miércoles, 10 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 42 - La tormnenta perfecta

Tal como lo pensó, así hizo, antes de que Maxwell se desplazara a Belgrado y Goran regresara. Había que atajar la situación cuanto antes, porque de ello dependía la tranquilidad de todos ellos.  Suspendió sus clases por tres días, que era lo que calculaba que la ocuparía ese problema. Ana, no podía sentir tan profundo amor por alguien  que había visto una sola vez. A pesar de que ella también tuvo una azarosa vida, era distinto problema y contó con la confianza y paciencia de Fiona, pero también pensaba que si no hubiera ocurrido la incidencia en el parto ¿se habría comportado igual?.  La vida es juguetona  e influyen muchos factores que nos la marca.

  Cuando aterrizó,  sus padres la esperaban y decidieron  ir a casa sin pérdida de tiempo.  Ana no sabía nada de su proyectado viaje y debían preparar la estrategia a seguir, antes de que su hermana regresase del colegio.  Se encerraría con ella en su habitación y se lo expondría claramente, a ver si de una vez reaccionaba.
Mientras se dirigían a su casa, Maxwell expuso claramente lo que habían averiguado y Jasna escuchaba asombrada  lo que estaba conociendo ¿ ¿Que argumentos podría esgrimir para no herirla y al mismo tiempo hacerla ver que era una locura? ¿Cómo reaccionó al haber conocido sus proyectos que culminarían en boda?   Quería a su hermana entrañablemente y por nada del mundo deseaba que sufriera por  unos amores tan tempranos y además imposibles.

Imposibles de todo punto porque Goran ni siquiera la mencionaba;  no había  dado pie para  forjar esa fantasía en la mente de la chiquilla.  Estaba ajeno a todo el conflicto que se había creado  durante esa comida en Nueva York.  De momento no le comentaría nada y, como pretexto usaría cualquier excusa:   quería ver a sus padres, pues tenía unos días libres.  En fin, eso era lo menos importante.  En cualquier momento tendría que contárselo, pero en este momento ni hablar;  se crearía más tensión.

Al llegar Ana y saber que su hermana estaba en casa, corrió en su busca y ambas se abrazaron y reían felices por verse de nuevo.  Habían pasado pocos meses desde que se vieran por última vez, pero Jasna apreció el cambio físico que su hermana había experimentado. Estaba más alta.  Su rostro estaba cambiando, perdiendo los rasgos clásicos de la niñez y a su cuerpo comenzaban a surgir las formas que anunciaban el paso de una época a otra.  Ante ese gran cambio, Jasna no se extrañó que también su mente estuviera de transición, pero aún así, sería una fantasía de prematura adolescente.

— ¡Qué guapa estás Ana! Te estas convirtiendo el una muchacha preciosa.

  Se le ocurrió la idea de cómo podía comenzar esa conversación pendiente, por la que ella estaba allí .

 —Seguro que los chicos andarán detrás de ti

— No seas boba. Me importan un pito los chicos

— ¿ No te gusta alguno?  Yo a tu edad le había echado el ojo a un par de ellos

— Yo también, pero él pasa de mí

—¿ Cómo es posible? Dime quién es ese cretino que me lo meriendo— respondió Jasna pensando que iba por buen camino

— No importa. El no me hace caso, pero yo le quiero

— ¿ Puedo saber su nombre?

—No. Es mi secreto, aunque tú le conoces

— No puedes dejarme así después de contarme que estás enamorada. Dímelo por favor

— Se trata de tu profesor, de Goran. Le conocí en Nueva York durante las Navidades.  Desde entonces estoy que no vivo.  No se lo digas a papa porque sé que me dirá que no.

— Pero Ana,  es muy mayor para tí.  Podría ser ...

— Si ya lo sé:  mi padre.  Pero no puedo evitarlo . Por otra parte, no debes ser tan hipócrita.  Sé que os vais a casar.  Escuché una conversación que tuviste con papa

— Entonces si lo sabes todo, no voy a andar con rodeos.  Efectivamente vamos a casarnos

—¿Desde cuando sientes ese amor tan repentino?  Que yo recuerde le detestabas y le ponías de antipático. ¿Te han entrado las ganas al conocer que me gusta? ¿Es eso lo que pretendes?

—Ana, por favor, no digas tonterías . Es demasiado mayor para tí o tú demasiado joven para él. Goran me quiere a mi; ni siquiera se le pasa por la cabeza,  que una niña se haya enamorado de él, porque eso es lo que eres.  Fija tu mirada en otro chico  de tu edad

— Hablabas mal de él y, de repente vas a casarte. ¿Lo estás haciendo a posta? ¿Es que no tienes a otro a quién le gustes?

— Sabes perfectamente que no es posible.  No voy a tomar en cuenta tus palabras porque comprendo que estés dolida y ciega, pero ve haciéndote a la idea de que no va a ser posible.  Me quiere, le quiero y va a hacerme su esposa.  Punto final

— ¿Por qué? ¿Porque tú lo dices? Veremos que dice cuando conozca la verdad de lo que estás tramando

—¿Qué estoy tramando? Dímelo a ver si me entero.

— Eres egoísta y mala.  Sé lo que le hiciste a mamá y ahora repites la jugada conmigo. Te odio con todas mis fuerzas.  No quiero volver a verte en la vida. No te considero mi hermana,  Te odio, te odio.  Vas a frustrar su futuro con tal de  hacer tu santa voluntad.  Sal de mi habitación ahora mismo.

Jasna trató de aproximarse a ella para calmarla, pero estaba tan fuera de sí, que de un empujón la hecho de la habitación y cerró la puerta de un portazo.  Los padres esperaban ansiosos el resultado, pero por las voces airadas que escucharon, supieron que no había ido nada bien.  Jasna se reunió con ellos;  llevaba la cara desencajada

—¡Me odia, me odia!  No quiere volver a verme — repetía como sonámbula

Fionna y Maxwell se miraron y, ambos, sin decir nada, pensaron que todo era más grave de lo que habían imaginado.  Nadie cenó aquella noche y a solas en su habitación, Jasna pensó que allí nada tenía que hacer y que debía regresar a Belgrado a la mañana siguiente para no crear más tiranteces entre ellas.  Pero había una segunda parte que tenía que solucionar, y era confesar a Goran la verdad de lo ocurrido.  Quizá lo mejor sería aplazar la boda, que él siguiera en Estados Unidos y ella terminara sus estudios en Belgrado. Necesitaba distancia entre los dos y posiblemente, dejando pasar el tiempo, las cosas volviesen a su lugar. Se habían precipitado al proyectar su vida en común. Debieron ser más pacientes y probablemente Ana se hubiera desengañado por sí sola y se hubieran ahorrado el tremendo disgusto que ahora tenían.

Triste, muy triste y preocupante fue la despedida de sus padres.  Apenas había pasado un día con ellos  y la tres cuartas  partes  había sido peleando con su hermana.  Quiso despedirse de ella, pero tenía cerrada la puerta con cerrojo y por mucho que insistió, no lo consiguió. 

 Había perdido a su hermana y posiblemente el retraso en sus planes la costaría una soberana bronca con Goran.  Un panorama francamente desolador ¿Debía decirle la verdad o  ignorarla hasta que todo se calmase?  Con ese estado de ánimo por los suelos, regreso a Belgrado.  No tenía la cabeza para estudiar, pero era, además , su trabajo y por ello ganaba un pequeño sueldo que la permitía vivir independiente.  Consultó el reloj y comprobó que era  demasiado temprano  en Nueva York. Tenía que pensar el porqué de su repentino regreso a Belgrado. ¿Era oportuno decirle la verdad, o por el contrario decir que lo había pensado mejor y debían aplazar los planes de boda?

Temía la reacción de Goran.  Estaba ¡tan contento! que se le partía el alma confesar que todo se debía a una rabieta de niña malcriada. No encontraba la excusa perfecta.  Decidió decir que quería terminar sus estudios y que él siguiera en Estados Unidos.

  Se verían en vacaciones, y de esta manera, ambos cumplirían sus deseos.  A ella le faltaban más de dos cursos par obtener su titulación, sin embargo él, lo había conseguido todo.  Se verían pasado ese tiempo que debía ser rápido. 

Quería que pasase el tiempo aún más deprisa, por  ver si su hermana encontrara a su alma gemela que no fuera Goran  Con tanto alboroto, había olvidado su propio problema.  Estaba segura que sería una gran alegría para  él, pero un gran imprevisto para ella. De golpe se vendrían abajo todos los proyectos a realizar. ¿Por qué  todo se había complicado?



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