pagaría caro.

Fue el primero en llegar. Probablemente eso sería lo único bueno que aún conservara de su antigua vida.

 Transcurría una media hora, cuando comenzaron a llegar unos hombres, por separado, que no conocía, pero que tenía la impresión de que serían los integrantes de la banda. Eran dos, pero faltaba el cabecilla que llegó diez minutos después. Los tres se dirigieron hacia él y al mismo tiempo solicitaron un reservado lo más alejado del resto de  los que conformaban el local. Pidió una botella de whisky y presentó a todos.  Usarían nombres ficticios, y ninguno sabría la dirección de los otros. De este modo, si les detuvieran, no podrían delatarse. 

Extendieron sobre la mesa un plano, después de apurar los sendos vasos de bebida, para " ir abriendo boca" había dicho sonriente el cabecilla del grupo al que llamaremos número Uno. El resto irían todos correlativos, siendo el Cuatro el último en integrarse: nuestro amigo recién incorporado.


Estuvieron largo rato discutiendo y observando en detalle todas las entradas y salidas a tener en cuenta. Cuatro, les miraba con asombro. Era la primera vez que asistía a un golpe de película. Lo que él había hecho era de otro estilo, con más clase, aunque el resultado fuese deplorable para él.

Prestaba atención, pero, en definitiva, tampoco le interesaba mucho, puesto que él solamente tendría que tener el coche en marcha a la indicación del número Uno. Pidieron bocadillos, que les serviría de almuerzo, y terminarían de ultimar todos los aspectos. Tendría que ser un golpe magnífico, mejor que los anteriores realizados, puesto que, al tener más práctica, cada vez tenían más envergadura y más exitosos.

El vapor del alcohol hacía de las suyas en nuestro  amigo Cuatro. Los ojos del resto no dejaban de estar pendientes de él. Era nuevo, no le conocían y fuera a ser que se vaya de la lengua. No debía beber más, si querían que todo saliera como estaba previsto.

Todo estaba organizado. Nada podía salir mal. Lo harían en la noche del sábado al domingo y de madrugada, con el fin de que nadie estuviera por las calles, si acaso algún borrachín. Se asignaron los puestos y la forma de actuar. Cuatro sería el encargado de tener la furgoneta a punto, en marcha y con gasolina.

 Antes de efectuar el trabajo, irían a una gasolinera  y la abastecerían de gasolina. Nada podía fallar.

Repasaron el plan dos veces mas y todos los cabos estaban atados. Cuatro les miraba casi con admiración. Él había sido muy astuto con los números, las acciones y el dinero en su antiguo trabajo, bien, pues sus otros dos compañeros eran tan especialistas como lo fuera él en su día y en su trabajo.

Se despidieron quedando citados, una vez más para el viernes por la tarde: sería el último repaso antes de dar el golpe. Quedaron citados a las doce de la noche, en el parque cercano al lugar del   trabajo. No habrían de llamar la atención  y acudir por separado. Todo estaba medido al milímetro, pero los nervios también. Hasta que todo no estuviera dentro de la furgoneta y a salvo, no podrían calmarse.


En silencio, se dirigieron al lugar. Ninguno hablaba. Era un lugar solitario a esas horas . Tan sólo estaba encendida alguna farola y el rótulo fluorescente que anunciaba que cerca había una sala de burlesque.
La entrada estaba sola y silenciosa. Ni siquiera se escuchaban los ruidos del interior del local, así como tampoco había porteros, ni hombres merodeando por allí. 

A la orden de Uno, se pusieron en marcha en total silencio. Rompieron las cerraduras que protegían el local y a continuación con todo el sigilo que pudieran tener, procedieron a cometer el delito.

Televisores  enormes, otros más pequeños, pero también grandes. Tocadiscos de última generación y teléfonos móviles. Cada uno de ellos eran los responsables de cada uno de los productos, exceptuando los televisores grandes que dejaron para lo último y los acarrearon entre dos.

En cuestión de veinte minutos, cumplieron con su cometido. Cuatro, ya tenía la furgoneta en marcha, y nadie que pudiera verles, por tanto se congratularon de que todo había salido a las mil maravillas. No alcanzarían la cantidad que se habían imaginado, pero sería un buen pellizco, y lo mejor, fácil de volver a vender.

Dentro del vehículo todo era alegría por el éxito de la misión. Se dirigieron a un almacén en la otra punta de la ciudad, propiedad de Uno. 
Con la misma celeridad lo depositaron. Quedaron para al día siguiente echar cuentas y proceder al reparto de la comisión de cada uno de ellos. El dinero lo recibirían en cuanto el botín fuera vendido. Sería cuestión de dos o tres días, ya que lo tenían apalabrado con un comprador, ya que, además era de encargo.

Todo había resultado fácil, y Cuatro estaba encantado de la vida. La adrenalina la tenía a tope, pero eso hacía que tuviera ganas de repetirlo de nuevo.

Lentamente se instalaba en su cabeza un plan que estaba ideando como "castigo" a alguien. Sería su venganza y a la vez volvería a tener dinero en la cuenta de un banco.


RESERVADO DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora< rosaf9494quer

Edición< Mayo 2021

Ilustraciones< Internet

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