sábado, 13 de julio de 2019

El diario de Fiona - Capítulo 45- Garachico

Últimamente nada salía como lo había planeado.  Por delante tenía varias horas de avión hasta llegar a su destino.  Lo mejor sería no regresar más a Europa, pero en el continente estaba su padre que se iba haciendo mayor y le echaba de menos. En realidad sabía el por qué volvía una y otra vez:  Jasna.

Desde que rompieron no habían tenido contacto alguno. Goran era un hombre de fuerte carácter e ideas fijas.  No retrocedía fácilmente a lo planteado.  ¿Estaba arrepentido de haber sido tan tajante?  Ella sólo le pedía tiempo, pero él la necesitaba a su lado y, lo que ella quería era seguir así hasta que se cumpliera el plazo de especialización y era mucho tiempo para su impaciencia.  Pensó que lo mejor sería cortar por lo sano y nunca más volvió a llamarla o escribirla, dando por terminada su corta relación. En el fondo sabía que nunca se rompería su atracción hacia ella, porque era más fuerte que él.  Lo supo desde el mismo instante en que la vio por vez primera, desconociendo de quién se trataba y que siempre había estado ligada a su vida.  Debió haber llamado a Maxwell, quizás él,  hubiera intervenido como mediador y no estarían ahora en esta situación.  Por más vueltas que le daba, no encontraba una lógica a lo ocurrido, pero en algo si tenía razón Jasna: no se conocían y ese debía ser el problema, el desconocimiento de sus respectivos caracteres.   Pero ya no había solución, así que cerraría esa etapa por mucho que le costara.  

Sólo había una forma  de conseguirlo: la mancha de la mora, con otra verde se quita. No era esa su forma de ser.  No le parecía ético que otra persona pagase por su fracaso. Entre reflexiones y, al cabo de mucho rato, consiguió dormir un poco.

El curso había terminado y Jasna estaba satisfecha por el rendimiento obtenido, a pesar de todas las incidencias habidas en tan corto espacio de tiempo. La reconciliación con su hermana había sido un revulsivo para ella infundiéndole el ánimo que necesitaba para enfrentarse a su situación.  Los meses habían pasado y en su cuerpo estaban las muestras del  cambio.  Su vientre era más prominente y sus  andares más pesados.  Al menos habían desaparecido las náuseas,  pero, comenzaban los reflujos de estómago.  En el fondo la alegraba padecer esas molestias, porque eran señales de que todo marchaba con normalidad. Le daba miedo pensar en lo que vendría después de que naciera su bebe.

 No podría acudir a clase para atender a su hijo, justamente ahora que llegaba al final.  Pero no la importaba.  Su preocupación era si sabría atenderle como es debido. ¿Debía trasladarse a Londres, cerca de su familia?  Esa sería la mejor solución, de todas formas, su única preocupación sería su hijo.  A pesar de todo tenía su título de médico.  Quizá más adelante cuando el bebe hubiese crecido, podría retomar los estudios donde los dejó.

— No seas absurda.  Tendrán que pasar al menos un año o más y tendrás su preocupación constante. Además deberás ganarte la vida  para manteneros a ambos y  una vivienda .  Demasiadas cosas para no estar preocupada.

 En la próxima visita al ginecólogo le harían una ecografía y con suerte sabría el sexo de su hijo.
Para cuando eso sucedió, ya estaba en Belgrado la familia O'Sullivan, incluida  Stephanie que, se había convertido en un miembro más de la familia.  Ana se abrazó a su hermana en cuanto la vio en el aeropuerto.  Su vientre había cambiado notablemente, y eso la alegraba y a la vez la mortificaba al haber sido la causa de la situación en la que Jasna se encontraba.. La emocionaba tener un sobrino o sobrina, pero al mismo tiempo se reprochaba que todo hubiera sido muy distinto si ella no hubiera interferido en su relación.  La alegría de todos fue inmensa cunado Fionna y Jasna salieron de la sala del ecógrafo y dijeron al resto que era un varón el bebe que venía en  camino

— Hay que celebrarlo— exclamó Maxwell abrazando a su hija— No quiero  que te preocupes por nada.  No estarás sola.  Todos te ayudaremos.  De momento tienes que descansar.  Ha sido un año duro para todos. ¿Dónde te apetece ir de vacaciones?  Este año eliges tú

— Papa, os lo agradezco pero no quiero que cambies de planes por mi causa

— ¿ Quién ha dicho que cambiaremos de planes?— respondió Fionna

— Si no os importa me gustaría ir a un lugar tranquilo.  A Garachico

— Pues no se hable más.  Iremos a Canarias nuevamente.

Todos celebraron la decisión tomada. Habían quedado encantados cuando conocieron el lugar.  La calidez de sus gentes, su paisaje, la bonanza del clima y la paz que se respiraba en aquel lugar, sería algo muy positivo para Jasna, que era de lo que estaba más necesitada.

Transcurridos un  par de días, tomaban nuevamente un avión que les conduciría a las Islas Canarias.  Con suerte pasarían uno o dos meses de tranquilidad, que bien lo merecían.

Ana no se separaba de su hermana y mantenían largas charlas en la que el bebe era el protagonista, sin mencionar para nada a Goran, aunque su nombre flotaba en el ambiente.

Maxwell estaba muy preocupado por su hija, no sólo por lo que vendría, sino porque la veía triste a pesar que delante de ellos lo disimulaba, pero cuando estaba sola, quedaba con la mirada perdida en el horizonte y acariciaba su vientre. Él sabía hacia donde iban esos pensamientos. Cada vez que estaban a solas, trataba de iniciar la conversación referente a Goran y, ella se levantaba del lugar en el que estuviera.  Optó por no decirla nada, pero sería él quién tomara cartas en el asunto.  Le partía el corazón verla en ese estado.  Primero averiguaría la dirección de Goran y sería André quién se la facilitaría.  Las cosas tenían que cambiar, no sólo por ellos, sino también por el hijo de ambos que llegaría en unos pocos meses. 
Así fue como contactó con Goran, ante la sorpresa de él. Mantuvieron una conversación escueta, breve; no quería interferir en sus asuntos, ya que tendrían que ser ellos quienes arreglaran lo que tuvieran que arreglar. Sólo le dijo:

—No quiero mezclarme en lo vuestro que solo vosotros lo conocéis.  Estamos en Garachico.  Aquí está Jasna.  Creo debíais hablar.  Toma nota de la dirección por si decides venir

Goran no salía de su asombro y no lo esperaba., pero se había obrado el milagro que tanto esperaba.  Aún necesitó dos días para poder desplazarse hasta España, pero sin duda sería el preludio de algo bueno.  Su corazón latía apresuradamente y el contento era grande. ¿Cómo había sido posible? ¿Qué había ocurrido?  ¿Estaría enferma?. Desechó de inmediato ese pensamiento, de haber sido así hubieran hablado de otra forma, con otras premisas.  No.  Se vislumbraba una luz en el horizonte; al fin podría verla de nuevo y hablar  con ella lo que quisiera decirle.

 Maxwell le recogió en el aeropuerto de Tenerife;  tenían un largo camino por carretera. Al verse frente a frente Maxwell le advirtió que no quería saber nada de lo que ocurriese entre ellos, sólo podía facilitarles una entrevista para que ellos solucionaran su contencioso y tomaran el camino que ellos quisieran.  Para hacer más ameno el viaje, hablaban del paisaje que veían desde el coche.  Y por fin, llegaron a Garachico.  Una sola condición le fue impuesta:

— No quiero que sepa que he sido yo el intermediario.  Sólo te diré que está en la playa, así que tendrás que buscarla.  Te he reservado habitación en el hotel. A partir de este momento, todo corre de tu cuenta

Estaba sorprendido por todo lo ocurrido.  Preguntó al conserje por dónde podía ir a la playa y hacia allí se dirigió.  No había mucha gente, ya que todos elegían las balsas de mar, y eso le facilitaría más su encuentro.


  Descalzo caminaba mirando a un lado y a otro entre las personas que, tumbadas al sol, disfrutaban de él.  No localizaba a Jasna por ningún lado, pero a lo lejos vio una silueta que andaba despacio mirando al horizonte.  El corazón se le aceleró.  Reconocía el color de su cabello y,  a pesar de tener la piel algo tostada por el sol, en su interior sabía que era ella.  Aceleró el paso hasta que llegó a su altura.  Ella se había detenido en su caminar y tenía una mano sobre su espalda como si sintiera dolor.

—Quizás no es ella—  se dijo— pero Jasna volvió la cara y entonces quedaron los dos frente a frente.

La mirada de Goran iba desde su rostro hasta su vientre.  No podía  creer lo que estaba viendo:  ¿embarazada?.  Se paró en seco mientras ella arropaba con sus brazos el volumen de su cuerpo.  Ninguno hablaba, pero ambos estaban sorprendidos.  Lo que menos podía esperar es que Jasna fuera a ser madre. ¿Para qué le habían hecho venir? 

Todo se precipitó; las visiones de Goran en su mente, eran como una película.  Calculó mentalmente el volumen de Jasna y echó la memoria hacia atrás y llegó hasta el primer día del año, la fogosidad de su encuentro y las consecuencias de ello al cabo de los meses. ¿Por qué no se lo dijo? ¿Por qué lo oculta?
Las palabras no salían de sus bocas, pero ambos sabían lo que el otro pensaba

— ¿Qué haces aquí ? — dijo extrañada ella

—¡ Por Dios santo Jasna! ¿Es que no ibas a decirme nada?  Porque supongo que es mío. Inauguramos el año

— Si, Goran, es un hijo tuyo.  Pero no debes preocuparte, no te voy a pedir nada

—¡No me lo puedo creer!. Estás jugando constantemente con mis sentimientos. Tenía derecho a saberlo

— ¿Por qué estas tan seguro de que es tuyo?

—Te recuerdo que es mi especialidad.  Cuento hacia atrás y las cuentas casan. Tienes razón en una cosa:  no nos conocemos y ese ha sido nuestro fallo. Lo más sencillo es que me hubieras dicho "vamos a tener un hijo", pero en cambio lo ocultas. No te entiendo Jasna. Me haré cargo de todo, pero creo que nosotros no tenemos futuro. No tenemos confianza el uno en el otro y así no podemos funcionar.

—Tienes razón., debí decírtelo, pero tuve mis razones para no hacerlo

—¿Qué razones ?  Necesito que me las digas ahora mismo. Sé que tengo el carácter fuerte y tu estás acostumbrada a los mimos de casa. Te quiero Jasna, más de lo que te imaginas y por eso estoy aquí, pero esto no te lo voy a perdonar nunca.

Dió media vuelta y la dejó en la playa llorando.  Cincuenta pasos son los que anduvo cundo se giró y la vio  llorando recostada en una barca que estaba varada.  No la podía dejar en ese estado llorando. Corrió hasta Jasna y la abrazó con todas sus fuerzas, besando sus lágrimas

— ¿Qué clase de médico crees que soy ?  Elegí ayudar a las mujeres y traer niños al mundo, porque las mujeres sois la máquina más perfecta que la Naturaleza ha creado.  Sois capaces de dar vida  ¿Cómo crees que iba a rechazar a mi hija?

— Lo siento, es un niño.  También en esto te he decepcionado. Bueno ya lo sabes.  Ahora puedes seguir con tu vida

— ¿ Todavía no sabes que tú eres mi vida y nadie más?  Te quiero Jasna y siempre te querré aún en contra de mi voluntad.  Aunque salgas huyendo para no verme, siempre te estaré esperando.
¿ Por qué no me lo dijiste?

— No podía.  Sucedieron muchas cosas en poco tiempo y esperaba solucionarlo.  Por eso te pedí tiempo.  Yo también deseaba estar contigo y aún no sabía que  íbamos a tener un hijo.  Ante tu negativa ya todo daba igual. No volviste a llamarme ni a escribirme al mismo tiempo que por el hospital corrían rumores de que te habías introducido en la gran sociedad americana y mantenías una relación con una niña rica.  Yo hubiera sido un estorbo para tí, y decidí cumplir mis planes en solitario. Cuando nazca el niño, volveré a Londres.  Mi familia me ayudará en su crianza. Buscaré trabajo y normalizaré mi vida

—¿Y eso es todo? Sigues excluyéndome de ella.  Ya no sé qué más puedo hacer para que comprendas que sois lo más importante de mi vida. Que no me importa el relumbrón de ser conocido.  Ni de jugar al golf con alguien rico, que no me interesa nadie más que tú. Que deseo volver a tenerte entre mis brazos y acariciarte y besarte y ser parte de tu vida.  Dime ¿Qué tengo que hacer?

— Yo... yo.. No sé

— Empecemos de nuevo.  Sé que quizá tengas tus motivos por los que rompimos.  No me importa; sólo quiéreme.

—Y lo hago Goran.  Con todas mis fuerzas

— Pues entonces, no hablemos más de todo esto. Disfrutemos  de nuestro pequeñín y comencemos a vivir.

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